

BELLAS FLORES BLANCAS QUE IBAN MUY BIEN |
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Entró en el café adonde solían ir juntos. Su amigo aquí le dijo hace tres meses: “No tenemos ni cinco. Somos dos muchachos pobres, a lugares baratos reducidos. Claramente te lo digo, yo contigo no puedo salir. Hay otro, debes saberlo, que me solicita”. —Ese otro le había prometido dos trajes y unos pañuelos de seda— . Para recuperarlo removió cielo y tierra y consiguió veinte libras. Volvió de nuevo con él, por las veinte libras, pero, además de por ellas, por la vieja amistad, por el viejo cariño, por su profundo amor. El «otro» era un embustero, un auténtico canalla; sólo un traje le había hecho, y eso a disgusto, con mil súplicas.
Mas ahora no quiere ya ni trajes ni tampoco pañuelos de seda, ni tampoco veinte libras, ni tampoco veinte piastras.
El domingo lo enterraron, por la mañana a las diez. El domingo lo enterraron; hace casi una semana.
En su modesta caja le puso flores, bellas flores blancas que iban muy bien a su hermosura y a sus veintidós años.
Cuando fue por la tarde había surgido un trabajo, cuestión del pan— al café adonde solían ir juntos: una cuchillada en su corazón le resultó el sucio café adonde juntos solían ir.
Cavafis, C. (2023). Ciento cincuenta y cuatro poemas (P. Bádenas de la Peña, traducción e introducción). UMA Editorial.
https://www.onassis.org/initiatives/cavafy-archive/thecanon/lovely-white-flowers