Estaba en un asado, miré el asador y el carbón estaba apagado, no había llama, solo humo y vapor, pero la carne seguía asándose. El Señor me dijo: “Cuídate de estar así, hay gente que ya no está en fuego por mí, pero siguen con el residuo de lo que un día tuvieron, creen que su relación conmigo está avivada pero el fuego se apagó y están viviendo de experiencias del pasado”. Me ataqué a llorar porque sentí que el Señor me estaba diciendo: “Cuida la llama de tu amor por mí, que no se apague. Puedes creer que aún me amas pero vivir de lo que un día fue pero ya no es”, Juan Pablo Díaz.
le importan los títulos y tan sencillo que, quienes lo conocen, saben que es el mismo en todo lugar a donde va. El apóstol Eduardo, quien próximamente lanzará un nuevo libro titulado: Un tesoro incalculable llamado familia, dice que es necesario creer que en su linaje siempre habrá alguien que camine en un llamado profundo del Señor. Ver a Juan Pablo predicando es la respuesta a la fe de ambos, al abuelo que sueña con dejar un legado y al niño que desde pequeño soñó con ser pastor, y lo logró. Lee la entrevista a estos dos líderes que influencian generaciones:
¿Cómo cultivas tu amor por Dios? Eduardo Cañas (EC): cuando quieres
caminar con Dios necesitas primero la Palabra, no puedes ignorarla; segundo, la comunión con el Espíritu Santo y tercero, la oración. Un cristiano que no camina en la Palabra se apartará fácilmente y podrá volverse religioso. Alguien que no camina en el Espíritu no conocerá lo profundo de Dios. Quien no ora no recibirá la paternidad de Dios, el que ora lo ve a Él como su papá y se ve a sí mismo como un hijo.
Juan Pablo Díaz (JD): tengo una fórmula y es que uno pasa del deseo a la disciplina y de la disciplina al deleite. Son las tres D de Por su parte, el pastor Eduardo, asegura que lograr que sus descendientes amen a Dios no por herencia sino por pasión es el resultado de una vida de oración incesante, por eso aconseja: “Aunque seas soltero, no sepas si te casarás o tendrás hijos, debes orar siempre por tus futuras generaciones”. Su testimonio y ejemplo fueron fundamentales para ver a su familia consagrada al servicio a Dios. Sin embargo, este hombre que junto a su esposa, la pastora Fulvia, ha consolidado un ministerio influyente del que han nacido 27 iglesias en toda Colombia, en un principio no creía que pudiera ser útil en las manos de Dios. “Crecí en el campo y me limité en muchas cosas, por eso, si pudiera darle un consejo a mi yo más joven, le diría que creyera que el Señor lo sacaría adelante. Yo no creía en mí, eso retrasó el proyecto de Dios, se cumplió pero se retrasó porque no creía tener el llamado”. Lo que Juan Pablo más admira de su abuelito es la humildad, la misma que Eduardo demuestra al decir que de su nieto ha aprendido a amar más a Dios pero también a estructurar mejor sus mensajes. Juan Pablo dice de él que es “el ser más humilde que hay en la tierra”, al que no
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