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“Nunca ha habido una buena guerra ni una mala paz� Benjamin Franklin


Presidente Consejo Superior Sonia Fajardo Forero Vicepresidente Consejo Superior Luis Fernando Fajardo Forero Rectora Lina Uribe Correa

Directora Bárbara Skladowska Comité Editorial Juan Sebastián Aragón Hugo Fazio Genoveva Iriarte Luis Enrique Orozco Órinzon Alberto Perdomo Equipo Editorial Jhonattan Joshua Moreno Maria Esperanza Segura María Luisa Ramírez Lotus Salcedo Diseño y Diagramación Enrique González Edición y Publicación Instituto de Humanidades Fundación Universitaria Konrad Lorenz Fotografías Stock Exchange Edición Electrónica Hernando Rincón Medina Impresión Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas -JAVEGRAF-

Contacto Carrera 9 Bis No.62-43, Bogotá, Colombia Tel. 347 23 11 Ext.140 E-mail: suma.cultural@konradlorenz.edu.co ISSN 0124-1974

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Correo

Convocatoria No.22 (Julio / Diciembre de 2015) Queremos invitar a todos nuestros lectores e interesados a participar en el vigésimo segundo número de la revista con un trabajo original e inédito en las áreas de literatura, historia, filosofía, ciencia política, artes visuales, plásticas y escénicas, cine, música y culturas urbanas, entre otros. En esta ocasión el eje temático será El Amor.

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Fecha Límite de Entrega: 18 de Septiembre de 2015 Se reciben textos de acuerdo con las siguientes especificaciones: • Artículos con una extensión máxima de 5000 palabras. • Trabajos de creación literaria (poesía o narrativa). • Reseñas de música, cine y libros, con una extensión máxima de 1000 palabras. • Reportajes fotográficos, cómic, de entre dos y cuatro páginas tamaño carta. Las imágenes deberán estar en formato JPG y tener una resolución mínima de 300dpi. Se publicarán en blanco y negro. Este trabajo deberá llevar título y una breve introducción o pie de fotos. • Ilustraciones acordes con el eje temático de cada número, en formato JPG y 300 dpi. Los textos deben ser enviados al correo electrónico suma.cultural@konradlorenz.edu.co adjuntando nombre completo, teléfonos, correo electrónico, profesión y ocupación. La Revista no devolverá originales ni mantendrá correspondencia sobre los mismos. Para mayor información favor comunicarse al teléfono 347 23 11 Ext.140 en Bogotá, D.C. o escribir a: suma.cultural@konradlorenz.edu.co

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La Revista Suma Cultural registra con gusto el grado de Magister de nuestro Editor Jhonattan Joshua Moreno el pasado mes de marzo. La Universidad Nacional le otorgó el título de Magister en Hábitat. Felicitaciones y muchos éxitos! El pasado mes de febrero María Luisa Ramírez, colaboradora de la redacción, recibió su grado como Psicóloga en la Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Desde la Revista le deseamos muchos éxitos en su ejercicio profesional. En el mes de febrero nuestro colaborador Lotus Salcedo asistió al evento Espejismos – Evento de Convergencia entre Ciencias y Arte en la ciudad de Irapuato (México). Lo felicitamos pues es un paso importante para su vida profesional y personal.

12 El Grupo Laberintos del Instituto de Humanidades, quiere invitar a toda la comunidad universitaria a participar de los encuentros semanales alrededor de la cultura. Sus integrantes creen que no obstante la búsqueda social de rentabilidad y utilidad, ésta amplía horizontes y nos permite construirnos en tanto humanos. Para obtener más información pueden contactar a: María E. Segura Z.: mariae.seguraz@konradlorenz.edu.co

facebook.com/U.KONRADLORENZ

@ukonradlorenz

http://issuu.com/ukonradlorenz

12 El Instituto de Humanidades invita a la comunidad lectora a participar en el Taller de Escritura Creativa. Mayor información: Daniel Bonilla: escritura.creativa@konradlorenz.edu.co

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Contenido Correo 5 Convocatoria 5 Contenido 6 Autores 8 Editorial 9 Miradas 10 ¿Es posible hablar de paz entre barras bravas? Liliana Cristiano Carlos Florez La paz disímil Ronald Salazar Carreño El cuerpo de la ciudad Jenny Cubillos Díaz

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Revista SUMA CULTURAL Enero / Junio de 2015 Número 21 Instituto de Humanidades Fundación Universitaria Konrad Lorenz Bogotá, D.C., Cra 9 Bis No.62-43 Teléfono 347 23 11 Ext. 140 suma.cultural@konradlorenz.edu.co

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Anaquel 26 La literatura como posibilidad de inclusión Oskar Gutiérrez Garay

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La paz: entre utopías, prejuicios y realidades Adriana Vera

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Releer 48 Lejos en el tiempo y la distancia María E. Segura

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Fotodiario 56 Angela Rojas

Letras Libres 62 Pacifismo colombiano Karonlains Alarcón Forero

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Mi historia patria Tiberio Andres Liz Motta

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El errante 74 Fabián Ernesto Wilches Sierra Un pequeño vuelo Silvia Sierra

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Creo en el amor que muere Luz Amparo Carranza G.

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Autores Oskar Gutiérrez Garay Candidato a Doctor en Pensamiento Complejo. Multiversidad Mundo Real México y Universidad de California Estados Unidos. Docente de Psicología y del curso de Literatura y Psicología Con-verso Diverso. Líder del semillero de investigación de Psicología educativa. Universidad de Cundinamarca oskargutierrez@gmail.com @OskarKanter

Jenny Cubillos Díaz Estudiante de Psicología. Fundación Universitaria Konrad Lorenz www.flickr.com/photos/jekacubllos Jekacubillos@gmail.com

Adriana Vera Estudiante Maestría en Políticas Públicas. Universidad Nacional de Colombia. Docente Universidad Central. averaa@ucentral.edu.co

Karonlains Alarcon Forero Antropóloga. Universidad Nacional de Colombia. karonlains@gmail.com http://estelaonirica.blogspot.com

Ronald Salazar Carreño Magíster en Literatura. Universidad de los Andes. Docente del Instituto de Humanidades. Fundación Universitaria Konrad Lorenz. roosalazar1@gmail.com

Fabián Ernesto Wilches Sierra Estudiante de Psicología. Fundación Universitaria Konrad Lorenz. k-roloco@hotmail.com

Liliana Cristiano Psicóloga. Fundación Universitaria Konrad Lorenz Estudiante Maestría en Psicología Clínica Pontificia Universidad Javeriana liliancb16@gmail.com Carlos Flórez Psicólogo. Fundación Universitaria Konrad Lorenz cafr90@gmail.com @CarlosFR90

Tiberio Andrés Liz Motta Licenciado en Matemáticas y Física. Universidad de los Llanos liz2091@gmail.com @liz2091

Silvia Sierra Psicóloga. Fundación Universitaria Konrad Lorenz. silvia.sierraa@gmail.com Luz Amparo Carranza G. Magister en Lógica y Filosofía de la Ciencia. Universidad de Salamanca España. Docente Facultad de Matemáticas e Ingeniería. Fundación Universitaria Konrad Lorenz amparocarranza@hotmail.com Angela Rojas Estudiante de psicología. Fundación Universitaria Konrad Lorenz angerojas96@gmail.com @monarojasc (Instagram)

Suma Cultural es una publicación dedicada a la difusión y al debate de las nuevas significaciones culturales que intervienen en la configuración del mundo de hoy. La revista pretende ampliar horizontes de lectura de los diferentes campos del Arte y las Humanidades y ser un puente que aligere los tránsitos de ideas entre la escena universitaria y el campo público de la intervención cultural. Sus propósitos fundamentales son: acrecentar saberes, socializar experiencias e impulsar la creación literaria y periodística; pero sobre todo construir escenarios de contraste de las diferentes visiones de temas culturales prioritarios en la sociedad contemporánea para promover el debate y la reflexión crítica. Las opiniones expresadas en la revista son responsabilidad exclusiva de sus autores. Los artículos podrán ser reproducidos siempre y cuando se cite la fuente correspondiente. Aclaramos a la comunidad lectora que la información consignada en las barras laterales de los artículos cuando no son parte del texto o están referenciadas son tomadas de Wikipedia.org

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Editorial Esta es la conducta que debe observar un príncipe prudente: no permanecer inactivo nunca en los tiempos de paz, sino, por el contrario, hacer acopio de enseñanzas para valerse de ellas en la adversidad, a fin de que, si la fortuna cambia, lo halle preparado... El príncipe. Nicolás de Maquiavelo

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ablar de Paz implica trascender lo contemporáneo, para buscar su rastro es necesario comprenderla como un fenómeno de múltiple temporalidad que siempre demanda ser pensado para cada espacio y tiempo en el que se vive, su consecución y sostenibilidad requieren de una revalidación constante de quienes creen en ella y la hacen práctica de vida, sea cual sea la forma en que haya sido comprendida. Características que hacen su obtención tan compleja, dado que son los sujetos quienes en la comprensión de su mundo la piensan y la consideran como algo relevante o no en sus vidas, ¿Cómo pensarla, si no se la conoce? Para conocerla y saber de ella existen tantos caminos como definiciones se han hecho; están las perspectivas religiosas generalmente vinculadas a un acto de fe que requiere creer más allá de los sentidos y la razón; cerca de allí se encuentran las miradas más filosóficas que demandan una fuerte introspección y reflexión sobre la vida en general; junto a éstas hay otra, una que les ha sido fundamental, la literaria, cuyos registros siempre dejan al sujeto en la posibilidad de creer o no en las palabras, metáforas, reflexiones, propagandas e imágenes allí dispuestas; en cualquier caso, sea por donde sea que se emprenda el camino para buscar la respuesta, la lección es que dejará muchas dudas que sólo de manera subjetiva se responderán. En consecuencia existen múltiples perspectivas globales sobre la paz, cada una acorde a su contexto, en ocasiones como realidad, en otras como posibilidad y en otras como tragedia griega por supuesto. Sin embargo parece ser que un eje fundamental cualquiera sea el escenario es la necesidad de entender y respetar la diferencia, una especie de condición sine qua non para lograrla; en tanto pensarla como un estado único, absoluto, cerrado e inamovible, contrario a ser la solución, resulta más bien el germen de su desaparición, pues dicha postura implica una imposición tan radical y totalitaria que haría de su consecución una utopía más de nuestro tiempo. En esa medida, la comprensión de este fenómeno nos muestra una serie de categorías que adquieren relevancia en este escenario, a saber: la memoria como una especie de registro histórico con un alto carácter subjetivo y siempre cargado de emocionalidades, no por ello prescindibles; el perdón en tanto posibilidad de cierre de muchas discusiones y pago de deudas con la historia, así como la generación de nuevos escenarios hacia el futuro; la prevalencia de la vida a manera de eje rector de la condición humana en su conjunto y el amor como el motor dinámico de todas los anteriores. En conclusión, pensar, reflexionar y hacer la paz, es un ejercicio bastante complejo, requiere siempre de la comprensión del tiempo que se vive, se vivió y el que se desea vivir, supone también la capacidad de escucha y comprensión de diversas posturas, incluso de las radicalmente opuestas a fin de construir escenarios que les permitan al menos dialogar. En ese sentido y con un firme convencimiento de la cultura como uno de los vehículos necesarios para lograrla, agradecemos a todos los participantes de esta convocatoria y de manera particular a nuestros colaboradores el haber compartido esta iniciativa de la revista, esperamos que nuestra comunidad lectora se apropie, comente, critique y nos deje conocer sus valiosas reflexiones frente a este número sobre LA PAZ que dejamos a la sociedad de nuestro tiempo.

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Nicolás Maquiavelo (en italiano Niccolò di Bernardo dei Machiavelli) (Florencia, 3 de mayo de 1469 - ib., 21 de junio de 1527) diplomático, funcionario público, filósofo político y escritor italiano. Fue asimismo una figura relevante del Renacimiento italiano. En 1513 escribió su tratado de doctrina política titulado El príncipe, publicado póstumo en 1531 en Roma.

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Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso... yo no sĂŠ quĂŠ te diera por un beso. Gustavo Adolfo BĂŠcquer


Miradas

¿Es posible hablar de paz entre barras bravas?

La paz disímil

El cuerpo de la ciudad

Liliana Cristiano Carlos Florez

Ronald Salazar Carreño

Jenny Cubillos Díaz

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Miradas / ¿Es posible hablar de paz entre barras bravas?

¿Es posible hablar de paz

entre barras bravas?

La mayoría de las personas al escuchar el nombre “barras bravas” inmediatamente lo relacionan o piensan en violencia, drogas, asesinatos, riñas, entre otras.

Texto: Liliana Cristiano Carlos Florez

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Miradas / ¿Es posible hablar de paz entre barras bravas?

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a mayoría de las personas al escuchar el nombre “barras bravas” inmediatamente lo relacionan o piensan en violencia, drogas, asesinatos, riñas, entre otras. No obstante, existe un grupo de barras futboleras que tienen un pacto entre sí, y en los partidos de sus equipos, cuando juegan de visitantes se ayudan mutuamente y se respetan, independiente del resultado del partido. ¿Pero cómo, en dónde, cuáles equipos? Si bien es difícil creer que ocurran estas situaciones, debido a la impresión negativa que se ha tenido de estos jóvenes, es relevante aclarar, que dicha imagen se ha establecido al generalizar las acciones de un grupo de seguidores que lamentablemente han cometido actos violentos en contra de otros hinchas, dejando la percepción que quienes pertenecen a estas barras futboleras son personas agresivas. Sin embargo, la mayoría de estos jóvenes asisten a un estadio simplemente para apoyar a su equipo, expresar miles de sensaciones que les genera ver a los jugadores, estar en la cancha, ser parte de la alegría al lograr un triunfo de su equipo y apoyarlo en una derrota. Desde nuestra experiencia durante los partidos de fútbol, podemos expresar lo que vive un seguidor, a través de la siguiente prosa: “la fiesta y el carnaval colorido que se vive fuera y dentro del estadio, hace que el corazón rebote como el parche del bombo, que marca el ritmo de nuestros cantos agonizantes para defender nuestra camiseta y vivir esa emoción indescriptible de compartir el carnaval de nuestro equipo con el contraste de colores del equipo rival, haciéndonos saltar durante el transcurso del partido”. Sin embargo, se podría pensar que dicho reporte da cuenta de la dificultad para manejar sus emociones y que por vivir todas esas sensaciones, pueden llegar a cometer daño a otras personas.

Pero desde una perspectiva de la neuropsicología, se propone que esas reacciones fisiológicas de los hinchas, en este caso particular, dan cuenta que todos nosotros liberamos adrenalina; por lo cual sentimos aceleración del ritmo cardiaco, temblor en las extremidades del cuerpo, lo que nos ocasiona acciones como gritar, saltar, cantar, llorar, entre otras1. Cuando no tenemos el suficiente agrado por este tipo de eventos o por desconocimiento de lo que ocurre en nuestro cuerpo, empezamos a catalogar a las personas de una forma errónea. Pero ya teniendo el conocimiento de lo que ocurre a nivel fisiológico, podremos entender por qué los jóvenes que asisten a los estadios se comportan de esa forma; exceptuando los comportamientos hostiles que algunos de ellos realizan. Hemos delimitado algunas características de la mayoría de los jóvenes que sienten “pasión” por sus equipos y cada ocho días asisten al estadio a vivir una experiencia agradable y acompañar a su equipo. Al igual que ellos, la mayoría de personas disfrutan de diversas actividades como: ir a conciertos, presentaciones teatrales, practicar un deporte, entre otras. En estas actividades, se pueden sentir las emociones descritas anteriormente. Si partimos del hecho que esas sensaciones las experimentan todas las personas –con diferente nivel de activación- y que pueden presentarse en diversas actividades, ¿podríamos catalogar a aquellos jóvenes que cantan, gritan y apoyan a sus equipos, como personas violentas? o vamos más allá de las simples especulaciones y nos detenemos a observar todas las actividades que realizan para cambiar la imagen negativa que la mayoría de las personas tienen de ellos. Entonces, ¿se puede hablar de paz entre barras futboleras? Para ir respondiendo a esta pregunta,

“la fiesta y el carnaval colorido que se vive fuera y dentro del estadio, hace que el corazón rebote como el parche del bombo, que marca el ritmo de nuestros cantos agonizantes para defender nuestra camiseta y vivir esa emoción indescriptible de compartir el carnaval de nuestro equipo con el contraste de colores del equipo rival, haciéndonos saltar durante el transcurso del partido”


Miradas / ¿Es posible hablar de paz entre barras bravas?

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de tal forma que los adolescentes que tengan buenos productos, obtienen incentivos económicos y a su vez pueden ser publicados3. En la ciudad de Cali, los líderes del Frente Radical Verdiblanco (FRV) y el Barón Rojo Sur (BRS) dieron a conocer algunas iniciativas llevadas a cabo en la ciudad. El líder del FRV, afirma que han realizado proyectos sociales, tales como: llevar implementos de aseo a los prisioneros de la cárcel de Villahermosa y recolectar 10 mil tapas para financiar las terapias para niños con cáncer. Así, este líder pretende demostrar la otra cara del barrismo, no solo a través de las obras sociales sino también de las dotes artísticas de algunos de sus integrantes, quienes se encargan de pintar los “trapos” para los partidos del

En la tarde del segundo día noviembre de 2008, en los alrededores del estadio Hernán Ramírez Villegas, los aficionados del Deportivo Pereira quedaron sorprendidos cuando observaron que en las zonas verdes que rodean al escenario deportivo, los integrantes de Lobo Sur (barristas del Deportivo Pereira) preparaban un sancocho comunitario para los aficionados de Santa Fe, es decir la barra futbolera denominada Guardia AlbiRoja Sur (GARS)

Enrique González Ayerbe - Archivo personal

mostraremos diversas actividades que han venido realizando estos jóvenes, describiendo el objetivo planteado en estos eventos y los resultados obtenidos. Por ejemplo, en la tarde del segundo día noviembre de 2008, en los alrededores del estadio Hernán Ramírez Villegas, los aficionados del Deportivo Pereira quedaron sorprendidos cuando observaron que en las zonas verdes que rodean al escenario deportivo, los integrantes de Lobo Sur (barristas del Deportivo Pereira) preparaban un sancocho comunitario para los aficionados de Santa Fe, es decir la barra futbolera denominada Guardia Albi-Roja Sur (GARS), que llegaban desde Bogotá a ver el partido. Este evento se llamó “sancocho por la paz”, y consistió en la consolidación de la hermandad entre estas dos barras que compartieron experiencias antes del encuentro entre el Deportivo Pereira y Santa Fe. Lo anterior demuestra que la convivencia entre dos barras futboleras es posible y nosotros como sociedad podemos hacer que estos nexos se den con otras barras, empezando con el respeto hacia otros equipos2. También, los integrantes de las barras más reconocidas de la ciudad de Medellín, Rexixtenxia Norte (RXN) y Los Del Sur (LDS), han realizado eventos en los cuales se promueve la convivencia entre la ciudadanía, con diversos proyectos musicales, culturales, deportivos y ayuda a las personas más necesitadas. Los proyectos musicales han sido dirigidos por los líderes de la RXN, con el fin de capacitar a los integrantes que hacen parte de la murga (aquellas personas que tocan los instrumentos musicales), para que puedan crear bandas musicales externas a la barra. Por otra parte, los integrantes de LDS, incentivan a los adolescentes para que realicen diversos trabajos relacionados con la literatura y el arte,

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Miradas / ¿Es posible hablar de paz entre barras bravas?

equipo. Él afirma: “...preferimos que se nos identifique, por ejemplo como un colectivo social. Sería bueno que la gente conociera el tema de los artistas que pintan los trapos, que se mire más allá, pero solo se quedan con la noticia. Si nos preguntan adentro contestamos con la verdad”4. Por otro lado, el líder de la barra BRS, afirma que ha tenido vínculos con la Alcaldía de Cali para pintar algunos murales de la ciudad y embellecerlos, con el fin de brindar una buena imagen para los juegos mundiales de 2013. También, dicha entidad estatal ha capacitado a varios integrantes de la barra como mediadores durante un conflicto y ha puesto en marcha unas campañas de alimentación para las

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familias desplazadas por la violencia que se encuentran alojadas en la capital vallecaucana; en esta iniciativa han entregado 360 mercados para igual número de familias 4. En Bogotá, integrantes de las barras futboleras de Santa Fe, Millonarios y Atlético Nacional, propusieron un proyecto para embellecer algunos parques de la localidad de Antonio Nariño. Esto con el fin de mostrar un símbolo de convivencia pacífica en dicha localidad 5. Estos jóvenes también hacen parte de la esfera política, tal es el caso de un integrante de la GARS, quien se desempeña como funcionario de la Alcaldía de Bogotá. Algunos expertos de proyectos con esta población, lo han

