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JAQUE AL REY

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SALA DE PRENSA

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JAQUE

AL REY

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Por: Rubén Carballo

Max Verstappen lo tenía todo. Todo de cara, todo para ganar. Ni que decir tiene que su temporada 2021 está siendo espectacular. Tanto que, aparte de ganarse con pleno derecho su estatus actual de líder del Mundial de Fórmula 1, pase lo que pase será el piloto del año, ese que sobresalga acabe como acabe el año, tanto si gana el título como si lo pierde, como ya les ocurrió a Lewis Hamilton en 2007 o a Fernando Alonso en 2012. Brillar como lo ha hecho para conseguir su merecida primera estrella, esa piedra inicial en un camino de triunfo que seguramente sea extenso e incansable de acuerdo a su talento, le hacen valedor de ese merecimiento.

Y es que, si uno observa la trayectoria del neerlandés en este año, puede llegar a la conclusión de que, hasta hace nada, no había cometido ni un fallo. No lo hizo en las primeras carreras de esta campaña, cuando los aficionados estábamos expectantes por ver si realmente este año el Red Bull podía plantarle cara al Mercedes. Verstappen, aunque no ganó todas las carreras, se mostró lo suficientemente centrado como para prometer guerra hasta el momento en el que estamos.

Por supuesto, no lo hizo cuando, entre Barcelona y Mónaco, cambió la tendencia. Ese momento en el que su escudería dio el paso adelante definitivo y se alzó como el enemigo a batir. Ahí, Verstappen pasó a aplastar a Hamilton. Lo hizo en Mónaco, lo hizo en Bakú hasta que el Pirelli dijo basta –los primeros 25 puntos perdidos por mala fortuna del año, y seguramente una segunda victoria si contamos que debió ganar en Bahréin-, y lo hizo en el posterior triplete dorado: en Paul Ricard y en las dos carreras de Austria. La primera, un bastión de Mercedes. Las dos siguientes,

feudos de Red Bull en la que la escudería local recordó a las fechas plateadas por su apabullante dominio.

Pero ahí se encendieron las alarmas de Toto Wolff. Especialmente tras Francia. Esa derrota, en un circuito donde esperaban 25 puntos y además en la penúltima vuelta, hizo mucho daño en Mercedes y en Lewis Hamilton, que ya entonces ofrecía un nivel más errático que otros años, como demostró en la pasada de frenada que le costó todos los puntos en Bakú.

Llegó Silverstone y con él los truenos para Verstappen. No solo por el incidente entre él y su rival por el título, que le dejó con un 0 siendo favorito para la victoria y a Hamilton, en mayor parte provocador del accidente, con un triunfo en su cuenta con el que meterse en el Mundial, sino sobre todo por la reacción de los alemanes. En Hungría, otro varapalo. Bottas, en una no buscada pero muy conveniente labor de equipo, se cargaba a un Max que solo pudo salvar dos puntos. Mientras tanto, Hamilton se llevaba una segunda posición que significaba el chequeo al golpe asestado en su casa. Los primeros atisbos de jaque a Verstappen se vieron venir allí, pero un oasis posterior vendría en su ayuda.

La no carrera de Spa y la prueba en Zandvoort, donde Verstappen demostró que a pesar del nivel de Hamilton y del Mercedes no había quien le tosiera en casa, vinieron a reflotar al holandés antes de Italia, otro de los momentos fuertes de la temporada. En el templo de la velocidad se volvieron a encontrar los dos rivales, con el nefasto final que todos recordamos. 25 puntos que se le fueron a Hamilton, que, por cierto, podrían haber sido fáciles para él si no llega a fallar en la salida de la carrera al sprint; y 18 menos para un Max que ahora los echa de menos.

Aunque entonces le podía servir, a decir verdad. Con el incidente no dejó de evitar un triunfo muy factible de Hamilton.

Posteriormente, sí que la suerte quiso devolverle algo a Verstappen. La providencial lluvia de Sochi que le dejó en segunda posición hizo que solo perdiera 8 puntos ante un muy superior Hamilton.

En Turquía, por su parte, le vino de perlas que no se secara del todo la pista. Eso y el papel de Checo Pérez frenaron a Hamilton, que en momentos de esa carrera parecía que iba a remontar para ganar por 20 segundos. Al final, Max sacó puntos, pero con muy malas expectativas.

Y así, llegamos a este momento del año, donde Verstappen parecía tenerlo todo ganado… hasta ahora, donde la sensación es totalmente contraria. Max lo seguía poseyendo todo, con más o menos nervios, hasta México. Tanto el Autódromo Hermanos Rodríguez como sobre todo Austin fueron la última bocanada de oxígeno para el líder del Mundial, aparentemente. El retorno de Adrian Newey llevó a Red Bull a un resurgimiento. El maestro avisó: “he visto los errores que tiene ese coche”.

Y el holandés volvió a ganar tras tres carreras de sequía, en un instante perfecto para volver a meterle puntos a Hamilton. Pero las tornas han cambiado. Mercedes, que intenta hacer creer burdamente que su única mejora, por evidente, fue la de Silverstone, ha puesto en pista toda su experiencia de la era híbrida. De repente, un coche invencible. Y ni rastro del Hamilton errático que hemos visto durante todo el año. Un Lewis seguro de sí mismo con un coche tan invencible como siempre resulta la combinación perfecta para ganar el octavo título mundial. Ha ganado con total autoridad en Interlagos y en Losail, y es favorito para hacerlo de igual manera en Arabia Saudí y en Abu Dhabi.

Mientras tanto, Verstappen ha minimizado daños, pero es sabedor de que con 8 puntos de renta eso no es suficiente. En Red Bull querrán aferrarse a que podrán luchar en Yas Marina, pero nadie puede garantizar eso a día de hoy.

Lo que sí es cierto es que Max ha sentido algunos nervios. Aunque realmente para él no es un drama perder el campeonato, como se ha encargado de demostrar con su muro de juvenil arrogancia que Hamilton no ha sido capaz de derribar durante todo el año, sí que hemos visto algo muy inusual: su primer error. Verstappen se la jugó demasiado en Interlagos en su encontronazo con Hamilton, aunque se libró de una sanción, que hubiera sido justa. Puede tener justificación, porque a tu rival por el título no le das ni un palmo de terreno. Pero no la tiene lo ocurrido en Losail. El holandés dejó entrever las costuras en clasificación, con un error tan grotesco como el de no levantar el pie con banderas amarillas. Y peor aún, admitiendo que había visto el coche de Gasly en la recta de meta ante los comisarios. Probablemente, una de las jugadas más innecesarias por parte de un contendiente al título jamás vistas. Y en el peor momento.

Indudablemente, Verstappen es y será el Rey de este año. Al referenciar a 2021 se hablará de él. Por nivel en pista es el claro merecedor de esta corona. Se puede entender su frustración: no habiendo cometido errores, más allá del de este fin de semana, nadie le asegura que pueda ganar el título. De hecho, tiene las de perder ante un Hamilton en estado de gracia junto a un Mercedes imbatible, motor de Brasil mediante.

Es muy difícil de digerir para alguien que ha sido claramente superior, pero la realidad es que le han hecho un jaque en toda regla. Y siendo errático por primera vez. Verstappen necesitará calmarse para salir airoso, si bien es cierto que salir de esta encerrona puede requerir acciones sobre el alambre.

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