Los aprendizajes en la vida se hacen en gerundio...

LOS APRENDIZAJES CON LA VIDA, SE HACEN EN GERUNDIO...

Por: Paula Cecilia Lรณpez Vรกsquez

Imagen: susana-los-viejos-jacopo-robusti

Una vez me conté un cuento, que quiero contarles ahora: ¡Oiga usted cientista!, tengo este diagnóstico: “Muero de Libertad”.

Creo que la sufro también.

Renuncié a lo que había construido por mucho tiempo, sea por rebeldía, por búsqueda y oposición, sea por ser…

Renuncié porque quería cambios y sentí culpa.

Y con la conciencia de ella, continué cambiando.

Quería cambios verdaderos que me llevaran a no continuar con eso(s), que con la libertad producía, incluyendo la ceguera y la altanería, y porque el alma que tengo, trotamundos me gusta “siendo”.

Quizá renuncié porque hubo también mucho dolor.

Todo este tiempo intentando respetar y no dañar con mi libertad.

Sobre todo no dañarme y aún así lo conseguí haciendo.

He procurado “apretar” el deseo y no dejar desbocarlo para que aprenda de la experiencia y pueda dar otros frutos.

Pero el acelere, y el resultado, lo llevo también como herencia de la prisa, del mercado, del caminar acelerado que ya nos constituye… ¿Cómo todos los que se dedican a las explicaciones, los inventos y las curas o tan siquiera a las habladurías, no han podido crear algo para sobre llevar con miras a erradicar tantos de esos males?

Creo estoy enferma de futuro, de culpa conversada y de no nivelar la calma con el acelere. Porque esa enfermedad no se hace sola, ni a ciegas, se hace con otros que imprimen huellas.

Pero ¡cuidado!, porque sí existen muchos diagnósticos que ayudan a entretenerse por mucho tiempo y hasta sin conciencia, para enfrentar “el malestar”. Así dispersándose, evadiendo, cultivando la ceguera, diluyendo lo individual importante, en el accionar colectivo. ¡Y ojo!, que no se me mal entienda, no hablo del individualismo, ni del egoísmo, hablo de todo aquello que causa sufrimiento y no tiene otros nombres, se teje porque el deseo no puede despotricarse, ni incluso con calma tranquilizarse. ¿Dónde se deposita entonces el deseo y qué se hace con él? ¿De qué platico con la culpa y el deseo? ¡Para construir cambios individuales accionando en colectivo!

- FIN DEL CUENTO -

Y con ese cuento corto, comparto estas otras reflexiones de cuando hacemos por pensarnos en el cambio y para el cambio en colectivo. Si me pongo a pensar cuántas veces me he elegido, encuentro un par de ellas: una hace referencia cuando regresé a ciudad de Guatemala para graduarme de la Maestría en Psicología1 en la Universidad de San Carlos de Guatemala, con la conciencia que represento a un porcentaje de mujeres en Guatemala que logró obtener estudios de maestría en relación a todas las otras mujeres que con falta de perseverancia y sobre todo de condiciones materiales y oportunidades, no lo habían logrado para ese entonces.

No me vi únicamente en mi individualidad, si no construyendo un proyecto de academia entrelazando generaciones no solo de trabajadores universitarios, sino también otra generación de estudiantes hacedores. Me gustó proyectarme a futuro para preparar a otros jóvenes inquietos y con ganas de trabajar. Desafortunadamente, años después cerrarían ese programa y otro más, como la “Maestría en Psicología Social y Violencia Política”, por decisiones individualistas y administrativas de los difíciles procesos en nuestro país.

Rescatando que varias personas, innumerable listado para ambos programas, son los que hicieron posible esos procesos durante años, por acciones solidarias, comprometidas y creyendo en lo que producen procesos de formación colectiva, donde confluyen prácticas de diferentes profesionales que buscan espacios donde tener eco para intercambiar experiencias, sentirse pertenecientes al sentido de trabajar para su comunidad y el país.

Tiempo después, la otra vez que me elegí, fue con la maternidad. Ese plano consiente de contribuir para generar vida de un hijo y de una hija, que llegaran a nacimiento sus “seres” para acompañar su paseo por este planeta Azul –Verde y su cambio climático. Me elegí, porque con todo y haber negado la posibilidad de ser madre por más de 10 años, me acompañó durante ese tiempo, muchas angustias, una visión fatalista propia y ajena, reflexiones que me impedían también procurar tenerlos. Debatiendo entre el deseo y no deseo. Me elegí porque procuré ciertas condiciones donde imaginé cómo cambiaría mi vida durante un largo tiempo. Y quizá para siempre. Esa elección me llevó por otros aprendizajes, muchos más calmos y serenos, durante los primeros años de sus vidas.

