CHERNÓBIL FOREVER (ESPAÑOL)

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Chernóbil / 1986 - 2016

CHERNÓBIL FOREVER CUADERNO DE VIAJE AL INFIERNO de

Alain-Gilles Bastide

La muñeca atómica Con la amable participación de

Youri Bandajevski

Edición: Photographisme-Photomorphisme


ESPAÑOL Traducción a CASTELLANO: Vicent Ballester García Profesor de Educación Secundaria, especialidad Filosofía, en Valencia (España). Prepara su tesis de Doctorado sobre la obra de Cornelius Castoriadis. Organizó en la Universidad de Valencia, el ciclo de debates «Los costes de la energía nuclear», con la participación de A.G Bastide.

Corrección y revisión: Carmen Sala Trigueros

Profesora de la Escuela Oficial de Idiomas de Valencia (España)


Chernóbil forever La muñeca atómica



ERA UN DÍA TAN BONITO … Es un día soleado. La piedra duerme su sueño de piedra. El mundo permanece en su habitual indiferencia. Un hombre que envejece medita sobre su muerte ineluctable. Acaba de sentir la caricia de la cincuentena y se dice que, definitivamente, ya no hay más tiempo que perder: y sonríe cuando se lo dice a sí mismo, porque es una evidencia. Es una evidencia en forma de cincuenta y cinco tacos, que debe asimilar. Aunque nunca es tarde si la dicha es buena. Aunque sea para hacer un niño, o para dejarse llevar como un niño. Total, el feliz muchacho madurito se entrega a los primeros rayos de sol de principios de verano. Y entonces, de repente, vaya usted a saber por qué: Chernóbil … Sí, pero no... la muerte, el pensamiento de su feliz muerte… Sí, pero no... ¡Chernóbil, pensamiento desgraciado, reverso de sus pensamientos felices! Escapar de la muerte... él que creía -- y el disfrute del

Ciudad de Chernóbil - Ucrania

sol ayudaba -- haber cumplido como para considerarse un producto caducado... Pensaba con íntima y serena convicción que podría, en el sentido más divertido y común, dárselas de haber pasado por esta tierra como quien sube a un carrusel en la feria. ¡Chernóbil! Su pensamiento patina … No se trata ya de él mismo, de ustedes, de los otros … Es la especie la que está pillada … ¡Esta puta especie humana! ¡Y él también lo está! Es ella quien le asfixia, le oprime y le anula: ¡la especie humana, que no se da cuenta de que Chernóbil es el primer acto de SU SUICIDIO! Jean-Pierre Dupuy - 20 junio 2014 / CHERNÓBIL FOREVER. Reseña de lectura.


Fotograma - Simulación de explosión

CHERNÓBIL - Ucrania - 26 Abril 1986 - 1h 23 AM Al querer someter a prueba la posibilidad de producir energía suplementaria en caso de corte de alimentación de un reactor debido a una emergencia, unos aprendices de brujos de lo nuclear provocan la explosión del reactor N°4 de la Central Nuclear de Chernóbil.

1h 23 minutos 49 segundos, el experimento se les va de las manos y

! ! ! M O O B

La vieja experiencia del ser humano, su cultura y su filosofía, su sistema de representación, todos sus sentidos quedaron al descubierto con Chernóbil. Las consecuencias moleculares, físicas y psíquicas de la explosión derivaron a la humanidad hacia otro mundo.

El mundo antiguo dejó de existir. Nos habíamos convertido en “chernobilianos”.


Sobrevuelo del explotado reactor N°4 - Anónimo

(...) Mi colega Legassov y yo sobrevolamos el reactor en helicóptero y mi primera reacción fue la siguiente: «Si como dicen los creyentes el Infierno existe, puedo decir que está ahí, bajo mis ojos» (...) Vassili Nesterenko



Cine de Pripyat

NOS GUSTARÍA CREER QUE AQUELLO SUCEDIÓ HACE MUCHO. PERO NO ES CIERTO. ESTO NO HA HECHO MÁS QUE COMENZAR.


Chernóbil forever Durante este viaje de imágenes en territorios radiactivos, voy a intentar que ustedes vean también lo invisible. En el silencio de las imágenes, voy a contarles historias verdaderas sobre Chernóbil. Estas historias están en la memoria de quienes allí estuvieron (o de quienes se sacrificaron con conocimiento de causa) para intentar limitar los alcances del siniestro. Historias en la Memoria de los bomberos que intervinieron en los primeros momentos, y de todos los «liquidadores», que recogieron los escombros del Apocalipsis y construyeron un «sarcófago» para enterrarlos. Son «Héroes

de la humanidad».

Sin ellos probablemente viviríamos en dos terceras partes de Europa, como hoy viven los 9 millones de conejillos de Indias humanos que todavía sobreviven en el «Laboratorio del Infierno», también llamado el «Triángulo de la Muerte».


La primera misión de los soldados del ejército movilizados tras la catástrofe fue recuperar todas las fotografías, o las películas, que la gente hubiera podido hacer de la explosión y los acontecimientos que la siguieron. Películas, cámaras de fotos, cámaras de cualquier tipo, todo fue confiscado y/o destruido. No es un detalle anodino. Los soldados sólo obedecían órdenes de generales condecorados y otros jefes supremos de la URSS, que fueron quienes definieron los objetivos y la estrategia para conseguirlos.

Ése es el punto número uno en la guerra.

PROHIBIDO A LA MEMORIA

Tratemos de imaginar por un instante la sorpresa, el desconcierto, la incomprensión de toda esta gente, de todas estas familias, frente a militares ansiosos que querían, en primer lugar, confiscar y destruir sus fotos de recuerdo e impedirles hacer más.

...

Y el ejército lo consiguió. La memoria fue confiscada. No hay, o hay poquísimas imágenes del éxodo atómico, de esas filas interminables de autobuses y camiones, de convoys militares, de trenes y barcos. Ninguna, o poquísimas imágenes de la evacuación de las poblaciones. Ni del traslado de centenares de miles de obreros y soldados. Ni tampoco de la puesta en marcha del traslado de decenas de miles de toneladas de hierro, arena, cemento, transportadas a la zona para construir el más gigantesco e irrisorio sarcófago del mundo.

Había que poner Chernóbil fuera de la vista. Ninguna imagen de esa locura. Era un peligro para la salud mental de las poblaciones. Y para el poder atómico. Entonces me dije que si no había imágenes del pasado, quizás podría encontrar algunas del futuro.


Hay un incendio en la central. Vuelvo enseguida…» Es lo que le dijo el bombero Chichenok a su mujer Elena, cuando a la 1h 30 de la noche del 26 el abril, fue llamado a luchar contra el fuego. (…) Habían salido tal como estaban, en camisa, sin sus ropas de protección , nadie los había prevenido. Los habían llamado como para un incendio ordinario. (…) Cuenta Elena... (1) Algunos subieron sobre lo que quedaba del tejado de la central, para evitar que el asfalto que lo recubría se incendiara. Hacía mucho, mucho calor. El asfalto comenzaba a arder. Con sus pies, lanzaban al agujero abierto del reactor explotado pedazos de barras de grafito que encontraron esparcidos por el lugar. Ningún medidor podía detectar las radiaciones. Allí no se podía permanecer ni un segundo, ni una fracción de segundo. Simplemente, ningún ser humano debería estar allí. Lucharán toda la noche. Durante cinco horas, y hasta el límite de sus fuerzas. A las 7 de la mañana son evacuados al hospital ultramoderno de Pripyat. Están ennegrecidos. Como madera quemada. Carbonizados por dentro. Hinchados. Apenas se puede ver sus ojos. Agotados pero conscientes. La radiación que llevan dentro bloquea todos los medidores. Son pilas nucleares, o más bien, residuos atómicos. Les trasladan con urgencia absoluta a Moscú, al hospital N°6, calle Chtchoukinskaïa, donde todos morirán, en secreto y bajo observación, en horas o en días. Son los primeros conejillos de Indias, sumergidos en el núcleo del fuego atómico. Son los primeros soldados-bomberos sacrificados de Chernóbil. Héroes de la Humanidad. Evitaron que el fuego se propagara a otros reactores, impidiendo así un indudable desastre mayor, una catástrofe atómica de consecuencias monstruosas. (1) En el texto original “sans leur tenues de prélart”. Prélart: Tela grande impermeabilizada que sirve para proteger de inclemencias las embarcaciones en un buque, la carga de un vehículo, las mercancías depositadas amontonadas, etc. Svetlana Alexievich, “La supplication. Tchernobyl chroniques aprés l’apocalypse“. (J’AI LU) Publicado en castellano como «Voces de Chernóbil» (De Bolsillo, 2015, Debate, 2015)

Monumento al la fajrestingistoj – Starigita de la vilaĝaj loĝantoj, sen iu ajn kontribuo de la aŭtoritatoj aŭ de la nuklea premgrupo.

«¡Cierra los tragaluces y vuelve a acostarte!



KIEV. UCRANIA. 7H am.

Una treintena de participantes en la 1ª Universidad de Verano de Chernóbil (Kiev, Ucrania - 22 a 28 de agosto de 2005), estudiantes, conferenciantes y organizadores suben al autobús fletado por la agencia del Estado (Chernobyl lnter Inform, en Kiev) que administra las visitas a la zona de la catástrofe.

Exactamente como lo muestra la foto. Me digo que estamos en el buen camino: trataremos de fotografiar lo que no se deja ver.

Fonto: UN

Infografía: Javier Sicilia

El silencio es peculiar, desde luego.

El chófer informa sobre la salida inminente hacia la zona del Apocalipsis. Y tranquiliza a todo el mundo anunciando que habrá una parada para tomar un café. En la carretera.



132 kms de carretera en línea recta y de bosques interminables, vacíos y silenciosos. Y el ronroneo del motor. Por momentos el camino se anima un poco y se deja imaginar cómo era a principios de 1986, cómo había sido desde hacía siglos, en armonía con la naturaleza.

