El sistema hidráulico de abastecimiento de agua desde los manantiales de El Robledo (Moralzarzal)

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Publicado el 4 de mayo de 2019 en la web Sierra Cultura http://www.sierracultura.com/index.php/localidades/moralzarzal

El sistema hidráulico de abastecimiento de agua desde los manantiales de El Robledo (Moralzarzal, Comunidad de Madrid). Un ejemplo de ingeniería rural construida mediante prestación vecinal en el siglo XIX. López Hurtado, Antonio1 y Soto Caba, Miguel Ángel2.

1. Introducción En este trabajo se describe una infraestructura hidráulica para el abastecimiento de agua construida en el último tercio del siglo XIX en Moralzarzal (Comunidad de Madrid). Por su interés histórico y cultural, este elemento patrimonial ha sido catalogado como Bien de Interés Cultural y yacimiento arqueológico dentro del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de dicha localidad para dar cumplimiento a las obligaciones contenidas en la Ley 3/2013 de 18 de junio de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid. El sistema hidráulico está formado por un sistema de pozos de captación de aguas superficiales y subterráneas en las laderas del monte Cabeza Mediana (también conocido como Cerro Redondo o Cerro del Telégrafo), su canalización a través de una red de atarjeas hasta un depósito general, y su viaje posterior hasta la fuente pública del núcleo urbano a través de una tubería subterránea jalonada por un conjunto de arquetas y decantadores. Desde 1885, fecha de su inauguración, hasta entrada la década de 1970, esta infraestructura ha estado operativa suministrando agua al pueblo. Entró en desuso y progresivo abandono a partir de la inauguración del embalse de Navacerrada en 1969 y la construcción posterior de la red de distribución de agua potable que generalizó la llegada de agua corriente a las casas en esta localidad. Durante buena parte del siglo XX la utilidad de esta infraestructura ha obligado al mantenimiento periódico de pozos, arquetas y tuberías, labor que ha permitido la existencia de una tradición oral referida a la existencia de esta obra hidráulica. También, esta infraestructura es conocida porque es fácilmente reconocible desde la misma pista forestal que asciende por el monte de propiedad municipal “Matarrubia”, número 21 del catálogo de Montes de Utilidad Pública de la Comunidad de Madrid. Pero ha sido durante el año 2017 cuando se procedió a su geolocalización, desbroce y limpieza. En este mismo periodo, el Ayuntamiento de Moralzarzal procedió a encargar la elaboración del inventario de los recursos patrimoniales 1

Antonio López Hurtado es Ingeniero Superior de Telecomunicación. Aficionado a la historia y el patrimonio local, publica sus trabajos en http://www.conocermoralzarzal.es/. Dirección de correo: antonio@conocermoralzarzal.es 2 Miguel Ángel Soto es biólogo. Aficionado a la historia y el patrimonio local, publica sus trabajos en el blog http://historiasdemoralzarzal.blogspot.com/. Dirección de correo: nanquisoto@gmail.com


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de Moralzarzal con vistas a la elaboración del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos. Y fue a partir de este momento cuando se puso en evidencia la magnitud e importancia patrimonial de esta singular obra de ingeniería que es digna de conocer y proteger. El punto de partida de esta investigación son las breves descripciones del sistema hidráulico elaboradas para la publicación Recursos Patrimoniales de Moralzarzal (Argea Consultores, 2017). A partir de estos datos iniciales, que revelan la importante patrimonial del sistema hidráulico, se han consultado en el Archivo Municipal las actas de los plenos municipales y juntas vecinales donde se aborda la necesidad, la construcción o la reparación de esta infraestructura durante el periodo 1879-1900. También se ha procedido a la prospección del área de estudio, la localización de pozos y atarjeas, su localización geográfica y el intento de compresión del funcionamiento del sistema. Por último, se han elaborado los croquis que acompañan este trabajo, con la localización de los diversos elementos que conforman esta infraestructura. 2. Breve descripción geográfica y geológica de Moralzarzal El término municipal de Moralzarzal se extiende desde las mismas faldas de la Sierra de Guadarrama, en su apéndice nornoreste, desde alturas de 990 metros de altitud, hasta su extremo sursuroeste donde se avista la depresión de la cuenca del río Tajo, en sus límites con Galapagar y Torrelodones, a una cota de 860 metros sobre el nivel del mar. La fisiografía en esta zona de transición está marcada por la existencia de “montes isla”, que se suceden con depresiones, donde en una de ellas se localiza el núcleo urbano de Moralzarzal. Entre los montes isla destacamos Cabeza Mediana (1330 metros), Solana (1292 m.), Canto Hastial (1370 m.) y el Serrejón o Serrejones (con su máxima altura en El Picazo a 1402 m.) más conocida como Sierra de Hoyo de Manzanares. Es precisamente la alineación montañosa Cabeza Mediana-Canto Hastial-Sierra de Hoyo, la que, pese a su discontinuidad, define la fisiografía de la comarca donde se inserta el término municipal. Esta alineación, modificada por fallas transversales, presenta una direccionalidad ENE-WSW, y se presenta como sierras modeladas por la erosión diferencial. El sustrato geológico en este sector de la Sierra de Guadarrama está dominado por rocas ígneas hercínicas, en concreto granitos definidos en la hoja del Mapa Geológico de España bajo el epígrafe “adamellitas con cordierita y abundantes enclaves microgranulares”. Son rocas de grano medio, poco o moderadamente porfídicas, de coloración gris y con frecuentes enclaves microgranulares oscuros y más escasos metamórficos. Los minerales que forman este tipo de granito son cuarzo, plagioclasa, feldespato potásico y biotita, presentando con cierta frecuencia cordierita y pequeñas cantidades de moscovita (IGME, 1991). Desde el punto de vista de las aguas subterráneas, el término municipal está comprendido dentro del Sistema hidrogeológico de la Sierra de Madrid, sistema 2


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definido como un conjunto de acuíferos de interés local de baja transmisividad y almacenamiento. Las características litológicas, de rocas impermeables, hacen que la cantidad de los recursos subterráneos sea poco relevante, aunque existen pequeños acuíferos localizados en áreas de fractura que dan lugar a pequeños caudales intermitentes. Precisamente, por estar el pueblo de Moralzarzal en una depresión con depósitos coluviales de arenas entre berrocales y afloramientos de roca, existen afloramientos y pequeños acuíferos libres alimentados desde las zonas topográficamente más elevadas. Por lo general, estas aguas son de mineralización débil, con concentraciones de sólidos disueltos inferiores a los 300 mg/l. 3. Los problemas del abastecimiento de agua en Moralzarzal durante el siglo XIX 3.1.

