Suma Cultural 18

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Foto: Carlos Duque


Grandeza de una vida y obra | Comité Editorial | El equipo Editorial de la revista Suma Cultural, sus lectores y amigos lamentamos profundamente el fallecimiento del DOCTOR JUAN ALBERTO ARAGÓN BATEMAN, Fundador distinguido de la Konrad Lorenz y por muchos años su Rector y Presidente del Consejo Superior. Uniéndonos a las múltiples voces de reconocimiento y gratitud a tan insigne representante de la intelectualidad colombiana queremos hacer honor a la grandeza de su vida y de su obra que quedaron esculpidas en la memoria de muchos como el paradigma de un trabajo consagrado, del liderazgo y persistencia aplicados a un proyecto social que de manera efectiva contribuyó en la construcción de un mejor futuro para el país. Cabe recordar que la revista Suma Cultural nació, fue relanzada y está circulando exitosamente gracias a la genialidad y generosidad intelectual del Doctor Aragón a su particular interés en divulgar la cultura por doquier y por todos los medios. Este sencillo homenaje va también a nombre de nuestros muchos lectores esparcidos por Colombia y el mundo. De entrada pedimos disculpas porque indudablemente esta breve mirada quedará fragmentada, somos conscientes que cada acercamiento a un tema tan complejo como es la historia humana y el querer tocar lo aparentemente intocable deja el proyecto siempre provisional. Juan Alberto Aragón Bateman nació en Popayán (Colombia) y realizó sus estudios en el Instituto de Psicología de la Universidad de Varsovia (Polonia). Allí obtuvo posgrado en el campo de la Psicología Clínica Experimental bajo la dirección del Profesor Janusz Rejkowski. Tras el regreso a Colombia se dedicó a la labor docente e investigativa en diferentes estamentos de Educación Superior dentro y fuera del país. Filósofo y humanista por vocación y psicólogo por orientación profesional fue un maestro por excelencia. Su saber, sus dotes pedagógicas y su peculiar cosmovisión dejaron huella imborrable en muchos. Además de la docencia dirigió varias entidades y proyectos como el Instituto Colombiano de Pedagogía (ICOLPE) y el programa PNUD-Unesco; experto y asesor en temas de educación, de varias organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, entre estas la Organización de Estados Americanos (OEA). En varias publicaciones académicas dejó plasmado el esfuerzo por construir conocimientos nuevos, que realzaran la heterogeneidad de toda mirada profesional. Entre éstas sobresalen: “Teorías de la personalidad” (1971); “Procesos heurísticos de solución de problemas.” (1971); “Psicología y procesos de auto-regulación.” (1972); “Refuerzo diferencial de TER’s cortos en una niña lenta.” (1973); “Efectos del comportamiento del maestro sobre la conducta académica de los alumnos” (1973); “Hacia una fundamentación de la tecnología educativa” (1973); “Técnicas de terapia familiar” (1975); “Estructura y funciones del subsistema de investigación de la Universidad Nacional Abierta de Venezuela” (1977); “Técnicas de autocontrol del comportamiento de estudios” (1977). Juan Alberto Aragón Bateman 1936 - 2013

Los acontecimientos y vicisitudes del año 1981 fueron decisivos para su vida personal y profesional y sin lugar a dudas modelaron su historia personal. Este año, en noviembre y tras un dispendioso estudio de factibilidad y una exigente gestión legal, fundó la institución de


educación superior bajo el nombre de un reconocido científico austriaco Konrad Lorenz. Esta nueva propuesta educativa emprendida con convicción y empeño y marcada desde el inicio, por una clara orientación científica y una comprometida visión del entorno social era sin duda la realización natural de su filosofía de vida; la representación inconfundible de su mirada intelectual que yendo más allá del espacio y del tiempo ha transcendido la realidad circundante y ha desafiado lo contiguo que se imponía por esta época. Por más de treinta años Juan Alberto Aragón fue el principal gestor de las políticas, lineamientos, reglamentaciones y orientaciones que han impulsado la institución y la han convertido en un referente obligado de crecimiento programado con calidad en el país. La historia institucional está marcada por su personalidad, su extraordinaria percepción de la realidad acompañada de un profundo sentir humano y fidelidad a lo pensado y propuesto. Gracias a su liderazgo la Konrad Lorenz ha sido desde el inicio un Alma Mater moderna, dinámica, comprometida en sus programas de pregrado y de posgrado con su estatus universitario y sus circunstancias espaciotemporales. Su invaluable labor en el campo de la educación encontró reconocimiento por parte de las diferentes entidades y estancias de la academia colombiana. Fue galardonado con varias condecoraciones entre las cuales sobresale la: «ORDEN A LA EDUCACIÓN SUPERIOR Y A LA FE PÚBLICA LUIS LÓPEZ DE MESA» que el 14 de diciembre de 2004 le fue impuesta por la Presidencia de la República y el Ministerio de Educación Nacional por la Excelencia Académica de la carrera de Psicología. Sin duda, la vida y la obra de nuestro Fundador son el mejor ejemplo de que en cada época, en cada tiempo, en cada circunstancia surgen personas de cualidades descomunales que con su profética voz cautivan al presente y comprometen el futuro de muchos. Y son ellos precisamente, anunciadores de lo intangible, hombres de pocas palabras generalmente, quienes dejan a los que seguimos en el camino un legado inmenso y unas tareas grandes por realizar. “...ustedes confiaron en nosotros y es para mí difícil describir la satisfacción que siento, porque hemos cumplido tanto con ustedes,... como con la sociedad”. Estas palabras de Juan Alberto Aragón pronunciadas durante la primera ceremonia de graduación en 1987 regresan hoy como un eco, reiterando la satisfacción por la misión cumplida; el orgullo personal por entregar a la sociedad a miles de profesionales que desde diferentes lugares y escenarios prolongan la vida intelectual de la Konrad Lorenz y desde su compromiso académico y social sirven al hombre en diversas extensiones de la geografía nacional e internacional.


Palabras de despedida a mi padre | Juan Sebastián Aragón Triana | Para hablar de Juan Alberto Aragón sería necesario contar con la ayuda de grandes plumas que estén a la altura de un gran hombre. Más aún cuando ese gran hombre fue una gran pluma. Cada vez que mi papá escribía algo, causaba la admiración de su auditorio por su claridad, por la contundencia de sus argumentos, por la elegancia en el uso del castellano. De manera que de antemano les pido disculpas por someterlos a estas líneas que están contaminadas de amor, de admiración, de subjetividad, y por supuesto, del dolor que me produce su partida. Dicen los budistas que sólo hay dos cosas seguras en esta vida: que nos vamos a morir y que no sabemos cuándo. A partir de esa certidumbre, nos enfrentamos a este breve paréntesis de existencia con el afán de encontrar el sentido de la vida, buscar la felicidad, dejar huella en nuestro entorno y quizás con suerte, trascender. Creo que muchos están condenados a no conseguir ninguno de esos fines a cabalidad. También creo que mi papá no solo los conquistó hasta la saciedad, sino que además dedicó su vida a que la mayor cantidad de personas tuviera las herramientas para contar con su misma suerte. Porque si de algo me doy cuenta en un día como hoy, es de que Juan Alberto Aragón trascendió. Y trascender es el único recurso con el que contamos los humanos para conseguir la inmortalidad. Tal como me lo enseñó, sus átomos fueron polvo de estrellas, ríos, árboles, animales y, a partir de ahora, volverán a ser animales, árboles, ríos y polvo de estrellas. Pero su obra lo sobrevive. Su obra nos pertenece. Su obra nos obliga. Nos pone una vara muy alta con su ejemplo. Pero solo con emularlo, su ejemplo le da sentido a nuestros esfuerzos. Cuando este señor tenía mi edad, un poco más de cuarenta años, no tenía trabajo, ni plata, ni patrimonio. Sólo un sueño y una compañera inigualable. Con nada más que con la convicción de que la educación transforma sociedades, emprendieron la quijotada que hoy se llama Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Desde cero, hasta un templo del conocimiento, que le ha permitido a millares de colombianos acceder a una formación profesional que contribuye, no solo a que tengan una mejor calidad de vida, sino a que su ejercicio permita construir una mejor sociedad. Él estaba convencido de que, expuestos a los estímulos adecuados, los colombianos somos capaces de ser distintos, de ser mejores. Y como dentro del método científico son necesarios los resultados experimentales para poder hacer predicciones, acá estamos reunidos, los que tenemos el orgullo y el privilegio de pertenecer a la familia “konradista”, para demostrar con hechos, no con opiniones, que estamos trabajando arduamente, sin descanso, con ética y con responsabilidad social para construir una Colombia que se merece tener en los periódicos titulares que brinden testimonios distintos a nuestro propio exterminio. Su paso por este mundo dejó una huella tan indeleble en muchos de los aquí presentes, que a pesar de ser yo el hijo, siento que debo ser yo quien les dé a ustedes mi más sentido pésame.

Juan Alberto Aragón Bateman 1936 - 2013

A sus hermanas, a las que adoró más allá de cualquier descripción, a quienes tuvieron el exclusivo placer de ser sus alumnos, a quienes tuvieron la exigente labor de ser sus colaboradores, a quienes han dedicado su vida a contribuir con este hermoso proyecto, les quiero agradecer de corazón por haber creído en mi padre y para ustedes mi más sentido pésame. Los reconozco como mi familia.


Cuando llegan estos momentos, los que permanecemos pensamos en la herencia que nos deja el que se va. Sin modestia alguna, casi con alevosía, le puedo contar al mundo que mi viejo me deja la más grande herencia. La que nunca se acaba, la que crece continuamente. La que puedo compartir con todo el mundo de manera indiscriminada. Y cuando digo indiscriminadamente, me refiero a los más de cinco mil egresados de la Konrad que él consideró sus hijos, y yo mis hermanos. Y que además, no tuve que esperar a que muriera para recibirla, para disfrutarla. Mi viejo me dejó como herencia la educación, el ejemplo, la pasión por el conocimiento, la honestidad, la coherencia. Como si fuera ésto poca cosa, mi viejo me deja a Sonia y a Fernando, que son sangre de mi sangre, a quienes adoro y agradezco por aceptarme también como familia. Mi viejo, desde mi más temprana infancia, me invitó a jugar y a conversar con Aristóteles, con Platón, con San Agustín, Descartes, Newton, Einstein, Heisenberg y Carl Sagan. Mi viejo me enseñó a construir sobre hombros de gigantes. Me quedan todas esas tardes en las que al llegar del colegio me preguntaba lo que había aprendido, lo cuestionaba y me adelantaba como cuatro currículos. Años más tarde, también aquellas veladas inolvidables, hidratadas deliciosamente con herencias escocesas, en las que siempre se confesó hincha de Millonarios aunque ganara. En estos últimos años tuvo una gran debilidad, ante la que perdía toda compostura: sus nietas Lourdes y Paz. Mi esposa Freda y yo, estamos inmensamente felices y agradecidos de presenciar ese derroche de amor, esa generosidad y la ansiedad con la que esperaba su cita de los jueves con ellas. Y aunque siempre intentó sobornarlas con chocolates, esos sobornos fueron innecesarios, porque ellas lo amaron, lo besaron y lo abrazaron incondicionalmente. Ellas llevan sus genes y son la prolongación de su existencia. Desde su partida, he encontrado multitud de testimonios que tienen como factor en común palabras como maestro, guía, líder, ejemplo, gran hombre, legado, faro, obra. Y yo estoy de acuerdo con esos testimonios. Como lo dijera ayer el Doctor Carlos Darío Barrera: “Ojalá cuando uno muera, la gente hable tan bien de uno como hablan del doctor Aragón”. Y como soy artista y no académico, les pido que me dispensen si les pido que lo despidamos de una manera poco académica, pero que sé que está a la altura de su memoria. Les pido que despidamos a Juan Alberto Aragón con el aplauso que su vida merece.


Creador de una tradición científica en Colombia | Maritza Sandoval* | Queridos amigos. Hoy despedimos a un gran hombre, un fervoroso esposo, un amoroso padre y abuelo, un brillante intelectual de la epistemología y la ciencia, y uno de los principales líderes de la psicología colombiana en sus ya casi 70 años de historia. Somos parte de una de sus más grandes obras, la Konrad Lorenz-Fundación Universitaria, creada por el Dr. Aragón y por su amada esposa, la Doctora Sonia Fajardo. Somos el resultado de sus sueños, su perseverancia, su deslumbrante inteligencia y su compromiso con el desarrollo de nuestro país. Pero sobre todas las cosas, somos resultado de su valentía y emancipación intelectual. Se requiere absoluta entereza para haber creado un programa de psicología como ciencia natural, en una época en la que dicha aproximación era cuestionada en Colombia por señalamientos políticos más que científicos. Fiel a su visión de la ciencia como propulsora del desarrollo social, el mismo camino de visión científico humanista ha sido recorrido por todos los programas que hoy alberga la Konrad Lorenz Fundación Universitaria. El Dr. Aragón estaba convencido que uno debe mantener sus ideales y en su visión popperiana de la ciencia siempre creyó que todo intelectual tiene una responsabilidad social. Ya que puede tener el privilegio y la oportunidad de estudiar, le debe a la sociedad el compromiso de entregarle los productos de su estudio en el modo más simple, claro y modesto posible. Y esto lo cumplió a cabalidad. Él será recordado como uno de los más grandes personajes de la psicología y la ciencia colombiana, cuyo legado fue el reconocimiento de la pertinencia social de la psicología científica, el respeto a las diferentes orientaciones y la incursión de la disciplina psicológica a campos innovadores en Colombia. Hoy, en este doloroso día, los egresados de la Konrad Lorenz – Fundación Universitaria deseamos agradecerle el habernos formado profesionalmente dentro de los más altos estándares de calidad educativa, el haber puesto a nuestro alcance los medios tecnológicos necesarios para la investigación, la innovación y el desarrollo, el habernos educado dentro de los ideales de ética, libertad, compromiso y respeto. Pocos pueden crear una cultura, pero el Dr. Aragón erigió una y hoy honramos su memoria con profundo sentimiento de gratitud y un gran dolor por su partida, pero sabemos que siempre estará presente en cada uno de nosotros, a través de nuestros actos. Seres como él jamás desaparecen, será la luz que alumbre el camino de sus estudiantes, colaboradores y de su familia. No tenemos suficientes palabras para agradecer su tenacidad, su entrega, su amor por la humanidad y su enorme fe en la ciencia. El hizo veraz y plausible uno de nuestros lemas Institucionales: Un compromiso con la buena fe y el futuro. *

Juan Alberto Aragón Bateman 1936 - 2013

Directora de la Especialización y la Maestría en Psicología del Consumidor de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Primera egresada de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz. 1987.



In Memoriam ¡Qué obra admirable es el hombre! ¡Qué noble en su razón! ¡Qué infinito en capacidad! ¡Qué semejante a un ángel en su acción! ¡Qué parecido a un dios en su comprensión!... Hamlet, acto segundo, escena II

Al finalizar sus estudios de pre y post grado en Psicología Experimental en la Universidad de Varsovia, después de ocho años, cargado de conocimiento y de ganas de hacer algo, Juan Alberto Aragón regresó a su país natal con una maleta vieja, cuatro libros y un abrigo raído y fiel, que lo había acompañado durante los inviernos interminables de Polonia. Era el año de 1970. Venía en busca de una oportunidad para desempeñarse como profesional y se encaminó hacia una meta desconocida: la creación de un plantel educativo. Fue entonces cuando, confrontado por un medio ambiente inoperante y altamente burocrático, contra viento y marea, empezó a dar señales de una tenacidad inatajable y de su grandeza de espíritu. Como bien lo define Charles De Gaulle: “La grandeza es un camino hacia algo que no se conoce”. Fiel a sus instintos de profesor y de investigador, enérgico y tenaz, alumbrado por su visión, comenzó a caminar por la senda de lo desconocido engendrando aquella semilla germinal, esa “Partícula de Dios”, que le dio origen a lo que hoy se llama la Fundación Universitaria Konrad Lorenz”, una de las instituciones educativas más prestigiosas de Colombia. La grandeza del Doctor Aragón estaba en su visión del futuro. Su meta seguirá expandiéndose a imagen del universo sobre la espalda de Sonia Forero Fajardo, su esposa, Rectora de la Universidad y su gran amiga y compañera de treinta y cuatro años, de sus alumnos, de los seis mil graduados, colegas, y demás personal administrativo; todos quedan allí para perpetuar esta cuna del saber. Juan Alberto Aragón, desciende de una estirpe de pensadores. Nieto de Arcesio Aragón Holguín, nacido en Buga, “Hijo adoptivo de la ciudad de Popayán”, historiador, abogado, profesor universitario, miembro de la Real Academia de la Lengua Española, autor de: Fastos Payaneses, La historia de la Universidad del Cauca, entre otros, y profesor de varias generaciones de hombres que cimentaron la cultura y el respeto por la verdad y la cultura. Arcesio Aragón recibió la Cruz de Boyacá, medalla que hoy reposa en la biblioteca de la Universidad Konrad Lorenz. Hijo de su padre Víctor Aragón Pardo, nacido en Popayán, graduado de abogado a los 21 años en la Universidad del Cauca, Summa Cum Laude y prolífico escritor de obras como: El duelo de Erasmo, El despertar de los demonios, Los ojos del búho, Juana la Loca entre otras. Periodista, gran conversador, pensador, filósofo, poeta y soñador. Juan Alberto heredó de él, su sabiduría magistral, que puso al servicio de los jóvenes, futuros pilares de un país con futuro más cierto. Juan Alberto Aragón Bateman 1936 - 2013

Producto de este linaje de pensadores, Juan Alberto creció junto a cuatro hermanas: Silvia, María Cristina, Elsa y Beatriz. Como hermano fue inigualable; como padre y abuelo, el mejor;


como esposo supo compartir dificultades y logros al lado de su amada Sonia; como profesional entregó su vida al servicio de la educación y brilló como una estrella, iluminándonos a todos con su sabiduría. No podría ignorar el aspecto jovial de gran humor que era parte de su indomable juventud. Su aspecto serio y trascendental se convertía en una caja de música. Cuando estaba joven hipnotizaba a sus hermanas contándoles historias de vampiros, que les creaba al mismo tiempo una mezcla de pesadillas, fascinación y curiosidad por el desenlace del próximo cuento. Su hermana María Cristina diría luego, que con el paso del tiempo descubrió que eran historias de Dostoievski, genialmente adaptadas por él. ………… Del doctor Juan Alberto Aragón se seguirá hablando por mucho tiempo, pero creo que pocos podrían decir que lo conocieron por dentro, con su increíble sentido de humor, de autocrítica, perspicacia y deseo permanente de superación, hecho a pulso y persistencia, dejando atrás muchos obstáculos y caminos recorridos. Quiero invocar un poema de su padre, que como una metáfora premonitoria se refiere a estos cuerpos estelares que marcan la identidad en la vida de tantos, poniendo pautas y direcciones, abriendo nuevos horizontes, creándonos la necesidad imperiosa de pensar por fuera de las márgenes habituales, siempre buscándole el pulso a la vida y finalmente convirtiéndose en un ejemplo icónico para las futuras generaciones. “Oh, qué noche, qué atmósfera, qué cielo. Cuan solitaria y desesperada seria la vida del hombre si no hubiera estrellas” (Víctor Aragón, “El duelo de Erasmo”, 1958). Que descanses en paz Juan Alberto, tu labor no ha sido en vano.