CUANDO LA AUSENCIA SE HACE IMAGEN

Nos cruzamos con algunas pesadas carretas de madera, montadas sobre un eje de coche, con ruedas gruesas de neumáticos, tiradas por caballos. En el lindero del bosque, unos campesinos recolectan setas. Y las hay de todo tipo, gruesas, coloridas, resplandecientes. Los níscalos son como manchas de sol. Al borde del camino los niños nos hacen señales con la mano. Con una gran sonrisa. Un poco después, el 27 de abril de 1986, un gigantesco atasco de camiones y de tanques nos detiene. Se dirigen todos hacia la central. Al bajar de sus vehículos, todos se agitan, nerviosos, apresurados, febriles, como sin saber verdaderamente qué hacer, paralizados, petrificados. Algunos, dentro de monos blancos, enmascarados, parecen personajes de la guerra de las galaxias. Estamos detenidos para dejar pasar una fila infinita de autobuses que van en sentido contrario, hacia Kiev. Varios centenares. Los primeros están ocupados por niños. En los siguientes hay madres aterrorizadas, que se agarran a los cristales tratando de no perder de vista a su criatura. Se puede leer en sus caras una interrogación a la que nadie puede responder, el desconcierto, la incomprensión… y más que miedo, en los ojos, el terror. Un terror que pulverizó mi espejismo. Habíamos avanzado una cincuentena de kilómetros. La carretera continuaba recta. Y vacía. * Flight distance (straight line) 93 km

TV Screen shot – report on Chernobyl - ARTE




CONTROL

Para la entrada al perímetro de seguridad, casi totalmente evacuado. Para los pasajeros que, la víspera, se habían preparado para “la excursión“ con demasiada cerveza y vodka resultaba algo difícil bajar del autobús.

TOMEMOS ALIENTo…

Mantengamos la calma. La zona de exclusión, un gran círculo de 30 km de radio alrededor del reactor explotado, todavía queda a una horita de camino. Todo lo que habíamos aprendido sobre Chernóbil alimentaba nuestra imaginación, y nuestras inquietudes. Los dosímetros reaccionaban de vez en cuando. Pero no parecía nada grave, porque al poco tiempo dejaban de sonar. En Pripyat, al día siguiente de la explosión, la población recibía, todavía sin saberlo, centenares de veces la dosis de radiación máxima autorizada. Las autoridades mismas, aterrorizadas, mentían deliberadamente para evitar la locura general. Con ese objetivo, se suspendió la decisión inicial de evacuar a la población. Todas las iniciativas espontáneas, de las autoridades locales y de los habitantes, para proteger a los niños fueron bloqueadas por el mando general. Les dijeron que, por prudencia, había que resguardar a los niños en la escuela, que no había que dejarlos salir, ni dejarlos sin vigilancia. Y sobre todo, no olviden cerrar las ventanas y fregar el suelo.

Y EN TODO CASO, NADA DE PÁNICO, ¡TODO VA BIEN! Durante ese tiempo la ciudad fue ocupada por la policía y el ejército.

UN AUTÓCTONO ME LO EXPLICA… “Aquí se lavaban todos los vehículos que salían de la zona. En la cabaña, allá, están los hombres que lo hacían. Había que lavarlos a menudo repetidamente antes de dejarlos pasar. Y luego de todos modos los dejaban salir a pesar del aviso contrario de la máquina. Esta unidad todavía funciona, pero ahora sólo se mide, ya no se lava. Excepto si es verdaderamente necesario. Ya se lo dirán a la vuelta…“ Acabamos nuestro primer café atómico y subimos al autobús. ¡Venga! Vamos primero a visitar la NPP (Central Nuclear de Chernóbil), escaparate y orgullo de la industria atómica de la URSS.


No nos detendremos sobre el sitio llamado Chernóbil 2 que podemos observar a nuestra izquierda. De hecho, el chófer del autobús no reduce la marcha. Son las antenas del Duga-3. La pequeña (90 m de altura / 250 m. de ancho) ha sido ya desmontada por los traficantes del acero irradiado. La grande (150 m de altura / 400 m de ancho) todavía está allí, a la escucha de mensajes que ya no puede comprender. La aparición de estas antenas en medio del bosque tiene el efecto de relativizar las dimensiones. Para los que todavía lo dudaban, entramos en lo gigantesco. Lo desmesurado.

ACABAMOS DE PENETRAR EN EL CORAZÓN DE LA ZONA DE GUERRA. Una guerra

de un género jamás visto, donde es imposible ponerse a cubierto de las balas invisibles de un enemigo invisible. Ningún refugio: ni en tierra, ni en el agua, ni en el aire. La doctrina militar mundial que regía la guerra, cuando las antenas del Duga-3 fueron construidas (1960), era la de la «guerra fría». Era el M.A.D. (Mutual Assured Destruction). En pocas palabras, esto quiere decir que el primero de los beligerantes que utilizara la bomba atómica recibiría otras tantas a cambio. Estamos en una doctrina disuasoria, para que el mundo no se autodestruya consciente y mutuamente. MAD, en inglés, quiere decir LOCO.

El derrumbamiento de la URSS, apenas cinco años después de Chernóbil, provocó un cambio de doctrina militar. La nueva doctrina que rige el mundo hoy es el N.U.T.S (Nuclear Utilisation Target Strategy). El arma nuclear puede ser utilizada por los países que la posean, sobre objetivos estratégicos. La doctrina se volvió ofensiva. Dicho claramente: una potencia se da el derecho de utilizar las armas atómicas sobre aquellos blancos que ella misma considere estratégicos. NUTS, en inglés, quiere decir CHIFLADO. Volviendo al NPP, al pasar los últimos cables que nos separan del punto cero del desastre, lo desmesurado se confirma. Para imaginar la escala, les propongo poner a un Pitufo* en una refinería de petróleo. Esto nos da la escala de un hombre en esta refinería atómica abandonada en la que nos encontramos. En este amasijo de tubos gigantes, herrumbrosos y remendados, si nos quedamos un momento en la analogía con el cómic, pensaremos forzosamente en el coche y en las instalaciones experimentales de Gastón Lagaffe * . Si, de repente, la banda de Mad Max (James Mc Causland / George Miller) surgiera para inspeccionar nuestro autobús, no nos quedaríamos más atónitos. ¿Ciencia? ¿Ficción? * Los conocidos personajes del dibujante belga Peyo (Pierre Culliford). * Personaje del dibujante de cómics André Franquin, creador de Spirou y de Gastón Lagaffe, entre otros.




El monstruo está allí. En medio del Mundo. Cuando se le conoce un poco, sabemos que hay que acercarse a él despacio. Puede despertarse en cualquier momento. Al pie del reactor, que queda oculto a las miradas, nuestras narices están secas y un gusto de metal se instala en la garganta. La bestia está herida, pero viva. Ronca. O gruñe. Se come el hormigón que le impide ver el cielo. Ruge a veces. Irradia siempre. Consume su lápida sepulcral del interior. Es indestructible. Y no hay nada peor, al parecer, que una bestia indestructible herida. Algunas imágenes de su construcción, vistas y revistas durante mi preparación para esta cita, desfilan en mi cabeza. Después de los primeros bomberos, 800.000 hombres trabajaron aquí para construir este sarcófago y tratar de limpiar las zonas más contaminadas ¡Ochocientos mil soldados! Se les apodó los “pequeños robots verdes”, reclutados y a sabiendas sacrificados por el Ejército de la URSS y el lobby internacional del átomo. Estaban allí para intentar liquidar Chernóbil. Se les llamó los «LIQUIDADORES». Fueron enviados desde todos los rincones de la URSS. Obreros de la construcción, ingenieros, pilotos de helicópteros, marineros, chóferes de camiones y de trenes, mineros, hombres rana, cantineros y putas... Se quedarán sobre los lugares algunos minutos, algunas horas, algunos días o algunos meses según las zonas de intervención para las tareas que les habrán sido asignadas. Luego serán devueltos al olvido, a lo más profundo de su tierra, para morir allí invisibles. Centenares murieron a los pocos meses después de su estancia en el Apocalipsis. En los años siguientes, decenas de miles les seguirán. 20 años después de la catástrofe, por lo menos 350.000 ya no están en este mundo. Y el resto sigue muriendo. Sabemos lo que esconde este sarcófago, pero no lo que contiene. Dos teorías se enfrentan respecto a lo que queda de combustible atómico, en este amasijo de escombros altamente radiactivos que nadie puede explorar con precisión. ¿Un centenar de toneladas, es decir, la mayoría de las 192 toneladas con las que fue cargado el reactor en el momento del experimento fatal? ¿O bien apenas algunas toneladas, incluso algunos kilos, de manera que la totalidad del combustible nuclear se habría volatilizado en el momento de la explosión? SARCÓFAGO: etimológicamente la tumba en la cual los antiguos ponían los cuerpos que no querían quemar, y que estaba hecha con una piedra que se creía que tenía el poder de consumir los cuerpos. (...)

Aquí, en Chernóbil, pasa lo contrario. Es el cuerpo, el difunto, el que consume su propia tumba.


200 m²: Es la superficie de las grietas de envejecimiento del monumento de hormigón. El equivalente a un enorme agujero. Hay un proyecto de construir un sarcófago en el sarcófago. Pero el dinero concedido para el proyecto desaparece sistemáticamente en los meandros de la corrupción. Y además resulta cada vez más difícil encontrar liquidadores, o «voluntarios» para la tarea. ¿Entonces? ¿Es Chernóbil un problema del pasado? ¿O una verdadera pesadilla para el futuro? El responsable científico, Anatoli Alexandrov, había declarado que este tipo de reactor era el más seguro jamás construido.«Podríamos construirlo en la Plaza Roja», decía. Hasta había previsto que un accidente del tipo del que se produjo tenía, según no sé qué sabios cálculos y secretos datos, sólo una posibilidad entre 2.000.000 de producirse. Nos quedamos quince minutos a la cabecera del enfermo... Como todos a los que ha consumido, él también se consume. Como las decenas de miles de hombres que lo construyeron, sufre de «envejecimiento precoz», síndrome clásico de una exposición demasiado continuada a las radiaciones. (Algo ya observado en los efectos de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, sobre las poblaciones fuertemente expuestas a las radiaciones). Los hombres mueren de eso en una agonía abominable más o menos larga, de algunas horas a algunos años, pero siempre según el mismo guión.

(...) « Los huesos estaban al desnudo. Todo su cuerpo se iba. La espalda entera... El hueso de las caderas podía ser tocado con la mano. Introducía mi mano cubierta de un guante para desinfectar y extraía de ahí… restos de huesos que se iban. Hueso descompuesto y podrido. Era consciente de todo. Pedía sólo morir rápidamente « (...) .