Las fuentes existentes antes de 1885

La fundación de Moralzarzal, o Fuente del Moral como aparece por primera vez citada en el siglo XIII, está asociada a una surgencia de agua. En el primer mapa de detalle de Moralzarzal, escala 1:25.000, elaborado en 1875 por el Primer Cuerpo de Topógrafos, existe constancia de la existencia de 3 fuentes en las proximidades del núcleo urbano de Moralzarzal.

Figura 1: Detalle de la primera cartografía de detalle de Moralzarzal elaborada en 1875 donde se han reseñado en rojo las fuentes existentes y en azul las conducciones de agua hasta dichas fuentes.

En primer lugar, aparece el sistema hidráulico construido en 1817 desde el manantial del Juncarejo. Durante buena parte del siglo XIX, el agua potable será posible por la captura del agua subterránea mediante un sistema de pozos 3


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y su canalización hasta la fuente y pilón situada cerca de la Iglesia. Según nuestra opinión, la primitiva Fuente del Moral era, precisamente, el manantial del Juncarejo. También, en dicho mapa de 1875 aparece una “Fuente Antigua”, hoy desaparecida. Según algunas opiniones, esta fuente podría coincidir con la fuente de Las Camachas, también desaparecida, fuente abrevadero que se alimentara de algunos veneros cercanos (arroyo Benerejo o fuente de Zarzal) o bien tomaba el agua del mismo Arroyo Grande, un poco más alejado del pueblo. Por último, aparecen como “fuentes” los manantiales hoy denominados del Gorgollón y, un poco más alejada del pueblo, la fuente de Mari Sánchez. Aunque no aparece en la cartografía, al sureste del núcleo urbano existía una renombrada Fuente de la Salud, con referencias que se remontan al siglo XVII. En todos los casos, hablamos de manantiales y arroyos estacionales, sujetos al régimen intermitente de precipitaciones y susceptibles de secarse al final del verano o durante los periodos cíclicos de sequía. Como ya hemos comentado, a partir de 1817 Moralzarzal dispone de un sistema hidráulico formado por un conjunto de pozos de captación situados sobre el manantial del Juncarejo que llevan el agua hasta una fuente y pilón. Este sistema hidráulico es construido por Julián de Fuentes (Valgañón, La Rioja, 1760 - Madrid 1835), quien fuera regidor perpetuo de Madrid a principios del siglo XIX, y quien saneó y acercó al pueblo las aguas del manantial del Juncarejo. Resulta de interés constatar que algunas de las técnicas constructivas del sistema hidráulico del Juncarejo presentan similitudes con los sistemas hidráulicos propios de siglos anteriores. El elemento más fácilmente reconocible son los capirotes o grandes bloques de piedra con formas troncocónicas o piramidal que coronan las arquetas de estas infraestructuras. Estos capirotes son muy similares a los "viajes del agua" de la ciudad de Madrid o de la Cartuja de El Paular en Rascafría.

Figura 2 y 3: Capirotes del sistema hidráulico de la traída de aguas desde el manantial del Juncarejo de 1817.

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Como veremos más adelante, en la construcción del sistema hidráulico de El Robledo en 1885 se utilizarán otros elementos que presentan similitudes con sistemas hidráulicos de época anteriores y propias de los viajes del agua tipo “qanat”, como son las galerías o atarjeas que protegen canalillos o tuberías. Esta técnica, según algunos autores, son herencia de técnicas constructivas de época medieval, árabe o incluso romana (López Vera y López-Camacho, 2017). 3.2.

El periodo de sequía extrema de 1871-1882

Durante el último tercio del siglo XIX un periodo 9 años de severa sequía somete a una gran parte de la población española a situaciones de escasez extrema, poniendo en riesgo el suministro de agua y causando estragos en la agricultura y ganadería. Según las investigaciones sobre las sequías históricas en España (CEDEX, 2013), el periodo 1872-1881 fue extremadamente seco en toda la Península. En estos 9 años se produjo la sequía más importante del siglo XIX, siendo el cuarto periodo más seco de los últimos 300 años. El año 1878 fue un año especialmente extremo en Castilla. Y por si fuera poco, tras estos 9 años se sucedió otro año seco, 1882-1883, un año de sequía generalizada en toda España. En estos años la palabra sequía aparece varias veces en las actas de las sesiones del pleno municipal de Moralzarzal, y de manera especial al final del periodo, durante el otoño de 1882 y el final del invierno siguiente. En estos plenos se habla de la escasez de agua para el abastecimiento humano y del ganado, de la mala situación de la “única fuente pública, casi a punto de secarse”. A finales del invierno, en marzo de 1883, se advierte que de seguir la situación serán inevitables grandes trastornos en primavera y verano por falta de agua. Tras las estrecheces y dificultades de estos años, la obra de ingeniería hidráulica de El Robledo supondría un auténtico salto de gigante para el progreso económico de Moralzarzal, en un momento en el que el Tren del Berrocal, inaugurado en 1883, empezaba a jugar a favor del sector la cantería de toda la comarca, permitiendo una posición ventajosa como principal suministrador de piedra de granito a la capital. 3.3.

