Trobairitz Magazine 2

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No es silenciar a otros para hacer oír nuestra voz: Es tener el espacio en nuestros oídos para escucharnos todos, para no acallar a nadie y, de esa manera, elegir a quienes queremos seguir oyendo.

Cancelar las voces de otros autoriza a los otros a cancelar mi voz.

Liliana Perone Nury Levin

GuadalupeFernández

Mabel Arancegui

Y nuevas secciones

AÑO 1. Nº2. MAYO de 2023

Año 1. Nº2. Mayo de 2023

Untextoesunproductocuyasuerte interpretativadebeformarpartedesu propiomecanismogenerativo.

UmbertoEco

Entonces,cadalectoresparteimprescindibleenlaconstruccióndelanovela quelee.

AndreaV.Luna

Andrea V. Luna

@andreavluna

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Alejandra Jonte

Francy de los Ríos

Mercedes Chimirri Condesa de Dia

Jeanne Clovis Hugues, 1888.

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Una fiesta inigualable La FILBA

Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

Donde las voces diversas se escuchan, se toleran y se hacen una.

Una vez por año en Buenos Aires se instala el perfecto monumento a la Torre de Babel… ¿O a la borgeanísima biblioteca? Es que acaso la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es el punto en el cual confluyen de manera ineludible todos los agentes que hacemos de los libros parte esencial de nuestras vidas. Y es lo que la hace especial: la convergencia, entre organizada y caótica, de los majestuosos stands de las grandes editoriales, de los sencillos (esos que deberían ser los esenciales), de la comida carísima, de encuentros, del universo infinito de tipos de lectores… y de la fascinante diversidad de escritores, claro. Buenos Aires es, entonces, una sede exquisita e inigualable de algarabía e intercambio de exclamaciones, asombros y emociones a flor de piel. Es que, quien hace de la lectura su mundo suele sanar oscuridades. Porque, al menos yo, no encuentro otra explicación a la atmósfera que se vive año tras año… como diría una amiga: «este evento tiene duende».

Ahí, y solo ahí, notamos algo indiscutible: aun con la inmensidad que nos evita verlo todo… nos parece que «un poquito más no estaría mal». Queremos más, siempre más: más libros, más escritores, más medios de difusión

de la lectura, más Literatura, más novedades, más firmas de libros porque ese, justamente ese, es el duende del cual hablamos. Estar en el mismo sitio, en el mismo momento, que los grandes es un honor inigualable: solo aquí Pérez-Reverte hace su presentación bajo el mismo techo que quienes defienden el lenguaje inclusivo… y todo está bien. Hay espacio para todos: para los premiados, para los que se emocionan con su primer libro firmado y con el primero vendido a un desconocido, para todos los géneros, colores, ideas y religiones. Y pienso, entonces, qué bendita sociedad tendríamos si esa misma aceptación de diversidades se diera con la misma paz por fuera de esas mágicas paredes.

Prometemos, para el próximo número, contarles nuestras vivencias en la FILBA. Mientras tanto, ¿nos dirían por qué es tan importante para ustedes?

Envianos tu mensaje a: trobairitzmagazine@gmail.com

También, iremos descubriendo (o no) a todas las poetisas y narradoras que podamos y cuya obra nos llene el alma de belleza y empuje.

¡Hasta la próxima!

Editorial

Beatriz, condesa de Día

ESTAT AI EN GREU COSSIRIER

He estado muy angustiada

He estado muy angustiada por un caballero que he tenido y quiero que por siempre sea sabido cómo le he amado sin medida; Ahora comprendo que yo me he engañado, porque no le he dado mi amor, por eso he vivido en el error tanto en el lecho como vestida. Cómo querría una tarde tener a mi caballero, desnudo, entre los brazos y que él se considerase feliz con que sólo le hiciese de almohada, lo que me deja más encantada que Floris de Blancaflor: Yo le dono mi corazón y mi amor, mi razón, mis ojos y mi vida. Bello amigo, amable y bueno, ¿cuándo os tendré en mi poder?

¡Podría yacer a vuestro lado un atardecer y podría daros un beso apasionado! Sabed que tendría gran deseo de teneros en el lugar del marido, con la condición de que me concedierais hacer todo lo que yo quisiera.

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LA VENGANZA DE LAS SIRENAS

Porque no pudieron salvar a Perséfone del rapto de Hades, las Oceánidas fueron castigadas. Convertidas en terrible animal, mitad mujer, mitad pez. ¿Qué iban a hacer ellas, pobres ninfas, tan tenebroso? Pero ahora que son

Si los hombres caen presa de sus cantos, ellas se los comen. De algo hay que alimentarse. Pero el plan de las Sirenas es otro. El plan es salvar a todas las mujeres de los raptos de los hombres. Que no lleguen con sus barcos a robarlas, a someterlas al terrible cautiverio del hogar. Las sirenas, en verdad, tan lo cumplen la encomienda que cuando ninfas no pudieron

De paso, responden a las secretas

Mayra Santos-Febres

Liliana Perone ROBERTO

La madrugada encontró a Roberto en la sala de espera del Hospital General. Su esposa ya estaba por dar a luz. Luego de firmar los papeles de ingreso lo obligaron a quedarse afuera de la sala de partos.

Se sentó, ya que sus piernas comenzaron a temblar, la lapicera había cobrado vida sin que sus manos intercedieran, se movía a un ritmo desenfrenado. Golpeaba contra su pierna, tic tac tic tac… su estómago estaba revuelto, resoplaba con fuerza y ella, la lapicera, continuaba con su sonido como si fuera un reloj que no avanzara nunca. Tic tac tic tac… se levantó, caminó delante de la puerta que permanecía cerrada, volvió a sentarse, sus pies comenzaron un baile al ritmo de la birome, tic tac tic tac... Su

entrar, correr hasta el ingreso, invadir el quirófano y abrazar a su mujer. Si al menos fumara, podría hacerlo. La lapicera golpeaba ahora sobre la mesita, miró la foto de la enfermera que con sus dedos en la boca pedía silencio, y la dejó quieta, sólo por un momento. Continuó con sus golpes sobre su pantalón, tic tac tic tac… no quería escuchar el ruido, pero no lograba detenerla. Sus oídos se pusieron alerta. Tic tac tic tac… la lapicera continuaba con su compás, ¿acaso no escuchaba un llanto? Se pasó una mano por el cabello, una maraña de rulos desordenados, se acomodó la lapicera para detener un mechón que caía irreverente sobre su ojo izquierdo, y ahí estaba, la puerta finalmente se abrió.

