El sueño de Ludmila.

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ClaudioSzapiel

EL SUEÑO DE LUDMILA

Sol Oxance

María

Facultad de Artes - UNLP. Cátedra de Lenguaje Visual 3. https://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/154449 https://lenguajevisual3.multisitio.sedici.unlp.edu.ar/ lenguajevisual3@gmail.com – IG @lenguajevisual3

Estudiantx/Ilustradorx: María Sol Oxance – soloxance@gmail.com

Docente: Leo Bolzicco. 2024.

Los derechos legales sobre los textos e ilustraciones están reservados y protegidos por las normas que rigen en esa materia del área legal de la UNLP. El presente libro forma parte de un Proyecto de Aprendizaje Servicio del año 2024. Este proyecto no tiene nes comerciales. Esta obra está bajo licencia Creative Commons. Se prohíbe la reproducción total o parcial de este libro con nes comerciales.

Licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

EL SUEÑO DE LUDMILA

Texto: Claudio Szapiel.

Ilustraciones: María Sol Oxance.

+ M A S C O T A S +

Nunca nadie supo su verdadero nombre, ese día había bajado a comprar unas cosas.

¿Así que al fin se vendió esa vieja casa de troncos del bosque?

Preguntó un hombre como al pasar a la cajera del supermercado.

Sí, parece un buen tipo, dijo la chica y levantó la vista.

− ¡No quiero otraaaaa, yo quiero a mi muñecaaaaa! –gritaba desconsolada la niña.

Un caballo la había pisado y destrozado un bracito.

Desde que había perdido a su madre , a la pequeña le costaba conciliar el sueño y esa muñeca le ayudaba un poco.

Doctor Boj, médico de juguetes, especialista en muñecas, dijo el hombre que salía del súper y estiró su mano al padre de la niña.

Es plástico, se hizo mil pedazos, no lo podrá reparar.

Claro que no, le haré uno de madera, un material más noble, que tuvo vida alguna vez.

Quedará mejor aún, y tal vez hasta con superpoderes, dijo el hombre y acarició a la niña.

− ¿Seguro no querés otra mi amor?

Ludmila negó con la cabeza, ya no lloraba.

El doctor Boj tenía todos los pelos parados, como las raíces de un arbusto recién arrancado, pase en dos días por mi casa le dijo al hombre.

¿Y, cómo quedó? ¿Te gusta? La nena agarró la muñeca y la apretó fuerte contra su pecho, el padre no estaba tan conforme pero pagó lo acordado.

Esa noche Ludmila se durmió enseguida; la muñeca la abrazó con su bracito de madera y por fin descansó, como un angelito.

Hay objetos que nos conectan con quienes ya no están, son como abrazos del pasado que nos envuelven en sus recuerdos.

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