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Música
from 2006 03 ES
by SoftSecrets
BABYSHAMBLES
“Down in Albion”
(Rough Trade/Sinnamon, 2006)
Mi amigo Peter. Capaz de echar salsa marrón HP a casi todo. De volver a casa en una bici robada después de repartir la noche entre salones de billar y el Barrio Rojo de Amsterdam. El único con estómago para levantarse de buen humor tras una ingesta atolondrada de todo lo imaginable. Con cuerpo para dormir tres días en un parque y modales para ofrecer café a las visitas. Mi amigo británico se apellida Niland y, al igual que Doherty, canta en la ducha mientras los cobradores del frac llaman a su puerta. No sabemos si el ‘carpe diem’ del exLibertines nace o se lo hace. Pero de lo que no cabe duda es de que la politoxicomanía, el sexo barato, las portadas en tabloides y el presidio fugaz nunca fueron tan creativos como en manos de quién dicen llevó a Kate Mosh por el mal camino. Como él, no nos creeremos nada que no sea su música. Apadrinada por Mick ‘The Clash’ Jones y adulterada hasta que el punk desemboca en britpop, reggae y baladismo. Suena de verdad crudo cuando hoy sonar-crudo es ya una tecla más de la mesa de mezclas. Y contagia de acento cockney a los que de Londres conocemos lo justo. Sólo por los coros freak de la topmodel que puso de moda la anorexia o la contundencia de temas como ‘Fuck Forever’, ‘Albion’, ‘Merry Go Round’ y el single ‘Killamangiro’, vale la pena comprobar que este muerto viviente sigue muy vivo. / Iago Fernández
THE SECRET SOCIETY
“Sad Boys Dance When No One’s Watching”
(Acuarela, 2006)
Pepo habla de su grupo como de sí mismo. Dos en uno. “Secret Society estuvo haciendo el cafre al volante en Barna”. Dos, porque habitualmente le cubre las espaldas Andrés Perruca (Niño Gusano/ Tachenko) con sus baquetas. Y uno, porque es capaz de defenderse él solito en directo cuando el batería se lesiona en los baños de cualquier gasolinera. En uno de sus conciertos le comenté con rabia que apenas se habían vendido entradas. “Mejor así”. Y es que “así” la melancolía, confusión y el blues hardcoriano suenan mucho más reales. Y más aún con el ‘eco’ femenino que ofrecen varios temas en el CD. Intimista. Fan confeso de compañeros de escenario como Beef o 12Twelve, relata con extrema emoción su presencia entre el público del concierto diurno de The Evens en Madrid. Valiente como para improvisar el cancionero de Metallica y colar ‘La leyenda del Tiempo’ de Camarón entre las doce canciones de su debut en largo. Algunos le piden que abandone Garzón y él finge llamar a Malela para anunciar que el grupo se disuelve. Voz grave bañada en whiskey. Con humor, pero también con la pena muy triste de bailar de tapadillo y en soledad. Lo mejor: los momentos en que se cabrea con el mástil y mueve los pies (My Relationship with Above, Man vs. Machine, Sad Boys Dance!!...). El resto es otoño acústico de baja fidelidad y alta intensidad. / Iago Fernández
GRAHAM COXON
“Love Travels at Illegal Speed”
(EMI, 2006)
Estira los clichés hasta la parodia. Como en el título del álbum. Sudando por ser mejor que Blur sin serlo. De este modo, hace que ‘Happiness in Magazines’ parezca el disco que confirma la regla ¿Hermoso mientras duró? Coxon se presenta ahora más como novato que como veterano. Y encima arriesga lo justo –pero arriesga, al fin y al cabo- entrando en terrenos algo ajenos y herederos del sonido ‘77. Abren ‘Standing on My Own Again’, ‘I Can’t Look at Your Skin’ and ‘Don’t Let Your Man Know’, similares en estilo. La homogeneidad se agrieta bajando el tempo para ‘Just a State Of Mind’. Y vuelve a subir, pero no tanto. Buzzcocks es un bisílabo de nueve letras que ayuda a saber qué se escucha