Movilizados con urgencia, centenares de mineros fueron reclutados en todas las regiones mineras de la URSS, para cavar, bajo el reactor que había explotado, una red de galerías. Se trataba de instalar allí un sistema de refrigeración para helar el suelo con nitrógeno líquido, y extinguir definitivamente el incendio. Era absolutamente necesario impedir que el combustible nuclear en fusión perforara la baldosa de hormigón bajo el reactor y penetrara en las cámaras inferiores llenas de agua. Había que ir rápido, muy rápido. El ritmo era infernal, el calor y la radiactividad también. Teóricamente cada minero, con el torso desnudo, sin máscara, debía cavar sólo algunos minutos; y luego marcharse, jurando no contarle a nadie lo que había visto, a lo más profundo de su gran Rusia, con su tarjeta sanitaria a modo de nuevo pasaporte:

HABÍA LLEGADO RUSO, REGRESABA CHERNOBILIANO.



The Sarcophagus is finished. The last Liquidators sign their work.

Entre 600.000 Y 1 MILLÓN DE «LIQUIDADORES» trabajaron en el soterramiento de Chernóbil. De ello no hay ni control ni estadísticas, su existencia es negada tanto por los poderes locales como por la ONU, la OMS y el OIEA. No existen. Reconocer que existieron sería reconocer que han sido sacrificados. La decisión de sacrificar las tropas había sido tomada en las altas esferas. No existía maquinaria para limpiar. Los robots se estropearon. Así que inventaron los robots-humanos. Limpiaban sin guantes los restos de la explosión. Respiraban a todo pulmón el polvo de la tierra que debían enterrar. Y sí, han leído ustedes bien: ¡enterrar la tierra! Sobre enormes superficies, pelaban el campo de la tierra contaminada. Con palas, picos, tractores, formaban grandes rodillos de tierra. Como los rodillos de césped que se despliegan en el jardín, o como los rodillos de las moquetas. Igual. Pero allí eran rodillos de tierra, con todo lo que contiene de vida sobre 20 cm de espesor. Luego los cargaban en camiones y los transportaban a grandes agujeros donde eran enterrados. ¿Surrealista, no? Serraban los árboles calcinados por el átomo, envolvían los troncos en plástico cuando disponían de él, y luego los enterraban también. Lo más hondo posible. Lavaban las casas irradiadas con agua que lo estaba aún más. Sus tropas acampaban en los pueblos, con tiendas militares, sobre suelos ya inhabitables. Regaban los caminos para fijar en el suelo aquella polvareda mortal, y que pasaran los cortejos de los pequeños hombres verdes. 25 años después de haber sido reclutados para una intervención en zonas de Apocalipsis, los «liquidadores» supervivientes y sus familias están completamente abandonados, perdidos en tierras de las que jamás se habla, tierras lejanas de un Imperio reventado por el átomo. Ellos salvaron al mundo y el mundo les olvidó. ¿Quiénes son ésos que les dejan morir tan lamentablemente? ¿ Quiénes son, en los engranajes cínicos del olvido organizado, de la memoria borrada, los que persisten en negarlos? Los que tomaron la decisión, desde el principio, de liquidar a los liquidadores y sus descendientes.


NO TENÍAN PROTECCIÓN ALGUNA

ENTERRABAN PUEBLOS Y KOLJOSES ENTEROS, centenares y centenares. Con tanques transformados en bulldozers hacían hoyos delante de las casas, y luego los empujaban dentro, con su mobiliario y sus memorias. DESPLAZABAN A LA POBLACIÓN y el ganado.

130.000 personas evacuadas. Tenían orden de matar los animales domésticos, y de organizar batidas para terminar con los que, sorprendidos y desconfiados, habían preferido aplicar la estrategia de la huida. CONSTRUÍAN EL SARCÓFAGO del reactor destri-

pado. No tenían ninguna protección. Ni física. Ni psicológica. Algunos proclamaban a gritos lo absurdo, otros lloraban por su inútil tarea. Otros por el crimen que suponía.

El fútbol y el vodka les ayudaban a aguantar.



Al lado del reactor N°4, en el momento de la explosión, la construcción del reactor N°5 estaba bastante adelantada. No encuentro las palabras, ni las analogías espaciales para describir la dimensión. Debía haber sido el reactor más grande, el más potente del mundo, el más seguro probablemente, el más bello tal vez, y también el más fuerte. El más “de todo”. Desgraciadamente para él, era también el más cercano al epicentro de la explosión. Fue sobre él que recayeron las concentraciones más fuertes de radionucleidos. Hoy es tan sólo la construcción más grande y abandonada del mundo.

Ankaŭ la plej radioaktiva. TAMBIÉN LA MÁS RADIACTIVA.

Y allí están, al borde de un depósito de agua altamente radiactiva, las chimeneas del reactor N°5, que jamás subirán hasta el cielo. El agua brilla y hace sonar los dosímetros. Es el agua maldita de los brujos: imbebible, imposible de filtrar, prohibida para el baño. Agua de muerte.


Entrada del koljós Kuybycheva - Bielorrusia

En las zonas evacuadas y prohibidas, en la región de Slavgorod, en Bielorrusia, conocí a un hombre que vivía solo en su casa en medio del campo. Un hombre que se había negado a irse. Allí estaba, refugiado en un solar interminable de malas hierbas, de bosques, de postes eléctricos en desuso y de koljoses abandonados. Sentado, a la entrada de su jardín, nos vio acercarnos. No se movía. Sus ojos de un color gris-azul brillaban. Verdaderamente brillaban. Como faros blancos encendidos en el día. Nadie viene nunca a verlo. A veces los militares, y extranjeros que le hacen preguntas sobre su salud y lo evalúan, siempre presurosos para irse de nuevo. Hacía ya semanas que no había visto a nadie. La gente no viene aquí, tienen miedo. Lo más duro, dice, es que no hay nadie con quien hablar. Le cuesta mucho dormir. Así que por la noche escucha a los lobos y le habla a las estrellas. El cielo ya no es el mismo desde el accidente, se ven muchas más estrellas de las que se veían antes. «Como en el desierto», se podría decir. La Vía láctea es tan bella, tan densa. Ya no va casi nunca al pueblo porque allí lo tratan como un apestado. «Dicen que vengo de los territorios del diablo». Se alimenta de su jardín, del aire y de un poco de caza furtiva. El agua del pozo aún es agua clara. Se siente cansado. Cada vez más cansado. Sabe que morirá pronto.


KOLJÓS KUYBYCHEVA MEMORIAL DE LOS PUEBLOS ENTERRADOS

«La misma técnica se repetía cada vez: el bulldozer (un tanque transformado en bulldozer) cavaba primero una fosa gigante delante de la casa, luego la empujaba dentro. Así es como pueblos enteros fueron enterrados. Se oía los ruidos de la vajilla romperse, espejos y cristales estallando, muebles triturados... Todo iba muy rápidamente, todo parecía irreal, imposible...»

Testimonio citado por Igor Kostin en Tchernobyl. Confessions d’un reporter (Edition Les Arènes).




Habíamos salido del epicentro de este caos sin nombre para volver al pueblo de Chernóbil, y hacer un pícnic en el puerto. Habíamos llevado nuestra comida, “nuestra pequeña cesta“ como dice Léo Ferré. De todas formas, nadie tenía mucha hambre. El embotamiento no se disipa, la respiración se ralentiza. Una sombra improbable se mezcla con la imagen. Lo invisible se deja fotografiar, o más bien te incita a ello. Juega con la luz, y con los espejos.

PÍCNIC ATÓMICO.



Es la calma dentro de la calma. Sólo los dosímetros chasquean cuando se los acerca al agua. No busquéis los barcos de los pescadores. Ya no hay. Ni barcos, ni pescadores. No busquéis los merenderos flotantes en los que regalarse con una buena fritura de pescados y de setas autóctonas. Ya no busquéis la paz, es el puerto prohibido de una guerra perdida. Aquí, la última batalla, iniciada el 27 de abril de 1986, no acabó hasta diciembre de 1988. Centenares de enormes pontones transportando toneladas y toneladas de arena, de hierro, de camiones y de tanques, de hombres y de vodka, producían atascos ante nosotros. El ruido era permanente, las 24 horas del día. El aire apestaba a diésel. Las aves se marchaban. El enemigo estaba por todas partes, y no se le veía.

Y EL ÁTOMO VENCIÓ AL PUERTO.



Pueblo de Chernóbil. Ucrania. 12.000 habitantes. Un pueblo secular de centenares de pequeñas dachas disimuladas en el bosque, al borde del Dniepr. El país de los grandes bosques, de la naturaleza abundante, de las manzanas, las setas y los arándanos. Una inmensidad de caza y de pesca. A los dignatarios de la URSS les gustaba venir para reposar aquí. Pero eso era antes. En otro mundo. Algunos días después de la explosión que incendió la noche del 26 de abril de 1986, y lo iluminó de turquesa y de azules irreales, el tiempo fue aquí confiscado. Había que abandonar el pueblo. Para siempre. Dejarlo todo. Romper las fotos, la historia y los recuerdos. Y el pueblo se fue.

«Nuestra vida ya no era más que desechos atómicos. Nosotros mismos nos habíamos convertido en eso». Hoy, Chernóbil ha quedado reducido a algunas parcelas «limpias», donde se encuentran confinados la administración y los equipos, por turnos, que se encargan de la vigilancia y el mantenimiento de la NPP. Oficialmente nadie más tiene derecho a vivir en el pueblo, pero algunos ancianos que se negaron a irse, o que volvieron, se esconden en el bosque. “Son cuatro o cinco“, nos dicen. Misterios y leyendas en el país de las brujas. Incluso una joven pareja, venida de la ciudad, se habría instalado allí hace algunos meses, y acabaría de nacer un niño en su cabaña. Sería el primer niño nacido en un lugar donde el hombre tiene prohibido vivir.

Insólito. Tremendo. Secreto absoluto.



La vegetación se presenta casi inexpugnable. Lentamente avanzamos. Piotr ha traído un libro de Tolstoi. Me habla de la correspondencia que el escritor mantenía con Gandhi.

«Habría sido mejor haberles escuchado en lugar de desterrarlos o de matarlos», me dice.



Los brujos del átomo también se han cargado la luz. Es verdad que el ojo se seca como la garganta, y pierde sus referencias cromáticas. Hay algo irisado en los contrastes. Se diría que el ojo siente, más que ve, que algo no funciona. Pero la cámara de vídeo lo capta. El violeta, el turquesa y los azules invaden mis imágenes. Por supuesto, verifico el funcionamiento de mi equipo. Piotr me ve hacerlo. Sonríe y me dice:

«¡Ves, te lo había dicho, se han cargado incluso la luz!».



