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Javier Iniesta Alcázar Cabo de Andas de la Santísima Virgen de la Esperanza
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La RAE define la resiliencia como la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un estado o situación adversos” y no puedo definir de mejor manera mi experiencia al pasar la enfermedad por infección del Covid. Durante los 9 días interminables de mi ingreso hospitalario junto con la lenta recuperación semanas después no tuve más remedio que adaptarme a la difícil situación e intentar resistir a una enfermedad provocada por un virus desconocido, con múltiples síntomas posibles y sin evidencias científicas de tratamiento e indicaciones en el periodo post-covid, lo que complicaba aún mas la desesperanza diaria por progresar más rápido y recuperarme antes.
En esos días interminables, el apoyo de mi familia y amigos ha constituido un apoyo vital y un aliciente de gran peso para no cejar de luchar por recuperarme plenamente.
Aprovecho estas líneas para agradecer a todos, muchos de ellos hermanos cofrades, su aliento incansable y su inllamadas y mensajes que nunca molestaron y que constituyeron una fuente importante de ánimo y buenos deseos. A todos vosotros, mi gratitud eterna, empezando por el Hermano Mayor de la cofradía y su Junta Directiva que estuvieron siempre ahí, interesándose y deseándome de corazón una pronta vuelta a la normalidad.
Pero hubo alguien más que también estuvo presente, alguien que no me dejó solo, alguien que me confortó esos 9 infinitos días hospitalizado, donde la soledad te ahoga junto con la incertidumbre de cómo evolucionará la enfermedad, alguien que nunca me ha fallado en estos largos años de lucha con un maldito tumor llamado timoma. Si, Ella, la Gran Señora, impetuosa, esplendida como todos los Martes Santos dónde tengo el inmenso honor desde 1995 de dirigir su Trono. Ella, nuestra Virgen de la Esperanza, que no me dejó rendirme en ningún momento y que me aportó ese plus de esperanza que todo devoto suyo recibe sin que ella espere nada a cambio.
Todos los Martes Santos, mantengo una larga conversación con ella, que empieza por la mañana, cuando le pido fuerza y tino para cumplir mi labor de Cabo de Andas, continúa durante la procesión sobre cuestiones intimas de mi vida que quedan entre los dos y nuestra charla finaliza cuando una vez realizado el Encuentro con el Cristo del Rescate, mirándole a sus preciosos ojos, le doy las gracias por darme la energía y el sosiego para haber cumplido con la misión de lucir por las calles de nuestra querida Murcia a la Virgen mas elegante y señorial de toda la Semana Santa, con el mayor de los respetos al resto de tallas. No os podéis imaginar lo duro que va a suponer no poder sacarla a la calle dos años seguidos y por tanto, no poder mantener esa especial conversación entre los dos.
Mi resiliencia no tiene mérito ni truco, la consigo gracias a la familia y a todos los amigos que me han apoyado sin cesar y también, gracias a Ella, nuestra Virgen de la Esperanza, que no me ha dejado sólo en ningún momento. Aunque he de reconocer que apenas hace unos días, mis fuerzas han recibido un fuerte golpe: Asunción Iniesta, nuestra Camarera, la Tía Choa o mi Quica como le llamábamos cariñosamente, falleció y provocó en nuestra familia un tremendo dolor y un vacío muy grande difícil de consolar. El año que viene con más ánimo, le haré un artículo merecido, para ello necesito que el tiempo me dé más ánimo y me reconforte ante una pérdida irreparable.
DEP querida Quica, los Martes Santos no volverán a ser iguales sin ti.
DE LA TRAYECTORIA DE LA HERMANDAD EN EL POSTCONCILIO
Vicente Montojo Montojo
En los años 1958-1975 la Hermandad de Esclavos del Santísimo Cristo del Rescate vivió una etapa muy especial, que fue la del papa Juan XXIII, que anunció poco después que convocaría el Concilio Vaticano II, su celebración, con Pablo VI a partir de 1962 y los diez años posteriores. Fueron años conocidos en España como los del segundo franquismo, de gran crecimiento económico pero de grandes problemas, como las huelgas de 1962 y la conflictividad política y social de 1969 a 1975.