La epidemia de cólera de 1885

Durante el año 1884 una epidemia de cólera se extendió desde el levante al interior de la península, provocando el cuarto de los cinco episodios de cólera ocurridos en el siglo XIX en España. Y sería el último que afectaría a la provincia de Madrid durante este siglo. Aunque tuvo especial repercusión en la zona levantina, se extendió en tres direcciones alcanzando la ciudad de Madrid en la primavera de 1885, propagada por los segadores valencianos, quienes, tras finalizar las faenas agrícolas en su región, se dirigían a otras provincias del interior para continuar la siega (Díaz Simón, 2014). La declaración oficial de la epidemia por parte de las autoridades madrileñas se produjo a finales de junio. 5


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Es precisamente en estos años cuando el médico prusiano Robert Koch (18431910) descubre la bacteria o vibrión (Vibrio cholerae) causante del cólera, estableciendo también el ciclo vital del bacilo en el intestino humano y el del agua como vehículo transmisor. Corroborando el descubrimiento de Koch, durante las epidemias de cólera del siglo XIX se constató, y especialmente en este último episodio de 1885, la clara relación de la virulencia de la enfermedad con la calidad del agua y la contaminación de los pozos por falta de red de alcantarillado. El agua destinada a los usos domésticos se contamina con facilidad por las deyecciones de los coléricos en los primeros días de enfermedad y por los objetos, ropas y espacios (cama, suelo, letrinas, etc.) manchados por los enfermos. De la misma forma, el cólera se propagaba por alimentos y bebidas, el agua de los ríos, pozos, fuentes, y los huertos regados con agua contaminada. Para algunos higienistas, la causa principal de la relativa benignidad de la epidemia de 1885 fue, precisamente, la mejora que experimentó el sistema de saneamiento de Madrid desde la década de 1850. No tenemos constancia del impacto de esta epidemia de cólera en Moralzarzal, aunque si consta en las actas de los plenos la preocupación de la corporación municipal por “la mala calidad y el olor del agua, y los problemas a la salubridad pública y la higiene que ello acarrea”. En un contexto de sequía, las noticias llegadas desde Madrid, donde desde finales de junio de 1885 hay una declaración pública y oficial de epidemia de cólera, debieron resultar preocupantes. De lo que si hay constancia es de que la epidemia de cólera en Madrid durante el verano de 1885, con un pico de mortalidad en las primeras semanas de agosto, obligó a aplazar la fiesta de inauguración de la nueva fuente del Moralzarzal, donde ya manaban aguas limpias, frescas y libres de riesgo alumbradas en El Robledo. 3.4.

Las ideas liberales en la gestión del agua

Algunos expertos sobre la historia de la gestión del agua en España (Fernández Zarza, 2017) aluden al crecimiento de la población y la escasez hídrica, especialmente en el área mediterránea, como causas que llevaron a un aumento de la demanda de agua ya durante el siglo XVIII, y el nacimiento de la modernidad hidráulica bajo la influencia de los franceses. En este sentido, cabe especular con que el sistema hidráulico del Juncarejo, de 1817, estuviera influenciado de las técnicas e ideas ilustradas francesas propias del siglo anterior. Esta fuente promovida por un alto personaje de la Corte madrileña tenía como objetivo dotar al pueblo de una fuente con pilón para abastecer a los habitantes del pueblo, pero también se construyó para llevar agua a su propia casa y huerta. La pileta de la arqueta repartidora disponía de tres salidas: dos abastecían al pilón y la tercera se encauzaba para dar agua a la vivienda particular de Julián de Fuentes. 6


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La reforma liberal de la segunda mitad del siglo XIX, que liquidó el Antiguo Régimen y modernizó el Estado, unificó y aclaró la legislación del agua. La Ley de Aguas de 1879 sentó los principios básicos de la utilización racional del agua basada en el dominio público en el aprovechamiento de las fuentes de agua naturales y las obras hidráulicas. La legislación liberal otorgó mayores competencias a los ayuntamientos, surgiendo las primeras fórmulas concesionales mediante las que se autoriza el uso privativo del agua para promover el desarrollo del país. Y es precisamente en este periodo de cambios legislativos y mayores competencias a los ayuntamientos, coincidente además con un severo ciclo de sequía, cuando Moralzarzal acomete las obras del sistema hidráulico de abastecimiento desde los manantiales de El Robledo. Aunque son varios los regidores que pujarán por dar vida a esta infraestructura, será el empuje de D. Ángel González Solís (Moralzarzal 1826 - Moralzarzal 1904), quien fuera secretario del Ayuntamiento, alcalde y notario, quien hará posible esta gran obra civil. En su recuerdo, queda la gran placa de mármol a modo de frontispicio que adorna la fuente cercana a la Iglesia Parroquial. 4. Descripción del sistema hidráulico 4.1. Los manantiales de El Robledo El paraje de El Robledo es una vaguada situada a 1250 metros de altitud en la vertiente norte del cerro o monte de Cabeza Mediana. En dicho cerro, cuya propiedad es compartida con otros municipios vecinos, se sitúa en su mitad oriental el monte “Matarrubia”, ejido o monte comunal excluido de la subasta de montes públicos durante la desamortización de Madoz y declarado monte de utilidad pública en 1901. Con sus más de 489 hectáreas hoy forma parte del Catálogo de Montes de Utilidad Pública de la Comunidad de Madrid con el número 21 de dicho catálogo. El topónimo “robledo” alude a su vegetación potencial, masas de roble melojo o rebollo (Quercus pirenaica, Willd), cuyo cromatismo otoñal es posiblemente el origen del topónimo “matarrubia”, en relación al tono amarillo y ocráceo de sus hojas durante la otoñada. En este paraje y sus proximidades se empieza a configurar la primera red de drenaje que recoge la escorrentía de este monte. En especial, en sus proximidades nace o discurre el Arroyo Grande, arroyo que recibe más abajo el nombre de Arroyo de la Villa de Fuentidueña. Además de esta incipiente red de drenaje, en la zona hay numerosos manantiales. En el Robledo, a finales del invierno y durante la primavera, son muchos los lugares donde se adivina el surgimiento del agua, sea debajo de los roquedos por los que mana el agua filtrada desde la cumbre, bien en las pequeñas vaguadas por donde empieza a circular el agua de lluvia. No por casualidad, muy próximo a este lugar se localiza un peñasco al que llaman “Peñalagua”.