Apartes de la carta de Guillermo Borrero A. Bogotá Junio de 2013


Reminiscencias Los seres humanos somos como el viento... Unos inadvertidos, pasan sin dejar huella siquiera, el ímpetu de otros convierte la vida en la nostalgia de un desierto... Pero hay también aquellos que soplan lo suficiente y como la brisa feliz de verano hacen que todo florezca en el tiempo justo. Y son ellos precisamente quienes crean la vida como algo maravilloso… K.Siesicka

| Barbara Skladowska | Los hombres somos como el viento… la metáfora encierra de algún modo mi pensar y mi sentir frente a ciertos acontecimientos que nos han golpeado últimamente y me sirve de inspiración para compartir algunas memorias acerca del hombre a quien muchos hemos conocido y admirado: el Doctor Juan Alberto Aragón. Han pasado ya unos meses de su muerte… Y no sé sabe si es un ya o un apenas puesto que el tiempo, inexorable amigo del olvido, arrebata el presente que creíamos infinito y sin permiso siquiera, lo ataja y lo vuelve espejismo. Agradezco a la revista que me ha prestado sus páginas para hacer visibles algunos de mis recuerdos siempre a nombre propio y en pos de mi gratitud personal y profesional con el Doctor Aragón y la institución misma. Ciertamente este escrito no pretende agotar lo que quisiera o pudiera decir. Primero que todo por el limitante de la memoria humana que nubla la elección de datos y acontecimientos y segundo porque cada intento de acercarse a lo aparentemente intocable, como es la historia de vida, sobrepasa los limitados espacios de la palabra escrita que por más completa y precisa que pretenda ser queda siempre inacabada. ¿Cómo recuerdo al Doctor Aragón? ¿Qué rasgos de su figura humana e intelectual quedaron grabados en la retina de mi mundo relacional? Si bien lo conocí apenas unos pocos años, en este par de notas que yo llamaría mi “pensar en voz alta” aparecerán algunos recuerdos tal como vienen a mi memoria, en desorden y quizá sin hilo lógico. Pero en realidad ¿esto qué importa? Los que tuvimos el gusto de conocer personalmente al Doctor Aragón sabemos que hablar con él constituía un verdadero placer tanto intelectual como humano. Interlocutor fascinante, cálido, profundo y serio en sus apreciaciones lo adornaba todo con un gran sentido del humor y una sencillez única. Era erudito nato y su palabra veloz, aguda transitaba sin rodeos ni figuras decorativas que pudieran ilegitimar el mensaje. Esta misma palabra libre de significaciones ocultas o entonación deformada, era fiel reflejo de su filosofía personal, cosmopolita y libre entretejida con un intelecto brillante y creativo.

Juan Alberto Aragón Bateman 1936 - 2013

Empero hablar de él, no resulta fácil. Sobre todo cuando no se quiere traicionar su poco gusto por la publicidad o cualquier amago de figuración. Esto no quiere decir que para hablar de él haya que esforzarse demasiado. De esto me di cuenta cuando hace algunos años hicimos unas espontáneas entrevistas a los antiguos empleados, preguntándoles, entre otros, por el Doctor Aragón. Para nuestra sorpresa todos querían participar y cuando hablaban se les iluminaba el rostro y sus palabras, marcadas por un profundo sentimiento de gratitud y admiración, fluían sin acabar.


Mis recuerdos personales del Doctor Aragón se entretejen necesariamente con recuerdos de mi país natal Polonia, de la creación y el desarrollo del Instituto de Humanidades y del relanzamiento de la revista Suma Cultural. Lo conocí casualmente en 2006 tras un aviso que la Konrad Lorenz publicó en El Tiempo para una convocatoria de docentes de Humanidades. Todavía me acuerdo de ese sorpresivo y cálido dzieñ dobry, buenos días en polaco, con que me saludó en la puerta de su oficina el día de la entrevista. Ese detalle realmente me emocionó mucho pues no es usual que por estos lares resuene un idioma un tanto raro, como el polaco, o que en una calle de Bogotá se pueda encontrar a su hablante con una pronunciación casi perfecta. También porque el idioma polaco, lleno de consonantes juntas, es difícil de pronunciar para un latino y exige años de ejercicio. Me sorprendió además y sobremanera, el afecto y el entusiasmo con que hablaba de Polonia, sobre todo de las cosas y lugares cotidianos y simples que quizá yo misma ignoraba. Para mi sorpresa se acordaba de los “pierogi” y los “bigos”, típicas comidas polacas. Conocía sus ingredientes que son muchos y además muy bien pronunciados. Recordaba las calles de Lódz y de Varsovia con su ubicación y sus curiosidades que son difícilmente perceptibles para un transeúnte distraído. Este primer

Entrada Universidad de Varsovia


encuentro me permitió apreciar su profundo sentido de lo humano, su mirada universal, la grandeza y la sencillez de su espíritu que son medibles tan solo a través de la gratitud. Pues todos los que hemos estado por algún tiempo lejos de la tierra natal sabemos que cualquier nota de aprecio hacia ella, toda expresión que realce su importancia o su belleza resuenan como un eco maravilloso y la hacen cercana. Este día de septiembre de 2006 comenzó mi trato y mi amistad, si es que puedo utilizar estas categorías sin que suenen a atrevimiento, con el Doctor Aragón y mi aventura intelectual con la Konrad Lorenz. El día de la entrevista, en pocas palabras me propuso la tarea de reorganizar el Departamento y las Humanidades de tal forma que respondieran a las expectativas académicas e intelectuales de la Institución pero sobre todo de los estudiantes. Me llamó la atención la claridad con que definía ciertos objetivos y finalidades. Más tarde cuando ya conocí más la Institución y a él mismo me di cuenta que estos primeros planteamientos no fueron casuales o aleatorios sino un fiel reflejo de su profunda convicción humanista y de su fidelidad a la imagen de una academia pensada y propuesta. En este primer encuentro y luego a lo largo de los años en los que tuve la suerte de tratarlo personalmente, lo que más admiré era su confianza en las personas. Él creía en las capacidades individuales de la gente por esto, sin discurrir demasiado, asignaba tareas y ponía muy alto ciertas barreras, pero no las amarraba a minucias que entorpecen. Su liderazgo y generosidad intelectual siempre dejaban espacios a la creación individual de las personas. Todos seguramente hemos experimentado que las actividades aún cotidianas que permiten crear, que obligan a entregar algo de nuestro espíritu nos construyen, nos hacen más humanos y más dueños de nuestro quehacer. Pues al dejar de ser un simple objeto o parte de una maquinaria nos convertimos en protagonistas de obras inimaginables cuyos alcances son difícilmente predecibles. A propósito, uno de los antiguos vigilantes de la Institución, hoy ya pensionado, me contó que el Doctor dejaba todo abierto en su oficina y que, una vez que salía, le dijo: “mira, en el cajón derecho hay siempre algo de plata por si acaso aparece alguna emergencia y se necesite”. El muchacho, sorprendido, quedó sin palabras. Él que era joven y sin muchos ingresos se sintió honrado, como si de él dependiera toda la suerte del futuro institucional. Y es más, este sentimiento lo acompaña hasta el día de hoy. Pienso que este permitir que las personas sean, consentirles crear y resignificar su propia tarea es un elemento más valioso en cualquier trabajo y con más razón si este es un trabajo intelectual. ¿Por qué considero importante recordar esta anécdota aquí? Precisamente porque estoy convencida que ahí radica el éxito de la obra fundacional del Doctor Aragón. Este creer en las personas, el confiar en la gente que estaba a su lado fue clave a la hora de concebir ciertas dinámicas institucionales engranadas en una amplia red relacional.

Juan Alberto Aragón Bateman 1936 - 2013

En marzo de 2007 el Doctor Aragón me encomendó la tarea de relanzar la revista Suma Cultural que dejó de circular por algunos años. La única cosa que me pidió fue la siguiente: “haga lo que crea conveniente pero con la condición que la revista no se convierta en un ladrillo de la biblioteca”. Sorprende desde la entrada este querer refundar una revista de corte netamente cultural en una institución que no tiene siquiera programas formales de humanidades. También porque en nuestra sociedad netamente tecnócrata y en algunos entornos que usurpan ser “académicos”, las Humanidades son consideradas como cosas del pasado, algo teórico, superfluo y lo que verdaderamente cuenta es la utilidad, la inmediatez y la practicidad. En este querer revivir a la Suma Cultural reluce en todo su esplendor la grandeza intelectual de Doctor Aragón, su espíritu cosmopolita, su gran interés y su aprecio por la cultura general de los estudiantes a quienes seguía con empeño de un padre solicito. Estaba abierto a toda iniciativa que contribuía y engrandecía su estar en el mundo convencido de que antes que ser profesional se necesita ser persona. Por su


vocación intelectual, filosófica anhelaba que los estudiantes construyeran desde diferentes dimensiones una cosmovisión propia que les permitiera superar los limitados espacios de cualquier ideología o doctrina. Esta manera de concebir el papel de una universidad dentro de los procesos de formación integral la corrobora uno de sus pronunciamientos con ocasión de los 30 años de la Institución que como un credo, esculpe su testamento intelectual: “Yo sueño con la universidad que guía a la generación del conocimiento científico, a la generación del conocimiento tecnológico y a la reflexión sobre lo humano desde una perspectiva liberal, filosófica-liberal para ser un buen ciudadano con una integridad moral que lo caracterice, un ser extraordinario, buen profesional que pueda moverse con toda la agilidad y precisión en su campo de conocimiento. Es decir queremos que sea un hombre que salga a la sociedad a servir. Yo creo que una de las o mejor la mayor responsabilidad de una universidad es hacer que sus egresados sean buenos ciudadanos y buenos profesionales. Ahí se mide si una universidad funciona o no”. En 2010 y por motivos de salud resolvió retirase de la institución. A todos nos golpeó esta decisión sin embargo él como si nada pasará. Tras años de lucha y de sacrificios al frente de su amada Konrad Lorenz se iba ligero, sin equipaje que estorbe, sin mucho discurso ni medallas decorativas que con el tiempo saben a pasado. Tony de Mello en una de sus conferencias dijo una vez algo que me parece muy propio del Doctor Aragón: “… a los grandes no les interesa ser recordados”. Este día él simplemente nos hizo caer en cuenta que no le preocupaba ni lo más mínimo ser recordado o no… La última vez que hablé con él fue unas dos semanas antes de su muerte. Me sorprendió pues raras veces hablábamos por teléfono... Ahora cuando lo pienso fue como una despedida. Con mucho entusiasmo me comunicó que le gustaría volver a repensar la vieja idea de crear en la Konrad la Facultad de Humanidades con dos programas: el de su amada Filosofía de la Ciencia y el de Historia. Hablamos de algunos detalles y me puso de tarea sondear la viabilidad programática y los posibles perfiles académicos. Para terminar, hablamos de Polonia y por supuesto de Varsovia. De manera un tanto jocosa me preguntó por un kiosko que había en el centro de la ciudad, cerca del Palacio de Cultura, donde en sus tiempos vendían unas salchichas muy sabrosas. Y nos reímos un poco pues era más que obvio que de la estrepitosa caída del comunismo ni siquiera un kiosko habría podido salvarse. Y ese adverso miércoles del 5 de junio de 2013... cuando lo inadvertido se juntó con lo irremediablemente cierto... y lo más remoto y lo más reciente concordaron gratitudes que como un eco corretean los luminosos pasillos de la Konrad... Semanas más tarde viajé a Polonia y por supuesto fui a la plaza del centro de Varsovia. Ciertamente el kiosko ya no existe, sin embargo, en la brisa del verano polaco que huele a hojas doradas parecía flotar el aroma inconfundible de la bondad y de la nobleza de los que algún día han pasado por ahí y se han quedado para siempre en el espacio y en el tiempo... Porque los hombres somos como el viento...


Lugares de la Memoria La perspectiva histórica de la vida y obra de Juan Alberto Aragón permite percibir no solo el peso circunstancial de su figura emblemática sino también el sentido y la marca que ha dejado en la vida de muchos…La suya como toda historia humana se compone de voces que, entretejidas, confirman su orden relacional asentado sobre la lealtad, el compromiso y la gratitud. Gratitud por los años de vida y de trabajo conjunto que quedaron transformados en la formación de miles de jóvenes profesionales. En 2010 a raíz de la elaboración de la historia institucional desarrollamos un cuestionario en el que los miembros de la comunidad konradista expresaban su sentir y pensar acerca de los 30 años de la Institución. Responderlo fue un ejercicio libre y anónimo pues no quisimos sugestionar o condicionar a nadie. Una de las preguntas hacía referencia al Doctor Aragón. Ciertamente la historia ha dejado huellas en los documentos, en un abundante material iconográfico pero sobre todo y de manera más incisiva en la vivencia de centenares de personas entre egresados, docentes y los demás empleados. Hoy algunas de estas reminiscencias, como un eco que se niega a desaparecer, surgen más fuertes, enlazando la inseparable tridimensionalidad de la vida. Para evitar las repeticiones hemos querido traer tan solo algunas de estas voces. La manera como hablan devela su percepción e interpretación de la figura del Doctor Aragón.Es importante subrayar que los testimonios fueron grabados en 2010, tres años antes de su muerte y por tanto no tiene todavía cabida el sentido de pesar que pudiera de alguna forma tergiversar la autenticidad del testimonio.

Juan Alberto Aragón Bateman 1936 - 2013





Rectora Sonia Fajardo Forero Asesor Rectoría Luis Fernando Fajardo Forero Vicerrectora Académica Lina Uribe Correa

Directora Bárbara Skladowska Comité Editorial Juan Sebastián Aragón Hugo Fazio Genoveva Iriarte Luis Enrique Orozco Órinzon Alberto Perdomo Editor Jhonattan Joshua Moreno Coeditora Maria Esperanza Segura Asistente Editorial María Luisa Ramírez Distribución Yefer Julián Díaz Edición y Publicación Instituto de Humanidades Fundación Universitaria Konrad Lorenz Diseño y Diagramación Enrique González Fotografías Stock Exchange Edición Electrónica Hernando Rincón Medina Impresión Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas -JAVEGRAFContacto Carrera 9 Bis No.62-43, Bogotá, Colombia Tel. 347 23 11 Ext.140 E-mail: suma.cultural@konradlorenz.edu.co ISSN 0124-1974 | 20 |

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Convocatoria No.19 (Enero / Junio de 2014)

Correo

Queremos invitar a todos nuestros lectores e interesados a participar en el decimnoveno número de la revista con un trabajo original e inédito en las áreas de literatura, historia, filosofía, ciencia política, artes visuales, plásticas y escénicas, cine, música y culturas urbanas, entre otros. En esta ocasión el eje temático será LA IDENTIDAD. Se reciben textos especificaciones:

de

acuerdo

con

las

siguientes

• Artículos con una extensión máxima de 5000 palabras. • Reseñas de música, cine y libros, con una extensión máxima de 1000 palabras. • Reportajes fotográficos de entre dos y cuatro páginas tamaño carta. Las imágenes deberán estar en formato JPG y tener una resolución mínima de 300dpi. Se publicarán en blanco y negro. Este trabajo deberá llevar título y una breve introducción o pie de fotos. • Ilustraciones y propuestas de portada, acordes con el eje temático de cada número, en formato JPG y 300dpi. • Trabajos de creación literaria (poesía o narrativa). • Cómic.

FECHA LÍMITE DE ENTREGA: 29 de Marzo de 2014 Los textos deben ser enviados al correo electrónico suma.cultural@konradlorenz.edu.co adjuntando nombre completo, teléfonos, correo electrónico, profesión y ocupación. La Revista no devolverá originales ni mantendrá correspondencia sobre los mismos.

Para mayor información favor comunicarse al teléfono 347 23 11 Ext.140 en Bogotá, D.C. o escribir a suma.cultural@konradlorenz.edu.co

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El Grupo de Lectura Laberintos del Instituto de Humanidades, quiere invitar a toda la comunidad universitaria a participar de los encuentros semanales alrededor de los libros. Sus integrantes creen que no obstante la búsqueda social de rentabilidad y utilidad, la literatura amplía horizontes y nos permite construirnos en tanto humanos. Para obtener más información pueden contactar a: Lotus Salcedo: lotus-om@hotmail.com Juan Diego Hernández Chávez: jd_1491@hotmail.com María E. Segura Z.: mariae.seguraz@konradlorenz.edu.co

“Las palabras son todo lo que tenemos” Becket El Instituto de Humanidades inaugura el TALLER VIRTUAL DE ESCRITURA CREATIVA. Mayor información: Daniel Bonilla: escritura.creativa@konradlorenz.edu.co Suma Cultural es una publicación dedicada a la difusión y al debate de las nuevas significaciones culturales que intervienen en la configuración del mundo de hoy. La revista pretende ampliar horizontes de lectura de los diferentes campos del Arte y las Humanidades y ser un puente que aligere los tránsitos de ideas entre la escena universitaria y el campo público de la intervención cultural. Sus propósitos fundamentales son: acrecentar saberes, socializar experiencias e impulsar la creación literaria y periodística; pero sobre todo construir escenarios de contraste de las diferentes visiones de temas culturales prioritarios en la sociedad contemporánea para promover el debate y la reflexión crítica. Las opiniones expresadas en la revista son responsabilidad exclusiva de sus autores. Los artículos podrán ser reproducidos siempre y cuando se cite la fuente correspondiente.

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Editorial Miradas

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El Eje Ambiental: un lugar para los ciudadanos Jennifer Katischa Moreno Rojas Blinker Deivis Cortés Entre los lugares y nolugares. Caminando por el discurso Daniel Bonilla La puerta del infierno Diego Higuera

Anaquel

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El lugar de la transexualidad Hanz Quitián Delgado El lugar del indio inconveniente Silvia Juliana Rocha Dallos

Releer Lugares Imaginados

Revista SUMA CULTURAL • Julio / Diciembre de 2013 • Número 18 Instituto de Humanidades • Fundación Universitaria Konrad Lorenz Bogotá, D.C., Cra 9 Bis No.62-43 • Teléfono 347 23 11 Ext. 140 suma.cultural@konradlorenz.edu.co


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Fotodiario El lugar de la historia en la Bogotá de hoy Ronald Salazar Carreño

Letras Libres Amor Dadá Lotus Salcedo La nostalgia ficticia Juan Diego Hernández Chávez La peregrina Felipe Clavijo Ospina Esa pesadilla Daniela Guevara Lugares Yessenia Castañeda Rodríguez Personalidad Juan Pablo Marín Restrepo Sin lugar a dudas Diana Marcela Castro Farfán Una parte de mí Juan Pedro Pablo


En primer lugar acabemos con Sócrates, porque ya estoy harto de este invento de que no saber nada es un signo de sabiduría.

Nadie puede censurar o condenar a otro porque nadie conoce perfectamente al otro. Thomas Browne

Isaac Asimov

La guerra no es, pues, la madre de todas las cosas, como dijo el griego, pero sí podría decirse eso del conflicto.... Konrad Lorenz - 1966

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Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo. Federico García Lorca

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l acontecer mismo de la vida nos ha recordado en esta ocasión que hay fuerzas y acciones que logramos controlar con la pretensión de moldear o forjar el presente de nuestras vidas, de nuestro entorno e incluso de nuestras sociedades pero también, que hay otras que suelen escapar a esa influencia y son aquellas acciones a las cuales tal vez podamos señalar un punto de partida, pero que será difícil controlar su final o las consecuencias que de ellas se deriven. En esta oportunidad ha sucedido con la partida del Doctor Juan Alberto Aragón, a quien esta publicación debe su lugar en el mundo ya que no hubiera sido posible su existencia sin la intención firme y concreta de un hombre con un sueño en busca de realidad, el sueño que edición tras edición constituye un honor y una gran responsabilidad para todo el equipo de la Suma Cultural. Sin él y sin su espíritu humanista y firme creencia en la cultura como eje fundamental del desarrollo de las sociedades, seguramente estas páginas no se estarían escribiendo; por fortuna no es así y tal como él lo soñó nuestra revista, número tras número se convierte en el lugar de encuentro de las múltiples perspectivas y visiones de este agitado mundo. Realidad que en esta oportunidad les brinda a nuestros lectores una edición con textos que han logrado mostrar cómo la categoría del lugar tiene interpretaciones tan enriquecedoras y diversas como complejas, tanto así que en esta ocasión el ejercicio de selección fue aún más difícil que en ediciones anteriores pues con gratitud notamos el aumento de participaciones en la convocatoria semestral; el mismo sentimiento nos anima a reconocer la participación de quienes no incluimos esta vez y motivarlos para que nos sigan escribiendo, seguramente en las páginas de la próxima edición estarán sus nombres. En el Anaquel de este número nuestros lectores tendrán la posibilidad de visitar y resignificar dos mundos en apariencia diferentes, pero con una conexión central en torno al lugar del otro o de los otros; uno de ellos nos llevará por los mundos rurales de Perú y Colombia buscando a ese inconveniente indio que nos da lecciones de civilidad y convivencia; el otro pone en tensión la idea de lo novedoso en la comprensión actual de la transexualidad. Las Miradas plantearán otras interpretaciones: las físicas como el Eje Ambiental en la ciudad de Bogotá, las simbólicas o emocionales en la intención de descifrar dónde se ubica la puerta del infierno e incluso las literarias al caminar entre los lugares y no lugares. Las Letras Libres serán la conjunción de lo anterior, allí leeremos al amor en el dadaísmo, visitaremos lugares que no por imaginarios dejarán de afectar nuestra percepción del mundo material o incluso nuestros sueños en ocasiones tormentosos cual pesadillas. Allí habrá espacio también para preguntas contemporáneas respondidas en versos audaces que dan un gran cierre a la edición. Al final, solo nos resta invitarlos a disfrutar de un sueño hecho realidad.