En la diócesis gobernó D. Ramón Sanahuja de 1950 a 1969 y D. Miguel Roca Cabanellas de 1966 como auxiliar en 1978. Fueron años difíciles los del post concilio, que en las cofradías se notaron por diversas circunstancias, como un menor apoyo popular y de algunos sacerdotes, o el dejar de portar los pasos a hombros, aunque en menor proporción que en otras regiones de España y en la de Murcia el distanciamiento fue más pronunciado en Cartagena que en Murcia. De hecho la Hermandad de Esclavos del Santísimo Cristo del Rescate no parece que acusara una disminución en la devoción del besapié del primer Viernes de Marzo, si observamos la prensa periódica de esos años, que mantuvo un gran arraigo popular, y lo mismo o algo parecido sucedió con la procesión del Martes Santo salida desde la Iglesia de San Juan Bautista, de una gran solemnidad, bajo la dirección de Adrián Massotti en los primeros años setenta.
Cabe deducir que el avance de la secularización con motivo del postconcilio, secularización de sacerdotes y en otro sentido de laicos, no tuvo tanta repercusión en esta y otras cofradías, como sí lo tuvo en otras.


Bernardo Calvo Guirao Hermano y Estante de la Cruz Guía. Vicepresidente JM Centro-Este
San Juan, uno de los barrios con más repercusión histórica de la ciudad de Murcia. Castizo y bohemio como pocos en el casco antiguo, sus callejuelas y plazas en torno a la iglesia de San Juan Bautista hacen acopio de recuerdos de otros tiempos donde la nobleza murciana hizo del su casa.
Tiempos pasados con más abolengo que la realidad que nos ha tocado vivir, pero lo que tal vez, nunca se ha llevado el tiempo es el arraigo de los sanjuarenos con su propio barrio, contagiando al resto de vecinos de toda la ciudad.
Desde finales de los años cuarenta y gracias a un grupo de jóvenes, encarcelados durante la guerra en la iglesia de San Juan, que decidieron custodiar, proteger y dar culto al Cristo de Medinaceili de los Tirnitarios que allí moraba. Año tras año y cuando la primavera da la bienvenida a la cuaresma, Murcia se prepara para su semana más devota y en nuestro barrio de San Juan se comienza a vivir un ambiente muy especial. ¡El besapié de Cristo del Recate ya está aquí!
Cada primer viernes de marzo y como manda la tradición, cientos de murcia nos se acercan hasta la iglesia de San Juan Bautista a su cita con el mas Nazareno de nuestros Cristos, Largas colas de fieles esperan para postrarse ante el Señor de Murcia con objeto de rogarle y darle gracias.
¡Ya huele a Semana Santa! Se oye comentar entre los devotos del Cristo, sanjuaneros y murcianos que pacientes esperan su turno... y así es. Ya que este acto, marca el inicio de los preparativos para la semana nazarena de San Juan. Los Hermanos Cofrades se preparan para su día grande, empiezan a sacar túnicas, capas y capuces de los armarios. El Martes Santo se acerca…
Y por fin llega, no hay día mas especial en nuestro Barrio que el Martes Santo. Desde la mañana el no parar de los miembros de la Hermandad con los últimos preparativos, los túnicas que van y vienen de casa a casa para cumplir con las tradiciones familiares tal y como hacían nuestros abuelos.
Los floristas que engalanan los pasos, los carpinteros que ajustan las baras… el Hermano Mayor como buen director de orquesta siempre presente. Esos cabos de andas que durante el año no descansan, el Martes no sera menos y arriman el hombro desde que sale el sol para que se luzca todo como no puede ser de otra manera, regidores, monaguillos, voluntarios, nazarenos... Pasión nazarena y esclava que surge en el interior de la iglesia y que escapa por cada resquicio para impregnar toda la ciudad.
Cae la tarde, la noche quiere hacerse fuerte en el cielo de Murcia, pero en el Templo de San Juan Bautista, con solemne emoción y respeto se reza un Padre Nuestro que entre nervios y alegría dará paso al momento que todo el año esperamos: ¡¡¡PROCESIÓN A LA CALLE!!!
Murcia espera en penumbra el paso de los Hermanos en Cristo y su estación de penitencia. Silencio, incienso y tambores a la luz de los faroles se dejan ver y sentir por la ciudad. El Señor de Murcia y la Virgen de la Esperanza guiados por su Cruz, rompen la oscuridad de la ciudad con su majestuosidad, como cada Martes Santo desde hace más de 75 años.