En los brazos del médico había un montoncito de trapos del que asomaban dos manitas regordetas, que parecían querer acariciarlo. Su hijo.

mirada se dirigió una vez más a la puerta, no se abría aún. Tic tac tic tac… no sabía cuánto tiempo había pasado, parecían horas. Quería

La lapicera salió como por arte de magia y comenzó a danzar en el aire como una batuta de un director de orquesta. Para un lado y para el otro con una cadencia especial, marcando la melodía. Para aquí y para allá, un círculo, un salto, y nuevamente volver a comenzar con el ritmo establecido.

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Roberto saltó, y la lapicera también. El sonido que hizo al caer lo hizo reaccionar. Su hijo. Ja, ja: no lo podía creer. Robertito, así lo llamarían. Esa sensación que experimentó al descubrir al bebé, era parecida a la experiencia de estar enamorado, mariposas en el estómago, la cabeza en las nubes, sin reacción. Un hijo, mío, nuestro. La lapicera volvió a sus manos y se movió de una forma frenética, la tiró y corrió a abrazar a su retoño.

La mirada del médico no fue alentadora. Sus ojos le decían algo que no quería escuchar, su esposa había tenido complicaciones. Estaban haciendo todo lo posible por sacarla adelante.

Por su rostro resbalaron, como cataratas, dos gruesas lágrimas que cayeron sobre la lapicera. Parecía que le hubiera infundido vida. Ya que comenzó a moverla despacio, con cautela, con movimientos medidos tal como estaba su ánimo. Se sentó y comenzó a dibujar, dos trazos inclinados, debajo tres líneas paralelas, cruzó otra transversal, hizo un cuadrado adentro y un rectángulo en el costado, luego una chimenea de la que salía el humo que indicaba el calorcito del interior. Finalmente, unas nubes encima, unas muy oscuras. Al descubrir lo que había hecho, se dio cuenta que era su casa. Ahí quería estar con su esposa y su hijo. Continuó dibujando ahora a su hijo, quien estaba esperando por su mamá.

Afuera llovía y él continuaba esperando noticias de su esposa. Se levantó como impelido por un resorte, colocó la lapicera detrás de su oreja, y caminó por ese interminable pasillo. Se cortó la luz. ¿Qué estaría sucediendo en el interior de la terapia intensiva? ¿Se pondría bien su mujer? Su frente se tornó brillosa, desde su cabeza comenzaron a deslizarse senderos de sudor

que desembocaron en su camisa. Su sangre comenzó a burbujear en su interior haciendo subir la temperatura corporal y la mental. Lo que provocó un gran impulso a su cuerpo y lo hizo correr. Corrió hasta chocar contra la maldita puerta que le impedía el paso. Se pasó la manga de su camisa para secar el sudor y se topó con la lapicera, parecía su única compañía por el momento. Golpeó con ella esa puerta. Nadie respondió. Salió disparado y se sentó en el sillón nuevamente, y apretó la lapicera entre sus manos, haciéndola rodar. La apretó, la apretó y continuó apretándola. La luz se encendió, entonces arrojó esa lapicera al cesto de residuos.

Roberto aún no tenía noticias. Su estado de ánimo empeoraba con el paso del tiempo. ¿Y si su esposa moría? No, no tenía que pensar eso, pero no podía evitarlo.

Su respiración se hizo más rápida, le faltaba el aire. Sus pulmones exigían más de lo que podían. Se acurrucó en el sillón, parecía más protegido en él. Agarró fuerte el almohadón para ampararse y encontró otra lapicera. La aferró con fuerza, miraba la puerta y temblaba, no estaba seguro de lo que vendría. Su cuerpo entero tiritaba y la lapicera se movía a su ritmo. En su interior se imaginaba que corría, corría por-

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que lo perseguían para quitarle esa lapicera. Corría en un túnel oscuro, húmedo y lúgubre. Y temblaba. Percibía el aliento de sus perseguidores en sus oídos. Y continuaba, aunque estaba exhausto. Corría.

No, no gritó en un momento.

Señor dijo el médico a cargo se quedó dormido, vengo a avisarle que su esposa ya está en la sala común. Puede pasar.

Liliana Isabel Perone

Nacida en La Francia, provincia de Córdoba, el 17 de agosto de 1963. Vive con sus tres hijos y dos nietos en la misma localidad. Es profesora de Historia en el Instituto de Nivel Medio La Francia y Coordinadora del Museo Centenario Municipal y La Biblioteca Popular Marcela Rodríguez, donde es bibliotecaria.

Desde niña disfruta de la lectura y la escritura, placer que retomó hace algunos años. Realizó talleres de escritura y actualmente está cursando el Taller Literario con la escritora Andrea V. Luna.

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Mabel Bernal: vida sana

INFLUENCIA DE LA LUNA

Comienza el mes de mayo y con él las fases de la luna. Estas son cuatro: luna nueva, cuarto creciente, luna llena y cuarto menguante. A medida que la luna orbita el planeta, va cambiando de ángulo respecto a la tierra y al sol. Cuando esto sucede también se produce un cambio en nuestro interior. Si comenzamos a observar y somos perceptibles a ello podremos darnos cuenta de lo que ocurre en cada fase, tanto en nuestro interior como en el entorno.

Hay antiguos escritos, leyendas y mitos que han plasmado los misterios de la influencia de las fases lunares. En la mitología griega hay tres diosas asociadas a la luna: Se vincula a Artemisa con la luna creciente, a Selene, con la luna llena y menguante y a Hécate a las fases menguante y nueva. Para los romanos la luna era asociada con Diana, protectora de la caza y la noche. En la mitología tupi-guaraní, la luna era representada por la diosa Jasi.

Es sabido que las fases lunares tienen influencia sobre las mareas, en la siembra y la cosecha, el crecimiento del cabello, en el ciclo menstrual, gestación y parto. También los signos del zodíaco se ven afectado o influenciados por dichas fases.

