Periodico febrero 2014

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8. No cambiar las decisiones. Que las expresiones de frustración del niño (gritos, llantos, insultos, romper cosas) no cambien vuestras decisiones iniciales 9. Ser constantes. Cumplir las pautas establecidas. Los efectos de no poner límites provocan que nunca tengan suficiente, que exijan cada vez más. Un niño que crece con escasa o nula capacidad para tolerar la frustración, cada vez admitirá y responderá peor las situaciones negativas. Las frustraciones son crisis, que bien asimiladas les enseñarán a “crecer” y desarrollar recursos ante las dificultades que se les presenten. Aceptar y afrontar frustraciones forja una personalidad más sana, equilibrada y madura. Cuando se produzca alguna situación vivida como un fracaso, se ha de abordar ante todo con naturalidad, huir de la dramatización; intentar siempre buscar aspectos positivos, pues la frustración se hace más llevadera cuando se transforma en aprendizaje. Los niños con un ambiente familiar y emocional estable, desarrollan una flexibilidad emocional que les permite adquirir destrezas para generar la tolerancia necesaria ante experiencias nuevas y diferentes y para aceptar períodos de tensión leve, sin sentir ansiedad, debilidad o temor. Ser capaces de sentir confianza en sí mismos y estar exentos de temores, los prepara para afrontar los riesgos propios que se encontrarán en su proceso de desarrollo y aprendizaje en la escuela y en su entorno. Mª Teresa Díaz de Mera Gigante. Orientadora.

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