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2. Institucionales
INSTITUCIONALES
La misericordia y la fidelidad se encuentran (Sal 84)
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Se subleva y acepta la Voluntad del Padre. Hoy más que nunca hay que ayudar a los que te rodean y enseñarles que Dios no se desentiende, que siempre manda un cireneo, para ayudarte ante las dificultades de la vida. Podéis hacer la prueba en esta ocasión que nos viene impuesta, pero aceptadla con serenidad, ya veréis que no está la salud del alma ni la esperanza de la vida eterna sino en la cruz. Toma este año tu cruz y sigue a Jesús, como lo sigue tanta gente, tal como nos dieron ejemplo sus discípulos y la Virgen María y ya verás que no has perdido la alegría.
Un cristiano que se toma en serio su vida de fe aprovecha incluso las adversidades para crecer en una respuesta positiva a Dios. Os aseguro que no son palabras bonitas, sino que cuando uno aprende a cargar la cruz, no sólo la de madera, sino las cruces que cada uno conoce y las que le han tocado llevar sobre sus hombros en la vida, aprende una cosa, que solo encuentras el consuelo en la aceptación de la Voluntad de Dios, porque ganas en humildad en medio de las tribulaciones.
Ten paciencia si quieres tener paz interior, agárrate a Dios en estos momentos cuando parece que todo el mundo se viene abajo o se pone en contra y recuerda que fue el Señor el que calmó la tormenta delante de aquellos expertos hombres de mar, que le gritaban de miedo. Solo el Señor te llevará al consuelo y a la paz interior. Esto lo necesitamos.
Vive la Semana Santa y su preparación con serenidad, sin prisas, sin agobios por la procesión, ahora vas a vivir este misterio desde dentro, intensificando la espiritualidad, respondiendo a tantas preguntas que te has hecho durante tanto tiempo y no has encontrado ocasión para hacerlo.
Participa en los oficios de la Iglesia, ¡sí, tú, el que no tenía tiempo antes porque estabas demasiado ocupado!
Reza, escucha las lecturas de la Palabra de Dios, confiésate, pide perdón y ya, libre para seguir ligero de peso, te sentirás muy feliz, verás como se te iluminan los ojos y las cosas serán más sencillas. Como te quedará tiempo, te recomiendo leer la encíclica del Papa Francisco, Fratelli Tutti, porque te hará mucho bien. Demos gracias a Dios por este tiempo, que dice la gente que, “no hay mal, que por bien no venga”; dale gracias por tu familia, que habrá muchas oportunidades para estrechar más los lazos y que el Señor os bendiga.
Os encomiendo a todos a la protección de la Santísima Virgen María.
Murcia, en el día de San Vicente, mártir, del año 2021 + José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena

José Ballesta Germán Alcalde de Murcia
Murcia, al compás de los tambores, se viste de color morado, verde y blanco cada Martes Santo. La ciudad hace gala de su pasado, cumpliendo con una tradición que comienza en la iglesia de San Juan Bautista, desde donde sale el cortejo de la Hermandad de Esclavos de Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de la Esperanza.
Año tras año, murcianos y visitantes han aguardado con impaciencia y emoción la apertura de este templo. El tiempo se detiene con el caminar del Cristo del Rescate, de noble mirada, y con la salida de la Virgen de la Esperanza, cuyo semblante es profundo y melancólico. Esta Semana Santa, como la anterior, será diferente, pero estoy seguro de que todos viviremos en nuestros corazones el fervor del Martes Santo.
Durante esta jornada, el barrio de San Juan se convierte en la capital cofrade. Vecinos y turistas salen a las calles y plazas para contemplar a este hermoso Cautivo y para acercarse a la Virgen de la Esperanza.