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EL EJE AMBIENTAL: UN LUGAR PARA LOS CIUDADANOS | Jennifer Katischa Moreno Rojas |

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l eje central del Plan de Desarrollo “Formar Ciudad 1995-1998” establecido por Antanas Mockus en su primera administración, fue la generación de una cultura ciudadana a partir de procesos de renovación de ambientes tradicionales, que ayudarían a fortalecer en los ciudadanos apropiaciones conscientes de los espacios públicos. Fue así como se llegó a la formulación del Eje Ambiental; proyecto de intervención que abarcaba desde el Chorro de Padilla hasta la Carrera Décima, y para su desarrollo contó con la participación de los arquitectos Rogelio Salmona y Luis Kopec1 quienes incluyeron en sus diseños de la obra: la función peatonal de la Avenida Jiménez, la recuperación de la canalización del rio San Francisco y la creación de espacios verdes en los que se introdujo la palma de cera, uno de nuestros símbolos nacionales. Recuperar este sector significaba optimizar un espacio que desde épocas precolombinas se estableció como eje estructurante del territorio por la presencia del Rio San Francisco2, recurso hídrico que determinó límites y flujos de personas y mercancías y así posibilitar la consolidación de una red que interconectaba diferentes lugares de interés cultural, académico y administrativo3. Hoy, cuando han pasado más de 10 años desde su inauguración en 20014, nos es posible a partir de la observación directa, generar algunas consideraciones en torno a las dinámicas espaciales que se han generado en El Eje Ambiental como lugar para la experiencia geográfica de los bogotanos.

arbóreos, y otros construidos de fuerte carga simbólica, en pro de una valoración de nuestro patrimonio ambiental, cultural e histórico. No obstante, si bien se destaca el diseño de estructuras que encauzan el agua a modo de terrazas acomodándose a la pendiente del terreno y la construcción de un sendero en adoquín que por su orientación debió ser pensado para el uso de peatones y ciclistas, es evidente que existe aún una insuficiente gestión de estos espacios que se traduce en la elevada disposición de basuras en el agua y el suelo, además de la autoridad que ejercen los conductores de automóviles en los cruces donde si bien se admite el paso peatonal, no hay suficiente señalización. Todo lo anterior nos permite pensar que además de existir unos procesos de percepción del medio ambiente con los que el sujeto construye sus lugares, existe la formulación de normas como mecanismo para regular la actuación sobre los espacios públicos. Debemos admitir entonces que la disposición de este tipo de ambientes en la medida en que permite nuestra afirmación como ciudadanos, modela los usos de zonas verdes, sillas de madera o canecas de basura, pero es necesario establecer unas reglas básicas que -ya sean aprendidas por instrucción, observación o consecuencia5 - regulen las maneras de moverse en el eje ambiental y privilegien al ser humano sobre la maquina automotor.

Un recorrido por el Eje Ambiental

Representaciones del Eje Ambiental

Al caminar por el sendero peatonal del Eje Ambiental, desde la carrera 1 E con calle 20 hasta la Avenida Caracas con calle 13, se hace visible una serie de elementos que han configurado esta unidad espacial. Lo primero que debemos señalar es la existencia de unas condiciones orgánicas y funcionales del espacio que han sido contempladas en alguna medida por todas las obras de intervención que se han implementado en el área. Por ejemplo el reconocimiento del relieve que es de tipo montañoso y con notables pendientes, se expresa en la implementación de espejos de agua escalonados a manera de terrazas que se surten de las aguas provenientes del cerro de Monserrate y en cuanto a los sistemas de transporte y movilidad que se han dispuesto para la zona, se denota con las últimas adecuaciones una preocupación por regular la circulación de rutas de transporte y generar mayores flujos de ciclistas y peatones en el sector. En la planificación del eje ambiental se comprueba la necesidad de articular unos elementos naturales hídricos y

El lugar como representación parte de las experiencias, acciones y concepciones de cada uno de los individuos que aunque se encuentran en un mismo espacio físico, vinculan sus recuerdos e imaginarios propios. Expresado de esta manera un mismo lugar cuenta con más de una representación porque es vivido por más de un individuo. Si nos detenemos a pensar sobre las representaciones que existen en torno al Eje Ambiental podemos distinguir tantas como tipos de usuarios sea posible identificar a medida que lo andamos. Sin embargo es permitido establecer que existen unos elementos representativos que se presentan a manera de consenso entre ciertas colectividades. En un primer momento, entre carreras 1E y 7, podemos descubrir un tipo de actores vinculados a la vida académica, cultural y turística de La Candelaria para los cuales el eje ambiental representa un espacio de esparcimiento, reencuentro o desarrollo de labores intelectuales en el que se puede descansar,

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Para mayor información sobre el proyecto de planeación del eje se puede consultar http://www.fundacionrogeliosalmona.org/ RODRÍGUEZ GÓMEZ, Juan Camilo. (2003) El agua en la historia de Bogotá. Bogotá: Villegas Editores, 3 v. FRIEDMAN GUAYANA, Harold Adolfo. (1989 Rehabilitación Urbana de áreas deterioradas en los centros urbanos: Renovación Urbana en el barrio Las Aguas. Bogotá: Universidad de Los Andes – Facultad de Arquitectura. Publicación del 14 de agosto de 2012 consultada en eltiempo.com en la sección de sección Editorial. PARAMO, Pablo. (2007) El significado de los lugares públicos para la gente de Bogotá. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. 172 p.

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caminar y establecer conversaciones con otros en medio de elementos como el agua, el aire y la luz solar. A esta imagen del lugar se pueden asociar dinámicas del establecimiento cada vez más común de prestigiosos restaurantes, hoteles y bares en los predios aledaños, además de un alto flujo de automóviles particulares parqueados a los costados y estrategias de accesibilidad que generan segregación socioespacial6. Posteriormente registramos la presencia de un elevado número de comerciantes de productos como esmeraldas, revistas, antigüedades o alimentos que se estacionan sobre las aceras y aumentan a medida que nos acercamos a la Avenida Caracas. Para estos actores el eje representa ante todo su espacio de trabajo, en donde se posibilitan las transacciones económicas que generan el sustento diario. Se puede considerar que el uso funcional del lugar prima sobre consideraciones estéticas, por lo que la ubicación en el mismo se asocia a la posibilidad de lograr un mejor lugar para ofrecer los productos y no tiene nada que ver con una idea de crear un espacio embellecido. Instantes después al descender entre carreras 8 y 10, un grupo de actores sociales que podemos observar de manera más recurrente son los habitantes de la calle para quienes este sector del eje representa el lugar habitado que brinda la posibilidad de descansar sobre los restos de sillas que aun sobreviven o incluso de asearse a partir del uso de las aguas que viajan a través de los espejos. Al observar que algunos espacios abiertos y construidos del eje han sido grafiteados, nos cuestionamos sobre la existencia de

EL PROYECTO DE INTERVENCIÓN ABARCABA DESDE EL CHORRO DE PADILLA HASTA LA CARRERA DECIMA, Y PARA SU DESARROLLO SE CONTÓ CON LA PARTICIPACIÓN DE LOS ARQUITECTOS ROGELIO SALMONA Y LUIS KOPEC otro grupo de usuarios del lugar que quizás durante las horas de la noche encuentran en los equipamientos un espacio de expresión. Un ejercicio que podría resultar interesante quizás porque recogería una visión más holística del Eje Ambiental seria preguntarle a un usuario de Transmilenio que se desplaza de la estación Las Aguas hasta la estación Avenida Jiménez o viceversa sobre que significa el lugar que está viendo a través de la ventana. Finalmente al situarnos sobre el uso social7 del Eje Ambiental que se traduce en su carácter común, convenido a partir de unos acuerdos sobre lo que representa para los múltiples actores, podemos concluir que existe una idea muy generalizada del lugar como espacio de integración que sobrepasa la escala espacial de lo local y admite la existencia de unas necesidades y usos tangibles que pueden aparecer subsistir o perecer a lo largo del tiempo histórico.En este sentido el sector referido se configura como un laboratorio para la comprobación de permanencias, cambios y apariciones en estructuras espaciales. Evidente ejemplo de una estructura material y simbólica que se ha mantenido a lo largo del siglo XX y por más de seis décadas es el Café Pasaje, en tanto que los Ciclo-parqueaderos del IPES, ubicados en cercanías a la estación Las Aguas de Transmilenio son muestra de nuevos equipamientos.

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VILLANOVA, Roselyne (2001); “Novas Sociabilidades e Miscigenação Urbana: Segregação Social e Territorial-Portugal e França em confronto”, in Cidades, nº2(Junho), CET/ ISCTE, Lisboa. 7 PARAMO, Pablo. (2007) El significado de los lugares públicos para la gente de Bogotá. Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional. 172 p. 8 Ibíd. 9 Para mayor información sobre el proyecto de parqueaderos se puede consultar en http://www.ipes.gov.co/, la página oficial del IPES; Instituto para la Economía Social que se encuentra adscrito a la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico

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ólo un guiño. Un guiño basta para que me conecte con la mirada de otro y pueda ver a través de sus ojos. El ojo que guiño pasa a ver lo que la persona ve, mi ojo restante continúa revelando lo que está ante mí. Es como una pantalla dividida a lo Brian de Palma, sólo que mejor. Inicialmente usé la habilidad para contrastar recorridos visuales. Si la persona cuya mirada poseía trotaba alrededor de una cancha, por ejemplo, yo trotaba en dirección opuesta esperando ese momento de choque entre las dos miradas, esa conjunción visual que me permitía verlo a través de mi ojo y verme a mí mismo desde su mirada capturada. Por eso mis primeros experimentos fueron con caminantes y deportistas, personas habituadas al recorrido circular, constante, rutinario. Un oficinista que caminaba por la calle, posó su mirada en las carnes de una vendedora de jugos de la Carrera Séptima y la persistencia de su mirada casi lo obligó a detenerse. Al principio creí que había sido un evento fortuito, pero al presentarse otros casos similares me di cuenta que se trataba de un patrón: señoras cuya atención en algún descuento de calzado las obligaba a aminorar el paso, hombres concentrados en los movimientos de un balón, gente deteniéndose ante la sospecha de un billete en el suelo visto de reojo. Si bien sólo podía poseer y controlar la mirada de las personas, gracias a estos casos descubrí que era más que suficiente. La mirada intensa obliga al desplazamiento del ojo, el cual condiciona el movimiento de la cabeza, que a su vez arrastra consigo al cuello y de allí al cuerpo entero. Empecé entonces a experimentar por esta vía mirada y movimiento. ¿Y no oponían resistencia? Al principio sí, de ahí que el movimiento no fuera del todo fluido. Los caminantes que poseía se movían de manera caótica e histriónica, como contorsionistas y llamaban mucho la atención provocando varios percances. En otros casos, la resistencia del caminante era tan fuerte que me vencía y me obligaba a liberarlo, abandonando su mirada. Pero poco a poco fui adquiriendo destreza y capacidad de concentración, habilidad para fijar | 34 |

mejor y con mayor fuerza un objetivo visual. El quiebre se dio de manera literal, cuando la resistencia de un caminante, en contraste con la firmeza de mi agarre visual, desembocó en la ruptura de su cuello. En adelante, cuando el choque de fuerzas se acercaba a ese punto, el caminante vacilaba unos instantes, sopesando el riesgo para, rendirse y encaminarse hacia la dirección que la mirada le indicaba. Al principio de manera forzada y mecánica, luego, con el tiempo y la costumbre, era imposible distinguir un caminante normal de otro poseído por mí. ¿Qué me dice de los pensamientos y de lo que estos caminantes decían mientras usted los poseía? ¿Nunca pedían auxilio? No me está entendiendo. Yo no poseía la conciencia de la gente (lo que descarta que pudiera percibir sus pensamientos), sólo su mirada y la mirada tiende a ser bastante silenciosa, como cuando se desconecta un cable RCA rojo, de manera que si decían algo no podía dar cuenta de ello. En algunos casos excepcionales sí había algo de audio, pero no se correspondía ni de lejos con la imagen, eran más bien paisajes sonoros mínimos, similares a los que ofrecen las conchas de caracol o los ambientes submarinos. Al principio me molestaba la discrepancia entre esa imagen ajena y mi audio in situ, pero luego empecé a explorarlo conscientemente para realizar composiciones audiovisuales en tiempo real. Me desplazaba a lugares ruidosos (obras de construcción, carreteras, pistas de aterrizaje) y hacía que mi caminante de turno tomara vías que ofrecieran imágenes apacibles y tranquilas, para trabajar los contrastes de manera explícita y literal. Me di cuenta entonces (a pesar de lo inocente de esta primera aproximación) que lo que me interesaba era ese tipo de experiencias visuales inéditas y el hecho de ser capaz de controlar el movimiento de otros abría un inmenso campo de posibilidades. ¿Cuáles? ¿Recorridos? No exactamente. Esa etapa estaba superada casi desde el momento en que arrancó. Creí que al controlar el movimiento podría dejar de depender de los deportistas y demás caminantes que hacían recorridos rutinarios y cíclicos, pero pronto me di cuenta de que cualquier recorrido humano tiende al patrón, incluso siendo controlado por mí. No sé si se trata de la estructura propia de la ciudad o del acto mismo de recorrer, pero había una tendencia incesante hacia el loop y el retorno que pronto me aburrió. Las posibilidades inéditas de las que hablo vinieron desde vías menos obvias (sin ofender) y comenzaron con pequeñeces. Fijar la mirada en una persona durante horas, por ejemplo. Actividades en principio contemplativas que se elevaron a un estadio superior. Recordé todas aquellas experiencias visuales sobre las que siempre había sentido curiosidad, pero de las cuales me había privado por temor a dañar mis ojos. Visualizar eclipses enteros, mirar directamente al sol durante horas, mirar bajo el agua. Experimenté con diferentes tonalidades de azul y verde Suma Cultural


según el cuerpo acuático en el que sumergía los ojos de mi caminante, pero hubo uno tan seductor que me hizo olvidar por completo del tiempo, hasta que la vista empezó a nublarse lentamente, disolviéndose en una gran explosión lechosa. Supe entonces que el caminante se había ahogado, abriendo así otra puerta de exploración: la muerte como experiencia visual. Choques en automóvil, electrocuciones, impactos de bala, incineramientos, saltos desde rascacielos. ¿De cuántas muertes estamos hablando? No podría decirlo con precisión. Sacrificaba de cinco a ocho caminantes por cada forma de muerte, intentando diferentes variaciones hasta agotar la experiencia visual entera. La prensa de entonces barajó varias hipótesis para explicar el fenómeno: histeria colectiva, sectas fundamentalistas, nuevas formas de protesta de la izquierda. Y hubieran seguido especulando de no haberme detenido. Sí, recuerdo eso. Las muertes pararon tan súbitamente como empezaron. Se habló incluso de una epidemia y varios científicos se disputaron el mérito tanto de haberla descubierto como de lograr su erradicación. ¿Por qué decidió parar? Por accidente. Un caminante que había poseído le guiñó el ojo a una mujer durante el recorrido y, en consecuencia, mi mirada lo liberó y se apoderó de la visión de ella. En su momento ni siquiera me di cuenta de lo ocurrido. Desde mi perspectiva fue como un cambio de canal, un salto abrupto de imagen. Un segundo estaba viendo el recorrido en subjetiva de este hombre, incluida la mujer, y al instante siguiente el contraplano de esa misma situación vista desde la perspectiva de ella (incluyendo el desespero del hombre que gesticulaba sin cesar presa de su desconcierto, intuyo). Supe entonces, desde esa óptica tan limitada, cómo reaccionaba un caminante una vez liberado, pero lo que acababa de ocurrir era demasiado importante como para entretenerme en bagatelas: ¡Podía viajar de mirada en mirada a través de los cuerpos! El mismo guiño que lo empezó todo, causó la revolución más importante. Aproveché entonces esta habilidad para hacer estudios de objetos. Utilizaba elementos rodeados de personas de varias estaturas, ubicados a diferentes distancias para triangular miradas y hacer comparaciones de registro según las distintas posiciones. Nunca el concepto de punto de vista fue explorado tan rigurosamente como en estos experimentos. Luego retomé el interés olvidado por el recorrido para poner a prueba mi nueva habilidad. Ya ni siquiera era necesario obligar a los caminantes a mover todo el cuerpo, bastaba un ligero giro de cabeza, lo suficiente para hacer contacto visual con otra persona y así producir el traspaso de mirada. Recorrí grandes distancias en pocos minutos y pronto, sin salir de mi habitación, había elaborado una completísima cartografía mental de la ciudad a partir de estos recorridos alternados. Sin embargo, me di cuenta que la habilidad tenía una restricción: estaba condicionada a las limitaciones visuales de quienes Suma Cultural

poseía. Así como había ojos en extremo saludables que me permitían viajar hasta 30 km en tan sólo un guiño, otra gente no podía ver a más de un palmo de distancia, lo cual entorpecía notablemente mis recorridos. Una vez, de salto en salto, fui a parar a una persona con cataratas y después de contemplar el mundo desde sus ojos, empecé a comprender que estas formas alternativas de visión no eran precisamente limitantes. Ofrecían otro tipo de experiencias que superaban todo lo visto hasta entonces: la no figuración y por esa misma vía la abstracción. Todas las imágenes que había acumulado, por impactantes que fueran, estaban manchadas de realismo y por ende las sentía limitadas; pero en mi fuero interno albergaba el deseo de ir más allá, de encontrar un estado de contemplación verdaderamente original. Quería pasar de lo meramente inédito a lo auténticamente insólito. Entonces, empecé a usar el guiño en los dos ojos, simultáneamente. Aunque había descubierto la abstracción visual, sólo podía disfrutarla de manera parcial, ya que el ojo que no guiñaba continuaba anclándome al escenario que ofrecía mi posición física, limitando la experiencia e impidiendo una inmersión total. Trabajando con dos variables visuales, en cambio, prácticamente no había limitantes de composición. Reciclé algunas experiencias previamente descartadas por su desgaste que, sin embargo, adquirían nuevas connotaciones gracias a la combinación: acromatopsia con recorridos a alta velocidad, caídas libres con desenfoques propios del astigmatismo, paisajes acuáticos con eclipses. Pero la experiencia volvió a agotarse. Entre más combinaciones hacía más sentía que quedaban menos por explorar y esa angustia creciente llegó a apagar la euforia que solía poseerme tras cada descubrimiento. Sucedió entonces que mi decepción frente a los limitados visuales coincidió con el hecho de yo mismo convertirme en un discapacitado, aunque en otra liga. Al parecer, pasar tanto tiempo enfrascado en el universo visual, causó que se atrofiaran los músculos de mis piernas. Los médicos decretaron “atrofia muscular severa” e imposibilidad permanente para caminar y | 35 |