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4.2. El sistema hidráulico de El Robledo Sabemos por las actas del pleno municipal de 1878 de la existencia de un proyecto para la construcción de esta infraestructura, proyecto que no ha sido localizado en el Archivo Municipal. Tampoco conocemos el resultado final de las obras de 1885. Solo podemos describir el estado actual de la infraestructura, fruto de aquellos trabajos de hace más de un siglo, pero también de posteriores arreglos, ampliaciones de pozos, reparaciones de arquetas, etc. Y de la afectación, o no, de dos obras de las que hablaremos más adelante: el vivero forestal y la fuente del vivero, infraestructuras construidas durante el siglo XX en el mismo paraje de El Robledo. El sistema de captación cuenta con una red de pozos y arquetas conectados mediante atarjeas, esto es, un canal cerrado de piedra granítica construido a ras del suelo que protege en su interior una tubería, en este caso de hierro. El primer pozo está situado a 1250 metros de altitud, casi en el mismo cauce del Arroyo Grande, donde capta las aguas de escorrentía del arroyo. Desde este pozo, y a través de una atarjea de, aproximadamente, 190 metros, desciende por la ladera de manera transversal a las curvas de nivel con una pendiente aproximada del 21% y en dirección norte. A dicha atarjea se suma otro pozo más y en su recorrido hay 2 arquetas o decantadores, aunque es posible que este primer tramo tuviera otra arqueta, hoy desaparecida. Este primer tramo de atarjea llega hasta una arqueta situada en la vaguada de El Robledo, a 1210 metros de altitud, en la misma esquina del vivero forestal construido en torno a 1950. Desde esta arqueta la atarjea hace un giro de 90º para descender con una pendiente menor en dirección este, donde más abajo una arqueta recoge la captación de agua de varios pozos excavados en dicha vaguada. Y desde esta última arqueta la tubería desciende, protegida mediante otro tramo de atarjea de 170 metros, hasta un depósito construido al otro lado de la pista forestal. Dicho depósito está dividido en dos partes, actuando también como decantador. Las atarjeas están construidas a lo largo de zanjas excavadas en el terreno, pero no presentan un diseño o técnica constructiva uniforme: son de sección rectangular o cuadrangular, y discurren a una profundidad de entre 50 y 75 cm de profundidad respecto del nivel del terreno. En algunos casos están construidas con mampuestos verticales dispuestos sobre el suelo, sin argamasa ni mortero, cubiertas de grandes losas como cubierta. En otros casos los muros laterales están formados por varias piedras a modo de muro de piedra seca, sobre el que reposa una losa como cubierta.

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Figura 4: Croquis del sistema de captación de agua en el paraje de El Robledo. En azul la red hidrográfica, en rosa los pozos y atarjeas y en rojo las arquetas. Al final del sistema, en azul, el depósito general.

Nos atrevemos a especular sobre la variabilidad constructiva de las dos grandes líneas de atarjeas, que invita a pensar en varias hipótesis: primero, en las diferentes fases en su construcción y/o reparación; segundo, en la diversidad de técnicas según maestros de obra y obreros; y, por último, en el aprovechamiento del material circundante como criterio constructivo. Como veremos más adelante, las vicisitudes que sufrió la infraestructura a lo largo de su construcción pueden dar valor a alguna de estas conjeturas.

Figuras 5 y 6: Atarjeas de El Robledo con la tubería de hierro en su interior.

El estado de conservación es desigual, presentando algunos tramos un buen estado de conservación, mientras que en otros las losas superiores han desaparecido, están desplazadas o hundidas.

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La segunda parte de la infraestructura es la traída de agua desde este depósito en El Robledo hasta el núcleo urbano. A la salida de ese depósito se encuentra una llave de paso que regula la circulación del agua. Y a partir de aquí la tubería viaja enterrada (sin atarjeas) ladera abajo realizando a partir de la segunda arqueta una curva hacia el sureste. A lo largo de este largo trayecto de más de 1600 metros, la tubería se conecta a través de 10 arquetas, una de ellas con llave de paso. El viaje termina en las proximidades del nuevo depósito del Canal de Isabel II, en la parte superior de la fuente del Juncarejo, desde donde se conducía hasta el viejo pilón de 1817. Si la captación de las aguas subterráneas y su protección mediante atarjeas ayudaba a mantener la calidad del agua (y evitar la contaminación por ganado, hojarasca, etc.), el número de arquetas, decantadores o estanques de sedimentación, evitaría la llegada al pueblo de arena y limo resultado de la captación de aguas durante episodios de lluvias fuertes o torrenciales, que llenarían el primer pozo de agua con sólidos en suspensión. El resultado de la obra son 5 pozos, 350 metros de atarjeas, 12 grandes arquetas y 1650 metros de tubería de hierro enterrada.

Figura 7: Croquis general del sistema hidráulico de El Robledo. En el recuadro la zona de captación de El Robledo; en azul la red de drenaje; en rosa los pozos y atarjeas; en rojo las arquetas; y en línea rosa discontinua la tubería enterrada hasta el núcleo urbano.

4.3.

Dificultades para la interpretación del sistema hidráulico

Una de las dificultades con las que nos encontramos para interpretar la construcción original del sistema hidráulico es su posible superposición con otras dos infraestructuras construidas posteriormente en el paraje de El Robledo. 10


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La primera obra es un vivero forestal construida a principios de la década de los 50 del siglo XX y que sirvió para la producción de plantones destinados a la repoblación del monte. Y el otro es una fuente, denominada fuente del vivero, construida más recientemente al borde del camino. En una de las esquinas del vivero forestal está situada una de las arquetas principales que recogían el agua que viajaba bajo las atarjeas, justo en el lugar donde la canalización da un giro de 90º para descender por la vaguada en dirección norte. El mismo vivero dispone de un pozo, que pensamos es un pozo exclusivo para el uso del vivero, pero no podemos descartar que formara parte de la obra de 1885. También desconocemos si la demanda de agua por parte del vivero para el riego de los plantones se suplió en algún momento con el agua destinada al suministro del pueblo.

Figura 8: El vivero forestal de El Robledo construido a comienzos de los años 50 del pasado siglo en una foto aérea de los años 60. El sistema de atarjeas (en morado) parece no verse afectado.

Unas decenas de metros más abajo existe otro pozo, que puede que se construyera para suministrar agua a la fuente del vivero, pero tampoco se puede descartar que formara de la primitiva red de pozos construidos en 1885 para captar el agua del subsuelo. Existen razones para pensar que los 3 sistemas (captación municipal, vivero forestal y fuente forestal) fueran independientes. El agua era un bien escaso y su valor para dar de beber al ganado y regar las huertas la convertía en un elemento vital y objeto de rigurosa vigilancia por parte del ayuntamiento. El reparto y uso del agua en Moralzarzal hasta bien entrado el siglo XX incluía la subasta de los sobrantes del lavadero, agua que procedía a su vez las aguas de El Robledo y el Juncarejo una vez que pasaban por el pilón. En este contexto, no creemos que un vivero de otra administración, el Distrito Forestal, pudiera imponer al municipio el consumo de agua para el riego de los plantones destinados a la repoblación forestal. La existencia de un pozo que parece exclusivo del vivero podría indicar que el vivero se autoabastecía de agua. 11


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En cualquier caso, no podemos descartar que futuras consultas en el Archivo Municipal o en los expedientes del monte de utilidad pública ayuden a resolver estas cuestiones. 4.4.

