Monografía 2 bronquiectasias

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E. García Castillo, T. Alonso Pérez, R.M. Girón Moreno

Tratamiento antibiótico en la infección bronquial crónica El tratamiento en la infección bronquial crónica se fundamenta en la administración prolongada de antibiótico y el drenaje de secreciones que rompan el círculo patogénico de infección-inflamación. La elección del antibiótico depende del microorganismo causante de la infección y de su antibiograma, mientras que la pauta y el tiempo de administración del mismo va a variar en función del control de la infección. La vía de administración puede ser oral o inhalada, utilizándose esta última en aquellos casos en los que no se consiga respuesta clínica o aparezcan efectos secundarios y en las infecciones por P. aeruginosa u otros microorganismos resistentes. Cuando la erradicación no es posible, el uso de los antibióticos en aerosol constituye la vía más idónea. Estos consiguen altas concentraciones en el lugar de la infección con una absorción sistémica reducida y menos efectos secundarios, permitiendo su utilización durante periodos prolongados. La mayoría de los estudios con antibióticos nebulizados en BQ no FQ, incluyen un número reducido de pacientes, muestran una peor tolerancia y resultados no tan positivos como en la FQ, probablemente por la heterogeneidad de la población incluida39. Los primeros trabajos con antibióticos inhalados en pacientes con BQ e infección bronquial crónica datan de los años 40 y se llevaron a cabo con penicilina y estreptomicina en formulación intravenosa40. A finales de los años 80, en varios estudios realizados con β-lactámicos en formulación endovenosa, se objetivó una reducción de la purulencia y volumen del esputo así como una mejoría en los parámetros inflamatorios41. Posteriormente, se desarrollaron las formulaciones específicas para inhalación. Existen varios trabajos con tobramicina en solución (300 mg/12 horas en pauta de 28 días y 28 de descanso) que muestran mejoría clínica, erradicación o disminución de la carga de P. aeruginosa y, en algunos casos, reducción del

número de hospitalizaciones42-45. Con colistina existe una amplia experiencia clínica en los pacientes con FQ, pero los trabajos publicados en BQ no FQ, son menores46-48. El estudio más relevante, publicado en 2014, en 73 pacientes que recibían 1 millón UI/12 horas de colistina continua con el dispositivo Ineb®, que permite ahorrar la dosis a la mitad, frente a 71 enfermos con placebo durante 26 semanas. Colistina mostró una reducción de la densidad de P. aeruginosa, mejoría CVRS y, en el grupo de enfermos que cumplieron al menos el 80% del tratamiento, un mayor tiempo hasta la siguiente exacerbación49. Otro trabajo con la formulación intravenosa de gentamicina50 incluyó pacientes con infección bronquial crónica por distintas bacterias con al menos dos exacerbaciones en el año previo y FEV1 > 30%. Gentamicina mostró una reducción significativa de las exacerbaciones y una tasa elevada de erradicación bacteriana. La tolerancia al fármaco fue aceptable sin casos reportados de nefro ni ototoxicidad. Recientemente se han desarrollado dos ensayos clínicos con dos formulaciones de ciprofloxacino (liposomal y en polvo seco). El ensayo con ciprofloxacino en polvo seco51 demostró una disminución significativa de la carga bacteriana tras un periodo de tratamiento de 28 días, sin diferencias significativas en cuanto al número de exacerbaciones. El llevado a cabo con la formulación liposomal52 mostró excelentes resultados en cuanto a la reducción de la densidad de P. aeruginosa y también en el tiempo hasta la siguiente exacerbación. Estos resultados favorables no han sido reproducidos con otros antibióticos inhalados, como el aztreonam, quizás por el diseño del ensayo. Este fármaco, con gran eficacia y tolerabilidad en los pacientes con FQ, no ha demostrado beneficios similares en dos estudios recientes realizados en BQ no FQ, con un aumento de los efectos secundarios asociados53. Los principales estudios de antibioterapia inhalada en pacientes con BQ no debidas a FQ se recogen en la tabla 3.


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