Cruz Guía, que con paso marcial, antecede a la Virgen de la Esperanza bajo el emocionante sentir de una plaza hasta la bandera de devotos donde no faltan los vítores a Nuestra Madre, que con solemne marcha deja paso a su Hijo querido. El silencio se hace dueño del Barrio, ya esta en la calle el Cristo del Rescate, bajo su magnifica mirada de tensión contenida, sirve de consuelo a sus fieles. Fieles que lo acompañan a lo largo de su caminar por las calles de Murcia convirtiendo su traslado en uno de los momentos culminantes de la Semana Santa en Murcia.
Tras ser disfrutado por el conjunto de los murcianos con respeto reverencial, Madre e Hijo vuelven a casa, a su San Juan querido, a nuestro barrio. La plaza espera abarrotada y emocionada al ver como la Virgen de la Esperanza se gira ante ellos para encontrase y fundirse en un abrazo eterno con su Hijo. Creando entonces el momento mas especial, sentido y bonito del Martes Santo y que sólo puede contarlo aquel, sanjuanero o no, que lo ha vivido.
Un año mas toca despedir al Cautivo, al Esclavo, al Hijo que nos dice adiós bajo el tronar del Himno y la mirada de sus vecinos ya expectantes por volver a verlo por el Barrio.
¡Viva el Cristo del Rescate! ¡Viva la Virgen de la Esperanza! ¡Viva la Cruz Guía!
Barrio de San Juan, decía uno de tus ilustres vecinos D. Luis Garay:
“Aunque padezcas tracoma y albergues mendicidad de novela picaresca, nunca te dejo de admirar…”

José Mª Falgas Martínez Hermano Esclavo del Rescate
Comienzo a escribir este artículo el Miércoles de Ceniza, primer día de la Cuaresma 2021. En principio no sabía cómo lo iba a enfocar cuando me lo solicitó mi amigo y compañero de la Hermandad Rafael Melendreras, pero al observar la última revista Rescate del pasado año y ver de nuevo la portada que ilustró la misma surgió la idea: “Miradas”.
La mirada que hoy día dirigimos a los ojos, principalmente a las personas que vemos por la calle, es totalmente distinta a la de hace un año y a veces ni nos reconocemos. Pues no tiene la fuerza e intensidad como la actual, incluso en el trabajo. Es un cruce de miradas que sobresalen de rostros que ocultan nariz y boca por la mascarilla. Obligatoria de llevar ésta, para mayor protección del posible contagio en el que estamos inmersos por la terrible pandemia que azota al mundo del ‘covid’. Un virus que nos rodea y que viene deparando paro, hambre, pobreza, dolor y muerte. Dice el refranero que la “cara es el espejo del alma”. Sin embargo, es muy difícil poder definir a la persona en cuestión al llevarla protegida, casi oculta y no podérsela ver al completo en el quehacer diario. De ahí que no podamos asociar con el simple gesto de una mirada lo que esconden las caras de las personas y amigos que llegamos a veces a no reconocer. Los ojos pueden demostrar en una primera visión al mirarlos una sonrisa, quizás tristeza o puede que sufrimiento, ya que en la vida se suceden alegrías y penas.
Esperanzas y desilusiones. Gozos y amarguras. Ello nos lleva muy distintamente a cuando uno viste la túnica de nazareno en Semana Santa, que esa mirada a través del capuz sea diferente también y más oculta. Sin embargo, al acercarnos a través de los ojos el contemplar las imágenes de Jesús y María en los templos esa mirada es firme, viva y llena de la fe que uno lleva dentro ante la presencia de la Madre y su Hijo.
El quinario en honor al Cristo del Rescate finaliza como siempre el primer viernes de marzo, fecha que tienen marcada en rojo cada año sus devotos para recordar y asistir al tradicional Besapie. En el 2020 ya no fue posible besar su pie durante todo el día, pues autoridades sanitarias aconsejaron que no se realizase el citado beso tratando de evitar la propagación de la enfermedad que ya sumaba varias muertes. Sin embargo, los cuatro días anteriores sí pudieron besarlo sus fieles. Esta circunstancia motivó que las miles de personas que desearon venerar tan sagrada imagen, la del “Señor de las manos atadas”, al llegar frente a Él se detuvieran algunos segundos más de lo habitual manteniendo una profunda mirada hacia su rostro. De ahí que realizaran una «genuflexión», signo de cariño, amor y respeto.