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Miradas / ¿Es posible hablar de paz entre barras bravas?

descrito como un miembro positivo que trabaja para erradicar la violencia dentro y fuera de las canchas. Una situación similar pasó con un miembro del Holocausto Norte, del Once Caldas, quien fue elegido como concejal de Manizales 6. Estas son unas de tantas manifestaciones de paz entre “barras bravas” que se muestran como ejemplo de convivencia entre ellas, las cuales han sido documentadas por diversos medios de comunicación. Con estas experiencias, podríamos indicar que estos jóvenes están intentando cambiar la imagen que la comunidad tiene de ellos como “agresivos” y que las personas tengan conocimiento de las acciones que realizan para lograr una convivencia entre barras futboleras. Se evidencia que este grupo de jóvenes se une con un objetivo común: apoyar a su equipo, y a su vez, realizar labores sociales con el propósito de que las personas cambien la imagen que tienen de ellos y puedan conocer las labores sociales que realizan. Estas actividades han tenido un impacto sobre la comunidad, quienes se han beneficiado de la ardua labor que llevan a cabo los barristas de distintos equipos; mostrando que para promover la paz es importante crear una iniciativa y ponerla en marcha. De esta manera, podemos encontrar a grupos de jóvenes, específicamente miembros de las barras futboleras, interesados en la construcción y práctica de la “paz”. Este término se podría definir como un monosílabo que genera un impacto incalculable en las personas para adherirse a una pequeña esperanza de vida, en una sociedad en la que se puedan ejercer nuestros derechos libremente para vivir en armonía y cooperación con las personas que se encuentran a nuestro alrededor. Algunos creen que la paz es la

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culminación de un conflicto armado, otros creen que es la inversión en programas sociales, o sencillamente la derrota militar del adversario. Éstas son algunas de tantas opiniones de las personas cuando discuten sobre el tema de la paz en Colombia. Sin embargo, podemos afirmar que la paz se practica en la cotidianidad y es una responsabilidad de nosotros como ciudadanos. En este orden de ideas, los hechos que ha mostrado el barrismo social son una moraleja y un punto álgido para cuestionar nuestra forma de interactuar con aquellos que nos rodean, y que el perdón no se resume en unos acuerdos planteados en un papel, dado que este quedará en un archivo y volverá a salir a la luz cuando uno de ellos se haya roto. Por el contrario, este momento de perdón se va construyendo en el día a día, cuando nuestros acuerdos trascienden un papel y se convierten en acciones que generan y permiten llevar un mensaje de convivencia a muchas esferas sociales. No es necesario tener prestigio, dinero o títulos académicos para empezar a realizar esas acciones, porque el simple hecho de que un grupo de barristas reciba a los visitantes con un sancocho, es un símbolo de solidaridad y sirve como punto de referencia para llevarlo a cabo en nuestra cotidianidad. Con esto se demuestra también, que la paz no solo se practica con nuestros amigos sino con aquellos que piensan, sienten y actúan diferente a nosotros. Así, con los casos que hemos expuesto en este documento, creemos que tales actividades y propuestas son evidencia de que los integrantes de barras futboleras aceptaron ese proceso de reconciliación y convivencia para aportar la paz en nuestro país. Si ellos fueron capaces de dar ese paso ¿nosotros estaríamos dispuestos a hacerlo en nuestras propias vidas?

El fútbol o futbol (del inglés británico football), también conocido como balompié, es un deporte de equipo jugado entre dos conjuntos de once jugadores cada uno y algunos árbitros que se ocupan de que las normas se cumplan correctamente. Es ampliamente considerado el deporte más popular del mundo, pues lo practican unos 270 millones de personas.

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Referencias 1. Curtis, H., & Barnes, S. (2000). Biología. Buenos Aires, Argentina: Médica Panamericana. 2. Domínguez, L. F. (4 de Noviembre de 2008). Sancocho de la paz: Una comida sirvió para unir a las barras de Deportivo Pereira e Independiente Santa Fe. Obtenido de ESPN: http:// espndeportes.espn.go.com/ news/story?id=743082 3. Ortiz, J., Perea, J., Úsuga, C., González, B., Madrid, J., & Álvarez, J. (16 de Abril de 2013). Las barras van más allá de las tribunas. Obtenido de De la Urbe: http://delaurbe.udea.edu. co/2013/04/16/las-barras-vanmas-alla-de-las-tribunas/ 4. Redacción ADN. (4 de Octubre de 2013). Frente Radical Verdiblanco y Barón Rojo Sur: la cara social. Obtenido de Diario ADN: http://diarioadn. co/deportes/f%C3%BAtbol/ barras-bravas-en-colombiala-cara-social-del-frente-y-elbar%C3%B3n-1.79763 5. Alcaldía Mayor de Bogotá. (17 de Marzo de 2014). Barras bravas de fútbol se unen para embellecer los parques de Antonio Nariño. Obtenido de Bogota.gov.co: http://www.bogota.gov.co/ localidades/antonio%20narino/ barras%20bravas%20de%20 futbol%20se%20unen 6. Botero, M. (3 de Octubre de 2008). Barras Bravas ¿o no tanto? Obtenido de Revista Semana: http://www.semana. com/on-line/articulo/barrasbravas-o-no-tanto/95763-3


Miradas / La paz disímil

La paz disímil

Agradable es el ambiente de la mañana, dulces sus labores y los primeros cánticos de las aves; hermoso el sol cuando en este amenísimo jardín derrama sus orientales destellos sobre el césped, los árboles, los frutos y las flores esmaltadas por el rocío; exhala aromas la tierra, fecundada por mansas lloviznas, y es encantadora la paz de la tarde, como el silencio de la noche en que sólo se oye la voz solemne de su cantor, y como la belleza de la luna y todas esas esmeraldas del cielo que forman su luminosa corte. (Milton)

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a paz es un estado, una condición y un anhelo al que todo ser humano, creería yo, aspira a llegar. La paz ha sido, desde siempre, esquiva para muchos, y por el contrario, afable para otros. En estos días de guerra, por lo menos en nuestro país, la paz se ha robado el protagonismo y la atención de los medios, de la gente y de los directamente involucrados en el intento de su consecución. Cuando aparece por ahí el término en cuestión genera una serie de inquietudes dependiendo de su escudero, vigía o situación. Cada quien presenta su propio punto de vista. Habrá algunos que ni siquiera se han puesto a pensar en su paz, es decir, en lo que consideran por paz; y otros, simplemente, no están de acuerdo con lo que otros argumentan. Sin embargo, en este texto nos arriesgaremos a ilustrar, 18

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Texto: Ronald Salazar Carreño

someramente, una y varias imágenes, que aparecen dentro del común imaginario de las personas y que se relacionan de muchas formas con el término y sobretodo con el sentido de tan abstracta, importante y añorada condición. En su rostro se dibujaba una sonrisa, y era evidente que no habían llegado pesadillas a perturbar la paz de su mente. (Stoker) La paz tiene un sinnúmero de significados, referencias y momentos. Hay paz en diferentes colores, situaciones y términos. Hay paz de un mismo color pero con un tono más oscuro o claro que otro, como también de colores disimiles y con los mismos tonos. Hay paz en los sueños y en la realidad, en los planes, en las metas

Abraham “Bram” Stoker (Clontarf, 8 de noviembre de 1847 - Londres, 20 de abril de 1912) fue un novelista y escritor irlandés, conocido por su novela Drácula (1897).

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Miradas / La paz disímil

y en los deseos, o simplemente hay paz en el descanso, como sea que se tome el término. Por ejemplo, al pensar en paz, a mucha gente le viene a la cabeza la imagen de un paisaje muy tranquilo, una playa virgen, un bosque profundo y callado, la caricia del aire en la cara y el bailar de los cabellos entre los dedos de la brisa. Pero, ¿será igual la paz que nos imaginamos a la que sentimos o añoramos? Por más que me he empeñado, no he conseguido destruir lo que se enfrenta a la Nada, el Algo, este mundo tan tosco. A pesar de las olas, las tormentas, los terremotos y los incendios, al final se quedan en paz el mar y la tierra. (Goethe) La paz, curiosamente, parece estar revestida por diferentes máscaras. Para algunos, es igual a sentir o dibujar una sonrisa en la cara, respirar profundo y pensar en nada; también, la paz es una tarea cumplida, el botón de una flor a punto de florecer, y el mismo ya florecido; una hoja de pasto al renacer y una ola nueva que acaricia la playa cada vez. Para muchos otros, la paz, igualmente, está en los ojos de una mirada, en un regaño superado y una necesidad, cualquiera que sea, suplida; y asimismo, oír una bonita canción de un cantante sin buena voz. La paz no es solamente olvidarse de la idea de que alguien me atacará por las armas, o que por alguna razón mi vida corre peligro; es también olvidarse de todo, y por qué no, morir en paz. Dios proclama la paz, y ellos viven, no obstante, dominados por el odio y la enemistad y en perpetua lucha; se mueven crueles guerras y devastan la tierra para destruirse unos a otros, como si no tuvieran, y en esto deberían cifrar su unión, sobrados enemigos en el infierno que día y noche conspiran para su ruina. (Milton) A estas alturas, es importante Enero - Junio de 2015

resaltar que muchos piensan que la paz se ve siempre ligada a situaciones bélicas, específica y supuestamente, al estado posterior a dicha situación; tal como sucede en el contexto de nuestro país que, desde hace varios años, busca una escurridiza, añorada y alebrestada paz. Aquí, el término, objeto de esta disertación, presenta un significado ligado netamente con la “No guerra”, en donde se busca un equilibrio entre diferentes grupos que han estado en contraposición y desacuerdo en cuanto a ideologías, creencias y políticas, diferencias que tratan de solucionar por medio de las armas y de la violencia. Pero pronunciad una palabra y terminará todo; y la paz sucederá a la guerra, la alegría a las lágrimas, la felicidad a las calamidades. (Dumas) Sin duda alguna, esta paz es sumamente importante, pero, ¿es posible hablar de un estado de paz en la post guerra con tantos años de conflicto y con tantos involucrados en este tema?, o ¿se podría pensar en que con la finalización de la guerra las víctimas encontrarán un estado de paz? La respuesta a estas preguntas dibuja un panorama oscuro, brumoso y real, nunca desalentador ni pesimista; y busca que en la reflexión e Historia se encuentre el mejor camino para resarcir los errores y así poder cultivar la paz. Sería utópico pensar que esta generación, o las generaciones que han vivido la guerra pasen de un estado bélico a una paz inmediata; pero sí se puede pensar y añorar que las generaciones venideras tengan, por lo menos en este país, un futuro más tranquilo y prometedor, en comparación con el vivido por miles de víctimas del conflicto armado colombiano en los últimos 70 años. Yo ya no estoy pa criar muchachos; con haberte criado a ti y a tu hermana, que en paz descanse, con eso tuve de sobra (Rulfo)

Johann Wolfgang von Goethe (Fráncfort del Meno, Hesse, 28 de agosto de 1749-Weimar, Turingia, 22 de marzo de 1832). Poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán que ayudó a fundar el romanticismo, movimiento al que influenció profundamente. En palabras de George Eliot fue «el más grande hombre de letras alemán... y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra». Su obra abarca géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso controvertidos tratados científicos, dejó una profunda huella en importantes escritores, compositores, pensadores y artistas posteriores

Alexandre Dumas (Villers-Cotterêts, 24 de julio de 1802-Puys, cerca de Dieppe, 5 de diciembre de 1870), conocido en los países hispanohablantes como Alejandro Dumas, fue un novelista y dramaturgo francés.

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Miradas / La paz disímil

Ahora bien, un punto que sería imperdonable olvidar tiene que ver con el momento temido para muchos e inevitable para todos: la muerte. ¿Por qué siempre se desea al muerto que descanse en paz?, ¿será por la idea de tormento que nos ha instaurado la tradición cultural sobre el infierno, Dios y Demonio, y creemos que el difunto ha sido un tirano en vida y puede que vaya a pagar todos sus pecados a la hora de morir? Mas hay también ¡Oh Tierra! Un día… un día… un día en que levamos anclas para jamás volver; un día en que discurren vientos ineluctables… Un día en que ya nadie nos puede retener. (Barba Jacob) Para algunos, la muerte es el fin de todo. Se descansa en paz porque se desocupa el mundo y se le abre espacio a nuevos seres, mejores o peores, en todo sentido, que el que se va. Nos olvidamos de las preocupaciones, de los trabajos, de las clases, de la política, de la corrupción, de la misma guerra, y hasta de nosotros mismos. Es el estado perfecto, la mente en blanco. Para otros, la paz es una fase de transición a otro espacio o dimensión. Se descansa en paz porque en este punto, 20

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el “ser humano” tiene la oportunidad de pasar a una mejor etapa o a una mejor vida. ¡Vaya uno a saber! Lo que sí sabemos es que el muerto para los vivos está en paz, aun con el cuento de los fantasmas y de las almas en pena, otro tema por aclarar. Pero dejar de pensar, de respirar y de incomodar a los demás genera paz. Los vecinos se asustaban con los gritos que despertaban a todo el barrio hasta ocho veces en una noche, y hasta tres veces en la siesta, y rogaban que una pasión tan desaforada no fuera a perturbar la paz de los muertos. (Gabo) En conclusión, la paz no es solo una, esta puede ser de muchas maneras, dependiendo de la mirada: la paz para el subversivo es diferente a la paz del campesino que vive la guerra, como es diferente para las personas que ven el “espectáculo” desde la barrera. No es lo mismo descansar en paz que vivir en paz, ni sentir paz a creer en la paz. En fin, este tema, de suma importancia para todos en estos días, debería captar nuestra atención y hacernos reflexionar para de alguna manera llegar a un acuerdo, no digo que fácil, y así, aunque disímil, todos poder encontrar la paz que deseamos.

Juan Rulfo (Apulco, Jalisco, 16 de mayo de 1917 Ciudad de México, 7 de enero de 1986). Escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la generación del 52. La reputación de Rulfo se asienta en dos pequeños libros: El Llano en llamas, compuesto de diecisiete pequeños relatos y publicado en 1953 y la novela Pedro Páramo publicada en 1955.

Porfirio Barba Jacob (Santa Rosa de Osos, 29 de julio de 1883 - Ciudad de México, 14 de enero de 1942). Seudónimo del poeta colombiano Miguel Ángel Osorio Benítez.

Gabriel García Márquez (Aracataca, 6 de marzo de 1927nota 1 -México, D. F., 17 de abril de 20142 ), escritor, novelista, cuentista, guionista, editor y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura.

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Miradas / El cuerpo de la ciudad

El cuerpo

de la ciudad

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”. José Saramago en Cuadernos de Lanzarote.

E

l cuerpo de una ciudad (si así se le puede llamar), es evidente no sólo en la arquitectura, el espacio público, las grandes avenidas y los sitios turísticos en los que tal vez siempre nos fijamos a la hora de pensarla. Reflexionar actualmente sobre la ciudad implica observarla más allá de sus formas físicas, para empezar a leerla entonces como cuerpo diverso, como sentimientos, alma y memoria. El recuerdo de una ciudad se inscribe en cada uno de sus habitantes, especialmente en quienes no sólo vagan por sus calles, sino que logran verla desde su complejidad. Es así entonces, como cada lugar por el cual transitamos en la vida representa esa memoria urbana construida alrededor de diferentes tipos de sucesos que hacen de ese lugar lo que es ahora, cada espacio

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de una ciudad aparece a los ojos del transeúnte para contar su historia, y considero importante aprender a conocer esos relatos, extraerlos del espacio para llevarlos a la fotografía, que es mi modo de escribir dichos momentos. Esta es una pequeña muestra visual de lo que Santiago de Chile supo mostrarme desde la voz de sus calles; las inmortales historias que habitan en diversos espacios sobre cómo se vivió la dictadura de Augusto Pinochet durante las últimas décadas del siglo XX y la manera en la que durante los años que llegaron tras la caída del gobierno militar se ha hecho necesario generar estos procesos de construcción de memoria en la ciudad como espacio histórico con el fin de crear procesos de duelo, reconocimiento de las víctimas y dinámicas culturales que invitan a la paz.

Texto: Jenny Cubillos Díaz

Salvador Allende fue Presidente de Chile entre el 3 de noviembre de 1970 y el día de su muerte, 11 de septiembre de 1973. Su gobierno terminó por golpe de Estado el 11 de septiembre de 1973, luego de que el Palacio de La Moneda fuese atacado por aviones y tanques. Tras el fin de su gobierno sobrevino una dictadura militar encabezada por el general Augusto Pinochet, que duró dieciséis años y medio.

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Miradas / El cuerpo de la ciudad

Foto 1

Foto 2

Foto 1: Museo de memoria y los derechos humanos: Construido en 2010, es un espacio que nos permite conocer el proceso de la dictadura, las violaciones a los derechos humanos, los testimonios de las víctimas y de sus familias para así reconocer esta época tan difícil para la sociedad chilena. Una frase que encontré allí y que tal vez recoge el espíritu de este lugar es: “para nunca más vivido, para nunca más negado”.

Fotos 2 y 3: Londres 38 o casa de la risa: lugar de tortura y asesinato de la Dirección de Inteligencia Nacional - DINA durante la dictadura militar. Hasta donde se conoce allí desaparecieron o fueron ejecutadas alrededor de 216 personas, de las cuales solo han sido identificadas 96, la mayoría de victimas no pasaban los 30 años; 13 de ellas eran mujeres de las cuales dos se encontraban en embarazo. Actualmente existen placas conmemorativas a lo largo de la calle que detallan el nombre y edad de las víctimas de este lugar, relatando los pasos de esta historia difícil pero necesaria de contar.

Foto 3

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Miradas / El cuerpo de la ciudad

Foto 4: Palacio de la Moneda: No podía faltar el lugar donde todo comenzó, allí se dio el golpe de Estado a Salvador Allende, en este lugar inició el gobierno militar que duró 17 años y del cual sus irregularidades y violaciones a los derechos fundamentales hoy en día (25 años después) no se han terminado de esclarecer. A pesar de ser destruido y reconstruido, el palacio sigue contando ese 11de septiembre de 1973.

Foto 4

Para finalizar, podría decir que cada ciudad configura su propia forma narrativa: es decir su propia manera de contar, que en algunos casos resulta mucho más evidente en unas ciudades que en otras. Son herramientas de narración capaces de generar impacto o ser muestras sutiles de la historia, esto depende tal vez del contexto social y político que corresponde a cada lugar; de todas formas la ciudad siempre cuenta, y en su voz, que cobra vida en las historias, fotografías, edificios o la música se habla de aquello (lo bueno y lo malo) que vale la pena recordar para cada sociedad. Todas estas voces de la ciudad crean impresiones y miradas diversas, tanto en las personas que las habitan como en los visitantes que llegan, que viajan con sus maletas vacías pero que regresan con éstas llenas de recuerdos y experiencias que contar. Santiago de Chile es la capital de Chile y principal núcleo urbano del país. Se posiciona habitualmente como una ciudad líder en América Latina en una serie de factores sociales, económicos y ambientales. Es ampliamente considerada la mejor ciudad para hacer negocios de América Latina así como la quinta con mejor calidad de vida, (la tercera de Sudamérica y la 90.ª del mundo); la quinta más segura (la tercera sudamericana y la 107.ª mundial). Centro Financiero de Santiago. Víctor San Martín

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“Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.” Proverbio hindú


Anaquel

La literatura como posibilidad de inclusión

La paz: entre utopías, prejuicios y realidades

Oskar Gutiérrez Garay

Adriana Vera

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Anaquel / La literatura como posibilidad de inclusión

La literatura como posibilidad de inclusión El poder de la memoria y el testimonio en Si esto es un hombre, El libro de los susurros, La ceiba de la memoria y La escritura o la vida.

Primo Levi (Turín, julio de 1919 - ibídem, abril de 1987). Escritor italiano de origen judío sefardí, autor de memorias, relatos, poemas y novelas. Fue un resistente antifascista, superviviente del Holocausto. Conocido sobre todo por las obras que dedicó a dar testimonio sobre dicho Holocausto, particularmente el relato de los diez meses que estuvo prisionero en el campo de concentración de Monowice (Monowitz), subalterno del de Auschwitz. Su obra Si esto es un hombre es considerada como una de las más importantes del siglo XX.

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Varujan Vosganian (25 de julio 1958, Craiova) es un economista, político y escritor rumano. Presidente de la Unión Armenia de Rumanía desde su creación en 1990 y vicepresidente de la Unión de Escritores de Rumanía desde 2005.

Roberto Burgos Cantor (n. 1948). Escritor, editor y burócrata nacido en Cartagena (Colombia). Ha publicado las novelas El patio de los vientos perdidos, El vuelo de la paloma, Pavana del ángel, La ceiba de la memoria y Ese silencio. Recibió el Premio Jorge Gaitán Durán otorgado por el Instituto de Bellas Artes de Cúcuta y el Premio de Narrativa José María Arguedas de Casa de las Américas por La ceiba de la memoria.

