Editorial
El eslabón que más soporta Después del desgraciado accidente de Germanwings, los periódicos, las televisiones, las radios y la prensa digital se han visto inundados por expertos y pseudoexpertos que de algún modo podían estar relacionados con el mundo de la aviación; desde alpinistas a psicólogos, todos parecían tener una opinión muy profesional que aportar. Afortunadamente, USCA ha tenido muchas y muy buenas intervenciones en prácticamente todos los medios de comunicación, aclarando al ciudadano de a pie las dudas que iban surgiendo sobre seguridad área, y sin querer entrar en innecesarias especulaciones. La intensa labor de la secretaría de Comunicación en estos días ha servido para proyectar en los medios una imagen seria y profesional de nuestro colectivo. Lo único que podemos sacar en claro, que parece que a quien corresponde a veces se le olvida, es que lo más importante en nuestra profesión es la seguridad. Son muchos los factores que influyen en esta larga cadena; cadena que, por cierto, no se rompe por el eslabón más débil, sino por el que más soporta. Debemos esclarecer los motivos que permitieron que la tragedia se produjera, ya no sólo porque se les debe a los familiares, sino para evitar que vuelva a ocurrir. Sólo de este modo el tremendo sacrificio de muchos, aunque doloroso hasta la extenuación, puede ser reconducido para que no vuelva a generar ese inmenso dolor. La búsqueda de esa verdad es, en muchas ocasiones, difícilmente compatible con la necesaria actividad de los Tribunales de Justicia. Éstos tienen objetivos no siempre concurrentes con los propios de la investigación de accidentes: los jueces tienen encomendada la difícil tarea de dilucidar las posibles responsabilidades, personales o corporativas, en las consecuencias de una catástrofe. Para ello, disponen de facultades que casan poco con los principios de la just culture, tan fervientemente proclamados por muchos. Los controladores españoles no necesitaríamos hacer un ejercicio de memoria demasiado intenso
4
para recordar las consecuencias que una investigación judicial puede tener sobre profesionales que, en el desarrollo de sus funciones, se hayan visto involucrados en un accidente aéreo, por mucho que se haya deducido finalmente su ausencia de responsabilidad. Antes de buscar responsables, es imprescindible determinar las causas. Y para ello, los investigadores técnicos deben poder desarrollar su tarea con calma. Sin las presiones derivadas de la urgencia de encontrar una explicación. Y antes de que se puedan apreciar indicios que atribuyan la responsabilidad a alguien en concreto. A las víctimas debería garantizárseles el derecho a obtener explicaciones bien fundadas, tras una investigación desarrollada como es debido, sin las confusiones que suelen producirse tras las habituales filtraciones a medios de comunicación, que en ocasiones no están preparados para interpretarlas correctamente. No siempre sucede de esa manera. Y la búsqueda apresurada de responsables conduce, muy frecuentemente, a determinar que la responsabilidad recae en el factor humano directamente involucrado. Naturalmente, ayudaría no poco que los organismos competentes para la investigación de accidentes aéreos, doquiera se produjeran, tuvieran los medios y el prestigio necesarios para que se entendiera lo imprescindible de que desarrollen sus funciones. No siempre es así. La Comisión Europea está desarrollando un proceso de consultas, en las que participan los sectores afectados, y entre ellos los controladores aéreos, que intenta ser preparatorio de iniciativas legislativas europeas acerca de la implantación normativa de algunos de los principios de la just culture. Muy frecuentemente, similares procesos consultivos en el ámbito europeo han resultado ser un maquillaje aparentemente bienintencionado, pero poco fructífero desde la específica perspectiva de los profesionales del sector. Esperemos que esta vez sea diferente. Por el bien del eslabón que más soporta.