“... Había manchas de color en el campo, por todas partes. Algunas muy grandes y unas decenas de otras más pequeñas. Eran negras, rojas, azules, blancas. Todas muy relucientes. Brillantes. No recordábamos haber visto algo semejante en toda nuestra vida. Más tarde sabríamos que lo que habíamos visto era el átomo, y que habíamos tenido suerte porque, normalmente, no se ve. «Llamamos al ejército, pero no llegaron hasta primera hora de la tarde. Desgraciadamente, había llovido durante casi toda la mañana y, cuando llegaron, todas las manchas habían desaparecido. Los soldados trajeron un instrumento de medida que jamás se había visto por aquí. Un cacharro que no dejaba de sonar. Parecían asustados y nos dijeron que había que irse enseguida, que no se podía vivir aquí, que no se podría vivir aquí nunca más. Nadie los creyó, y nos quedamos. Al día siguiente los militares volvieron. Evacuaron a la población. Todo el mundo se preguntaba qué enemigo estaban persiguiendo. Porque aquí nada había cambiado. Todo seguía en calma. Era cierto que se notaba un gusto metálico en la boca, la garganta irritada, la nariz seca, los ojos llorosos, los niños que vomitaban... pero, por lo demás, nada había cambiado (...) Y luego, algún tiempo después, empezaron a enterrar los pueblos. ¡Incluso la tierra! ¿Cómo quiere usted que asimiláramos una cosa como ésa? ¡Enterrar los pueblos! ¡Enterrar la tierra! (...) Yo les dije que me quedaría en mi casa. Que me entierren con ella si quieren, pero yo no me voy. Y me dejaron allí. Mi casa no estaba demasiado afectada, decían. El peligro está en los alrededores. Pero yo iba allá a pesar de todo, las setas son abundantes y deliciosas. Esperé mucho tiempo el regreso de la gente. Me decía que nadie se iba para siempre y que volverían algún día. Pero nadie volvió. “

“AHORA SÉ QUE NADIE VOLVERÁ.” La contaminación de los radionucleidos dispersos sobre el suelo es conocida como «contaminación en manchas de leopardo». Las manchas oscuras propias de la piel del leopardo serían las zonas fuertemente contaminadas. El resto estaría en las normas. Otra imagen que ilustra la acumulación de esta contaminación, es un campo de trigo tras una fuerte tormenta. El trigo queda aplastado en el campo, de manera muy aleatoria, en algunas partes del campo, como por manchas.



EL BOSQUE, CONVERTIDO EN CANÍBAL, está tragándose el pueblo. Las casas, prisioneras de la selva, se descomponen. Son absorbidas. Algunas sombras se agitan por momentos sobre las paredes, como gnomos en fuga. Aquí ya no hay fragancias en el bosque. Los enebros, los manzanos, las flores de los árboles o lo que queda de los jardines han dejado de desprender aroma...



Cuando la desgracia llega, al hombre no le gusta pensar y reconocer que es responsable del horror que generó. No le gusta detenerse, ni renunciar, aunque todo converja para demostrarle que se encuentra en el camino del Apocalipsis. Su feroz codicia le impedirá imaginar la siguiente catástrofe posible antes de que se convierta en algo real. A nadie le gusta pensar en estas cosas.

Seguí un rayo de sol que me llevó al interior de una pequeña casa. Sólo había unos papeles esparcidos por el suelo. Cartas procedentes de unas cajas de cartón, deshechas, podridas. Correspondencia de otro tiempo, cuando las palabras de amor no eran desechos atómicos ¿Cómo voy a contar todo esto? Me pregunto si es posible transmitir la memoria de una catástrofe a personas que han de ser las futuras víctimas.

CHERNÓBIL INAUGURÓ UN MECANISMO DE DUELO IMPOSIBLE, EL PROCESO DE DUELO A PERPETUIDAD.





¿HABRÁN SIDO, QUIZÁ, UNOS ÁNGELES CONVERTIDOS EN OGROS?

No es el átomo el que se ha comido esta esquina de la casa. Ni un jabalí de tres cabezas. Ni hormigas gigantes. Ni lombrices... ¿Habrán sido, quizá, unos ángeles convertidos en ogros? “Son los traficantes de materiales radiactivos“ me dice Piotr. “Recuperan todo lo que pueden y lo revenden en los mercados locales o internacionales. El tráfico es organizado y generalizado, aquí es un secreto a voces. Extraen la esquina de una casa, y a partir de ahí ella misma va derrumbándose muy rápidamente. La demolición no es muy costosa y ellos sólo tienen que recoger los restos. No olvides que estamos en un sitio en el que no te puedes quedar mucho tiempo, y donde no se puede hacer ruido“.



TANTAS CASAS, TANTAS TRAGEDIAS. TANTOS SUEÑOS ROBADOS. TANTAS VIDAS TRANSFORMADAS EN DERROTAS.




Anna vivía en esta casa de la calle Lenin, en Chernóbil, con su marido Anatoli, cuando el reactor explotó. Se acuerda de todo, me dice. De la luz azul por la noche. Y de madrugada, de las manchas de colores fosforescentes en el suelo y en los árboles. Del asombro. Del silencio. De la aprensión. Luego del miedo. Y del vagabundeo... Era el principio de una vida de pesadilla. Se acuerda de todo, me repite. Cuando el mundo se trastornó: «Karina, nuestra primera hija, nació en 1988, dos años después de la catástrofe. Los médicos nos dijeron que era normal. Afortunadamente. Durante unos meses les creímos. Pero por desgracia las cosas se complicaron muy rápidamente. Primero cayó enfermo Anatoli. Desde que volvió de la zona donde había trabajado como liquidador, no estaba muy bien. Tenía 28 años y aparentaba 40. Le tuvieron que amputar una pierna, y ya le costaba andar con las dos, así que imagínese... Y luego murió. Fue un alivio para todos. Para él sobre todo. En mi caso, me han tenido que operar tres veces, por la tiroides, y por los ganglios. No es gran cosa. He podido ocuparme de mi hija » (...) Anna se acuerda de su deambular por los meandros corruptos de la administración ucraniana, de la lucha por las curas, por las medicinas. De su deambular por la ciudad, donde los puntos de referencia no son los del campo. De sus familias dispersas a partir de la evacuación del pueblo. Del rechazo de la gente, que los miraba y los trataba como apestados... «Karina cayó enferma el verano antes de su octavo cumpleaños. Era la leucemia. Estuvo moribunda durante 6 años. Hice todo por salvarla. Pero cuando aún no había superado un problema aparecía otro, y lo que parecía curado, surgía de nuevo « (...) Anna se pregunta cómo puede todavía seguir viva. ¿Cómo han aguantado su cuerpo y su mente a todo esto? «Karina me dio la fuerza...» Pisando hospitales y centros de cuidados, conoció a decenas de niños enfermos, a menudo niños huérfanos o abandonados, con patologías desconocidas, completamente inimaginables, increíbles, monstruosas... Entonces, y cada vez más, empezó a dedicarse a ellos. Me dice que los quiere tanto como quería a Karina. Y están tan necesitados de nosotros...


Fotoj: Magdalena Caris - Novinki -

Hospital psiquiátrico para niños

«Cuando nació, no era un bebé, sino una bolsa cerrada por todos lados, sin aberturas. Sólo los ojos estaban abiertos (...) Ni chichi, ni culete, y un solo riñón (...) Oí a los médicos hablar entre ellos, «si sale esto en la tele, ya no habrá madre que quiera dar a luz» (...) Se le implantaron unas nalgas. Y ahora le están formando una vagina (...) La hacen orinar cada media hora, apretando con las manos, para que la orina pase a través de unos pequeños agujeros en la zona de la vagina (...) Es la única niña que ha podido sobrevivir a una patología tan compleja» * . * Leer el testimonio completo en Voces de Chernóbil de Svetlana Alexievitch.

Hoy, en estas regiones, los cementerios rebosan de pequeños ataúdes blancos.


Alrededor de Minsk, en Bielorrusia, la llanura es tan inmensa que parece infinita. Campos que se pierden a la vista, bosques que nunca acaban, estanques como espejos gigantes colgados en la tierra, para que el cielo se mire allí en silencio. A una docena de kilómetros de Minsk, Novinki es una nueva versión de la Corte de los Milagros , resucitada por los efectos del progreso tecnológico. Es un hospital de medicina psiquiátrica para niños de 4 a 17 años, la mayoría abandonados desde su nacimiento por sus padres, hasta tal punto aterrorizados cuando los veían por primera vez ¿Difícil de imaginar, verdad? Aquí viven algo más de 200. Al máximo de capacidad, y sin agua ni gas en todos los pisos. Portadores de patologías y de malformaciones desconocidas para la medicina, sin curación posible. Viven tirados en el suelo o arrastrándose por tierra ¿Enfermos? ¿Pacientes?¿Conejillos de Indias? El mundo no tiene un sistema de referencias que permita imaginar a los niños de Novinki. El mundo no quiere conocerlos, ni reconocerlos, a causa, posiblemente, del mismo espanto que sus padres no pudieron soportar. Anna me cuenta la primera vez que llegó a Novinki. « Vi a un niño pequeño, muy pequeño, como un niño de pecho de 6 meses, aunque tenía 3 años. Tenía los cabellos muy negros y muy lacios, y unos grandes ojos abiertos como platos. Parecía

Fotoj: Paul Fusco –Magnum Photos – Novinki

NI MIRARLOS. NI VERLOS. Y SIN EMBARGO... estar fijo en una imagen, una escena que tal vez ya había visto, una imagen que lo mantenía desde su nacimiento en un estado de terror constante. Se calmaba sólo cuando lo tomabas en brazos. Entonces se acurrucaba, se hacía más pequeñito, y se apaciguaba ...» Anna me habla de miradas de silencio y de incomprensión en pozos de tristeza, de camisas de fuerza en las que se encierra a los niños para controlar su rabia, de sonrisas inmensas, profundas como el

corazón, de llantos inconsolables, y algunas veces de estallidos de risa, que provocaban un juego o un arrebato de ternura. Anna me cuenta el agotamiento de las enfermeras permanentes, de los equipos de cuidados, de la dedicación de los doctores, de la ausencia de medios a su disposición. Me habla de los largos meses de invierno, cuando hace mucho frío. Sobre todo en el suelo. Cielos plomizos, de viento y nieve, que sumergen a Novinki en un silencio de vidrio, que sólo rompen los gritos, y a veces, el aullido de los lobos.