Aprovecho esta ocasión para recordar los orígenes de esta cofradía, que se remontan siglos atrás, aunque no fue hasta los años cuarenta cuando un grupo de jóvenes decidieron dar culto a Nuestro Padre Jesús del Rescate, talla de un Cristo de Medinaceli que había salido del convento de los Trinitarios en la desamortización de Mendizábal. Desde 1943, año en el que se fundó la Hermandad, esta cofradía forma parte esencial de nuestra Semana Santa.
Mi enhorabuena a todos los que hacen posible la XV edición de la revista ‘Rescate’ porque, gracias a vuestro esfuerzo y determinación, transmitís a las generaciones venideras la devoción por nuestras tradiciones. Las procesiones de la Semana Santa de Murcia son fe e historia. Este año será distinto, pero no me cabe duda de que la Semana Santa, de la que formáis parte esencial, seguirá siendo un canto de amor por nuestra tierra.

Manuel J. Peñalver Soler Párroco De La Iglesia De San Juan Y Consiliario De La Hermandad Del Rescate
Me piden, como cada año, un artículo para la revista. Y siempre surge la misma pregunta: ¿Qué aspecto o detalle del Rescate podría interesar o llamar la atención a mis pacientes y amables lectores? ¡Hay tanto que profundizar en la Imagen señera del Cristo del Rescate!
Habitualmente, suelo hacer la oración de la tarde, en la parte exterior de la Capilla del Cristo del Rescate, donde está, también, el Sagrario. La pandemia nos obliga a cuidar la distancia, pero la mirada se centra en el Cristo de las manos atadas y en el Sagrario, donde está real y verdaderamente presente, bajo la especie de pan. Observo a personas que se acercan, piadosamente, a la Capilla que, lejos de distraerme, me ayudan a sentir la “comunión de los santos”; unas se arrodillan y rezan en secreto su oración; otras, ascienden, por las escaleras, a ponerse frente a Cristo y, en la intimidad de una oración silenciosa, se cruzan las miradas. Hay momentos en la vida, en los que es inútil la palabra, porque la mirada lo dice todo. ¡Hay tantas clases de miradas…! Siempre estamos necesitados de una mirada de comprensión, de ternura, de ánimo, de aceptación, de cariño…La mirada de Cristo penetra nuestro corazón herido.
Algunas personas, tímidamente, preguntan: ¿puedo subir? Reconocen que es un privilegio, que es un regalo, poder estar, de un modo cercano, frente al Cristo del Rescate, el Señor de Murcia. Subir las escaleras que me facilitan el encuentro con Cristo, es un motivo de esperanza y de íntima alegría.
Sus cinco escalones, se suben con facilidad y con agilidad, porque el motivo vale la pena. No se trata sólo de que yo quiera encontrarme con el Señor, es que es el Señor el que desea encontrarse conmigo. Se cumple, una vez más, en cada uno de nosotros, las palabras de Marta a María, hermanas de Lázaro: “El Señor está ahí y te llama”, Jn. 11, 28.
De verdad, que me conforta, ver, cada día, unas escaleras, que me facilitan el encuentro, cara a cara, con Jesucristo. Son como un signo, una invitación, una llamada: No te quedes ahí, sube, acércate, porque el Señor quiere “rescatar” tui vida de todo lo que te impide vivir.

Observo que se suben de prisa y se bajan con cierta lentitud, pero con la certeza de que nuestra gestión y encargo está en “buenas manos”, aparentemente atadas, pero sabiendo que todo lo pongamos en ellas, se realizará. Las escaleras se bajan despacio, con una gran paz, pero sobre todo, con la alegría del encuentro.
Hay miradas indiferentes y de indiferencia, irrespetuosas; hay también miradas de ternura, confidenciales, alentadoras... ¿Cómo era la mirada de Jesús? A Jesús no sólo no hay que perderle de vista (Hb 12, 1-2), sino que tampoco hay que perder de vista su mirada ni su punto de mira, el corazón. Los evangelios conservan diferentes «miradas» de Jesús; si los ojos son el reflejo del alma, a través de ellas podremos llegar a conocer los «sentimientos de Cristo Jesús» (Flp 2,6), para interiorizarlos y hacerlos propios. Y todos necesitamos ese cruce de miradas clarificador, pues en la mirada de Cristo se percibe la profundidad de un amor eterno e infinito que toca las raíces más profundas del ser.
