EN BUSCA DE LAS CLAVES PARA ACLARAR EL ENIGMA Alberto Calderón Vega. Silvia Quirós Calderón. Meses atrás iniciamos una serie de intercambio de ideas acerca de la “injusticia histórica” cometida contra Ujarrás, no el reducido espacio que conocemos hoy como tal sino en contra del gran Ujarrás, distrito del departamento Oriental de la provincia de Costa Rica, en 1825, que abarcaba cerca de 12000 km2. Surgieron entonces cuestionamientos acerca del traslado, la forma en que se ejecutó, el cambio de nombre de la Villa de Ujarrás e incluso el cambio de nombre de la imagen de Nuestra Señora de Ujarrás en el momento del traslado, motivando la necesidad de investigar más sobre estas circunstancias. En este espacio queremos presentar un primer acercamiento investigativo en pos de aclarar estas dudas. Esfuerzo que de hecho requiere de mayor profundización pero que no, obstante, da mayor da pie a plantear algunas hipótesis. El punto de partida del presente abordaje es el ubicar el traslado de la Villa de Ujarrás como parte de un proceso histórico, contextualizado en la economía, sociedad y política de la primera mitad del siglo XIX. Fundamentalmente, interpretamos la decisión del traslado como un hecho político donde estuvieron presentes intereses propios de la élite en el poder. Finalmente queremos poner énfasis en las consecuencias culturales para aquel sector de la población que se vio afectado con dicha decisión: el pueblo de Ujarrás, que tuvo que abandonar su tierra, sus raíces etc., para ir a una tierra de características muy diferentes que les impuso nuevos retos hoy día se manifiesta en nuestro quehacer cotidiano. Principales argumentaciones sobre el traslado. En otra parte, hemos presentado al lector una síntesis de los principales estudios que se han realizado sobre Ujarrás y Paraíso. A continuación realizaremos una presentación de las principales conclusiones de su lectura con respecto al traslado. Según Rafael Bolaños y otros (Ayer Ujarrás... hoy Paraíso.), ante la calamidad salúbrica, inundaciones, presión por la tierra, avance de la producción de café, etc., las autoridades locales y habitantes de la Villa de Ujarrás, pensaron en varias ocasiones en el traslado de la población. En 1825 se llamó a un cabildo abierto para determinar si había opción al traslado. Sin embargo, el 58 % de la población se opuso al mismo. En 27 de marzo de 1832 el presidente Gallegos ordenó el traslado mediante un decreto, apoyado por las autoridades municipales quienes exponían la necesidad ante la peste de calenturas y otras. Los vecinos de Ujarrás se opusieron en gran mayoría a esta decisión pero aun así el traslado se concretó. (Bolaños, 1993:65).