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Chicago Ante la Ofensiva Migratoria

Por Nancy Gutiérrez Herrera

Luces y sombras frente a una tormenta que se avecina con toda su furia... Chicago debe permanecer de pie; su naturaleza es “como una flor en el desierto”. Se ha caracterizado como una de las ciudades santuario más emblemáticas de los Estados Unidos de América.

Este “México del Norte” es un sincretismo mágico y poderoso para quienes sí viven el sueño americano aún entre tensión y destierro dejando lo mejor de su vida en esta tierra.

Su misión y paso firme se remonta a 1985, cuando el alcalde Harold Washington emitió una orden ejecutiva prohibiendo que empleados de la Ciudad hicieran cumplir leyes federales de inmigración o interrogaran a personas por su estatus migratorio al acceder a servicios sociales.

Fue en la ciudad de los vientos que el 10 de marzo del 2006 un gigante despertó y marchó en sus calles visibilizando el poder migrante frente la injusta criminalización del libre tránsito por el mundo… al menos por este pedacito de mundo con el que sueñan muchos americanos.

Con el tiempo, esta política se fue formalizando y justo en 2006 se aprobó la ordenanza “Welcoming City”, que estableció por ley la prohibición de que agencias locales cooperen con operaciones federales de inmigración en muchos casos.

En 2012, bajo el alcalde Rahm Emanuel, se rechazaron intentos de debilitar esas protecciones, aunque se incluyeron algunas excepciones para casos de delitos graves; también Illinois aprobó leyes como la TRUST Act, que limita la colaboración de agencias locales con ICE.

Así se ha construido la identidad de Chicago, una ciudad que se ha enriquecido recibiendo el talento y virtudes de inmigrantes, protegiendo el acceso a servicios, al sistema educativo, de salud y al libre tránsito, con menor temor a que la policía local colabore con deportaciones. Esa tradición ha sido sostenida por organizaciones civiles, iglesias, redes de apoyo comunitario, y activismo ciudadano, que históricamente han protestado cualquier intento de represión migratoria.

 

UN INFAME PRESENTE LLEGÓ

En contraste hay una tensión asfixiante entre lo que dicta la consciencia y lo que mandata la administración del presidente Donald Trump; esta secuencia imparable de políticas y arteros operativos federales dirigidos a intensificar las deportaciones, reducir protecciones legales y penalizar gravemente a inmigrantes indocumentados...

Frente a eso la esperanza se alimenta de una implacable reacción social, legal y política, con defensores de derechos humanos denunciando transgresiones graves, resistiendo, y abriendo la puerta a replantearse si estamos también frente a un escenario que deje avanzar crímenes de Estado.

También los tribunales entraron a la ofensiva. Por ejemplo, el Departamento de Justicia demandó a Illinois y Chicago alegando que sus leyes santuario interfieren con las autoridades federales, pero un juez federal desestimó la demanda, sosteniendo que las leyes locales están protegidas bajo la Enmienda X de la Constitución de EE.UU. (que reserva al Estado poderes no delegados al gobierno federal).

Si bien las políticas de la actual administración chocan ante un escenario de derechos humanos con sus deportaciones sin audiencias judiciales propicias, con notificaciones insuficientes, podrían violar el derecho constitucional a un juicio justo y así como estándares internacionales como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Hoy la zozobra persigue de día y de noche; derechos fundamentales al libre tránsito, al trabajo, a la educación, a la salud se vienen abajo; ahora las políticas desalientan a inmigrantes a que denuncien crímenes, accedan a servicios básicos o transiten libremente por temor a detención y se les está negando derechos que en muchos casos constitucionales y humanos les deberían corresponder.

 

LAS PESADILLAS AMERICANAS

Es momento de sujetar el corazón en una mano y a los migrantes en la otra. La realidad social en Estados Unidos vive una transformación estructural; las perspectivas contra el trato cruel o inhumano, las detenciones en condiciones degradantes, las pavorosas separaciónes de familias, los seres humanos en jaulas entre otras arbitrariedades.

El terror frente al sistema no debe normalizarse; se deben poner por delante los sentidos comunes a todos los seres humanos y pensarnos en un escenario que fortalece a ambas naciones; una de origen y otra de destino. El destino inexorable de una nación como Estados Unidos con toda su riqueza, bonanza y crisol cultural del mundo.

El reto para Chicago, sus habitantes y sus inmigrantes de décadas y para las organizaciones y activistas es, por un lado, resistir legalmente: A través de cortes, demandas, leyes estatales y municipales que protejan a la población migrante, y por otro, visibilizar ante la opinión pública nacional e internacional las posibles violaciones como lo que son los no simples abusos circunstanciales, sino parte de una tendencia que  si no se frenan, se denuncian y se sancionan colocan en la antesala de un lo que puede consumarse como un crimen de estado en una ciudad santuario.

¡Que su naturaleza permanezca!

  • Nancy Gutiérrez Herrera, es Académica de la FESC UNAM. Directora de la Comunidad Internacional de Ética y Responsabilidad Social, CIERS. Coord. UNAMos Manos por la Responsabilidad Social Universitaria.* Nancy Gutiérrez Herrera, es Académica de la FESC UNAM. Directora de la Comunidad Internacional de Ética y Responsabilidad Social, CIERS. Coord. UNAMos Manos por la Responsabilidad Social Universitaria.

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