mientras el doctor Serrano me bombardeaba con tecnicismos clínicos y con voz condescendiente me recomendaba psiquiatras para tratar los posibles traumas que esto podría acarrear, yo no lo escuchaba del todo porque la euforia empezaba a regresar, esta vez en forma de placa oscura de acetato, en esa impresión visual de mis piernas defectuosas capturadas por una máquina. Yo podía mirar a través de los ojos de cualquiera, incluso de aquellos diagnosticados como ciegos (efectivamente descubrí que la ceguera no es ausencia de visión sino carencia de figuración), pero jamás había imaginado que existiera una mirada tan poderosa, capaz de atravesar la carne y ofrecer imágenes frescas de algo tan vulgar como unas extremidades inservibles. Así empezó mi obsesión por la mirada de las máquinas. Traté de seguir el método que empleaba con las personas, pero los guiños no funcionaron porque las máquinas no tienen mirada, solo visión. ¿Cuál es la diferencia? No sé. Hasta entonces yo también pensaba que eran más o menos lo mismo y fue justamente esa discrepancia lo que motivó mi investigación posterior. Podría decirse que yo mismo era la medida que diferenciaba lo uno de lo otro. Si podía poseerlo, entonces era mirada, de lo contrario era mera visión. Tan simple y poco satisfactorio como eso. Para salir de dudas empecé a estudiar y a coleccionar todo tipo de máquinas que implicaran lo visual: escáneres, microscopios, radares. Analizaba cuidadosamente sus propiedades resignándome a envidiarlas. Descubrí que nada de lo que había hecho se acercaba remotamente a lo que estas prótesis eran capaces. Y hubo un aparato en particular que me obnubiló: la cámara de video. Congelar el tiempo, devolverlo, ralentizarlo, acelerarlo, eran cosas que yo no podía hacer ya que trabajaba en tiempo real, sin capacidad de registro. A pesar de que había elaborado composiciones inimaginables por cualquier otro tipo de artista, pertenecían sólo al instante, a ese presente eterno en el que eran concebidas, pero no perduraban más allá de mi memoria. La obsesión por la visión privilegiada de estos aparatos mezclada con la frustración de no poder alcanzar una mirada con esas cualidades, me sumió en una profunda depresión que me mantuvo inactivo durante varios meses. Hasta que descubrí la televisión, ese contenedor visual capaz de almacenar y emitir varios tipos de imágenes en simultánea, de alternarlas mediante canales, de modificar sus propiedades (brillo, saturación, tinte), de ofrecer barras de color puras y belleza abstracta inusitada donde otros sólo ven “interferencia” y “lluvia”. Me volví un consumidor voraz y compulsivo de imágenes catódicas. Un día, mirando un programa en vivo, el presentador estaba hablando directamente a la pantalla, un zancudo se posó en mi ojo y como tenía las manos ocupadas lo único que atiné a hacer para quitarme al bicho de encima fue hacer un guiño. Estaba mirando al presentador y cuando volví a parpadear estaba en | 36 |

un estudio de grabación, había una cámara frente a mí con un telepronter indicando lo que tenía que decir, y un montón de equipo técnico expectante haciéndome señas para que hablara. Con mi ojo derecho aún seguía en la sala de mi casa mirando el programa. Sin entender del todo lo que había sucedido, con el ojo izquierdo obligué al presentador a salir del estudio de grabación y del edificio del canal (me costó un poco, estaba perdiendo la práctica por andar jugando con máquinas). Casi por instinto, desde casa, activé el cronómetro de mi reloj de pulsera, mientras usaba la mirada del presentador para viajar hacia mi posición física. Salté de caminante en caminante lo más rápido que pude hasta que llegué a la fachada de mi casa, a la ventana exterior desde donde se podía ver la sala. Allí estaba yo, sentado frente al televisor y allí estaba yo viéndome a mí mismo desde afuera a través de la ventana. Parpadeé dos veces para liberar al caminante y detuve el cronómetro. Cuarenta y siete minutos. A pesar de haber utilizado caminantes veloces, sanos de vista y ocupantes de vehículos efectivos, no pude hacer el recorrido físico en menos de cuarenta y siete minutos, recorrido que realicé, mediante el guiño inicial, de manera instantánea. Tras años de experimentar con máquinas, había descubierto finalmente la manera de interactuar con éstas. No podía poseer sus miradas, pero podía servirme de su visión hiperbólica para amplificar mis experimentos con la mirada humana. Así que me dediqué a cazar ese tipo de programas de televisión, aquellos en los que la gente miraba a la cámara y en los que tuviera la certeza de emisión en tiempo real, generalmente marcados con las palabras “LIVE”, “DIRECTO” o “EN VIVO”. Compré todas las teleguías existentes y diseñé un riguroso manual que me permitía sistematizar con precisión las emisiones en directo de noticieros, en especial los de otras ciudades y países. ¿Para qué? ¿Para viajar? Sí y no. Antes de descubrir este sistema ya había viajado bastante. Poseía a caminantes en aeropuertos y terminales terrestres, pero abandoné la práctica pronto porque me agotaron los tiempos muertos de este tipo de recorridos. Permanecer horas encerrado en un avión o en un bus, sin mayores posibilidades más allá del intercambio de miradas entre los

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pasajeros, se me antojaba tan claustrofóbico e inútil como quedarme en mi habitación sin poseer a nadie. Con este nuevo mecanismo, en cambio, podía acumular experiencias visuales de varios lugares diferentes en una sola jornada y ahorrándome por completo el tedio del tránsito. Prendía el televisor a las seis, sintonizaba un canal japonés, trasmitían el informativo de turno, guiñaba el ojo al presentador y ya me encontraba en Tokio. Saltaba de mirada en mirada para recorrer la ciudad en la mañana y al mediodía sintonizaba otro informativo de otro país (europeo, digamos) para viajar de nuevo. Para las seis de la tarde había recorrido 54 ciudades y tenía toda esa experiencia visual acumulada en mí, sin haberme movido de la casa. Sin embargo eso también me terminó aburriendo. Recorrí el mundo entero en 38 días y me di cuenta de que después de atravesar cierto umbral de novedad y asombro, las diferencias empiezan a escasear y los patrones son cada vez más evidentes y preocupantes. Las ciudades están construidas de acuerdo a las necesidades de las personas y la gente sigue siendo gente sin importar si es japonesa, irlandesa, española o uruguaya. La duración cada vez menor de la euforia propia de cada nuevo descubrimiento y la acumulación sucesiva de decepciones y desencantos eran alarmas evidentes de lo que se acercaba: el cenit de la experiencia seguido de la total y definitiva extinción de la misma. Lo que nunca sospeché fue que el suceso detonante ocurriera de manera tan insólita. Resultó que el caminante que ahogué en mis primeros experimentos, era jefe de programación de un canal de TV local. Su hijo, un simple carga cables, fue promovido para reemplazarlo y aunque tardó en aprender el oficio, pronto se convirtió en un jefe de

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programación tan efectivo como su padre. El 13 de enero de 1994, quinto aniversario de la muerte del caminante, decidió por primera vez no supervisar él mismo la programación del canal para rendir un homenaje fúnebre organizado con familiares que venían del exterior y llegarían a la madrugada, como consecuencia del cambio de horario. Seleccionó al azar material de archivo y lo hizo pasar por una emisión en directo rotulándole el clásico intertítulo “En vivo”. Pensó que nadie lo notaria. ¿Quién prendería un televisor a las tres de la mañana? Esa noche me encontraba insomne. Sintonicé un canal local y noté que emitían un programa en vivo. Pensé que una vuelta por la ciudad podría reconfortarme, pero había algo extraño en el programa, se me antojaba familiar. El presentador empezó a hablar y sus diálogos me sonaban conocidos, algo hacía eco en mi mente y entonces lo recordé. Era el mismo programa que había visto dos meses atrás cuando descubrí que podía viajar a través de la televisión. Lo recordé todo con exactitud. El zancudo, mis manos ocupadas, la comezón en el ojo y hasta el guiño, y lo recordé de una forma tan nítida que lo volví a hacer. Tras el guiño, al abrir el ojo izquierdo, estaba en la mirada del presentador. Todo era igual: mismas cámaras, mismo telepronter, mismo equipo técnico. Salí del estudio y viajé de mirada en mirada hasta llegar a la fachada de mi casa nuevamente y allí estaba yo frente a la ventana desde afuera, allí estaba yo sentado frente al televisor mirando un programa en vivo y allí estaba yo en idéntica posición y actitud dos meses después a las cinco y veinticinco. La santísima trinidad de la mirada. Me hubiera gustado saborear el momento, dilatarlo hasta donde fuera posible, pero mi yo del pasado giró para mirar a la ventana y desde la mirada del caminante que lo contemplaba por la ventana, respondí al guiño casi por instinto. No sé cuánto tiempo permanecí inconsciente porque tardé mucho en convencerme de que estaba despierto. La ausencia total de imagen era algo que no había concebido ni siquiera en pesadillas y vivirlo de golpe, justo después de haber estado tan cerca del último escalafón, llegó casi a noquearme. Recuerdo los intensos parpadeos y los guiños frenéticos que siguieron a la nada visual, el dolor intenso en los ojos y finalmente el cansancio, la derrota y la resignación. No sé si los dos guiños en simultánea provocaron la anulación de miradas o si se produjo una sobrecarga de imágenes que devino en el apagón total. No sé. Nadie me dio un manual de instrucciones. Todo lo que sé sobre el guiño y las miradas lo descubrí sobre la marcha. Por eso accedí a conceder esta entrevista. Si existe otro blinker, mejor que se ahorre el trabajo pesado y empiece donde me quedé. | 37 |


Entre los lugares y no-lugares: caminando por el discurso

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“Puede que existan en otro lugar todos mis propios momentos pasados, En la ilusión del espacio y del tiempo, En la falsedad del transcurrir” Pessoa. | Daniel Bonilla |

l siguiente intento (espero no fallido) es reconciliar una postura frente a los lugares, desentrañando o por lo menos enunciando las características que a mi modo de ver son fundamentales para la comprensión de estas coordenadas especiales dentro de la vida y el quehacer cotidiano del ser humano. Así buscaremos (de la mano de la lectora o del lector) nutrir la concepción que se tiene de estos. Para esto, es imprescindible A) que la escritura sea adecuada para seguirla y B) que el lector no se aburra llegando al final y cambie de texto o cierre esta revista. Inicio con una historia de un micro-mundo en cambio constante, una ciudad monstruosa que se desfigura, y que atrapa a sus habitantes en una especie de laberinto en donde por razones aparentemente sospechosas los ciudadanos no pueden salir de ella. Quizás la lectora o el lector pueda percibir un guiño frente al fragmento ínfimo de historia anteriormente retratado y si... debo confesarle que no se trata de una historia inspirada en mis profundidades ni es de mi autoría, la verdad quizás a modo de confesionario, es que corresponde a un autor hispano-argentino con unas facultades indiscutibles para las letras1. En esta novela Hans es un personaje (principal) que logra penetrar las murallas de una ciudad para él desconocida y su arquitectura, su entorno y su contexto muta continuamente al punto de absorberlo y convertirlo en uno más de la gran ciudad. Pero bueno detengámonos acá un poco, analicemos las posibilidades que nos dan los lugares, o mejor no2. Volvamos a lo nuestro... déjeme contarle otra historia, quizás un poco más lejana para nuestra lectora o nuestro lector3 esta historia podría resumirse como un gran rompecabezas, que se va construyendo con múltiples personajes que fueron (no) habitando en una casa grande, mejor en una casona parisina y en donde se encuentra, el lugar más intimo de la novela, se va modificando ligeramente a través de cada una de las lecturas4. Lo que quiero resaltar de este texto es el escenario, el espacio que se va reconstruyendo a partir de cada uno de los capítulos, de cada una de las lecturas al punto de convertirse en un espacio móvil. Entonces... ¿Qué se necesita para comprender los lugares? No voy a decir que he investigado a profundidad sobre el tema y tal vez lo que usted lea no corresponda a ninguna certeza pero buscaré el abrigo de una carta escrita 1 2 3 4

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Andrés Neuman escritor. Autor de la novela El Viajero del Siglo en Anagrama. Debo confesar que me gustó ese libro y fue el segundo en reforzarme la idea para este texto-ficción. Dejémoslo para más tarde, como quien quiere desarrollar paciencia en el lector. No lo digo por menospreciar a la lectora o lector. Lo hago para desarrollar trama dentro del texto. Esta obra monumental (no sólo por lo criptica) corresponde a Georges Perec escritor francés. Muy bueno por cierto y fue el primer texto en darme la idea para este texto-ficción.

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hace tiempo por las manos de una mujer en donde (sin respetar hilos semánticos) se plasma un antecedente para la compresión de los lugares: “No hay duda de que para inteligencia de muchos lugares es menester mucha historia, costumbres, ceremonias, proverbios y aun maneras de hablar de aquellos tiempos en que se escribieron, para saber sobre qué caen y a qué aluden algunas locuciones de las divinas letras5” ¿Lo lee? El sentido complejo o la necesidad indiscutible de una reflexión sobre el término de lugar, porque una cosa es el lugar espacial, otra el inmaterial, otra el espectral, otra el metafísico, tenemos un montón de lugares (y nolugares6) y no sabríamos cómo categorizarlos todos, pues siempre tendemos a categorizarlo todo. Acá me propongo realizar una pregunta de carácter ontológico ¿Cuál es el lugar de la mente? Esta es una pregunta sospechosa, y a mi modo de ver de una respuesta igualmente sospechosa. Pues cómo podríamos reconocer los lugares, la definición cuenta con errores categoriales porque de manera inmediata cuando comentamos sobre los lugares nos dirigimos directamente a convenciones, a fronteras más bien ficticias impuestas por un discurso dominante que transgrede la comprensión y el ejercicio (espero crítico) de la vida humana. Entonces, amable lector(a) tenemos un concepto estático, imantado sobre los lugares, un espacio determinado que se puede designar con coordenadas especificas o con categorías determinadas, esto sería el concepto del lugar y con esta definición se ha podido dar pie para que otros conceptos desde autores de diferentes campos del conocimiento se divida el lugar y se configure el término de los no-lugares. En este sentido, me gustaría, y si usted me lo permite lector(a), en desarrollar una especie de quimera frente a la definición de lugar. Porque en el texto se sostiene que las características de los lugares son diferenciales. Hasta acá, el lector podrá dilucidar lo forzado y mañoso que ha sido el escritor de este texto y este le advierte que por maneras de entendimiento pero no quiero quedarme con la versión dicotómica de los lugares y los no lugares pues ambas son mediadas por la experiencia que acompaña cada acto del ser humano y que le permite un punto de fuga y de confrontación frente a la realidad que lo circunda. Tenemos a mi parecer algunas opciones A) lector(a) deja de leer el texto B) Lector(a) difiere del escritor, y a sabiendas de su educación termina el texto C) Lector(a) le sigue la corriente al escritor y deja que siga exponiendo su punto de vista y D) el escritor deja de escribir y cede el puesto para que lector(a) desarrolle su propio punto de vista . Espero que sea la opción B o C entonces como escritor voy a colocar de inmediato mi punto de vista sobre los lugares. Y le colocaré un adjetivo. Entonces lo dejaremos así : la relación dentro de este texto entre los lugares y no lugares son los lugares comunes porque estos últimos recogen las propiedades de ambas partes, por que como se intentó sugerir con las dos historias del principio los lugares comunes son transitorios y se van construyendo a medida en que el sujeto interactúa con el entorno y le da significado, que sus propiedades sean subjetivas y colectivas o los sujetos no se den cuenta que el ritmo actual de vida no nos permite identificar los espacios de inclusión y participación como lugares comunes, es otra cosa, pero como en las dos historias, el tránsito de la cotidianidad, las acciones de los personajes, los tiempos (en el caso de los textos verbales ¿o reales?) Los lugares mutando constantemente de acuerdo a la intimidad de los personajes, a la deformación de su realidad nos hace pensar en la posibilidad de que el lugar, no es estático es más bien un discurso en movimiento continuo. Así desde el desarrollo de la experiencia, nos vamos acercando a los lugares, esos lugares que se van construyendo desde la experiencia del humano. Entonces, ¿Qué nos queda por retratar? que ambas categorías podrían reconfigurar su brecha, pues en este momento me atrevo a decirle a usted que para el texto, y (a veces) para el autor: los lugares y los no lugares poseen la misma categoría, son lugares comunes, lugares que transitan, que atraviesan las esferas del hombre, se construyen a través y desde el lenguaje y están sujetas a ser trasgredidas por la comprensión, por el análisis y no solamente por la ubicación de tiempo y espacio que tradicionalmente se les ha atribuido. 5 6

Sor Juana Inés de la Cruz, Obra Selecta, Editorial Planeta. Por cierto, lo de divinas hace referencia en este texto a la literatura Marc Augé, en los no lugares espacios de anonimato si se quiere profundizar en el concepto de no lugar “tienen de particular que se definen también por las palabras o los textos que nos proponen: su modo de empleo, en suma, que se expresa según los casos de modo prescriptivo (“tomar el carril de la derecha”), prohibitivo (“prohibido fumar”) o informativo (“usted entra en el Beaujolais”) y que recurre tanto a ideogramas más o menos explícitos y codificados (los del código vial o los de las guías turísticas) como a la lengua natural”

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“Es por mí que se va a la ciudad del llanto, es por mí que se va al dolor eterno y al lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí” (Dante Alighieri. La Divina Comedia, Canto III)

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| Diego Higuera |

ios también se sintió tentado por conocer el infierno. Así lo afirma la palabra sagrada de los cristianos: la Biblia. Si hemos de creer en este testimonio, todo parece indicar que el Cristo descendió a los infiernos. Luego de ser ultrajado hasta la muerte, Dios, o el Hijo de Dios, no importa, que no se trata de precisar elucubraciones teológicas, bajó a los infiernos. Poco o nada se sabe acerca de este misterioso viaje, si no son meras especulaciones de los jerarcas de la iglesia. Lo importante es señalar la entrada de Jesús a los aposentos del Demonio. Tampoco sabemos si como Orfeo, Odiseo y Dante más tarde, Cristo atravesó una puerta. Pero que entró de algún modo, parece seguro. Dante nos señaló una tenebrosa gruta como principio de su descensus ad inferos. Su creencia era la misma de los antiguos, a saber: en algún lugar del planeta, hay una puerta que nos comunica con el otro mundo. Con Dante, nuestra creencia del infierno asume perfiles bien definidos. Su visión poética recrea un lugar espantoso, donde pululan criaturas horripilantes, y donde los condenados a penas eternas sufren indecibles castigos. El poeta florentino cruzó la puerta, esa cuya inscripción amonestadora amedrentaba a los curiosos con su: “Lasciate ogne speranza, voi ch’intrate”, como Cristo, el florentino traspasó la entrada de un lugar sórdido y colmado por el dolor humano. Pero, ¿por qué cruzar semejante umbral? A pesar de su aterradora advertencia, muchos han buscado la puerta al infierno. ¿Cuál puede ser la razón? A buen seguro, muchas. Si hay quienes se sienten atraídos por la puerta del infierno, lo hacen impulsados por razones íntimas, apenas confesadas a sí mismos por pudor, miedo o cualquier otra razón inocua. Los hay interesados en confirmar la justicia divina, o sea, la retaliación del más allá tras una vida disoluta; también los hay preocupados por la ira de Dios, los timoratos que refrenan sus instintos servilmente; y los hay sesudos, hombres curiosos por saberlo todo, incluso si hay o no un infierno, con el único fin de desmitificar una tradición y reírse en la cara de los crédulos, que esto genera harto placer en cientificistas consumados y molestos. En fin, razones hay, pero no importan, al menos no ahora, pues lo destacable es saber si hay o no una puerta infernal. Y es que muchos la han buscado vanamente, desde los antiguos, hasta los modernos. ¿Resultados? Ya veremos. Para los judíos, la entrada al infierno estaba al sur de Jerusalén. Griegos y romanos, por su parte, creyeron que la puerta del Hades era un cráter al sur de Italia. Siglos más tarde, se creyó que la temida puerta se hallaba en España, en el Monasterio del Escorial. Pero esta fiebre por el más allá no sólo ocupó las enfebrecidas mentes de los europeos, al otro lado del Atlántico, las culturas mesoamericanas también tuvieron su puerta al inframundo. En Nicaragua, por ejemplo, los nativos identificaron esta puerta con el volcán de Masaya. Mientras que, para los antiguos mayas, la entrada a Xibalbá, o sea, su inframundo, era una gruta ubicada en Belice. En suma, todas las grandes culturas han vislumbrado los umbrales del Tártaro. Todos la han buscado infatigablemente; algunos se ufanaron de haberla encontrado; otros,

