Terapia inhalada. Teoría y práctica

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TERAPIA INHALADA. TEORÍA Y PRÁCTICA

sa, la solución de tobramicina para nebulizador18, el colistimetato de sodio y la solución de aztreonam para inhalación20. Se están investigando otros antibióticos nebulizados, también para pacientes con FQ e infección broncopulmonar crónica por P. aeruginosa, como ceftazidima, imipenem, ciprofloxacino, levofloxacino, tobramicina con fosfomicina y amikacina liposomal. Pronto estarán disponibles en el mercado antibióticos inhalados en polvo seco (tobramicina y, posiblemente, colistimetato de sodio) que facilitarán el cumplimiento del tratamiento por parte de los pacientes. Excepcionalmente, se han empleado otros antibióticos por vía nebulizada para controlar la infección por otros microorganismos diferentes a P. aeruginosa, pero no hay estudios amplios y concluyentes al respecto y son casos referidos en la literatura médica en forma de cartas al director o notas clínicas21,22. En los pacientes en los que, por cualquier causa, no pueda administrarse la tobramicina o el colistimetato de sodio, que son los antibióticos de primera elección para la infección bronquial crónica por P. aeruginosa, puede considerarse el uso de las preparaciones endovenosas, tales como tobramicina, gentamicina, ceftazidima, etc., que deben ser lo más isotónicas posibles. Aunque hay pocos estudios que demuestren su eficacia y seguridad, se han usado durante décadas en pacientes con FQ, con buenos resultados y muy pocos efectos adversos reportados. Dado que la solución de tobramicina para nebulizador se administra en periodos intermitentes de 28 días, hay que valorar si los pacientes con una infección bronquial de difícil control pueden requerir otro antibiótico, oral o inhalado, durante los periodos de descanso, lo que suele ser frecuente, especialmente en los pacientes con una afectación pulmonar más grave. La pauta y el tiempo de administración (habitualmente meses o años) dependen del control de la infección, que se basa principalmente en la obtención y el mantenimiento de un esputo lo más mucoso posible y en la disminución de las agudizaciones. Cabe destacar que, tal y como ocurre en otras patologías como la EPOC, el FEV1 no debe ser el único parámetro para medir la respuesta a un tratamiento determinado. Además de la purulencia del esputo y del número de exacerbaciones, otros parámetros, tales como el número de días de hospitalización, el número de días de consumo de antibióticos intravenosos u orales o la calidad de vida del paciente, pueden ser igual o más válidos que el FEV1 para ratificar la eficacia o no de un tratamiento determinado en las infecciones broncopulmonares crónicas. El tratamiento debería suspenderse si no ha sido efectivo o los efectos secundarios son inaceptables. Si el tratamiento ha sido eficaz y bien tolerado podría mantenerse durante años o bien valorar su retirada, reintroduciéndolo de nuevo si hay un empeoramiento del paciente.

2.2.3.2. Efectos adversos e inconvenientes de los antibióticos inhalados En general, los antibióticos nebulizados se toleran bien. Los efectos secundarios suelen ser locales (mal sabor de boca, tos, disnea, broncoespasmo, dolor de garganta...), con frecuencia transitorios y pocas veces obligan a la retirada del fármaco. La causa más frecuente de la suspensión del tratamiento es el broncoespasmo, que no suele ser grave nunca. El broncoespasmo es más frecuente (10-20% de los pacien- 42 -


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