La construcción de la infraestructura (1878-1885)

Ya hemos comentado que para construir esta infraestructura hidráulica el Ayuntamiento de Moralzarzal disponía desde el 10 de diciembre de 1878 de un proyecto con su memoria descriptiva y condiciones facultativas y económicas. Dicho proyecto había sido elaborado por el arquitecto de la provincia y autorizado por el Excmo. Sr. Gobernador. Había un proyecto, pero no había dinero para ejecutarlo. Por este motivo, la subasta y adjudicación de las obras no se produjo hasta cinco años después, en 1884. Varios alcaldes vivieron este largo proceso de gestación: Toribio Berrocal (alcalde entre 1877 y 1879), Victoriano González Rubio (1879-1882), Antolín González (1882-1884), Casto Guerra (1884-1885) y Pascual Domínguez González (1885-1888). Como veremos, durante estos años estos alcaldes tuvieron que lidiar, primero, con la falta de recursos económicos para ejecutar la obra; después, con los problemas técnicos producto de un mal diseño del proyecto; y, por último, con la desidia y malas prácticas del contratista. Pero, y esto es importante, la obra pudo llevarse a cabo por la colaboración vecinal que acudió al requerimiento del consistorio para poder llevar a cabo esta obra de ingeniería. En los plenos municipales de los años 1881, 1882 y buena parte de 1883 se discutirá tanto la urgencia y necesidad de esta infraestructura, como la falta de fondos para acometerla. A finales de 1882 se empezó a valorar la creación de un impuesto municipal consistente en el pago de dos pesetas por cada 1500 kg. de peso sobre los zaborros (piedras pequeñas no aprovechables por los canteros) y demás desechos de las canteras de piedra municipales, así como de gorrones (grandes cantos de río) y demás tipos de piedra que se encontraban en terrenos comunales. Los vecinos de Moralzarzal quedarían exentos de este impuesto. Durante 1883 la obra recibirá un empujón importante. En la sesión de febrero de 1883 se plantea un cambio en el proyecto: la sustitución de la conducción de barro que propone el arquitecto por una de hierro. Es más cara pero más resistente. Y el aprovisionamiento de la tubería de hierro sale a concurso, siendo publicada en la prensa (La Correspondencia de España del día 3 de abril, por ejemplo) quedando fijada la fecha de la subasta para el 15 de abril. Pero será un acontecimiento ajeno a la obra el que cambiará el rumbo de los acontecimientos. El 31 de mayo de 1883 queda inaugurada la línea de ferrocarril desde la Estación de Collado Villalba hasta El Berrocal, una infraestructura de algo más de 11 kilómetros que cruzará el término municipal de Moralzarzal. Dicha línea férrea atravesó fincas de propiedad municipal, lo 12


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que obligó a la empresa concesionaria, la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España, al pago de indemnizaciones al Ayuntamiento. En este nuevo contexto económico, en agosto se publica la subasta de la obra, según consta en el Diario Oficial de Avisos de Madrid del 21/08/1883, donde se publica la noticia de que el Ayuntamiento informa al Sr. Gobernador de que procede a la subasta de las obras necesarias para proveer de aguas al pueblo. Y es durante el otoño de 1883 cuando se salva el principal obstáculo, el económico, y el ayuntamiento recibe el importe de la expropiación forzosa de terrenos comunales atravesados por la línea férrea. Además de estos ingresos, el ayuntamiento realizó un esfuerzo en los cobros de todos los descubiertos que se adeudaban al Ayuntamiento y aplicó el impuesto creado sobre los desperdicios, zaborros y demás piedras que se extraían en las canteras bajo su jurisdicción. Además de disponer de fondos, el ayuntamiento apeló al sentido comunitario del vecindario para colaborar con esta obra de interés para la comunidad. La subasta y adjudicación de las obras de la traída de aguas del Robledo se aborda en la sesión del pleno municipal de noviembre de 1883. Se adjudica la obra a Víctor Santos, domiciliado en Colmenar Viejo. Pero en la sesión de junio de 1884, bajo la presidencia del Alcalde Casto Guerra, se constatan las dificultades técnicas en la ejecución del proyecto, en referencia al perfil del terreno, que hacía imposible la formación de zanjas por la profundidad que de ellos aparecía. Se acuerda hablar con el arquitecto sobre estas dificultades. Las dos sesiones de la Junta Municipal del 4 y 9 de octubre de 1884 serán muy ejecutivas y darán otro empujón definitivo al proyecto. Se acuerda apremiar al contratista, Víctor Santos, a comenzar las obras. Se decide de manera unánime que la apertura de la zanja se llevará a cabo mediante brigadas del vecindario en número de diez a quince personas diarias. Se adquieren herramientas a cargo del presupuesto municipal y se elige a Mateo López Ortega, como persona experta para supervisar los trabajos, trabajo por el que percibirá 7,5 pesetas diarias. Las obras, por fin, comienzan el 13 de octubre de 1884; pero se suspenden el 23 de diciembre por dejadez del contratista. Y el vecindario retoma la obra el 22 de abril de 1885. El acta de la sesión de mayo de 1885, siendo todavía alcalde Don Casto Guerra, abordará la suspensión de los trabajos por parte del contratista, así como su apatía y abandono. El contratista había incumplido varias condiciones del contrato (herramientas para las excavaciones, falta de operarios). Los vecinos, al tomar la iniciativa en la continuación de los trabajos, deciden rectificar por completo todo el trayecto de la zanja y arreglar cuantos desperfectos habían causado las aguas durante el invierno. Gracias a su perseverancia, en mayo estaba terminada la apertura de las zanjas. Quedaba en manos del contratista la construcción de atarjeas, arquetas, depósito y la colocación de tuberías.