en el interior de ‘Love Travels at Illegal Speed’. O The Jam. Todo su contenido se ha hecho antes. Huele a retro. Anacrónico. Asegura que se retirará de la música antes de cumplir los cuarenta y se vende como tímido, aunque lleva subiéndose a los escenarios desde la adolescencia. Experiencia que le convierte en músico de calidad, con un último disco para disfrutar con calma. Pero no para amar. Y mucho menos a velocidades que alarmen al radar de la Guardia Civil. No se libra de la sombra de su ex-grupo, pero reafirma su voz y hace bello el triste desamor.. / Iago Fernández
TORTOISE & BONNIE ‘PRINCE’ BILLY
“The Bold and The Brave”
(Overcoat/Domino, 2006)
Le perdonamos la osadía de experimentar con ‘Daniel’. Pero Will Oldham debería saber que Elton John de tan sheriff es intocable, y por algo ha hecho de ventrílocuo con Robert Downey Jr. Y es que en este disco de revisiones, en el que Tortoise es en ocasiones un simple mercenario, la imaginería del chalado Bonnie no deja títere con sombrero. Sale bien parado. Rearregla, reconsidera y reconstruye a su antojo. Desde Devo o Richard Thompson, hasta Minutemen o Bruce Springsteen, pasando por Lungfish y Milton Nascimento. La idea de mezclar todos estos clásicos inconexos con la voz del crío malcriado del neofolk y el sonido de la banda de postrock más profesional es, a priori, apetecible. Y a posteriori interesante. ‘Some Say (I Got Devil)’ de Melanie y ‘Pancho’ de Don Williams son como para no salir de casa sin ellas. Cansino por momentos, este disco (70% canción de autor y 30% electrónica de sobremesa) permite soñar con romper el corsé y usar sus pedazos para hacer batido de fresa. Macarra, zumbón, sucio, ambiental, esotérico... El nombre del disco está tomado de una serie de cómic en la que coinciden varios superhéroes míticos. Como en sus hazañas, aquí se lleva lo predecible al desenlace más opuesto. Megapoderes y mutaciones../ Iago Fernández
VV./A.A.
“Monsieur Gainsbourg Revisited”
(Universal/Subterfuge, 2006)
Quizá ni sepas que nuestro homenajeado compuso aquella canción con gemidos (‘Je t’aime moi non plus’) que anunciaba un coche en la tele. Pero no importa. Aún ignorando el relieve del legado musical de este actor, agitador y apostador que convirtió pensar con el pene en toda una filosofía de vida, el disco que tenemos entre manos es valioso por sí mismo. Una obra 100% francesa pero adaptada al inglés por lo mejorcito de cada casa. Artistas como Pet Shop Boys, Belle & Sebastian o Donna Summer ya habían versioneado ese famoso corte de los orgasmos simulados. Y ahora son voces tan personales e intransferibles como las de Alex Kapranos (Franz Ferdinand), Jarvis Cocker (The Pulp), Michael Stipe (REM) o Beth Gibbons (Portishead) las que reinterpretan magistralmente ‘A song for sorry’, ‘I just came to tell you that I’m going’, ‘L’hôtel’ y ‘Requiem for Anna’. Desde el primer corte (reminiscencias Devo con Jan Birkin por la espalda) al último (Carla Bruni perfecta en el cambio de idioma), ‘Monsieur Gaingsbourg Revisited’ demuestra que otros discos tributo son posibles. La selección de grupos, impecable: vieja escuela (Françoise Hardy/Marianne Faithful) y savia nueva (Gonzales/The Kills). La adaptación, más que notable. / Iago Fernández
SOPHIE AUSTER
“Sophie Auster”
(Naive, 2006)
