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Recortes de Prensa

Liceo espa単ol Luis Bu単uel N尊 0 Enero 2015

YO SOY CHARLIE


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Esta revista de prensa es un recurso didáctico del Departamento de Lengua castellana y Literatura del Liceo español Luis Buñuel de Neuilly-sur-Seine, dirigido a los alumnos de 1º y 2º de Bachillerato y enmarcado en el Plan para la mejora de la comprensión lectora y de fomento de la lectura puesto en marcha este curso académico. Su objetivo primordial es potenciar la mejora de la comprensión lectora en Bachillerato. Como se apunta en el Plan, su interés radica en que en este nivel educativo los alumnos deben dar el salto hacia el registro elaborado y culto en el uso de la lengua. Las especiales características lingüísticas de nuestro alumnado, debidas a la situación de bilingüismo o de multilingüismo en el que se realizan sus actividades académicas, así como de la utilización generalizada en su vida diaria del francés, provocan frecuentemente dificultades importantes para traspasar en español el umbral entre el nivel meramente comunicativo del uso lingüístico, y el nivel culto. Para ayudarles en dicha tarea se hace imprescindible aumentar su vocabulario, reforzar los modelos de construcción sintáctica en la redacción de los textos, y potenciar en la elaboración de los mismos el uso adecuado de marcadores y ordenadores del discurso. Para lograrlo, una vía útil es la lectura de textos en los que el alumno tenga que enfrentarse a una progresiva dificultad que le permita superar el reto de interpretar y construir mensajes de la complejidad y precisión que le exigirá su siguiente paso hacia estudios superiores. Una revista de prensa que recoja contenidos de carácter social, cultural, científico y artístico puede servir para el logro de esta meta. En español es una selección de artículos que sobre cualquiera de estos campos se publiquen en nuestro idioma. En las clases de Lengua castellana y literatura se orientarán las actividades que los alumnos habrán de hacer sobre los materiales escogidos. Estas tareas irán desde la mera lectura de los textos, al enunciado del tema o idea central de los mismos, a la redacción de resúmenes, o a la elaboración de comentarios críticos. ………………………… Los terribles acontecimientos de las primeras semanas de enero en París han marcado el regreso a las aulas tras las vacaciones navideñas. Numerosas voces del mundo de la comunicación y de la cultura en España han hecho oír su opinión en la prensa en relación con los atentados terroristas. No podríamos encontrar mejor contenido para iniciar con un número monográfico el camino que tenemos por delante con En español. Así pues, bajo el lema que ha recorrido estos días muchas ciudades del mundo, YO SOY CHARLIE, recogemos a continuación una pequeña muestra de los mensajes que, en español, se han lanzado en defensa de la libertad de expresión y en contra de la intolerancia.

El ROTO – EL PAÍS


En español En español En español En español En español En español En español EL ROTO

Seguiremos publicando El atentado cometido en París el miércoles 7 de enero contra Charlie Hebdo y el odioso asesinato de nuestros colegas, feroces defensores del pensamiento libre, no es solo un ataque contra la libertad de prensa y la libertad de opinión. Es además un ataque contra los valores fundamentales de nuestras sociedades democráticas europeas. Ya en los últimos meses, la libertad de pensar e informar estaba en el punto de mira, con la decapitación de otros periodistas, estadounidenses, europeos o de los países árabes, secuestrados y asesinados a manos de la organización Estado Islámico. El terrorismo, sea cual sea su ideología, rechaza la búsqueda de la verdad y no acepta la independencia de espíritu. El terrorismo islámico, aún más. Después de negarse a ceder a las amenazas por haber publicado, hace casi 10 años, unas caricaturas de Mahoma, la revista Charlie Hebdo no había cambiado ni un ápice su cultura de la irreverencia. Con el mismo ánimo, nosotros, los periódicos europeos que trabajamos juntos habitualmente dentro del grupo Europa, seguiremos dando vida a los valores de libertad e independencia que son el fundamento de nuestra identidad y que todos compartimos. Continuaremos informando, investigando, entrevistando, editorializando, publicando y dibujando sobre todos los temas que nos parezcan legítimos, en un espíritu de apertura, enriquecimiento intelectual y debate democrático. Se lo debemos a nuestros lectores. Se lo debemos a la memoria de todos nuestros colegas asesinados. Se lo debemos a Europa. Se lo debemos a la

democracia. “Nosotros no somos como ellos”, decía el escritor checoslovaco Vaclav Havel, opositor al totalitarismo que triunfó y se convirtió en presidente. Esa es nuestra fuerza. Editorial conjunto de los diarios Le Monde, The Guardian, Süddeutsche Zeitung, La Stampa, Gazeta Wyborcza y EL PAÍS.

“J e s u i s C h a r l i e H e b d o” Creo que lo que ha ocurrido en París en estos días es no sólo un hecho horrible que pone los pelos de punta por su crueldad y salvajismo sino también una escalada en lo que es el terror. Hasta ahora mataban personas, destruían instituciones, pero el asesinato de casi toda la redacción de Charlie Hebdo significa todavía algo más grave: querer que la cultura occidental, cuna de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, renuncie a ejercitar esos valores, que empiece a ejercitar la censura, poner límites a la libertad de expresión, establecer temas prohibidos, es decir, renunciar a uno de los principios más fundamentales de la cultura de la libertad: el derecho de crítica. Lo que pretenden con este asesinato colectivo de periodistas y caricaturistas es que Francia, Europa occidental, el mundo libre, renuncie a uno de los valores que son el fundamento de la civilización. No poder ejercer esa libertad de expresión que significa usar el humor de una

manera irreverente y crítica significaría pura y simplemente la desaparición de la libertad de expresión, es decir, de uno de los pilares de lo que es la cultura de la libertad. Creo que Occidente, Europa, el mundo libre deben tomar nota de que hay una guerra que tiene lugar en su propio territorio y que esa guerra debemos ganarla si no queremos que la barbarie reemplace a la civilización. Hay que actuar con firmeza, sin complejos de inferioridad frente a los que representan el fanatismo, pero también respetando rigurosamente la legalidad que es tan importante como la libertad. Uno de los riesgos más graves de este horrible ataque terrorista es que va a estimular la xenofobia a los partidos extremistas que son tan peligrosos para la democracia como los fanáticos islamistas. Este asesinato colectivo va a ganarles adherentes a organizaciones como el Frente Nacional y a todos los grupos y grupúsculos que quisieran destruir a Europa y retroceder a los

países europeos a la época de los nacionalismos intolerantes y xenófobos. Hay que hacer un esfuerzo para impedir que esto ocurra y que Europa sea destruida tanto por sus enemigos como por quienes pretenden defenderla a través de otras formas de intolerancia y fanatismo. Francia es un país que fue uno de los fundadores de la cultura de la libertad con la declaración de los derechos humanos que estableció constitucionalmente una libertad de expresión que sus ciudadanos, sus intelectuales y sus políticos han ejercitado de una manera ejemplar a lo largo de toda su historia. Por eso la tragedia que vive Francia en estos días es una tragedia que nos afecta a todas las mujeres y a todos los hombres libres de este mundo quienes debemos repetir como lo están haciendo millones de franceses todos los días: "Je suis Charlie Hebdo". MARIO VARGAS LLOSA EL PAÍS, 9 de enero de 2015