Muchos más gustosos, con calma aprovechados. Conté con el gusto –y aún lo cuento- de tener un compañero dispuesto a abrir su ser para ser responsable y anuente al aprendizaje. Situación que ayuda a gustar de esa experiencia y no sentir “que le estoy haciendo ganas porque no me queda de otra”. Por ello cuido mucho ese detalle, porque no todo es color de rosa, ni todo color de hormiga.

Aunque muchas veces se viva y se sienta de color de rosa y de color de hormiga.

Con esa aproximación de experiencias, abro a diálogo, sobre 3 puntos que conté en el cuento de arriba y creo necesitamos hablar más de esto, con nosotras, con nosotros, para afuera y para adentro, y también para el adentro y el afuera que al mismo tiempo van siendo: Para el primero de los puntos utilizaré este trozo que Creonte le dice a Edipo2 Rey en la obra de Edipo Rey , escrita por Sófocles en el año 429. A.C.: “Márchate digno de lástima, cuando, incluso aquello en lo que triunfaste, no te ha aprovechado en la vida”.

Les invito a conocer por diferentes versiones para construir memoria sobre las luchas, esperanzas y formas en que diversos programas dentro de la Escuela de Ciencias Psicológicas en el Departamento de Posgrado se proyectan. Les invito a conocer para construir.

1

Después de haber Edipo avanzado en proezas, vida y hazañas, no soporta la verdad en la búsqueda de sus enigmas. No soporta esa verdad dada por otros y comprobada por él. No soporta en todo caso el peso de sí mismo, de su historia con otros. Edipo, no se da muerte, pero se mutila.

Cuántas veces nos pasa en la vida que nos olvidamos tan pronto de nosotros mismos en nuestra levedad. ¿ Por qué padecemos de olvido a corto plazo, mediano y largo plazo cuando la emocionalidad y la vida cotidiana3 irrumpe en el “espacio tiempo” que nos significa donde no “soportamos” y podemos echar todo por la borda? ¿A caso nos creemos eternos?

Pudiendo acudir como el mismo Edipo a lacerarse, “sin importar” lo avanzado, vivido y triunfado. O importándose, pero arruinando el propio ser, ese ser que lleva y trae, y que sin él no transitamos. ¡El dolor no está de moda, no tiene por qué estarlo! Aunque sea parte de nuestra vida, aunque venga con todo y ésta. Y qué bien es sentir la cercanía de otros, para no sentir el camino tan solo, porque la relación consigo y otros, siempre es intensa. Porque pasando lo que vaya pasando, viviendo, muriendo, retoñando o existiendo, creando vamos siendo4.

Para el segundo punto de lo que quiero comentar es ¿Cómo hacemos con el tiempo?

Hoy me levanté más vieja, siempre envejezco, por lo menos desde que que tuve conciencia de ello, pero no me lo planteé antes con este carácter formal. Si viviera 10 años más, ya pasé la mitad de mi vida y si el total de 60 fuera estar vieja, ya lo estoy…

Reconociendo que podríamos seguir siendo víctimas de nuestras circunstancias y que la vida también tiene temporadas muy mundanas y épocas desesperadas, cómo tejer con lo diverso desde nuestra individualidad, deseos y no deseos. Cómo ir tallando el camino que se olfatea como querella para que el tránsito sea “bueno”. El tiempo lleva su angustia, no solo de la incertidumbre, sino de la historia real del contexto. No es etéreo ser y su levedad. Es la vida real con sus armas, su narcotráfico, sus éxitos emprendedores, su corrupción, con los fatalismos para el cambio, sus procesos esperanzadores y su indiferencia.

Aunque el tiempo se institucionalice, materialice, utilice, coincido con quienes han llegado a practicar que el tiempo es lo único “nuestro”. Con el tiempo, verdaderamente es con lo único que podemos modelar lo imaginable, lo que se desea y lo que no. Y para usarlo hay que tener una idea o varias para darle forma a ese tiempo. Ideas con sentido para no dividirlo en múltiples tareas que nos desgasten y terminemos cansados al terminar la jornada queriendo que ésta sea de 48 horas. Sintiendo que no nos alcanzó: “El Tiempo”. Y con esto, para nada se considere como receta. Pero en la vida misma, tenemos más estímulos para creernos “eficientes” por aprovechar el tiempo, porque hasta hay organizadores inteligentes en las computadoras y teléfonos móviles. Hasta nos podemos poner alarmas que nos recuerden cómo usar “nuestro tiempo”. Y pobres aquellos que no “usen su tiempo” para ser útiles y servibles para sí y para otros. Porque serán expulsados de los tiempos de los “sin tiempo, que les alcanza el tiempo”.

