Infecciones respiratorias
par, ameba apatógena e indistinguible morfológicamente de E. histolytica. En la actualidad ambas amebas se diferencian por zimodemas y hay una clara asociación entre los zimodemas (más de 22 patrones distintos) y la mayor o menor capacidad invasora de las cepas de E. histolytica. Se considera de distribución cosmopolita, aunque las cepas patógenas se encuentran fundamentalmente en América Latina, subcontinente indio y África. En áreas endémicas, el 50% de la población está infectada. Se estima que hay 500 millones de infecciones por año y que la enfermedad causa entre 40.000 y 100.000 muertes anuales. Las personas con mayor riesgo de padecer una amebosis son las que viven en zonas endémicas deprimidas, con bajo nivel higiénico-sanitario, y las que viajan a estos países. El reservorio es humano y la transmisión es feco-oral directa o a través del agua, alimentos o fómites contaminados. La transmisión sexual también ocurre, especialmente entre los homosexuales masculinos. 2.1.2. Clínica
El período de incubación es un mínimo de siete días, pero puede ser de semanas o meses. En el 90% de los casos la infección es asintomática. A nivel intestinal, si no es invasora, los síntomas son inespecíficos. En el 10% de las infecciones intestinales los trofozoítos invaden la mucosa o submucosa intestinal y pueden producir disentería y colitis, de inicio gradual, con o sin fiebre, que tiende a cronificarse, con mejorías y recrudescencias. Las complicaciones son perforación de la pared intestinal, colitis fulminante y más raramente ameboma. Las localizaciones extraintestinales son consecuencia de la diseminación hematógena del trofozoíto. Pueden ocurrir con o sin sintomatología intestinal previa. La localización extraintestinal más frecuente es la hepática seguida de la pulmonar, pericárdica y cerebral. Alrededor de un 5% de pacientes con clínica intestinal desarrolla un absceso hepático amebiano. 2.1.3. Manifestaciones respiratorias
El absceso amebiano pulmonar primario es raro, suele ser consecuencia de una ruptura de un absceso hepático a través del diafragma. La 940
clínica aparece después de la perforación del absceso hepático hacia el pulmón, pudiendo haber signos de irritación pleural con dolor, tos y derrame. La expectoración, inodora, puede tener un aspecto achocolatado característico (pasta de anchoa). El empiema es la principal complicación, con y sin fístula hepatobronquial, y se observa en aproximadamente un tercio de los abscesos pulmonares. En menos de un 50% de los casos existen antecedentes de disenteria. 2.1.4. Diagnóstico
Las pruebas de imagen son básicas para las localizaciones extraintestinales, aunque en ocasiones no son suficientes para descartar un absceso amebiano de uno bacteriano o de un quiste hidatídico. Aunque la aspiración del contenido del absceso puede ayudar en estas situaciones, en la hidatidosis, la punción no es aconsejable por el riesgo de diseminación. En el absceso amebiano sólo se aconseja drenar si es de más de 6 cm de diámetro por el riesgo de rotura. De ahí la importancia del diagnóstico diferencial. El diagnóstico definitivo se realiza por observación microscópica de los trofozoítos en el absceso y ocasionalmente en el esputo. El aspecto de «pasta de anchoa» del aspirado del absceso es bastante orientativo, pero sólo la observación de las amebas permite realizar el diagnóstico de certeza y éstas raramente se visualizan ya que la mayoría se encuentran en las paredes del absceso. Las pruebas serológicas son muy útiles para hacer un diagnóstico diferencial. Se emplean técnicas de inmunofluorescencia (IFI), enzimoinmunoensayo (EIA) o hemaglutinación indirecta (HAI). Son muy sensibles y específicas en localizaciones extraintestinales (95%). Los anticuerpos se detectan a partir de la primera semana del inicio de la enfermedad invasiva y pueden persistir alrededor de 10 años. En zonas endémicas, la serología, en persona con antecedentes de amebosis, no permite diferenciar una infección actual de una pasada. 2.2. Cryptosporidium 2.2.1. Epidemiología
Es un protozoo intracelular de localización intestinal y de distribución universal. El re-