SALVADOR DE BAHÍA, BRASIL: DE LA CIUDAD ILEGAL A LA CIUDAD REAL, CONVERSIÓN DE LA CIUDAD INFORMAL. ANTONIO GARCÍA FERNÁNDEZ - ANA CLARA MOURAO MOURA
Brasil el Continente convertido a País se estructura y recompone con una movilidad semejante a la de los hechos urbanos sufridos por sus ciudades. Urbanización agitada a través de los procesos emigratorios que desde los años treinta han llevado a más de cuarenta millones de personas a recorrer los caminos inversos de la colonización, abandonando el interior y el Nordeste en busca de las ciudades de la Costa. Esta primera población emigrada, campesina, aspirante a la ciudadanía, en su búsqueda de alojamiento sobrepasó los índices de crecimiento poblacional previstos por las ciudades, siendo en la mayor parte de las metrópolis brasileñas actuales el detonante de su cambio de estatus y de la alteración de su imagen. Ocupando lugares impropios para el desarrollo de las urbes, casi siempre en zonas estratégicas cercanas al centro o los centros de mayor índice económico, donde poder ofrecer servicios evitando gastos de desplazamiento. La falta o la imposibilidad de respuesta desde los estamentos de poder de la ciudad generaron la implantación ilegal como fruto de una aspiración del emigrado frente a una vivienda que se le negaba como consecuencia de los altos precios de alquiler o compra y el bajo salario que percibe.
Si reflexionamos sobre estos acontecimientos y pensamos en las consecuencias que pueden tener en Salvador, la ciudad más antigua e histórica del País, fundada intramuros en 1549, en moldes medievales que en menos de un siglo fueron traspasados para expandir la ciudad por las colinas en dirección al mar, creando así la ciudad alta y baja. Capital de Brasil durante más de dos siglos en los que fue el puerto más importante de América Latina, alimentado por la exportación del azúcar, hasta ceder el título a Rio de Janeiro en 1763. Ciudad colonial de traza barroca en su parte más antigua y alta, arribada del comercio de esclavos y asentamiento de los grandes terratenientes que aún en el siglo pasado consiguieron dejar en sus trazas plazas y barrios residenciales. Podemos darnos cuenta de la imagen que un desmesurado proceso de expansión trae al espacio de una ciudad histórica en la que el 30% de sus habitantes viven hoy en asentamientos precarios, desde que en 1949 comenzasen las emigraciones masivas y la expansión periférica de su núcleo.
Su paisaje actual se recrea entre la inestabilidad y lo efímero, no solo en su área metropolitana donde alcanza un grado de continuo entremezclado con infraestructuras e industria. Si no también en buena parte del Municipio, donde la ciudad legal surge Hilvanando importantes extensiones de «Favela» que se han apropiado de la expresión de esta para relegar a las barriadas y a los nuevos
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