ESPACIO DE
EJEMPLOS DE VIDA
Mi papá, el arquitecto
En esta edición queremos homenajear a todos los padres, en especial, a aquellos arquitectos que supieron transmitir a sus hijos con cariño y dedicación, su pasión por esta increíble profesión. Es por eso que pedimos a algunos arquitectos y arquitectas del distrito que nos que nos cuenten de sus padres y que los motivo a continuar con su disciplina. Desde muy chica me gustaba visitar el estudio de mi padre, el arquitecto Mario José Varisco, y su entonces socio, técnico constructor Juan Toso. Me fascinaba mirar los planos en papel vegetal pegados sobre el tablero de madera y los dibujos que hacían con las famosas “Rotring”. Horas y horas… dedicadas a esos bellos dibujos. A mi manera replicaba en los pizarrones de la escuela primaria “Juan Bautista Alberdi”, los dibujos para las fechas patrias. También a mi recuerdo, se remonta a los viajes compartidos ya que tenía obras en Rafaela y otras localidades como Sunchales, Pilar, Santa Fe, San Guillermo, Villa Trinidad…. , visitando las obras que eran desde viviendas unifamiliares hasta clubes, capillas, fábricas y planes de viviendas. Siempre fue mi inspiración, tanto como profesional como persona, ya que los valores que me inculcó, quedaron grabados a fuego al día de hoy. Parafraseándolo a mi padre en su libro “Vida y Obra” …quiero agradecer a la vida por haberme dado a muy temprana edad, una intuición o presentimiento sobre mi destino, sobre qué sería del mismo. De modo que fui fiel a mis sueños, siguiendo la línea más lógica para llegar al objetivo que me había planteado…” Hoy en mi interior agradezco nuevamente a Dios tenerlo todavía, acompañándome en esta etapa de mi vida, con proyectos y con un entusiasmo sin límites!
Mi papá se llama Alfredo y es Arquitecto, desde que recuerdo visito las obras con él, desde muy chico camino por andamios y subo a techos, salir con él era toda una aventura para mí. Recuerdo también que jugaba y dibujaba en su estudio mientras él terminaba sus proyectos. ¡Qué paciencia la de mi viejo, cuando una tarde volqué la tinta china sobre el tablero y tuvo que rehacer esa entrega! Crecí entre reuniones con comitentes, albañiles, plomeros, herreros y pintores, me resultó casi natural trabajar con él en los últimos años de su carrera antes de que mi padre se jubile. Recuerdo también que se quedaba hasta tarde haciendo copias de planos con su vieja máquina heliográfica, ¡todo quedaba impregnado con olor a amoníaco! Cuando tuve que decidir que estudiar no tuve dudas de que la Arquitectura era el camino, le debo a mi papá el amor hacia la profesión y sobre todo al trabajo en obra y en equipo.
Arq. Analía Varisco
Arq. Santiago Cuenya