Contemplar la mirada de Jesús nos servirá, también, para aprender a mirar cristianamente la realidad de cada día. “Te aconsejo colirio para ungir tus ojos y poder ver”, advirtió el Testigo fiel al ángel de la Iglesia de Laodicea (Apo 3, 18). Contemplar la mirada de Jesús puede surtir en nosotros los efectos de ese colirio clarificador.
Sus ojos devuelven la paz y la confianza, aunque nos dirijamos a Él tímidamente, como aquella mujer enferma que quiso sólo tocar su manto: “Jesús se volvió y mirándola le dijo: –Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado. Y desde ese mismo momento quedó curada la mujer”. Mt 9, 22
Este año, la mascarilla cubre mis labios, no podré besar al Cristo del Rescate; pero, no hay mascarilla para la mirada y tampoco para el corazón de la persona, que se acerca a Cristo.
José Ramón Guerrero Bernabé Hermano Mayor
Fue el 28 de Enero de 1682, día de la constitución de la Real Esclavitud de Ntro. Señor Jesucristo, cuando existe constancia histórica de la celebración de una Comunión General “en memoria de haber sido en el que quedó por propia de la Religión y enajenada de los infieles la Santísima Imagen de Jesús”
Devoción, Fe, Esperanza y Piedad avanzaron silenciosamente por el discurrir de los años y de los siglos. La Orden Trinitaria jamás habría podido imaginar, que aquella Imagen de un cautivo, encargada a la gubia de un maestro artesano anónimo, a finales del Siglo XVII, hubiera podido calar tan profundo en la religiosidad popular de unas gentes tan nobles como las del antiguo Reino de Murcia.
Se hizo realidad la parábola de Ntro. Señor, del que siembra en tierra buena…, pues aquella pequeña semilla en forma de “ecce homo” creció en devoción hasta ser el más bello de los árboles a cuya sombra se cobija el pueblo murciano.
Historia de una Imagen, que ha sufrido los achaques forzosos del discurrir de los años y de los hombres. Por sus ojos han pasado guerras, destrucciones, encarcelamientos, burlas y mofas. ¡Cuánto padecimiento habrán visto esos ojos!, ¡Cuántos llantos y súplicas habrán escuchado sus oídos!
Más de tres siglos después del policromado de su hermoso rostro, el día 6 de Marzo de 2020, día de la gran celebración del primer viernes del mes de marzo, el Cristo del Rescate nos volvió a sorprender. Besapie sin besapie. La autoridad sanitaria recomendaba no realizar el acto piadoso del ósculo a su Sagrado Pie.

Quiso así el divino cautivo que su celebración volviera a sus orígenes de la “tradicional visita al Cristo de las manos atadas” de la que hablaban los rotativos de principios del siglo pasado, y de nuevo el Cristo del Rescate, el Cristo de los Milagros, nos mostró porqué es el Señor de Murcia.
La piedad y la devoción se habían desbordado de nuevo en San Juan, miles de personas acudieron a ver a su Cristo. Pero, ¿cómo es posible?, si no se podía besar la Imagen. Una rica decoración florar a base de clavel rojo murciano, que salía de la base de la talla hacia los lados del vistoso templete sanjuanero, como si el Señor hiciera borbotar su Gracia con su gastado pie, impedía besar la talla del cautivo.
