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la mirada

El hombre nórdico:

un mito imperfecto ANÁLISIS

Admirado en el extranjero por su igualitarismo, el varón escandinavo esconde en realidad un lado oscuro. Por ejemplo, Dinamarca es líder en abusos sexuales y Noruega arrincona a las mujeres en el sector público. ¿El fin de una leyenda? TE X TO

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! ÁLE X VICENTE

ILUSTR ACIÓN

or las calles de Friedriksberg, barrio residencial predilecto de las clases acomodadas y las familias jóvenes en Copenhague, abunda una subespecie masculina que en otras latitudes podría parecer una auténtica rara avis. Se detecta a estos seres de genética privilegiada y armario de excepción preparando la cena en diáfanos comedores o acercando a sus hijos a la entrada del colegio público a primera hora de la mañana. Luego pasarán a recogerlos al salir del trabajo, cuando se les pierde de vista alejándose por arboladas avenidas con sus retoños perfectamente colocados en la sillita de su bicicleta de paseo. La estampa puede parecer idílica. Esos hombres podrían ser la encarnación perfecta de lo que, hace tres décadas, los estudios de género definieron como nueva masculinidad, favorable a un igualitarismo simétrico y alejada de los patrones de antaño. Pero la estadística describe a un prototipo bastante distinto. Por ejemplo, sorprende descubrir que Dinamarca encabeza la lista de países europeos con más casos de agresiones sexuales. Según un estudio de la Agencia de los Derechos Fundamentales, el 52% de las mujeres danesas ha sido víctima de ataques $sicos y hasta un 80% ha padecido aco-

! ERNESTO ARTILLO

so sexual. El país se sitúa cada año en la lista de lugares con menor desigualdad de género, pero algo sigue oliendo mal en Dinamarca. Según otro estudio de 2012, tiene otra asignatura pendiente: se sitúa a la cola en cuanto a presencia de mujeres en altos cargos (solo un 7% en las sociedades participadas en bolsa). Y aún hay más: de las 52 semanas de baja parental de las que dispone toda pareja al tener un bebé (que la ley permite repartir a partes iguales), los hombres daneses solo se sirven de un 9% del total. «Nada más lejos de la realidad», sostiene Michael Booth, periodista para The Guardian y Monocle, que lleva 14 años viviendo entre Londres y Copenhague, donde nació su esposa. «Están mejor que en otros lugares, pero la igualdad no es una realidad. Encima, la situación no contenta a todo el mundo. Muchas mujeres escandinavas admiten que les gustaría algo más de galantería y tradicionalismo en los roles de género», explica. Un día, Booth se cansó de leer elogios manidos sobre los países nórdicos y decidió escribir un libro, titulado The Almost Nearly Perfect People (El pueblo prácticamente perfecto), donde se enfrenta a esos estereotipos exageradamente positivos sobre cuestiones como la democracia y la ecosostenibilidad, pero

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SMODA & 21


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