En el umbral de la espiritualidad viatoriana - Pierre Laur

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una nueva espiritualidad hecha de aventura personal y de “comunidades de nuestras auroras”, como decía el poeta René Char. En este sentido podemos hablar de una espiritualidad viatoriana. De una manera también poética (pero ¿hay otra manera de hablar correctamente de mística y espiritualidad?), Anthony de Mello dice que:”despertar es la espiritualidad porque sólo despiertos podemos entrar en la verdad (y según, Juan, Dios es la verdad. n.r.) y descubrir qué lazos nos impiden la libertad. Es como la salida del sol sobre la noche. Es como la luz sobre la oscuridad. Es la alegría que se descubre a sí misma desnuda de toda forma. El místico es el que todo lo ve con claridad porque está despierto... Despertar es vivenciar el presente. Es mirar la realidad”. Es la toma de conciencia del sentido de toda la vida. En un documento sobre espiritualidad litúrgica, el R.P. Mark R. Francis dice: “Nuestra Espiritualidad es la manera en que lo que podríamos llamar nuestra “fuerza vital” participa en este mundo. Esta participación puede ser positiva o negativa, para bien o para mal, e implica a nuestra voluntad y a las opciones que vamos tomando a lo largo del viaje de nuestra vida. Pero la espiritualidad es algo más que lo puramente volitivo, porque abarca completamente la manera que la persona tiene de estar en el mundo: la pasión (eros), deseo o “fuego” esenciales que nos animan... Mucho antes de que hagamos algo explícitamente religioso, tenemos que hacer algo con el fuego que nos quema por dentro. Lo que hacemos con ese fuego, cómo lo encauzamos, eso es nuestra espiritualidad... Fundamentalmente, la espiritualidad es cómo nos las arreglamos con esa fuerza vital que nos viene de Dios y cómo la encauzamos para bien o para mal”1 (1) Esta larga cita quiere recalcar que tomamos la palabra espiritualidad en un sentido muy global. Todo lo que toca a las cuestiones vitales. Hemos de notar cómo hoy, lo sagrado va cambiando de sentido. En todas las tradiciones espirituales la noción de sagrado fue un elemento fundamental. Toda espiritualidad se pensaba en función de una realidad ”otra”: lo divino, lo santo... lo separado. La meta era la aproximación a dicha realidad. En nuestra cultura globalizada, esta noción va perdiendo fuerza. No parece evidente que exista una alteridad inalcanzable. Lo sagrado podría ser simplemente lo “virtual” de la felicidad, de la plenitud. El desafío es descubrir los medios más eficaces para pasar de lo “virtual” a lo “real”. No aparecen tan necesarios los ritos como mediaciones entre lo profano y lo sagrado y tampoco los ministros o instituciones como intermediarios con lo incomunicable. Nagarjuna, gran maestro budista dijo: “Mientras haces una diferencia entre el “nirvana” y el “samsara” estás en el samsara”. Dicho de otra manera, el nirvana, la salvación, es lo mismo que la vida cotidiana, que el ciclo del nacimiento, del sufrimiento y de la muerte. Mientras se hace una diferencia entre lo absoluto y lo relativo, entre lo espiritual y lo material, entre lo sagrado y lo profano, uno se queda en lo relativo. No integra toda su vida en la que todo es sagrado y no profano. Todo es de Dios y no del Cesar. Todo es del cuerpo. Todo es del espíritu. No hay espíritu humano sin cuerpo. Vivir la vida espiritual, es vivir aquí y ahora una experiencia de salvación, de sencillez, de silencio, de amor. No hay profano. Todo tiene su dimensión de eternidad. Así cambiamos el mundo. Así nuestra espiritualidad ha de cambiar el mundo... Pues descubrimos que “Dios será todo en todos” (1Co 15,28). Un último punto, pues no pretendemos ser exhaustivos en este inmenso tema. Es la cuestión de la primacía del sentido que Victor Franlk tomaba como centro de su “logoterapia”. Esta cuestión toma la delantera de la demanda espiritual de nuestros contemporáneos. Ya no se piden verdades (crisis de los dogmas), tampoco salvación (fin de la ética del mérito) ni un absoluto. Sólo se busca un sentido a la vivencia inmediata del individuo en relación. El bienestar afectivo ha de orientar hacia una mística de la interioridad y de la unidad armónica. La gran curiosidad espiritual facilita la integración de propuestas que nos vienen de fuentes muy diversas. Internet facilita la exploración infinita. Pero quita la capacidad creativa y la imaginación de las generaciones de los 70. Se buscan medios espirituales que permitan vivir mejor. Esta comprensión de la espiritualidad nos lleva a una comprensión de la santidad en la que los términos espiritualidad y santidad son sinónimos. Es el camino del “monje” como dice Panikar en su “Elogio de la sencillez”. El “monje” no designa sólo a religiosos sino “a toda persona que aspira con todo su ser alcanzar el objetivo último de la vida, renunciando a todo lo que no es 1

– Mark R. Francis, En el camino espiritual litúrgico del Pueblo de Dios. (Separata)


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