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“Je suis Ahmed” El policía asesinado durante la huida de los terroristas, de origen árabe, se convierte en un icono de la tragedia JAVIER LAFUENTE

El mensaje solidario de Je suis Charlie —Yo soy Charlie— se propagó a las pocas horas de conocerse el atentado contra la revista satírica francesa. La primera imagen que circuló del crimen, sin embargo, no tenía relación alguna con los trabajadores de la publicación. Un vídeo amateur mostraba el asesinato a sangre fría de un policía que hacía su ronda en el momento en el que la revista fue atacada. Las imágenes mostraban a los dos supuestos autores del crimen, los hermanos Kouachi bajarse de un coche. Al pasar al lado del agente, mientras este pedía a gritos clemencia después de haber recibido disparos en el pie, uno de los asesinos le propinaba un tiro letal en la cabeza. Sin mirarlo. Sin compasión. El agente muerto se llamaba Ahmed Merabat y varios medios franceses aseguran que era musulmán. Si a los dibujantes de Charlie Hebdo se les ha reconocido su lucha por la libertad de expresión, Merabat se ha convertido en un icono por haber muerto en defensa de una revista atacada por insultar la fe que él profesaba.

El mensaje de Je suis Charlie ha ido creciendo, especialmente en las redes sociales, al tiempo que cobraba fuerza el de Je suis Ahmed —Yo soy Ahmed—, en solidaridad con el agente asesinado. “Yo no soy Charlie, soy Ahmed, el policía muerto. Charlie ridiculizó mi fe y cultura y morí defendiendo su derecho a hacerlo”, tuiteó el activista árabe y escritor Dyab Abu Jahya,

haciendo referencia a la expresión del filósofo francés Voltaire. “Lo mataron de una forma muy cobarde personas que han malinterpretado su texto sagrado”, lamentaba Christope Crépin, portavoz de uno de los sindicatos policiales franceses, según recogen varios medios locales. Merabat era un oficial de 42 años, soltero y sin hijos, que per-

tenecía a la comisaría del distrito 11 de París, donde se encontraba la sede de Charlie Hebdo. Sus padres eran originarios del norte de África y, según el testimonio de otro agente que recogen varios medios locales, residía en un barrio del norte de París con una larga tradición inmigrante. EL PAÍS, 9 de enero de 2015

Momento en el que uno de los terroristas asesina al policía Ahmed Merabat, el miércoles en París. / AFP

Miércoles DAVIDTRUEBA Los españoles, por desgracia, saben mucho de terrorismo. Por eso quizá no les resultará tan asombroso asomarse a la tragedia de ayer en París, al atentado contra los miembros de la revista satírica Charlie Hebdo. Sabemos que el absurdo encuentra razones por imposible que parezca. Que una célula armada hasta los dientes asesine a periodistas y humoristas en su redacción en nombre de la religión basta para explicar el fenómeno. No hay duda de quiénes son los mártires, quiénes son los héroes, quiénes tienen alguna fe, quiénes hacen el mundo más habitable en un esfuerzo que dura siglos, entre tropiezos y salvajadas. No hay duda de dónde reside la humanidad. Y como no hay dudas, porque el mero acto, su enunciación, ofrece todo el significado, conviene no perder el ánimo.

Podemos remontarnos a la persecución contra Salman Rushdie, contra Hirsi Ali y Theo van Gogh o contra los caricaturistas daneses. En septiembre de 2012, Charlie Hebdo publicaba una de sus portadas habituales después de las amenazas y los intentos de silenciarlos. Prohibido burlarse, “Faut-pas se moquer”, se decían entre un musulmán y un judío caricaturizados como los personajes de Intocable, el éxito de taquilla del cine francés, que servía de título y advertencia sobre el peligro que se cernía sobre la libertad de expresión. Lo que nos parecía entonces ejemplar, pelear contra quien se considerase intocable, nos lo tiene que parecer hoy más. La sátira, el humor, la crítica, han escrito la mejor historia de la humanidad, porque han contribuido, en cada estación de la evolución, a hacer más libres a

las personas. Nadie puede olvidar que muchos musulmanes son las primeras víctimas de ese deseo de amedrentar, de impedir la expresión libre, los derechos fundamentales de hombres y mujeres, bajo autoridades políticas e intelectuales sin arrojo para combatir desde dentro el mal. Eran esos derechos los que a su modo frontal y gamberro defendían los profesionales de Charlie Hebdo. A ellos no se les ofrece ningún paraíso, porque no creían en algo así, sino en la sencilla y cotidiana conquista de cada miércoles, cuando su revista desembarcaba en los quioscos para reírse de todos y de todo. Este ha sido el primer miércoles del año 2015. Hasta el miércoles que viene, Charlie. EL PAÍS, 8 de enero de 2015


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No ceder al terror

Tolerancia contra fanatismo

Los asesinos de París han disparado contra el corazón de nuestras libertades individuales y colectivas. Este crimen refuerza la certidumbre de que es necesario luchar contra la ignorancia, el oscurantismo y el fanatismo religioso, en este caso el que practica el islamismo radical, probable responsable del último crimen. Por eso, ante los cuerpos destrozados del director del semanario Charlie Hebdo, de sus dibujantes principales y de los policías fríamente asesinados, hay que renovar con más firmeza que nunca la decisión de seguir trabajando por la causa de la democracia. Los inductores de la matanza de París tratan de desestabilizar a Europa, agudizando el conflicto que se vive en este continente a propósito de las comunidades islamistas. Y lo hacen golpeando en la capital del país donde la existencia de millones de personas de confesión musulmana es uno de los temas favoritos del debate público. Más allá del duelo que afecta al país víctima de la brutalidad del zarpazo, he aquí una trágica demostración de que Francia se ve empujada hacia la incertidumbre, en medio de tensiones sociales exacerbadas y políticamente dislocado por el desgarro de la izquierda, la desorganización de la derecha y los avances de la extrema derecha; precisamente la fuerza política que viene denunciando a la inmigración como una de las amenazas que pesan sobre su país. Hay que apoyar a los dirigentes de Francia para que sean capaces de mantener la “unidad nacional” proclamada ayer y manejar con cuidado las emociones creadas por la tragedia, de forma que no desate reacciones incontrolables. Y constatar la reacción de su comunidad musulmana, demostrada en la rápida condena del Consejo francés del culto musulmán de “un ataque contra la democracia y la libertad de prensa”, y en las declaraciones rotundas de varios imames frente al salvajismo de la acción que ha diezmado aCharlie Hebdo. España es uno de los países con más experiencia reciente para afirmar que el terrorismo no prevalece contra los deseos de vivir en paz y en libertad, por duros y reiterados que sean sus golpes. La inmediata y enérgica repulsa registrada a lo largo del planeta demuestra no solo la claridad con que comprendemos hoy la naturaleza de la amenaza, sino la voluntad de evitar que las matanzas acaben con las libertades, por mucho dolor y tristeza que sus abyectos autores sean capaces de sembrar. Corresponde al conjunto de la ciudadanía la reacción frente a este hecho criminal. Y las manifestaciones celebradas anoche en múltiples lugares de Francia y de otros países europeos dan cuenta de la conciencia de la intimidación planteada por quienes pretenden instalar un estado de miedo que cercene las libertades o provoque una regresión en el mundo democrático, además de sojuzgar a los propios pueblos musulmanes. El terrorismo mantiene una relación esquizofrénica con los medios de comunicación. De una parte, ataca a los que no difunden la imagen que ellos quieren; de otra, los necesitan para que su acción criminal llegue a todos los rincones de la sociedad y haga eficaz su acción de amedrentamiento. Pero la necesidad de “combatir el terror con la palabra” sigue siendo tan cierta como en 1978, cuando EL PAÍS utilizó esa expresión en un editorial tras haber sido víctima, a su vez, de un atentado terrorista en plena transición de España a la democracia. Aunque los autores de la matanza de París son otros, responden al patrón común de todos los poderes tiránicos de la Tierra. El mundo democrático tiene que resistírseles con medidas de seguridad, naturalmente; pero, sobre todo, ejerciendo las libertades inherentes a nuestra cultura y forma de vida.