Hay infinidad de comentarios, de consejos y también mucha poesía, con respecto a nuestro romántico satélite. Pero te invito a que investigues acerca de lo que a ti te parezca más relevante.

Te dejo los días en que verás el cambio de cada fase en este mes de mayo.

¡Hasta el próximo consejito!

¡Ah! No te olvides de salir al jardín o al balcón para darte un baño de luna en el plenilunio y de compartir tu experiencia.

Luna llena: 5 de mayo

Luna menguante: 12 de mayo

Luna nueva: 20 de mayo

Luna creciente: 27 de mayo

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Profesora de Yoga

EL SUICIDIO DE SIR THOMAS BRAVARD

«La Gaceta de Montecarlo», 2 de julio de 1896. «Fue hallado sin vida, aparentemente debido a suicidio, el cuerpo del caballero inglés Sir Thomas Bravard, de treinta y cinco años de edad, activo miembro de la sociedad local, en su cuarto de su mansión veraniega en las afueras de la ciudad. Las autoridades se encuentran en la etapa de investigación del terrible suceso»

Nadie en la sociedad de la ciudad salía de su asombro.

Sir Thomas había ganado un millón de francos en el casino la noche anterior y a la mañana siguiente se lo encontró colgado de la araña de su habitación pendiendo de un cordón de cortina. No podía decirse que le faltara el dinero o tuviera grandes deudas, como para tomar semejante decisión. Pero al pertenecer a la nobleza inglesa, su caso fue asignado al Capitán Detective Cedric Hathaway, de Scotland Yard, que llegó a Montecarlo desde Londres tres días después del suceso. Para ese momento ya las autoridades locales habían retirado el cuerpo de Sir Thomas y lo habían llevado a la

morgue. El Capitán Hathaway lo revisó para constatar que hubiera sido un suicidio y no un asesinato presentado como tal. En ese aspecto, no hubo dudas: Sir Thomas había tomado su propia vida.

El Capitán interrogó al personal que trabajaba en la mansión y todos coincidieron en que Sir Thomas no tenía apremios económicos y que era una persona amable y solidaria. Nadie entendía por qué se había quitado la vida de esa manera, luego de haber ganado un millón de francos en el casino, que pasaban a engrosar su fortuna. El Capitán continuó investigando al círculo de amigos y conocidos de Sir Thomas, entre los que se encontraban el Duque de Orleans y el magnate estadounidense Philip Jackson, dueño de una cadena de casinos y casas de juego distribuidos a lo largo de su país. Había llegado a Montecarlo casi ocho meses atrás y enseguida trabó amistad con Sir Thomas y el duque. Sus intenciones eran también las de expandir sus negocios en la ciudad.

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Nury Levin

Y, de nuevo, un callejón sin salida para el Capitán Hathaway, ya que estos dos amigos no parecían encajar como posibles instigadores del suicidio de Sir Thomas, teoría que manejaba el detective. Mr. Jackson era un excéntrico personaje, aunque no cuadraba con el perfil de un supuesto asesino. Pero recordó un detalle. Habiendo hallado una nota en el escritorio de Sir Thomas luego de volver a revisar la mansión, el Capitán Hathaway descubrió que el Duque de Orleans y Sir Thomas eran más que amigos, aunque se habían ocupado de esconderlo muy bien, ya que para los cánones del momento era inadmisible una relación de ese estilo entre personas del mismo sexo y sería indefectiblemente condenada, más en esos círculos. Mr. Jackson había escuchado una conversación tras la puerta entre el duque y Sir Thomas en casa de este último, y como excusa para expandir sus negocios, ya que el duque era el propietario del casino, comenzó a chantajear a Sir Thomas. El duque, al ser miembro de la malograda nobleza francesa, pero nobleza al fin, no iba a ser acusado o condenado, y a lo sumo

perdería sus posesiones en la ciudad y sería expulsado y así Jackson se haría con el casino sin ningún desembolso económico. Pero Sir Thomas no tendría la misma suerte al ser extranjero, sin importar su rango ni fortuna. Así que entonces Jackson, al enterarse de que Sir Thomas había ganado el dinero en el casino la semana anterior, le envió una carta amenazándolo con develar su verdadera orientación sexual y su relación con el duque, pero que, si le entregaba ese millón y otros millones sucesivamente, no hablaría. Sir Thomas no pudo soportarlo y acabó con su vida. El Capitán Hathaway volvió a Londres esa mañana, luego de haber dedicado esa semana a la investigación. Se felicitó por haber resuelto el caso en tan poco tiempo, aunque no pudo evitar condolerse de la suerte acaecida a Sir Thomas Bravard. Esperaba que el futuro fuera mejor y más tolerante a ese respecto. En cuanto a Jackson, fue deportado y sería juzgado en los Estados Unidos por chantaje e instigación al suicidio y manejos fraudulentos de sus casinos y casas de juego, delitos que se habían descubierto recientemente.

Nury Levin

Música por vocación y escritora por adopción. Oriunda de Buenos Aires. Leo desde chica y me interesó asimismo la escritura narrativa y teatral, para lo cual tomé y sigo los cursos pertinentes. Me estoy dedicando al género policial inglés victoriano, época que siempre me fascinó. También incursioné en el género de ciencia ficción y romántico. Docente jubilada de Instituciones Superiores de Música, distribuyo el tiempo entre el grupo de música celta y medieval y la escritura. Próximamente voy a publicar mi primera obra, de la que este relato es un extracto.

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VENEZOLANA HONRA LA PATRIA ARGENTINA CON SUS LETRAS

Querida Argentina:

Han transcurrido tres años desde mi llegada a tu suelo y en este tiempo he aprendido a quererte desde el conocimiento.

Todo comenzó con la lectura del preámbulo de tu Constitución, cuya introducción me permitió entender que el amor a un país depende del ejercicio de la propia conciencia, debido a que esta proyecta: identidad, autoestima ciudadana, respeto por uno mismo, respeto hacia las autoridades y bienes públicos.

