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El despertar de los carismas

inútil cuando el demonio está adentro; es necesario, en primer lugar, arrojar fuera al espíritu maligno, con fuerza e imposición. He aprendido que los demonios, que son tremendamente fuertes, se vuelven débiles apenas se les ordena en el nombre de Jesús. Son astutos, mañosos y sagaces para mimetizarse, mentirosos para contestar preguntas, terriblemente amenazantes hasta decir que matarán a las personas antes de dejarlas; fanfarrones y soberbios para decir que no se irán jamás, pero llorones y suplicantes pidiendo que los dejen allí, porque no tienen donde ir... que no hacen mal a nadie... etc. He aprendido que la colaboración de la víctima es imprescindible; si el poseso no colabora, los espíritus malignos no lo abandonan; algunas veces, cuando se van, dejan a la víctima sin ninguna manifestación externa, otras veces salen a través de un fuerte suspiro o un horrible vómito, o golpeando a la persona hasta hacerla caer al suelo. He aprendido que Satanás tiene bajo su tutela muchas más personas de las que imaginamos; aún entre personas que frecuentan los sacramentos y la oración, tengan o no culpa de ello. Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente veamos cuales actos debemos cumplir para ser liberados de estos enemigos invisibles pero reales:

a)

De parte de la víctima

La persona que debe liberarse:

Debe saberlo y debe quererlo. En el caso que la persona no lo sepa o dudase, o no lo creyera, o no quisiera, se arriesga a perder el tiempo, ya que el demonio aprovechará al máximo todas las ventajas a su favor, en ese lugar donde es bien recibido.

Debe cooperar activamente, haciendo y diciendo todo lo que se le sugiera. Debe pedir perdón por todos los pecados de su vida pasada, prometiendo o al menos proponiéndose hacer una confesión general.

Renunciar a cualquier pacto, directo o indirecto que haya podido hacer con el demonio. En el caso de las personas implicadas en el espiritismo, magia, astrología, adivinación, etc., deben renunciar a estas artes diabólicas, y a una por una específicamente. Además, si sospechara que entre sus antepasados hubiera habido alguno que se dedicaba a estas cosas, debe declarar que rompe toda relación con aquellos parientes, en lo que respecta a esta materia.

Debe prometer cambiar de vida, aceptando a Jesús como su Salvador y Señor, prometiendo querer servirle y amarle a Él solo.

Debe perdonar, sinceramente y de todo corazón, a aquellos que pudieron hacerle mal. Este es un punto importantísimo, pero que no se tiene suficientemente en cuenta. Si en el alma se escondieran sentimientos de odio,

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