Francesc de Carreras Un atentado como el de ayer en París nos sitúa ante el gran dilema: ¿civilización o barbarie? A poco que reflexionemos podemos determinar el núcleo esencial de cada una de ellas. El recurso fácil de atribuir las causas a una determinada religión, en este caso la musulmana, es profundamente erróneo. En nombre de todas las religiones monoteístas se han cometido, se cometen y se cometerán, crímenes tan horrendos como el de ayer. A su vez, en nombre de todas las religiones monoteístas se condenarán tragedias semejantes. Por ello la causa debemos buscarla no en las religiones, sino en el fanatismo que pueden provocar, fanatismo, por otro lado, cuyo caldo de cultivo lo encontramos en todo tipo de creencias, tanto las derivadas de la fe como de la razón. Porque, efectivamente, la actitud fanática no proviene sólo de aquellas creencias opuestas a las ideas —para utilizar la conocida, y clara, distinción de Ortega— sino, a veces, en las ideas mismas, quizás fundadas en argumentos racionales, pero llevadas a la práctica con actitud fanática, aquella actitud que, entre otras cosas, implica que el fin justifica los medios. Ello explica que el nazismo o el estalinismo, basados en ciertas ramas del idealismo alemán, llegaran a cometer atroces crímenes en nombre de bienes que se consideraban superiores. La religión es siempre una creencia, las creencias siempre tienden con mayor facilidad al fanatismo, pero el pensamiento racionalista no siempre está exento de él: depende de la actitud. Frente al fanatismo está la tolerancia, que también es una actitud más que una ideología, en la que se basa toda idea de convivencia pacífica fundamentada en la libertad y en la igualdad, origen del concepto de democracia organizada en torno a la salvaguarda de los derechos fundamentales. La actitud tolerante está en el comienzo de lo que hoy llamamos civilización occidental y que afortunadamente se extiende ya más allá de Occidente. Sus padres fundadores podrían ser, por ejemplo, Erasmo, Luis Vives o Tomás Moro. En tiempos convulsos debidos a actitudes religiosas intolerantes —es decir, fanáticas—, en aquellas guerras de religión que asolaron el siglo XVI europeo, éstos y otros sostuvieron que debía respetarse la conciencia de cada uno y las diferencias nunca debían ser motivo para justificar la violencia. De la libertad de conciencia nace la libertad de pensamiento, luego la de opinión y, más tarde, el derecho a la libre información, todos piezas fundamentales —y fundacionales— de las ideas liberales y democráticas de hoy. Un ataque a Charlie Hebdo es un ataque a los millones de personas que en el mundo —no sólo en Occidente— quieren vivir en paz y en libertad, porque este célebre semanario satírico francés ha practicado siempre estas esenciales virtudes éticas y políticas. Sin libertad de expresión no hay democracia, los fanáticos, los bárbaros que han atacado a Charlie Hebdo, son, simplemente, enemigos de la democracia, es decir, de nuestra civilización.

EL PAÍS, 7 de enero de 2015

EL PAÍS, 8 de enero de 2015


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Fobia a las fobias Fernando Savater Empecemos por descartar un tópico bobo y falso: "Todas las opiniones son respetables". Pues no, ni mucho menos. Todas las personas deben ser respetadas, eso sí, sean cuales fueren sus opiniones. Si alguien sostiene que dos y dos son cinco, no por ello debe ser encarcelado, ni ejecutado en la plaza pública (tampoco recomendado como profesor de aritmética). Pero su opinión puede y debe ser refutada, rechazada y, si viene al caso, ridiculizada. Las opiniones o creencias no son propiedad intangible de cada cual, porque en cuanto se expresan pueden y deben ser discutidas (etimológicamente, zarandeadas como quien tira de un arbusto para comprobar la solidez de sus raíces). Todo el progreso intelectual humano viene de la discusión de opiniones santificadas por la costumbre o la superstición. En las democracias, el precio que pagamos por poder expresar sin tapujos nuestras opiniones y creencias es el riesgo de verlas puestas en solfa por otros. Nadie tiene derecho a decir que, quien lo hace, le "hiere" en su fe o en lo más íntimo. Hay que aceptar la diferencia entre nuestra integridad física o nuestras posesiones materiales y las ideas que profesamos. Quien no las comparte o las toma a chufla no nos está atacando como si nos apuñalase. Al contrario, al desmentirnos es guardián de nuestra cordura, porque nos obliga a distinguir entre lo que pensamos y lo que somos. Por lo demás, recordemos a Thomas Jefferson, cuando decía, más o menos, "si mi vecino no roba mi bolsa o quiebra mi pierna, me da igual que crea en un dios, en tres o en ninguno". Se ha puesto de moda que quienes detestan ver sus opiniones ridiculizadas o discutidas lo atribuyan a una fobia contra ellos, una forma de convertir cualquier animadversión, por razonada que esté, en una especie de enfermedad o plaga social. Pero, como queda dicho, la fobia consiste en perseguir con saña a personas, no en rechazar o zarandear creencias y costumbres. Lo curioso es que la apelación a las "fobias" es selectiva: no he oído hablar de "nazifobia" para descalificar a quienes detestamos a los nazis, ni de "lepenfobia" para los que no quieren manifestarse por París con Marine Le Pen y sus huestes (actitud por cierto que me parece más fóbica que democráticamente razonable). Pues bien, no es fobia antisemita oponerse a la política de Israel en Gaza, ni fobia anticatalana cuestionar las manipulaciones de los nacionalistas en Cataluña, ni fobia antivasca denunciar a ETA y sus servicios auxiliares. También sobran argumentos contra la teoría y práctica del islam, lo mismo que no faltan contra el catolicismo. Si no hubiera sido por los

EL ROTO adversarios que no respetaron las creencias religiosas, seguiría habiendo aún sacrificios humanos. Los semilistillos que se encrespan si se invoca un "derecho a la blasfemia" quieren un Occidente sin Voltaire o Nietzsche y comprenden que se quemase a Giordano Bruno. Si un particular o una institución se sienten calumniados, insultados o difamados harán bien en acudir a defender su causa ante los tribunales. Pero, por favor, sin atribuir fobias a quienes les llevan la contraria, a modo de coraza que les dispense de argumentar. EL PAÍS. 16 de enero de 2015