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A finales de mayo el Ayuntamiento da un ultimátum al contratista: si en tres días no comienza las obras acogiéndose estrictamente a las condiciones del contrato y con un número suficiente de operarios sabedores de la materia, el Ayuntamiento proseguirá los trabajos por cuenta de la fianza que tiene prestada y demás bienes que se le conozcan, haciéndole responsable de cuantos desperfectos se ocasionen en las zanjas por su descuido, y advirtiéndole que todos los trabajos habrá de darlos definitivamente concluidos en el plazo de cuarenta días. El aviso surte efecto. Las obras avanzarán en las semanas siguientes y se llegará al mes de junio con los trabajos muy avanzados. El 26/07/1885 se celebra sesión ordinaria del Ayuntamiento, ahora presidida por el alcalde Don Pascual Domínguez, donde se acuerda autorizar a Mateo López, como director de las obras, la compra del plomo necesario y demás útiles para la terminación de los trabajos. También para la construcción del frontispicio que coronará la fuente nueva. En dicha lápida, deberá constar la siguiente inscripción: “A expensas de los fondos municipales, con la celosa cooperación del Ayuntamiento y prestación del vecindario, debido a la constante perseverancia de Don Ángel Gonzalez Solís, se trageron estas aguas de los manantiales de Robledo. Año de 1885.” 4.5.

La inauguración de la fuente en los tiempos del cólera

Muy próxima ya a la finalización de las obras, en la sesión del pleno municipal de agosto de 1885 se aborda la inauguración de esta infraestructura, evento que procedía solemnizar con algunas fiestas y cumpliendo la promesa que el Ayuntamiento tenía hecha a los habitantes de Moralzarzal de darles un toro en recompensa de los trabajos y sacrificios realizados. Además de la capea, el ayuntamiento proyecta música durante los dos días que durará el festejo. El pleno acuerda que la inauguración tenga lugar el día 15 de agosto de 1885, avisando al Sr. Arquitecto Provincial con el fin de que se digne concurrir a presenciarla. Y para todo ello, se solicita autorización del Excmo. Sr Gobernador Civil de la provincia con el fin de que se digne conceder el permiso para dar muerte al torete cuya carne ha de distribuirse entre los vecinos, y haciéndose en el sitio de la fuente por la noche una pequeña función de fuegos artificiales, corriendo el Ayuntamiento con todos los costes de la fiesta. Pero, como ya se ha comentado anteriormente, aquel verano de 1885 una epidemia de cólera atemorizaba Madrid y otras ciudades y regiones españolas. La fecha elegida por el Ayuntamiento de Moralzarzal para la inauguración de la obra, 15 de agosto, coincidió con el periodo con máxima mortalidad por cólera en Madrid. Se daba la circunstancia, además, de que alguna de las calles o barrios con mayor mortalidad eran, precisamente, zonas insalubres donde la población se dedicaba al tratamiento de despojos y secado de vísceras animales, con una falta absoluta de condiciones higiénicas: “[calles] convertidas en triperías o mondonguerías, […] a ellas se llevan los despojos de las reses 14


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degolladas en el Matadero público, y se vacían los intestinos, dejándolos secar a fuerza de tiempo, e infectando la atmósfera del vecindario.” (Díaz Simón, 2014). En este contexto, el Gobernador Civil de Madrid negó el permiso para celebrar la corrida de vaquillas, matar un toro y comerlo, ante los riesgos de una mayor propagación de la epidemia. La decisión fue posponer la celebración hasta octubre, durante las fiestas patronales que se celebraban con motivo de la festividad de Nuestra Señora del Rosario. Siempre y cuando la situación de la epidemia permitiera levantar la prohibición impuesta (la epidemia en Madrid se daría por finalizada el 30 de septiembre). En la fecha acordada, el 15 de agosto de 1885, la obra se inauguró, pero no hubo vaquilla. El Diario Oficial de Avisos de Madrid se hace eco del fin del proyecto. Igualmente, en el periódico El Globo, en su edición del 14/08/1885 se informa de la inauguración de esta traída de aguas, apareciendo también en la edición del 15 de agosto del periódico La República. 5. La reparación de la traída de aguas en el cambio de siglo Como acabamos de ver, la obra de captación y traída de aguas desde los manantiales de El Robledo se hizo con prisas, se hizo mal. En apenas dos meses se construyó el sistema de atarjeas, el depósito y las arquetas desde El Robledo hasta la fuente del caño. Y, por lo que dicen las actas de los plenos municipales de años posteriores, esta valiosa infraestructura estaba mal hecha y perdía agua. No habían transcurrido 15 años cuando las actas de las reuniones del Ayuntamiento, concretamente la del 12/08/1899, abordan la reparación de toda la traída de aguas desde El Robledo hasta la fuente pública. En esa y otras reuniones posteriores se acuerda la adquisición de 12 pilas para 12 arquetas y se encarga de la obra al gremio de sacadores de piedra (canteros) de Moralzarzal. Por lo tanto, una parte de la obra que hoy conocemos es de 1885: los pozos, atarjeas y depósitos de El Robledo y el frontispicio de la fuente. La red de arquetas desde el depósito de El Robledo hasta el pueblo sería una sustitución y reparación posterior, llevada a cabo en el año 1900. En el Archivo Municipal se encuentra el contrato firmado entre el Ayuntamiento y el gremio de sacadores de piedra de Moralzarzal, fechado el día 02/09/1899. En dicho contrato se fijan las condiciones que han de servir de base a la construcción de doce pilas necesarias para sustituir a las arquetas de la conducción desde El Robledo. La Corporación municipal consideró que para llevar a efecto la construcción de las pilas no era conveniente la subasta, fundándose en la experiencia anterior y el mal resultado que ofrecían la ejecución de los trabajos por contrata, donde el contratista buscaba su beneficio y ejecutar el trabajo al menor coste posible. Además, dado que una parte importante del pueblo se dedicaba a la saca de 15