Texto: Oskar Gutiérrez Garay

Jorge Semprún Maura (Madrid, 10 de diciembre de 1923 – París, 7 de junio de 2011). Escritor, intelectual, político y guionista cinematográfico español, cuya obra fue escrita, en su mayor parte, en francés. Ministro de Cultura de España entre 1988 y 1991, bajo el gobierno de Felipe González, aunque nunca llegó a militar en el PSOE. Falleció en París en junio de 2011.

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Anaquel / La literatura como posibilidad de inclusión

Resumen En el siguiente artículo se abordan cuatro textos particulares: Si esto es un hombre de Primo Levi, El libro de los susurros de Varujan Vosgonian, La ceiba de la memoria de Roberto Burgos Cantor y La escritura o la vida de Jorge Semprún como posibilidades de inclusión, rescatando el papel de la memoria y sobre todo el papel de la literatura como mecanismo para la resolución de conflictos, la autodeterminación y el reconocimiento del otro para combatir el olvido, la barbarie y el horror. Este texto hace parte del trabajo doctoral titulado La persistencia del vacío: la literatura como herramienta compleja que integra y potencia las diversas realidades discursivas que el autor está adelantando en la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin de México. Palabras Claves Literatura, Memoria, Olvido, Inclusión, Autodeterminación

L

a literatura ha sido ignorada por los investigadores en psicología, porque consideran que su única función es el entretenimiento, y no tiene ninguna validez empírica. La literatura tiene un propósito más importante. Ofrece modelos y simulaciones del mundo social a través de la abstracción, la simplificación y la comprensión. La literatura crea una profunda experiencia de simulación de las interacciones sociales. Esta simulación facilita la comunicación y la comprensión de la información y hace que sea más convincente, logrando una forma de aprendizaje a través de la experiencia. Participar en las experiencias simuladas de la literatura de ficción puede facilitar la comprensión de los otros que son diferentes a nosotros mismos y pueden aumentar nuestra capacidad de empatía e inferencia social (Mar & Oatley, 2008) Durante la historia de la humanidad, tanto la escritura, la lectura como algunos textos puntuales han sido prohibidos. La palabra cuando no se permite múltiple tiende a ser excluyente. Opresor y oprimido son conscientes que la literatura tiene un poder asombroso no sólo de divulgación sino de transformación. La circulación clandestina como la persecución y prohibición son fundamentales para destruir o mantener el statu quo. La historia

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tiene cientos de ejemplos en los que la palabra en todas sus presentaciones ha sido negada, hitos como el de los Nazis quemando libros, disponiendo con laxitud su consciencia para luego quemar hombres. Y vemos la otra orilla, donde la palabra lucha por sobrevivir, como en el libro de Pasternak o en Archipielago Gulag de Aleksandr Solzhenitsyn y puntualmente en El libro de los susurros de Varujan Vosgonian (2011): En El libro de los susurros se habla del día en que ardieron los libros. Así como el día en que degollaron a los inocentes, no pudieron matarlos a todos, tampoco la jornada de la quema de libros pudieron destruirlos a todos. En la guerra entre el poder y los libros, aunque los únicos que mueren son éstos, el poder nunca gana. Porque los hombres han escrito más de lo que pueden olvidar (p.281). La literatura así se puede erigir, si no como un mecanismo inmediato para transformar la crisis y la realidad planetaria, si ayudar para que por lo menos pensemos la crisis; para no olvidarla como dice Vosgonian. Cuando se relaciona la literatura con procesos pedagógicos de inclusión y visibilización, rompemos las cadenas hiperconfeccionadas y especializadas que atan a la literatura y el conocimiento científico en sí a una celda poco piadosa de metodologías y teorías.

Si esto es un hombre es un relato escrito por Primo Levi entre diciembre de 1945 y enero de 1947, en el que se cuenta la experiencia cotidiana propia del autor durante su cautiverio en el campo de exterminio nazi de Auschwitz, durante la Segunda Guerra Mundial. Publicada a partir del material escrito recopilado para un informe técnico encargado por los aliados tras la liberación del campo, la obra vio la luz pública con dificultades en Italia en 1947 con una modesta tirada de 2.000 ejemplares, por lo que pasó inadvertida hasta que tras la edición en 1963 de la obra La Tregua, con la que Primo Levi alcanzó mayor popularidad, la segunda edición de 1958 promovida por la editorial Enaudi la daría a conocer mundialmente como uno de los testimonios de mayor alcance sobre el holocausto o Shoá.

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Anaquel / La literatura como posibilidad de inclusión

Y sin embargo, la literatura sobrevive como a todos los cambios históricos, no sólo para testimoniarlos sino para dotarlos de vida y significado. La masa de información se aleja de la literatura. Ésta se sustrae al bloque de conocimiento objetivo, calculado y metódico que supuestamente hace la vida más fácil y cognoscible. La literatura aún tiene mucho. “Cuando están llenos de Sangre los muertos se parecen entre sí” (p.181) escribe Vosgonian en ese hermoso y afilado libro que es El libro de los susurros. El libro es el más fiel testimonio y la mejor prueba de que el olvido no es una opción, y que el arte, la escritura, revivifican el compromiso social y le da voz a los muertos, a los ausentes. Vosgonian encontró la voz de los muertos, de sus antepasados a través de los susurros que fueron transmitidos de generación en generación, y los tejió en papel, los escribió para nuevamente darles vida y visibilizar lo que para unos no existía y para otros urgía enterrar en el olvido. El texto es como un libro escrito durante décadas por miles de voces y manos que no dejaron morir la historia del genocidio armenio, ni sus costumbres ni su lenguaje.

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La escritura acá es el único medio para sobrevivir. La carne desapareció, pero la salvación para los armenios estaba en el testimonio, en la huella que se rehusaba a ser borrada. “La humanidad se halla en un momento crítico –prosiguió el abuelo-. Las palabras luchan en nuestro lugar. Y nosotros morimos en lugar de ellas” (p.113). Vosgonian teje con los susurros de sus ancestros la historia de su pueblo, y la novela, al narrarla, la vive y nos hace vivirla con él, asistimos a los círculos de la muerte, impávidos a la ignominia de los turcos por no dejar rastro, y a la lucha armenia por dejarlo. Otro ejemplo de cómo la escritura literaria, visibiliza y humaniza aquello que ha sido deshumanizado y excluido, es el de Primo Levi (2005), el químico y escritor italiano que narra sus experiencias en Auschwitz como prisionero y superviviente en tres maravillosos libros: Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados. Antonio Muñoz Molina1 se refiere así a Primo Levi: “Se consagró tenazmente a contar su experiencia, a sostener la memoria de los campos y a reflexionar sobre lo que había vivido, pero nunca accedió al victimismo

El campo de concentración de AuschwitzBirkenau fue un complejo formado por diversos campos de concentración y de exterminio construido por el régimen de la Alemania nazi tras la invasión de Polonia de 1939, al principio de la Segunda Guerra Mundial. Situado a unos 43 km al oeste de Cracovia, fue el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo, donde se calcula que fueron enviadas cerca de un millón trescientas mil personas, de las cuales murieron un millón cien mil, la gran mayoría de ellas judías (el 90 %, aproximadamente un millón), prisioneros de guerra, etc.

1 Tomado del escrito titulado: Primo Levi, el testigo sin descanso, hecho para el prólogo del libro Trilogía de Auschwitz (2005) que recopila los libros Si esto es un hombre, La tregua, Los hundidos y los salvados, publicado por la editorial Océano.

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blando, a la sentimentalización del sufrimiento, a la tranquilidad de conciencia que habría obtenido aceptando una división limpia y nítida entre los oprimidos y los opresores entre los verdugos y las víctimas” (p.12) La escritura de Levi es compleja, los mecanismos que despliega van desde su vivencia y testimonio personal-lineal que describe situaciones, personas y momentos, hasta la reflexión sobre la condición humana, sobre la naturaleza y el sentido del sufrimiento. Levi no busca la absolución mediante la literatura. Busca y lucha letra a letra, palabra a palabra, testimoniar y sobretodo combatir el olvido. El mismo Levi (2005) se refiere sobre Si esto es un hombre: “No lo he escrito con la intención de formular nuevos cargos; sino más bien la de proporcionar documentación para un estudio sereno de algunos aspectos del alma humana” (p.27). La vida se aferra a los pequeños detalles, a la cotidianidad que rasguña la cordura para no caer al foso de la locura y el desespero. Esas acciones en apariencia superfluas que escribe Levi, son las que no lo dejaban escapar de su humanidad.

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Cuando pareciera que el ser humano finalmente ha sido sepultado en el texto, la misma escritura nos recuerda que la humanidad la quita un hombre, pero un hombre también la puede restituir. En un apartado, Levi nos habla de Lorenzo, un personaje que es fundamental para el protagonista: Pero Lorenzo era un hombre; su humanidad era pura e incontaminada, se encontraba fuera de este mundo de negación. Gracias a Lorenzo no me olvidé yo mismo de que era un hombre. (pp. 153, 155, 156) Un humano es capaz de quitar la humanidad, pero un humano puede devolverla. El testimonio reposa con la seguridad de lo honesto en aquellos que nos hemos introducido de cabeza en su texto. Tanto muertos como sobrevivientes se perpetúan en la memoria colectiva. Su humanidad la conservamos nosotros como una preciada reliquia. Yo, por ejemplo, le hablo a mis estudiantes de Primo Levi y la Shoah, (aniquilación o catástrofe en hebreo), hablo de los campos de exterminio y de la prolongación de

Si esto es un hombre es una suma novelesca del funcionamiento y la organización de la máquina de crear muerte más grande elaborada por el hombre. La literatura taladra acá los muros que protegen esa maquinaria para diseccionar los mecanismos que buscan aniquilar las experiencias pero que el texto rescata del olvido.

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la vida a través de la literatura, que fue la que me enseñó todo esto. El mensaje no le llega a todos, pero sí a unos cuantos que quizá harán lo mismo que yo: perpetuar aquello que vivimos mucho antes de nacer y que se actualiza mediante la memoria literaria. Primo Levi no hace una reflexión sobre el acto de escribir. Se centra más en la posibilidad del relato y cómo éste se fortalece en el colectivo. Su narrativa es consistente, y es claro que se erige como un mecanismo de visibilidad e inclusión. El lector reivindica y acoge la historia del que ha pretendido ser eliminado y construye con base a microrelatos de su cotidianidad en el campo, un fresco más amplio que significa, históricamente hablando, la composición y la naturaleza de las políticas nazis, abstrayendo desde lo psicológico, lo social y lo institucional. Si esto es un hombre es una suma novelesca del funcionamiento y la organización de la máquina de crear muerte más grande elaborada por el hombre. La literatura taladra acá los muros que protegen esa maquinaria para diseccionar los mecanismos que buscan aniquilar las experiencias pero que el texto rescata del olvido. Proust (2010), el gran guardián de la memoria, tiene una hermosa explicación de su naturaleza, ya que aunque falible e imperfecta, es nuestro único recurso contra la ignominia: Los lugares que hemos conocido no pertenecen solo al mundo del espacio en el que los situamos para mayor comodidad. No eres sino una fina capa en medio de impresiones contiguas que formaban nuestra vida de entonces; el recuerdo de cierta imagen es una simple añoranza de cierto instante y las casas, las carreteras, las avenidas son, ¡ay!, fugitivas como los años. (p.446)

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Y al ser fugitivas hay que aprehenderlas, hay que aferrarse a los elementos primarios y azarosos de la memoria por medio de la palabra escrita. Proust lo hizo al igual que Levi, y que los cientos y miles de escritores que testimoniaron una época por medio de la literatura. A diferencia de Levi, Vosgonian sí tiene unas reflexiones importantes sobre el acto de escribir y su papel en el fortalecimiento de la memoria colectiva. Lo que en Levi es implícito, en Vosgonian es completamente explicito, además de un ejercicio puro de metacognición y metaobservación del acto de escribir, y el acto de volverse paulatinamente un personaje. Vosgonian tiene la capacidad de reflexionar sobre la escritura y sobre el lenguaje; los ve como entidades vivas. La memoria se vuelve la consciencia del pueblo masacrado. El libro, la literatura, ya no le pertenecen al autor, se alejan de él, y van a reposar a la humanidad misma, ya que El libro de los susurros no habla solo de los armenios, habla de los pueblos excluidos, marginados, eliminados. Tanto en Levi como en Vosgonian la nostalgia es una constante, esa sensación producida por la eliminación absoluta. El olor de la muerte traspasa las páginas y llega hasta nuestro olfato, el horror es tácito pero no puedes dejar de leer, porque al hacerlo, ayudas a que los muertos vivan un poco más. Las lenguas, los sonidos y los tonos se entremezclan con los relatos. Adorno (1998) se preguntaba luego de terminar Auschwitz sobre las condiciones que lo posibilitaron y sobre si se podría trabajar esos puntos neurálgicos para impedir que algo así sucediera nuevamente. Habla de la autodeterminación y de cómo los sujetos inmersos en colectivos duros que exaltan la uniformidad se cosifican, borrándose como seres

“El libro de los susurros comienza de forma pintoresca, en una callecita armenia del Focsani de los años cincuenta del siglo pasado, entre los vapores del café recién tostado, los aromas del armario de la abuela Arsaluis y las fotografías del abuelo Garabet. Lo que tienen que contar «los viejos armenios de la infancia» de Varujan Vosganian no son cosas agradables, sino directamente inquietantes. Al contarlas, pretenden quitarse el peso de un trauma, suyo y de quienes los precedieron. La historia del genocidio de 1915 contra los armenios, la historia de los convoyes interminables de gentes deportadas a los Círculos de la Muerte, en el desierto de Deir-ez-Zor y la historia de los armenios que tomaron el camino del exilio se ilustran en las presentes páginas de forma en verdad sobrecogedora.” Editorial Pre-Textos

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autodeterminados e independientes, que tratan a los otros como una masa amorfa. “De ahí que lo primero que habría que hacer es procurar que la frialdad tomara consciencia de sí misma, de las condiciones que la generaron” (p.90) Una frialdad que se define por la incapacidad de identificarse con el otro; incapacidad que también se da en personas educadas y cultas. Es ahí cuando las posibilidades de inclusión tienen que jugar un papel determinante para evitar las políticas concentracionarias y de eliminación.

Adorno no es muy optimista al respecto ya que hay quienes aún dicen hoy que las cosas no fueron tan graves, porque por muchas que sean las medidas que se tomen en el ámbito de la educación, seguirán surgiendo los que denomina asesinos de mesa de despacho, que sitúan el derecho del Estado por encima del de sus miembros asentando potencialmente el terror; además, porque aquellos sujetos que han perdido su autodeterminación, son aquellos que estarían sin duda dispuestos a colaborar si algo así ocurriera nuevamente.

“La ceiba de la memoria (Seix Barral, 2007). En este libro se alternan los relatos en primera persona de los jesuitas antiesclavistas Pedro Claver y Alonso de Sandoval, los esclavos rebeldes Benkos Biohó y Analia Tu-Bari, la española Dominica de Orellana y el de Thomas Bledsoe, biógrafo de Claver. Aparece también un personaje que parece ser un alter ego del escritor, que compara la esclavitud en la Nueva Granada en el siglo XVII con los campos de concentración nazis.” Francisco Barrios Revista ARCADIA

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Aunque hay esperanzas claro está y es romper la consciencia cosificada, “esta consciencia es, ante todo, una consciencia que se ciega frente a todo ser devenido, frente a toda penetración cognitiva en lo condicionado de uno mismo, una consciencia, en fin, que absolutiza lo que es-así. Si se lograra romper este mecanismo compulsivo, algo se ganaría” (Adorno, 1998, p.88) Esta de-cosificación puede lograrse a través de la literatura, una estrategia que como sugiere Adorno, debe comenzar a emplearse desde la primera infancia. El autor alemán no habla propiamente de la literatura, deja la pregunta ciertamente abierta, y su inquietud está más enfocada en plantearle a la educación cómo no permitir que Auschwitz suceda nuevamente, lo que sí refiere directamente es que el trabajo es predominantemente con la primera infancia, algo que denominó el viraje al sujeto, educándolo desde el inicio en la autorreflexión crítica y en la autonomía, para evitar el sufrimiento que los colectivos infringen, sobre todo al principio, en las primeras experiencias en la escuela (Adorno, 1998); es ahí donde el sujeto puede comenzar a educársele para que más adelante no se convierta en una cosa obediente sin criterio ni juicio incapaz de diferenciar aquello que está bien de lo que no. Las formas de violencia y exclusión encuentran su raíz en la imposibilidad de reconocer la diferencia con el otro. Al homogeneizar la condición humana se parte del supuesto que todos deben ser iguales aunque permee en ellos las divergencias inherentes a las relaciones humanas. Benjamin (2001) se pregunta si es posible la resolución no violenta de conflictos. Sin dudar dice que sí ya que las relaciones entre personas violentadas ofrecen abundantes

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ejemplos de ello. Donde quiera que la cultura del corazón haya hecho accesibles medios limpios de acuerdo, se registra entendimiento y acuerdo. Y es que a los medios legítimos e ilegítimos de todo tipo, que siempre expresan violencia, pueden oponerse los no violentos, es decir los medios limpios. A éstos Benjamin los definió como la cortesía sincera, la afinidad, el amor a la paz, la confianza y todo aquello que haga parte de la bondad humana, y todos brotan de una misma raíz. “De ello se desprende que existe, precisamente en la esfera de acuerdo humano pacífico, una legislación inaccesible a la violencia: la esfera del mutuo entendimiento o sea, el lenguaje” (p.34). La literatura tiene un fuerte poder de inclusión precisamente porque confronta e incomoda, dice verdades de manera sutil pero no por ello menos contundentes a los grandes poderes y a las maquinarias del horror. Vásquez (2014) afirma que la literatura entraña un raro sistema de conocimiento porque es a la vez ambiguo y contradictorio pero por ello imprescindible, bajo la premisa de que un lector serio debe haber sentido una vez en su vida que algún libro le ha permitido enfrentarse a una adversidad o iluminar una incertidumbre. La ficción no es algo banal e inofensivo, la literatura siempre ha querido molestar, subvertir, incomodar, sacudir, abrir los ojos donde los demás prefieren cerrarlos, y así poder viajar a las oscuridades de nuestra naturaleza y darnos, enseguida, el privilegio de saber lo que sucede allí. Burgos Cantor (2009) en la novela La ceiba de la memoria, se vale del relato ficcional y de las voces de múltiples personajes para retratar dos momentos históricos, experimentando y mezclando la memoria con la

Theodor Ludwig Wiesengrund Adorno (11 de septiembre de 1903, Fráncfort, Alemania - 6 de agosto de 1969, Viège, Valais, Suiza). Filósofo alemán que también escribió sobre sociología, comunicología, psicología y musicología. Se le considera uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y de la teoría crítica de inspiración marxista. Foto: DeutschlandRadio Berlin/Rothe

San Pedro Claver S.J. (Verdú, junio de 1580 Cartagena de Indias, 9 de septiembre de 1654), cuyo nombre de nacimiento fue Pedro Claver Corberó, misionero y sacerdote jesuita español que pasó a la posteridad por su entrega a aliviar el sufrimiento de los esclavos del puerto negrero de Cartagena de Indias donde vivió la mayor parte de su vida. Se apodó a sí mismo el «esclavo de los negros».