Editoriales en defensa de la libertad de expresión en España La defensa a ultranza de la libertad de expresión centra hoy los editoriales de los principales diarios españoles que exigen firmeza ante el terror y lamentan el atentado perpetrado ayer contra el semanario Charlie Hebdo en París. Los dibujantes de los principales diarios –Puebla, Nieto Forges, Ricardo...- también dedican hoy sus viñetas a sus colegas asesinados. ABC califica el atentado de «salvaje amenaza a la democracia y a la libertad de expresión» que, dice, «revela la inhumanidad de los enemigos de los derechos fundamentales y pone a las democracias ente la responsabilidad de defenderse en sus propias fronteras frente a unos terroristas que conviven con sus ciudadanos». Considera, además, que entre todas las libertades amenazadas, es la de expresión la que recibe un ataque frontal con este salvaje atentado. «Todo esto está en juego», asevera.

«Seguiremos publicando» es el titular conjunto de El País y otros cinco diarios europeos (Le Monde, The Guardian, Süddeutsche Zeitung, La Stampa y Gazeta Wyborcza) en el que se asegura que el atentado no es sólo un ataque contra la libertad de prensa y de opinión sino que es, además, «un ataque contra los valores fundamentales de nuestras sociedades democráticas europeas». Para El Mundo el atentado es «la acometida de un movimiento bien organizado y con unos objetivos muy claros: la derrota de los valores democráticos que encarna Occidente. En su defensa no podemos dar ni un paso atrás», señala. «Libertad o terror» es el titular del editorial de La Vanguardia que recuerda que Europa es la cuna de las libertades y debe defenderlas y facilitar la integración de quienes llegan a ella, «pero sin ceder un ápice en los progresos sociales duramente conquistados». Para

este diario «la elección entre libertad y terror no admite dudas». En su editorial La Razón pide «firmeza» ante el terror yihadista e insiste en la idea de que el atentado contra Charlie Hebdo supone un ataque directo a la libertad de expresión, «esencia de la civilización occidental» y señal de identidad «que distingue a los pueblos libres y democráticos de la tiranías de cualquier signo». «Hoy todos somos Charlie Hebdo», asegura en su editorial el diario 20 minutos que recuerda la frase pronunciada hace dos años por el director del semanario satírico, Stéphane Charbonier, uno de los asesinados, quien, en referencia a los ataques y amenazas que sufría desde 2006 tras la publicación de unas viñetas de Mahoma aseveró: «prefería morir de pie que vivir de rodillas». Y asegura que el atentado no es sólo un ataque a la libertad de expresión sino «un ataque a los fundamentos básicos de la democracia, a su corazón mismo». ABC. 8 de enero de 2015


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La resurrección de Voltaire Protagoniza un renacimiento en Francia reconvertido en heraldo de la libertad de prensa Su ‘Tratado de la tolerancia’, firmado en 1763, se ha convertido en un superventas Alex Vicente. París Dos siglos y medio después de su muerte, Voltaire resucita para reconfortar a sus compatriotas. Para encontrar el buen camino, solo habría que seguir las señales de un libro que firmó en 1763, pero que sigue inspirando hoy a esta Francia decaída. En los días posteriores a los atentados que han sacudido al país, su Tratado de la tolerancia se ha convertido en un inesperado superventas. “Tras la marcha ciudadana del domingo pasado, vendimos 5.000 ejemplares en dos días”, afirmaban ayer, desconcertados, desde la editorial Gallimard. A lo largo y ancho de esa histórica manifestación, algunos ciudadanos desempolvaron sus volúmenes y los enarbolaron como la más contundente de las pancartas. Desde entonces, muchos se han puesto a imitarlos. Una edición de bolsillo a dos euros, de la que se han vendido 120.000 ejemplares en la última década, ya está a punto de agotarse. La editorial ha dado luz verde a una nueva reimpresión de 20.000 unidades, que llegará a las librerías el lunes. Por si quedaban dudas, el libro era ayer el sexto más vendido en Amazon. Luchador infatigable contra el fanatismo religioso y por la libertad de prensa, Voltaire se rebelaba en ese libro contra la condena y ejecución de Jean Calas, protestante injustamente acusado de asesinar a uno de sus hijos para evitar que se convirtiera al catolicismo. Voltaire estaba convencido de su culpabilidad, hasta que otro hijo de Calas acudió a Ginebra para convencerle. Tras examinar el caso, firmó un libro entre sardónico y solemne, cuyo poder de convicción logró la rehabilitación de la memoria de Calas. “La tolerancia no ha provocado nunca ninguna guerra civil; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanza”, escribió Voltaire en sus páginas. El éxito es todavía más sorprendente al descubrir que, entre sus líneas, no se encuentran citas célebres ni frases subrayables. Sí, en cambio, una lúcida disertación en 143 páginas sobre la calidad del sistema judicial y el efecto perverso de ciertas leyes. Desde este martes, las molduras doradas de Versalles también le han cedido un hueco destacado. El itinerario turístico termina en una sala vacía, presidida por un retrato de Voltaire que Nicolas de Largillière firmó en 1724. El street art se ha sumado a la causa. En el bulevar que lleva su nombre, y por el que marcharon más de un millón de personas el domingo, se descubre un cartel que esboza su figura. Basta dar una vuelta para reencontrarlo en todas las esquinas.

Carteles en un árbol / JOEL SAGET (AFP)

La Société Voltaire, un pequeño club de académicos especialistas en el filósofo de las luces, está de enhorabuena por este regreso inesperado. “Los franceses hacen muy bien en volver a Voltaire. Es una pena que no lo hayan hecho antes. Nunca he entendido que a veces le traten como una reliquia”, apunta su secretario, Andrew Brown. Se trata de un especialista en la cuestión: hasta 1997 presidió la Voltaire Foundation de la Universidad de Oxford. Hoy vive retirado en Ferney, municipio pegado a la frontera con Suiza, rebautizado como Ferney-Voltaire en 1878 en homenaje al autor, quien vivió en un castillo del lugar a mediados del siglo anterior. En el primer tercio del siglo pasado, Julien Benda escribió un nuevo prefacio al Diccionario filosófico de Voltaire, donde se explicaba sobre su relación cambiante con el autor. “Decía que siempre le había parecido un autor del pasado, hasta que llegaron los años treinta. Volvió a abrir el libro y lo entendió de otra manera”, apunta Brown. “Eso es lo que pasa ahora”. En respuesta al atentado del 7 de enero, la Société Voltaire emitió un comunicado. Decía esto: “Hoy, Voltaire sería Charlie”. EL PAÍS, 17 de enero de 2015