CIUDAD DE PRIPYAT - UCRANIA - 50.000 HABITANTES Vida y muerte de la Ciudad de Pripyat, ciudad modelo, ciudad escaparate de la omnipotencia del Imperio de la URSS, ciudad del futuro, ciudad de sueño, ciudad de pesadilla, ciudad nuclear. (1974-1986) 56.000 personas vivían allí en 1986, con las mayores comodidades, disponiendo de infraestructuras excepcionales, y gozando de los mejores salarios de toda la URSS. La noche del 26 abril de 1986, a la 1h 23 minutos, una gigantesca explosión sacudió y despertó a la ciudad. Un resplandor azul turquesa invadió la noche, y un haz de luz ascendió más allá del cielo. El reactor N°4, a 2 km a vuelo de pájaro, no era más que un inmenso hoyo en el suelo, ardiendo. La Alerta de Incendios se puso en marcha para una situación que, sobrepasando la ficción, acababa de ponerse en marcha. ¿Cuántos imaginaban entonces que en apenas 36 horas tendrían que marcharse, irse para siempre? ¿Cuántos eran conscientes de que su vida, y la humanidad entera, iba a transformar el sueño en pesadilla, la luz en noche? De la luz a la noche.



DURANTE LA MAÑANA DEL 27 DE ABRIL DE 1986 ...

LOS MÁS PEQUEÑOS JUGABAN YA EN LOS ARENEROS

Desde aquí, desde los tejados de Pripyat, o desde sus ventanas y sus balcones, los habitantes observaban el incendio. La luz era irreal. La alerta que había sonado era la de un simple incendio. No parecía pues que hubiera peligro alguno contemplando aquel extraordinario espectáculo. En la bruma de la mañana, al amanecer, muchos niños montaron en sus bicicletas para ir a ver el incendio más de cerca. Pudieron aproximarse unos centenares de metros. Y luego fueron a la escuela. Los más pequeños jugaban ya en los areneros. A orillas del río, los pescadores se habían instalado como cada mañana. Cuando volvieron a su casa, hacia el mediodía, con sus pequeñas cestas llenas de pescado, llegaban ennegrecidos. Quemados por el átomo. La radiactividad era más de 200.000 veces superior a la radiactividad natural. Pero nadie les había advertido de eso. Durante la mañana del 27 de abril, el ejército ocupó la ciudad. Equipados con monos como de ciencia ficción, enmascarados, provistos de extraños aparatos de medición, los militares tomaron posesión del lugar. Los tanques se posicionaron en los cruces, alrededor de la central y alrededor del hospital... La tensión y la inquietud subían, todo esto ya no era muy normal. Los altavoces difundían mensajes que se pretendían tranquilizadores. Y nadie hablaba todavía de radiaciones. Entonces, a las 14 horas, cuando se anunció a la población la orden de evacuación inmediata de la ciudad, todo el mundo empezó a darse cuenta de que verdaderamente se trataba de algo mucho más grave que un simple incendio. Una treintena de horas más tarde, los habitantes de Pripyat fueron desalojados de su propia ciudad. FOREVER.



“NO ES NECESARIO GRITAR. PUEDES HABLAR NORMALMENTE. ¿VES? ¡SE HAN CARGADO INCLUSO EL SONIDO!“

Piotr no quería acompañarme al tejado del edificio más alto de la ciudad: “demasiado contaminado, y no hay ascensor“, bromeó. Me dice que no debe dejarme a solas, que si pasa algo perderá su trabajo. Busco argumentos para tranquilizarlo y convencerlo. Por fin, después de haber escuchado sus recomendaciones de extrema prudencia, y haberle jurado secreto absoluto, acepta que vaya sin él al edificio. 16 pisos que había que escalar para llegar donde estaba seguro de obtener la mejor vista de la región, y donde podría imaginar mejor esa noche del 26 abril de 1986, y la evacuación de la ciudad al día siguiente. Esos momentos en que la humanidad se trastornó. Preso de escalofríos por el vacío lleno de presencias a mi alrededor, absolutamente concentrado en el momento, subo despacio. Por momentos el dosímetro señala 100 veces más de lo normal. Está loco. Allí está el sarcófago, al alcance de la mano. A mi alrededor, en un radio de 30 km, todo el territorio está evacuado y prohibido. No hay nadie. Nadie desde hace 20 años. Nadie hasta la noche de los tiempos. SILENCIO DE DESIERTO ATÓMICO. Me acerco al borde para advertir a Piotr de que he llegado sin dificultad. Lo reconozco al pie del edificio, leyendo su Tolstói mientras fuma un cigarrillo. Le lanzo un «HOLA!» desde arriba, que resuena como si hubiera aullado cuando en realidad apenas forcé la voz. Un eco multiplicado resuena, metálico, agudo. Vuelvo a hacerlo, pero ahora gritando ¡Impresionante!... «No es necesario gritar. Puedes hablar normalmente. ¿Ves? ¡Se han cargado incluso el sonido!» , me dice Piotr riéndose. Mi guía se ríe a menudo. Me digo que está un poco loco. Como el dosímetro.

LA RESIDENCIA DE LOS DIOSES DEL ÁTOMO. Me pregunto si no soy víctima de una burbuja del tiempo ¿He aterrizado en la Residencia de los Dioses? Tengo la impresión de que los árboles crecerán y se volverán gigantes en cualquier momento, como esos que dan bellotas mágicas especialmente tratadas por el druida Panorámix, para que el bosque borre rápidamente la ocupación romana. En castellano en el original. Referencia al cómic Astérix, de Goscinny y Uderzo.



SENTÍA EL IMPULSO DE LLAMAR AL TIMBRE. ME PARECÍA MUY INAPROPIADO ENTRAR SIN PERMISO.

Sólo unos cuantos días después de la evacuación, comenzó el saqueo de la ciudad. 20 años después, los buitres del átomo han dejado pocas cosas. Todo ha sido robado, reciclado, vendido y revendido, atiborrado de radio-nucleidos. Me paraba en algún piso, y entraba en apartamentos al azar. Escogía los que tenían la puerta cerrada. Sentía el impulso de llamar al timbre. Me parecía muy inapropiado entrar sin permiso.

Pienso en esa historia de un tipo que había comprado un sombrero en un mercado en Kiev, y que enseguida empezó a sufrir cefaleas cuyo origen no comprendían ni él ni los doctores. Y que murió, algunos meses después, de un cáncer fulgurante. En el cerebro.



En el 7º piso encuentro árboles y helechos que crecen en el mismo suelo, sobre el cemento, en lo que fue una habitación de hotel... Ya no hay ventanas, pero los radiadores aún están allí, posiblemente porque son demasiado pesados, o porque hacen sonar demasiado el dosímetro. Vaya usted a saber.



Pude imaginar, en cinemascope, el bombardeo masivo de la ciudad y de la región, hasta donde llega la vista, por los radio-nucleidos enloquecidos. Invisibles y silenciosos, convertidos en misiles, bombas de racimo, minas anti-persona, lanzallamas y carros de combate, artefactos pasa-murallas diabólicos de una guerra de nuevo género, que no encontraron ninguna resistencia, ni por parte de la naturaleza ni por parte de la población. Transportada por el viento, y precipitada a tierra por la lluvia, esta armada atacó solapadamente territorios y pueblos, que no notaron su presencia, ni la vieron llegar. Envenenó y mató a miles y miles de personas. Los niños son los más vulnerables a las radiaciones. Los ataques de estos ejércitos invisibles no son dolorosos: al principio, es como si nada pasara, lo que hace muy difícil la toma de conciencia de la amplitud del desastre y sus daños. Hará falta que pase algún tiempo para que la gente se dé cuenta, y que empiecen los sufrimientos. En los días que siguieron a la explosión del reactor, la armada del apocalipsis nuclear conquistó territorios inmensos del Imperio, y estableció las bases para la ocupación perpetua en numerosos países, lejos, muy lejos del frente * . * Noruega, Laponia, Francia, Italia, África del Norte, etc... Ver Atlas CRIIRAD (Commission de Recherche et d’Information Indépendantes sur la Radioactivité: Comisión para la Investigación y la Información Independientes sobre la Radiactividad). Obra de referencia sobre la medición de contaminaciones tras la catástrofe de Chernóbil.




Piotr me habla de este no man’s land atómico, grandes círculos concéntricos de 30 y 100 km de radio alrededor del sarcófago. Más allá de estas zonas, muchas tierras, koljoses y pueblos son evacuados y prohibidos, en total un territorio tan grande como el Líbano. Un chollo para ladrones y traficantes de todo tipo. Los primeros saqueadores, desde los días que siguieron a la evacuación, llegaron para buscar los objetos valiosos abandonados tras la debacle. Todo lo que podía ser vendido rápidamente y al mejor precio se encontró enseguida en los pequeños mercados: los objetos personales fácilmente transportables, las vajillas, las herramientas, pequeños trastos, los juguetes de los niños, la ropa...

Cinemateca de Pripyat - Centro Cultural

Cuando sabes que los juguetes de peluche tienen la particularidad de retener especialmente los radionucleidos «pienso en todos esos niños que se durmieron sonrientes con sus ositos, en su pijama radiactivo procedente de las zonas evacuadas. Es innoble» dice Piotr. En el curso de meses y años, favorecidos por la estructura mafiosa de la URSS, el pillaje y el tráfico se instalaron de manera sistemática. Los elementos más voluminosos y más pesados, los colchones, muebles, frigoríficos, cocinas, radiadores, etc. fueron extraídos de las zonas de muerte, para ser liquidados en mercados más o menos lejanos del Imperio. Luego todo, todo lo que podía servir, ventanas, puertas, cristales, ladrillos, cañerías... todo se lo llevaron. Todo desapareció. Todo se volvió invisible. A algunos kilómetros de Pripyat, en el cementerio de máquinas militares de Razhoka, se acumula el mayor stock de acero contaminado del planeta. Un tesoro inmenso estimado en ocho millones de toneladas de acero radiactivo: carros, camiones, vehículos, helicópteros, ambulancias, autobuses... Hoy el 80% de ese tesoro, es decir 6 millones de toneladas, ha desaparecido. E incansablemente, la mafia del acero radiactivo continúa su obra asesina, al amparo del vacío y del silencio de los territorios prohibidos.


