La escuela es uno de los escenarios de socialización más importante en la niñez y
adolescencia y constituye un lugar idóneo para formar personas preparadas para vivir
en un mundo más igualitario. Las personas dedicadas a la educación necesitamos
reconocer los mecanismos que sostienen la desigualdad entre hombres y mujeres,
para poder cuestionarlos y no reproducirlos, teniendo en cuenta que, del mismo modo
que la desigualdad de género atraviesa todos los ámbitos, el trabajo para erradicar
ésta también tiene que ser trasversal. Necesitamos actuar desde todos los frentes,
dedicándole tiempo y recursos.