Kalashnikof Manuel Vicent Los chinos no tienen dios. Por fortuna, su cultura milenaria no ha engendrado a un ser omnipotente, dominador, celoso y excluyente, que les obligue a defender un territorio propio en este planeta hasta llegar al napalm o al Kaláshnikov sólo por complacerle. En realidad, lo que practica la mayoría de los chinos no es ni siquiera una religión sino una moral intensa y refinada de andar por casa. El budismo zen es una forma espiritual de vivir el presente, aceptar el infortunio, dominar el dolor y convertir la muerte en una amiga que te va a devolver muy suave de la mano a la naturaleza. De momento, los chinos solo están empeñados en convertir este planeta en una tienda de todo a cien; no tienen una fiera divinidad que entre en competencia con el dios de los judíos, cristianos y musulmanes, que ha llenado la Tierra de fanáticos, anatemas, dogmas y amenazas, con un paraíso reservado para los que le adoran y un infierno preparado para los que le ofenden. Por fortuna, tampoco los negros animistas tienen dios, sino espíritus del monte, que alientan en los árboles, en los ríos, en la lluvia, en el viento; esos orisas poseen virtudes específicas para sanar males concretos, fiebres, penas del corazón, dolor de muelas, cualquier problema económico y para invocar sus favores los negros bailan, cantan, tocan el tambor, sacrifican un gallo, y mañana será otro día. El abominable crimen de los fanáticos yihadistas en París ha puesto de manifiesto que el monoteísmo, que se creó en torno al Mediterráneo, sigue siendo una pérfida semilla de odio, que durante siglos impulsó a las guerras de religión bajo múltiples formas. En nuestra cultura, esa guerra ahora se ha establecido entre la seguridad y la libertad. Puesto que el fanatismo y el miedo todo lo emponzoña, los cristianos acabaremos no adorando a Dios sino a la policía. EL PAÍS, 17 de enero de 2015


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La respuesta al yihadismo desborda París 1,5 millones de personas salen a la calle en París y dos millones más en otras ciudades francesas contra la barbarie terrorista Los manifestantes portan pancartas y corean lemas de apoyo a la revista 'Charlie Hebdo' y a las 17 víctimas de esta semana “París es hoy la capital del mundo”, anunció por la mañana el presidente francés, François Hollande. La unidad que reclamaba a los franceses la consiguió por elevación. Como con la amplia representación de mandatarios a los que pidió su presencia en la “marcha republicana”. Acudieron la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro británico, David Cameron; el presidente español, Mariano Rajoy; o los primeros ministros de Italia, Portugal, Bélgica, Grecia, o el presidente de Malí, Ibrahim Bubacar Keita. Especial significación tuvo la presencia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmund Abbas. Ambos fueron colocados en la primera línea del cortejo oficial. “Hoy somos todos ciudadanos franceses”, señaló el secretario de Justicia de EE UU, Eric Holder, presente también en la capital. El jefe del Gobierno español señaló: “Nadie está nunca a salvo de nada. Sería una inconsciencia decir que no hay riesgos. Ningún país puede luchar solo contra esto”. El italiano Matteo Renzi aseguró: “Saldremos vencedores de este desafío contra el terrorismo. Lo importante es la Europa de los hermanos”. “La amenaza yihadista estará con nosotros durante muchos años”, lamentó el primer ministro británico, David Cameron. El 18 de febrero habrá una cumbre antiterrorista en Washington. Cameron asegura que la amenaza extremista durará muchotiempo Pero, además de la masiva participación, los protagonistas en la capital francesa en esta cita contra el horror han sido los supervivientes de la revista satírica Charlie Hebdo, diezmada por el ataque del miércoles con la muerte de 12 personas, y los familiares de las víctimas de ese atentado y los del ataque del viernes al Hyper Cacher de comida judía, donde cuatro personas de esta comunidad fueron asesinadas. Los asistentes a la protesta, en muchos momentos en tenso silencio, no dejaron de aplaudir sin cesar al paso de esta comitiva de duelo. O al de furgones de policías (tres asesinados esta semana). Los homenajes de los manifestantes a Charlie Hebdo saltaban por doquier. Alguno, muy en su línea: “¿Tengo derecho a dibujar el culo de

CHRISTOPHER FURLONG (GETTY IMAGES) Mahoma?”, se leía en una pancarta. Hollande se dirigió al grupo de familiares y amigos de las víctimas. Las lágrimas saltaron cuando abrazó a Patrick Pelloux, médico y miembro del equipo de la revista; a un policía de Marsella, hermano del agente asesinado en la revista, y a familiares de los cuatro judíos asesinados el viernes. La cifra de asistentes desbordó todas las previsiones en la fiesta de la libertad y la tolerancia. “Yo soy Charlie”, “Yo soy judío”, gritos de “Charlie, Charlie” o “Yo soy poli” fueron los gritos más escuchados cuando se rompía el silencio. “Ha hecho falta lo de Charlie para sentirnos unidos. Sigamos”, escribió alguien en grandes letras en el suelo en la plaza de la República. La marcha estalló al final como una fiesta, con una charanga que avanzó hacia la plaza de la Bastilla entre banderas francesas y de países musulmanes al grito de “libertad”. La diversidad de los mensajes reflejaba la diversidad de los manifestantes. Yawougan, de 35 años, es de origen togolés. Llegó a Francia con seis años. Su esposa, Nassera, de 31, es francoargelina. Tienen dos hijos. Los cuatro representan la Francia que este domingo inundó París. “Hemos venido con nuestros hijos porque queríamos que viviesen una lección de tolerancia”, explicó Yawougan.

“Somos musulmanes pero ellos no lo son. Las balas que mataron a la gente de Charlie Hebdo atravesaron también nuestro corazón. Es importante que mis hijos estén aquí también porque somos una familia de inmigrantes y no quiero que nadie nunca pueda decirles que no son franceses. Francia somos todos”. En Lyon, más de 200.000 personas han salido a la calle. O 100.000 en Burdeos. Y más de 40.000 en Perpignan, como en Saint-Etienne, más de 14.000 en Tarbes y unas 10.000 en Dammartin, la localidad a 40 kilómetros al norte de París donde el viernes fueron abatidos los hermanos Chérif y Said Kouachi, autores del ataque a Charlie Hebdo. Estas manifestaciones ya han sido precedidas por otras espontáneas celebradas el miércoles pasado, horas después del ataque contra la revista, o el viernes, con más de 700.000 asistentes. Por la mañana, el ministro francés de Interior, Bernard Cazeneuve, había anunciado “medidas excepcionales” de seguridad con la ciudad en estado máxima alerta. Francotiradores de élite, contó, se desplegaron por tejados y azoteas a lo largo del recorrido de la marcha. Las sinagogas han estado especialmente protegidas desde el sábado y el Gobierno ha anunciado que, si fuera necesario, el Ejército participará directamente en su vigilancia.