Me hiciste comprender que la calidad de vida de un país depende del empoderamiento del Derecho, pero también de la consolidación del deber en el hacer honesto de todos, autorizándonos a aceptar la realidad con equilibrio entre las semejanzas y las diferencias. Tú, al igual que mí tierra natal, albergas dolor, tristeza, belleza y alegría dentro de tus hijos.

Ambas tamizan el dolor del pasado y del presente según sus costumbres. Tú, a través de reuniones en casa de amigos quienes al llegar y entrar se saludan entre si tanto hombres y mujeres con un beso, sin distingo, y así pasar un momento agradable de asados y brindes con vino. En mí país, en medio de playa y cerveza

con pescado o tal vez patacón y cuando el dinero no alcanza cualquier panadería de alguna esquina, resulta en un buen lugar para la congregación.

Tus hijos desaguan el stress compartiendo su mejor instante con un mate, el cual parece más bien la pipa de la paz donde se desnuda el dictamen del día. Nosotros, los venezolanos, con un café.

A las dos les mueve la pasión por una pelota confrontando, en Argentina a gallinas y bosteros o los también conocidos diablos y académicos del fútbol y los venezolanos enfrentando a leones y navegantes o cardenales y tiburones del baseball.

Ambas naciones comparten el mismo género: llevan nombre de mujer, bendecidas con exuberante belleza, riquezas materiales y humanas; fuertes y sensibles, queridas, pero nunca amadas, sí muy utilizadas, tierras a las que siempre se les prometió y rara vez o nunca se les cumplió.

Los dos territorios ricos: tú Argentina eres tan rica que hasta tus vacas comen acostadas, ya que tu suelo es tan abundante en humus que el pasto crece en calidad y abundancia.

Guadalupe Fernández

Una y otra, cuna de muchos inventores, sin embargo, la ingeniosidad de los argentinos es tal que logran resolver toda vicisitud con un alambre y en el venezolano destaca su gran sentido del humor para solventar lo que nadie sin fuerza mental y alegría plena de alma grande podría soportar.

Fraternas, pese a sus vidas agitadas, entrambos; nace, crece y se multiplica dentro de la aceptación el andar y el agradecer de la solidaridad. Mi querida Argentina sabes bien que tus hijos cantan al hablar y fumando veloz caminan; sin embargo, cuando les solicitan ayuda para ubicar una dirección frenan inmediatamente e indican con gesto plácido como llegar al lugar con una precisión al mejor estilo y avance del más moderno de los GPS, cumplida la misión continúan su marcha y conversación por teléfono, dejando tras de sí, la estela del humo del cigarrillo. Nosotros que estamos subsistiendo hemos muerto al egoísmo, compartiendo de corazón una arepa y un jugo o lo que tengamos, porque bien sabemos lo que se siente tener hambre, sed y dolor sin consuelo.

Tú, Argentina, sobreviviente a las intrigas del poder, en una semana tuviste cinco mandatarios, un año de corralito, una guerra sin sentido ni planificación de respeto por la vida de tus hijos. Nosotros los venezolanos, libramos en el campo del día a día, una guerra sin cuartel para seguir y no perecer, aprendimos a abrazarnos ante las tanquetas del yugo de la codicia y el desdén.

A ambas las miro como rosas en capullo, engarzadas por un exquisito trabajo de orfebrería de oro y plata, incrustaciones de diamantes y coltán, labrados con elegante biodiversidad plasmada en diferentes minerales de vivos colores.

Estoy segura que cuando florezcan desaparecerán los profundos problemas sociales, se impondrán como el Salto Ángel o las cataratas del Iguazú, el alba de la esperanza latinoamericana.

Gracias, Argentina, por educar mi alma a la universalidad del ser sin límites ni fronteras, contigo aprendí que la existencia se desliza a través del distinto parecer y del merecer.

Venezuela me demostró que la vida persiste hasta vencer lo inaguantable para realizar lo que creemos imposible.

Argentina me probaste con experiencias difíciles, potenciaste mis capacidades, descubriste nuevos o escondidos talentos, demostrándome como crecer, impulsándome a entrelazar un puente hacia la fuerza del compromiso con la propia voz de un corazón honestamente agradecido por tu bondad, al otorgarme y facilitarme un documento de identidad para vivir con dignidad y legalidad.

Con amor y gratitud,

Guadalupe Fernández

Nació en Caracas, Venezuela. Además de ser migrante, también es escritora amateur. Tras superar el duelo por la muerte de sus progenitores, decidió cumplir la promesa realizada a su padre, comenzó a escribir sobre analogía y anécdotas de vida.

A pesar de contar con varios logros académicos, está mucho más interesada y enfocada en la búsqueda de la sabiduría. Puesto que considera que el camino para encontrarla es soñar a colores, pero despierta en conciencia, que en sí misma es hermosa y luminiscente. Intenta a través de cada ser humano que contacta, comprender y no juzgar. Todo individuo y cada situación es parte de la vida y aporta un aprendizaje, de ser negativo enseña a alejar con la izquierda y de ser positivo a acercar con la derecha. Ama la libertad, la inteligencia y la voz de la fe que mueve montañas, no cree en dogmas, sin embargo, sí en las conexiones y las vasijas de oro que son las amistades sinceras. Publicó su primer libro, El Vuelo de la Vida, en el año 2022.

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Humorarte

Alejandra Jonte CÁNCER

La escritura me salvó cuando una sola palabra dio vuelta mi vida. La partió en dos: la redujo a un presente continuo e inestable que me impedía conjugar el futuro. Días interminables en los que la luz del alba era más aterradora que las noches con sus oscuridades. Con el sol en lo alto, la realidad era palpable, lacerante: la palabra era dicha, esa palabra de tan solo seis letras, que me paralizaba a mí y a todos quienes nunca imaginamos conjurarla. CÁNCER. Y me comencé a amigar con ella, a nombrarla en lo bajo y para mí misma, varias veces al día. Me fui familiarizando con su sonido: fuerte, como suelen ser las palabras graves por su tilde, con ese acento que torna filosa a la palabra cuando sale de nuestra garganta. Y también la escribí. La plasmé en varias hojas blancas, en anotadores, y hasta en cualquier papel que tuviera a mano. Y con este ejercicio, intenso y movilizador, verbalizar y escribir la palabra «cáncer», perdió ese peso arrollador y paralizante. Y el día en que el tratamiento comenzó a hacer estragos en mi cuerpo, pude comenzar a jugar y bañar con humor esa etapa de vida refundante. Y es así que comparto con ustedes, aquello que escribí el día que perdí todo mi cabello.