La devoción que se le profesa al Cristo del Rescate traspasó y traspasa límites, aún con la amenaza del virus que tanto se hablaba y se sigue hablando, pero que mantiene la visita a la parroquia de San Juan Bautista cada primer viernes de marzo para venerar al cautivo. Eso sí, su imagen sigue estando en su capilla pudiendo ser visitada todo el año. Transcurrieron 99 días desde aquel 14 de marzo que fue decretado el estado de alarma por el Gobierno de España y por tanto un total confinamiento de la población. Ello trajo consigo la no celebración de actos cuaresmales, procesiones, fiestas, deportes, etc. Lamentablemente este año 2021, también atípico, de nuevo en la Semana Santa no se pueden celebrar desfiles procesionales pero sí algunos actos con las reservas pertinentes de ocupación y bajo miradas que fluyen de unos ojos algo tristes. El número de contagios desciende como el de fallecidos y la vacunación es ya un hecho pero lento. Estas circunstancias no deben empañar para nada el mantener la fe a Jesús y María cuando les dirigimos la mirada por encima de la mascarilla o desde el interior del corazón. Ya que si también dirigimos nuestros ojos a la cruz, es porque en ella está Jesús y lo que representa para el mundo cristiano.

Estos últimos párrafos los termino de escribir recién finalizado el Quinario 2021 al Cristo del Rescate que también será recordado en su conjunto desde el primer día de su comienzo hasta el viernes siguiente día por excelencia del Besapie. Ha sido totalmente distinto a todos los anteriores. De nuevo la pandemia privó del gesto que esperan todo el año de besar su pie a decenas de miles de personas. Sin embargo y en menor escala no fue motivo para que otros miles de creyentes siguieran manteniendo la visita a tan venerada imagen en ademán que encoge corazones y sublima almas. Esta vez la cola fue más corta de lo habitual por las restricciones del ‘covid’ y en menor horario de exposición de la imagen.

Pero que hombres y mujeres de todas las edades, niños de la mano de sus familiares, personas de avanzada edad, otras con discapacidad a lo largo de doce horas allí estuvieron junto a Él. También asistieron el presidente de la Comunidad Autónoma, Alcalde de Murcia, mandos de las Fuerzas de Seguridad del Estado en la Región, presidente del Cabildo de Cofradías y representantes de colectivos profesionales que son hermanos honorarios de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús del Rescate y María Stma. de la Esperanza como son el Colegio de Agentes Comerciales, de Abogados y el Orfeón Fernández Caballero en la misa que ofició el Obispo de la Diócesis, Lorca Planes, acompañado por el párroco de San Juan Bautista, Manuel Peñalver. Los hermanos esclavos, hombres y mujeres, con el Hermano Mayor al frente vivieron de una intensa jornada de emoción y culto. Destacar que todos y cada uno de los asistentes tuvieron que pasar previamente por un estricto control de acceso al templo con toma de temperatura automática y dispensador de gel para las manos.
Se guardó la correspondiente distancia de seguridad bien señalizada y todo ello para que el visitante llegara ante la imagen del Cristo en su deseosa mirada de una fe sencilla, pero ardiente. Avanzaban metro a metro hasta llegar al altar al que ya veían de perfil. Después frente a Él, la mirada de todas las personas las dirigían a su rostro, no sin antes hacer una genuflexión en señal de veneración. Y es que la fe mueve montañas. Deseo dejar constancia de un hecho vivido en primera persona de los cientos que presencié el pasado viernes en el día del Besapié, cuando un reportero de televisión le preguntó a un niño de unos cuatro años que iba de la mano de su joven madre al estar unos breves segundos frente a la imagen del Rescate: ¿le has pedido algo al Cristo? le contesta sin parpadear ni un segundo «sí, un hermanico». Mirar a Jesús es encontrarnos con una inmensa fuente de alegría y de amor incondicional, al saber que a través de los ojos vemos y conocemos nuestra verdadera identidad ya que somos fruto del amor de Dios y existimos por Él, que nos ama y un día por ley de vida estamos destinados a vernos bien de cerca cuando decida llamar nuestra alma junto a su seno. Por eso debemos mantener nuestra fe como bien se preguntaba el Papa Francisco «¿Cómo me mira hoy Jesús?». Diría que con la misma fuerza de las «tres miradas que el Señor tuvo hacia Pedro».
OBITUARIO: Asunción Iniesta Moreno.
Qizás no sea la persona más idónea para escribir estas líneas, pero desde el cariño que le tenía, sí quiero rendirle un pequeño homenaje, para que el lector pueda hacerse una idea, aunque sea muy sucinta, de la persona que era.
