Revista prevención del tabaquismo enero-marzo 2020

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Por el contrario, la industria tabaquera, sobre el uso de azúcares como aditivo concluyó que, aunque produce pequeños cambios en la composición del humo del cigarrillo, el añadir azúcar no cambia de forma relevante su actividad in vivo e in vitro(33). Igualmente, la industria indica que el añadir aditivos no aumenta la toxicidad del cigarrillo, pero esto hasta el momento no está demostrado(26). En este sentido, un grupo de trabajo internacional concluyó que los datos de toxicología disponibles para los aditivos del tabaco eran insuficientes para respaldar las afirmaciones de las empresas de que no aumentan la nocividad del humo del tabaco(34). Se ha destacado un posible efecto potenciador de los aditivos del tabaco en la prevalencia del hábito de fumar y, por tanto, en la prevalencia de enfermedades relacionadas con el tabaco: este aumento de la exposición podría dar lugar a un mayor riesgo(27). Se ha podido demostrar que más de 100 de los 600 aditivos de cigarrillos documentados tienen acciones farmacológicas que camuflan el olor ambiental del humo del tabaco, mejoran o mantienen la liberación de nicotina, podrían aumentar la adicción (bien por ser adictivos per se o bien porque favorecen y aumentan el consumo) y enmascarar los síntomas y enfermedades asociadas al consumo(28,37). Han sido descritas pautas y recomendaciones para desarrollar una estrategia reguladora para evaluar el papel y el impacto de los aditivos del tabaco(37). En 2014, la Unión Europea publicó la Directiva 2014/40/EU del Parlamento Europeo sobre la aproximación a las leyes, regulaciones y provisiones administrativas de los estados miembros sobre la manufactura, presentación y venta del tabaco y productos relacionados y que revocaba la Directiva 2001/37/EU(38). En dicha normativa se establece una notificación reforzada con una lista prioritaria de aditivos y la obligación de notificación. Se introduce un formato electrónico normalizado de notificación para ingredientes y emisiones, siendo obligatorio informar de las emisiones de nicotina, alquitrán y monóxido de carbono. Prevé, además, una prohibición de productos con una toxicidad y adictividad incrementadas, así como los productos con sabores característicos (vitaminas, cafeína, taurina, mentol...). Además, por lo que respecta a los cigarrillos y el tabaco para liar, los fabricantes o el importador deberán presentar un documento técnico en el que figure una descripción general de los aditivos utilizados y de sus propiedades(39-41). España traspuso con retraso dicha normativa.

EL PAPEL QUE ENVUELVE A LOS CIGARRILLOS Y LA TOXICIDAD

Uno de los factores que tiene un efecto significativo en la composición y rendimiento del cigarrillo es el tipo, la porosidad, el peso y la densidad del papel que envuelve al tabaco del cigarrillo(6). Utilizar un papel muy poroso tiene que ver con un aumento del aire que entra a través de la columna del cigarrillo, lo que sirve para diluir el humo de la corriente principal y aumentar la rapidez del quemado. Por ello, se acelera la difusión de ciertos componentes gaseosos (por ejemplo, CO, CO2, NO) a través del papel al medio ambiente durante la inhalación y la difusión de oxígeno de la columna del tabaco, lo que causa una combustión más rápida durante los intervalos de inhalación. También es verdad que un cigarrillo de alta porosidad contiene menos carcinógenos volátiles y nitrosaminas que un cigarrillo con baja porosidad(6). Es conocido que agregar ciertas sales y citratos al papel del cigarrillo reduce la velocidad de combustión, así como el rendimiento de tóxicos en el humo durante la inhalación(6). En 1993 se abogó por cigarrillos de baja propensión a la combustión, cigarrillos con las propiedades para quemarse modificadas (Fire Standard Compliant-FSC), lo que disminuía el riesgo de incendios(42). Para ello, se añaden al cigarrillo bandas circunferenciales de diferentes densidades, composiciones, anchura y separación a lo largo del cigarrillo y de esta manera pueden conseguirse cigarrillos FSC, ya que gracias a estas bandas los pitillos se apagarán cuando no son inhalados(42). Sin embargo, este enfoque significa que el fumador podría afrontar una exposición al humo diferente: los cambios en las propiedades de combustión del cigarrillo sugieren un cambio potencial en las características del humo del cigarrillo convencional. Werley y cols.(42) quisieron evaluar la toxicidad en un cigarrillo al añadir dichas bandas transversales. En general, los autores no encontraron diferencias de toxicidad entre los cigarrillos con bandas y sin ellas. En cambio, sí existieron diferencias por la cantidad de material de la banda, asociándose a un aumento de algunos metales medidos en el humo del tabaco. Otros estudios también han encontrado que el añadir bandas al cigarrillo no aumenta la toxicidad, ni la genotoxicidad y citoxicidad(43-45). Igualmente, en la manufactura de los cigarrillos se utilizan numerosos adhesivos, lo que podría afectar la toxicidad y su química. Coggins y cols.(46) llevaron a cabo un estudio para determinar si la inclusión en cigarrillos experimentales de tres adhesivos distintos (ethylene vinyl acetate, polyvinyl acetate y almidón) mo-

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