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Migrantes Mexicanos y Fiestas Patrias: ¿Hay Lugar para ser Mexicano?

Por Bryan Eduardo Rivera Villalobos

El 15 y 16 de septiembre se presentan como fechas importantes para los mexicanos, pues, pese a todos lo bemoles históricos, son días que recuerdan el hecho de la independencia, donde México deja de ser colonia de España para transitar a la libertad, pero ¿qué significan estas fechas para los migrantes mexicanos que se encuentran en Estados Unidos, donde las persecuciones para deportarlos son constantes y donde el goce de la libertad se convierte en una tarea imposible?

En México se reconoce a septiembre como el mes patrio, esto en cuanto el día 15 y 16 inician las revueltas dirigidas por Miguel Hidalgo que, según los discursos hegemónicos, eran a favor de la liberación del pueblo mexicano. Esta visión fechada de la Historia, así como los discursos tradicionales deben cuestionarse, pues es, como señala Enrique Semo (1992)[1], un hecho que las revueltas a favor de la independencia ocurrían con cierta frecuencia y muchas eran encabezadas por pueblos indígenas. Además, cuando Hidalgo dice muera el mal gobierno, ¡se refería al gobierno napoleónico!

Los discursos emitidos en la cultura mexicana han propuesto a Miguel Hidalgo, Josefa Ortiz y otros personajes, como los Padres de la Patria, de la revolución de independencia, donde sus figuras remiten a la idea del poderío individual, donde otros nombres no se hacen presentes, o al menos no con tanta frecuencia y peso, donde se omite el pasado y la tesitura política de 1810, pero es a través de estos mismos procesos como se ha ido generando la idea de la identidad y el orgullo mexicano.

El mexicano reconoce a sus héroes de la independencia. Desde niños se nos enseña a rendir homenaje a los Símbolos Patrios. Se ha vuelto tradición y costumbre hacer fiestas el 15 y 16 de septiembre, en razón de celebrar la independencia del pueblo mexicano, las fiestas, las comidas, los bailes, el grito de independencia replicado por los presidentes municipales, gobernadores estatales y el Presidente (en este año presidenta) de México.

Son ritos importantes para el pueblo mexicano, pues le otorgan identidad, reconociendo que después de 300 años de esclavismo (desde finales el siglo XVI hasta inicios del XIX) el mexicano tiene la posibilidad de gozar, en cierta medida, de libertad. La libertad se presenta como el eje principal de los discursos de independencia. Pareciera que no importa el pasado, el futuro o los personajes históricos que señalamos como “padres de la patria”, sino la libertad en sí misma.

Los migrantes mexicanos no pueden desvincularse de estos procesos… son parte del pueblo, parte de México y su identidad ha sido construida bajo estos procesos;

sin embargo, ahora se encuentran lejos de su tierra, de su patria y están siendo perseguidos por un gobierno que los desprecia, los minimiza pese a su importancia en el desarrollo económico estadounidense. Frente a los escenarios de violencia y agresión, los migrantes han recurrido a ejercicios de ocultación; no pueden salir con libertad en un país que les desprecia y persigue, no sólo tienen que ocultar su acento, sino su presencia.

Pareciera que frente a todos los problemas que enfrentan los migrantes mexicanos, el menor de ellos es celebrar la Independencia de México y reconocerse como parte de su pueblo, sin embargo, ésta es una forma de despersonificación, de ejercicio de poder, de erradicación de la identidad. Las condiciones de la época moderna han dejado en la miseria al migrante, le han obligado a desplazarse a la nación con el gobierno más capitalista y xenófobo; ahora, bajo el régimen de Trump, la propia identidad se ve amenazada, pues algo tan representativo como las fiestas patrias no se puede celebrar en Estados Unidos de América., pues representa una carta directa para ser perseguidos, deportados, de perder lo poco que se tiene.

Así la idea de la libertad desaparece completamente, el migrante no es libre, es preso de las condiciones del mundo moderno, perseguido por un gobierno que les degrada la condición de ser seres humanos, no es un nuevo proceso de esclavitud, pues al esclavo se le reconoce como propiedad, parece que ahora la condición del migrante es la de población desechada por las crisis y las contradicciones del modelo capitalista, del gobierno estadounidense. Septiembre parece no ser más el mes patrio para el migrante, pues ¿qué patria, que nación abandona a sus hijos, a sus hermanos, a su pueblo?

  • [1] Véase Semo, E. (1992) México un pueblo en la historia T. 2. Ed. Fondo de Cultura Económica.

  •  Bryan Eduardo Rivera Villalobos: Profesor Universitario maestrante en Gestión y Políticas Metropolitanas en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Investigador social de laceraciones sociales e idealidad económica, además de la construcción de paralelismos políticos e ideológicos y de dispositivos digitales como sujeción cultural en los jóvenes del siglo XXI.

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