A última hora, Hollande y Valls se trasladaron a la Gran Sinagoga de París, donde asistieron con Netanyahu a una ceremonia de duelo por los asesinados. Antes de comenzar la marcha, Hollande recibió a varios dirigentes de esta comunidad. “Estamos decididos a seguir viviendo nuestro judaísmo. No cederemos ante la violencia”, comentó después Roger Cukieman, presidente del Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia. Antes de arrancar la manifestación de París, Hollande llamó por teléfono a Lassana Bathily, el joven de 24 años empleado de la tienda de productos judíos que se comportó heroicamente al esconder en el sótano de la misma a una quincena de personas que habían quedado atrapadas cuando a mediodía del viernes fue atacada por el yihadista Amedy Coulibaly. La única nota discordante de la jornada la marcó, una vez más, el ultraderechista Frente Nacional, que había pedido a sus militantes manifestarse en otros lugares, pero no en París. Su fundador, el islamófobo Jean-Marie Le Pen, calificó de “payasos” a quienes protestaron en la capital. Es la otra Francia, este domingo minoritaria. EL PAÍS, 11 de enero de 2015


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Vive la France! Francia ha acogido durante décadas a personas de todo el mundo para las que ha sido un refugio, además de escenario de su progreso profesional y éxito social. Miles de españoles son ejemplo de ello JAVIER SANTISO De un balazo. Lo remataron de un balazo. Hoy somos todos Charlie Hebdo, pero también soy Ahmed Merabet, el policía francés, musulmán y de origen árabe, caído y rematado en el suelo. Hoy soy libertad, igualdad, fraternidad, e hijo de emigrantes (españoles) que ha crecido en Francia. Lo ocurrido en Francia dará para muchos silencios y tertulias, acciones y reacciones. El hashtag de repudio al ataque en París, #JeSuisCharlie,se ha convertido en el más difundido en la historia de la red social Twitter, con más de 5 millones de mensajes. Pero hoy soy también Ahmed, hijo de inmigrantes, allegado a un país que ha recibido cientos de miles y millones de españoles, portugueses, marroquíes, argelinos, tunecinos, y muchos otros. Cruzaron la frontera francesa y han hecho lo que sigue siendo hoy en día Francia: una gran potencia económica, pero también cultural y moral. Gente valiente como Ahmed que no dudó en cumplir con su deber. Mis padres llegaron a Francia, como muchos españoles, buscando un mundo mejor. Y lo encontraron en una ciudad pegada a París, cerca del palacio del rey Sol. Como los de Ahmed, cruzaron fronteras. Y la República nos ha permitido a mi hermano y a mí crecer. He podido estudiar en las grandes écoles francesas, Sciences Po y HEC, cuna de las élites francesas desde Napoleón, y de ahí saltar a Oxford y Boston. Francia es ese país de oportunidades donde meritocracia y excelencia no son palabras vacías, no son ficciones ni cuentos de hidalgos. Deberíamos tomar nota. Allí las instituciones funcionan: en la Cour des Comptes, el Tribunal de Cuentas francés, no hay cientos de familiares; sólo premiados por los concursos republicanos, y cuando la institución saca su informe anual es noticia en los telediarios del país. Se abre el año sobre una tragedia. Mi deseo para 2015 es que Francia salga más fuerte que nunca y recobre confianza. Nuestro país vecino, mi segunda patria, es grande por esa capacidad única de recibir con los brazos abiertos savia nueva. Los españoles lo sabemos muy bien: hoy en día el primer ministro del país, Manuel Valls, es catalán, nacido en Barcelona. La alcaldesa de la capital, Anne Hidalgo, es gaditana. Si uno mira hacia las grandes corporaciones francesas, muchas tienen en sus comités directivos españoles, y a veces dobletes. ¿Quién sabe, por ejemplo, que la número uno mundial del grupo publicitario Havas es una hija de emigrantes catalana, Mercedes Erra (también estudió en HEC), y que su cúpula directiva alberga otro español en el máximo nivel, Alfonso Rodés? En los comités de dirección mundial de Renault hay también dos españoles, al igual que en el grupo Airbus, con un español al mando de la división militar y otro consejero delegado de Eurofighter. ¿Quién sabe que el consejero delegado de la mítica marca del cocodrilo, Lacoste, es un español, José Luis Durán, años atrás también consejero delegado de Carrefour?

Durante años, el presidente de Rungis, el mayor mercado de abastecimiento del mundo, se llamó Xavier… España, una persona deliciosa, compatriota nuestro, asentado todavía, hoy en día, en Francia, su segunda patria. Y la lista es (muy) larga: en Danone, en Schneider, en Sodexo, en la FNAC, en Suez Environnement, en Alcatel Lucent y en Arcelor Mittal, en el grupo de lujo Kering y en su rival Louis Vuitton, en la multinacional Hachette (propietaria de Anaya), en todos ellos también hay españoles en los comités de dirección mundiales. Pensemos en nuestros grupos del Ibex 35: ¿cuántos extranjeros están en sus comités de dirección? La diversidad no es sólo de género, sino también de trayectorias, historias, culturas, nacionalidades. En el ámbito cultural, también abundan los ejemplos. Sin ir más lejos, el Premio Goncourt de 2014, uno de los más prestigiosos del país, ha recaído en Lydie Salvayre, una hija de republicanos españoles, de padre andaluz y de madre catalana. Su lengua materna no era el francés; y escribió con un estilo digno de los grandes estilistas del paísPas Pleurer, una novela que cuenta la juventud de su madre en la España de la Guerra Civil, y con ella se llevó uno de los más prestigiosos premios literarios. El ataque —algunos hablan de guerra— que se ha producido en Francia es de esperar provoque también un sobre-salto de esa (gran) nación. Esperemos que del horror y del barro salga luz y oro, que ese acto refuerza el país en su cohesión: católico, protestante, judío y musulmán. Francia se lo merece: tiene que recobrar confianza en sí misma. La barbarie de los atentados sufridos podría ser el catalizador. 2014 demuestra, si fuera necesario, la enorme vitalidad del país. Nada menos que dos Premios Nobel, el de Literatura, con Patrick Modiano, y el de Economía, con Jean Tirole, han recaído en Francia. Por si fuera poco, Thomas Piketty, otro economista francés, se ha convertido en estrella mediática mundial con su best seller sobre el capital. Una de las mayores salidas a Bolsa de una startup “californiana” ha sido Lending Club, una financiera tecnológica fundada por… un francés, Renaud Laplanche. Una de las más recientes introducciones europeas en el Nasdaq es… francesa: Criteo. Hasta en España, alguna de las startups más prometedoras, como Kantox, tiene como CEO y CFO a dos franceses (y sus financiadores son en parte fondos de capital riesgo franceses, Partech e Indinvest). A principios de 2015, Francia ya no sería la quinta sino la sexta potencia mundial económica, rebasada por Reino Unido. No importa: el país sigue en primera liga mundial. No hay prácticamente ningún sector económico donde no haya un campeón francés, sea en el automóvil, el aeronáutico, la energía nuclear, la ingeniería civil, los servicios, la banca o los seguros, el mundo del lujo o el de la