Clase de música Centro Cultural Pripyat

En los días y semanas que seguirán, en toda la región, miles de pueblos serán evacuados en las mismas condiciones. 130.000 personas serán arrancadas para siempre de sus casas, sus tierras, su historia y su tiempo. Serán exiliadas en cualquier sitio, lejos. Nadie querrá acogerlos, todo el mundo les tiene miedo. Son los irradiados, los «chernobilianos», gente que viene del país del diablo. Refugiados inaceptables. Debieron hacer frente muy rápido a las primeras enfermedades traídas del frente, encontrar las medicinas, afrontar las operaciones quirúrgicas, pelear sin tregua para darse a conocer a las autoridades como siniestrados, sin trabajo, sin dinero, rechazados por todo el mundo... Se crearon algunos planes de realojamiento, asentamientos en el campo, torres de hormigón en las ciudades, incluso nuevas ciudades. Así fueron reagrupados. Como habitantes de gueto. Después las autoridades los olvidaron. Dejaron de existir. Como si nada grave hubiera pasado en Chernóbil. El mecanismo de la ignorancia programada, de la negación del desastre, de la liquidación de la misma memoria, estaba en marcha.

Auditorium Centro Cultural Pripyat

En la historia del ser humano, Pripyat es la primera ciudad de importancia entregada al enemigo y totalmente evacuada en pocas horas. En esta guerra de un nuevo género donde el enemigo es invisible y las armas silenciosas, el ser humano no tiene refugio en ninguna parte. Le queda sólo una huida. La debacle. La derrota. La sinrazón.



En la mañana del 26 de abril de 1986, la escuela estaba abierta, y los alumnos trabajando. Estaban recibiendo sin dolor, repito, miles de veces la dosis de radiación admitida. 10 veces sería ya demasiado para un niño. Entonces...

MEJOR NO ADVERTIRLES. La principal preocupación de las autoridades era evitar el pánico. Y lo consiguieron, cometiendo de paso el primer crimen en masa relacionado con el uso civil de la energía nuclear. Hoy será la penúltima mañana de vida de esta escuela, antes del anuncio de la evacuación de la ciudad. No es un ejercicio. Es el estado de emergencia. Despiadado. Inhumano. Y al día siguiente, los niños no irán a la inauguración del Parque de Atracciones que la Ciudad había construido para ellos. Debía haber sido inaugurado el 27 de abril. Debía haber sido un día de fiesta. La suerte, el azar o las brujas lo decidieron de otro modo.




RIPYAT. PARQUE DE ATRACCIONE

Azar del calendario: el 27 de abril de 1986 debía ser el día de la inauguración del Parque de Atracciones de Pripyat. Los niños esperaban ese día desde hacía tiempo. La víspera del accidente, cuando se fueron a dormir, la gran noria giraba en sus sueños, y ya se perseguían en los coches de choque... Ninguno de ellos se imaginaba que, mientras dormían, los brujos del átomo iban a romper sus sueños. En medio de la noche, les despertó la enorme explosión. Esos niños iban a aprender que se puede pasar muy rápidamente del sueño a la pesadilla, de la tranquilidad al pavor. Les acababan de confiscar su tiempo y sus sueños. El 27 de abril, a las 14 horas, en una carrera loca que acababa de comenzar, fueron introducidos en autobuses, y ni siquiera les permitieron llevar consigo sus mascotas o sus juguetes, ni los deberes de la escuela. Nada. Madres desconsoladas intentaban detener la salida de los autobuses agarrándose a ellos. Los soldados tuvieron que separarlas a la fuerza. Y cuando el autobús tomó velocidad, ellas corrían tras él, los brazos al cielo. El aire era de metal.



Feliz como trucha remontando el torrente Feliz el corazón del mundo Sobre su surtidor de sangre Poema de Jacques Prévert, «Parque de atracciones» en Palabras Traducción de Federico Gorbea, Editorial Lumen, Barcelona, 1980, pp.189-190 (original: «Fête Foraine» en Paroles)

Feliz el organillo Aullando en la polvareda Con su voz de limón Un popular estribillo Sin rima ni sentido Felices los enamorados En las montañas rusas Feliz la pelirroja En su caballo blanco Feliz el muchacho moreno Que la espera sonriendo Feliz ese hombre de luto Parado en su barquilla Feliz la señora gorda Con su cometa Feliz el viejo idiota Que rompe la vajilla Feliz en su cochecito Un niño pequeñito Desgraciados los reclutas Que en la caseta de tiro Apuntan al corazón del mundo Apuntan a su propio corazón Apuntan al corazón del mundo Riendo a carcajadas.




JULIO DE 2005 - SCHOOL 1 - PRIPYAT

FIRST BUILDING TO COLLAPSE El edificio del instituto School #1 es el primero que se derrumbó en Pripyat. Se partió en dos, él solo, casi 20 años después de la evacuación. Una señal del futuro próximo de la ciudad. “No me gusta la arquitectura de las ciudades nuevas... no dejarán bellas ruinas“ me había dicho un día Jacques Prévert.



AQUÍ NO HAY PAUSA POSIBLE.

No debemos quedarnos mucho tiempo donde estamos, y no hay otra elección que la de seguir el camino hacia otros lugares donde el ser humano ya no tiene derecho a vivir. Piotr me dice que tenemos tiempo de pasar por el estadio y por el jardín de infancia antes de que el sol se esconda. De camino me cuenta las misiones de exterminio de los animales domésticos que siguieron a la evacuación de los territorios. Imagina la línea de frente de un ejército de escafandras blancas acosando a gatos, perros, animales de corral, y enterrándolos en fosas comunes de residuos radiactivos. Me habla de las mutaciones de la flora y la fauna. De cigüeñas que jamás volvieron, y de pinos que, allá donde murieron, jamás brotaron. “El plan de desinformación quería hacernos creer que la naturaleza es más prolífica y más saludable desde que el reactor estalló. Que el átomo es la solución a la desertificación. ¡Qué farsa!“ Encendiendo su 15º cigarrillo del día me dice: “Aquí, en estas regiones, ves cosas que otros todavía no han visto, pero a las que deberán enfrentarse pronto. Estás en el corazón de la trampa atómica. Ojalá tus imágenes puedan hacer entender a los que las vean que muy rápidamente van a tener que desaprender de llorar“.



PIRÁMIDES IMPROBABLES

Es el estadio de Pripyat. Versión atómica de Angkor, de Palenque o Chichen Itza. Pero ésta es una selva sin humedad, los olores no huelen, y los pájaros dejaron de cantar. Aquí, como allí, los lugares están marcados por una ausencia súbita. Por un abandono obligado. Por un éxodo forzado. Allí las construcciones eran de piedra y las divinidades veneradas. Aquí son de arena, de cemento y de hierro. Y el hombre quiso ocupar el sitio de los Dioses. Allí rendían homenaje, aquí lanzaron un desafío. Allí vestigios milenarios de una civilización desaparecida, aquí los rastros recientes de una humanidad en decadencia. Chernóbil ha roto también la frontera entre lo real y lo irreal. La ruptura es genética, psicogenética. Es un desgarro de las creencias y una revocación de todos los esquemas filosóficos.

«Así nos alegraremos al ver rastros humanos, pero no a ningún hombre: solamente rastros». Svetlana Alexievitch, La Supplication , p 53.

Estadio – Pripyat

MONUMENTOS ENGULLIDOS




La última noche en el Hospital de Pripyat debió ser muy muy agitada.

Hospital de Pripyat

ZAFARRANCHO DE COMBATE. Fue allí dónde, por la noche, llegaron los primeros heridos, luego de madrugada los bomberos irremediablemente quemados, y más tarde los pescadores. Y luego, en el transcurso de las horas, cada vez más gente afectada por fuertes náuseas, que acompañaban a niños sangrando por la nariz, que se quejaban de dolores de cabeza, que vomitaban por todas partes...



IMPOSIBLE ACOGER A TODA ESA GENTE

Todos los médicos, enfermeras y personal sanitario de la ciudad fueron movilizados esa noche. Serán los primeros en darse cuenta del alcance del desastre. Completamente desbordados. Imposible atender a esa cantidad de gente. Las medicinas también se habían convertido en residuos atómicos peligrosos. El material médico se estropeó. Cuántas escenas increíbles se produjeron aquí en las últimas 30 horas de la Ciudad de Pripyat. Por una parte, aquello parecía ser sólo un incendio, por otra, parecía que el tiempo se acababa.

Hospital de Pripyat - Piso reservado a los niños

La radiactividad que acumularon en sus cuerpos Vassia Chichenoke y Titenok, -- los 2 primeros bomberos que pasaron 7 horas sobre lo que quedaba del reactor explotado -- era tan fuerte, que las paredes de sus cuartos saturaban los dosímetros. Y lo mismo en el caso de los pescadores. Su tasa de radiactividad, sencillamente, ya no era mensurable. Jamás se había visto esto. Urgencia para los pacientes que entraban. Pero, cosa más rara, urgencias también para los que salían.


LAS RADIOS UCRANIANAS DIFUNDÍAN CHISTES. El tercero dice: Plantemos tabaco, así se podrá marcar sobre el paquete “EL MINISTERIO DE LA SALUD ADVIERTE POR ÚLTIMA VEZ...“ (Un chiste)

Las consecuencias de la catástrofe de Chernóbil sobre el cerebro y sobre el metabolismo de los niños fueron nefastas. Las radiaciones provocaron confusiones inquietantes ... ¿Sabes cómo cuentan los niños ahora hasta 33?... .............................................................. Con los dedos de sus manos. (Otro chiste)

Piscina olímpica - Pripyat

Y para distender el ambiente

Olimpika naĝejo – Pripjatj

Escaño de la Verkhovna Rada (Rada Suprema o Consejo Supremo Ucraniano, el Parlamento). En el orden del día, las discusiones en torno a las posibilidades agrícolas de las tierras cercanas a la zona de Chernóbil. Cuando un diputado propone cultivar allí patatas, todos parecen indignados: ¡no, eso no es posible! Otro propone cultivar manzanas, y tampoco eso es admitido.



