LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA
Lo primero que me llama poderosamente la atención es que por parte de políticos, medios de comunicación y la misma sociedad se esté ya hablando sin ambages ni rodeos, no ya de la aspiración de Cataluña a independizarse del resto de España, sino de lo que en dicha Comunidad vaya a ocurrir cuando sea independiente. Es decir, el Sr. Más, sus adláteres políticos y buena parte de la sociedad, cuentan ya de antemano con que tal independencia se va a producir si se niega el llamado “pacto fiscal” para Cataluña, con el que ahora tanto se intenta presionar al Estado, lo mismo que con un hipotético referéndum a celebrar por los catalanes, apelando a la masiva manifestación de la última Diada, pero que luego las encuestas dan otra cosa bien distinta. Vayamos ahora al dichoso “pacto fiscal”. No existe norma alguna ni constitucional ni legal que pueda darle cobertura ni apoyatura jurídica, sino todo lo contrario, porque al mismo se opondrían esas mismas normas citadas. O sea, que dicho pacto fiscal es un invento orquestado por algunos políticos catalanes para hacerse pasar por víctimas propiciatorias de un supuesto expolio que no existe y predisponer a los catalanes contra el resto del Estado español. Y, ya se sabe, una mentira dicha mil veces, al final termina creyéndosela hasta el que la inventado. Primero reivindicaron las llamadas “balanzas fiscales”,con las que pretendían que por ser Cataluña una de las Comunidades que más contribuye con “ingresos” al Tesoro Público, ello le daba derecho luego a exigir a cambio mayores transferencias en los “pagos” por el Estado, vía de retorno, para que así pudiera darse un equilibrio entre dichos pagos e ingresos; olvidándose de que en el sistema tributario español no contribuyen los territorios, sino las personas, y tanto más cuanto de más rentas dispongan. Ojalá que los contribuyentes de Extremadura y de Andalucía, por sólo poner dos ejemplos, pudieran contribuir mucho más, porque ello significaría que tendrían un mayor nivel de rentas y de vida. Pero es que, además, reivindicando tal equilibrio de ingresos y pagos, no hacen otra cosa que intentar a toda costa cargarse los principios de solidaridad, progresividad, equidad y justicia social que la CE impone en sus artículos 31, 40 y 139, para conseguir exactamente lo que dichos políticos catalanes tanto quieren, es decir, que los “pobres” sean cada vez más pobres, y los “ricos” cada vez mucho más ricos, por aquello de que “la pela es la pela”. No quieren a España, pero luego recurren a ella para que le dé cinco mil millones. ¿Puede haber mayor incongruencia y descaro? Vayamos ahora al referéndum catalán que invocan para optar a la independencia. Y, aparte de que, como refiere el colaborador Atienza, Cataluña ya estaba integrada en el reino visigodo hispánico, se saltan por las bravas tanto lo que la CE como las demás normas reguladoras disponen sobre el referéndum, en el sentido de que sólo puede organizarlos, convocarlos o autorizarlos el Estado. El 11-09- 2008, el Tribunal Constitucional (TC) se pronunció sobre la pretensión del lehendakari vasco a celebrar a toda costa su inventado referéndum, habiendo decidido el máximo intérprete de