Pero es que para el Rescate no hay nada imposible, de repente las personas, ya no besaban con sus labios, sino con su corazón, ya no pasaban urgentes, sino que se detenían, el protagonista ya no era el beso, sino el Cristo del Rescate. Comenzaron las lágrimas, los sollozos, los lanzamientos de besos y abrazos. Los devotos ya no pasaban con la cabeza agachada en busca de su Santo Pie, sino que levantaban la mirada para encontrarse frente a frente con el Cristo de la mirada eterna.
Inclinaciones de cabeza, genuflexiones, santiguarse, e incluso caminar de rodillas por todo el interior del templo hasta encontrarse con su Cristo. Todo vale, para poder estar unos segundos frente al Rescate y depositar nuestras súplicas.
Con Él llegó el más difícil todavía. Si el año 2020 impresionaba, el año 2021, no lo fue menos. La pandemia ya instalada en nuestras vidas. ¡Señor, cómo lo hacemos!. Hombres de poca fe, debió decirnos el maestro, pero la Stma. Virgen de la Esperanza, siempre atenta a nuestras súplicas reiteró sus palabras de Caná “Haced lo que Él os diga”.
Separación interpersonal, gel hidro-alcohólico, control de temperatura, mascarilla, un solo sentido de la marcha, control de aforo, reducción de horarios, supresión de actos, etc…, todo se puso en marcha para que los invitados a la celebración de nuestro Señor, acudieran a su cita anual con su Cristo del Rescate.
Pero el Señor nuevamente obró el milagro. De nuevo miles de personas acudieron desde la apertura del templo hasta su cierre, una fila incesante de fieles y devotos vinieron a reunirse con Jesús. ¡Qué razón tienen!, ¡La fe mueve montañas!, De nuevo, un año más, los hijos del Rescate acudieron a su cita, volvieron a lanzarle besos y abrazos, a santiguarse, a arrodillarse ante Él, a inclinar la cabeza como respetuosa ofrenda de su corazón, y volvieron los llantos y sollozos, pero no de tristeza sino de alegría y de agradecimiento, como si el Rescate fuera el mensajero del más allá. “dile a mi padre que le quiero y le echo de menos… si ves a mi madre dale un beso de mi parte…” todo un año de sufrimiento y encierro, marcado por la muerte, puesto en manos del Cristo de los murcianos.
La celebración del primer viernes del mes de marzo, es reencuentro, es devoción, es piedad, es tradición. Son miradas cómplices con el Creador, depósitos de súplicas y agradecimientos puestas en las manos del Rescate. Peticiones, concesiones de gracias, milagros… En definitiva nosotros mismos. El Besapié del Rescate, es mucho más que un beso.
José Ignacio Sánchez Ballesta Presidente del Real y Muy Ilustre Cabildo Superior de Cofradías
Desde hace un año, el coronavirus inunda todas las parcelas de nuestras vidas. No hace falta detallar la ingente cantidad de problemas que esta pandemia ha vertido sobre el conjunto de la sociedad. Quiero por ello que mis primeras palabras sean de recordatorio hacia los hermanos de esta congregación que nos han abandonado en este tiempo pero que ya gozan en la presencia del Stmo. Cristo del Rescate. Y sirvan también para transmitir mis deseos de que pronto encuentren consuelo y paz quienes peor lo están pasando durante estos largos meses.
Como presidente del Cabildo Superior de Cofradías, en anteriores escritos os hice partícipes de mi voluntad de apostar por la unidad y hermanamiento de todos los miembros que conformamos esta gran familia, valiéndonos de unas instalaciones en las que pudiéramos compartir con asiduidad la amalgama de inquietudes comunes que nos permiten estrechar lazos. Sin embargo, la forma de relacionarnos en el día a día ha dado un vuelco de ciento ochenta grados y la comunidad nazarena no ha sido ajena a esta circunstancia. Por razones sabidas, pues, pocas de las iniciativas han tenido la oportunidad de materializarse.