Leer en la obra Edipo Rey de Sófocles y además asistir al teatro de la Universidad Popular en zona 1 –ciudad de Guatemalatodos los viernes y sábados de septiembre a las 8:00 pm durante el mes de septiembre de 2019.

3 Conversa tus ideas con Agnes Heller en su libro “Sociología de la Vida Cotidiana”.

4 Quien guste deleitarse, le recomiendo sienta la Toccata y Fuga en re menor para órgano de J.S. Bach, para encontrar otra 2

Por cierto, ¿Cómo usas tu tiempo? ¿te agrada? ¿te proyectas?... y lo divides, y te cansas, y te reinventas creyendo que “avanzas”, viviendo en el sentirse con otros, disperso y proyectado.

El neoliberalismo se adueñó de lo más querido para nosotros “el tiempo”, se lo llevó para usarlo a su antojo “productivo5” , para dividirlo y así hacernos sentir eficientes y eficaces, términos que usarían mucho los coach; quienes apoyan las lógicas de mercado; cualquiera de nosotros que queremos hacer las cosas diferentes y de manera concreta quienes sienten de tras el jefe o jefa que les piden productos porque si no los despiden. Pero el neoliberalismo no es ajeno a nuestro cuerpo, ni a nuestro ser, ejerce toda forma de explotación que hacemos con él.

Y finalmente el último punto, hago referencia a cómo crear condiciones para ejercitar desde nuestros cuerpos sexuados, seriados, asimilados de diferentes formas. Ese cuerpo que nos produce identidad y que nos hace sentir pertenecientes y otras veces extraños.

Desde que nuestra tradición judeo-cristiana fortaleció el goce como fuente de pecado y destrucción, separado el alma del cuerpo que la configura y le da vida, hace de la culpa su mejor aliada. Por más que la ignoremos, la estudiemos, la exiliemos, la culpa, forma parte de nuestra forma de relacionarnos consigo mismas(os) y con los demás.

Escrito eso me hace finalizar con el tercer punto: todo cambio reflexionado no escapa de culpa, pero baila con el goce y proyecta el cómo se desea y se merece por dignidad vivir. La dignidad nadie nos la enseña, sólo se practica. No creo que se pueda enseñar, no conozco alguien que lo haga. Sólo se ejerce. Tampoco tiene precio. Pero para ello necesitamos conocerla, vivirla y quererla. Y una vez abierto el camino, no se detiene.

Cuando al preparar una clase de “Seminario de Etnopsicología” en el año 2017 para jóvenes de la jornada matutina en la USAC, leí a Dorotea Gómez Grijalva, maya K´iche, en su libro: “Mi cuerpo es un territorio político”, reconocí cómo su caminar fue haciendo visible el poderse reencontrar con su cuerpo, reconociéndolo en los múltiples discursos que lo oprimen y lo domestican, encontrando resistencias que posibilitan una forma de seguir caminando más consciente, clara y sensible.

Procurando su ser espiritual no vivido desde la religiosidad, ni desde los pecados cultivados por la sociedad. Reconocí su defensa hacia la vida, su caminar que mostró sus momentos inciertos y me invitó a pensar junto a aquellos otros procesos que ya había vivido desde el año 20156 en el Centro Q´anil, con mujeres inquietas y algunos pocos hombres que en búsqueda de encontrar sus propias formas para estar amando, gozando, viviendo, disfrutando, llorando, se abren a la sombra de sus desconocimientos7 .

Quien esté interesado en conocer otra visión, consulte Byung-Chul Han en su libro Psicopolítica.

Diplomado en cuerpos, erotismos y sexualidades. Proceso de Terapia de Reencuantro. Taller Madre de nosotras mismas por Niza Solari.

7 Que disfrutes éste y el siguiente boletín!. Disfruta para mientras la canción de La Yegros “Viene de Mí”.

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Centro de Formación-Sanación e Investigación Transpersonal Q’anil | Teléfono: 502 2474 0374 | www.sanacionqanil.org.gt