Cuestion de tono bibliografia faup ucentral 2009

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And our faces, my heart, brief as photos, de John Berger, por la página donde cuenta que la condición moderna es la de la distancia: ―Nunca, antes de nuestra época, tanta gente había sido arrancada de su suelo (…) Emigrar no significa únicamente dejar el país, atravesar mares, vivir entre extranjeros, sino que implica igualmente que se reconstruye el propio sentido del mundo y –en lo más extremo- que uno se abandona a lo irreal, que es también lo absurdo‖.

Y luego escribe sobre The Home, y luego sobre el muro de una casa, cargado de lilas, y luego ocho poemas de la emigración, y luego sobre el hogar de los desarraigados: ―Los desarraigados preservan su identidad, e incluso improvisan un abrigo. ¿Hecho de qué? Hecho de costumbres, creo, hecho con el material en bruto de la repetición, transformado en amparo (…) Para los desfavorecidos, lo que simboliza el estar en casa es, más que una casa, una práctica o una serie de prácticas‖.

Y luego sobre el amor, y sobre nuestro siglo, y luego sobre el dolor, y luego sobre Van Gogh, los objetos en sus habitaciones, y su rostro, y luego sobre el silencio tras la caída de un árbol, y luego sobre el primer áspero regalo que le da el mundo a aquel que nace, y que es el espacio. Y luego…

París, capital del siglo XIX, de Walter Benjamin, por la página donde se lee: ―La dificultad, cuando se reflexiona sobre la vivienda, es la siguiente: por un lado, hay que ver ahí el elemento muy antiguo, eterno quizá: el reflejo de la estancia del ser humano en el seno materno; por otro lado, abstracción hecha de este tema prehistórico, hay que considerar la vivienda, en su forma más extrema, como un modo de existencia propio del siglo XIX. La forma original de toda vivienda no es la vida en una casa, sino en un botiquín. Éste lleva la huella que quien lo ocupa. En el caso más extremo, el apartamento se convierte en estuche. El siglo XIX ha buscado, más que cualquier otro, la vivienda. Ha considerado el apartamento como un estuche para la persona; ha encajado tan profundamente a ésta en el apartamento, con todos sus accesorios, que se creería estar viendo el interior de una caja con compases, en la cual el instrumento está alojado con todas sus piezas, hundidas en las profundas cavidades de terciopelo, a menudo violeta. ¿Queda, en efecto, algún objeto para el cual el siglo XIX no haya inventado un botiquín o un estuche? Los hay para relojes,

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