El pasado 14 de marzo de 2020, ante las recomendaciones que nos hicieron llegar las autoridades sanitarias regionales, el Cabildo hubo de tomar la dolorosa decisión de suspender los desfiles procesionales que con tanto esmero, anhelo y dedicación llevábamos preparando desde el mismo Lunes de Pascua de 2019. No vacilo al proclamar que ése fue el acuerdo que con mayor tribulación he tenido que anunciaros en el tiempo que, con tan alto honor, dirijo esta institución.
Escribo estas líneas cuando acaba de hacerse pública la decisión de la Diócesis de Cartagena de suspender de nuevo las procesiones de Semana Santa en la Región de Murcia. Así pues, la actual coyuntura sanitaria que atravesamos —que en estas fechas nos golpea con más virulencia si cabe— ha desembocado un año más en la triste situación de vernos privados de ese fascinante cometido que, con igual dosis de ilusión que de responsabilidad, tenemos encomendado: el acercar la Semana Santa a los cientos de miles de personas que la disfrutan distribuidas fervorosamente por las calles y plazas de nuestra ciudad.
Pese a todo, si una cosa está a mi alcance es el transmitir a todo el colectivo nazareno murciano la capacidad que atesoramos de no circunscribir el verdadero mensaje de la Semana Santa sólo a los diez días en que los pasos y tallas de las diferentes cofradías recorren sus itinerarios en esa conmemoración murciana de la Pasión de Cristo; muy al contrario, calendario en mano, dirijamos sus cincuenta y dos semanas a proclamar, con todos los medios de que disponemos, el amor que Dios profesa hacia su pueblo, tal y como hace dos mil años ejemplificó con el sacrificio de su Hijo.
Ante la nueva tesitura que nos ha tocado vivir, no podemos quedar reducidos a un papel de meros paganos que se han visto desprovistos de la fiesta que esperaban celebrar. No asumamos como propia la figura gemebunda de Ahasverus, aquel judío condenado a vagar de forma errante por los siglos de los siglos hasta la vuelta del Mesías, precisamente por haberle negado un cazo de agua a Jesús cuando éste caminaba hacia el Gólgota cargado con la Cruz que habría de redimir a toda la Humanidad.
Quienes integráis la Hermandad del Rescate, como todos los que pertenecemos a las distintas cofradías y hermandades de nuestra ciudad, no solo celebraréis durante las próximas Cuaresma y Semana de Pasión vuestros solemnes cultos y demás actos que habéis programado, sea mayor o menor el alcance de las restricciones que puedan afectar a los mismos, sino que también tendréis la oportunidad, a lo largo de todo el año, de dar cumplido testimonio de vuestra sólida fe, depositada de manera singular en ese preciosísimo Cristo del Rescate de mirada serena, que junto su Madre de la Esperanza tanta devoción despierta en esta tierra y aun fuera de ella.
Queridos hermanos del Rescate: revolvámonos contra la adversidad y miremos el futuro con la gracia de la fe. En los peores momentos, esa fe ha sido el motor de muchas personas: testimonio de ello lo observamos incluso en el instante mismo de la crucifixión de nuestro Señor, como el que nos ofrece Dimas (el Buen Ladrón al que, según la fuente lucana, Jesús aseguró que «hoy estarás conmigo en el paraíso») o el que nos depara Longinos (el centurión romano que, tras hundir su lanza en el costado de Cristo, narra el evangelio de Marcos su casi instantánea conversión: «Verdaderamente, este hombre era hijo de Dios»). En medio de la presente realidad, y desde nuestra privilegiada posición, os animo a impulsarnos como verdaderos apóstoles que traslademos la fe en Jesús y la esperanza de su Resurrección a todos los rincones de la geografía murciana. Ése será el legado más importante que hayamos podido dejar para cuando transcurra definitivamente esta época de tanto dolor y sufrimiento.

