Tostadas con mantequilla y sal
Número 2
estruendo, me empujó al vacío. Mientras caía no note aire alguno. Percibí un calor agradable en mi cuerpo. Sabía que era el fin. La muerte era mi destino al final de aquel acantilado sombrío. Mi despertador sonó. Había despertado de mi sueño. Empapado en un sudor frío, aparté las sabanas de mi cama con intención de levantarme y refrescarme la cara, pero un mareo me llevó a caerme en el suelo y la niebla cubrió toda mi habitación. La sombra seguía persiguiéndome. Todavía no me había despertado de mi pesadilla.
Texto: Paco Loughty
81