1
LA EVOLUCIÓN DE LA SEMILLA “Wakan Tanka, Gran Misterio, enséñame a confiar en mi corazón, en mi mente, en mi intuición, en mi sabiduría interna, en los sentidos de mi cuerpo, en las bendiciones de mi espíritu. Enséñame a confiar en estas cosas, para que pueda entrar en mi Espacio Sagrado y amar más allá de mi miedo, y así Caminar en la Belleza con el paso de cada glorioso Sol.” Oración Lakota, pueblo perteneciente a la tribu Sioux en Norteamérica.
Hay semillas que las siembra el viento... Creo que las situaciones se nos aproximan cuando estamos preparadas para atravesarlas. Creo que el cuerpo, es más sabio que la razón socialmente construida e históricamente heredada. Así, podría decir que me encontré a Q’anil hace más o menos cuatro años, pero la realidad es que Q’anil me alcanzó en el momento justo en el que estaba dispuesta a comprender sus enseñanzas, en el que necesitaba escuchar sus propuestas. Justo en el tiempo en que empezaba a dar mis primeros pasos lejos de casa (ese sitio paradigmático que me crió y del cual mamé por mucho tiempo y donde me sentía cómodamente incomodada). Entonces Q’anil me encontró a través de una gran amiga y hermana. Estábamos sentadas en un área verde de la USAC compartiendo una “peda” luego de un buen rato de no vernos y me dijo “mano, estoy empezando un proceso en un centro que se llama Q’anil (sacó un papelito donde se encontraba la información básica del lugar y me entrego el contacto). “Deberías de ir un día -si podes-, a conocer. Yo sé que te va a llegar”. Me compartió su experiencia de un proceso en el que participaba. Sabía que iba a lograr alborotar mi interés. Tal experiencia provocaba una doble percepción en quien lo vivía: la de la exploración sensorial, emocional de la propia persona que está haciendo contacto con otra piel y la de quien desde otro cuerpo, explora los bordes corpóreos de su pareja de ejercicio. ¡Cómo no me iba a sentir interesada, “qué chilero! –pensé–, al fin un lugar donde acariciar y ser acariciada por una piel forastera, que no representa una agresión sexual sino que va en dirección del deseo de investigarme y conocer-me. No esperé mucho, contacté a Yola vía correo y me emocioné mucho cuando me respondió. Ahora, a cuatro años de eso, me doy cuenta que mi llegada a Centro Q’anil sucedió también en el momento en que emergía la necesidad de construir equipo como comunidad.