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aún siguieron buscándola. En la actualidad, la puerta del infierno sigue siendo de interés general; para unos, se trata de un mero pasatiempo; para otros, la prueba definitiva de la existencia de Dios. ¿Cómo?, si mal no recuerdo, la teodicea de Ireneo de Lyon nos dice que la confirmación del Mal implica necesariamente la existencia del Bien, o algo parecido. ¿Quién sabe? ¿Lógica mal fundada? Tampoco importa. Lo que nos interesa es saber acerca de la puerta del infierno... ¿Existe? Poco antes, se mencionó que tanto griegos como romanos creían que la puerta infernal estaba al sur de Italia. Recapitulemos. En efecto, griegos y romanos la ubicaban en Campania, más exactamente, en los Campos Flégreos. Pero no era su única puerta infernal. Si bien la mayoría creía eso, hubo quienes pensaron que la siniestra entrada estaba emplazada en otra parte: Turquía. Conocida por los antiguos como La puerta de Plutón, ésta, según cuenta el griego Estrabon, era un lugar de muerte, circundado por gases ponzoñosos. El mundo antiguo sabía de este lugar y le rindió culto. Se trató de un espacio terrible y a la vez sagrado para ellos, y fue este culto por la muerte lo que motivó a los arqueólogos que vinieron mucho más tarde tras sus huellas. Durante mucho tiempo, la búsqueda de esta puerta fue la principal preocupación de los estudiosos; pesquisas en distintos lugares, análisis de pruebas y constantes rodeos, muchas veces infructuosos, tras la mítica entrada del infierno marcaron los afanes del hombre moderno. Y sólo ahora, hace unos cuantos meses apenas, dichos afanes arrojaron resultados reveladores. Francesco D’Andria, arqueólogo italiano, concluyó la misteriosa búsqueda. Su testimonio del descubrimiento es un tanto curioso; nos dice que, mientras excavaban, fueron testigos mudos de la muerte por asfixia de varios pájaros. D’Andria pensó entonces en Estrabon. Sus palabras parecían ser ciertas: todo animal, o criatura viviente que osara acercarse al lugar, moría irremediablemente. La muerte de las aves confirmaba sus sospechas. D’Andria había dado de narices con la puerta al inframundo. Desafortunadamente para él, su descubrimiento causó poco impacto, y es que la temida puerta resultó menos traumática de lo que se podría haber pensado. Ni fuego eterno, ni rechinar de dientes. Gases venenosos, sí, incluso muertos de por medio, pero esto no era lo suficientemente teatral para la abotargada conciencia moderna. Era menester algo más. Y, por supuesto, siempre hay algo más. Parece curioso que aún hoy haya quienes se pregunten por la entrada al averno, máxime cuando ésta fue descubierta hace más de treinta años. Así es, amable lector, la puerta del infierno, quizá la única y más auténtica puerta maldita, existe realmente. Ubicada en Uzbekistán, se la conoce como El Pozo de Darvaza. A primera vista, resulta asaz impactante; cumple con todos los requisitos para ser considerada la verdadera entrada a la casa de Satanás. Un cráter enorme, cuyas entrañas arden continuamente, a la par que cruje la tierra en derredor, casi como si de su fondo, muy en el fondo, el lamento de los condenados desgarrara la lóbrega calma del desierto de Karakum. Su visión es un espectáculo sobrecogedor. Pero su historia dista mucho de serlo. Hace 35 años, un grupo de geólogos, movidos por su afán de encontrarse con reservas de gas, dio con la enorme caverna. 60 metros de diámetro aproximadamente y 20 de profundidad sorprendieron a los geólogos, quienes, en un acto de precaución (temían la emisión de un gas mortífero), encendieron la gruta. Desde entonces, la boca del infierno arde sin tregua, iluminando las noches cerradas de una tierra silenciosa y desierta. Más allá de cualquier hallazgo, creíble o no, cabe destacar la fascinación que esta puerta ha ejercido sobre la imaginación humana. Sea por las razones que sean, por motivos religiosos o científicos, por mera satisfacción del morbo, o por una explicación razonable del dolor y el sufrimiento en la tierra, por lo que sea, la puerta del infierno señala un deseo soterrado del espíritu humano, a saber: su atracción por el Abismo. Ese deseo irrefrenable por el Mal, no necesariamente para ejercerlo y convertirse en esclavo de otra fe, sino por el simple deseo de contemplar, y hasta de sondear, el corazón del hombre, contradictorio, torpe, limitado, pero henchido de fe y de ilusiones por trascender más allá de la vida…de contemplarla, así sea nada más por un efímero instante, con los ojos de un dios amoral, cuyo deleite más elevado no sea otro que ver la vida al desnudo: bella y grotesca a su vez.

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El lugar de la transexualidad | Hanz Quitiรกn Delgado |

Deseo agradecer a mis estudiantes del curso Sexualidades Controladas: Historia de la Sexualidad en Occidente por sus importantes aportes en las discusiones que se llevaron a cabo en clase, sin ellas, este escrito no hubiera sido posible.

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on este escrito se pretende ver el fenómeno de las sexualidades, particularmente el de las personas transexuales, alejándose de las construcciones colectivas de lo normal y lo anormal, entendiendo que el tiempo en el que vivimos está colmado de discursos que circulan en muchos espacios, que incitan al odio de la diferencia por considerarla un peligro.

Haciendo un recorrido por los indicios que irrumpen en el presente sobre la situación social de las comunidades transexuales, se evidencia en el campo simbólico lo siguiente: el popular director del aclamado filme “Matrix” uno de los hermanos Wachowski, Lana, antes llamado Larry, decidió transitar al género femenino haciéndolo público en el lanzamiento de su última película “Cloud Atlas” en 2012; el soldado estadounidense Bradley Manning, condenado a 35 años de cárcel por la filtración de información secreta a Wikileaks, ha anunciado que quiere ser una mujer y que se someterá a un tratamiento de hormonas para cambiar de sexo; en la popular serie de ánime Full Metal Alchemist un general retirado llamado Grumman decide comenzar a lucir como mujer; en Alemania ya reconocen la existencia de un tercer sexo, se admitirá que los bebés cuya genitalidad no esté definida no sean inscriptos bajo ningún género. Éste, un pequeño estado del arte sobre lo que ocurre actualmente con las personas “trans” y el lugar que se está conformando para cientos de miles que viven reducidos a espacios que la sociedad les otorga por medio de discursos sobre lo que se considera normal, transmitidos por medio del | 46 |

poder simbólico y sus instituciones: escuelas, medios de comunicación y religiones. Pese a ello, un alto porcentaje de la población transexual en el mundo occidental no tiene la suficiente movilidad para realizarse como individuos porque sus cuerpos y los espacios donde llevan a cabo sus prácticas sociales y su cotidianidad, resultan ser controlados y ubicados en dos territorios particulares: los lugares de prostitución y las peluquerías. Frente a esta realidad, la situación no es favorable para la visibilización y libre movilidad de la mayoría de las personas “trans” que en últimas, desayunan, comen, trabajan, pagan impuestos, en otras, ejercen su ciudadanía pero al mismo tiempo no acceden a los derechos de la misma. La sociedad moderna desde el siglo XVI construyó un dispositivo de la sexualidad en la que, por medio de redes donde circularon discursos, relaciones de poder, lugares de vigilancia y control, entre otros, se controlaba el cuerpo y sus prácticas, mostrando así que las personas estaban sometidas a un control del deseo y de las prácticas cotidianas con fines netamente productivos, en una sociedad que comenzaba a ingresar a la lógica de la economía de mercado (Foucault, 1977:93-161). Si antes era la iglesia, la que como institución del poder simbólico controlaba las prácticas sexuales por medio de la confesión y castigos ejemplarizantes como la Inquisición, después del siglo XVIII el derecho y la medicina llegaron a controlar la intimidad y la privacidad de los sujetos. La homosexualidad, la masturbación o la bestialidad fueron entonces consideradas como crímenes o prácticas que enferman el cuerpo. Los centros psiquiátricos y las cárceles rápidamente comenzaron a llenarse de personas que en sus prácticas se escapaban de las formas “sanas” –desde el orden del discurso médico– de comportamiento. El territorio latinoamericano no escapó de dichas formas de control, sobretodo porque la iglesia católica tenía la misión de “llevar el evangelio a todos los confines de la tierra” y particularmente a los lugares donde el Imperio Español había logrado llegar. Las culturas indígenas que allí se encontraban según las fuentes encontradas muestran sociedades en las que existían prácticas homosociales e incluso había lugares donde las personas transitaban de un género a otro sin ningún mecanismo de castigo (Mott, 1994:127). Son innumerables los relatos de los cronistas, viajeros y misioneros que describían la presencia de “indios” homosexuales y travestis entre las tribus y naciones de la actual América del norte, centro y sur. Según las Crónicas de Indias entre los nativos de Guaicurú pertenecientes a la gran nación Guaraní, residentes en las márgenes del río Suma Cultural


Paraguay, incluso a finales de siglo XVIII eran encontrados indios homosexuales que, además de trasvestirse, estaban totalmente identificados con el estilo de vida del sexo opuesto» (Mott, 1994:131). Los populares códices de la cultura Maya (Chilam Balam o Popol Vuh) mostraban la existencia de una diosa hermafrodita, protectora del amor y de la sexualidad no procreativa, Xochiquetzal, quien a su vez, en la actualidad es símbolo de algunos grupos travestis en México. Con lo anterior se puede establecer que el contacto con la cultura occidental europea permitió que muchas de las prácticas sociales que tenían los indígenas en todo el territorio “americano” fueran castigadas hasta el punto que, entre ellos, se acusaban cuando a los ojos del cura y de la iglesia habían pecado. Ya en el siglo XVIII con el periodo de la modernización de las políticas de la corona española, llamadas “Reformas Borbónicas”el tribunal eclesiástico pasa a un segundo plano para darle cabida a la Real Sala del Crimen, institución moderna que se encargaba en este momento de imponer una justicia basada en el derecho. Esto demuestra que se pasa de pecados ligados a la sexualidad, a crímenes que atentan contra el orden social. Así, continuarán dándose tanto las prácticas de dichas sexualidades periféricas, como la criminalización y la patologización de comportamientos que se escapen de lo “normal” como por ejemplo, cuando padres y médicos asignan desde su nacimiento a un hombre o una mujer el género estando atrapados en cuerpos que no le corresponden. Hasta la década de los sesenta los procedimientos psiquiátricos frente a las conductas “anormales” ligadas a la sexualidad eran demasiado ortodoxos, tanto que en algunos casos se utilizaron los choques eléctricos, ingestión de químicos e incluso en los casos más extremos, trasplantes de testículos de chimpancé (Mottz, 1994:140; Serrano:13). Esto mostraba que hasta un poco más de mitad de siglo XX las sexualidades periféricas1 (gays, lesbianas, transexuales) eran considerados enfermos mentales que debían ser tratados en instituciones psiquiátricas para curarlos. Con la revolución cultural de la década de los sesenta donde la categoría de “joven” comienza a acaparar la opinión pública, las sexualidades diversas emprenden su lucha por hacerse visibles y por convertirse en movimientos cívicos que lucharon por derechos fundamentales, tan fundamentales como el de la vida misma. Dicha revolución no solo invadió las calles con consignas pacifistas de libertades individuales y colectivas, sino que además en las ciencias sociales se dio un giro poderoso que 1

transformó la forma en que se veía la realidad por medio de teorías sociales. Intelectuales como Michel Foucault, Paul Veyne, Haiden White entre otros muchos comenzaron a preguntarse por lo simbólico, por el poder, por el lenguaje y trataron de entender la realidad desde otras entradas, particularmente desde los silenciados: las mujeres, gays, lesbianas, transexuales, los locos entre otros muchos más. En la actualidad con las Tecnologías de la Información y Comunicación “Tics” se han ampliado y facilitado las posibilidades de agrupación social que se escapan de la normatividad de la otrora modernidad que obligaba a los sujetos a unirse por “sexo”, por edad, por nivel educativo, entre otras. Desde hace cinco décadas otras identidades están emergiendo y están siendo defendidas en la esfera pública gracias a otras formas de interrelación que se dan, teniendo en cuenta gustos, discapacidades, enfermedades, prácticas sexuales, entre un sinfín de identidades más. Pese al aumento de estudios sobre sexualidad y la apertura de espacios para la diferencia sexual sobre todo para intelectuales, políticos, literatos, músicos y actores, la cultura heterosexual que todavía prima en las sociedades occidentales y particularmente –de forma compleja– latinoamericanas, se siguen reproduciendo estereotipos frente a las personas transexuales tanto que las muertes por odio no cesan y ni siquiera salen a la luz pública precisamente por lo que mencionaba al comienzo de esta reflexión y es el lugar (simbólico, económico y político) de la transexualidad.

Bibliografía: • •

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1977 Foucault, Michel. La historia de la sexualidad. Tomo I. México; Siglo XXI. 1994 Mott, Luiz. Etno-historia de la homosexualidad en América Latina. En: Seminario-taller de historia de las mentalidades y los imaginarios. Pontificia Universidad Javeriana. 2005. Latour, Bruno. Reensamblar lo social. Buenos Aires; Ed. Manantial. 2006. Serrano Amaya, José Fernando. Otros cuerpos, otras sexualidades. Bogotá; Instituto Pensar

Son aquellas que traspasan la frontera de la sexualidad aceptada socialmente: heterosexual, monógama, entre personas de la misma edad y clase, con prácticas sexuales suaves, que rechaza el sadomasoquismo, el intercambio de dinero y el cambio de sexo. En cambio, las sexualidades periféricas están basadas en la resistencia a los valores tradicionales, y al asumir la transgresión muchas veces el precio que se tiene que pagar es el rechazo social, la discriminación y el estigma. (Fonseca y Quintero. 2009:1)

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El lugar del indio inconveniente LA CUESTIÓN DE LA NACIÓN Y LA INCLUSIÓN DE LAS LITERATURAS HETEROGÉNEAS, GREGORIO CONDORI MAMANI Y MANUEL QUINTÍN LAME | Silvia Juliana Rocha Dallos |


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l presente trabajo se propone revisitar -desde la perspectiva de los estudios poscoloniales- la categoría de nación con el fin de examinar los procesos de inclusión de las narrativas étnicas, también denominadas por Antonio Cornejo-Polar “literaturas heterogéneas”. Así las cosas, esta reflexión crítica parte de la revisión a la categoría de nación desde los estudios subalternos y se dirige luego al examen transversal de aspectos como la definición de “heterogeneidad” cultural (literaria) de Cornejo Polar, el discurso colonialista en el testimonio indígena, y la cuestión del Otro en correspondencia con las narrativas étnicas testimoniales que durante el siglo XX pusieron en entredicho la dilucidación de la nación moderna andina. Ello para demostrar que el tratamiento crítico de las literaturas sujetas a un doble estatuto socio-cultural, -por ejemplo, las que surgen del indigenismo de las naciones andinas o de la implantación del sistema esclavista en Latinoamérica-, debe situarse en una zona de ambigüedad y de conflicto en Estados como el peruano y el colombiano que se reconocen desde los años 90 protectores legales de la diversidad étnica y cultural de la nación1. Por lo anterior, las formulaciones sobre la nación andina del siglo XX, nos proponen procesos en los que la relectura y la re-significación de la “literatura nacional”, deben pasar por la visibilización y el reconocimiento de los aportes del testimonio étnico indígena a través de los procesos de resistencia cultural, para generar procesos de valoración positiva de la diferencia. Pues como bien lo indica Cornejo-Polar, el problema de la inclusión de los textos indígenas en la literatura nacional y, por consiguiente, en el discurso de la nación, alteraba “la constitución de un corpus relativamente autónomo y homogéneo y de una tradición más o menos unitaria y coherente” (Cornejo-Polar, 1978). Además:

1. La Autobiografía de Gregorio Condori Mamani y de su esposa Asunta Quispe Huamán, (edición bilingüe en la serie “Biblioteca de la tradición oral andina”, Centro Bartolomé de Las Casas, 1977), es un texto que tuvo su origen en la oralidad: fue grabado magnéticamente, transcrito, editado, y traducido al castellano por dos antropólogos bilingües en quechua y castellano, oriundos de la misma región de donde procedían sus entrevistados2. Condori Mamani, según su propio testimonio, nunca aprendió a hablar castellano y nunca supo usar la escritura alfabética. Durante los años 70, cuando los antropólogos Ricardo Valderrama y Carmen Escalante lo entrevistaron, él vivía con Asunta en un “pueblo joven” de los alrededores del Cusco, trabajando como cargador en los mercados, mientras ella se ocupaba de la cocina en una chichería. Este libro se ha convertido en un ejemplo sobresaliente del género de la literatura testimonial, ya que la preocupación por la identidad que demuestra la narración de Condori, a

El concepto de literatura nacional estaba constantemente sometido a una doble y contradictoria objeción: si desde determinadas perspectivas podía juzgársele excesivamente amplio, pues deja sin examinar las variantes intranacionales, desde otros puntos de vista, se le percibía más bien como una categoría demasiado analítica, incapaz -por esto- de conformar una totalidad suficiente (Cornejo-Polar, 1978). En este contexto, los casos estudiados se ajustan al debate propuesto por las siguientes razones: 1 2

Al respecto, la Constitución Política del Perú (1993) en su Capítulo 1, Artículo 2, Parágrafo 19, reconoce que toda persona tiene derecho “A su identidad étnica y cultural. El Estado reconoce y protege la pluralidad étnica y cultural de la Nación”. http://www.tc.gob.pe/legconperu/constitucion.html. Y la Constitución Política de Colombia (1991), Artículo 7, http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/cp/constitucion_politica_1991.html La Autobiografía de Gregorio Condori Mamani ha sido reeditada varias veces, y traducida al noruego, al alemán, al holandés y al inglés, en una versión publicada por la Universidad de Texas (1996).

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la par de los debates que surgen alrededor de la cuestión indígena, el indigenismo y su inclusión en la nación (peruana), no carecen de conflictos y ambivalencias; por el contrario, se relata la historia de la colonización que ha vivido su pueblo, y pueden detectarse en los rasgos lingüísticos de su discurso aspectos como: la pérdida de un sentido de territorialidad, la formación en ciernes de una “pertenencia” a través de una lengua forzada a dar de sí lo que el vocabulario (ausente) no provee, un relato de miseria, maltrato, sufrimiento y orfandad, aunque también ciertas expresiones de sincretismo religioso y las impresiones ante la migración, la tecnología, el abecedario, la justicia, el cuartel, el mercado, el ayni o sus huahuas. 2. Los pensamientos del indio que se educó dentro de las selvas colombianas es el título del manuscrito de Manuel Quintín Lame Chantre, un indígena paez (Polindara, Cauca, 1883 - Ortega, Tolima, 1967), quien promovió un levantamiento indígena en 1914, en Tierradentro, departamento del Cauca (Colombia), como reacción a las medidas del Gobierno conservador y regeneracionista de José Vicente Concha, dirigidas a liquidar los resguardosy en contra el sistema del terraje (Molina Echeverri y Sánchez Gutiérrez, 2004). Según indica Gonzalo Castillo Cárdenas, el manuscrito “fue dictado por Quintín Lame a Florentino Moreno B., indio inteligente, de letra clara y elegante. La obra fue terminada en Ortega (Tolima) el 29 de diciembre de 3

19393” (Gonzalo Castillo Cárdenas, 1971). A diferencia de Condori, Lame fue un indio letrado, pues también escribió numerosos documentos, memoriales y alegatos jurídicos, que han sido recuperados y sistematizados por la Universidad de los Andes, la Universidad del Cauca y el Ministerio de Cultura de Colombia, respetándose, en la mayoría de los documentos, el particular estilo, ortografía y uso del español del dirigente indígena. Como vemos, Lame hizo uso del castellano, apropiándose del “signo occidentalizado que dominaba su proceso de escritura” (Cornejo-Polar, 1978). Este indígena colombiano ha sido definido por los historiadores y críticos de su obra como un visionario, un caudillo y un líder carismático, quien tenía una particular concepción de los procesos sociales de la época, y prefirió apartarse del Partido Socialista Revolucionario (Molina Echeverri y Sánchez Gutiérrez, 2004) en pro del reconocimiento y la aplicación de la ley 89 de 1890, que protegía los intereses de los indígenas. Sus planteamientos, de hondo carácter indigenista, lo llevaron a proponer la creación de una República Chiquita de Indios, que pudiera enfrentar a la República Grande de Blancos. Del mismo modo, rechazó la ayuda proveniente de los blancos y de distintas organizaciones que intentaron acercarse a su movimiento; nunca aceptó el ofrecimiento de abogados que quisieran representarlo en los incontables juicios en los que prefirió asumir su defensa (Herrera Ángel, s.f). En la búsqueda de soluciones a los problemas de los indios, Lame extendió su acción política desde la presentación de memoriales y demandas ante las autoridades competentes, hasta visitas a altos funcionarios del gobierno central e informes al Congreso de la República, en los que expuso la crítica situación de los habitantes de los resguardos. Así las cosas, distanciándose de Gregorio Condori -en la acción de aprendizaje del castellano-, Quintín Lame logró inscribir su literatura heterogénea en un universo también heterogéneo (Cornejo- Polar, 1978), constituyendo no sólo un movimiento social denominado “Movimiento Lamista”, sino también elaborando memoriales, discursos y un programa de lucha indígena que tendría profundas repercusiones en el movimiento social indígena colombiano.