Ramon Sanchez-Parra Servet Nazareno del año
La Cuaresma es una llamada a la conversión. Al acercarse la Semana Santa se nos vuelve a hacer la misma pregunta: Dónde estoy y hacia dónde camino? Y casi siempre nuestra respuesta es que estamos muy lejos de Dios y que precisamente nuestros caminos se alejan de Él. Y más en estos tiempos en que estamos en una durísima lucha contra la enfermedad.
Por eso la proximidad de la celebración de la Pasión y Muerte del Señor nos hace pensar en aquellas cosas que queremos quitar de nuestra vida, apartar , sacar de nosotros para parecernos mejor al proyecto que Dios tiene para los que quieren de verdad seguirle. Pero la Pasión de Cristo no terminó en muerte, sino en Vida, en Resurrección: por eso también el tiempo de Cuaresma es una llamada a ella: a dar vida dentro de nosotros a todas esas cosas que hemos ido olvidando, perdiendo. Se han atrofiado con el paso del tiempo, muchas veces, por nuestra propia dejadez.
Ha llegado el momento de conmemorar la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Después de la entrada triunfal en Jerusalén, oramos junto al Señor en el Huerto de los Olivos y le acompañamos por el doloroso camino que termina en la Cruz. Durante la Semana Santa, las narraciones y procesiones que por estos tiempos que vivimos de pandemia de la Pasión renuevan los acontecimientos de aquellos días: y en esta época nos harán mover y sentir nuestros sentimientos y hacernos olvidar que lo más importante es buscar el incremento de nuestra Fe y la devoción por el Hijo De Dios.
En estos tiempos que vivimos para los cristianos la Semana Santa no es el recuerdo de un hecho histórico cualquiera, es la contemplación del amor De Dios que permite el sacrificio de su Hijo ; el dolor de ver a Jesús crucificado, la esperanza de ver a Cristo que vuelve a la vida con el júbilo de su Resurrección.
En esta Cuaresma tan especial tenemos que vivir la gracia de qué Dios salva , tiempo para reavivar en nosotros el don gratuito De Dios, que nos ha dado el bautismo y que nos lleva a la vida eterna.
En estos días tan duros que estamos viviendo el el momento de unirnos a Cristo y a su Madre para no caminar solos. Cuando Cristo decía a sus discípulos que quien quisiera seguirle tomara su Cruz para ir detrás de ÉL, los suyos lo entendieron cuando lo vieron cargar con el madero camino del calvario. Pero nosotros los cristianos comprendemos mejor cuando nos llama una profunda conversión de nuestra vida, la gracia de caminar con decisión hacia Cristo y detrás de ÉL que nos llama a cada uno de nosotros.
Sabemos que la Resurrección del Señor nos abre las puertas de la vida eterna; su triunfo sobre la muerte es la victoria definitiva sobre el pecado . Este hecho hace del domingo de Resurrección la jornada más memorable de todo el año litúrgico.
Por eso, os animo en estos tiempos tan difíciles a todos los cofrades a vivir plenamente desde el recogimiento a vivir la Pasión, Muerte y Resurrección y esta Semana Santa la ofrezcamos por todos los seres queridos que nos han dejado por esta terrible enfermedad y que los tengamos siempre en nuestras oraciones.

Álvaro Carmona López Pregonero de la Semana Santa de Murcia 2021
El Señor está contigo no está siendo indiferente. El Señor es de la gente: padre, compañero, amigo. El Señor es tierra y trigo, mundo, amanecer y cielo. El Señor es lo que anhelo en las noches más oscuras. Y es ahí cuando maduras la palabra en un desvelo. El Señor es un Rescate que no entiende de medidas. Es Señor es lo que olvidas pidiendo que te desate. El Señor es un combate donde se avista la fe. El Señor es lo que es: un silencio estremecido que vuelve, sin ser oído y es tu promesa, también. El Señor es la osadía de siempre pedirle más. El Señor es lo que das: tan humana rebeldía, se hace dolor y elegía para contarte una pena. El Señor es lo que llena lo que nadie más llenó. El Señor, será tu Dios: no llores que Él, no ordena. El Señor es lo complejo y es un camino sencillo. El Señor es un bolsillo que solo esconde un consejo. El Señor es un espejo: “lo que ves, es lo que soy.” El Señor es donde voy y es el tiempo prematuro. El Señor es lo que auguro que mañana es siempre hoy.