NICOLÁS AZNÁREZ

alimentación, la producción de vidrio, cemento, de energía petrolera o de trenes de alta velocidad. Francia tiene una profundidad industrial de la cual carecemos. Y no hemos desmerecido estos últimos años a la hora de crear grandes grupos, algunos de ellos rebasando a los galos. La reacción de Charlie Hebdo debería inspirar a todo el país: provocar un sobresalto vital de cohesión nacional y social. El periódico satírico, que tenía tiradas relativamente modestas, apenas 60.000 ejemplares, saltó en los kioscos a un millón justo después de los atentados. Una manera de decirlo alto y fuerte: estamos vivos. Las manifestaciones masivas en toda Francia, después de los atentados, han demostrado que se han transcendido las fracturas del país. Un país que respeta a todos, cualquiera que sea su religión, su cultura o su procedencia, un Estado laico como Francia que ha dado oportunidades a tantos (hay que recordar de nuevo: muchos hijos de españoles) merece que se respeten sus valores de libertad de expresión. Quizás de la desgracia ocurrida salga algo positivo. Un país reforzado, que recupere la confianza para poder desplegarse a lo ancho, y que levante su tríptico universal. Libertad. Igualdad. Fraternidad. Estas palabras, en Europa y en España, también importan. Nos toca de nuevo levantarnos con valor y valores. No perdamos el norte. Ni el sur. Seamos Charlie y Ahmed. EL PAÍS, 12 de enero de 2015


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Colas en Francia para comprar la edición especial de ‘Charlie Hebdo’ El semanario satírico se agota en minutos en muchos puntos de venta ANA TERUEL

Un hombre lleva su ejemplar del semanario. / REUTERS-LIVE! / EFE “Y’a plus!”. “¡No queda!”. La frase se repite desde primera hora de la mañana en todos los quioscos de Francia, sin necesidad si quiera de especificar. Los 700.000 ejemplares que ha sacado este miércoles a la venta el semanario satírico Charlie Hebdo, el de los supervivientes, el primero desde la masacre de la semana pasada, se ha agotado en apenas unas horas en todo el país. En algunos puntos de gran afluencia han volado en menos de media hora. Largas colas esperaban desde la madrugada la apertura de las tiendas de diarios, poco acostumbradas a esta expectativa. La revista ha anunciado que la tirada, inicialmente prevista en tres millones repartidos en varios días, aumentará a cinco millones y se repartirá hasta el día 19. Habitualmente, vende unos 60.000 ejemplares. “Llevo dando vueltas desde las seis de la mañana y no quedan en ninguna parte”. Nathalie, gestora de seguros de 47 años, ha conseguido después de dos horas reservar un número en un quiosco de la Place des Fêtes, en un barrio popular del noreste de París, pero por si acaso se ha acercado a otro puesto no muy

lejos, en Jourdain, a ver si había más suerte. “Resulta que no les han entregado los números de Charlie Hebdo… a saber lo que ha pasado, igual los han robado para venderlos luego más caros”. Unos cientos de metros más lejos, dentro de una librería-quiosco, un dependiente desbordado intentaba explicar a los clientes que no tenía la culpa de que no le quedaran. “Ya va la tercera persona que me pide explicaciones, no hace ni una hora que he abierto y no puedo más”, suspiraba. “Volved el jueves y el viernes, tendremos más números y menos gente”, añadía, para intentar calmar los ánimos. “Los clientes preguntan dónde está su Charlie y algunos están bastante enfadados”, comentaba Samir, de 30 años, quiosquero en Barbès. “A las seis de la mañana había una cola de unas 30 personas, no nos pasa nunca, estoy agotado”. La misma escena se podía ver desde la madrugada en diferentes puntos de ventas de toda la capital. “Supongo que no les queda… ¿les llegan algunos mañana? ¿se puede reservar?”. En Belleville, Marie, de 35 años, escritora de cuentos de niños, había reservado. “Estoy muy embarazada y no

tengo fuerzas para recorrerme todos los quioscos. Pero no es la misma persona que ayer y no me lo han guardado. Está claro que tres millones de ejemplares no son suficientes”. Marie había intentado también abonarse por Internet a la revista, que llevaba años sin leer, pero le indicaron por correo que la demanda era tal que el equipo no podía gestionar de momento todas las solicitudes. Como un gesto de solidaridad, los franceses se han volcado con la publicación satírica de humor ácido, que hasta hace dos semanas estaba en peligro de extinción por falta de ingresos. Pero no son los únicos que buscaban por todas partes a Charlie. Sergio, un francés de origen italiano ahora instalado en Sitges, de 58 años, ha recibido un encargo de un amigo español. No ha tenido éxito. “Mañana vuelvo”, decía. En los Campos Elíseos, turistas y trabajadores de la zona han probado suerte también en los numerosos puestos que salpican la avenida pero aquí también era preciso madrugar mucho. “Hay un diario italiano que publica el semanario en suplemento, se lo he pedido a mi familia porque veo que aquí está complicado”, comentaba

Chiara,una italiana de 40 años instalada en la capital francesa. Jean, que lleva más de 10 años vendiendo la prensa en otro punto de los Campos junto a souvenirs de París, se lo tomaba con mucho humor. “Normalmente, recibo dos Charlie Hebdo y, si tengo suerte, vendo uno”, comentaba. Como sus compañeros, se encontró con una fila de decenas de personas cuando abrió que se llevaron los 25 ejemplares en minutos. “Los tres cuartos nunca han leído Charlie Hebdo…”. Minutos después de las diez de la mañana, los profesionales anunciaban que la revista se había agotado en todos los puntos de venta del país y Charlie Hebdo decidía aumentar su tirada. Justo en ese momento, la entrega de los ejemplares extraviados en el quiosco de Jourdain se realizaba finalmente. Una sorpresa inesperada para los vecinos que pasaban por allí. En unos minutos, los 150 números habían desaparecido. “He visto que había cola entonces me he parado. Antes de salir de casa, oí en la radio que no quedaban. ¡Qué suerte he tenido!”, comentaba un señor mayor con su Charlie Hebdo en mano. EL PAÍS, 14 de enero de 2015


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Évole, Mejide, Gabilondo y Pastor colaboran con 'El Jueves' ante la masacre de París Firmas inusuales aportan su visión de la tragedia de 'Charlie Hebdo' en el número especial del semanario EDUARDO LÓPEZ ALONSO / BARCELONA

La portada de 'El Jueves'

La revista satírica 'El Jueves' ha recibido la colaboración de firmas inusuales en sus páginas como consecuencia del número especial tras el atentado contra el semanario francés 'Charlie Hebdo' La siempre relevante portada de 'El Jueves' recurre esta semana a una reflexión gráfica que resume en una frase el sentimiento de los últimos días tras el atentado yihadista: "Armas del siglo XX1, cerebros medievales ¡Socorro!". Jordi Évole, Risto Mejide, Especialistas Secundarios, Óscar Nebreda, Iñaki Gabilondo y Ana Pastor aportan su visión de la tragedia al semanario. "Matar por una caricatura es la prueba de que, para los fanáticos, la libertad de expresión no pinta nada. Pero los fusiles no van a poder con los lápices", ha escrito Jordi Évole, "La vida, tal como la conocemos, así como la libertad de expresión, seguirán estando en peligro", explica Risto Mejide. Especialistas secundarios (equipo humorístico de Cadena Ser) considera que "en 'Charlie Hebdo' la risa está hoy congelada pero sigue ahí, necesaria, porque si además de la vida nos quitan la risa, entonces sí, se llevan la libertad". Para Óscar Nebreda, el atentado yihadista recuerda al sufrido en su día en 'El Papus': […] un dibujante de humor tiene el privilegio de crear opinión y no debe tirar la plumilla por duras que sean sus condiciones de trabajo". Ana Pastor pone la nota seria al recordar el papel importante de las revistas satíricas para narrar la realidad y canalizar la crítica social: "Con miedo no se puede ni trabajar ni vivir". El periodista Iñaki Gabilondo recuerda el papel histórico de las religiones a la hora de establecer límites a la libertad de expresión: "Lo más repugnante es la invocación a lo sagrado para matar. Una costumbre muy arraigada entre los intolerantes de toda ralea, y con solera de siglos". EL PERIÓDICO, 14 de enero de 2015

