UN EDUCADOR QUE ASISTE
El conocimiento sobre los procesos de expresión y aprendizaje y la confianza en las capacidades de las personas nos permiten relacionarnos con ellas sirviéndoles en sus procesos sin juzgarles. Nuestro trabajo no consiste en guiar ni en reconducir, no es estimular ni proponer, no es juzgar, en cualquier término, su trabajo. Nos encargamos de mantener las condiciones de libertad para que el juego pueda perdurar; las reglas de juego que marquen los límites necesarios de seguridad. Establecemos unas relaciones de servicio que permiten a las personas centrarse en su aprendizaje y que este responda únicamente a sus necesidades.