Walkirias Kowalski fascicle #1

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Prosopopeye Prosopopeye EL MARINO SOY. . .

es La secciò per navegar entre lletres, sortir-ne marejat i atorgar-se importància com autors que han publicat..

Tres Frailes Cerdos per P. Raúl T., adaptació dels Kowalskis.

Éranse una vez tres cerdos frailes que, ha-

biéndose emancipado de su núcleo conventual, decidiéronse prestos a fabricar, cada uno por su cuenta, un lugar habilitado para morar y para orar (mororar...) El primer fraile (cerdo), siendo como era luengamente gañán, apocado y tendente a la desídia, manufacturóse una capillita exvota de paja. Una vez concluida, tumbóse en su interior a realizar merecido homenaje al material de construcción empleado. El segundo fraile cerdo, de extracción taimada y usurpadora de lo ajeno, dispúsose a fabricar su capillita con tablones y palés que obtuvo de una obra colindante. En media horita y con la ayuda de un destornillador eléctrico afanado en ferretería ajena, finiquitó su indecente construcción y tumbóse a ejercer, a su vez, unos homenajes al material usado por el primer cerdo fraile.

El tercer fraile, cerdo, un laborioso y cerdo varón pese a las pinceladas de zangolotino y mariposón, fué más listo y aprestóse meses i más meses en la construcción de una capilla de 120 m2, cuatro habitaciones, salón-refectorio, ascensor, baño completo y oratorio. De primorosa factura todo, obra maestra en

piedra con interiores de pladur. Una vez concluido, se dispuso a efectuar los homenajes al humilde material usado por el primer cerdo, convenientemente ajaezado como Manolita Chen ante el espejo. Pero el lobo, hideputa encarnando el mal, les habia observado durante meses. La sed de mal y el hambre que le provocaba la visión de tan rollizos frailes le enloqueció y, de un solo soplo, barrió las capillas de paja y de madera. Aterrados y avízores, los cerdos frailes se dieron a la fuga y fueron perseguidos hasta la morada del tercer fraile cerdo. Éste, viéndoles llegar con las mantecas desnudas y sudorosas, abrioles la puerta y cobijolos diligentemente con evidente excitación. El lobo, sopló y sopló a los recios muros, muriéndose de un neumotórax a los cuatro minutos. Los tres cerdos frailes se pusieron a hacer el cerdo el resto de sus dias, convirtiendo la capilla en el muy conocido “Monasterio de Piedra”, al que se dedicaron a darle bola y publicidad en todos los peajes de camino a Zaragoza. Y siguieron rindiendo merecidos homenajes al (llorado) material que el primer cerdo utilizó.

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