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imaginación. Vemos a Benkos Biohó, Alonso de Sandoval y Pedro Claver entre otros, a través de la voz del autor, entretejiendo la época de la esclavitud y la Shoah, con una permanente búsqueda de la identidad a través del sufrimiento y la libertad. En La ceiba de la memoria Benkos Biohó, líder de los esclavos cimarrones, hace un llamado que traspasa en forma de grito el texto literario: Gritar para que los dioses acudan y estén al frente y me ayuden a poseer este mundo ajeno donde los blancos matan a los indios, nos venden a nosotros, nos destruyen y a la fuerza quieren convertirnos en lo que no somos (p.46) Pero en la tragedia que narra Burgos Cantor a diferencia de la que expone Levi, en la esclavitud al hombre no se le extermina abiertamente y aunque se le quite la humanidad, se anule como hombre, se despoje de nombre y se impresione un credo y una creencia, el sujeto histórico se elimina pero da lugar a otro, uno animalizado, cosificado pero que aún es útil, es moneda de comercio, por lo cual su valor es proporcional al trabajo

que pueda desempeñar, algo que no sucedía en los campos de exterminio y en este punto la diferencia es clara. Gérard Wajcman (2001) busca el objeto o la obra que mejor resuma el siglo XX. Su elección es la ausencia, aquella emparentada con las ruinas, como la destrucción sin rastros que pretendía Auschwitz, esa maquinaria tan perfecta para fabricar la muerte, construida en el siglo tecnológico por el hombre de ciencia moderno, por el hombre más que sapiente. Esa destrucción sin rastros, esa única libertad que se difuminaba por las chimeneas de los hornos crematorios, es la imagen del siglo XX, que supera con creces la ya de por sí infame esclavitud. Wajcman descubre en el siglo XX la ausencia como imagen, la misma que ya se venía percibiendo en los relatos de Vosgonian y Burgos Cantor sobre el pueblo armenio y la esclavitud, respectivamente. El relato y el horror viajan por el tiempo, se actualizan, se recargan y conectan en un punto intermedio, van y vienen siempre encontrando actores similares con nombres y nacionalidades distintas, pero cada uno de los protagonistas hace parte de las

“En un domingo de abril de 1945, Semprún, a los veintidós años, fue liberado del campo de concentración de Buchenwald por el III Ejército del general Patton. En otoño de aquel mismo año empezó a elaborar literalmente la monstruosa paradoja de haber vivido la muerte. Pero fue imposible. «Entiéndase», dice él en su discurso con motivo del Premio de la Paz (1994), «no era imposible escribir : habría sido imposible sobrevivir a la escritura. (…) Tenía que elegir entre la escritura y la vida, y opté por la vida.» La escritura o la vida es, pues, no sólo la memoria de la muerte, sino la de todas aquellas vivencias pasadas y presentes -vitales, sensoriales, afectivas, intelectuales y literarias- que, al revelarse, al abrirse sin restricciones a la conciencia del autor, emergen cargadas de la emoción del reecuentro consigo mismo y enriquecidas por la reflexión. Semprún habría podido contentarse con escribir un testimonio. Pero eligió el camino de la creación literaria.” Tusquets Editores

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La escritura

raíces tubulares y las capas de corteza que recubren la ceiba de la memoria. Hay dos puntos neurálgicos en el tema de la exclusión y la barbarie que se evidencian claramente en los textos de Burgos Cantor, Vosgonian y Levi, cuyas motivaciones son diversas (políticas, raciales, económicas, militares, religiosas) pero que se concretizan para atizar el salvajismo porque como apunta Marx (1989) “lo concreto es concreto por ser la síntesis de muchas definiciones, o sea, la unidad de aspectos múltiples” (p.150). El primero, que es causa de toda fallida resolución pacífica de conflictos, es la incapacidad manifiesta de los personajes para reconocer en su totalidad el punto de vista del otro, relacionado con la aún más enquistada imposibilidad de ceder un ápice en las propias posturas. Lo vemos acá en lo que le dice Benkos Biohó a Pedro Claver: “gritar para contarle a Pedro que podemos ser amigos siendo distintos” (p.48). El segundo, es que, al no ceder, se le endilga la culpa al otro de los males y conflictos presentes siempre en las dinámicas colectivas, por lo tanto, el

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único método válido de resolución es la eliminación del otro, que pierde su carácter diferenciado de contrario con derechos, convirtiéndose en el enemigo al cual desvirtuar, en el caso de los textos, deshumanizar, convertir, exterminar y cosificar por completo. La toma de una postura pacífica que reconozca al otro, apunta a lo que afirma Adorno: lo fundamental que es entrenar la capacidad de autodeterminación en el ser humano, asumiéndonos como sujetos de derechos con responsabilidades para evitar que algo como lo narrado en los textos de interés vuelva a suceder. Esa especie de estoicismo presente en las explicaciones superfluas de la barbarie, son comunes cuando se lanzan desde trincheras conceptuales impersonales que no buscan involucrarse con nada. Situación que no pasa con la literatura de La ceiba de la memoria, Si esto es un hombre, El libro de los susurros y La escritura o la vida. Al escribir, los autores se toman el relato muy en serio, con verdadera indignación. Se adentran en la historia bajo el precepto de

La escritura es un sistema de representación gráfica de un idioma, por medio de signos trazados o grabados sobre un soporte. En tal sentido, la escritura es un modo gráfico típicamente humano de transmitir información. Como medio de representación, la escritura es una codificación sistemática mediante signos gráficos que permite registrar con gran precisión el lenguaje hablado por medio de signos visuales regularmente dispuestos; obvia excepción a esta regla es la bastante moderna escritura Braille cuyos signos son táctiles. La escritura se diferencia de los pictogramas en que estos no suelen tener una estructura secuencial lineal evidente. Existen dos principios generales en la escritura, de un lado la representación mediante logogramas que pueden representar conceptos o campos semánticos y de otro la codificación mediante grafemas que representan sonidos o grupos de sonidos (pudiéndose distinguir entre sistemas puramente alfabéticos, abugidas, silábicos o mixtos). Las escrituras egipcia y china combinan ambos tipos de principios (logramas y grafemas), mientras que las escrituras en alfabeto latino son puramente grafémicas.

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Wajcman (2001) de que al ser el olvido un crimen, la memoria es un deber. Pero esa inmersión la hacen los autores con mesura, sin llegar a desbordar las emociones para no permitir que falsos sentimentalismos hagan mofa de las personas ausentes que dieron su vida en favor del testimonio. Uno de los narradores sin nombre en La ceiba de la memoria es un viajero que con su hijo visitan Europa en una época reciente, específicamente van a Auschwitz, conectando ambas tragedias, la de la esclavitud en el Caribe colombiano y la Shoah, ya que por medio de la memoria el dolor deja de ser propio, local y pasa a ser universal; su entendimiento es una cuestión de todos: Siento que esta tragedia es de todos. Los edificios vacíos de humanidad y cargados de las huellas del sufrimiento entregan un símbolo terrible y premonitorio. El despojo de los seres humanos que allí fueron destruidos y la suma de angustias al desconocer el porqué del odio y el desconsuelo infinito cuando el silencio de oprobio continúa a pesar del desconcierto inocente. Suma escandalosa de preguntas que se perdieron en la devastación (p.280). Todos sabemos algo de los conflictos, y en cierta medida generamos una serie de respuestas hacia a ellos; buenas, malas, ilusorias, inverosímiles, eso es otra cuestión. Las responsabilidades políticas y éticas de todos han estado desde siempre, pero en algún momento, debemos apropiarnos de dicha responsabilidad para en verdad transformar la barbarie. La primera estrategia para combatir la exclusión es la memoria y mi apuesta particular es la memoria que recorre la literatura. Proust (2010) dice que el acto de despertar de un sueño es como una

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especie de resurrección que se parece a lo que ocurre cuando recuperamos un nombre, un verso o un refrán olvidado, pero sobre todo, da a entender que “la resurrección del alma después de la muerte es concebible como un fenómeno de la memoria” (p.91). En esta misma línea de ideas, Jorge Semprún (1995) el escritor español que fue confinado en el campo de concentración de Buchenwald, no por su condición racial como Levi, sino política debido a su militancia en el partido comunista y por hacer parte de la Resistencia francesa durante la ocupación Nazi, usa la escritura literaria en su libro La escritura o la vida, para transformar esa dolorosa experiencia, en la que no sólo la escritura se reduce a describir el horror. El texto es una disección de las emociones humanas en situaciones extremas; Semprún retorna del silencio autoimpuesto por casi cinco décadas ya que quería darse al olvido para aliviar un dolor que jamás le abandonó, para mirar otra vez de frente el abismo insondable donde se aloja el mal absoluto, haciendo a su vez una reflexión misma sobre el acto de escribir:

Marcel Proust (nombre completo: Valentin Louis Georges Eugène Marcel Proust; Auteuil, 10 de julio de 1871 - París, 18 de noviembre de 1922). Novelista, ensayista y crítico francés cuya obra maestra, la novela En busca del tiempo perdido (título original en francés: À la recherche du temps perdu), compuesta de siete partes publicadas entre 1913 y 1927, constituye una de las cimas de la literatura del siglo XX, enormemente influyente tanto en el campo de la literatura como en el de la filosofía y la teoría del arte.

Tenía que escoger entre la escritura y la vida, había escogido ésta. Había escogido una prolongada cura de afasia, de amnesia deliberada, para sobrevivir (p.212) Todo volvería a empezar mientras siguiera vivo: resucitado a la vida, mejor dicho. Mientras tuviera tentaciones de escribir. La dicha de la escritura, empezaba a saberlo, jamás borraría este pesar de la memoria: Todo lo contrario: lo agudizaba, lo ahondaba, lo reaviva. Lo volvía insoportable. Solo el olvido podía salvarme (p.177).

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Y aunque Semprún quiso darse al olvido no pudo; las palabras y los recuerdos fueron más poderosos. No pudo acallar completamente el dolor, el olvido estalló, y la escritura regresó una escritura memoriosa capaz de mirar de frente al Mal. La escritura de Semprún rescata lo perdido, la memoria se deleita con la poesía y la música; es una experiencia estética para enfrentar el horror, para lo cual no hace falta únicamente describirlo, es necesario también rescatar del olvido aquello que fue arrebatado con la humanidad: la voz, la mirada, la libertad, los aromas. Semprún sabe que la escritura tiene un poder inigualable, pero es algo doloroso, que no siempre es placentero pero resulta necesario. ¿Respuesta? ¿Verdad? No hay una sola en el acto literario, ahí radica el dilema, también la posibilidad de la representación y del entendimiento de conflictos tan poliformes y complejos desde la literatura. Siendo el olvido la elongación del crimen y no la respuesta como le sucede a Semprún, en el colosal documental Shoah de Claude Lanzmann vemos que los testigos se obligan a recordar, no sólo las victimas sino también los perpetradores, los que intuían algo y los que alejaron la vista. La técnica del documental se estructura en la entrevista, se privilegia el relato oral, ya que no hay imágenes de archivo ni musicalización como en el documental de Alain Resnais Noche y niebla. El gran logro de Lanzmann es que va más allá de Resnais. El primero usa la palabra pronunciada de manera literaria; el otro necesita la imagen para reforzar el testimonio. Y aunque ambos son necesarios y tienen sus propias virtudes, la apuesta de Lanzmann es más potente, mucho más humana.

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El testimonio es puro y logra lo que apunta Semprún, explora el alma humana desde los diferentes actores con lo que dicen y callan. Aunque Shoa sea un video (se hizo un libro después con los diálogos y reflexiones del documental) en su esencia es un relato literario que contrasta varios puntos vista del conflicto. Como espectadores nos apropiamos del relato en cuerpo y mente cuando Lanzmann hace hablar los lugares y los silencios, todos adecuados y que contribuyen al ritmo narrativo junto con los rostros impávidos, incómodos y dolidos de las decenas de protagonistas que se obligan a recordar. El documental es un ejercicio que termina siendo físicamente exigente, no es fácil ver las más de diez horas que tiene, y aunque

Shoah (“catástrofe” en hebreo) es un documental del realizador francés Claude Lanzmann, estrenado en 1985 y de aproximadamente diez horas de duración. Los subtítulos y testimonios filmados se publicaron en un libro homónimo, traducido al castellano en 2003. El filme de Claude Lanzmann es un documental de historia oral, filmado a lo largo de cerca de diez años en diferentes continentes. Reúne testimonios, en primera persona, de víctimas, testigos y verdugos del exterminio de las comunidades judías durante la Segunda Guerra Mundial. Cada uno de los invitados a participar en el documental narra su personal vivencia de los sucesos relacionados con el Holocausto.

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transita sin ritmos vertiginosos por los caminos del dolor, su recorrido lento es honesto y no le quita fuerza al horror de la barbarie. Exactamente esos son los aciertos de los libros de Vosgonian, Leví, Burgos Cantor y Semprún. La literatura de estos autores representa a las víctimas y los muertos. Las narrativas sin ser relatos plenamente históricos, visibilizan las múltiples historias que por una u otra razón no fueron o no quisieron ser escuchadas. Según Galtung (citado por Calderón, 2009) contar con una imagen consciente y cabal del conflicto, con todos sus aspectos profundos y sus condicionantes históricas, será determinante para la transformación del mismo. El proceso de concientización evitará la cosificación de los actores haciendo de ellos protagonistas del proceso de resolución del conflicto, es decir, “un actor consciente será capaz de dirigir esa transformación incluyendo la propia” (p.72). Un sujeto se apropia violentamente de los derechos de otro, y al no reconocérsele, la exclusión es manifiesta y la eliminación, punto más radical de la exclusión, es ya un hecho; la barbarie está servida, la violencia se desplaza y rebota en forma de venganza. La memoria pondrá la primera piedra para comenzar a reconstruir las ruinas de la barbarie, y si la violencia precisa del olvido para perpetuarse, la memoria fortalece la identidad del sujeto y la capacidad de autorregulación de la que habla Adorno. Y pese a tener la literatura, pese a tener el dialogo y la memoria la pregunta es: ¿Cuántas más barbaries tendrán que ser aún escritas; cuántas veces más tendremos que entrar al Corazón de las tinieblas?

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Referencias • Adorno, T. (1998). Educación para la emancipación Conferencias y conversaciones con Hellmut Becker (1959-1969.) Madrid: Ediciones Morata • Baudrillard, J. & Morin, E. (2004) La Violencia en el Mundo. España: Paidos • Benjamin, W. (2001). Para una crítica de la violencia y otros ensayos. Iluminaciones I. España: Taurus. • Bourdieu, P. (2001) Contrafuegos 2. Barcelona: Anagrama. • Burgos Cantor, R. (2009) La ceiba de la memoria. Colombia: Seix Barral. • Calderón, P. (2009) Teoría de conflictos de Johan Galtung. Revista paz y conflictos. 2(1). 60-81 • Galtung, J. (2010) Trascender y transformar. Una introducción al trabajo de conflictos - México. Editorial Quimera. • Izquierdo, N. (Abril de 2014) El libro de los susurros o el poder mesiánicorevolucionario de la rememoración. Narración y cultura popular versus historiografía. Argus-a. 3(12) • Levi, P. (2005) Trilogía de Auschwitz. Si esto es un hombre España: editorial Océano. • Marx, K. (1989) Contribución a la crítica de la economía política. México: Editorial Progreso • Proust, M. (2010) Por la parte de Guermantes. España: Debolsillo. • Rodríguez, N. (3 de Agosto de 2013) Las violencias. El espectador. Recuperado de: http://www. elespectador.com/noticias/nacional/ violencias-articulo-437859 • Semprún, J. (1995) La escritura o la vida. España: Tusquets. • Vásquez, J. (31 de julio de 2014) Peligro, la literatura sobre la vida. El espectador. Recuperado de: http:// www.elespectador.com/opinion/ peligro-literatura-sobre-vidacolumna-507959 • Vosgonian, V. (2011) El libro de los susurros. España: Pre-textos • Wajcman, G. (2001) El objeto del siglo. Buenos Aíres: Amorrortu editores S. A

Ocho películas sobre el Holocausto Shoah Los juicios de Nuremberg Memoria de los Campos Bent El último tren a Auschwitz La lista de Schindler La vida es bella El Pianista

Otros Ocho libros sobre el Holocausto El ejército de Isaac Matthew Brzezinski. También hubo amor en el gueto Marek Edelman El diario de Helga Helge Weiss Los pájaros de Auschwitz Arno Surminski Bajo una estrella cruel Heda Margolius Kovály Todo lo que cabe en los bolsillos Eva Weaver La cantante del Gueto de Varsovia. Agata Tuszynska Historia de un estado clandestino Jan Karski

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La Paz: entre utopías, prejuicios

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“La paz significa reparar lo reparable y hacer memoria de lo irreparable” Manuel-Reyes Mate 40

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Texto: Adriana Vera

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En su “simplicidad”, la búsqueda de la paz en Colombia incorpora múltiples aspectos de difícil congruencia.

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ada vez que el tema de la paz se ha puesto en la escena pública se incrementan las esperanzas, pero en la misma proporción la incertidumbre y las dudas de su logro exitoso; se convierte en un tema abordado diariamente en cualquier conversación desde la más coloquial hasta las del orden técnico en las esferas de poder del Estado, dos extremos entre los que hay universos infinitos de discusión y deliberación que articulan un manejo emocional y pasional del tema, sin que ello represente un trato sensato, realista y analítico. Condición que genera curiosidad, pues desde su carácter universal la paz es un derecho constitucional en Colombia, implica que es de todos y por tanto todos sin distingo “debemos” opinar y comentar lo que deseemos y pensemos sobre ella, idea que se devela en el sentido común de la sociedad, inferencia que justifico desde mi interpretación y a la vez conecto con intriga a un texto impresionante que alguna vez abordé como una formalidad académica pero que ahora se hace más interesante de lo que creí en su momento. Dicho texto era un breve apartado de la obra de Robert Merton denominada Teoría y Estructuras Sociales, el cual guarda un título sugestivo e intrigante, La profecía que se cumple a sí misma, y si bien no es pretensión del siguiente escrito reseñar la obra citada, es interesante plantear algunos elementos allí señalados que cobran vitalidad y sorpresa cuando se piensa y se habla de la paz en Colombia, pues son muchas las voces que creen tener

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competencia teórica, moral y una superioridad cultural para designar qué es y qué debería ser la paz en esta ya considerada sociedad lastimera y ultrajada por los efectos de la violencia que se ha dedicado a reproducir. Tal texto puntualmente plantea, en sus pretensiones por ser una herramienta de análisis de la sociedad y lo social, una afirmación de condiciones universales desde varios escenarios y casos de la realidad humana; el teorema de Thomas: “(…)” Si los individuos definen las situaciones como reales, son reales en sus consecuencias”” (Merton, 1992, p. 505) Para el caso, tal afirmación se conecta con la condición de debate social que nos implica en este momento, hay un consenso general en que la paz es el bien universal al que le debemos apostar justificando la actividad de la mesa de negociación en la Habana entre el gobierno del presidente Santos y la guerrilla de las FARC, tal fue el escenario que arrastró las elecciones presidenciales del 2014, el objetivo mayor es la paz y por ello el presidente Santos rescató a su favor el propósito de la reelección y la función que tiene esta figura legal. Santos ha sido denominado el presidente que tiene el mandato de la paz y venció a sus contendientes al representar la garantía y el alcance de la prometida firma de la paz, en un proceso de negociación que camina bajo su dirección y representación, frente a cualquier otro bien supuesto que pudo venderse en aquellas elecciones como el reiterado propósito del derecho a la seguridad, o la educación como máxima que respalda la garantía de la paz. Fue notable como cada uno de los candidatos presidenciales se casó a su manera con el discurso de la paz y quien no lo quiso desde el comienzo, termino alineándose a esa vertiente

Diálogos de paz entre el gobierno Santos y las FARC Las negociaciones se fundamentan en un “Acuerdo General para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera”, e iniciaron formalmente el 18 de octubre de 2012. Se fraccionan en cuatro fases, la primera que fue la etapa de acercamientos secretos —conversaciones exploratorias durante seis meses—, la segunda que es la concreción de los acuerdos, la tercera que es la refrendación y la cuarta que será la implementación de éstos. Los puntos de la segunda fase constan en discutir la política de desarrollo agrario integral, la participación en política que tendrían miembros de las FARC ante una eventual dejación de armas, el fin del conflicto —por lo menos en lo que concierne a la incidencia de esta guerrilla—, la actual política de drogas, y por último la reparación a las víctimas, tanto de las FARC como del Estado.