«Uno de los vínculos más complejos, difíciles y que más amor y odio despierta en cada mujer a lo largo de toda su vida, es con su pelo. Que si es muy lacio o muy ondulado; o tan crespo como una virulana. También están los indomables, que no entran en ninguna categoría ya que tienen vida propia y no tienen un día igual a otro. Y si llegamos a hablar del color, la

variedad es tan vasta como los colores mismos. Y más hoy, que se pueden llevar completos los del arcoíris sin que nadie se inmute. Si hiciéramos una encuesta entre féminas, ninguna dirá que le gusta su pelo. Quien lo tiene liso como una japonesa sueñan con rulos locos. O quien sus cabellos son tan oscuros como la noche pretenden el color de un trigal. De más está decir que a partir de estos deseos y sueños, están los desastres de estilo que llevan a preguntar: ¿qué se hizo? En tanto, el clima es el causante de que nuestro vínculo sea explosivo: cuando necesitas estar espléndida la humedad se adueña de tu cabellera y puede que hasta te caigan un par de lágrimas, ni te digo si la lluvia te sorprende sin paraguas. Y como si todo esto fuera poco, resulta que mantener el pelo en condiciones supone un gran saque al bolsillo. Buenos productos capilares, cortes, peinados de ocasión y ni qué hablar de cuando las canas producen un nuevo ciclo vital en tu vida: teñirlas cada 20 o 30 días si no querés andar impresentable. ¡Vamos! Que al final terminan condicionando más que los ciclos lunares o las cuatro estaciones. Pero a veces la vida te da sorpresas y, ese compañero que tanto bien y mal te la hizo pasar, desaparece y el espejo te devuelve una imagen tuya que nunca pensaste que llegarías a ver, todo pasa a ser un buen recuerdo. Y pienso que era algo más que esperar de una relación tormentosa. Pero estoy absolutamente convencida de que, quien se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen». ¡Apuesto por este amor, que no me dejará en la estacada! El humor sana y salva.

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Sebastián Saavedra: cocina y algo más

COCINA DE INVIERNO

Comida para calentar el alma y el cuerpo

La comida para el invierno no solo es protagonista en nuestra mesa por darnos calor los días o noches frías sino por aportarnos una cantidad importante de nutrientes y, sobre todo, de sabores.

Los mejores recuerdos de mi infancia están plasmados alrededor de una mesa: a veces, con cosas clásicas o tradicionales y otras con cosas mucho más elaboradas. Es increíble como un plato, un sabor, un aroma puede trasladarnos hacia viejos recuerdos rodeados de familias o, simplemente, a algún lugar.

Uno de los platos que con mayor frecuencia hacían en mi familia es el guiso de lentejas. Aportando siempre sabores, texturas, aromas y sobre todo ese acogimiento para el alma y para el cuerpo los días más fríos.

GUISO DE LENTEJAS

INGREDIENTES

200 grs de lentejas

1 cebolla

½ morrón

1 zanahoria

2 tomates

1 zucchini

400 grs de pulpa de novillo

1 chorizo

PROCEDIMIENTO

Guisar la cebolla, el morrón, los tomates, el zucchini y la zanahoria, habiéndolos picado muy chiquito. Agregar la carne y cocinar con un poco de vino blanco o caldo. Luego de unos minutos de cocción, agregar las lentejas previamente remojadas y hervir por 40 minutos más.

Una vez cocidas y tiernas las lentejas, está listo. Servir acompañado por arroz y una copa de un buen vino.

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COMIDA CALIENTE. ¿ALGO MEJOR?

Tips: Pueden cocinar un poco más de tiempo cuando ya estén tiernas las lentejas para que el guisado sea más espeso y obtener casi textura de potaje. Esta receta rinde para 34 a 25 personas. Pueden agregar hierbas frescas, una hojita de laurel, ajo picado y/o un poco de vino blanco al guisado para dar más sabor a esta preparación.

Lo más lindo de los días fríos es llegar a nuestro hogar calentito y qué mejor que esperándonos un plato caliente de algo muy rico.

Sebastián Saavedra

Francy De Los Ríos MI AMIGO HEREDADO

Mi amigo, heredado por mi padre, es el señor Ricardo Enrique Guzmán Ortiz, cronista y escritor venezolano. Nació el día 05 de noviembre de 1946 en el pintoresco pueblo de San Joaquín, municipio Anaco del estado Anzoátegui, región gasífera y petrolera del oriente venezolano; en ese terruño disfrutó los años de su niñez y culminó la educación primaria. A finales del año 1959 su familia se traslada a Caracas, capital del país, donde inicia los estudios completos de bachillerato en el liceo Gustavo Herrera del municipio capitalino Chacao para, luego, ingresar a la Universidad Central de Venezuela (UCV) donde obtuvo el título de Abogado, amparado en la promoción de graduandos del año 1977.

Contrajo matrimonio con Soleida Josefina Guzmán, para ser padres de su único hijo, bautizado con el nombre de Leonardo Enrique Guzmán Guzmán. Actualmente, está residenciado en la provincia de Castilla-La Mancha, Toledo, España.

A Ricardo lo conocí fortuitamente por las redes sociales y nos une el vínculo de la patria, el amor por San Joaquín de Pariri, las ganas de dejar un legado y la amistad que él mantuvo con mi padre y mis tíos en sus años de juventud.

Cuando le propuse a el señor Guzmán la entrevista esta fue su reacción:

«Bueno, Francy, recibe mi saludo mi agradecimiento, por tu generoso gesto»

Un gesto que él tiene bien merecido por ser uno de los más relevantes cronistas de Venezuela,

queriendo destacar las memorias de un pueblo donde se gestaron grandes hombres y mujeres de la historiología venezolana.

Iniciamos la entrevista de la misma forma como nos conocimos: por las redes sociales La primera de las preguntas, como era de esperar de mi parte, estaba llena de curiosidad, la misma que mantuve durante la corta charla:

—Señor Ricardo cuénteme: ¿Cuándo empezó su gusto por la literatura?

