uno de los tracks de su patineta. Mateo gritó. Hacía mucho que no sentía tanto dolor. —¿Qué hacés, enfermo? ¿Vos sos el del mensaje? ¿Venís a robar? Acá no hay nada. Octavio volvió a reírse a carcajadas. —Eso es lo bueno y lo malo de vos. Sabés tomarte en serio cualquier juego. No vengo a robar. Vengo a dar el desenlace trágico. Lindas tetas tiene Paula, ¿no? Así que de esto se trataba todo. Nunca se trató de escribir una novela. Se trató de cogértela a Paula. —Andá a cagar. Por un momento, el aire fue un espacio enrarecido, constituido por miles de telarañas tensionadas y entretejidas. Ninguno de los dos entendía bien quién era quién. El chico de la patineta parecía cansado. La tiró
96