Testimonio de Abel Tabique, Secretario de Quintín Lame en la década de 1930.

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Hasta aquí es indispensable destacar en un primer momento, la fractura entre el universo indígena y su representación indigenista (Cornejo-Polar, 1978) ante la cual nos enfrentaremos. Dicha fractura da cuenta -en palabras de Cornejo-Polar- de la existencia de dos casos de literatura heterogénea donde las instancias de producción, realización textual y consumo pertenecen a un universo socio-cultural y el referente a otro distinto (Cornejo-Polar, 1978). Empero, esta heterogeneidad gana relieve en el indigenismo en la medida en que ambos universos no aparecen yuxtapuestos, sino en contienda, y en cuanto el segundo, -el universo indígena-, suele mostrarse precisamente, en función de sus peculiaridades distintivas (Cornejo-Polar, 1978). Tanto Condori como Lame, si se me permite extender la tesis propuesta por Emilio del Valle Escalante al caso colombiano, pueden concebirse como testimonios narrativos de las naciones andinas, …Mythical stories in order to show the narrator’s critique of Western modernity. CondoriMamani’s stories (y también Lame) represent an everyday form of resistance” where we identify a politics of memory that challenges the triumphalism and historical hegemonic discourses of Peruvian (and Colombian) society in order to reclaim, reconceptualize, and articulate an alternative Andean worldview. Indeed, Condori(and Lame’s) experience highlight the activity of Indigenous peoples who have consciously had the purpose of effecting change in their conditions of existence by appealing to or applying pressure on a dominant order, whether it is government or other forms of power such as capital, the media, or public opinion. Both narratives ground a struggle over interpretation and representationin which (they) poses a challenge to academic scholarship that is framed in terms of who owns the past, whose history is it, who has the right to tell it, and on what grounds can and should it be told (Del Valle Escalante, 2009).

Patha Chatterjee no fue el encargado de inaugurar los encuentros del colectivo de Subaltern Studies que surgió durante las últimas dos décadas del siglo XX en el continente asiático, sí plantea los desafíos epistemológicos de una renovada crítica fundada en las discusiones sobre la poscolonialidad, el eurocentrismo, y las incertidumbres sociales, políticas e ideológicas que trajo consigo la escritura sobre culturas coloniales, remanentes del imperialismo, efectos del capitalismo y el surgimiento de la modernidad en el tercer mundo. Quienes se hicieron llamar críticos de la subalternidad4 plantearon novedosas versiones teóricas, mostrando cómo la historia, la literatura y la antropología cultural, llegaron a formar parte de movimientos más amplios en la etnografía y en los estudios culturales. De hecho, sus trabajos se han convertido en interlocutores clave en debates a escala mundial sobre la diferencia e incomprensión colonial y la crítica cultural dirigida al eurocentrismo, la construcción de los Estado-Nación en el continente americano y el surgimiento del concepto de Occidente bajo las condiciones de la poscolonialidad. Lo que se propuso dicho colectivo fue postular una acepción

Sobre la nación y el sujeto subalterno y heterogéneo. ¿De qué forma las suposiciones culturales preconcebidas por los europeos sobre sus colonias moldearon y quizá distorsionaron la definición de un continente, de su historia y de sus representaciones literarias? Aunque este cuestionamiento de 4

Antonio Cornejo-Polar

Las pautas centrales de estas teorías fueron definidas por el teórico palestino Edward Said, quien en su libro Orientalism (1978) inició una genealogía de los saberes europeos sobre el “otro”, mostrando los vínculos entre ciencias humanas e imperialismo. Este camino fue seguido rápidamente por académicos indios (GayatriSpivak, Homi K. Bhabha, RanahidGuha) y latinoamericanos (Walter Mignolo).

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discursiva en la cual el poscolonialismo refiriera a las literaturas producidas en los territorios ocupados durante todo el período colonial, o bien a las prácticas discursivas contrahegemónicas que lograron quebrantar o desplazar los saberes utilizados por Europa para legitimar su dominio. Así las cosas, su objetivo fue rescatar los textos y representaciones del dominio de la elite nacionalista y destacar el papel que desempeñaron los sectores marginales, tanto urbanos como rurales y étnicos en los procesos coloniales. Frente a estos postulados, emergen planteamientos como los de Gayatri Chakravorty Spivak, para quien el colectivo de los Estudios de la Subalternidad debía elaborar una teoría de la conciencia o de la cultura antes que elaborar específicamente una teoría del cambio (Spivak,2000). Es en este sentido, que su proyecto se ha asociado a la crítica poscolonial, entrando con ello a debatir sobre el terreno de los discursos y la crítica a la colonización europea. Investigar, descubrir y establecer la conciencia subalterna parecía ser entonces un proyecto positivista (Spivak, 2000) en tanto presuponía la existencia de cierta reflexión unívoca o “teoría significante de la conciencia”, donde la significación equivale a representación, figuración, apropiación e impresión. La importancia dada por Spivak al proceso capitalista en la producción de saberes, favorece gracias al colonialismo, la construcción y reproducción de subalternidades con el solo hecho de nombrarlas, no siendo la excepción a la regla los testimonios de Gregorio Condori y Quintín Lame, en los cuales the narrator of a testimonio is a person whose conditions of subalternity do not allow her/him direct access to the circuits of representation, the account depends on a mediator who records or collects, orders, edits, and publishes the narrative. This particular aspect separates testimonio from other genres such as “autobiography” or “autoethnography”. In addition, in testimonio the narrator for the most part tends to express apolitical urgency to communicate a problem of repression, poverty, subalternity, imprisonment, and struggle for survival (Beverley, 2004). En consecuencia, esta perspectiva analítica complejiza el estudio de los grupos sociales, y con ello, la inclusión de las literaturas heterogéneas en la definición de la nación andina: la composición de los grupos subalternos no corresponde por necesidad a la misma clase social. Se matiza la tensión histórica entre opresores y oprimidos y se entiende el proceso de representación como impulsado por una dinámica subalterna que produce reacciones de control en las clases hegemónicas. En este contexto, la nación -que surge como campo en disputa

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en un espacio y tiempo heterogéneo-, pasó a ser el centro de debate en los estudios subalternos. En el discurso de Chatterjee se revela también un punto central para la tesis del presente texto, a saber, las implicaciones metodológicas que los estudios de la subalternidad suponen cuando se busca reconstruir la conciencia del subalterno en tanto sujeto histórico y creador de sus propias representaciones textuales y orales, lo que supone llamar la atención sobre los lugares dónde hallar su testimonio, cómo significar sus movimientos, a la par de preguntarse durante el proceso literario por la producción, el texto resultante, su referente, el sistema de distribución y el consumo, como bien lo presupone Antonio Cornejo-Polar con respecto a las literaturas heterogéneas (Cornejo-Polar, 1994). En línea con lo señalado, en los textos de Condori y de Lame, la naturaleza del testimonio también depende precisamente de la existencia de un desnivel social entre narrador y lector: pertenecen a distintos mundos. De la misma manera, las contradicciones de clase, etnia, sexo nivel cultural que existen dentro del mundo representado en el testimonio pueden reproducirse en la relación entre el narrador y el compilador en la producción del texto, particularmente en esos casos en que el narrador es alguien que necesita un interlocutor precisamente de otra clase o formación cultural para dar forma textual a su narración y lograr su publicación como libro. Esta situación de dependencia puede prestarse a una articulación reaccionaria del material testimonial o a la censura de una voz genuinamente popular por criterios lingüísticos, políticos o culturales. Aquí, se sitúa pues el examen al proyecto denominado por el Estado colombiano “Biblioteca Básica de los Pueblos Indígenas de Colombia”, publicación donde se compilan textos de Quintín Lame y cuyo objetivo es mostrar “el valioso patrimonio que los indígenas han venido forjando por milenios y que es un verdadero capital cultural que el país tiene a su disposición aunque por años lo haya soslayado o abiertamente ignorado” (Ministerio de Cultura, 2010). Una compilación de textos que además “está disponible para explorar, encantar y servir de puente y herramienta de conocimiento y convivencia de un país que pretende hacerse nación desde las raíces” (Ministerio de Cultura, 2010). En otras palabras, un proyecto de carácter étnico/racial, escrito y editado por la voz oficial y cuya ejecución tuvo que esperar cuatro siglos para que con motivo del Bicentenario de la Independencia se perpetuara la inclusión tardía de las narrativas étnicas en el discurso de la nación colombiana. En el caso de Gregorio Condori, fue el Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas el encargado de

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su publicación. Dicho centro se define como “una asociación civil sin fines de lucro, cuyo propósito es la investigación para comprender, valorar y promover la complejidad del universo andino. “Todas nuestras actividades -dice la misión de este instituto- se arraigan en una convicción: la autodeterminación de los pueblos de los Andes pasa por la generación de una información rigurosa, accesible y ampliamente difundida, por la apertura de mayores horizontes de comprensión de la sociedad y del individuo y por el intercambio de conocimientos, métodos y técnicas que permitan a cada actor apropiarse de su propio destino” (Centro de Estudios Regionales Andinos Bartolomé de las Casas, 2009). Consciente de la integración de éste al sistema mundial y preocupado por las intolerancias crecientes, este centro se propone entonces informar, provocar, tejer relaciones y estimular la interculturalidad en un mundo dividido en todos los niveles. Su objetivo es apoyar a quienes no se resignan al escepticismo postmoderno y trabajan por el cambio, siendo los testimonios de Condori y Asunta un claro ejemplo, a pesar de su interlocutor castellano. Pero más allá de la discusión sobre la propiedad terminológica, nos interesa adentrarnos en las cuestiones de

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fondo implicadas en el debate sobre la pertinencia del enfoque poscolonial en la nación andina. En términos generales, los teóricos que confluyen en una valoración positiva de tal perspectiva evalúan la recepción de los estudios subalternos al interior del campo indigenista como una forma de continuación del debate sobre la posmodernidad en América Latina. El desarrollo de una teoría poscolonial, se perfila pues como un instrumento fundamental para el estudio de la heterogénea materialidad latinoamericana: las luchas emancipatorias que marcan la trayectoria histórica a nivel continental, los procesos de resistencia cultural y política [como es el caso de la inclusión de los grupos indígenas en el Perú y en Colombia], los cambios que se registran a través de la historia en la definición del sujeto social y su vinculación con las instituciones, las modificaciones que sufre la organización nacional, la concepción de las identidades colectivas, el trabajo de la memoria y la acción de los agentes y proyectos que subvierten el “orden dominante” y elaboran estrategias de preservación, fortalecimiento y liberación de los imaginarios (Jáuregui yMoraña, 2007). Desde la resistencia indígena a la penetración imperial en la colonia hasta los movimientos sociales y las narrativas heterogéneas, el sujeto indígena ha ido definiéndose justamente en la elaboración del particularismo, no como identidad sólida sino como posicionalidad fluida, articulada a distintas coyunturas de poder y de lucha que han ido presentándose. En este sentido, sólo es posible hablar de ese sujeto si se considera su carácter múltiple -su multiplicidad étnica, social y cultural, económica, religiosa, de género, ideológica- la cual le ha permitido elaborar estrategias de auto-reconocimiento y movilización ante las estructuras del poder dominante y de las narrativas oficiales que han sido utilizadas para domesticar su ethos (Jáuregui y Moraña, 2007). En conjunto, las condiciones para operar un cambio epistémico profundo en la mirada sobre la nación, pues si dejamos hablar tanto a Condori como a Lame, sus voces, más que subalternas, están enunciando y jalonando procesos históricos y literarios en los que la diferencia colonial queda registrada: “Me llamo Gregorio Condori Mamani, soy de Acopía y hace cuarenta años que llegué de mi pueblo. Vine de mi pueblo porque no tenía padre ni madre. Era totalmente pobre y huérfano y estaba en poder de mi madrina” (Condori Mamani, 1977) “Será así la suerte de los que hemos sido arrojados a este mundo para sufrir…” (Condori Mamani, 1977) “Nosotros somos peruanos, indígenas, ellos eran inka runas, pero nosotros somos sus hijos por eso también mataron esos Españas a Tupác Amaru” (Lame, 2004).

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O si escuchamos al indio colombiano: He aquí la idea que hace pocos días se formó de un concierto de mis pensamientos, engendrándose y naciendo, pero que no ha podido florecer a causa de los insectos que día y noche perseguían la sementera del indígena; de los corazones amasados de hiel y amargura y de los labios que rociaban el veneno: labios de hombres no indígenas, con inteligencias salpicadas del veneno de la envidia y del egoísmo. Yo conocí la nube del engaño de mis compañeros, hombres no indígenas, allá en el bosque y en las selvas que me vieron nacer el 31 de octubre de 1887. Y esa nube de engaños, con que se quiso destruir la sementera de Quintín Lame, era como una pirámide de hielo que ha venido consumiendo la labranza del cultivador. En esta lucha solo me acompañaba la sombra de mi fe, de mi esperanza y de mi caridad hacia mi raza proscrita y perseguida desde el día 12 de octubre de 1492 (Lame, 2004). Mi pensamiento es el de un hijo de la selva que vio nacer, que se crió y se educó debajo de ella, como se educan las aves para cantar y se preparan los polluelos, batiendo su plumaje, para volar. Desafiando el infinito para mañana cruzarlo, muestran entre sí el semblante del amoroso cariño, macho y hembra, para tomar vuelo y hacer uso de la sabiduría que la misma Naturaleza nos ha enseñado (Lame, 2004). Como se señala en repetidas ocasiones en Escribir en el aire de Antonio Cornejo-Polar, la noción de sujeto tiene sentido, primordialmente, como categoría no absoluta sino relacional, en la que se anudan y despliegan las contradicciones del sistema social, interiorizadas ahora en el agente cultural mismo y en la praxis que este desarrolla socialmente. Para Cornejo-Polar, lo fundamental es retener y potenciar una noción de “sujeto complejo, disperso, múltiple” (Cornejo-Polar, 1994), a partir de la cual podemos interpretar el campo cultural y los procesos representacionales sin apelar a las narrativas que dan la base al occidentalismo teórico (Ilustración, liberalismo, nacionalismo, republicanismo, etc.). En suma, al echar un vistazo sobre el campo de los estudios literarios poscoloniales y con ello de las literaturas heterogéneas, los discursos étnicos nos ayudan por un lado, a resolver problemas que nos llevan más allá del concepto tradicional de la historia literaria, como ha sido típicamente concebida, y por otro, nos conducen a replantear la cuestión del otro y a hacer reevaluaciones ante el canon y las narrativas de la alteridad en la historia literaria y cultural peruana y colombiana. Suma Cultural

Trabajos citados

• BEVERLEY, John. “Anatomía del testimonio”. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana13. 25 (1987): 7-16. • Testimonio: On the Politics of Truth. Minneapolis: University of Minnesota, 2004. • BIBLIOTECA DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE COLOMBIA. Documentos para la historia del movimiento colombiano contemporáneo. Vol. 1. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2010. • CHATERJJET, Partha. La nación en tiempo heterogéneo y otros estudios subalternos. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008. • CONDORI MAMANI, Gregorio, Ricardo Valderrama Fernández, and Carmen Escalante Gutiérrez. Autobiografía. Cuzco, Perú: Centro de Estudios Rurales Andinos “Bartolomé de las Casas,” 1977. • CORNEJO-POLAR, Antonio. “El indigenismo y las literaturas heterogéneas: Su doble estatuto socio-cultural”. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana 4. 7/8 (1978): 7-21. • “Mestizaje, transculturación, heterogeneidad”. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana 20. 40 (1994): 368-371. • Escribir en el aire: ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas andinas. Lima: Editorial Horizonte, 1994. • DEL VALLE ESCALANTE, Emilio. “Gregorio Condori Mamani and theReconceptualization of AndeanMemory in Cuzco, Peru”.Studies in American Indian Literatures 21.4 (2009): 1-19. • HERRERA ÁNGEL, Marta. Manuel Quintín Lame, Ficha bibliográfica, Biblioteca virtual – Biblioteca Luís Ángel Arango. http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/ biografias/lamemanu.htm • JÁUREGUI, Carlos A. y Mabel MORAÑA. Colonialidad y crítica en América Latina: bases para un debate. Puebla: Universidad de las Américas, 2007. • LAME, Manuel Quintín. En defensa de mi raza. Prefacio y notas de G. Castillo Cárdenas. Bogotá: Comité de Defensa del Indio y La Rosca de Investigación y Acción Social, 1971. • Los pensamientos del indio que se educó dentro de las selvas colombianas. Popayán: Editorial Universidad del Cauca, 2004. • SPIVAK, GayatriChakravorty. “Estudios de la Subalternidad: Deconstruyendo la Historiografía”. Eds. Silvia Rivera Cusicanqui, Rossana Barragán, Debates Post Coloniales: Una introducción a los Estudios de la Subaltenidad. La Paz: Historias, 2000. • CENTRO DE ESTUDIO BARTOLOMÉ DE LAS CASAS. Página Web del CentroCBC. http://www.cbc.org.pe/index.php?option=com_content&view=article&id=46 &Itemid=66&lang=es • PROYECTO QUINTÍN LAME, Universidad de los Andes. http://www.proyectoquintinlame.org/ 1 Sobre el manuscrito y los escritos de Quintín Lame han sido editados en los siguientes textos: - Lame, Manuel Quintín. En defensa de mi raza. Prefacio y notas de G. Castillo Cárdenas. Bogotá: Comité de Defensa del Indio y La Rosca de Investigación y Acción Social, 1971. - Lame, Manuel Quintín. Los pensamientos del indio que se educó dentro de las selvas colombianas. Popayán: Editorial Universidad del Cauca, 2004. -Castillo Cárdenas Gonzalo. Las luchas del indio que bajó de la montaña al valle de la civilización, Manuel Quintín Lame. Bogotá: Comité de la Defensa del Indio, 1973. - Proyecto Quintín Lame, Universidad de los Andes. http://www. proyectoquintinlame.org/ - Biblioteca de los Pueblos Indígenas de Colombia. Documentos para la historia del movimiento colombiano Contemporáneo. Vol. 1. Bogotá: Ministerio de Cultura, 2010. 2 Estos puntos eran: 1) La recuperación de las tierras de los resguardos 2) La ampliación de las tierras de los resguardos 3) El fortalecimiento de los cabildos 4) El no pago del terraje 5) Dar a conocer las leyes sobre los indígenas y exigir su justa aplicación 6) Defender la historia, la lengua y las costumbres indígenas 7) Formar profesores indígenas.

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LUGARES IMAGINADOS

a literatura está llena de lugares míticos que, a fuerza de repetirse y recrearse, se convierten en referentes reales para los hombres y las mujeres de todas las épocas. Quién no se ha sentido alguna vez “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme...” al pretender infructuosamente un mundo mejor y más equitativo. O a lo mejor, también buscando reparar injusticias, se haya identificado con Comala, otro lugar mítico, seco, ardiente como el comal en el que se asan las tortillas, que Juan Rulfo construyó para que Juan Preciado exigiera al padre la justicia que le fue negada desde el vientre de su madre. Y más cercano a nuestra realidad está Macondo, que es cualquier lugar y ninguno, la necesidad que tiene el hombre de un espacio físico para vivir, imaginar, progresar... y derrumbarse. Además de las obras citadas, hoy queremos invitarlos a releer un clásico lleno de lugares simbólicos desde donde hombres y mujeres enuncian sus debilidades, sus anhelos, su vida. La Odisea, de Homero, relata las aventuras que el astuto Ulises debe sortear antes de llegar a su patria, Ítaca, tras la Guerra de Troya. Inicia así su relato el aeda: “Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el Ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria”. El país de los lotófagos era un lugar donde los hombres se alimentaban de la flor de loto que, así como les producía serenidad, también les daba el olvido, de su patria, del lugar en el que estaban sus conflictos, de todo lo que les producía ansiedad. También visitó Ulises otro curioso lugar: la isla de los cíclopes en donde hizo gala de su reconocida astucia para engañar al gigante Polifemo a quien le quemó su único ojo y cuando éste le preguntó su nombre le respondió: -Nadie, así me llamo, de manera que cuando sus hermanos quisieron saber quién le había causado ese daño para castigarlo, sólo pudo decirles: ¡Nadie! Hay dos lugares en la Odisea que son importantes pues en ellos reinaban hermosas mujeres con quienes convivió el héroe y engendró hijos antes de seguir su camino de regreso a casa. Circe, tía de Medea, convertía a los hombres en cerdos pero accedió a devolver la figura humana a los compañeros de Ulises haciéndolos más jóvenes y ágiles. Calipso, una bella ninfa, le ofrecía al griego una vida sin vejez, un lugar sin tiempo alimentados de néctar y ambrosía los alimentos de los dioses. Finalmente, quisiéramos proponerles la relectura de Ítaca, un hermoso poema de Constantino Kavafis, que compara la vida con las aventuras de Ulises para concluir que lo importante no es la meta sino el viaje con todo lo que tenga para ofrecernos.