Desde muy joven, sentí una gran atracción por las Letras; incursionando en la poesía, las crónicas y los cuentos.

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¿En qué se basa su narrativa?

En temas costumbristas; en vivencias; el amor y la libertad.

¿Cuáles son sus autores favoritos?

Los novelistas Rómulo Gallegos, Gabriel García Marqués y el poeta Andrés Eloy Blanco. Recientemente, me atraen, las letras de Francy de los Ríos Brito.

Aquí debo hacer una pausa obligatoria por agradecimiento mi querido amigo, gracias al honor no tan merecido de incluirme entre sus autores favoritos y la osadía y compromiso de escribir mi nombre al lado de tan pesadas plumas, trataré en el futuro de estar a su altura, muchas gracias. Pero volviendo a usted, cuénteme

—¿Cuáles son sus proyectos y publicaciones?

Estoy animado para publicar mi recién terminada novela La Espera y los cuentos «Horizonte», «Velorio de Cruz de Mayo», «Las Calles de mi Pueblo». Así como unas treinta crónicas y relatos.

¿En qué año empezó a escribir?

En el año 1966, con el cuento «Horizonte» para, después de un largo receso, continuar en el inicio del año 2000.

¿Cuál es la meta con la literatura del escritor Ricardo Enriquez Guzmán Ortiz?

Dejar un mensaje de superación y de conquista de sueños a las nuevas generaciones.

—¿Cómo se define como autor y escritor?

Un rebelde, buscador de la belleza en la verdad y la libertad.

—¿Me hablaría un poco de su más reciente trabajo, su novela en espera para publicación, La Espera?

Asumo con humildad la aventura de mis letras, que iniciaron el ingenioso camino de la literatura para dejar testimonios de algunas vivencias realizadas con elementos creativos, y que dieron cuerpo y espíritu a su contenido.

La dictadura y la libertad, el poder y la dignidad, la violencia y la piedad, la guerra y la paz, el odio y el perdón, el atraso y la cultura. El derecho y el respeto, la alegría y la tristeza, la soledad y la fe en Dios se cruzan en este camino para encontrar la ruta cierta del amor. Mi pueblo, San Joaquín, fue la fuente prodigiosa para refrescar mis recuerdos y fantasías; mi familia y amigos, me dieron la antorcha para alumbrar los callejones de cada capítulo de mi novela La Espera

Por último, le doy las gracias mi estimado amigo generacional por su tiempo, sus palabras y sus letras con las cuales honra a nuestra nación. Hasta la próxima Ricardo.

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Francy de Los Ríos

MÁS QUE UNA SIMPLE CHALINA

Llevo tantas décadas vividas que ya perdí la cuenta de mi edad. Recuerdo ir naciendo poco a poco cuando Doña Amelia me daba vida durante algunas horas de aquellas tardes de calorcito en las siestas de Gualeguaychú. Sé que ella esperaba tejer una mantita para su primogénito, el cual desgraciadamente murió en su vientre. Entonces, cambió el color de la lana del celeste al negro y en vez de tejer la mantita me tejió a mí... un simple chal.

Siento que me creó con tanto amor y añoranza por ese hijo no nacido que con el tiempo absorbí sus sentimientos más escondidos y mi abrazo sirvió tanto como para contener a una viuda de la familia en el velorio de su marido como para sanar los raspones de las rodillas de las pequeñas niñas de la casa cuando aprendían a andar en bicicleta sin rueditas y se caían sobre los adoquines de la calle.

Siempre estuve ahí, cubriendo las piernas de Vicenta cuando se sentaba a leer por la noche con su vaso de vino tinto después de haber trabajado todo el día arando el campo. Cobijé las primeras decepciones amorosas de Gladys cuando lloraba en silencio abrazada a

mí para que nadie se enterar de su pesar. Di la prematura bienvenida a Stella cuando, ansiosa por salir al mundo, sorprendió a Luisa, su madre, que como abrigo solo me tenía a mí para resguardarla.

Vi cómo cada una de estas mujeres, integrantes de mi familia, nacían, crecían y morían algunas de ellas dejando descendencia que la recordara y otras solo a mi como prueba de su existencia... aunque verlas partir me dio mucha tristeza siempre tuve la certera idea que donde fueran serían eternamente felices y eso me ayudó a reconfortarme pensando que cada una de ellas encontraría todo aquello que en esta vida se les negó.

Cambiaron las generaciones... los adoquines de la calle fueron reemplazados por cemento.

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Mabel Arancegui

La radio que antes era la única fuente de contacto con el mundo quedó medio olvidada en un estante de la alacena. En cambio, la televisión tomó protagonismo (primero en blanco y negro, después a colores) y algo llamado teléfono comenzó a facilitar la comunicación entre personas que se encontraban físicamente lejos.

Pero mi destino nunca cambió y fui pasando de mano en mano, a cada una de las mujeres de esta familia. Generación tras generación las vi crecer y evolucionar, cómo sus caracteres vieron la luz dejando el sometimiento de lado, cómo sus voces encontraron palabras propias para expresarse y ya no repitiendo las palabras de los hombres que las mandaban… ¡Perdón! Quise decir: amaban.

Viajé en carreta, tranvía y auto. Visité más de una provincia de nuestra querida Argentina. Calculo que hasta el día de hoy he compartido la vida de cuatro generaciones de Zárate (ese es su

apellido, aunque en algunos casos solo es el apellido materno o de soltera como se solía decir porque al casarse algunas de estas mujeres fueron tomando el apellido de sus maridos).

Descansé en el brazo del sillón del living de Marcela mientras Gorda, su gata, dormía sobre mí. He escuchado las charlas de las primas Vanesa y Ana más de un amanecer luego de que regresaran del boliche, desayuno de por medio. He vivido tanto con cada una de estas mujeres a que las siento hijas, hermanas y madres mías. He formado parte de su historia y ellas de la mía.

En esta familia hay de todo, desde madres naturales (solteras), hasta quienes decidieron no tener hijos o tan solo no podían hacerlo porque se enamoraron de hombres casados. Las generaciones más modernas dicen que son jóvenes para ser madres. ¡Si ellas supieran las historias que sé sobre sus antecesoras! Ojalá: se podría decidir de quien enamorarse y cuando hacerlo...