"Charlie Hebdo" llega a los kioscos españoles, aunque en número limitado "Charlie Hebdo", la revista satírica que sufrió un ataque terrorista la semana pasada cuando dos yihadistas asesinaron a 12 personas en su sede de París, ha llegado esta mañana a los kioscos y librerías españolas, aunque en número muy limitado. Según ha explicado un portavoz de la distribuidora SGEL, encargada de repartir el semanario, se han recibido alrededor de 900 ejemplares para toda España, de los que una parte han comenzado a venderse hoy en ciudades como Barcelona, Girona o Tarragona. En Madrid capital podrán comprarse a partir de mañana los 225 "Charlie Hebdo" que se distribuirán y en el resto de la provincia se venderán a partir del próximo lunes, día 19. El portavoz de SGEL ha indicado que la distribución de estos ejemplares es a clientes habituales “que ya

tenían hechas sus reservas" antes del atentado perpetrado el pasado día 7.En los escasos quioscos y librerías catalanas en que ha podido distribuirse el número publicado por los supervivientes del ataque, la revista se ha agotado rápidamente, pues al margen de que han llegado pocos ejemplares, sólo se los podían llevar quienes lo habían reservado con anterioridad. Así, en un quiosco de las populares Ramblas de Barcelona, especializado en revistas internacionales, han llegado apenas unas treinta revistas que se han vendido en unos minutos. En la librería francesa Jaimes de la ciudad condal aún no tenían los ejemplares esta mañana, debido a problemas de distribución, y las personas que querían la revista debían registrarse a través de la web e ir a buscarla a medida que llegaran, bien esta tarde o

mañana sábado. Medio centenar de personas han esperado a la apertura de la Fnac de Callao, en la capital madrileña, a las diez de la mañana, porque creían que hoy podrían comprar los ejemplares que han llegado a España. "Quiero tener un ejemplar por los acontecimientos que han ocurrido; quiero tener una parte de la historia en mi poder, además de ayudar a las víctimas de esa masacre", ha dicho un joven que ha madrugado para poder comprar la revista. Otra de las personas que han esperado esta mañana, aguantando el frío de las primeras horas en Madrid, ha sido una joven francesa que lleva cuatro años viviendo en España y que ha reconocido que lo pasó bastante mal durante los atentados porque conocía a uno de los dibujantes. EL PERIÓDICO, 16 de enero de 2015


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‘Je suis Charlie’: así se hizo El inventor del lema solidario no lo registró para que todo el mundo pudiese utilizarlo Ahora contraataca para impedir que se convierta en marca comercial

Asistentes a un partido de rugby en Toulon (Francia), el 10 de enero. / F. PENNANT (AFP)

Alex Vicente Cuando alguien le pregunte dónde se encontraba aquella funesta mañana, podrá responder que estaba ocupado haciendo historia, aunque no fuese consciente de ello. Joachim Roncin tiene 39 años, un trabajo como director artístico de la revista Stylist y una vida alterada desde hace un par de semanas. El 7 de enero, tras el atentado contra la redacción de Charlie Hebdo que causó 12 muertos, conmocionado, decidió improvisar un mensaje de solidaridad. “Lo hice sin reflexionar. Si diseñé una imagen, fue solo porque no tenía palabras”, afirma. En realidad, logró encontrar tres: “Je suis Charlie”. Compartió ese improvisado lema con sus 400 seguidores en Twitter y luego salió a almorzar. Cuando regresó, cientos de miles de personas se habían apropiado de ese mensaje sobre fondo negro. Una semana después, eran más de siete millones. Incluidos Madonna, Elton John o George Clooney. Ese mensaje espontáneo no tardó en transformarse en foto de

perfil, en grito de furia y en categórica pancarta. Roncin se encontró entonces en el ojo de un huracán mediático. “Me pareció inconcebible que, con todo lo que estaba pasando, la gente se interesara por mí”, asegura. Decidió que no quería ser protagonista de nada. Esquivó las peticiones de entrevistas, llegadas de todos los rincones del planeta, y rechazó toda proposición indecente. “Durante los primeros días, no dejaron de llamarme. Querían hacer camisetas, tazas y otros productos derivados”, recuerda. Prefirió que su idea siguiese siendo accesible para todo el mundo, puesto que ya no le pertenecía. Fue su regalo a todo aquel que se reconociera en la misma causa: la libertad de expresión y el derecho a la irreverencia, que tan bien encarnaban Cabu, Tignous o Wolinski, tres de los dibujantes asesinados. “El mensaje y la imagen quedan libres para cualquier uso. Sin embargo, lamentaré toda utilización mercantil”, tuiteó a la mañana

siguiente. Si ha decidido hablar ahora es porque las cosas no han pasado como él esperaba. Desde el atentado, las autoridades francesas han recibido hasta 120 solicitudes para convertir el Je suis Charlie en marca comercial. “Me siento ofendido”, admite Roncin. “He decidido luchar para que el mensaje inicial sea respetado. La libertad de prensa es una causa importante. No puede convertirse en una marca”. El diseñador pretende tomar cartas en el asunto: “Llevaré ante la justicia a quien gane un solo céntimo. Mi combate es que mi eslogan sirva para promover la libertad de prensa”. De momento, solo una organización ha obtenido su consentimiento: Reporteros Sin Fronteras. Cualquier indemnización que consiga tras un eventual proceso judicial irá a parar “a asociaciones por la libertad de expresión o a familiares de las víctimas”, según su abogada, Myriam WitukiewiczSebban. El Instituto Nacional de la Propiedad Industrial se ha puesto de su lado y ha anunciado que no aprobará ninguna solicitud

respecto a Je suis Charlie, puesto que la marca ya es “ampliamente utilizada por la colectividad”. En caso de litigio, Roncin hará prevalecer los derechos de autor, aunque podría encontrarse con el mismo problema que aquellos que intentan usurparle el lema. “Basta con entrar en Twitter para demostrar que fui el primero en publicarlo en la Red”, replica. El director artístico ha terminado por encontrar las palabras que le faltaron aquel mediodía. “El gesto sigue siendo igual de espontáneo, pero ha adquirido un sentido. Je suis Charlie significa que nos encontramos frente al terror, pero no tenemos miedo”, responde. El diseñador dice no arrepentirse de nada: “¿Por qué tendría que hacerlo? Siempre me quedará mi integridad”. Aunque, justo antes de despedirse, le entra una duda: “Puede que mi único error haya sido tener demasiada fe en el hombre. Puede que haya sido excesivamente utópico”. EL PAÍS, 20 de enero de 2015


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