Almogaren 25, 1999

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JUSTICIA SOCIAL Y B I E N COMLN

Con la afirmación de la existencia de la miseria, de la marginación y de la pobreza, la Iglesia no entra directamente en discursos políticos o "de partidos", que no le corresponden, (en el que los laicos cristianos, por lo demás, tendrían que entrar obligatoriamente, a través de lo que ya Pío XII definió como "caridad política"). Nos mantenemos en el estricto campo de lo religioso, o, si se quiere, de lo evangélico. Porque para los cristianos, el hombre que sufre sumido en la miseria o en la injusticia, es un misterio religioso, cristiano, y el clamor de los pobres siempre llega a Dios.

U N A DEMOCRACIA A L SERVICIO DEL HOMBRE Con lo que se está afirmando sobre la existencia de la miseria, tampoco se niega en absoluto la bondad de la democracia como sistema político (afirmación recogida, por lo demás, en el mismo Concilio), o, al menos, no se niega en absoluto "que la democracia sea el menos malo de los sistemas". Pero la democracia ha de estar al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la democracia. La democracia puede amparar muchas políticas y una constitución concreta, también. Y esas políticas -todas democráticas- pueden ser justas o injustas. La democracia no es un "dios" que todo lo sabe, todo lo puede, todo lo arregla. Es un instrumento que se puede usar bien o mal. Y lo mismo la Constitución. Y si la Constitución y la democracia sirven para negar la existencia de pobres y de injusticias es que se han convertido en instrumentos mal empleados. Una cosa es la democracia formal y otra la real. Una cosa es el reconocimiento formal de los derechos de todos los ciudadanos y otra la posibilidad real de poderlos ejercer por parte de todos. Si una democracia formal no tiende a hacerse real, para todos los ciudadanos, particularmente para los

democracia no es un "dios" que todo lo sabe. todo lo puede, todo lo arregla. Es un instrumento que se puede usar bien o mal. débiles y pobres, para los más indefensos e indigentes, estamos ante una democracia degradada, ante una Constitución degradada, ante una política degradada, ante unos políticos degradados. Es el caso del reconocimiento constitucional del derecho al trabajo ... y la existencia del paro. Y como éste se podrían proponer multitud de ejemplos. "Una democracia sin valores (como por desgracia ocurre con frecuencia entre nosotros) se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia" (V.S. 101; C.A.


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