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piedra y su labranza, y careciendo de trabajo, esta solución podía remediar la situación de varias familias, distribuyéndose el trabajo equitativamente. Sentadas estas premisas, quedó determinado que la construcción de las pilas se contrataría con los vecinos sacadores de piedra, para que entre ellos se distribuyeran el trabajo en la forma que ellos consideraran conveniente. El Ayuntamiento fijó, eso sí, las condiciones técnicas de la ejecución de los trabajos. Así, cada pila consistirá en un cuadrado de piedra, que: “deberá sacarse a ser posible en el sitio de Robledo, de un metro doce centímetros de longitud por uno doce de latitud y noventa centímetros de altura, sacadas bien a escuadra o de la forma llamada exenta, apiconándola con arreglo a arte hecho este cuadro se abrirá en su centro el vaciado de la pila que habrá de tener ochenta centímetros de longitud por ochenta de latitud y sesenta de profundidad, también a escuadra bien apiconada con arreglo a arte y sin roturas ni imperfecciones de ninguna clase. Y que el precio que se fija para cada una de estas pilas es el de cien pesetas que se pagarán en dos plazos iguales; el primero cuando el sacador tenga cortado el canto que haya de servir de base para la pila, y el segundo cuando ésta haya sido recibida como buena en el sitio donde haya de ser colocada, siendo de cuenta del sacador también hacer los canales que una vez colocadas las pilas en su sitio han de ser necesarios para enchufe de los tubos.” También en ese mismo periodo, y en las mismas sesiones del consistorio municipal donde se decidía la reparación de las arquetas, se abordó la reparación de algunos tramos de tubería de esta infraestructura. En la sesión del 12/08/1899, y ante los 3 presupuestos presentados, se elige la oferta más económica, la de Ortiz de Zárate. En el acta de la junta del día 26 de ese mismo mes, se trató de la rebaja de un 2% de los setecientos metros de tubería, puestos en la estación de tren de Villalba. Durante todo el siglo XX las actas de los plenos municipales recogen las sucesivas reparaciones de esta obra hidráulica. Así, en la sesión del 20/12/1912, se trata de la liquidación con el fontanero D. Pedro Zorra por la recomposición de tubos de plomo de esta infraestructura, por un importe de 1.114,40 pesetas. Una década después, en el acta de la sesión del 12/08/1922, el consistorio aborda la revisión de la conducción de aguas del Robledo y otros trabajos de la acometida de aguas de las dos infraestructuras que suministran agua a la ahora conocida fuente de los “Cuatro Caños”: los caños “viejos” de la fuente de 1817, y los dos caños “nuevos” de la recién inaugurada fuente de 1885.

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Figuras 9 y 10: Depósito general donde acaba el sistema de atarjeas en El Robledo.

Aunque se construirán nuevas infraestructuras de abastecimiento en 1925 (manantial de Matarrubia) y 1928 (manantiales de El Valle), el sistema hidráulico de los manantiales de El Robledo será la principal fuente de suministro de agua de la primera mitad del siglo XX. En 1914, en una Junta celebrada en el Ayuntamiento el día 16 de agosto, se dio cuenta de los resultados de un estudio sobre la cantidad y calidad del agua de las tres fuentes del pueblo: El Robledo (fuente nueva), Caño Viejo (Pilón de Julián de Fuentes) y Fuente de la Salud. La fuente “nueva” tenía una producción diaria de 122.688 litros; la segunda, el caño viejo, 15.888 litros; y de la tercera, la Fuente de la Salud, 4.896 litros. El caudal total disponible era de 143.472 litros al día, pero el 85,5% de esta cantidad procedía del sistema hidráulico de El Robledo. Desconocemos si estos datos proceden de la media obtenida a partir de varios muestreos a lo largo del año o serie de años. En cualquier caso, y teniendo en cuenta un censo de 810 habitantes en 1914, el estudio ofrece la nada despreciable cifra de 177,23 litros de agua por habitante y día.

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Figuras 11 - 22: Conjunto de arquetas del sistema hidráulico de El Robledo. Las primeras imágenes (arriba a la izquierda) son de las arquetas en El Robledo; y las últimas (abajo derecha), en las proximidades del núcleo urbano de Moralzarzal.

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6. La “prestación vecinal”, clave para la obra y el mantenimiento de los sistemas hidráulicos en Moralzarzal En este trabajo de investigación se ha constatado la existencia en Moralzarzal de un sistema de organización vecinal en pro del bien que resultó determinante para la construcción de esta infraestructura. Esta práctica social, posiblemente anterior al siglo XIX, es una expresión cultural del sentido de comunidad de estas sociedades rurales. En las actas de los plenos y Juntas vecinales de Moralzarzal del 14/07/1883 y 04/10/1884 aparece el término “prestación vecinal” así como la necesidad de formar brigadas de vecinos para llevar a cabo parte de los trabajos de esta infraestructura. La prestación vecinal (llamada “hacenderas” en Segovia) es una forma antiquísima de trabajo en común que tiene su equivalente en multitud de sociedades europeas medievales y modernas. Es el ayuntamiento o la simple reunión de vecinos el que determina cuándo y por quiénes ha de efectuarse la prestación, de carácter gratuito y en servicio de los intereses comunes. En la multitud de expresiones en el medio rural español, esta prestación vecinal se ejerce principalmente para la apertura y mantenimiento de caminos vecinales, limpieza de caceras, construcción de edificios públicos, para la ayuda en caso de necesidad de uno de los vecinos, etc. Gracias a este sistema de trabajo comunitario se hizo posible la traída de aguas desde El Robledo, cuando los vecinos de Moralzarzal formaron brigadas en el invierno y la primavera de 1885 para cavar zanjas y pozos. En el caso de Moralzarzal, hemos constatado que la prestación vecinal fue ampliamente utilizada en la construcción y mantenimiento de los sistemas de abastecimiento de agua. La tradición oral señala que la canalización del manantial de Matarrubia hasta la fuente de igual nombre fue construida por los vecinos en 1925. Y que, tras la construcción de la traída de agua desde los manantiales de El Valle, en 1928, la población de Moralzarzal colaboró periódicamente en el mantenimiento de estas canalizaciones de uso común. Durante muchas décadas del siglo XX funcionaron este tipo de prestaciones, labores o peonadas comunitarias, las cuales eran asignadas por el Ayuntamiento a personas o familias. Estas tareas consistían en la limpieza o reparación de calles y otros trabajos para la comunidad, siendo conocidos como jornales gratuitos. El que por la razón que fuere no podía realizar estos trabajos comunitarios, debía de pagar un jornal a aquella persona que hiciera el trabajo en su lugar. La tradición de la prestación vecinal ha sido recientemente recuperada en Moralzarzal, ahora bajo el más moderno epígrafe de “voluntariado ambiental” dirigido por un colectivo de personas que han constituido una asociación de amigos de las fuentes. Este colectivo, además de recuperar elementos del paisaje del agua en los montes de propiedad municipal, promocionan el

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apadrinamiento de fuentes y manantiales para su mantenimiento y limpieza periódica. Precisamente, y como resultado de la recuperación de estos trabajos comunitarios por parte de un grupo de vecinos de Moralzarzal, y con la colaboración del Ayuntamiento, en marzo de 2019 el sistema hidráulico del Robledo volvió a funcionar y las aguas de El Robledo vuelven a manar de nuevo por los caños nuevos inaugurados en 1885.