He escuchado tantas confesiones de amores frustrados que podría escribir un libro con tantas páginas como la Biblia. He concurrido tantos domingos a misa en aquel pequeño pueblo que vi pasar ante mí a más de un sacerdote corrupto, pero debo reconocer que de los buenos también. He consolado a más de una mujer de esta estirpe cuando el desgraciado cáncer invadió sus entrañas haciéndolas retorcer del dolor.

He abrigado los hombros de las nuevas generaciones mientras estudiaban de noche para rendir un parcial en la Facultad. He servido como abrigo a las pequeñas mujercitas que han nacido, y a los hombrecitos también, aunque aún existe el mandato machista de que ellos son más fuertes y no precisan ayuda. Quiero tener vida para ver cómo esos mandatos «machirulos» (palabra dicha por Agustina la última integrante de la última generación) son derrocados.

He dado tantos abrazos de oso como se me han permitido, tanta contención como me dio el

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aunque sea un poco de aquel amor con el que Doña Amelia me tejió en algunas horas de aquellas tardes de calorcito en las siestas de Gualeguaychú.

Mabel Arancegui

Nacida en Buenos Aires, reside en la Localidad de Ramos Mejía junto a su familia. Como ella misma se describe «es una mujer que está emprendiendo el camino de retorno a su esencia, dando prioridad a materializar sus sueños… siendo uno de ellos ser escritora».

Dio sus primeros pasos en la escritura durante su adolescencia a través de la poesía para con el pasar de los años ahondar en la escritura de los géneros realismo sucio, romántico y erótico. Ávida lectora, planea en un futuro cercano auto publicar su primer libro.

Autora de los relatos cortos «La lujuria de Dante», «Una simple chalina» y «Adicción», entre otros.

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tiempo para hacerlo. He cobijado con mis flecos cada sueño, esperanza y anhelo de aquellas guerreras que, sin saberlo quizás, me lo han pedido. He dedicado cada fibra de mi tejido para devolver, 

UNA HISTORIA CIRCULAR

EL FENÓMENO DE LA CULTURA DE LA CANCELACIÓN

Ya nadie puede negar que nos encontramos a las puertas de un nuevo paradigma y esto trae aparejados muchos cambios, a veces, difíciles de digerir o directamente incomibles, según se lo mire.

Algo de lo nuevo y sumamente polémico que está creciendo y ocupando lugares en todo el mundo, tiene que ver con la cultura de la cancelación que comenzó a gestarse en el 2015, volviéndose más popular a través de los años.

¿A qué se denomina cancelación? Se trata de quitar el apoyo de todo tipo, ya sea económico

sus dardos sobre los judíos o aquellos que no participaban de las ideas del partido nacional-socialista.

Una pata de la cancelación es la policía del pensamiento, lo que nos recuerda a 1984, esa asombrosa y profética novela de George Orwell, que se encarga de revisar contenidos en literatura, en cine y en el arte, en general, para evitar que se hiera la sensibilidad de grupos étnicos, de razas, de los diversos géneros y otros. En muchas editoriales suelen existir los denominados con el eufemismo de «lectores de sensibilidad», es decir, censores en su exacta traducción, que son los que cumplen con el mencionado rol.

o social, con cuestionamientos de tipo moral en las redes sociales, sin siquiera haber probado la veracidad o no de lo que se supone como eje de la acusación, en general, apuntando a personas famosas. Las expresiones que se vierten sobre los censurados llegan, en muchas ocasiones, a ser de una violencia extrema en lo verbal, que puede derivar en los actos, si se da la posibilidad. Más allá de impedir la libertad de expresión, también se han producido casos en los que los cancelados quedan sin trabajo y por ende sin medios para subsistir o se los ha insultado, apedreado o amenazado de muerte.

Según algunas fuentes, como Wikipedia, se cree que el origen de esta cultura se remonta a las primeras fases del movimiento nazi que descargaba

Esto ha llegado al punto de reescribir clásicos de la Literatura, quitar o modificar palabras o párrafos que se perciben como inadecuados en el contexto actual, cambiar personajes o suprimirlos o incluir algunos sin tomar en cuenta el marco histórico. Ese puede ser señalado como uno de los grandes peligros que se avizoran con estas prácticas: que borremos la historia, incursionando en cambios desopilantes, de tal forma que, en el futuro, nuestros descendientes ya no puedan reconocer la verdad de lo sucedido o de los contextos en los que tuvieron lugar los hechos históricos.

La censura siempre existió, sin embargo, muchos nos imaginábamos esta época como aquella en la que habíamos alcanzado la libertad que brinda la adultez, el poder decidir por nosotros mismos, como seres pensantes, qué queremos ver o qué queremos leer o qué no consideramos apropiado para nosotros, respetando la variedad de gustos de otras personas, sin necesidad de que alguien venga a imponernos sus ideas, costumbres o creencias. Tal parece que estamos viviendo un retroceso y que el autoritarismo está presente, haciéndonos creer que, por supuesto, es por nuestro propio bien. 

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TIPS PARA ESCRITORES:

SOBRE LA PUNTUACIÓN EN LOS DIÁLOGOS©

Alguien, alguna vez, me preguntó cómo se debían presentar los diálogos en un cuento: era un alumno que escribía muy bien y tenía ganas, justamente, de presentar un trabajo suyo en un certamen literario local. Recuerdo que en aquel momento le indiqué dos estilos, los dos tradicionales: directo e indirecto; pero la verdad es que hay por lo menos tres maneras más y cada una de ellas responde a necesidades expresivas y estilísticas bien diferenciadas.

En primer lugar, podemos incluir el diálogo en el cuerpo del relato sin puntuación que lo diferencie de lo que no lo es. Este modo, a simple vista, no parece nada correcto, y esto suele ser cierto, salvo que el efecto sea el de buscar la introspección en lo que se denomina monólogo interior (un estilo bastante complejo por su fraccionamiento, alteraciones de humor, disparidad de criterios, inclusiones de textos externos, desorganización y demás, que son propios del discurrir del razonamiento), lo cual acentúa la confusión de ideas del personaje, ya que lo que se busca es revelar sus pensamientos a un nivel prediscursivo (esto es, antes de que sean verbalizados) de modo tal que no parezcan estar controlados por el autor y, también, muestra al lector su intimidad más cruda. Este loreció en el resurgimiento de la novela del siglo XX y fue cultivado con maestría por Joyce en su Ulises.