Asunción Iniesta Moreno, Choa, la tita Choa, como así la llamaba cariñosamente su familia, era una persona entregada a los suyos, siempre tenía en la boca a sus sobrinos a los que adoraba, y me consta que el sentimiento era recíproco.
Era una de las personas más generosas que he conocido, siempre que me veía por la calle, en la Hermandad o en alguna de las visitas que le hacía a su domicilio, me preguntaba por mis hijas. Creo que alguna pillería le tuvo que hacer alguna de ellas cuando eran pequeñitas que la cautivó, porque desde entonces siempre me preguntaba por ellas.
No fueron pocas las veces que tenía que acudir a hablar con ella, habitualmente para pedirle algo, y siempre me disculpaba, “pero si no pide para él, es para la Hermandad”. ¡Cuántas veces habremos hablado cada Martes Santo!, allí sentados los dos en los bancos de San Juan, conversaciones a las que se unía también, Nacho Massotti, viendo poner el manto de procesión a su Virgen de la Esperanza, durante los preparativos del Martes Santo. Y digo “su” porque para ella era su Virgen. Tantos años la había contemplado en el salón de la casa de sus padres, que nadie con más derecho que ella para poder decir que era una más de la familia.
Si la generosidad era una cualidad de Choa, no menos su piedad y amor por la Virgen de la Esperanza a la que tantos años cuidó y sirvió, seguro que ahora será la Stma. Virgen la que cuidará de ella.
¡Cuánta amabilidad derrochaba la tita!, nunca la oí decir una palabra más alta que otra a nadie, siempre tratando con dulzura a las personas que la rodeaban, nadie más digna que ella, para ser la camarera de la Madre del Rescate. Por eso cuando pienso en Asunción, solo me sale decir que era una buena persona.
Hemos perdido a Choa, la tita de la Hermandad del Rescate, ¡qué suerte que el cielo la ha ganado para sí!, y allí junto a sus padres, para que ocupe el lugar de preferencia que les espera a los que todo dieron por el Señor y su Madre, la Stma. Virgen de la Esperanza. Hasta siempre Tita.

UN TESTIMONIO EMOCIONADO
Nuria Pineda Alonso
La devoción hacia el Cristo del Rescate de Murcia me fue transmitida hace años por Doña Mari Nieves Picazo, una mujer de fe a quien quisiera aprovechar para rendir homenaje a través de estas líneas.
Sus firmes creencias católicas, profundamente marianas, la llevaron a estar estrechamente vinculada a diversas instituciones como la Archicofradía del Rosario de Murcia, la Corte de la Virgen de la Fuensanta, las Hermanas de la Caridad o las Hermanitas de los Pobres. De su madre heredó y conservó un estrecho vínculo nazareno con la Cofradía de Servitas de María Santísima de las Angustias y la parroquia de San Bartolomé. Pero sin duda alguna, otra muy profunda y destacada devoción fue la que profesó a Nuestro Padre Jesús del Rescate. Retomando mi experiencia personal, he de confesar que solo la desesperación extrema me ha hecho recurrir a Él en contadas pero señaladas ocasiones, en busca de su ayuda, y jamás hasta el momento me ha defraudado, es más, ha obrado grandes milagros los cuales me gustaría relatar como un testimonio personal de fervor y agradecimiento.
El primer milagro del Cristo del Rescate aconteció con mi persona en el año 2010, cuando me intervinieron quirúrgicamente con cierta urgencia. Durante el postoperatorio, se produjo una gran infección que no remitía, provocando un serio problema que solamente tenía solución con otra cirugía de extrema dificultad. Mis plegarias surtieron efecto y, afortunadamente, no tuve que volver a operarme.
La segunda ocasión en que recurrí al Señor de Murcia, por extraño que parezca, fue por causa de un animal. Maya, la perrita de mi ahijada se perdió una víspera de todos los Santos.
Los días posteriores estuvimos buscando por la zona, y ante la tristeza y desconsuelo de la pobre niña, y la nuestra propia, iniciamos una intensa búsqueda recurriendo hasta incluso a la policía, la guardia civil, la televisión, radios, etc., pero no aparecía por ninguna parte. Nuevamente en la desesperación, comencé a rezarle al Cristo y a las dos horas me comunicaba mi hermana que felizmente había aparecido en una casa abandonada de la huerta.
