Sdq 21 interior web

Page 88

{Por Pedro Cabiya | Fotos Iván Méndez (Fotográfika)}

OSVALDO DE JESÚS EL PRESTADOR DE LIBROS

Mejor conocido como "Eduardo", Osvaldo de Jesús Corniel se gana la vida paseando turistas por la laguna Gri Gri, la cueva de las Golondrinas y la Piscina Natural. Pero la fama se la gana prestando obras literarias a quién quiera leerlas. El enorme letrero ocupa una buena parte de la pared frontal de su modesta vivienda: "Se prestan obras literarias".

A

ntes leía mucho, pero ciertas afecciones de la vista han reducido sus capacidades. Osvaldo de Jesús es un hombre humilde, pero en estas líneas el adjetivo no significa pobreza material. Es un hombre humilde, en la acepción que se declara como antónimo de engreído, de vanidoso. De tez acaramelada, facciones aniñadas y un torso naturalmente delineado por el trabajo, no por las máquinas del gimnasio. Nos encontramos en la laguna Gri Gri. Lo esperé sentado delante del manantial subterráneo que provee a la laguna, en la que varios manganzones se bañaban esperando la tanda de la tarde de la escuela. Debía esperar a que concluyera una reunión de los yoleros con los jerarcas de turismo; aparentemente, los yoleros estaban permitiendo que los visitantes se hicieran a la mar sin salvavidas. "Es que la mayoría de ellos no quiere ponérselos", explica él. "Y a nosotros nos da apuro obligarlos". Conocido por todos como "Eduardo", la fama se la gana prestando obras literarias a quien quiera leerlas. El enorme letrero ocupa una buena parte de la pared frontal de su modesta vivienda: "Se prestan obras literarias", lee el aviso en la cursiva barroca de algún pendolista provinciano. El anuncio es escueto y puntual: exactamente eso es lo que hace Eduardo: acumula obras literarias y las presta a lectores que hacen la peregrinación hasta su biblioteca. ¿Cómo empezó todo? Todo empezó porque yo iba al ayuntamiento a leer. Allí había una biblioteca. Un primo mío y yo nos metíamos allí. Una vez yo estaba leyendo El corsario negro, pero tenía que irme a mi turno de la laguna y le pregunté a la bibliotecaria si podía llevármelo para terminarlo allá en el bote. Ella me dijo que no se podía. Yo le dije que tenía que haber alguna forma. Yo tenía libros y le dije que había que inventar algo. Ella dijo que inventara. Yo me puse en el lugar de los que querían leer y supe que había que permitirles llevarse los libros para la casa.

88 Diciembre 2013 - Enero 2014


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.