El Señor es la locura y también la medicina. El Señor es la doctrina de amarte sin amargura. El Señor es la bravura de un beso que no se da. El Señor es lo que irá por delante, si tú quieres. El Señor es lo que eres: obra suya, barro y sal. El Señor será el camino también la Cruz que te hiere. El Señor es quien prefiere verte, aquí, de peregrino. El Señor es tu destino: no vayas a confundirte. El Señor es ir o irte, si te quedas o te vas. Y solo el Señor sabrá donde ha de conducirte.
El Señor es la alegría de quien vuelve hasta su casa. El Señor es quien te casa, El Señor es “mío y mía”. El Señor es la agonía de no saber lo que viene. El Señor es lo que ordene tan humano corazón, que por tener la razón: te da lo que te conviene. El Señor será la vida de otra vida que tendrás. El Señor todo será: amor, gozo, ser y herida. El Señor no es despedida ni un final que sea humano. El Señor nunca es en vano: pues el Señor que lo sabe hará que tu vida acabe cogiéndote de la mano.

Lorenzo Tomás Gabarrón. Presidente JM Distrito Centro Este.
Quisiera empezar estas palabras agradeciendo a la Hermandad su invitación a participar, como Presidente de la Junta Municipal, en esta revista. Gracias de corazón, para mí es un auténtico honor y privilegio. Escribo estas líneas en un momento complicado, de enorme incertidumbre, tras un año tremendamente duro por la pandemia que ha cambiado nuestra forma de ver el mundo y nuestra manera de afrontar la compleja realidad a la que nos estamos enfrentando. Desde aquí mi más sentido recuerdo a todas aquellas personas que han perdido la vida y a sus familiares ánimo en estos duros momentos. Como bien es sabido, este año, tampoco podremos disfrutar de la presencia solemne del Cristo del Rescate y María Santísima de la Esperanza por nuestras calles… Sin embargo, me consta que la Hermandad tiene preparado un programa de cultos y actos que harán que vivamos la próxima Semana Santa de forma diferente pero igualmente emocionante.
Son muchos los recuerdos de niño que me vinculan con esta Hermandad. Le debo a mis padres que, desde muy pequeño nos llevaran, a mi hermana y a mí, al Besapié del Cristo del Rescate. Recuerdo esa emoción en las largas colas de fieles y el momento de alzar la vista, desde mi corta estatura, a una de las imágenes que más sobrecoge y más emociona de nuestra Semana Santa. Era además uno de los primeros actos previos a la Semana Santa y ya se notaba en la ciudad ese ambiente previo que tanto nos emociona a los “semanasanteros”. Esa sensación que la pandemia nos ha quitado, volverá, y lo hará con más fuerza que nunca…
Permítanme terminar estas palabras con una licencia personal, dando un emocionado recuerdo a todos los miembros de la Hermandad fallecidos durante este año y en especial a D. Emilio Calvo, estante de la Cruz Guía durante décadas y devoto de su Hermandad que supo trasladar a sus hijos su pasión, gran amigo con el compartí durante muchos años uno de los momentos más emocionantes de la Semana Santa Murciana, cerca de la medianoche, con una Plaza de San Juan abarrotada y en silencio, asistimos con la sensibilidad a flor de piel, a la despedida de Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de la Esperanza ante un Barrio de San Juan emocionado y rendido a sus pies rompiendo el silencio de la noche con los vítores de
¡¡VIVA EL CRISTO DEL RESCATE Y VIVA LA VIRGEN DE LA ESPERANZA!!