TODOS HUYERON. Los secretarios generales, los presidentes, sus adjuntos, los médicos, todos los responsables, todos los dirigentes, todas las “autoridades“ huyeron. Dejaron allí a la población, como conejillos de Indias, como ratas. Y se fueron con la caja, por supuesto. Otros les reemplazaron, se llenaron los bolsillos y se fueron.

“Los expertos, que pasaban a vernos de uvas a peras, como gente lista que era, traían su propia comida, nos miraban, nos trataban como apestados, y se iban de

Escuela primaria - Pripyat

nuevo rápidamente. Somos animales de laboratorio. ¿Irnos? ¿ Pero para ir adónde?

Debemos reventar aquí. La gente de arriba lo decidió así“


JardĂ­n de infantes - Pripyat


Todo lo que había leído y visto sobre la catástrofe durante los 2 años de preparación de mi viaje a las zonas atómicas, sobre su gestión y sus consecuencias, resurgía de modo muy distinto en este lugar de recogimiento. He conocido a muchos de los actores de esta tragedia (periodistas, fotógrafos, testigos, universitarios, cineastas, escritores, filósofos, científicos, miembros de asociaciones y ONG, liquidadores, víctimas...) que trabajan para desvelar su realidad, para denunciar sus consecuencias, para romper el silencio que los criminales, los bárbaros, los psicópatas dementes del lobby del átomo y los gobernantes, impusieron al día siguiente de la explosión. Muchos están todavía vivos e incluso en cargos de responsabilidad, ya fueran soviéticos o formen parte del OIEA (Organismo Internacional de la Energía Atómica) y de las agencias cómplices de la ONU, como la OMS, amordazada por su acuerdo con el OIEA, cuyo principal objetivo estatutario es “la aceleración y el crecimiento de la contribución de la energía atómica para la paz, la salud y la prosperidad en el mundo entero“.

Malditos sean todos los que participaron para silenciar a los que intentaban salvar vidas, y lo que es peor, para impedírselo. Que sean también castigados, y con ellos todos los que pensaron, organizaron y desarrollaron la ignorancia planificada, y que siguen decidiendo cada día, pese a ser tan pocos, la suerte de millones de personas. El término «Crimen contra la Humanidad» nunca tuvo tanto sentido. Es necesario reabrir para ellos un nuevo NUREMBERG.

Muzeo pri Ĉernobilo / Kievo

Museo de Chernóbil, Kiev

Son los mismos cuya primera decisión fue clasificar inmediatamente Chernóbil como expediente «ULTRASECRETO». Después de eliminar y de impedir la difusión de imágenes, de dispersar a los actores y los testigos del desastre, de liquidar a los liquidadores, de sacrificar millones de vidas, de organizar la desinformación para hacerle creer al mundo que Chernóbil no era una catástrofe, sino tan sólo un accidente. ¡Todo el desprecio del mundo sobre todos estos mentirosos cínicos y siniestros, como nuestro abyecto Pellerin (que no duerma en paz !), expuesto en primera línea mediática para hacer creer a los franceses que la nube radiactiva que venía de Chernóbil se había detenido en nuestras fronteras!



En el apartamento de Lioussia Chichenok (la esposa del primer bombero que subió sobre el tejado del reactor explotado), la pequeña capilla que ella conserva en memoria del bombero Chichenok, muerto por el fuego atómico junto a Vachtchouk, Kibenok, Titenok, Pravik y Tichitchoura, todos ellos de guardia aquella noche. Todos condecorados post-mortem con la medalla al Héroe de la URSS.

«Sin embargo, desde el punto de vista de la salud mental, la solución más satisfactoria para el futuro de los usos pacíficos de la energía atómica sería ver crecer una nueva generación que hubiera aprendido a adaptarse a la ignorancia y a la incertidumbre y que, por citar a Joseph Addison, el poeta inglés del siglo XVIII, «supiera cabalgar dentro del huracán y dirigir la tempestad». Informes técnicos, nº 151, OMS Ginebra, 1958, p. 45

(...) Desde el principio de la era nuclear: “ 32 millones de personas víctimas de la guerra nuclear industrial. Cifra prudente.“ (...) Rosalie Bertell



AUTORIZACIONES: FATRAS / Jacques Prévert / Editions GALLIMARD / Magnum Photos

FUENTES Svetlana Alexievitch Wladimir Tcherkoff Vassily Nesterenko Grigori Medvedev Youri Bandajevski Bella et Roger Belbéoch Michel Fernex Rosalie Bertell Jean-Pierre Dupuy Guillaume Herbaut Magdalena Caris Paul Fusko Adi Roche Danielle Mitterrand Igor Kostine Robert Polidori Lioussia Chichenok Tania Kibenok Criirad Acro Sortir du Nucléaire Greenpeace Université de Caen Kiev-Mohyla-Académie Musée de Tchernobyl - Kiev ARTE / A2 / FR3 Wikipedia Jean-Philippe Desbordes Peter Watkins

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES Olivier Azam Laure Guillot Boris Perrin Pascal Boucher Jean-Pierre Dupuy Claude Nori Patrick Chapuis Roland Desbordes Youri Bandajevski Dominique Charles Jean-Claude Zylberstein Stéphanie Loïk Aurore James Piotr, mi guía


FIN

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Photo: Alain-Gilles Bastide

Yuri Bandazhevski - 05/09/2005 - Minsk

Conocí a Yuri Bandazhevski en su casa en Minsk. Había abandonado la prisión hacía algunas semanas. Se encontraba en arresto domiciliario. Yuri B será la primera persona que verá la foto «La muñeca atómica» que acabo de realizar unos días atrás en Pripyat. Se emociona. Hablamos de todo y de nada. La estudiante que me acompaña como traductora está igualmente impresionada. Le hago algunos retratos a Yuri B. Me muestra el stock secreto de ratas de laboratorio que tiene en su balcón. Está muy impaciente por retomar sus investigaciones. Al marcharme le digo que sería un gran placer para mí si me enviara una carta, un artículo, una colaboración para mi proyecto «Tchernobyl Forever» . Lo recibí 3 semanas más tarde Ver: http://tchernobyl.verites.free.fr/

Estimado Alain-Gilles, Para la humanidad, Chernobil es una herida aún sin cicatrizar, aunque hayan pasado 20 años. Y que no cicatrizará durante mucho tiempo. Es un recordatorio constante del peligro de la energía atómica para todo lo que está vivo sobre la Tierra. ¿Por qué Chernobil es peligroso para la humanidad, todavía hoy? Primero, a causa de la importancia de su influencia sobre todo lo que está vivo en el epicentro de la catástrofe. (...) 104.000 km² de la superficie de Bielorrusia, de Ucrania y de Rusia con una densidad de contaminación radiactiva extremadamente peligrosa. Más de 3,8 millones de personas residían en esos territorios en el momento del accidente. Un número inmenso de gente, que se encontraba lejos del lugar de la explosión del reactor N°4 de la central nuclear en 1986, fueron víctimas de la influencia horrorosa de la energía atómica, aún habiendo tierra de por medio. En segundo lugar, a causa de la especificidad negativa de la influencia sobre el organismo de las personas. Un gran número de sustancias radiactivas ha sido expulsado en la biosfera..., con diferentes períodos de desintegración, desde los de corta duración, como el yodo, cuyo período de vida media es de 8 días, hasta los de más larga duración como el plutonio, cuyo período de vida media es 24.390 años. Sin embargo, el elemento radiactivo que predomina por su cantidad es el cesio 137, cuya vida media es de 30 años. Todos esos elementos radiactivos, no sólo en los primeros días de la catástrofe, sino también desde hace 20 años, penetran en el organismo del ser humano, sea directamente, sea por la radiación producida al desintegrarse. Y ejercen por supuesto una acción nefasta sobre los órganos vitales. En los primeros meses después del accidente, fueron los liquidadores quienes estuvieron sometidos a la radiación más grande, principalmente a causa de la radiactividad externa. Muchos de ellos estuvieron gravemente enfermos, y algunos, poco tiempo después, murieron del síndrome de irradiación aguda o enfermedad de los rayos.


La población que vive en los territorios afectados por la catástrofe de Chernobil está expuesta a una influencia radiactiva permanente, al consumir productos alimenticios contaminados. Este es el peligro principal de la catástrofe de Chernobil. En el período postchernobiliano ha habido un aumento muy grande del número de las enfermedades de corazón, del sistema endocrino y de otros sistemas, una enorme cantidad de niños con afecciones innatas del desarrollo. El crecimiento del número de tumores malignos ha alcanzado un nivel extremadamente peligroso. En tercer lugar, Chernóbil es peligroso por el hecho de que no provocó una fuerte reacción de la población, como sí se ha producido en otras de tragedias semejantes. La gente aceptó Chernobil, están expuestos a su influencia terrible, pero no exigen ninguna medida de seguridad, sobre todo pensando en sus niños y bebés. (...) Chernobil paralizó la voluntad de la gente. El poder creó una tal representación de la desolación, que se pudiera creer en la resolución del problema. (...) Incluso hoy en día, Chernóbil no rebela a la gente. En lo sucesivo, intimidados por el poder de turno, parecen aceptar la muerte por las enfermedades provocadas por la radiactividad. Y aunque algunas llamadas se hacen oír en la sociedad para la protección de las víctimas de los efectos de la radiactividad, se les hace callar, para no poner en peligro las mentiras de los Estados. (...) El deber del médico y del profesional de la salud consiste en defender la vida y la salud del ser humano. Esta defensa se ejerce, no sólo por el hecho de auxiliar, sino también estudiando la influencia de los diferentes factores del medio ambiente sobre la población humana, y extrayendo las enseñanzas para protegerlo y cuidarlo mejor. (...)

Profesor Yuri Bandazhevski - Minsk – Oct. 2005


Foto: Patrick Chapuis - 2012

Alain-Gilles Bastide - 1950 Fotógrafo-autor, periodista independiente, grafista, realizador.