La versión ‘cool’ del operaciontriunfismo. Se busca niña mona. Hija de papá. Con ganas de interpretar poesía musicada y masticada. Mayoría de edad recién cumplida. El resultado es una especie de Carla Bruni desprovista de madurez que juega a ser vieja prematura. Canta bien y bueno. Pero hay un pero. Porrompompero: es impersonal. La única pega en medio de un disco cimentado desde abajo por los instrumentos del grupo literario One Ring Zero. La nueva Lolita, dicen. La reinventora de Edith Piaf, afirman. Las letras deben su brillantez a los escritores Robert Desnos, Tristan Tzara, Philippe Soupault, Guillaume Apollinaire y Paul Eluard. También al padre Paul Auster. Este genio contemporáneo apadrina (valga la redundancia) el disco y se encarga de que sólo dos de las canciones sean compuestas por la propia Sophie. Lo bueno si simple dos veces bueno. La cosa se gestó hace un par de años, cuando una chica de dieciséis años aceptaba el reto de cantar poemas dadaístas franceses. Pero es posible que el origen de todo sea una educación impecable en la que, me temo, no habrán faltado libros de cabecera. Ella se queda con Tolstoi. Un autor nada light para una estudiante de poesía y literatura francesa e inglesa. Seguidora de Tom Waits y apasionada de The Velvet Underground. Ahí es ¿nada?. / Iago Fernández
MORRISSEY
“Ringleader of the Tormentors”
(Attack Rcds./Pias, 2006)
Espero que si este año me acerco a Benicassim no se repita el llanto de los fans de Morrissey. Ni Stevie Jackson supo defender aquel plantón en su rueda de prensa. Un tipo tan extravagante que es raro a propósito. No podía grabar otra cosa que ‘Ringleader of the Tormentors’, como la continuación de su mejor e inmejorable colección de bellas melodías. Aquel aún reciente ‘You Are the Quarry’, que hace más que complicado ascender en la gráfica evolutiva, deja esta octava aventura en solitario como lo que es: una más. Más Morrissey, pero con menos tiempo. El anterior le llevó siete años y éste quizá haya nacido prematuro. Calentito en su incubadora, confía en que a la enésima escucha las letras alcancen el pedigree que se espera hoy de quién un día lidero la leyenda de The Smiths. Y aunque la voz -que es a Mozz lo que la melena a Sansón- parece no dar la talla en las notas altas de ‘I’ll Never be Anybody’s Hero Now’, es sólo una pequeñez que no impide un 8,5 de calificación global. Vive en Roma. Pero el embajador vaticano Paco Vázquez demuestra que una residencia en la capital italiana no garantiza inspiración divina. Por suerte nació con musa incorporada. Si le sumas la exultante emoción de cortes tan dispares como el dulce ‘Dear God, Please Help Me’ o el hit de auopista ‘You Have Killed Me’! ya se gana un puesto en el top ten de lo mejor del primer semestre de 2006. No es pecado exigir más. / Iago Fernández
THE APPLESEED CAST
“Peregrine”
(Gentlemen Rcds./Aloud Music, 2006)
Tú decides. Podemos hablar del emo que mea fuera del tiesto. Podemos definirlo como post-rock sorprendentemente melódico. Intencionado o no, ‘Peregrine’ está hecho para quienes odian los cortes de pelo asimétricos pero acaban cayendo en la trampa del nuevo core, el screamo o lo que sea que se disfraza de punk vanguardista en cada momento. Incorporan más elementos acústicos que nunca, atmósferas más compactas de lo que nadie hubiese esperado y trascienden finalmente la etiqueta. Si el directo siempre ha sido su mejor carta de presentación, ahora los de Lawrence (Kansas) dan un paso de gigante y se hacen un hueco entre los discos que exigen coleccionarse en copia original. Les escriben en su web: “Primero pensé que era difícil superar LLO. Lo hicisteis. Luego pensé que os costaría vencer a two convs. Creo que lo habéis logrado”. Otro entusiasta: “¿la respuesta americana a radiohead? Supongo que es un piropo pero ¡¿a quién le importa?!”. Empieza en clave instrumental, en la segunda bebe de las bases que aportan identidad al grupo y a la tercera va la vencida. Y la vendida. Luego, si tropiezas con ‘Silas’ Knife’ ya no los sueltas. Se les fue el batería. A cambio les vino la consagración. Atentos./ Iago Fernández