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pues la demanda de la sociedad es que este es el momento histórico de la paz, así se ha declarado como colectivo social, los colombianos nos hemos convencido de tener la paz y alcanzarla por cualquier medio; ahora, siguiendo el teorema de Thomas, es posible que enlazándonos con este propósito como algo real y realizable lo sea en consecuencia sin lugar a dudas. “La primera parte del teorema es un incesante recordatorio de que los hombres responden no solo a los rasgos objetivos de una situación, sino también y a veces primordialmente, al sentido que la situación tiene para ellos. Y así que han atribuido algún sentido a la situación, su conducta consiguiente, y algunas de las consecuencias de esa conducta, son determinadas por el sentido atribuido.” (Merton, 1992, p. 505) Tal fue el escenario electoral, ese momento de defensa y exposición del sentido que como sociedad leíamos en nuestra situación clave de acercamientos para dar fin al conflicto interno armado, cuando nos encontramos con el hecho de votar por la propuesta que significaría la realización de la paz, qué mejor designio que elegir la reelección presidencial y la figura del presidente Santos, quien comenzó las negociaciones y se convirtió en la ficha de confianza y acercamiento incondicional para el éxito del proceso de negociación; entre encuentros y desencuentros, el valor político y electoral se canalizó en el total de la propuesta Santos, lo que de por si él representa y realizó en su mandato inicial, la fuerza de las circunstancias estaban ligadas al propósito mayor, la paz.

este había perdido en la primera vuelta frente al candidato del Centro Democrático; esa es la gran verdad, más allá de si se quiere maquillar a posteriori. Es decir, Juan Manuel Santos recibió un mandato de sus electores para hacer la paz, una buena franja de ellos electores de centroizquierda que poco comparten sus demás políticas públicas. (Vargas, 2015) El respaldo social en esas elecciones fue un ejemplo de los matices multicolores de esta democracia a medias, las fuerzas sociales colombianas construyeron su verdad en pro de lo que significa la posibilidad de la paz, yendo más allá de la defensa de unas posturas ideológicas que en Colombia no muy frecuentemente son negociables o canjeables por otros objetivos, es así, como “(…) las definiciones públicas de una situación (profecías o predicciones) llegan a ser parte integrante de la situación y, en consecuencia, afectan a los acontecimientos posteriores. Esto es peculiar a los negocios humanos” (Merton, 1992, p. 506-507), en contraste, con esta tendencia se corre el riesgo de potenciar la lógica de selección del mal menor, factor no menos relevante en un escenario de

Juan Manuel Santos Calderón (Bogotá; 10 de agosto de 1951). Político, periodista y economista. Tras desempeñarse como periodista, incursionó en la política haciéndose miembro del Partido Liberal Colombiano, fue ministro de Comercio Exterior durante el gobierno de César Gaviria, más tarde hizo parte del gobierno de Andrés Pastrana Arango como ministro de Hacienda. Después de consolidarse el gobierno de Álvaro Uribe en la presidencia en 2002, Santos dejó el partido liberal y fue uno de los creadores del Partido de la U, fue nombrado ministro de Defensa durante el gobierno Uribe desde julio de 2006 hasta mayo de 2009. Luego de que la Corte Constitucional le negó al entonces presidente Álvaro Uribe Vélez la posibilidad de ser elegido por tercera vez, Santos se presentó como el candidato del uribismo en las elecciones presidenciales de 2010; con esta plataforma fue elegido presidente de Colombia para el periodo 2010-2014, con más de nueve millones de votos, la votación más alta en la historia electoral del país. Se posesionó como presidente el 7 de agosto de 2010. El 15 de junio de 2014 fue reelegido presidente para el periodo 2014-2018.

Claramente hay unas mayorías, que fue las que le dieron el triunfo al candidato Juan Manuel Santos en segunda vuelta, después de que

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construcción de consensos, contratos sociales y proyectos nacionales. Otro argumento interesante y útil extraído del texto es: “La profecía que se cumple a sí misma es, en el origen, una definición falsa de la situación que suscita una conducta nueva, la cual convierte en verdadero el concepto originariamente falso. La especiosa validez de la profecía que se cumple a si misma perpetua el reinado del error, pues el profeta citará el curso real de los acontecimientos como prueba de que tenía razón desde el principio (…) Tales son las perversidades de la lógica social” (Merton, 1992, p. 507)

los combatientes. Por consiguiente, se incorporan cuestionamientos múltiples al ingresar factores vitales desde diversas visiones de paz, como, el bienestar social, tranquilidad y confianza social, progreso social, verdad, justicia, reparación, memoria, igualdad y participación política, derecho de oposición social, democracia, entre otros. Tal es el caso de la reconciliación nacional, que se encuentra entre una suerte de universo fantástico y un requisito indispensable

Las Fuerzas Militares de Colombia son el conjunto de instituciones castrenses que se encargan de la defensa de la extensión territorial colombiana en cuanto a su parte aérea, terrestre y marítima; y están bajo el planeamiento y dirección estratégica del Comando General de las Fuerzas Militares de Colombia. A octubre de 2013 contaban con más de 585.842 efectivos y se encuentran adscritas al Ministerio de Defensa.

Desde este ángulo no será malo que se dé la firma de la paz que no tenemos y se alcance a poner término a este conflicto interno armado desapareciendo todo rasgo de confrontación armada; sin embargo lo interesante a analizar con este postulado es la condición de definición falsa que se incentiva y gesta a fin de que se valide como una verdad incuestionable; en efecto lo que se cuestiona no es que se dé la idea de la paz como centro de la profecía, sino qué tipo de paz se ha vendido hasta hoy día, concebido en un discurso grandilocuente fundado en el deseo y la necesidad, proferido por el gobierno y varias de las fuerzas sociales a favor. Cuando se estima el tipo de paz que se está vendiendo se entra a valorar la distinción de qué es real y qué es imaginario, una paz, “armonía y tranquilidad” que del todo no es acorde a la situación adjunta de posconflicto y transición luego de 50 años de un conflicto multidimensional (político, social, económico, cultural, ambiental) que compromete más que el cese de hostilidades y la baja de las armas o desmovilización total de

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para reformularnos como sociedad y comunidad política, Algunos consideran que la reconciliación implica procesos de perdón y expiación, que lleven a que las víctimas y los victimarios tejan lazos estrechos de confianza, incluso de solidaridad y afecto, de suerte que los conflictos queden disueltos en una suerte de comunidad armónica y fraternal. Esta concepción robusta y exigente de reconciliación, que es cercana a ciertas visiones religiosas, puede parecer atractiva a muchos que pueden querer que, después de tantos años de odios y divisiones, los conflictos cesen y nos volvamos una suerte de “comunidad de hermanos”. Es una visión que incorpora además un elemento necesario para una paz duradera después de una guerra civil: los grupos y personas que estaban enfrentados como enemigos y se mataban deben aprender a convivir pacíficamente en una misma unidad política. Esta ambiciosa visión de reconciliación resulta sin embargo 1982: El entonces presidente conservador Belisario Betancur inició una negociación de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).

1981: El Gobierno del expresidente liberal Julio César Turbay creó una comisión de paz para iniciar conversaciones con la guerrilla. El expresidente Carlos Lleras Restrepo, quien tenía la misión de liderar el proceso, renunció con el argumento de que no lo dejaron establecer contactos con la insurgencia.

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problemática, pues no sólo es muy difícil de alcanzar, más allá de ciertas comunidades pequeñas, sino que, además, impone a las víctimas una especie de deber de perdón, que no les es exigible. Pero la reconciliación no puede significar únicamente un “cese al fuego” y que dejemos de matarnos, a pesar de que subsistan los odios, pues así la paz no parece duradera y la comunidad política es débil. ¿Será posible encontrar una visión intermedia de reconciliación, que vaya más allá del simple “cese al fuego” pero que sea más modesta y realizable que la idea de “comunidad de hermanos”? (Uprimny, 2014) Por tanto son buenos los interrogantes que empiezan a aparecer en el actual escenario de conversaciones entre el gobierno del presidente Santos y la guerrilla de las FARC ligados a revisar concienzudamente la posibilidad de la paz, los pilares sobre los que debe ser construida y su correspondiente sostenibilidad; interrogantes que grafican la responsabilidad y 1988: El presidente liberal Virgilio Barco comenzó acercamientos de paz con las Farc, pero el exterminio a manos de paramilitares de ultraderecha de miles de militantes del partido izquierdista Unión Patriótica, vinculado con esa guerrilla, impidió avanzar. Barco también inició diálogos con la guerrilla del M-19 y expidió una ley de amnistía.

1984: El Gobierno de Betancur y las Farc firmaron el Acuerdo de La Uribe, que incluyó el cese bilateral del fuego, la suspensión del secuestro y la apertura de espacios políticos para la guerrilla. El proceso fracasó y se rompió en 1987.

1991: El entonces presidente César Gaviria inició conversaciones con las Farc y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Caracas, capital de Venezuela y luego se trasladaron a Tlaxcala, en México.

1990: El Gobierno de Barco firmó un acuerdo de paz con el M-19, que entregó las armas, se reintegró a la vida civil y se convirtió en una fuerza política.

Paz (del latín pax), definida en sentido positivo, es un estado a nivel social o personal, en el cual se encuentran en equilibrio y estabilidad las partes de una unidad. Definida en sentido negativo, es la ausencia de inquietud, violencia o guerra. En el plano colectivo, «paz» es lo contrario de la guerra estado interior (identificable con los conceptos griegos de ataraxia y sofrosine) exento de sentimientos negativos (ira, odio). Ese estado interior positivo es deseado tanto para uno mismo como para los demás, hasta el punto de convertirse en un propósito o meta de vida. En el Derecho internacional, el estado de paz es aquel en el que los conflictos internacionales se resuelven de forma no violenta; y particularmente se denomina «paz» al convenio o tratado (tratado de paz) que pone fin a la guerra. Existe una rama del estudio de las Relaciones Internacionales denominada «irenología» o «estudios de la paz y los conflictos».

1993: Durante el Gobierno de Gaviria se reintegraron a la vida civil y entregaron las armas los integrantes de la Corriente de Renovación Socialista, una disidencia del ELN.

1992: Se rompió el proceso por el asesinato de un exministro secuestrado por la guerrilla. En ese mismo año, se desmovilizaron las guerrillas del Ejército Popular de Liberación (EPL), el grupo indigenista Quintín Lame y el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) después de acuerdos de paz.

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compromiso asumidos ante un escenario agitado y vulnerable por tendencias guerreristas y escépticas que le apuestan al incremento del odio, la venganza y la ruptura, profundizando la fragmentación social ya dada por la lógica de la guerra. Al hablar de las condiciones de falsedad tendientes a convertirse en verdad absoluta, para nuestro escenario recobra un particular valor en cuanto, no solo existen unas posturas que “dominan” a favor de la paz, ya entendida en la firma de los acuerdos, la estabilidad de la mesa de negociación, el momento del pos-conflicto y dejación de las armas, entre otros; se retoman las posturas escépticas, guerreristas y contradictorias a la paz que también hacen sus apuestas y le apuntan a otro tipo de profecía, esta quizá menos optimista, se han expresado de forma reacia varias fuerzas sociales que no son menores en contra del fin del conflicto. Un discurso de oposición que desde la emocionalidad ha jugado a restar legitimidad al proceso de negociación de paz sin elaborar 1998: El Gobierno del presidente Ernesto Samper concedió el estatus político al ELN en un esfuerzo por lograr un acuerdo de paz. También hubo encuentros con ese grupo rebelde en España y Alemania que no prosperaron. Ese mismo año, el entonces candidato conservador Andrés Pastrana ganó la presidencia de Colombia con la promesa de iniciar un diálogo de paz con las Farc para poner fin al conflicto interno. Siendo mandatario retiró las Fuerzas Militares de una zona de 42 mil kilómetros cuadrados para que sirviera de sede a la negociación.

1999: Se inició el proceso con las Farc, el tercer intento formal para lograr la paz con esa guerrilla. Los diálogos se realizaron en medio de la confrontación y se rompieron en febrero del 2002. Durante el Gobierno de Pastrana también se mantuvieron aproximaciones con el ELN, sin lograr avances concretos.

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una propuesta alterna sólida o complementaria del “deber ser de una buena paz”, pues ha limitado sus argumentos a la disputa moral impunidad vs paz, arrastrando ideas de todo tipo: el posible tratamiento generoso a los victimarios, la continuidad de la criminalidad, la desconfianza en la postura de la guerrilla, la imposibilidad de la paz ante factores múltiples que aún no existen, descalificaciones a la contraparte negociadora, el favoritismo por los intereses de la guerrilla y la necesidad de trazar una balanza incalculable y altamente restrictiva como lo es la paz sin impunidad. Más no se trata sólo de funcionar como obstáculo siempre sin más ni más, sino la responsabilidad moral y política del tipo de críticas y cuestionamientos a los asuntos de interés colectivo y desde dónde y por qué son juzgados; con lo que se juega al ejercer la oposición es con la preservación de los prejuicios de unos pocos, su elaboración y su extensión concibiéndolos como hechos sólidos y verdades absolutas, es aquí donde fácilmente los temores se imponen

Cronología de los procesos de paz en Colombia. Fuente Reuters - ADN

2002: Durante el Gobierno del presidente Álvaro Uribe, quien lanzó una ofensiva militar contra la guerrilla con el apoyo de Estados Unidos, se inician diálogos con el ELN en Cuba. Entre el 2004 y el 2005 hubo facilitación de México y en el 2007 se intentó restablecer el proceso con ese grupo rebelde en Venezuela con la mediación del presidente Hugo Chávez, pero una vez más las aproximaciones fracasaron.

2012: El presidente Juan Manuel Santos anunció que su Gobierno y las Farc firmaron un acuerdo marco que establece un procedimiento, una hoja de ruta, para avanzar en negociaciones de paz que comenzarán en la primera quincena de octubre en Oslo, Noruega, y luego continuarán en Cuba.

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como realidades y conquistan espacios hábilmente, frente a las situaciones que son construidas con sentido desde iniciativas y creencias sociales significativas tras el vivir el peso de la ausencia de la paz. Hasta el momento ha sido delirante el progreso de la agenda de negociación y el mantenimiento de las conversaciones en la Habana, pues no solo vemos el encuentro de dos fuertes bloques herméticos que se ponen cara a cara, en una instancia lejana de cualquier seguimiento de los medios de comunicación y de la curiosidad de algún intruso, sino que ha sido una mesa de negociación abierta que ha permitido la inclusión de diferentes perspectivas para la socialización. Tal es la apuesta por escuchar las demandas y lo que tienen que decir las víctimas, organizándose en varias comisiones y representando intereses varios; la puesta en escena de las mujeres y la mirada de género sobre la agenda de negociación reconociéndolas como el componente social más golpeado por la violencia y el conflicto interno armado; la participación de gremios económicos y un encuentro entre militares activos y retirados y la fuerza guerrillera, hasta el espacio asignado para conversar en respuesta a una petición de la actual Miss Universo colombiana y no han faltado las figuras internacionales que quieren entrar a participar y contribuir en los debates y las conversaciones tales como Kofi Annan y la Nobel de Paz Jody Williams. Dinámica que hace parte de la prudencia al revisar el ámbito de sostenibilidad de una eventual paz, en el que es fundamental tener claridad e identificar quién la impulsará y actuará con el fin de buscar su realización, tanto para la asignación de responsabilidades como para establecer puntos de referencia sobre los cuales empezar a

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construir y avanzar en modificaciones e innovaciones necesarias, así como elaborar conciencia y compromiso de un proyecto que es nacional y de amplia dimensión social en el cual no solo están vinculados los victimarios y sus víctimas. Por ejemplo, incluir en las conversaciones puntos de vista diversos permite divisar el nivel de compromiso de diferentes sectores nacionales en pro de la viabilidad de un proyecto colectivo que funde pilares a largo plazo para la mejora del bienestar de los asociados en el que los beneficios y acciones del Estado no queden reducidos a una pequeña élite política y económica, la construcción de paz pasa por el compromiso de amplios sectores de la punta de la pirámide que han de revisar los costos y beneficios de la paz y por lo mismo intervenir en su financiación una de las grandes ramas que aún no se está estimando y que puede ser su talón de Aquiles, en esta medida es prioritario el papel del sector privado: industrial, empresarial, comercial en la construcción de país que es un tema que se les ha ido vendiendo a la vez que se ha abierto la posibilidad de ampliar sus arcas de beneficios. Sin embargo, tras una lectura de fondo, es la sociedad misma la que debe saber cómo responder a los retos de la construcción de paz, por ello esta dinámica fluida planteada por la mesa de negociación ha sido tan funcional, pues finalmente dependerá de la razón y conciencia social que exista, el impacto y triunfo de la construcción de la paz en Colombia; entre estos escenarios que se han escalado y enuncian la construcción de la situación públicamente determinada (profecía) como lo es la paz y el camino para que se cumpla, vale reconocer la participación de la Universidad pública y privada, en retoma de su principio rector y razón de existencia: la generación de debate

Verdad, Justicia y Reparación La reparación, junto con la verdad y la justicia, es uno de los elementos principales que se buscan en un proceso de justicia transicional, en el que se busca implementar un nuevo orden durante un proceso de paz que se lleve a cabo por diferentes razones, con el objetivo de llegar a la paz en medio de un conflicto armado. En el marco legal de la Ley de Justicia y Paz, la reparación es: «restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición». La reparación es el derecho que tienen las víctimas de crímenes de guerra o de lesa humanidad a ver compensados los daños sufridos. Esta reparación se ve contemplada de manera más amplia al tenerse en cuenta una justicia restaurativa frente a una justicia transicional, puesto que, aun presentando limitaciones, tiene un enfoque más encaminado a la reparación y a la no repetición de los crímenes, lo que representa un mayor interés para las víctimas.

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Anaquel / La paz: entre utopías, prejuicios y realidades

claro, crítico, analítico y argumentado que es vinculante de todos los escenarios sociales en pro de la sociedad, de construir la paz allí en el escenario político de negociación y cargando una responsabilidad en los posteriores escenarios que correspondan según las lógicas del tiempo y donde pueda ingresar la academia; rompiendo con la idea general del denominado aturdimiento de los intelectuales y la academia ante su sociedad y los efectos de la guerra. Finalmente, luego de la trayectoria propuesta sobre esta “profecía que se cumple a sí misma”, analizando una profecía que aún no es una realidad y un hecho concreto como lo es la paz en Colombia, pero de la cual nos hemos convencido tiene que llegar a ser lo antes posible y no nos queda otro camino si nos pensamos como sociedad; un escenario que es prometedor en tanto cobra un sentido social y es un afluente de sentimientos positivos, pero también cobra valía en cuanto es una profecía que pretende derrumbar ya una fundada y victoriosa profecía anclada en la historia de esta nación, la reconocida “verdad” declarada del conflicto eterno al que estamos condenados, un hecho supuesto que hasta ha quedado en el registro de nuestra narración como colectivo político-social y en los imaginarios que han fundado nuestra literatura y ha sido consecuente hasta el día de hoy. Merton acertadamente señala al final del apartado citado, “Un solo éxito demuestra que puede hacerse. Después lo único que hay que aprender es lo que le hace funcionar. Este es, por lo menos, el que yo considero el sentido sociológico de las reveladoras palabras de Thomas Love Peacock “Todo lo que es, es posible”” (1992, p. 520), y podría parafrasearlo diciendo: una vez alcanzada la paz en Colombia, luego miraremos como hacerla funcionar.

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Referencias • Baldrich, A.C. (2013, 6 de Agosto). Los mínimos de la paz. Credencial. Recuperado de http://www. revistacredencial.com/credencial/ content/los-m-nimos-de-la-paz. • Merton, R. (1992). Teoría y Estructuras Sociales. México: Fondo de Cultura Económica. • Uprimny, R. (2014, 13 de Septiembre). Reconciliación y Democracia. El Espectador. Recuperado de http:// www.elespectador.com/opinion/ reconciliacion-y-democraciacolumna-516500

Merton acertadamente señala al final del apartado citado, “Un solo éxito demuestra que puede hacerse. Después lo único que hay que aprender es lo que le hace funcionar. Este es, por lo menos, el que yo considero el sentido sociológico de las reveladoras palabras de Thomas Love Peacock “Todo lo que es, es posible”” (1992, p. 520), y podría parafrasearlo diciendo: una vez alcanzada la paz en Colombia, luego miraremos como hacerla funcionar.

• Vargas, A. (2015, 1 de Marzo) Acuerdo nacional para terminar el conflicto armado. El Colombiano. Recuperado de http://www.elcolombiano.com/ acuerdo-nacional-para-terminar-elconflicto-armado-IG1392479

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Releer

Lejos en el tiempo y la distancia En esta ocasi贸n que la revista tiene la PAZ como su tema central, la invitaci贸n para Releer viene de muy lejos en el tiempo y la distancia. Sun Tzu y Lao Tse dos autores chinos nos traen sus palabras sobre la guerra y la paz. Y el griego Arist贸fanes nos dice c贸mo las mujeres se idearon una estrategia para acabar con las contiendas.



Releer / La Historia y la Literatura

Texto: María E. Segura

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n esta ocasión que la revista tiene la PAZ como su tema central, la invitación para Releer viene de muy lejos en el tiempo y la distancia. Sun Tzu y Lao Tse dos autores chinos nos traen sus palabras sobre la guerra y la paz. Y el griego Aristófanes nos dice cómo las mujeres se idearon una estrategia para acabar con las contiendas. Sun Stzu fue un general chino que vivió hacia el siglo V a.C. y la colección de escritos sobre el tema constituye el tratado más antiguo que se conoce sobre El arte de la Guerra. Si bien el texto habla sobre la estrategia para dominar al enemigo, en la actualidad su radio de influencia ha llegado a otros ámbitos como el deportivo, empresarial, diplomático pues sus ideas siguen siendo válidas a pesar de los 2000 años que nos separan de su autor. Lao-Tse, pensador chino creador del Taoísmo y autor del Tao Te Ching libro de enseñanzas y reflexiones sobre el camino y las virtudes necesarias para recorrerlo. Este tratado defiende una línea política liberal y pacifista y por tanto proscribe el ejercicio de la violencia. Aristófanes, autor de comedias en el siglo IV a.C., vivió y escribió sobre la Guerra del Peloponeso que cobró muchas vidas y terminó con la derrota de Atenas a manos de los espartanos. Lisístrata o “la que disuelve el ejército”, es la mujer que da nombre a la historia y quien convoca a las demás esposas y madres para que se encierren en la Acrópolis y se nieguen a tener sexo con sus maridos hasta que ellos se den cuenta de la inutilidad de la guerra. Con muchas alusiones caricaturescas a lo sexual Aristófanes hace una apuesta por la paz y el entendimiento entre los hombres.

