Juntos

JUNTOS Inspirada en Junkolal escrita por Paola P. Jimenez G.

Biblioteca de Historias

Mirar por la ventana ya era parte de su rutina, los colores del lago le transmitían esa energía que muchas veces sentía que le faltaba.

Estaba agotado y había dormido muy poco, llegó tarde a casa y discutió con su padre, no comprendía lo que le pasaba, sabía que su padre tenía razón y que empezar a beber alcohol no podría traer nada bueno, él solo quería ser parte del grupo de amigos del barrio y que su padre lo entendiera.

- Pedro, ayúdame con los animales por favor, hay que alimentarlos antes de salir al campo.

Escuchó decir a su mamá asomada a la puerta de su cuarto.

La amaba mucho eso lo sabía con certeza, se sentía confundido por crecer tan rápido, ansiaba ser libre y hacer lo que hace la gente mayor, pero al mismo tiempo quería sentirse niño nuevamente para echarse a los brazos de su madre.

Terminó de vestirse, su ropa le parecía vieja y aburrida, ¿por qué no podía comprarse ropa nueva y un celular tan modernos como los que tenían algunos de sus amigos?, dejó la cama hecha rápidamente, amontonó las cosas que le dieron pereza guardar.

Se encontró con Ana su hermana en la cocina, le paso la mano por el hombro en señal de apoyo, el café olía muy bien, y no podía imaginar mejor sabor que el de las tortillas recién hechas.

- Gracias Ana. Le dijo a su hermana.

A él le gustaba cocinar y quería ayudar siempre a su mamá, pero papá le decía que esa era una tarea de mujeres, no lo entendía, sabía que su hermana adoraba el trabajo en el campo y preferiría salir desde temprano a observar y explorar la naturaleza.

Ana tenía razón, el no tenía una respuesta o una justificación para su comportamiento, bajó la mirada y comió rápidamente el desayuno preparado por su hermana.

-Lo sé, no quiero hacerles mal pero sabes que si no voy con mis amigos dirán que tengo miedo.

Terminó el último bocado, su hermana se acercó y le tomó de la mano: -Lo que digan tus amigos no importa Pedro, mira como están, supe que Santiago llegó muy descompuesto a su casa, su madre se la pasa llorando porque ya perdió a un hijo por el alcohol y las malas amistades.

Saca las cuentas tú sobre como terminará esta historia. Solo piensa en lo que te digo hermano y ve tú cuál es el camino que te conviene seguir.

Apretaron las manos y se despidieron, sería un día muy largo, las cosas en la comunidad no iban bien, las personas peleaban mucho por el uso de unos productos para las plantas, a algunos aparentemente les había resuelto la vida, producían y vendían rápidamente todo, en cambio dañaban la salud de sus vecinos que enfermaban constantemente.

Su madre había decidido seguir con el compromiso que había hecho hace tiempo, no usaría esas aguas malas, como ella les decía, y eso significaba realizar un mayor trabajo para cuidar los alimentos que producían, era un camino difícil pero como su padre repetía desde que podía recordar: -No le hacemos mal a nadie, al final del día, dormimos con la consciencia tranquila y eso no lo compra ningún dinero.

Recordó a sus abuelos, no podía evitarlo, ellos hablaban siempre de lo buena que era la tierra cuando eran niños, el sabor de los alimentos era maravilloso, el olor del campo intenso según la fruta de la temporada, el color de la montaña y los lagos un regalo para los ojos.

-Lo siento papá.

Le dijo finalmente, rompiendo el silencio en el que estaban desde hace horas, su padre le pidió ayuda para sacar unas hierbas que no dejaban crecer a los tomates.

-Si uno se descuida pierde. Respondió su padre.

Pedro se quedó pensando, no sabía si su padre hablaba de los tomates o si esas palabras eran para él, sobre lo que había pasado la noche anterior.

Siguieron trabajando hasta que Ana llevó la comida y se reunieron bajo el mismo árbol que les daba sombra desde siempre.

Allí estaban los cuatro, Pedro se sentía bien con su familia, de hecho los prefería como compañía, pero sus amigos se burlaban de eso, tal vez realmente tendría que mirar bien el camino que estaba andando como le había dicho Ana. Iban acercándose a la reunión de la comunidad, Ana se adelantó, le gustaba hablar con la asesora de los cultivos ecológicos que les ayudaba, ella quería estudiar esa misma carrera, los ojos se le iluminaban con cada libro que le traía.

Cada uno fue tomando su sitio, el grupo nuevo que había sido capacitado por un lado y por otro los antiguos – como les decían – . .....

Esta historia no está terminada, es una invitación para que juntos le demos voces a personajes como Santiago, Pedro, Ana o sus padres, sus amigos y vecinos ¿Cómo se llaman ellos? ¿Qué es lo que sienten y piensan? ¿Cuáles son sus miedos y sus anhelos? ¿Qué significa ser Familia? ¿Qué tiene para contarnos cada uno de ellos?