ULISES EN LA ISLA DE CALIPSO Cuando hubo arribado a aquella isla tan lejana, salió del violáceo Ponto, saltó en tierra, prosiguió su camino hacia la vasta gruta donde moraba la ninfa de hermosas trenzas, y hallóla dentro. Ardía en el hogar un gran fuego, y el olor del hendible cedro y de la tuya, que en él se quemaban, difundíase por la isla hasta muy lejos; mientras ella, cantando con voz hermosa, tejía en el interior con lanzadera de oro. Rodeando la gruta, había crecido una verde selva de chopos, álamos y cipreses olorosos donde anidaban aves de luengas alas: búhos, gavilanes y cornejas marinas, de ancha lengua, que se ocupaban en cosas del mar. Allí mismo, junto a la honda cueva, extendíase una viña floreciente, cargada de uvas; y cuatro fuentes manaban muy cerca la una de la otra, dejando correr en varias direcciones sus aguas cristalinas. Veíanse en contorno verdes y amenos prados de violetas y apio; y, al llegar allí, hasta un inmortal se hubiese admirado, sintiendo que se le alegraba el corazón. Detúvose el Argifontes a contemplar aquello; y después de admirarlo, penetró en la ancha gruta, y fue conocido por Calipso, la divina entre las diosas, desde que a ella se presentó -que los dioses inmortales se reconocen mutuamente aunque vivan apartados-; pero no halló al magnánimo Odiseo, que estaba llorando en la ribera, donde tantas veces, consumiendo su ánimo con lágrimas, suspiros y dolores, fijaba los ojos en el ponto estéril y derramaba copioso llanto. Y Calipso, la divina entre las diosas, hizo sentar a Hermes en espléndido y magnífico

sitial, y preguntóle de esta suerte: — ¿Por qué, oh Hermes, el de la áurea vara, venerable y caro, vienes a mi morada? Antes no solías frecuentarla. Di que deseas, pues mi ánimo me impulsa a ejecutarlo si de mí depende y es ello posible. Pero sígueme, a fin de que te ofrezca los dones de la hospitalidad. Habiendo hablado de semejante modo, la diosa púsole delante una mesa, que había llenado de ambrosía y mezcló el rojo néctar. Allí bebió y comió el mensajero de Argifontes. Y cuando hubo cenado y repuesto su ánimo con la comida, respondió a Calipso con estas palabras: —Me preguntas, oh diosa, a mí, que soy dios, por qué he venido. Voy a decírtelo con sinceridad, ya que así lo mandas. Zeus me ordenó que viniese, sin que yo lo deseara: ¿quién pasaría de buen grado tanta agua salada que ni decirse puede, mayormente no habiendo por ahí ninguna ciudad en que los mortales hagan sacrificios a los dioses y les inmolen selectas hecatombes? Mas no le es posible a ningún dios ni traspasar ni dejar sin efecto la voluntad de Zeus, que lleva la égida. Dice que está contigo un varón, que es el más infortunado de cuantos combatieron alrededor de la ciudad de Príamo durante nueve años y, en el décimo, habiéndola: destruido, tornaron a sus casas; pero en la vuelta ofendieron a Atenea, y la diosa hizo que se levantara un viento desfavorable e hinchadas olas. En estas hallaron la muerte sus esforzados compañeros; y a él trajéronlo acá el viento y el oleaje. Y Zeus te manda que a tal varón le permitas que se vaya cuanto antes: porque no es su destino morir lejos de los suyos, sino que la Moira tiene dispuesto que los vuelva a ver, llegando a su casa de elevada techumbre y a su patria tierra.


ULISES EN EL PAÍS DE LOS LOTÓFAGOS Y habría llegado incólume a la tierra patria, si la corriente de las olas y el Bóreas, que me desviaron al doblar el cabo de Malea no me hubieran obligado a vagar lejos de Citera. Desde allí dañosos vientos lleváronme nueve días por el ponto, abundante en peces, y al décimo arribamos a la tierra de los lotófagos, que se alimentan con un florido manjar. Saltamos en tierra, hicimos aguada, y pronto los compañeros empezaron a comer junto a las veleras naves. Y después que hubimos gustado los alimentos y la bebida, envié algunos compañeros -dos varones a quienes escogí e hice acompañar por un tercero que fue un heraldo- para que averiguaran cuáles hombres comían el pan en aquella tierra. Fuéronse pronto y juntáronse con los lotófagos, que no tramaron ciertamente la perdición de nuestros amigos; pero les dieron a comer loto, y cuantos probaron este fruto, dulce como la miel, ya no querían llevar noticias ni volverse; antes deseaban permanecer con los lotófagos, comiendo loto, sin acordarse de volver a la patria. Mas yo los llevé por fuerza a las cóncavas naves y, aunque lloraban, los arrastré e hice atar debajo de los bancos. Y mandé que los restantes fieles compañeros entrasen luego en las veloces embarcaciones: no fuera que alguno comiese loto y no pensara en la vuelta. Hiciéronlo en seguida y, sentándose por orden en los bancos, comenzaron a batir con los remos el espumoso mar.

ULISES EN TIERRA DE CÍCLOPES Desde allí continuamos la navegación con ánimo afligido, y llegamos a la tierra de los ciclopes soberbios y sin ley; quienes, confiados en los dioses inmortales, no plantan árboles, ni labran los campos, sino que todo les nace sin semilla y sin arada -trigo, cebada y vides, que producen vino de unos grandes racimos- y se lo hace crecer la lluvia enviada por Zeus. No tienen ágoras donde se reúnan para deliberar, ni leyes tampoco, sino que viven en las cumbres de los altos montes, dentro de excavadas cuevas; cada cual impera sobre sus hijos y mujeres y no se entrometen los unos con los otros. Delante del puerto, no muy cercana ni a gran distancia tampoco de la región de los ciclopes, hay una isleta poblada de bosque, con una infinidad de cabras monteses, pues no las ahuyenta el paso de hombre alguno ni van allá los cazadores, que se fatigan recorriendo las selvas en las cumbres de las montañas. No se ven en ella ni rebaños ni labradíos, sino

que el terreno está siempre sin sembrar y sin arar, carece de hombres, y cría bastantes cabras. Pues los ciclopes no tienen naves de rojas proas, ni poseen artífices que se las construyan de muchos bancos -como las que transportan mercancías a distintas poblaciones en los frecuentes viajes que los hombres efectúan por mar, yendo los unos en busca de los otros-, los cuales hubieran podido hacer que fuese muy poblada aquella isla, que no es mala y daría a su tiempo frutos de toda especie, porque tiene junto al espumoso mar prados húmedos y tiernos y allí la vid jamás se perdiera.

ULISES EN LA ISLA DE CIRCE «Encontraron en un valle la morada de Circe, edificada con piedras talladas, en lugar abierto. La rodeaban lobos montaraces y leones, a los que había hechizado dándoles brebajes maléficos, pero no atacaron a mis hombres, sino que se levantaron y jugueteaban alrededor moviendo sus largas colas. Como cuando un rey sale del banquete y le rodean sus perros moviendo la cola pues siempre lleva algo que calme sus impulsos , así los lobos de poderosas uñas y los leones rodearon a mis compañeros, moviendo la cola. Pero éstos se echaron a temblar cuando vieron las terribles bestias. Detuviéronse en el pórtico de la diosa de lindas trenzas y oyeron a Circe que cantaba dentro con hermosa voz, mientras se aplicaba a su enorme e inmortal telar ¡y qué suaves, agradables y brillantes son las labores de las diosas! Entonces comenzó a hablar Polites, caudillo de hombres, mi más preciado y valioso compañero: «“Amigos, alguien no sé si diosa o mujer está dentro cantando algo hermoso mientras se aplica a su gran telar que todo el piso se estremece con el sonido. Conque hablémosle enseguida.” «Así dijo, y ellos comenzaron a llamar a voces. Salió la diosa enseguida, abrió las brillantes puertas y los invitó a entrar. Y todos la siguieron en su ignorancia, pero Euríloco se quedó allí barruntando que se trataba de una trampa. Los introdujo, los hizo sentar en sillas y sillones, y en su presencia mezcló queso, harina y rubia miel con vino de Pramnio. Y echó en esta pócima brebajes maléficos para que se olvidaran por completo de su tierra patria. «Después que se lo hubo ofrecido y lo bebieron, golpeólos con su varita y los encerró en las pocilgas. Quedaron éstos con cabeza, voz, pelambre y figura de cerdos, pero su mente permaneció invariable, la misma de antes. Así quedaron encerrados mientras lloraban; y Circe les echó de comer bellotas, fabucos y el fruto del cornejo, todo lo que comen los cerdos que se acuestan en el suelo.


ÍTACA Constantino Kavafis - Fragmentos Cuando te encuentres de camino a Ítaca, desea que sea largo el camino, lleno de aventuras, lleno de conocimientos. A los Lestrigones y a los Cíclopes, al enojado Poseidón no temas, tales en tu camino nunca encontrarás, si mantienes tu pensamiento elevado, y selecta emoción tu espíritu y tu cuerpo tienta. A los Lestrigones y a los Cíclopes, al fiero Poseidón no encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si tu alma no los coloca ante ti. Desea que sea largo el camino. Que sean muchas las mañanas estivales en que con qué alegría, con qué gozo arribes a puertos nunca antes vistos, deténte en los emporios fenicios, y adquiere mercancías preciosas, nácares y corales, ámbar y ébano, y perfumes sensuales de todo tipo, cuántos más perfumes sensuales puedas, ve a ciudades de Egipto, a muchas, aprende y aprende de los instruidos.


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El lugar de la historia en la Bogotá de hoy | Ronald Salazar Carreño | 1538, en el Chorro de Quevedo −dicen− Gonzalo Jiménez de Quesada llevó a cabo la fundación de la actual capital de Colombia. Hoy, casi 500 años después, en dicho lugar todavía es posible respirar aires que huelen a ese momento. Como el Chorro de Quevedo, parece que algunos sitios de la capital se han suspendido en el tiempo para permanecer, en la medida de lo posible, de la forma más propicia para narrar algún evento relacionado con los primeros años y la formación de esta ciudad.

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ace muchos jueves, desperté dormido y sin bañarme embestí mi peluda cabeza hacia el Museo de Arte del Banco de la República. Me excitaba a raudales y bajo mis grandes ojeras explotaba libidinosamente una sonrisa. Ese día exponían a Man Ray. Me encontré de frente con una placa que decía Autorretrato, y encima de ella, una cabeza con unas gafas enrejadas. Pasé por un laberinto vomitante de cosas bellas. Unos duraznos entre algodones se me parecieron mucho a las mejillas de Dudú, una plancha brotada de puntillas recordaba sus palabras y unas nubes sabían bastante a su saliva. Frases impresas en las paredes endulzaban mis oídos y las cámaras gruñían: flash, click, flash. Violonchelos de carne fotografiados, lágrimas de cristal, grises invertidos, tijeras negativas. Todo teñía colores alucinantes. Todo olía terriblemente a Dudú. Irrigué carcajadas de satisfacción al ver un pan francés azul y estuve a punto de sentarme en el huevo del inodoro, pero no, el silencio de mis rodillas fue más fuerte. Cinco minutos me detuve, aunque la gente dijo que fueron más. Una obra nunca antes recordada por mi cerebro. Un marco y madera tras el vidrio, piezas de madera de diversas y aburridas formas. Me mordí la mano. El nombre era Ábaco. Hace muchos miércoles me desperté descalzo y después de cagar, le escribí un poemita a Dudú. El poema era un poco tonto, pero tiritaba así: Vita Illustrata bien recuerden Quise pasión frutal Cuyo estado hermafrodita era Instante Rousseau vulgar. Dudú, Dudú, No mueras, Dudú. Dudú, Dudú, No vivas Dudú. Lo puse dentro de la taza de chocolate y le llevé el desayuno a la cama, pero Dudú se lo tomó de un sorbo y gritó que estaba de afán, que no tenía tiempo para cavernícolas. Esos cinco minutos me olvidé de Dudú y desquicié defecantes intentos de lógica. ¿Ábaco? ¿Era broma? Todo, todo lo anterior tenía sentido, mucho sentido. Casi tanto como lo tenían las escamas en el rostro de la señora a mi lado o los coágulos de mis botas. Pero, tomar un ábaco, desarmarlo, pegar por separado sus partes, enmarcarlas y llamarle Ábaco, era un poco confuso. Hace muchas once de la mañana le llevé un racimo de nubes a Dudú, pero ella estaba concentrada lanzando piedras a los pájaros. Nos miramos y mientras cuantificábamos nuestro amor, nos besamos. «Te amo dos guayabas», «Yo te amo siete hipopótamos», «Pues entonces yo te amo catorce viruelas». Ella se apasionó tanto que me dio un puño en el estómago. Yo le dije que los accidentes pasan. Caminamos

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en una sola pierna de Europa a América, y de América a la luna, brincando de guerra en guerra y los zapatos se nos empaparon de método científico. Comencé a toser contradicciones y me dio un terrible ataque de diarrea de teorías. Dudú se puso roja y pegándome patadas, me dijo que era tonto si creía que lo controlaba todo. Los dolores sólo me hicieron amarla más y enamorarme de los volcanes que salían de las cuencas de sus ojos. Dudú, Dudú, mátame a golpes. Dudú, Dudú, ódiame. El celador abrió las fosas nasales gritando «Deje de lamer el cuadro». Eso casi me hace llorar. Quería conocer los secretos de esa obra para después olvidarlos, pero mi lengua no me quiso contar nada de lo que escuchó. ¡Dudú, Dudú! ¿Por qué corres Dudú? Ella se ríe como loca y cuando por fin para, aúlla, aúlla, aúlla como poeta en celo. Pero aún la fotografío muy simpática. Nadie escapa, pero Dudú se encuentra. ¡Abracen las contradicciones, amantes de la lógica! Que sólo les cultivaron ecuaciones y silogismos. Rasúrense les boules para demoler el futuro. Que si no entienden lo que estas ojeras tratan de escupirles, es que el caballo ha caído del tomate. Hace muchos segundos me dieron hermosas náuseas de fornicar con Dudú, ella indignada me dijo que no, mientras se quitaba las medias. Nos mordimos las caras. Yo la cultivaba mientras ella me pintaba el pecho con la sangre de mi espalda. Qué despelucada, Dudú. Ella gemía así: ü üü, igo, igu, bla, bla. Yo le hablaba de Platón. Ella martillaba el aire con la mirada y yo no podía quitarle la vista al cuadro que había robado del museo. CuandoDudú llegó al orgasmo, se desarmó toda y quedaron regados pedazos de su carne, sus palabras, su corazón, y unas cuantas obras de arte. Tomé todos esos pedazos de Dudú y los pegué a un cuadro, lo enmarqué y le puse una placa: Esto no es un ábaco, esto es Dudú. Esto no es Dudú, esto es un ábaco.

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La Nostalgia Ficticia | Juan Diego Hernรกndez Chรกvez | | 72 |

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n los dedos temblorosos de un norteamericano se tambaleaba el futuro de la historia universal, el reportero enviado a Cabo de York en Australia se había quedado sin ideas y se sentía próximo a quedarse sin credibilidad alguna, los editores en Nueva York lo habían notado; Roger, a pesar de visitar pueblos muy exóticos, enviaba textos simples y mecánicos que no motivaban al lector a imaginarse lugares fantásticos sino retratos estáticos de sociedades tan ordinarias como otras. La reseña exótica, sin embargo, había sido un proyecto muy importante cuando se anunció, por la novedad del asunto, porque ningún periódico se había atrevido a enviar un viajero por el mundo en espera de reseñas de los lugares más recónditos del planeta. Roger, que se había sentido elogiado excesivamente por el cargo, en aquel entonces dudaba de su capacidad como reportero y sus ojos ya no se deslumbraban por la variada esencia humana que se modifica de pueblo en pueblo sino que le parecía encontrar atisbos de todos los hombres del mundo en los rostros que aparentaban ser nuevos en cada pueblo. Roger se había agotado de pensar en nuevas formas de describir lo inmodificable, levantó la hoja de papel y, dejando notar una sonrisa, comenzó a escribir. Lo que le tardó una noche entera completar fue releído en unos minutos, el reportero había recuperado la confianza en sí mismo. Con el pasar de los soles y al darle la vuelta al mundo, los ojos de los editores recorrían fascinados lo escrito por Roger, ¿de dónde ha salido esto?, es un genio, repetía el más viejo de los tres y bebía whisky delatando su sensación triunfal. El menor de los tres editores leyó el documento casi como alardeando pues él había propuesto a Roger para el cargo, escuchaban las primeras líneas con entusiasmo: He llegado a Cabo de York, me encuentro en una tribu de la cual no tenía noticia alguna, he intentado integrarme y creo que lo he logrado con satisfacción. La razón por la que me ha tomado un buen tiempo escribir esto es porque estoy, sin duda, sorprendido. Su dialecto, ininteligible para mí, es lo menos extraño de todo el lugar, debo afirmar que me costó trabajo mantener contacto visual con seres que poseen cuatro ojos y que al saludar mantienen los seis dedos de su mano derecha muy firmes, sabía que debía actuar lo menos extrañado porque podían resultar ser hombres agresivos. Sus costumbres son también motivo de satisfacción; he deducido que son panteístas porque cada vez que suena el grito casi interminable de quien parece ser el líder, todos se detienen en sus labores y rinden tributo al suelo que pisan y en general a todo lo que les rodea. Los párrafos siguientes adentraban en la relación familiar, en los sacrificios, en los bailes y un poco más en su anatomía Suma Cultural

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tan poco antropomórfica. Los editores no lo dudaron, aquello debía ser publicado en la edición dominical, esperaban buenas ventas y aunque acertaron, su pronóstico resultaba pobre ante la avalancha poderosa del implacable futuro. Roger, que se quedó unas semanas más en Cabo de York, recibió una carta en donde lo encomiaban, donde se afirmaba que su reseña había sido motivo de felicidad en el periódico, donde se delataba que las ventas superaron lo esperado y que era acreedor a un notorio aumento de sueldo, se había preparado el próximo viaje, Roger dobló la carta. Tuvo que respirar hondo y revisar el paisaje de nuevo, ¿había valido la pena?, Roger recorrió la tribu con la ilusa esperanza de encontrar a alguien siquiera parecido a quienes describió, era inútil, la tribu causaba un poco de curiosidad pero estaba lejos de contener a los sorprendentes seres que él dibujó en la mente de Nueva York. El acto estaba hecho, el periodista se convencía a sí mismo, era imposible explicar aquello a un periódico tan entusiasmado con su trabajo, era mejor continuar, esta vez sin ficciones surgidas de sus más íntimos anhelos, se prometió que la próxima reseña sería un retrato atractivo pero fiel a la realidad. Sin embargo, el viaje al siguiente destino tomó más tiempo de lo esperado, llegar a China había sido fácil, poder llegar a Motuo County era el verdadero problema. Las indicaciones de los lugareños eran vagas y en ocasiones contradictorias, el periódico se desesperaba en las oficinas al no tener noticia de Roger mientras que él sufría los estragos de un viaje tan doloroso. El mundo no venció al periodista pues aquel pudo encontrar la forma de llegar a su destino, las heridas por unos minutos dejaron de importarle al darse cuenta que había encontrado el lugar, los ojos se ensancharon en busca de la interacción social, no tardó mucho en toparse con gran parte de la población y el gesto amable en aquella gente lo asustó. No podía ser cierto, los observó durante horas cada vez deprimiéndose con mayor intensidad, tuvo que darse por vencido, Roger no diferenciaba