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Releer / El arte de la guerra

El arte de la guerra Texto: Sun Tzu

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na vez comenzada la batalla, aunque estés ganando, de continuar por mucho tiempo, desanimará a tus tropas y embotará tu espada. Si estás sitiando una ciudad, agotarás tus fuerzas. Si mantienes a tu ejército durante mucho tiempo en campaña, tus suministros se agotarán.

Las armas son instrumentos de mala suerte; emplearlas por mucho tiempo producirá calamidades. Como se ha dicho: “Los que a hierro matan, a hierro mueren.” Cuando tus tropas están desanimadas, tu espada embotada, agotadas tus fuerzas y tus suministros son escasos, hasta los tuyos se aprovecharán de tu debilidad para sublevarse. Entonces, aunque tengas consejeros sabios, al final no podrás hacer que las cosas salgan bien. Por esta causa, he oído hablar de operaciones militares que han sido torpes y repentinas, pero nunca he visto a ningún experto en el arte de la guerra que mantuviese la campaña por mucho

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tiempo. Nunca es beneficioso para un país dejar que una operación militar se prolongue por mucho tiempo. Como se dice comúnmente, sé rápido como el trueno que retumba antes de que hayas podido taparte los oídos, veloz como el relámpago que relumbra antes de haber podido pestañear. Por lo tanto, los que no son totalmente conscientes de la desventaja de servirse de las armas no pueden ser totalmente conscientes de las ventajas de utilizarlas. Los que utilizan los medios militares con pericia no activan a sus tropas dos veces, ni proporcionan alimentos en tres ocasiones, con un mismo objetivo. La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha, la ciudad no es asediada, la destrucción no se prolonga durante mucho tiempo, y en cada caso el enemigo es vencido por el empleo de la estrategia.

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Tao Te Ching

Releer / Tao Te Ching

Texto: Lao-Tse

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El líder de un país, quien es fiel a Tao, no enviará su ejército a otro país. Esto le traería la desgracia principalmente a él mismo. Y allí por donde un ejército ha pasado impera la devastación. Y después de las guerras, llegan los años de hambre. Un caudillo sabio nunca es belicoso. Un guerrero sabio nunca se enfurece. Quien sabe vencer al enemigo no ataca. Quien ha vencido se detiene. Esta persona no se permite ejercer violencia sobre el enemigo derrotado. Después de obtener la victoria, no se enaltece. Vence y no se siente orgullosa de esto. A tal persona no le gusta hacer la guerra. Vence sólo porque le fuerzan a pelear. Y a pesar de que vence, no es belicosa. Si el hombre empieza a enfermarse y a marchitarse en la flor de su vida, es porque no ha vivido en armonía con Tao. La vida de tal persona en la Tierra se acaba antes de tiempo.

Las armas son instrumentos de aflicción. Éstas merecen ser desechadas. Por eso quien sigue a Tao no las usa. Un gobernador digno es condescendiente. Sólo para la defensa, tal gobernador aplica la fuerza. Él o ella emplean todos los medios para mantener la paz. Glorificarse con una victoria militar significa regocijarse con la matanza de las personas. ¿Y acaso puede ser respetado aquel que se alegra de la matanza? Y el respeto conlleva el bienestar. El bienestar contribuye al proceso creativo. En cambio, la violencia conlleva la aflicción. Si asesinan a muchas personas, hay que dolerse amargamente. La victoria militar debe ser «celebrada» con una ceremonia fúnebre.

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Releer / Lisistrata

Lisistrata Aristófanes

CONSEJERO.- (A las mujeres) Pues bien: lo primero que quiero saber de vosotras, por Zeus, es con qué propósito clausurasteis nuestra Acrópolis con cerrojos. LISÍSTRATA.- Para guardar a salvo el dinero y evitar que guerrearais por su culpa. CONSEJERO.- Es, pues, del dinero la culpa de que estemos en guerra. LISÍSTRATA.-.- Todo se perturba por su culpa. Es para poder robar para lo que Pisandro y los que están en el poder siempre andan promoviendo revueltas. Pues bien, respecto a eso que hagan lo que quieran, pero a este dinero no van a ponerle ya la mano encima. CONSEJERO.- ¿Pues qué harás? LISÍSTRATA.- ¿Y tú me lo preguntas? Nosotras lo administraremos. CONSEJERO.- ¿Vosotras administraréis el dinero? LISÍSTRATA.- ¿Por qué te extrañas? ¿No somos nosotras las que os lo administramos todo en casa? CONSEJERO.- No es lo mismo. LISÍSTRATA.- ¿Cómo que no? CONSEJERO.- Con este dinero hay que hacer la guerra. LISÍSTRATA.- Lo primero es que no hay ninguna necesidad de guerras. CONSEJERO.- ¿Y cómo nos salvaremos si no? LISÍSTRATA.- Nosotras os salvaremos. CONSEJERO.- ¿Vosotras? LISÍSTRATA.- Nosotras, sí. CONSEJERO.- Esto es demasiado. LISÍSTRATA.- Se te salvará, aunque tú no quieras. CONSEJERO.- Es extraordinario eso que dices. LISÍSTRATA.- Eso te molesta, pero se hará de todos modos. CONSEJERO.- No tenéis derecho, por Deméter. LISÍSTRATA.- Hay que salvarte, amigo. CONSEJERO.- ¿Aunque yo no lo pida? LISÍSTRATA.- Por eso especialmente.

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CONSEJERO.- ¿Y de dónde os viene esa preocupación por el dinero y la paz? LISÍSTRATA.- Te lo explicaremos. CONSEJERO.- Habla enseguida, si no quieres llorar. LISÍSTRATA.- Escucha pues y trata de contener tus manos. CONSEJERO.-No puedo: se me hace difícil sujetarlas del cabreo que tengo. CLEÓNICA.- Mucho más llorarás entonces. CONSEJERO.- Grazna para ti sola, vieja. Y tú, habla. LISÍSTRATA.- Durante los primeros tiempos de esta guerra, nosotras con nuestra natural discreción -no nos dejabais ni rechistar- hemos aguantado todo cuanto hacíais los hombres, aunque no nos gustaba nada. Pero comprendíamos bien lo que hacíais, y muchas veces en casa nos enterábamos de que habíais tomado decisiones equivocadas sobre asuntos de importancia. Y entonces, aunque afligidas en el fondo, os preguntábamos sonriendo: « ¿Qué decreto referente a treguas de paz habéis hecho inscribir en las estelas en la asamblea de hoy?». «¿Y a ti, qué?», decían nuestros maridos, «cállate». Y yo me callaba. CLEÓNICA.- Pues yo no me callaba nunca. CONSEJERO.- Pues vas a gemir si no te callas ahora. LISÍSTRATA.- Así pues, yo me callaba. Y nos enterábamos de vuestras sucesivas decisiones, cada una más equivocada que la anterior, y entonces decíamos: « ¿Cómo actuáis tan estúpidamente, marido?». Y él al instante me miraba de soslayo y me decía que si no seguía cosiendo lo iba a sentir largo rato en mi cabeza: «De la guerra se ocuparán los hombres». CONSEJERO.-Bien decía aquél, por Zeus. LISÍSTRATA.- ¿Cómo que bien, desdichado, si no podíamos ni aconsejaros cuando decidíais mal? Pero cuando os hemos oído ya decir abiertamente en la calle: «No hay hombres en este país», a lo que respondía otro «claro que no, por Zeus», hemos decidido unirnos todas las mujeres y salvar juntas a la Hélade, ¿pues de qué servía seguir esperando? Así pues, si vosotros queréis devolvernos a nosotras que decimos cosas útiles la misma

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Releer / Lisistrata

atención y el silencio que manteníamos nosotras, aún conseguiremos enderezaros. CONSEJERO.- ¿Vosotras a nosotros? Es extraordinario lo que dices e insoportable para mí. LISÍSTRATA.- ¡Cállate! CONSEJERO.- ¿Callarme yo, maldita, ante ti que llevas velo en torno a la cabeza? Antes morir. LISÍSTRATA.-Si el velo te resulta un problema, toma, cógelo y póntelo tú en torno a tu cabeza, y luego cállate. CLEÓNICA.- Y esta canastilla; y en el futuro a vivir tejiendo y masticando habas, de la guerra se ocuparán las mujeres. CORIFEO DE VIEJAS.- Alejaos de los cántaros, mujeres, para que también nosotras ayudemos en lo que podamos a nuestras amigas. CORIFEO DE VIEJAS.- (Nunca me cansaría de bailar; mis rodillas no serían presa de la pesada fatiga. Estoy dispuesta a hacer cualquier cosa en compañía de éstas por sus cualidades, pues tienen prestancia, gracia, valor; sabiduría, patriotismo y sensatez. CORIFEO DE VIEJAS.- Vamos tú, la más machota de las ortigas madres y abuelas, adelante con ardor, no ablandaros: aún corréis con el viento a la espalda. LISÍSTRATA.-Si Eros de dulce ánimo y Afrodita nacida en Chipre insuflan el deseo en nuestro pecho y en nuestros muslos y producen en nuestros maridos un agradable cosquilleo y una buena erección, creo que llegará el día en que los helenos nos llamen acabaguerras. CONSEJERO.- ¿Por hacer qué? LISÍSTRATA.- Sobre todo si terminamos con eso de que vayan al ágora hechos unos memos con su armadura completa. CONSEJERO.- ¿Y cómo vais vosotras a poder acabar con tantas cosas revueltas como hay en el país y desenredarlas? LISÍSTRATA.- Muy fácilmente. CONSEJERO.- ¿Cómo? Dilo. LISÍSTRATA.- Como con una madeja: cuando se nos enreda, la cogemos así y la separamos con nuestros husos, uno por aquí, otro por allí; del mismo modo vamos a desenredar nosotras esta guerra, si se nos deja, separando a los dos bandos mediante embajadas, una hacia allí, otra hacia aquí. CONSEJERO.- ¿Con la lana, las madejas y los husos como modelo creéis que podréis acabar con asuntos tan graves? Estáis locas. LISÍSTRATA.-También vosotros si tuvierais cabeza haríais toda vuestra política tomando el manejo de la lana como modelo. CONSEJERO.- ¿Cómo es eso, vamos a ver? LISÍSTRATA.-- Ante todo, como se hace con los vellones, habría que desprender de la ciudad en un baño de agua toda

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la porquería que tiene agarrada, quitar los nudos y eliminar a los malvados, vareándolos sobre un lecho de tablas, y a los que aún se quedan pegados y se apretujan para conseguir cargos arrancarlos con el cardador y cortarles la cabeza; cardar después en un canastillo la buena voluntad común, mezclando a todos los que la tienen sin excluir a los metecos y extranjeros que nos quieren bien y mezclar también allí a los que tienen deudas con el tesoro público y además, por Zeus, todas las ciudades que cuentan con colonos salidos de esta tierra, comprendiendo que todas ellas son para nosotros como mechones de lana esparcidos por el suelo cada cual por su lado. Y luego, cogiendo de todos ellos un hilo, reunirlos y juntarlos aquí y hacer con ellos un ovillo enorme y tejer de él un manto para el pueblo. CONSEJERO.- Ya tiene narices que ovillen y vareen esto las que no participan en absoluto de la guerra. LISÍSTRATA.- Pues bien, grandísimo canalla, soportamos más del doble de su peso que vosotros. Ante todo pariendo hijos y dejándolos ir lejos a servir como hoplitas. CONSEJERO.- Calla, no recuerdes desgracias. LISÍSTRATA.- Luego, cuando habría que pasárselo bien y disfrutar de la juventud, tenemos que dormir solas por culpa de las campañas. Y por lo que a mí respecta, pase; pero me aflijo por las muchachas que envejecen en su tálamo. CONSEJERO.-¿Es que los hombres no envejecen? LISÍSTRATA.- Sí, por Zeus, pero no es lo mismo. El hombre llega, y aunque esté lleno de canas no tarda en encontrar una chica joven para casarse; pero la ocasión de la mujer es breve y si no la aprovecha, nadie quiere casarse con ella, y ella se queda a verlas venir. LISÍSTRATA.- Dejaos de cuentos, buenas piezas. Añoráis a vuestros maridos, simplemente. Nosotras también, ¿qué os creéis? Bien sé yo qué penosas son las noches; pero resistid, amigas, tened paciencia aún durante algún tiempo, que un oráculo dice que venceremos si permanecemos unidas. Aquí lo tengo. MUJER. - Dinos qué dice. LISÍSTRATA.- Callad pues: Cuando las golondrinas vuelen hacia un mismo lugar huyendo de las abubillas y se abstengan de follar, se terminarán los males, y arriba pondrá lo de debajo Zeus, que desde lo alto brama... MUJER 3.- ¿O sea, que nosotras nos tumbaremos encima? LISÍSTRATA.- Mas si se separan y con sus alas remontan el vuelo esas golondrinas desde el templo sagrado, no dudará nadie que no existe pájaro más amigo de la jodienda que ellas. MUJER 3.- ¡El oráculo es claro, por Zeus, oh dioses todos! LISÍSTRATA.-No cejemos, pues, en nuestro empeño. Sigamos adelante, porque sería vergonzoso, queridas amigas, que traicionásemos al oráculo.

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“Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino...� Amado Nervo


Fotodiario

Angela Rojas Hemos buscando la paz durante años, la observamos en otros lugares, no sabemos cómo es ni cómo se siente. Sin embargo la naturaleza nos la muestra: imaginemos un bello atardecer, démosle a la paz el nombre de los ríos, del sol, la luna y las estrellas, acompañemos el placer y la serenidad que nos produce con momentos buenos o malos porque es en la sucesión de la vida donde se encuentra la paz y la convivencia.






Pacifismo colombiano

Mi historia patria

Karonlains Alarc贸n Forero

Tiberio Andres Liz Motta

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Letras Libres

El errante

Un pequeĂąo vuelo

Creo en el amor que muere

FabiĂĄn Ernesto Wilches Sierra

Silvia Sierra

Luz Amparo Carranza G.

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Letras Libres / Pacifismo colombiano

Pacifismo colombiano Texto: Karonlains Alarcón Forero

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staba el señor Efraín en la tienda de mi patrón, tranquilo como cualquier guerrillero tomándose el tinto de la media mañana cuando llegó un tal Negro; uno que estaba recién arrimado al pueblo. Y así, sin más, se le sentó a Don Efraín en la mesa mirando la calle. —Comandante. —Escuché que le decía el Negro. Seguí limpiando como si nada y vi cómo Don Efraín se sacaba el revólver de detrás del pantalón y lo ponía sobre la mesa, justo al lado del tinto hirviendo, sentí miedo y los clientes empezaron a irse. —Venía yo a pedirle un favorcito, — siguió el Negro como si no hubiera visto el arma— uno pequeñito así que no se alarme. Don Efraín agarró el tinto con la izquierda y empezó a soplarlo. —Diga a ver. —Increpó. —Pues comandante nosotros solo queríamos que se fuera, usted y los suyos. Ya sabe, nosotros vamos a llegar a pacificar por estos lares y no queremos tener problemas. Usted es un hombre inteligente y sabe como van las cosas ¿no? Don Efraín sorbió el tinto ruidosamente, como si estuviera llamando al resto de la columna guerrillera. —Usted sabe que esas órdenes las da el comando, así que no me pida imposibles. —Respondió. Caminé despacio hacia la barra para 64

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protegerme por si cualquier cosa, el patrón había ido a mercar y estaba sola. —Pero usted puede hablar comandante, puede acelerar las cosas. Somos hombres así que por qué no hacemos algo: le doy tiempito y usted me asegura que se va, ¿no le parece? Antes de acurrucarme detrás de la tabla de madera vi como Don Efraín tomaba otro sorbo, pensé en salir pero estaba petrificada por el miedo y empecé a temblar. —No puedo hacer eso. —Sentenció Don Efraín. —Vamos comandante, sabe que si quiere… Escuché el ruido de la mesa al caer y luego disparos: ¡PAZ! ¡PAZ! ¡PAZ! Me atreví a asomarme y vi a Don Efraín de pie, con el revólver humeante en la mano apuntándole al forastero que estaba tirado en el piso sobre un charco de su propia sangre. —Este pueblo ya está en paz ¡Negro hijueputa! Y no los necesitan. El comandante respiraba agitado, se giró apuntándome y ahogué un grito de espanto. Al verme, bajó el revólver. —Doña Carmencita, tranquila. Perdón por el desorden pero me tengo que ir. Eso sí, dígales a todos los del pueblo que estamos en paz y que nadie, ningún hijueputa salido del llano, va a venir a darnos más paz de la que tenemos. ¡Somos gente pacífica! Miró al negro. ¡PAZ! ¡PAZ! ¡PAZ! Enero - Junio de 2015


Letras Libres / Pacifismo colombiano

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Letras Libres / Los duelos

Mi historia

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Letras Libres / Mi historia patria

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uando Ellos llegaron estábamos dormidos, el ruido de la selva era la única compañía. Desperté con un leve dolor en el pecho; tal vez, presintiendo lo que iba a pasar esa noche. Noté la sombra de sus botas de caucho por las rendijas de las tablas, empecé a temblar, sudaba como si recogiera yucas en pleno medio día de verano. Miré a mis padres al otro lado de la habitación en medio del toldillo, traté de gritar para despertarlos. Un enorme temor se apoderaba de mí, sentí un nudo en la garganta, intenté moverme, pero mi cuerpo no respondía Ellos desde afuera gritaron: “Epifanio, salga, sabemos que está dentro, denos la cara o entramos y no respondemos”. Mi padre se levantó apresurado, despertó a mi madre que dormía a su lado diciéndole: “Mija, llegaron por mí, despierte a los chinos y vámonos al otro lado del río”. Me levanté quedando sentada en la cama, mientras mis hermanos se movían en sus colchones estirándose y sin darse cuenta de la situación. Mi mamá se puso las botas rápidamente, tomó en brazos a David, quien dormía con ella, y lo arropó con una sábana para protegerlo del frio de la noche; mi papá, que estaba en calzoncillos, se vistió con su ropa harapienta, que se hallaba en la baranda oxidada de la cama, se puso sus viejas y sucias botas de caucho, amarró a su cintura el machete, y me sacudió diciendo: “María, póngase las botas, agarre a uno de sus hermanos que nos vamos”. Luego tomo un par de cosas de la cocina y las puso dentro de su mochila. Sacudí a mi hermana Carmen para despertarla; ella que aún no se daba cuenta de la situación, manoteó pegándome en la cara, la

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Texto: Tiberio Andres Liz Motta Foto: Bettina Schwehn

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agité nuevamente y abrió sus ojos preguntado qué sucedía, le dije en voz baja: “busque las botas y póngaselas ahora mismo” Ellos seguían afuera, pegándole con el pie a la puerta de madera y gritaban: “Epifanio, vamos a entrar y no respondemos, eso le pasa por no apoyar nuestras ideas”. La única luz que nos acompañaba en ese momento, era el brillo de las antorchas encendidas que entraba entre las tablas de la casa, mi papá que apenas se distinguía en medio de la oscuridad le dijo a mi mamá: “mija abrigue bien a los niños y esté pendiente de ellos mientras quito estas tablas y salimos por aquí directo al rio, aprovechando que el verano lo secó”. Mi mamá tomó a Carmen de la mano, me miró con ojos de pánico y con la voz temblorosa me dijo: “no se suelte de mi pijama María”. David afortunadamente no se percataba de lo que estaba pasando, y dormía como si estuviera acostado en la cama; mi papá con su machete fue sacando cada uno de los clavos que sostenían las tablas, luego les dio una patada tan fuerte que logró quitarlas de allí. Los cinco salimos corriendo rumbo al río Flores; mientras Ellos entraban a la casa desordenándola, quemando la ropa, colchones y nuestras pertenencias, que aunque pocas, eran el resultado de toda una vida de trabajo en los campos de Santander, ya que después de un tiempo de deambular por muchas fincas, trabajándole a gente extraña, habíamos encontrado un lugar en el mundo donde descansar y vivir en paz; pero desafortunadamente, esa noche estábamos siendo condenados a muerte o al destierro, por la militancia de mi papá en el partido liberal. Recuerdo que después de correr y no encontrar el río, paramos un rato, miramos al horizonte para ver si la noche nos daba permiso de observar

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el reflejo de la luna en las cálidas aguas del riachuelo, pero al darnos vuelta, vimos una hoguera que se alimentaba de nuestras pertenencias. Mi mamá me abrazó fuerte mientras las lágrimas acariciaban su rostro; mi hermana Carmen apretaba con fuerza mis manos sin entender que sucedía. Yo me encontraba asustada, pero protegida por mis padres, al creer que si estaba con mi familia estaría segura, me sentiría en paz. Mi papá detrás de nosotros, lavado en sudor, con el machete en la mano izquierda, retiraba el sombrero de su cabeza, para mirar cómo sus sueños se desvanecían con las llamas que Ellos habían causado, Ellos llamados Godos o Conservadores. Mi hermano David rompió el silencio que se había vuelto eterno de un llanto. Escuchamos voces que se acercaban diciendo: “Dónde se escondió esta chusma, no sean cobardes salgan”. Decidimos continuar caminando entre los matorrales sin hacer ruido, y encontramos el río, sin detenernos, entramos en las cálidas aguas para poder llegar al otro lado donde estaríamos a salvo. Esta noche la vivieron muchas familias por los años de 1930-1947, a partir del triunfo de Mariano Ospina Pérez como presidente, cuando se agudizaron los enfrentamientos políticos en este departamento, generando que cualquier consigna, (como la que hizo un liberal que sugería que: “la única forma de acabar con el problema de los Santanderes, sería poner a todos los conservadores en la pared y dispararles por la espalda”) sirviera de pretexto para matarse unos a otros o en este caso desplazarnos. Cuatro años más tarde llegamos a Villavicencio bajo la presidencia de Laureano Gómez. Mi papá construyó un ranchito cerca al río Maizaro con la ayuda de otras familias, que para ese entonces llegaban de todas partes de

La Violencia es como se denomina al período histórico de Colombia en el siglo XX de enfrentamiento entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, que sin haberse declarado una guerra civil se caracterizó por ser extremadamente violento, incluyendo asesinatos, agresiones, persecuciones, destrucción de la propiedad privada y terrorismo por el alineamiento político. Durante este periodo varios personajes y grupos de ambos bandos enfrentados, como “Los Chulavitas” originarios del departamento de Boyacá y los denominados “Pájaros” del departamento del Valle del Cauca, se hicieron famosos por sus acciones atroces. El conflicto causó de 200.000 a 300.000 muertos y la migración forzosa de más de dos millones de personas, equivalente casi a una quinta parte de la población total de Colombia, que para ese entonces alcanzaba los 11 millones de habitantes. Al final del conflicto, por medio de las amnistías, más de diez mil guerrilleros liberales dejaron las armas.