Figura 23: El agua brota de nuevo en la fuente hoy conocida como de los Cuatro Caños, superposición de la fuente y pilón de 1817 (caños viejos) y la fuente inaugurada en 1885 (caños nuevos).

7. Conclusión A lo largo de esta investigación se ha puesto de manifiesto el interés y la importancia patrimonial de este sistema hidráulico como elemento representativo de los paisajes del agua y las obras de abastecimiento de agua en el mundo rural durante el siglo XIX. Este viaje del agua supuso un salto cualitativo en la vida de Moralzarzal, mejoró la cantidad y calidad del suministro de agua potable mejorando la salubridad de la población y contribuyendo al desarrollo económico del pueblo durante las últimas décadas del siglo XIX y gran parte del siglo XX. Esta modernización del abastecimiento de agua se realizó a través de un sistema de captaciones subterráneas, pozos, y un canal o atarjea de bóvedas adinteladas de lajas de granito. Tras la captación y la secuencia de arquetas que funcionaban como areneros o tanques de sedimentación, el sistema confluía en un depósito desde el que una tubería de hierro fundido enterrada llevaba el agua hasta la principal fuente del pueblo en un viaje de 1600 metros de longitud.

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De la investigación llevada a cabo hasta la fecha, y sin que se pueda descartar nuevos descubrimientos, el sistema hidráulico consta de 5 pozos, 350 metros de atarjeas, 12 grandes arquetas y 1600 metros de tubería de hierro enterrada. La superposición de actuaciones constructivas en la zona de El Robledo introduce dudas sobre la obra ejecutada en 1885, aunque este trabajo supone una primera aproximación a su estructura y funcionamiento. Las vicisitudes vividas en el pueblo en torno a la construcción de esta infraestructura y el contexto histórico en el que se produce es también un legado que recuerda la mediterraneidad del clima en el que se ubica el municipio y las consecuencias derivadas de la periodicidad de los ciclos de sequía. Este elemento del patrimonio histórico y cultural de Moralzarzal representa uno de los mejores elementos del paisaje de agua de la localidad y es un digno representante del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos de Moralzarzal, catálogo aprobado en 2017. También, al referirnos de manera conjunta al patrimonio material (la infraestructura hidráulica) como inmaterial (la prestación vecinal), queremos defender un legado que forma también parte del paisaje cultural del agua que merece ser conocido y conservado.

Figuras 24-26: Diversos problemas de conservación en las atarjeas del sistema hidráulico de El Robledo. Destrucción de la atarjea en algunos puntos con pérdida y desplazamiento de las losas de cubierta, hundimiento por paso de vehículos, etc.

Dada su relevancia a nivel local y regional, son necesarios estudios descriptivos de detalle por parte de personal especializado, así como el establecimiento de un perímetro de protección que evite su deterioro, en especial durante trabajos de gestión forestal con uso de maquinaría. Así mismo, son necesarios trabajos de conservación y recuperación de 21


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elementos dañados y/o perdidos, en especial en el entorno de El Robledo. La realización de proyectos de excavación arqueológica y recuperación de elementos dañados a través de la participación vecinal sería una forma de retomar el interés colectivo por esta obra. Por último, el buen estado general de esta infraestructura permite disponer de un recurso arqueológico de interés educativo y turístico a nivel regional, por lo que sugerimos una valoración de su potencial uso educativo a través de la musealización de la zona de El Robledo, señalización, paneles explicativos, visitas guiadas, etc. 8. Bibliografía: Argea Consultores S.L. Recursos Patrimoniales de Moralzarzal. Ayuntamiento de Moralzarzal. 2017 CEDEX. Catálogo y Publicación sobre Sequías Históricas. Elaboración y mantenimiento de un sistema de indicadores hidrológicos y estudios para la identificación y caracterización de sequías. Ministerio de Fomento y Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. 2013. Díaz Simón, Luis. 2014. El cólera de 1885 en Madrid: catástrofe sanitaria y conflicto social en la ciudad epidemiada. En Veinticinco años después. Avances en la Historia Social y Económica de Madrid. Ediciones Universidad Autónoma de Madrid, 2014. Fernández Zarza, Laura. 2017. La gestión del agua en España: Un repaso a la historia. Blog de iAgua. https://www.iagua.es/blogs/laura-f-zarza/gestion-agua-espana-repasohistoria .Última consulta 4 de mayo de 2019 Instituto Geológico y Minero de España (IGME). 1991. Mapa Geológico de España, escala 1:50.000, Hoja 508, Cercedilla. Ministerio de Educación y Ciencia. Reedición de 2006. López Hurtado, Antonio y Soto Caba, Miguel Ángel. Moralzarzal, crónicas del agua. Ayuntamiento de Moralzarzal. 2019. (en imprenta) López Vera, F. y López-Camacho, B., 2017. Abastecimiento histórico de agua al monasterio de El Paular: un qanat en la Sierra del Guadarrama (Madrid, España). Boletín Geológico y Minero, 128 (1): 193-206 ISSN: 0366-0176 DOI: 10.21701/bolgeomin.128.1.011. http://www.igme.es/Boletin/2017/128_1/BGM_1281_Art-11.pdf Mapa del término municipal de Moralzarzal, escala 1:25.000, elaborado en 1875 por los topógrafos Santiago Sanz, José Migueli y Rafael Villalba, y firmado por el oficial del 1º Cuerpo de Topógrafos Lorenzo López. Archivo Topográfico de Madrid.

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