Primera parte. Historia de la Neumología y la Cirugía Torácica Españolas

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Las enfermedades respiratorias en la historia del arte español

las enfermedades respiratorias en esta época, en pleno siglo XIX. Al parecer también fue de enorme importancia a este respecto la utilización del corsé: "De cada 100 chicas que llevan corsé 25 sufren enfermedades del pecho..." (16). Fue en Francia, con la restauración borbónica, cuando "vuelven a bajar las faldas y vuelve toda la máquina de la corsetería a torturar el vulnerable cuerpo femenino. Corsés y crinolines rivalizan en su poder aplanador" (16). Volvían los antiguos miriñaques o rígidas armaduras de hierro, que obviaban los preceptos higiénicos. Y se acompañaban indefectiblemente del corsé, para conseguir un talle de avispa: "los corsés afinan el busto hasta la pérdida de la respiración y, no contentos con favorecer la tuberculosis, siguen su estricto camino más allá de la cintura..." (16). En 1862 el "Manuel de l´homme et de la femme comme-il-faut", de Eugène Chapus (1862, París) decía lo siguiente: "una mujer en corsé es una mentira, una ficción, pero para nosotros esta ficción es mejor que la realidad" (16). La segunda mitad del siglo XIX oscilaría entre las mujeres encorsetadas de los salones y las vitales muchachas del "can-can" y, como señala Lola Gavarrón, "Koch, al descubrir en 1882 el bacilo de la tuberculosis, respiró aliviado. Ya podían decir oficialmente de qué morían las damitas, románticas o no, con camelias o sin ellas. Aquel aire pálido, enfermizo, interesante, que cultivaban las señoras con fervor y que daba con sus huesitos en la tumba a tempranas edades, tenía por fin un nombre. Apolilladas en sus casas, sometidas a draconianas dietas de adelgazamiento, para poder "entrar" en los corsés, con una alimentación tercermundista y ceñidas de la cabeza a los pies, las damas de mediados de siglo, en plena época de profundos cambios sociales, no eran más que una ilusión. Con la llegada del "can-can", sin embargo, se reencontraba uno con las mujeres, volvía el color a las mejillas, se veían bullir piernas y cabezas..." (16). En este contexto, en la segunda mitad del siglo XIX, y gracias a la perspicacia de un médico austriaco, Leopoldo Auenbrugger (1722-1809) la medicina clínica dio un paso de gigante. Con él nacía la percusión en la exploración física. Fue el inicio de una etapa extraordinaria de la medicina interna, caracterizada por la búsqueda y el perfeccionamiento de las técnicas exploratorias, lo que culminaría, algunos años más tarde, con el descubrimiento de la auscultación mediata del tórax por Renè-Theòphile-Hyacinthe Laënnec (1781-1826). La gran aportación de Laënnec al estudio de las enfermedades respiratorias fue el invento del estetoscopio, palabra que literalmente significa "ver en el tórax". Laënnec publicó, además, el "Tratado de la auscultación mediata" (1819) libro en el que efectuaba la primera reseña anatómico-clínica de la tuberculosis y en el que describía los ruidos que escuchaba. A partir de aquel momento la medicina tenía oído. Con todo, no debe olvidarse que, aunque la tuberculosis acompaña al hombre desde su prehistoria, fue en el siglo XIX y en los principios del siglo XX cuando adquirió características de auténtica epidemia. Durante algún tiempo los clínicos mantuvieron posiciones extremas frente al problema del origen de la tuberculosis. Todavía existían enormes dudas sobre este asunto. Muchos la consideraban hereditaria, otros contagiosa. Laënnec no creía que se tratase de una enfermedad debida al contagio, sino que la achacaba a pasiones largas y tristes, cuando no profundas. Quedaba preparado el terreno para nuevas investigaciones. El paso más decisivo lo dio Robert Koch (1843-1910), quien logró descubrir, siguiendo los trabajos de Villemin, el germen causante de la infección. Gran parte de estas actitudes y avances médicos pueden verse reflejados en el cuadro de Luis Jiménez Aranda "La visita al hospital" (1889, Museo del Prado de Madrid, depositado en el Museo de Bellas Artes de Sevilla), que presenta el tema de los centros hospitalarios y de la actividad médica de la auscultación (Figura 11). La atención a los enfermos en los hospita-

Figura 11. Detalle de "La visita al hospital" (1889), de Luis Jiménez Aranda, cuadro perteneciente al Museo del Prado de Madrid, depositado en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, en el que se hace referencia a la atención médica en los hospitales y, además, a la auscultación inmediata.

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