Otros sucesos acontecidos en el seno de mi familia me han llevado a pedir encarecidamente al Cristo su protección, como me ocurrió con una prima de Asturias o con mi propio sobrino, a quien pedí que ayudase tras venir al mundo con problemas de audición.
La última vez, fue hace escasamente un año y volvió a obrarse un milagro excepcional. La madre de un amigo, Mari Loli, sufrió un ictus quedando extremadamente grave. Hasta el punto en que los médicos comunicaron a la familia que era cuestión de horas. Al enterarme de tan trágica noticia empecé a rezar con gran intensidad pidiendo por su curación, y el Señor de San Juan Bautista volvió a estar grande. Actualmente está bien y recuperada totalmente. A la fecha, los médicos siguen sin encontrar una explicación a su curación. Y este es mi testimonio acerca de los milagros que el Cristo del Rescate ha obrado con mi persona y otros seres queridos. Todos los primeros viernes del mes de Marzo, allá donde me encuentre acudo al Besapié con gran fervor y por el gran amor que siento por EL. La pandemia ha transformado mis besos en espontáneos gestos de cariño, al revivir año tras año un emocionante reencuentro.



con vuestra licencia:
Padre Nuestro del Rescate que estás en el Cielo. En ese Cielo, en tu Gloria, a la que todos decimos que queremos llegar y ni imaginamos, ni luchamos por ella, hasta que la fragilidad de esta vida nos pone en la realidad de nuestra pobre y frágil naturaleza.
Santificado sea tu Nombre, hoy más que nunca, usado tantas veces en vano. Enardeciéndote con demasiado ruido, para dejar ver otros deseos mundanos, mientras en el Sagrario sigue el silencio y tu soledad, que es la nuestra.
Venga a nosotros tu Reino , ahora con tu presencia en nuestra alma y cuando nos pidas ponernos ante Ti. Como lo has hecho con nuestros Hermanos que nos dejaron la partitura de su vida para seguir.
Hágase tu voluntad , así en la tierra, como en el Cielo. En esta tierra que tanto nos tira y a la que tanto amamos , en esta Murcia que se vuelca cada Semana Santa ,cada primer Viernes de Marzo ,cada Martes Santo por rozarte. Que te llora por no caber tus designios en nuestra cabeza. Que aceptamos con las limitaciones de nuestro pobre corazón, falto de amor que solo se llenará de Ti en tu presencia. Esa voluntad que tuerce nuestro deseo, nuestra vida, y que nos sirve, aun sin aceptarlo, para nuestra salvación. Si quieres hacer sonreír a Dios, cuéntale tus planes. Pobres!!.
José Alarcón Ros
Danos hoy nuestro pan de cada día. Señor mío y Dios mío, la angustia de hoy en nuestras casas , modernas y cómodas pero cada vez más volátil y endeble, está llegando a seres queridos ,cercanos. La pobreza del mundo es contagiosa y la espalda dada de los hombres también . Ahora el miedo a la penuria nos acecha. A todos. Pese a nuestros desdenes con el mundo que sufre en el silencio del anonimato, no nos dejes de tu mano y enséñanos a compartir el pan que nos das cada día de manera sencilla y justa, dándole valor a lo que tenemos entre nuestras manos.
Perdona nuestras ofensas, como tambien nosotros perdonamos a quien nos ofende. Con el alma rota quiero llegar a ti Señor, para que puedas, en tu caridad infinita , notar mi pesar, mi dolor, por cuanto te he podido ofender. De palabra, por obra, por omisión. Quiero sentirme desecho pero solo por haberte faltado. Me hace falta que no dejes de quererme Señor. Y cuando salga arrastrando mi vida, que sepa perdonar de verdad, queriendo a los demás en la libertad de los hijos de Dios.
No nos dejes caer en la tentación. La que nos lleva a vivir sin reparar en Ti . Son tantas y tan simples como la estupidez humana ,esa que es la que nos separa de Ti. Revestida en ocasiones , con la gravedad de lo incomprensible con los ojos del hombre, pero que muy bien disfrazada de justificación, no es más que el viejo pecado de ser como dioses, de revelarnos contra el Amor de los Amores.
Y Líbranos del mal. Con la ayuda de tu Santísima Madre, de ese mal que nos ha cambiado nuestra vida diaria, aislándonos aún más si cabe ,quitándonos a hijos , contra natura y abriendo la puertas a los enemigos de la libertad de los hombres que aumentan la brecha en la desigualdad entre tus hijos y en su convivencia.
Amén