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esos personajes de todos los otros que había presenciado. Pero debía escribir si quería mantener su trabajo, lo hizo, redactó todo con la mayor fidelidad posible y al disponerse a leerlo, lo arrojó de inmediato. La depresión contratacó, no podía seguir escribiendo reseñas sobre lugares con esa fidelidad, Roger comenzaba a sentirse tentado por la posibilidad de imaginar otra vez que el suelo que pisaba en ese instante era mágico y que allí surgía una de las mayores aventuras relatadas por el hombre. Esta vez, no escatimó en detalles, la reseña lograba el doble de extensión que la anterior, Motuo County había sufrido una metamorfosis, en el lugar residían, según los papeles de Roger, los hombres cíclopes, las mujeres con tres brazos, los niños sufrían un extraño proceso que los hacía perder estatura a partir de la adolescencia y jugaban una variación del fútbol que incluía un par de sacrificios. Al leer lo escrito, el placer superaba el sentimiento de culpa, escapó del lugar cuando pudo y apenas le fue posible, envió la reseña. La publicación, esta vez esperada con ansias, fue acogida con gran alegría entre los lectores. La leyenda de Roger iba tomando forma mediante el pensamiento colectivo, el periódico se entusiasmó e invirtió en costosos viajes para que Roger enviara a Nueva York reseñas cada vez más fantásticas. Las publicaciones continuaron elevando el respeto que el público tenía por aquel periódico. La competencia, sin embargo, detestaba no formar parte de aquel fenómeno de corresponsales viajeros, cada periódico en la capital norteamericana envió un corresponsal para recibir descripciones sorprendentes pero se mostraban excesivamente molestos al notar que lo que obtenían era tan cotidiano que publicarlo era innecesario, los ejecutivos en esos periódicos lo discutían una y otra vez, cambiaban constantemente de corresponsales sin mejorar los resultados y concluían que contrataban gente incompetente. Los meses contribuyeron a volver a Roger una celebridad, sus reseñas ya eran motivo de discusión, habían penetrado de tal manera el pensamiento de la gente que el joven promedio aspiraba a una vida como la de él, la sed por los viajes había sido

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motivada por su prosa, ¿quién no querría conocer a aquellos amables hombres de tres cabezas en Nueva Guinea o poder aprender de los ermitaños latinoamericanos la levitación? Roger sabía que había tenido impacto sobre la sociedad neoyorquina pero ignoraba la magnitud de este, los viajes llegaron a agotarle, el rostro joven se recubrió de arrugas formadas por las largas noches que pasó ideando pueblos enteros y al llegar a su ciudad natal, la sorpresa lo conmovió hasta las lágrimas y sintió, como nunca antes, la embriaguez de la adulación y lo placenteras que pueden resultar las miradas de admiración. Desde ese momento, Roger se refugió en su escritorio dentro de un silencioso apartamento y allí, se emprendió en el proyecto de recopilar sus reseñas agregando comentarios que provenían de la mirada retrospectiva. El periodista había logrado una edición de más de 600 páginas y el libro se convirtió en un éxito de ventas sin mucha demora. La sorpresa tomó a Roger cuando fue reconocido con el premio Pulitzer por su periodismo de investigación. La noche de la premiación, la emoción lo dominó y, ya con unas canas ganadas en el cabello antes de un rubio deslumbrante, sintió que debía repasar su vida, trató de evocar los momentos más felices y en un abrir y cerrar de ojos, se encontraba en un auditorio lleno de personas que lo veneraban, se apropió, al menos por aquella noche, sin ninguna duda de cada palabra escrita y se convenció de que era inevitable recibir el premio, que realmente había colaborado con la construcción del conocimiento. Aquella noche, que se podría considerar como la cima de su carrera, fue seguida de un inevitable pero elegante descenso. Ya escribía menos, cada vez más cercano a los comentarios y más alejado de los textos extensos, fue perdiendo entusiasmo por nuevos viajes y no se sentía avergonzado de confesar a sus lectores que ya se encontraba demasiado viejo para salir al mundo exótico, no sin despedirse recomendando a todos que vayan en busca de los pueblos más extraños. Las últimas colaboraciones consistieron en revisiones de libros históricos que utilizaban como fuente principal la información proveída por Roger en su juventud. Sin embargo, la lista de autores que no pudieron concretar un trabajo conjunto con él fue larga pues Roger falleció debido a una neumonía. La enfermedad, antes de matarlo, le permitió unos días de soledad y silencio, los primeros días se sintió tentado de llamar a alguien para confesar su pecado mejor guardado, para destruir una ilusión tan grande pero quizás la edad o su estado de salud fueron día tras día deteriorando la lucidez de su razonamiento. Un tiempo después, Roger se había olvidado por completo del deseo de confesar, en cambio sufría con mucha intensidad el hecho de no poder volver a Montuo County o a Cabo de York donde, según afirmaba en esos días, su verdadera vida comenzó. Por obvias razones, no pudo volver a donde quería, la muerte dio el beso final.

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Los libros de historia inspirados en sus relatos se duplicaron a raíz de su muerte, la polémica también se desató, hombres con un rigor excelso hicieron pública su duda sobre la veracidad de los testimonios de Roger pero fue tal la indignación que mostró la academia, que de aquel gran grupo de historiadores, sociólogos y antropólogos, tan solo uno se mantuvo firme en su idea. Los demás fueron acusados de irrespetuosos y se dudó de su intelectualidad por no respetar a quien era considerado el padre de la historia moderna. Aquel hombre, que no se rindió, pasó muchos años de su vida recorriendo cada pueblo que Roger reseñó, la felicidad en él fue creciendo sin mesura al ver que cada lugar carecía de las descripciones en las reseñas, que aquellos rincones del mundo eran poco extravagantes. Ya más viejo y cansado, volvió a Nueva York y presentó el trabajo de toda su vida en forma de libro “Una pluma llena de mentiras”, en este libro describía cómo Roger era el maquinador de aquellos pueblos y su verdadero mérito no residía en la habilidad periodística sino en su gran capacidad imaginativa, casi artística. El auditorio que presenció por primera vez aquello no pudo contener la sorpresa, los archivos parecían darle la razón al casi desconocido antropólogo que sostenía que Roger era un farsante como periodista. Tuvieron que pasar muchos meses para que un grupo de historiadores enviado a recorrer algunos de los lugares reseñados llegara a una conclusión válida sobre el caso. Citaron al antropólogo y frente a un público lleno en distinciones académicas develaron lo que suponían su verdad, con dolor, lo habían comprobado, el mundo que Roger describió ya no se encontraba entre ellos. Lo dictaminaron sin que tiemble un músculo en sus rostros, señores, había que entenderlo, decían a los casi 300 estudiosos. Ya no existen hombres de tres cabezas en el mundo o al menos no en los pueblos en los que antes el maestro nos indicó, lo decían con toda clase de evidencias. Poco a poco fueron argumentando la extinción de cada especie humana extraña y convencieron al antropólogo de que Roger nunca mintió sino que fue quizás el último hombre que alcanzó a ver la pluralidad en el mundo. El caso se cerró, Roger se mantuvo sacralizado, su imagen no ha hecho más que asociarse a los más selectos elogios del mundo intelectual. Ahora, que muchos años han pasado, algunos hombres, usualmente viejos, siguen hablando de él y de sus textos con la esperanza de encontrar en ellos algo que pasó desapercibido por los demás. El sentimiento, sin embargo, es lo más sorprendente de estos grupos, al terminar cada reunión, los hombres se quitan el peso de sus profesiones y se sientan a tomar café en lugares silenciosos, siempre llega el momento en que el silencio une sus ideas con su sentir, aquellos hombres devotos de la prosa de Roger anhelan inexplicablemente un mundo que nunca existió pero, ¿no es acaso ese el valor de cada texto?, infundirnos la nostalgia ficticia. | 75 |


La Peregrina - Rossina Bossio


La peregrina |Felipe Clavijo Ospina|

Y

o estaba en la galería, desolado, cuando las cortinas se abrieron. De repente, sentí que ella venía hacia mí. No sabía muy bien como, pues parecía un espectro en medio de la niebla. Pero no había duda, ella o su espíritu, venía hacia mí. Avanzaba muy lentamente, como meditando cada paso, desdibujándose y arrastrando consigo (a manera de un antiguo velo) las sórdidas flores de la memoria, el silencio y la melancolía; desafiando la noche incierta, la tumba intemporal del olvido y de las horas. No obstante, la esperaba, pues sabía que era ella: nuestra señora. En ese momento, todo era confusión y la neblina empezaba ya a desaparecer bajo la forma de una delicada lluvia. Ella continuaba caminando, impasible. A pesar de las sombras, pude ver en su cuerpo un extraño fulgor, que le revestía como un suntuoso sudario: la tela del mismo, parecía ser su propia piel opaca e inmortal. En ella, abundaban los encajes, los escudos y las rosas, mientras que una singular cruz se aferraba a su vientre y a su sexo. Su terrible recuerdo me estremeció. Creí alucinar y retrocedí unos pasos. Pero fue aún peor. Ahora, el salón de la galería me resultaba indescriptible; miraba a mi alrededor y no veía más que retratos de niñas cabalgando sobre cerdos, escapando de jardines de juego infinitos con vestidos distorsionados por el miedo o por el agobiante peso de la ambigüedad; mujeres abandonadas en cuartos solitarios, abrazadas con pasión por la incertidumbre y el desasosiego. No sé porqué, pero pensaba en Giacometti, en Velásquez y en Brueghel; también, en las pinturas coloniales de monjas muertas que había visto en algún museo de la ciudad. Me volví a ella. Ahora estaba mucho más cerca. Su mirada era inconmovible, profunda, siniestra. Parecía poseer el poder para otorgar la vida y la muerte, así como para detener el tiempo. De su cabello rubio que se dejaba caer en forma de velo, nacían algunas flores y también, un perturbador brillo espectral que iba consumiendo todo el lugar. Me aterró pensar en volver a ser su esclavo. Entretanto, su cuerpo se transformaba en el deseo que recordaba las diversas formas de mi condenación. De nada servía huir o cerrar los ojos, pues ya era suyo. Sin embargo, ella se detuvo

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frente a mí, cuando estaba a una distancia, de digamos, unos veinte pasos, y alzó sus brazos. Lo que sucedió a continuación apenas lo puedo referir en palabras; las estoy olvidando progresivamente. Me encontraba en el centro del salón de la galería cuando noté que de todos lados del lugar, se comenzaron a acercar las más diversas e incoherentes figuras: una pareja de niños desnudos, una mujer en vestido amarillo y otra similar en capa roja; tras ellas, caminaba con torpeza una pequeña niña de vestido rosado hecho pedazos. Una nueva neblina no me permitió ver a los que venían detrás. Sé que hablaban entre sí, pero su lengua era incomprensible. Fue entonces cuando ella levantó su mano para despojarse del sudario y retomó su camino hacia mí; los demás se detuvieron. Me miraban fijamente, ya no hablaban. No podré olvidar aquellos rostros nunca. Me rodearon en círculo. Comencé a temblar. La neblina se hacía cada vez más espesa y lo único que podía ver era el siniestro cuerpo de ella, en completa desnudez, acercándose a mi cuerpo. Cuando estábamos por ser uno, por encontrarnos una vez más, ella desapareció entre mis brazos. Allá, a lo lejos, venía Rossina Bossio, la peregrina.

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ESA PESADILLA | Daniela Guevara |

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L

a otra noche soñé con arañas gigantes, pensé que eran poetas en ausencia de tristeza, después me puse a contemplar la belleza de sus tenazas y me imaginé cómo sería si tuvieran alas, si pudieran volar como las aves, ¿serían tan horripilantes para entonces? No pude contradecirme y tuve la certeza de querer estar en otro lugar mientras soñaba. Sin embargo, no había a dónde ir. Todo era tinieblas. Me desperté y contemplé la ventana oscura, el alféizar sucio y la torpe araña miniatura que colgaba del bastón de la cortina, no respiré en treinta segundos, tuve la sensación de estar cayendo en un letargo mortal. Todo fue tinieblas en la realidad de mi habitación, de mi vida. Fue en cuestión de horas que desperté en la sala de urgencias, rodeada de gente desconocida que me brindaba ayuda. Volví a la vida. La miniatura que me había visitado fue dejando su veneno dentro de mi cuerpo al sentirse amenazada por una mano somnolienta que quería quitarse algo de encima. Mi vida pendía de un hilo. No quería moverme, pero sentía la necesidad de sentarme y pedir un sorbo de agua, mi cuerpo estaba agotado de pelear contra la muerte. La fiebre y la falta de aire hicieron que me desmayara de nuevo, a lo lejos escuchaba los gritos de mujeres afanadas que pedían la presencia de un doctor. No tardé mucho en despertar y sin embargo me sentía diferente, como si el viento de pronto no fuera tan pesado. Mis pulmones hinchados se fueron librando de la presión que ejercía la reacción alérgica y por un momento comprendí lo que estaba pasando en realidad. Pasaban las horas y yo no tenía idea de cuándo se daría mi salida de aquel espantoso lugar, me sentía sola, triste y aunque débil quería correr para no volver. Le tuve miedo, mucho miedo a las agujas y al frío de la noche con olor a medicamentos y enfermedad. De pronto me llegó un pensamiento aturdidor, ¿Quién me había llevado hasta la portezuela blanca de aquel lugar? Y mi mente vagó por los parques que debí atravesar inconsciente, por las calles, las autopistas. Sin embargo, no encontré a la persona indicada por el recuerdo inocente de una silueta que no reconocí con exactitud.

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Volvía a respirar con dificultad, pero esta vez no era por una presión particular, al parecer ya me podía ir a mi casa, donde se encontraba el animal infame que me había atacado con todo su arsenal. No quería volver, solo de pensar que allí me llevarían hacía que se me inundaran los ojos y empezara a temblar. Al llegar encontré la puerta bien cerrada, sentí alivio y pensé en ir a otro lugar, pero al retroceder sentí una presencia extraña, la divisé con el rabillo del ojo, palidecí y pensé que me caería cuando sentí la caricia suave de una pata de no más de diez centímetros de largo por mi cuello blanco. De un manotazo el ser voló por los aires y no supe dónde cayó, pues hacía ya dos segundos que me hallaba corriendo desesperada. De los árboles, de los faros de luz, de las puertas, de los jardines, de las terrazas, por todo lado estaban esas aterradoras y siniestras arañas que querían devorarme. La calle estaba desierta, pero a la vez repleta de ellas. Mi estómago se revolvía al compás de mis pisadas agitadas. Corría pero no avanzaba y sentí de pronto que mi corazón se detenía, mi boca se secaba y mis pies se entumecían. Era tarde, me tenían rodeada. La desesperación se tradujo en desesperanza y mis ojos vieron por última vez el cielo. En esta ocasión se me hizo más cercano. Caí de rodillas y desde lo alto vi cómo aquellos seres entraban por mi boca, por mi nariz, por mis oídos y se comían mis párpados. Algo me dijo que debía intentar respirar y como empujada por un gran resorte me levanté de la cama, sudando, temblando, llorando, con la respiración entrecortada y las manos entumecidas, blancas como la nieve. A las tres de la mañana me quité la ropa de cama y me metí a la ducha intentando pensar en otra cosa que no fuera aquella pesadilla horrible. Cuando volví a mi cama contemplé la ventana, el alfeizar sucio y la torpe araña miniatura que colgaba del bastón de la cortina. Y usted, querido lector ¿Está seguro de que sus pesadillas no tienen lugar en la realidad?

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LugareS |Yessenia Castañeda Rodríguez |

Hay lugares que aterran, que te hacen temblar, pero hay otros que te incitan a soñar. Hay lugares cálidos y húmedos que te hacen sentir libertad con el peculiar sonido de las olas y el azul intenso del mar. Hay lugares especiales que te llevan a recordar las mil y una cosas por las que solías suspirar; con un firmamento colmado de estrellas encuentras el lugar perfecto para naufragar en el eco de tus pensamientos y emociones quizá. Hay lugares que desinhiben y que te llevan al descontrol total, pero solo son un punto de escape, un momento de diversión, una experiencia más. Hay otros que saturan tus sentidos con armonía, paz y libertad, sobresale un hermoso brillo en tus ojos y con una bella sonrisa alcanzas la felicidad. Pero sin duda alguna el mejor lugar es el que se aloja en tu mente, abarrotado de colores, abstracciones y fantasías sin parar, que te hacen sentir la vida, soñarla y percibirla.

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PERSONALIDAD |Juan Pablo MarĂ­n Restrepo |

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Sin lugar a dudas |Diana Marcela Castro Farfán|

Me pides que defina el lugar y yo tendría que preguntar ¿Tu lugar? ¿Mi lugar?

El sitio que anhelo en tu mente el que ocupas en la mía el punto en que coincidimos la línea que nos separa

El lugar donde estuvimos en el que estamos o en el que esperamos estar

Cada una de las huellas lo vivido en el camino lo abstracto del recorrido o el destino esperado

Donde somos nosotros o donde tú no eres y yo no estoy donde yo espero donde tú estás Al que pertenecemos el que nos pertenece o en el que nos sentimos extraños donde somos ajenos. La fracción de espacio que ocupamos el universo con el que soñamos el escenario en el que nos exponemos o el rincón que nos hace invisibles

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El paisaje al otro lado de la ventana el sitio que tienes en mi vida la canción que transporta una frase trillada Las líneas impresas en estas páginas… Me preguntas por el lugar y yo te digo tu lugar está en mi corazón y mi lugar está contigo sin lugar a dudas aunque me ataquen todas ellas

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Una parte de mí | Juan Pedro Pablo|

Tu esencia es impenetrable como un secreto eres insondable, el aroma del roble de tu cuerpo seduce cada parte de mi cerebro. Eres esa gárgola que me acompaña cada noche. En un sueño te conocí y en la realidad en mis labios te encendí, implacable como las olas del océano me hiciste zarandear y en un azul fuego a la vida menoscabar. Mujer de cabellos ardientes, Barba Jacob te amo con la pasión de un zascandil. Tú y yo, rompiendo la doncellez, haciendo de las puritanas furcias por gusto.

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¡Oh! Contigo puedo ser eso que quiero. ¡Oh! A tu lado estoy completamente solo. ¡Oh! Tus besos me hacen pensar para existir. ¡Oh! Como me duele ser eso que siempre quise, ser nada. Para qué amar a Eva si te puedo tener…Lilith. Contigo conocí que no existe aquello de la probidad, Eres el humo de los dioses, la deidad del Superhombre. Me siento correcto, me siento hambriento, me siento completo, me siento inútil, me siento más leve… ¡Qué insoportable es la levedad del ser!

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Autores Silvia Juliana Rocha Dallos Candidata a Ph.D in Romance Languages and Literature. Certificate in Latin American Studies Washington University in Saint Louis silviajrocha@wustl.edu Hanz Quitián Delgado Historiador, Pontificia Universidad Javeriana. Candidato a Magister en Comunicación, Pontificia Universidad Javeriana. Profesor Instituto de Humanidades, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Profesor Departamento de Historia, Facultad de Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Javeriana. @juansquitina. Diego Higuera Licenciado en Español y Literatura Universidad Industrial de Santander. Magister en Literatura, Universidad de los Andes. Profesor de Habilidades Comunicativas, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Daniel Bonilla Psicólogo, Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Estudiante de Especialización Gerencia Social, Escuela Superior de Administración Pública- ESAP Jennifer Katischa Moreno Rojas Estudiante de 7° Semestre de Geografía, Universidad Nacional de Colombia. Deivis Cortés Realizador y Analista Audiovisual Profesor Universidad El Rosario Ronald Salazar Carreño Licenciado en Español y Literatura Universidad Industrial de Santander y Magíster en Literatura, Universidad de Los Andes. Profesor Instituto de Humanidades, Fundación Universitaria Konrad Lorenz.

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Felipe Clavijo Ospina. Abogado, Universidad Autónoma de Bucaramanga y Constitucionalista de la Universidad Nacional de Colombia. @Felibertino Diana Marcela Castro Farfán Politóloga, Universidad Nacional de Colombia. Sebastián Rodríguez Pineda Juan Pedro Pablo Estudiante de Psicología Fundación Universitaria Konrad Lorenz http://insatisfaccionemocional.blogspot.com/ Daniela Guevara. Estudiante de Psicología Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Juan Diego Hernández Chávez Estudiante de Psicología Fundación Universitaria Konrad Lorenz. http://mundosempiterno.tumblr.com/ Yessenia Castañeda Rodríguez. Estudiante de Psicología Fundación Universitaria Konrad Lorenz Lotus Salcedo Estudiante de Psicología Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Juan Pablo Marín Restrepo. Estudiante de Psicología, Universidad de San Buenaventura Cali. loquequierocontar.wordpress.com @juanpabmarin

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