(...) La «FOTOPOESÍA» - actividad poli-

por Paris-Match y la prensa mundial, lo

mórfica que provoca la asociación de for-

que le consagra, a su pesar, como “gran

mas y prácticas, a priori heterogéneas, es

reportero“.

el motor de su trabajo desde sus inicios (1968). Rechaza la definición de fotó-

Los trabajos se multiplican y expone

grafo, prefiere llamarse «imaginero». Se

en París, Amsterdam, Lima, Colonia,

dedica a desmitificar al «FOTÓGRAFO»

Tokio...

versión Blow-up, servidor complaciente

es expuesto en París durante el Mes de

de la sociedad del espectáculo, y decide

la Fotografía (Catálogo 82) y la revista

trabajar únicamente con las herramientas

ZOOM se hace largo eco de ello. El Mu-

del hombre corriente.

seo de Arte Moderno de París adquiere

«SANGUINE-BLOODSTONE»

una primera fotografía. En los años 80, Desde principios de los años 70, participó

su obra es distribuida por las agencias

en numerosos festivales y encuentros

Gamma en París, Black Star en Nueva

fotográficos. Con su primer gran repor-

York y Pacific Press Service (Magnum)

taje (AMOCO-CADIZ - 1978), «La marée

en Tokio. (...)

était en noir» («La marea iba de negro»), firmará publicaciones importantes en

En 2006, el Museo de Arte Contemporá-

Photocinéma

Photographie

neo de Barcelona (CCCB) adquiere el

Japón / Boletín de la UNESCO / etc... Y a

Memorial que realizó para las 700 ciu-

partir de ahí, en México, su segundo tra-

dades enterradas tras la catástrofe de

bajo, «IXTOC-ONE» planteado como «El

Chernóbil. Esta obra abrirá la exposición

sueño azul de Esteban», que será objeto

europea “Érase una vez Chernóbil“ reali-

de exposiciones en París y en provincias.

zada en el CCCB por el 20 aniversario de

La crítica habla de “un libro que hace

la catástrofe. (...)

/

Pentax

arder las plataformas“ (ZOOM) y sus imágenes son retomadas y publicadas

Jean-Pierre Dupuy


• El texto de Alain-Gilles Bastide “Chernóbil Forever“. Cuaderno de viaje al infierno está también traducido al: alemán, japonés, inglés, italiano, noruego, esperanto y MAYA. • Adaptado al teatro por Stéphanie Loïk, Teatro del Labrador para la Escena Nacional de Martinica, dirigido por Hassane Kassi Kouyaté. Marzo de 2016.

* Jean-Pierre Dupuy Consejero Técnico y Pedagógico de Educación Popular de teatro, Ministerio de la Juventud y Deporte. Hombre de teatro: comediante / director. La fotografía y las artes plásticas recogen lo esencial de sus preocupaciones, así como la experimentación de nuevas formas de gestión y expresión de las relaciones sociales.

• Distribuido por «Les Mutins de Pangée»

www.lesmutins.org


A propósito de

CHERNÓBIL FOREVER ...

En el año 2000, de vuelta a Francia tras 20 años vividos en América Latina, emprendí una trilogía fotográfica bajo el título «Rastros». Vivía entonces entre París y La Habana. Tenía en ese momento muy vivos los rastros del presente, así como los del pasado. París, el presente, el tiempo de la modernidad en marcha, el hormigón y el asfalto, los códigos gráficos del orden en blanco y negro... La Habana, los colores del pasado, el tiempo suspendido, el del retorno a la arena en la anarquía de las ruinas... Y fue preguntándome dónde podría hallar los rastros del futuro como pensé en Chernóbil. Imaginé el tiempo confiscado, robado, el vacío repentino, el abandono, la tierra envenenada... Leí “La supplication. Tchernobyl chroniques aprés l’apocalypse“, de Svetlana Alexievitch, y me di cuenta de que allí encontraría esos rastros del futuro. Preparé mi viaje durante 2 años, leí y vi mucho de lo que había sido publicado sobre el tema; conocí a gente que trabajaba sobre el tema de Chernóbil, sobre su historia y consecuencias. En 2004, la primera misión de una ONG que debió haberme llevado a la región fue cancelada en el último momento. En 2005 fui el encargado de un programa de la Universidad de Caen en la especialidad de imagen para la “Primera Universidad de Chernóbil” en Kiev. Propuse a los estudiantes (franceses, ucranianos, rusos y bielorrusos) trabajar sobre el tema de la memoria y lo invisible. Y el taller «Chernóbil forever» fue así finalmente posible. La Universidad terminó, y yo quedé solo sobre el terreno. Busqué y encontré la muñeca abandonada que una profesora parisina había visto durante una misión de la universidad, diez años antes, en las ruinas de Pripyat. Encontré absolutamente por azar, en la región de Slavgorod , el paisaje que había visto en pesadillas para realizar un Homenaje

en recuerdo de los pueblos enterrados. Y luego conocí a personas que me contaron su historia y su vida cotidiana, antes y después del desastre, y realicé cientos de fotografías de sombras y del abandono forzado. De vuelta a París «monté» una serie de 20 imágenes para el tercer capítulo de mi trilogía «Rastros». Obsequié a la CRIIRAD (Comisión de Investigación y de Información Independientes sobre la Radiactividad) con la foto de «La muñeca atómica», para que editaran una tarjeta postal y así contribuir a recaudar fondos para el proyecto de laboratorio CRIIRAD-Bandajewski en Minsk. En 2006, el CCCB (Centre de Cultura Contemporània de Barcelona), que organizó la exposición europea para el vigésimo aniversario de la catástrofe «Érase una vez ... Chernóbil», adquirió el «Kolkoze Kuybicheva», mi Homenaje en recuerdo de los 700 pueblos enterrados en Ucrania, Bielorrusia y Rusia. A partir de ahí, mediante exposiciones en congresos o en publicaciones, informativas y solidarias, Chernóbil forever ha ido haciendo su camino. Y me dije a mí mismo que un día, tal vez, si encontrara las palabras, haría un diario de este viaje con los cientos de imágenes que yacían latentes en mi memoria, y en la del ordenador. No fue sino hasta 2012 - siete años después de mi estancia en “la zona“, cuando una historia relativa a la confiscación de un niño me mantuvo encerrado en un frío invierno -, que comencé a escribir, y a desarrollar la maqueta del Cuaderno de viaje, mientras escuchaba “Mister Tambourine Man“. En 2013, apenas terminado el ejemplar «0», recibí la propuesta de un editor parisino. Le expliqué que una publicación sólo tenía sentido si el libro podía generar recursos dirigidos a los niños de allí, de esa tierra maldita en que habían servido como conejillos de

* Slavgorod, sudeste de Bielorrusia. Concentración de ciudades enterradas. * Ver el libro de Guillaume Herbaut La Zona. * «Mister Tambourin Man» Bob Dylan The Royal Album - 1966 / * En 2015 C


indias. Y en ningún caso debía concebirse como la edición de un «álbum» de fotografías. Y Chernóbil forever se convirtió en el concepto de una campaña de crowdfunding: «Un libro-dvd para una operación humanitaria». 414 suscriptores han hecho posible el éxito y la publicación del trabajo colectivo Chernóbil forever. Los autores reunidos en torno al proyecto, Jean-Pierre Dupuy / Wladimir Tchertkoff / Emanuela Andreoli / Michel Fernex / Jean Gaumy / Jacques Prévert / Patricia Jean-Drouart y yo mismo, hemos cedido los derechos de autor a favor de los niños de Bielorrusia enfermos a causa de las radiaciones. En 2014, el texto del cuaderno de viaje Chernóbil forever tuvo la inmensa suerte de conocer a Stephanie Loïk , quien se propuso hacer la adaptación teatral del mismo. En 2016, Chernóbil forever ha sido producido por el Teatro Nacional de La Martinica y el Théatre du Labrador. Y también en 2016, Chernóbil forever aparecerá en las librerías, en francés y también disponible en varios idiomas en formato electrónico. Doy las gracias de nuevo a todos los que han hecho posible este trabajo y que participan de la difusión del mismo. Los de ayer, los de hoy y por supuesto los de mañana. Mis derechos de autor seguirán siendo mi modesta contribución para generar recursos a favor de los damnificados en las áreas contaminadas de Chernóbil ... de Fukushima ... y mañana de cualquier otro lugar que, a este respecto, no lo dudemos, no queda demasiado lejos. Las imágenes y las palabras de este libro son para ellos. Alain-Gilles Bastide. Paris, Octubre 2015.

Chernóbil Forever ha sido adaptado al teatro por Stéphanie Loïk.


CHERNÓBIL FOREVER

CUADERNO DE UN VIAJE AL INFIERNO La historia de Chernóbil desde la explosión del reactor nuclear el 26 de abril de 1986 hasta nuestros días, como nunca había sido contada.

Aquí nos hallamos ante la realidad, los testimonios, relatados como un sencillo y humilde diario, narrado desde una perspectiva muy humana, tanto en el sentido personal como de la Humanidad. Todo lo que se cuenta en este libro es verdadero. Verdades ocultas, disimuladas cuando no prohibidas, o verdades que no queremos ver. Hoy, transcurridos 30 años desde el desastre, un autor foto-periodista nos cuenta Chernóbil como jamás habríamos podido imaginar. Y no es tan sólo ficción. Es Chernóbil, y lo será Forever. Nota del editor

(...) Acabamos de penetrar en el corazón de la zona de guerra. Una guerra de un género jamás visto, donde es imposible ponerse a cubierto de las balas invisibles de un enemigo invisible. Ningún refugio: ni en tierra, ni en el agua, ni en el aire.

(...) En la mañana del 26 de abril de 1986 la escuela estaba abierta, y los alumnos trabajando. Estaban recibiendo sin dolor, repito, miles de veces la dosis de radiación admitida. 10 veces sería ya demasiado para un niño. Entonces... Mejor no advertirles...

(...) Mi colega Legassov y yo sobrevolamos el reactor en helicóptero y mi primera reacción fue la siguiente: «Si como Nesterenko, 27 de abril de 1986 dicen los creyentes el Infierno existe, puedo decir que está ahí, bajo mis ojos» (...) Chernóbil ha roto también la frontera entre lo real y lo irreal. La ruptura es genética, psico-genética. Es un desgarro de las creencias y una revocación de todos los esquemas filosóficos.

(...) La vieja experiencia del ser humano, su cultura y su filosofía, su sistema de representación, todos sus sentidos quedaron al descubierto con Chernóbil. Las consecuencias moleculares, físicas y psíquicas de la explosión derivaron a la humanidad hacia otro mundo.

Extractos de Chernóbil Forever. Texto y fotografías: Alain-Gilles Bastide

Traducción al español: Vicent Ballester Garcia / Corrección y revisión: Carmen Sala Trigueros

Edición a cargo del autor, Alain-Gilles Bastide. Gestión/Administración: Asociación Photopraphisme-Photomorfisme. Paris 2015

Derechos reservados para todos los países.


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