Otro modo es distinguir el diálogo entrecomillándolo, como lo ha hecho, por ejemplo, Alejo Carpentier. Sin embargo, este estilo parece más apropiado a la hora de incluir en la narración los pensamientos del personaje: algo que debemos conocer como lectores, pero que debe permanecer oculto de quienes lo rodean. Usado con habilidad, puede dar resultados estremecedores si, por ejemplo, el personaje se saliera del control del autor y tramara algo diferente a lo que expresa abiertamente. También es propio de la lengua in-

Otra posibilidad que resulta llamativa es la inclusión del diálogo con la forma habitual del género dramático: anotando en cada entrada el nombre del personaje. Suelo utilizarlo como un recurso de vez única en narraciones muy extensas, cuando la idea es dotar a la escena una sensación de agilidad e inmediatez sin que sea nece-

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Andrea V. Luna

sario describir nada ni relatar nada porque todo detalle sería irrelevante. Aquí, el diá logo debería ser preciso, contundente y relacionar al menos a tres personajes para que no resulte una técnica usada de modo absurdo.

En este punto, ya podemos entrar en las formas más tradicionales: el estilo indirecto y el estilo directo (con su puntuación tradicional). Son, ambos, el modo más habitual y depurado para presentar diálogos. El primero de ellos implica que lo que los personajes dicen pasa por el tamiz del narrador, quien lo interpreta y le brinda el filtro de su propia opinión; el texto dirá: «Cuando se encontraron esa tarde, se saludaron amablemente y ella le preguntó cómo estaba». Es decir, no se presentan las palabras textuales, sino una adaptación que brinde los matices funcionales que el autor in fabula, cuya presencia ha de ser fuerte y distintiva, considere necesarios para limitar la libre interpretación del lector y el albedrío de su narrador.

En cuanto al estilo directo, bien, es mi favorito: no solo porque brinda una amplitud de matices, sino también por su elegancia y porque permite una pluralidad de cosmovisiones y enfoques que, obviamente, incluyen los de los personajes, el del o de los narradores y el del propio autor. Dicho esto, así, vacías de contenido, las reglas para componerlo son más o menos las que enumero:

El guion de diálogo, guion largo o raya se coloca en el inicio del diálogo o de la aclaración pegado a la primera palabra. Si bien en las aclaraciones funcionan más o menos como los paréntesis, no lo son y, por lo tanto, no es necesario cerrarlos. He aquí un ejemplo:

Hace tiempo que te esperaba dijo con frialdad.

Sin embargo, cuando la acotación va en medio, sí se cierran y van pegados a la primera y a la última palabra siguiendo, justamente, las reglas de los paréntesis. Luego de la acotación del narrador, siempre ha de haber un punto aunque haya terminado el parlamento del personaje con

signos de exclamación, interrogación o puntos suspensivos.

No hacía falta que vinieras murmuró . Puedo solo.

¿No te parece que estás algo susceptible? dijo impaciente . No se puede con vos.

Si la palabra con la que comienza la acotación no es un verbo dicendi (un verbo de decir) no se escribe en minúscula y no exige el fin del parlamento con un punto, como en los ejemplos anteriores. Sin embargo, para otros tipos de verbos, debe cerrarse la oración y luego colocar la raya, que iniciará una oración mueva:

Te dije que no lo haría. Lo miró con frialdad . No insistas.

Si la acotación está en medio de una oración del personaje y fuera necesario utilizar una coma, esta debe ir siempre después del inciso del narrador y no antes.

Mirá, Carlos musitó en un suspiro profundo , mejor te dejo solo.

Pero hay más… El estilo indirecto libre combina el estilo indirecto con algunos aspectos del monólogo interior, puesto que en él la voz del narrador se ve interrumpida por ciertos enunciados que son propios de un personaje. En este caso, tampoco se colocan signos de puntuación ni marcas lingüísticas especialmente distintivos. Por lo único que puede ser reconocida esa voz del personaje es por el uso de cierto estilo discursivo diferenciado entre él y su narrador. Veamos: «La fiesta estaba en su apogeo. Las conversaciones eran fluidas y se versaban más o menos sobre lo mismo: cómo conseguir una pareja para pasar el rato y no más. Los muchachos

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se codeaban entre ellos y las chicas se arreglaban el cabello y se tapaban la boca para hablar, como si eso bastara para que los demás no supieran de qué hablaban.

¿Por qué no podían ser como él? Menos obvios, más inteligentes, menos frívolos… ¿Cómo podría encontrar pareja allí si todos son insoportablemente inferiores?

Miró alrededor con desesperación y se alejó cabizbajo y enfurecido».

Por supuesto, el buen narrador someterá a exhaustivo juicio y criterio cada una de estas técnicas y, de no hallar lo que necesita, buscará experimentar con

distintas hibridaciones hasta dar con el resultado que ansía; porque a veces, las voces de nuestros personajes se hacen tan insoportables e independientes que quieren escaparse de nosotros mientras intentamos con desesperación que se queden en el lugar que los colocamos y cumplan con la función que nos es tan necesaria para que todo ocurra tal como lo planeamos. Encontrar el estilo y la técnica que nos represente y que esto, además, sea lo que estábamos buscando es, al fin y al cabo, uno de los placeres más inconmensurablemente abrasadores que el alma del escritor pueda desear.

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Andrea V. Luna Es escritora y Prof. en Letras, recibida en la U.N.L.P. Novelista, cuentista, poeta, ensayista Ha realizado ponencias en congresos internacionales y dado clases magistrales en universidades nacionales y en la Universidad de Sevilla.
¡Contanos tu experiencia! (Mucho más en el próximo número)
25 https://www.instagram.com/saavedra.comidasespeciales/ www.instagram.com/cookies.lov www.instagram.com/waterofmoon.2012/ www.andreavluna.com.ar

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