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Letras Libres / Mi historia patria

Colombia en busca de oportunidades y de paz. El Meta se ofrecía como una tierra donde todos éramos bienvenidos y Villavicencio una ciudad en la que podíamos vivir tranquilos, pues el reconocimiento político que había tenido mi papá, estaba extinto por las llamas de aquella noche. Con un caballo y un monta carga reconstruimos nuestras vidas. Para ese entonces tenía doce años y me la pasaba con los niños del barrio jugando pelota, la lleva, corriendo por los potreros, bañándonos en el río; andábamos descalzos por las calles empolvadas, los chicos con pantalones remendados, cortos y camisas sucias, algunas niñas usaban vestidos largos, anchos con estampados de flores, los más finos tenían encajes en la parte inferior. Tuve muchos amigos y amigas, pero había uno en particular que se distinguía de los demás. Carlos, pasaba mucho tiempo con nosotras las niñas, jugar descalzo con los niños en el parque lleno de maleza no le interesaba, contrario a esto desde que lo conocí le gustaba jugar con muñecas. Carlos vivía con una tía, tres primas y su abuela que lo cuidaba desde que nació, pues su mamá lo había dejado al cuidado de ella, mientras probaba suerte en los campos de Muzo, Boyacá. Para ese entonces decían que esa tierra estaba bendita, si se quería ser millonario la riqueza había que buscarla allí; las historias iban y venían de campesinos suertudos que se enriquecían con una piedra de un diámetro de cinco centímetros de ancho y color verde, que encontraba en medio de la tierra. Doña Mercedes, la abuela de Carlos, lavaba la ropa de los soldados y policías vecinos del barrio, pero como el dinero no les alcanzaba, mi papá solía llevarles mercado. Su tía Clarita, que le decíamos así de cariño, padecía una enfermedad que limitaba la movilidad de sus piernas. Su mamá nunca hablaba de esto porque

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le daba tristeza verla allí, ni mucho menos le gustaba que mencionaran al papá de sus nietas, pues se había ido cuando su hija quedó en silla de ruedas y se enfurecía al escuchar su nombre. Conocí a Carlos en la escuela, estábamos en tercer grado y la profesora Cristina llamaba a lista; cuando mencionó su nombre completo, él se levantó de la silla y con su voz suave pero ronca marcó la diferencia entre los niños que estaban allí. Inmediatamente leves susurros se convirtieron en señalamientos, chistes mal intencionados y carcajadas de los demás compañeros; que se volvieron insultos, desorden que la profe trató de calmar. Carlos se sentó en su puesto, con el rostro boca abajo, apoyado en sus brazos, trató de esconder la vergüenza

“Conocí a Carlos en la escuela, estábamos en tercer grado y la profesora Cristina llamaba a lista; cuando mencionó su nombre completo, él se levantó de la silla y con su voz suave pero ronca marcó la diferencia entre los niños que estaban allí. Inmediatamente leves susurros se convirtieron en señalamientos, chistes mal intencionados y carcajadas de los demás compañeros.”

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que sentía en ese momento y que se intensificaba a medida que las lágrimas humedecían la tabla del pupitre; aunque la profesora Cristina logró calmar a los demás compañeros, él no volvió a levantarse el resto de la mañana. Al mediodía al finalizar la jornada escolar, todos los niños y niñas salieron corriendo cuando escucharon la campana, pero yo me quedé esperando alguna reacción de Carlos, pues me sentía culpable por no haberlo apoyado en ese momento. Cuando la maestra salió y todo quedó en silencio, él levanto lentamente su cabeza, dejando ver sus parpados inflamados y la marca de los brazos en su frente; paulatinamente fue levantándose, cogiendo sus cuadernos para guardarlos y dirigirse a su casa. Al salir de la escuela, lo seguí hasta su casa aprovechando que quedaba de camino a la mía y lo alcancé; creyendo que era una mala idea, le pregunte si había entendido la tarea de matemáticas; él con la amabilidad que lo caracterizaba, me respondió que sí. Intentaba hablarle, saber cómo se sentía, pero con esa respuesta no me dio espacio para continuar con la conversación. Al día siguiente, cuando el sol empezaba a acariciar el cielo con sus tonalidades de color rojo, zapote y amarillo fundidos en las nubes y las garzas llegaban a los morichales, pasé por la casa de Carlos, esperando ver la luz de la vela que me indicaba que se había levantado y se estaba preparando para ir a la escuela, pero no fue así. Desafortunadamente el color oscuro en el plástico de sus ventanas me indicaba que no estaría allí, sin embargo me quedé un rato, hasta oír la campana indicando el ingreso a clases, salí corriendo hacía el portón de la escuela que dividía mi vida de juegos y aventuras de una de disciplina, golpes y temores. Así transcurrieron varios días, hasta que Carlos empezó a ir una, dos

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y hasta tres veces a la semana. Yo le ayudaba con las tareas y adelantaba sus cuadernos de vez en cuando, sin embargo ese año no le fue muy bien y los siguientes que estuvo en esta escuela tampoco, pues cuando asistía tenía que aguantar insultos, groserías y discriminación de sus compañeros; muy pocos le hablaban, porque si lo hacían, les decían mariquitas, los señalaban de estar enamorados de él o en el peor de los casos, eran castigados por sus padres. La última vez que lo vi, estábamos cursando quinto grado de primaria, ese día pase por el frente de su casa al salir de la escuela, Carlos estaba vestido con una pantaloneta corta de color café y rayas blancas a los lados, tan corta que

“La última vez que lo vi, estábamos cursando quinto grado de primaria, ese día pase por el frente de su casa al salir de la escuela, Carlos estaba vestido con una pantaloneta corta de color café y rayas blancas a los lados, tan corta que mostraba gran parte de sus delgadas piernas.”

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mostraba gran parte de sus delgadas piernas, tenía puesta una camisa blanca, que dejaba al descubierto su abdomen y ombligo, no tenía mangas, pues las había arrancado para mostrar sus brazos y con los pies sucios, calzaba las sandalias negras que le pertenecían a su tía. Estaba barriendo el suelo polvoriento del frente de su casa, con la escoba hecha de ramas secas y chamizos que la abuela cortaba de su patio; así que me le acerqué y le pregunté: “¿Por qué no ha ido a la escuela?” él me dijo: “no tengo ganas, no volveré” trate de hacerle más preguntas, pero no lo permitió, pues giró y entró a su casa. Al día siguiente madrugué nuevamente a la escuela y como era evidente, Carlos no asistió, pensé que bromeaba, al salir lo pregunté en su casa y nadie me dio razón, se había ido y no sabían para donde, ni en qué condiciones; después de esta tarde no lo volví a ver. Me fui pensando camino a casa y comprendí que la angustia de no encajar en una sociedad en formación, cuyas raíces campesinas y machistas, hacían que Carlos se alejara de todos, hizo que buscara su espacio en otro lugar, encontrando un refugio que le diera paz y tranquilidad para desarrollar su identidad sin temores ni señalamientos discriminatorios. Mis días continuaron normalmente, la rutina era ir a la escuela, al medio día ayudar a preparar el almuerzo, por la tarde hacer oficio, ir donde los vecinos a recoger la lavaza para el caballo y los animales que teníamos; caída la tarde a la luz de la vela, después de que todos habíamos cenado, hacer las tareas. Cuando salíamos a vacaciones, mi mamá y mi papá nos conseguían trabajo, él se llevaba a David para ayudarle con la zorra y ella nos llevaba a las casas de los militares y policías donde lavaba ropa, a hacerle aseo, cocinar y cuidar sus niños. Sin embargo más de una vez me

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negué, le decía a mi mamá, que yo quería estudiar y no ser muchacha de servicio de nadie. Terminé el bachillerato siendo adulta y en contra de mi familia, estudié para trabajar en una oficina, tuve un gran esposo que me cuidó hasta el día de su muerte y siempre fui independiente. Habíamos planeado tener tres hijos, de los que sólo conoció dos, pues cuando estaba esperando el tercero, él sufrió un accidente dejándome viuda. El día que nació el menor de mis hijos, recuerdo que el sol se estaba escondiendo cuando salí de la oficina y con mi barriga a reventar me subí a la moto de Kiko, que fue un amigo de mi esposo y se volvió alguien muy cercano para mí. Una felicidad me había invadió durante todo el día, haciéndome olvidar el duelo que vivía desde cinco meses atrás. Ese día había estado riéndome y molestaba a uno o a otro compañero de trabajo; Fredy me había dicho: “María se va a enfermar hoy, o va a tener el niño, porque ha estado de carcajada en carcajada” no le creí y continúe molestando. Al llegar a la casa me despedí de Kiko, y mis dos hijos que apenas podían caminar, se abalanzaron sobre mí, me abrazaron dándome la bienvenida y queriendo que los levantara, pero difícilmente podía con el peso de mi barriga, así que los saludé con un beso

“Después de alimentar a los niños, el cansancio me hizo recostar en la mecedora de la casa, pensaba en las palabras de Fredy mientras acariciaba mi barriga, sabía que estaba a tiempo de tener el tercer hijo y la zozobra me invadía, al no saber cómo enfrentar esa nueva responsabilidad. “

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y continúe mi trayecto hacia la única habitación donde dormíamos. Después de dejar el bolso en mi cama, me dirigí a la cocina para calentar un agua de panela, soplé un poco el carbón para que ardiera el fogón de leña y tibié la cena para mis dos hijos. En ese momento de la vida mi hermano David solía frecuentar cantinas y bares para embriagarse con el sabor amargo de las cervezas; mi hermana aliviaba sus penas y trataba de olvidar la vida de pobreza que llevaba, ilusionándose de falsas promesas que le hacía su novio policía, mientras compartían alguna bebida en cualquier lugar de la ciudad, y mis papas hacían la ronda para recoger la lavaza. Después de alimentar a los niños, el cansancio me hizo recostar en la mecedora de la casa, pensaba en las palabras de Fredy mientras acariciaba mi barriga, sabía que estaba a tiempo de tener el tercer hijo y la zozobra me invadía, al no saber cómo enfrentar esa nueva responsabilidad. Observaba la puerta de la casa cuando empecé a sentir un dolor en la parte baja del vientre, aunque ya había sucedido días antes, sentía algo especial, por eso decidí ir a la casa de doña Carmen para que me viera la barriga. Doña Carmen dejaba ver en sus arrugas miles de historias que tenía por contar, la sabiduría y humildad que la caracterizaba; en ese tiempo, había sido la partera de un centenar de niños y niñas; con su conocimiento empírico podía saber cómo se encontraba la criatura, el tiempo de gestación, cuanto le faltaba para nacer y los cuidados necesarios para no tener inconvenientes al momento del parto. A la luz de una vela observó mi barriga y con sus manos suaves la acarició de un lado hacia otro diciéndome: “María, sumercé ya tiene las maletas listas, porque esta criatura no pasa de esta noche”. La miré y empecé a sentir un dolor en el pecho, mis

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extremidades se movían sin intención; ella me tranquilizó, y sobándome la barriga logró disminuir el dolor acomodando el niño. Salí corriendo para mi casa, afortunadamente mis hermanas ya habían llegado, cogí la maleta y sin cruzar palabra me fui para el hospital, durante el trayecto pensaba en mis dos niños, la idea de no volver a verlos se me cruzaba por la mente, pues conocía historias de mujeres a quienes durante el parto se les terminaba su vida. Al llegar me atendieron y a las nueve de la noche lo tuve en mis brazos; recuerdo muy bien que lloré mucho, tanto que uno de los médicos me preguntó si me pasaba algo, le dije que este niño había nacido huérfano de padre, me preguntó si alguien me acompañaba y le dije que estaba sola con mi hijo. Al día siguiente una enfermera me ayudó con la maleta, con un poco de temor, nostálgica pero feliz, salí del hospital pensando ¿qué iba a ser de mi con tres hijos sin un padre?, pero recordé la felicidad que me albergaba el día anterior, la cual predecía que iba a tener otro motivo de alegría para cada uno de mis días. Fuimos una generación nacida en el campo, pero formada en la ciudad, sin darnos cuenta, nuestras raíces fueron desapareciendo; pues familiares, conocidos y amigos se extinguieron en el tiempo, llevándose consigo historias y recuerdos que pudieron ser apoyo en momentos difíciles de nuestras vidas.

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Comprendí que cada familia tuvo sus propios conflictos; la mía porque no se respetó la libertad de pensamiento de mi padre, ya que por pertenecer a un bando era enemigo del otro. En el caso de Carlos eran internos; tener un cuerpo que no lo sentía suyo, haber decidido ser quien realmente se sentía y buscar la paz en sí mismo, le generaba problemas con sus compañeros en la escuela. En mi caso, se dieron porque expresé que pensaba diferente; no quería ser la sombra de nadie, estaba decidida a labrar mi camino, enseñanza que aprendí de mi papá cuando íbamos a cortar maleza en los potreros de Santander, pues me decía que siempre tenía que ir adelante abriéndome paso por la vida, no detrás, dejando que otros hicieran el trabajo por mí. Nunca pudimos volver a esas tierras santandereanas, y aunque hoy en día la lucha bipartidista ya no exista, las secuelas quedaron en nuestras memorias. Muchas historias se fueron

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con cada uno de sus protagonistas; mi papá jamás volvió a hablar sobre el partido liberal, a pesar que fue un líder en el barrio donde vivíamos, no conocimos parientes y mi mamá nunca contó anécdotas de ellos; sin embargo, conservo el recuerdo de una niñez campesina, al lado de árboles, ríos, corriendo por potreros y jugando con mis hermanos. Aun están en mi mente aquellos días Cuando peleábamos con mis hermanos, pero al rato nos reíamos y abrazábamos como muestra de cariño y respeto. Después de todas esas historias, comprendí que la paz, es un estado a nivel social o personal, y que depende del cómo solucionamos los problemas, sin necesidad de agredir al otro o a nosotros mismos; pues así como para mi familia fue encontrarla a las orillas del rio Maizaro, para Carlos fue convertirse en una dama y aceptarse como era. En mi caso la conseguí gracias a mi esposo y mis hijos.

“Después de todas esas historias, comprendí que la paz, es un estado a nivel social o personal, y que depende del cómo solucionamos los problemas, sin necesidad de agredir al otro o a nosotros mismos; pues así como para mi familia fue encontrarla a las orillas del rio Maizaro, para Carlos fue convertirse en una dama y aceptarse como era. En mi caso la conseguí gracias a mi esposo y mis hijos.”

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Letras Libres / El errante

El errante Texto: Fabiรกn Ernesto Wilches Sierra

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—¡Levántese!, dijo el policía pateando sus piernas, - ¡lárguese antes de que lo suba al camión y lo lleve a la estación!, tomó sus pertenencias, un par de calcetines, un pocillo, una cuchara, dos cobijas y algo que parecía ser una almohada, rápidamente las guardó en una maleta infantil desgarrada y percudida. Todo lo que poseemos es lo que nos define, y estas pocas pertenencias lo definían a la perfección, sin un lugar a donde ir, sin nadie con quien reír, un errante en una metrópoli, nada más que decir. Se alejó caminando del lugar donde descansó, amablemente se despidió de los policías que le sirvieron de despertador y prosiguió a buscar un lugar para observar el movimiento de la ciudad. Era la madrugada, tal vez las 5 a.m., se podría saber por el aspecto del tránsito. Sentado en una esquina divisaba los automóviles que con mucha prisa deseaban continuar su camino, hombres con trajes elegantes los conducían, en las ventanas de los buses se observaban vidrios empañados, producto de la respiración de los pasajeros que saturaban esos gigantes de hojalata de 10 ruedas. Era la única cosa que disfrutaba hacer, ver esas miles de almas, afanosas de sobrevivir en una urbe en que las oportunidades son escasas; verlos le recordaba cómo había llegado a donde se encontraba, pues inocentes iguales a ellos atormentaban su conciencia. Pasó el tiempo y llegó la hora de desayunar, en su afán por llegar a su lugar de trabajo algunos hombres de traje no terminan por completo su desayuno, una gran noticia, pues sin dinero con que comprar comida la única solución para alimentarse es la basura, lugar donde se encuentran esos alimentos a medio comer, pues los comedores comunitarios no dan abasto para los muchos que recurren a ellos. Tomó un vaso de café vacío y procedió a llenarlo con lo que quedaba en los otros, un periódico y varios trozos de pan y de galleta; en ese

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momento llegó alguien más a su pequeño restaurante de basura. —Es bueno compartir, sugirió el nuevo comensal. —Prosigue, mi orden ya está lista. Tuvo la idea de quedarse conversando y hacer ameno el desayuno. Pensó: “Si tan solo pudiera confiar en alguien, lo suficiente como para conversar durante una comida”. La verdad es que ya no podía, y más después de lo que sus hermanos en armas habían hecho, las personas en las que más confió lo defraudaron; el solo pensar en aquel recuerdo lo invadía de ira y melancolía, pero decidió dejarlo a un lado para poder disfrutar de su desayuno. Y así comenzó la rutina diaria, buscando cartón, latas, botellas de plástico o de vidrio, para poderlas cambiar por un poco de dinero, el cual usaría para comprar comida, pero si los pensamientos eran demasiados, es menester usar el dinero en droga. Y así fue, los pensamientos de la mañana lo invadieron durante todo el día, “si tan solo pudiera confiar en alguien”, aquella frase se repitió una y otra vez en su cabeza hasta que no lo soportó. Cerca del final del día, cuando aún quedaban pocos minutos de luz, se dirigió a una esquina oscura y tenebrosa, donde se encontraban dos jóvenes con ropa de marca, joyas y relojes resaltaban por encima de las prendas relucientes que parecían ser nuevas. —Tengo cinco mil pesos, exclamó. —Y yo tengo marihuana, por cinco se lleva esto. Se hizo el cambio y los jóvenes continuaron su conversación mientras el errante se alejaba, de nuevo a su mundo frio y abandonado. Encontró donde pasar la noche, pero antes de situarse se acercó a una tienda y compró una caja de fósforos. Ya en posición prosiguió a encender aquello que previamente había adquirido, el cálido humo proveniente de aquel cigarro de marihuana le disminuía el frio, y asimismo sus preocupaciones. Se recostó y continuó fumando, quería perderse de

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aquel mundo por un buen tiempo y olvidar el pasado, un pasado que lo atormentaba. En aquella situación comenzó a alucinar, veía a sus viejos compañeros formados y llenos de vida, sus sonrisas y entusiasmo invadían la plaza de armas donde se encontraban esperando órdenes para el ejercicio a ejecutar. Sólo eran soldados, 8 soldados, un capitán, y varios suboficiales entre los cuales se encontraba él. Llegó un mayor con las órdenes del general. En medio del protocolo militar de subalterno a superior, el capitán de su unidad recibió las órdenes y procedió a indicárselas al pelotón. En ese momento uno de sus compañeros se quedó observándolo con una sonrisa macabra. De repente todos los militares que lo rodeaban comenzaron a burlarse de él, los camuflados se tornaron con colores más vivos y poco a poco dejaron de ser pixelados, las armas se convirtieron en patinetas y la plaza de armas se convirtió en una cancha de microfútbol. Las risas provenían de los jóvenes patinadores que le arrojaban piedras y basura para que se despertara y se marchara; él, un poco confundido por el trance repentino entre sueño y realidad, tomó sus cosas y abandonó el lugar. El sol de aquel amanecer invadió sus ojos, aun sensibles por los efectos de la marihuana de la noche anterior, pero como en todo amanecer, el hambre no se hizo esperar. Era una calurosa mañana en la que no había podido encontrar nada con qué alimentarse, y no tenía dinero pues lo había cambiado por droga. Se quitó sus dos chaquetas que lo protegían del frio de la noche y de la mayoría de los días de aquella ciudad, pero hoy no, hoy no lo abrigaban, hoy no es uno de esos días, guardó una chaqueta en su desgastada maleta y la otra se la amarró cual cinturón que sostuviera sus pantalones. Regresó al bote de basura junto al café, pues la mayoría de las veces encontraba algo ahí para poder desayunar. Mientras hurgaba la basura, un hombre preso del afán del que es costumbre en

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las mañanas, se acercó a arrojar algo que no se había comido por completo, vio cómo aquel sujeto demacrado buscaba con desespero algo para alimentarse y pensándolo por un minuto, regresó al café, arrojó sus restos de comida en la basura del establecimiento y compró un café con dos panes para obsequiárselos al hombre que revisaba la basura y que muy seguramente estaba hambriento. —Buenos días, no pude evitarlo pero parece ser que tiene hambre. El hombre lo decía con una sonrisa y con buena actitud, sin embargo el errante actuó con desconfianza. —Gracias pero no, gracias. —Adelante, acéptelo, esta comida está fresca, y es mejor que cualquier cosa que pudiera encontrar en ese bote de basura. Tenía razón, así que el errante acepto la comida muy agradecido. Cuando ambos estiraron las manos para hacer el intercambio, el hombre de traje observó un tatuaje peculiar en el brazo del errante. —¿Es usted militar? Preguntó. El errante tomó la comida, tomó un sorbo de café y rápidamente le dio la espalda; sólo pudo dar dos pasos antes de escuchar… —¿Fuerzas especiales?, ese tatuaje no miente. El errante se detuvo, sin dar media vuelta, miró hacia atrás al hombre de traje. —De especiales no tienen nada. —Se encargan de realizar las operaciones que ninguna otra unidad puede hacer, hacen lo más difícil, lo imposible, yo creería que eso es ser especial. —Hacer lo que otros no hacen no es ser especial, simplemente es hacer lo que otros no hacen, punto, no tienen nada de especial. —¡Hey!, debería ser más respetuoso y agradecer que alguna vez perteneció a una unidad con tanto prestigio como… ¿A qué unidad perteneció? —Que tenga un buen día señor,

“El sol de aquel amanecer invadió sus ojos, aun sensibles por los efectos de la marihuana de la noche anterior, pero como en todo amanecer, el hambre no se hizo esperar. Era una calurosa mañana en la que no había podido encontrar nada con qué alimentarse, y no tenía dinero pues lo había cambiado por droga. “

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gracias por el desayuno, exclamó. —Mi padre perteneció a la unidad 51 de fuerzas especiales. En ese momento el café que apenas había probado y dos panes impactaron contra el suelo, inmovilizado y petrificado por aquellas palabras del hombre de traje, el errante se halló congelado por unos segundos. Dio la media vuelta y con ojos llenos de ira preguntó con voz fuerte y mirada intimidante. —¿Cuál es el nombre de su padre? Los transeúntes que pasaban por el lugar se quedaron observando la situación. —¡Policía!, ¡Policía!, gritó una mujer que escuchó el tono de voz intimidante del errante.

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—Rodríguez, Rodríguez se llamaba mi padre. En ese momento se llenaron de lágrimas los ojos del errante, quien rápidamente buscó una pared donde recostarse. Recostado contra la pared se dejó caer deslizando su espalda contra la misma hasta que se pudiera sentar. —¿Le sucede algo?, preguntó el hombre de traje mientras se acercaba a él. —Esa era mi unidad, respondió el errante. El hombre de traje sorprendido y estupefacto se quedó inmóvil, mientras observaba a aquel vagabundo desconsolado llorando, víctima del dolor que le había producido escuchar

“Pasó el tiempo y llegó la hora de desayunar, en su afán por llegar a su lugar de trabajo algunos hombres de traje no terminan por completo su desayuno, una gran noticia, pues sin dinero con que comprar comida la única solución para alimentarse es la basura, lugar donde se encuentran esos alimentos a medio comer, pues los comedores comunitarios no dan abasto para los muchos que recurren a ellos.”

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“–Mi padre perteneció a la unidad 51 de fuerzas especiales. En ese momento el café que apenas había probado y dos panes impactaron contra el suelo, inmovilizado y petrificado por aquellas palabras del hombre de traje, el errante se halló congelado por unos segundos. Dio la media vuelta y con ojos llenos de ira preguntó con voz fuerte y mirada intimidante.”

ese nombre. —¿Qué está sucediendo?, preguntó un oficial de policía que llegó al lugar producto de los gritos de la mujer. —Nada, solo está llorando porque le regalé un desayuno y el muy idiota lo dejó caer. —Ni para eso sirven, exclamó el policía, me lo voy a llevar para la estación. —No, dijo el hombre de traje, no le ha hecho nada a nadie, y está conversando conmigo. El policía mudo y sin entender lo que pasaba, miro al hombre de traje y pronunció: —Como quiera señor, cualquier cosa me avisa, voy a comprar un café. —Gracias, dijo el hombre de traje. Volteó su mirada hacia el errante quien ya un poco más calmado se limpiaba las lágrimas de la cara. —La unidad 51, operaciones impecables, tenía entendido que todos habían muerto en un operativo, ¿Cómo es que usted está vivo? —Si es que a esto se le puede llamar estar vivo, exclamó el errante, la verdad va más allá de su entendimiento. —No me venga con eso, si usted está vivo, significa que mi padre también puede estarlo, ¿Qué fue lo que sucedió? Tengo

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derecho de saberlo, un hijo debe saber lo que le sucedió a su padre. —¿En realidad desea saber una verdad que desmoronaría su mundo entero? —Si es necesario sí, pero tengo que saberlo. —Su padre era corrupto, al igual que todos los que integraban la unidad 51, hacíamos trabajos para generales, trabajos que nada tenían que ver con servirle a la patria, pero la paga era buena. —¿Y qué fue lo que sucedió? —Durante nuestra última operación se nos ordenó que ejecutáramos a unos civiles que se habían rehusado a ayudar al general, eran unos comerciantes dueños de un par de camiones, el general quería transportar algo de contrabando en esos camiones, o algo así, la verdad fue hace mucho tiempo. —Imposible, mi padre nunca hubiera matado a un inocente, y más sólo por seguir una orden. —El general ofrecía buen dinero por ese tipo de trabajos, si usted tiene ese traje es porque supongo que estudió en una buena universidad, y con un sueldo de militar ese tipo de universidades es imposible de pagar, adivine usted de donde surgió ese dinero. El hombre de traje, estupefacto por

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las palabras del errante, meditaba en silencio una respuesta que contradijera al vagabundo. —Siempre me pregunté cómo lo había hecho, supuse que había sido algún tipo de negocio por debajo de mesa, pero no creí que llegaría tan lejos. —Y no lo hizo, su padre era corrupto, pero no un asesino, se nos dijo que eran guerrilleros a los que teníamos que ejecutar y hacer parecer que fue en combate; pero éramos fuerzas especiales, esos pobres a los que interceptamos no tenían nada de guerrilleros, sus ropas y caras no eran de alguien que es o alguna vez fue un combatiente. Todos lo supimos pero ninguno se atrevió a decir nada, el capitán dio la orden, y los más locos y desquiciados de nosotros procedieron a ejecutarla, no los juzgue, ellos no siempre fueron así, perdieron a muchos compañeros a lo largo de su vida como militares, solo bastaba con señalar a alguien y decir que era guerrillero para que ellos actuaran. Me sentí enfermo, esto no era lo que solíamos hacer, no era para nada lo que yo hacía. Quise reclamarle al capitán, pero vi que me apuntaban mis compañeros con sus fusiles, el capitán dijo que en los combates algunas veces soldados de fuerzas especiales caían, si estos civiles podían parecer guerrilleros muertos en combate, yo también podría parecer un soldado muerto en combate. El hombre de traje se situó junto al hombre errante y procedió a sentarse. —¿Y qué paso después? —Después... sólo recuerdo que un joven, nuevo en nuestra unidad, descargó su fusil contra el capitán y varios que lo rodeaban, se desató un tiroteo del que nadie pudo escapar, todos disparándole a todos pues nadie sabía quién era corrupto y quién no, algunos murieron en el tiroteo, otros sobrevivimos y nos llevaron al hospital. El hombre de traje interrumpió. —Oficialmente mi padre murió en combate, o al menos eso fue lo que

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nos dijeron. En combate con supuestos guerrilleros, pero extraoficialmente con sus propios compañeros. Pero aun no entiendo cómo fue que usted sobrevivió. —Era lo que se podría decir un complot, y como todo complot, no se pueden dejar cabos sueltos, a los pocos que sobrevivimos nos fueron a rematar al hospital militar; por suerte para mí, y mala suerte para mi compañero de cuarto, la enfermera descuidada intercambió nuestras historias clínicas, cuando llegaron los hombres del general, vieron mi nombre en la cama de él y procedieron a hacer lo suyo. —¿Y usted dejó que mataran a otro inocente? Dijo el hombre de traje con indignación. El errante levantó la cabeza y miró hacia el cielo.

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—Estaba medio muerto, seguía inconsciente en ese momento, lo sé sólo porque unos días después cuando reaccioné y salí del coma, supe que todos mis compañeros estaban muertos y que toda la unidad 51 había sido eliminada, pero por alguna razón yo seguía con vida. El doctor se me acercó y comentó el error de la enfermera, dijo que una vez se percató, prefirió no decir nada pues era obvio que vendrían por mí y me aniquilarían. Hice lo que tenía que hacer si quería seguir con vida, hui del hospital y pasé a ser un errante sin futuro ni pasado, sin familia ni amigos, a ser un fantasma que habita las calles de esta fría ciudad, aunque hoy no esta tan fría que digamos. —Sí, tiene razón, hoy no hace el frio de costumbre, añadió el hombre de traje. ¿Y cómo está seguro que nunca lo van a encontrar? —Creí que nunca lo harían, es por eso que desaparecí, pero veo que mi pasado me ha alcanzado. —¿A qué se refiere? Preguntó el hombre de traje con desconcierto. Hubo un silencio abrumador por un par de minutos, hasta que el hombre de traje preguntó. —¿Cómo se dio cuenta? —El hijo de Rodríguez tenía leucemia, y por ello él hacía esos trabajos, para conseguir el dinero para los procedimientos médicos. Una vez su padre murió no hubo quién pagara el tratamiento e inevitablemente el niño falleció. —¿Entonces todo este tiempo lo supo, y aun así me siguió la corriente? —No confío en nadie, por esa razón nunca le conté a nadie lo que realmente sucedió con la unidad 51, pero… ¿Por qué no hacerlo con mi verdugo? —Así que sabe que vengo a matarlo... dijo el hombre de traje con una sonrisa dibujada en su rostro y en tono de admiración, pues lo último que esperaba era que su víctima descubriera sus intenciones.

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—Ya me mató, dijo el errante. He tomado café de ese restaurante en el desayuno desde que vago por las calles de esta ciudad, y ese café que usted amablemente me brindó… estaba fresco, pero definitivamente con un sabor diferente. —Es usted muy hábil, es muy difícil notar esa leve diferencia. —¿Me va a doler?, preguntó el errante con preocupación. —Supongo que sus lágrimas de hace un momento no eran de dolor, ya sabía lo que venía a hacer; ha sido un placer. El hombre de traje se levantó, sacudió con sus manos sus piernas... no le dolerá, dijo. El errante de repente sintió frio en aquel caluroso día. —Ya está pasando, se dijo a sí mismo, tomó la chaqueta que tenía guardada en aquella demacrada maleta, de igual forma sacó sus dos cobijas y lo que parecía ser una almohada, se acomodó como si fuera la noche y se preparara para descansar, y acogió a la muerte como a esas frías y solitarias noches en aquella ciudad, mientras, el hombre de traje se alejaba igual que un asesino que abandona la escena de un crimen. No se detuvo ni miró atrás, solo dejó que el veneno puesto en el café hiciera lo suyo, que aquel errante, el último hombre de la unidad 51, se despidiera en paz y tranquilidad de este mundo, y tuvo suerte de hacerlo, pues sus compañeros se toparon con finales horribles y violentos, pero él no, ya había vivido demasiada violencia siendo un marginado de las frías e indiferentes calles de la ciudad metropolitana, era hora de poder descansar en paz.

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Un pequeño

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Usiacurí es un bello recuerdo. El mar, un hermoso referente. La brisa fresca hace que las personas caminen por las calles, algunas porque sí, porque ajá; otras por compromisos en el supermercado, la empresa o la casa. 82

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Texto: Silvia Sierra Foto: Marina Nisi

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Letras Libres / Un pequeño vuelo

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is ojos no dan explicación a lo que ven, o será porque tengo sed. Hasta el momento no he visto fuente o artilugio con cauce hídrico. Solo el mar y, sin ocultarlo, no es agua para quitar la sed, pues mi lengua quedó ardida y mi garganta, ni contarlo. Lo único bueno es sentir en mis extremidades inferiores la arena, plenas de tierra pesada y reseca durante mi vida. Parada en ese balcón del edificio antiguo. Ya son pasadas las doce del mediodía y no tengo hambre, ni ganas de orinar o de lo otro, solo sed y eso que fue un vuelo largo para mí, disfrutando del cambio de paisaje y de la atracción que produje en la gente. Al parecer soy única en mi especie. Me señalaron, me sonrieron, se quedaron mirándome fijo, me tomaron fotos con flash –uno de ellos me encegueció por unos segundos-, me recordaron en medio del trancón producido por un accidente entre un motociclista y un conductor de bus, al concertar una solución con la policía. Siento ruido y pasos detrás de mí. Giro la cabeza y me doy cuenta que es una señora de pelo rizado y largo, pecosa, robusta, con una gran sonrisa que está al otro lado del balcón –a la izquierda. En su mano lleva una coca plástica color, color… No sé cuál, pero dentro de ella se movía un líquido. ¡Agua! Deja el recipiente sobre la baranda ancha del balcón y se retira del sitio. Una vez entra, me acerco con cuidado, caminando de lado. Paro un momento para mirar a todos los lados y prosigo más rápido. Una vez llego, estiro la cabeza hasta donde más puedo, huelo y comienzo a beber, sin respirar, bastante agua por rato largo. ¡Al fin apagué mi sed gracias a esa buena mujer, quien se ríe con alguien más adentro! Digo gracias en mi dialecto sin tanto teatro y reposo un poco más, esperando que el agua entre más en mí. Bonito día se ve en este lado. Al fondo, una bandera ondeando y un cielo de pocas nubes. Es la primera vez que salgo de mi pueblo natal, Usiacurí, bella villa, de frondosos y frutales árboles todo el año, donde todos los seres vivos conviven en armonía y desde hace doce años no se ha presentado homicidio alguno. No sé qué es eso de años, pero para que las caras de la gente se asombren y se alegren, debe ser por algo. Siento las energías de otros en donde me encuentre y, según lo que he escuchado, la violencia es un asunto que impide respirar con calma. No sé cómo se experimenta no estar en tranquilidad, y más con la atención que recibí ahora. Un niño me señala desde abajo y hala el brazo de su mamá para que me observe también. Sí, soy única y despierto sentimientos positivos y bonitos. Dan felicidad. De repente, mi estómago cruje. Hambre. Aquí deben crecer los mismos árboles de los que obtengo unos frutos

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Usiacurí es un municipio del departamento del Atlántico en Colombia. Su nombre está formado por la combinación de los términos Usía que significa Señoría y Curí, nombre del cacique que habitaba ese lugar. Usiacurí alcanzó notoriedad nacional por sus aguas termales a donde acudían anualmente cientos de turistas, más que todo enfermos, para tratarse diversas dolencias en los pozos curativos de aguas sulfídicas. Gentilicio: usiacureño.

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Letras Libres / Un pequeño vuelo

pequeños. Me agito toda, de cabeza a cola, despertándome un poco del letargo en el que estoy cayendo. Parto de acá y echo una vista panorámica para descubrir un árbol de pequeños y dulces frutos. No tengo necesidad de entrecerrar mis párpados, pues hay una gran variedad de flora por doquier. Al fin diviso mi fruto amado que he escuchado que le dicen uvita. Aterrizo en una rama debajo de un racimo y empiezo a robarme unos pedazos, algo acelerada, pero sin olvidar disfrutarlo. Estoy oculta de la vista de los paseantes, hasta de otras colegas. Sola nutriéndome sin aspavientos, y eso que me hallo cerca de una vía transitada. Hay niños que están de vuelta del colegio; algunos son recibidos por sus madres o padres, otros por las señoras del servicio. Sigo disfrutando de mi manjar, aunque ya me voy llenando. Sin darme cuenta, un pájaro se hace en una rama cercana a la mía, un poco más arriba. Sus alas tienen contrastes entre un oscuro suave y claro; se rasca con agilidad su cuerpo. Creo que no le molesta que esté en el árbol, ni intento entablar conversación. Compartimos el espacio y no nos vemos afectados por ello. Convivencia natural. Decido cerrar los ojos… Ha oscurecido un poco y el clima está más fresco. El pájaro ya no está. En cambio, hay una madre -otra avecuidando de sus retoños. Es una hermosa imagen. Suspiro y la mamá me observa, suspirando igual. Su pico es pequeño pero grueso; parpadea mucho, pues tendría un día muy agitado. Me sigue viendo y no emite ningún sonido, si quizá quiera decirme algo. Pero decido mejor retirarme del árbol y buscar otro. Emprendo el vuelo en pleno crepúsculo con un cielo apacible y nubes quietas. Aterrizo en una plaza, donde otras de mi especie, pero más oscuras, empiezan a buscar dónde dormitar. Una de ellas me observa fijo. La reconozco: También es de Usiacurí. Las dos estuvimos en el evento que hizo el gobierno local al liberar

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varias de nosotras, celebrando otro año sin homicidios… Mas, ahora tiene plumas oscuras. Se va. Hasta pronto, le digo; espero que me haya escuchado. La atención vuelve hacía mí, pero ahora por una niña, de ojos vivaces y una bella sonrisa. Me pone al frente un pedazo de algo que huele delicioso. Cómelo, es un ponquecito, me expresa con dulzura, acercándomelo más. Retrocedo y ella solo me mira. Huelo y devuelvo la cabeza. ¡Se ve delicioso! Huelo de nuevo, pero esta vez me atrevo a darle un picotazo. Mi lengua se alegra con el ponquecito. Doy varios picotazos más, hasta llenarme. La niña se va, al ser llamada por su madre y se despide con su sonrisa, dejándome bien hasta el otro día. Con esa acción rectifico más que la paz es un estado que se dona. No sé si devolverme a mi municipio, permanecer en esta ciudad o emprender el vuelo hacia otro sitio. Desconozco hasta el momento la crueldad, la muerte salvaje y quizá se vea acá. De pronto aparecerá la pareja con la cual tendré crías. Decidiré mañana si emprendo un nuevo vuelo.

Me pone al frente un pedazo de algo que huele delicioso. Cómelo, es un ponquecito, me expresa con dulzura, acercándomelo más. Retrocedo y ella solo me mira. Huelo y devuelvo la cabeza. ¡Se ve delicioso! Huelo de nuevo, pero esta vez me atrevo a darle un picotazo. Mi lengua se alegra con el ponquecito. Doy varios picotazos más, hasta llenarme.

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Creo en

elqueamor muere Creo en el amor que muere. Y vive entre lo cotidiano, entre la semilla y los versos. Con la esperanza de florecer Con el destello de la vida Entre la fragilidad, los pasos y la brisa Creo en el amor que muere bajo la piel, que se instala en la memoria, Un vagabundo, sin brĂşjula, sin prisa Creo en el amor que muere y habita las emociones sin diques sin preguntas Creo en el amor que muere y siembra margaritas bajo los pies.

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Texto: Luz Amparo Carranza G.

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