#UNTROLLENMICAMINO

A PROPÓSITO DE LAS HORDAS DE TROLLS MACHISTAS QUE CIBERACOSAN EN LAS REDES EN TORNO A LA CONVOCATORIA DE “UN VIOLADOR EN MI CAMINO” EN GUATEMALA Por: Amalia Jimenez Galán

#UNTROLLENMICAMINO

Foto de: https://mariestopes.org.mx

Les cuento cómo fue que una horda de jóvenes trolls invadió mi muro este fin de semana: Al regresar a casa después de haber participado en la performance artístico-política #UnVioladorEnMiCamino que hicimos en Guatemala, un sentimiento pletórico de formar parte de una voz coral y mundial de mujeres vibraba en cada célula de mi ser. Por la noche, al revisar mis redes y empezar a subir contenido, me di cuenta de que la publicación que había compartido con la convocatoria del acto de denuncia tenía centenares de reacciones. “Qué bueno”, pensé, a pesar de que yo sólo estaba compartiendo una convocatoria que a mí me había llegado de otra compañera por WhatsApp. La sorpresa fue creciendo cuando empecé a revisar el tipo de reacciones que la publicación había generado.

En ese momento, había cerca de ochenta respuestas favorables de “Me gusta” y “Me encanta”. Y casi 300 eran burlas de “Me divierte”. Me sorprendió la cantidad. También había comentarios humillantes, denigrantes, sarcásticos y memes amenazadores. Dediqué tiempo a pensar qué significaba eso, cómo podía interpretarlo y qué podría hacer. En lugar de enojarme horrible, decidí respirar profundamente cada exhalación de frustración, rabia y tristeza. También decidí bloquear esos contactos porque sentí la necesidad de proteger mi muro de lo que parecía que eran centenares de hombres organizados.

Yo apenas he bloqueado diez o doce contactos de machos violentos y estafadores en mi vida de redes sociales. Me cuesta bloquear a personas con las que no estoy de acuerdo, porque conservo siempre la esperanza en el diálogo respetuoso y, cuando se puede, conciliador. Bueno, pues el domingo tuve que dedicar tres horas por la mañana y dos por la tarde noche a bloquear esos centenares de contactos. Decidí tomármelo como un experimento casi sociológico y fui entrando en cada uno de los perfiles. Vi sus nombres, sus rostros, el tipo de amistades con las que estaban vinculados en Facebook y el tipo de publicaciones que hacían. Los vi también seguir creciendo en número hasta los 400 que se burlaron con el “Me divierte”. Y cada uno de esos perfiles son los que revisé. Observé y analicé con la curiosidad de averiguar qué tipo de hombres estaban detrás de esas acciones y llegué a las siguientes conclusiones, que no son precisas en número, porque no me dio el tiempo ni la energía ni las ganas para tanto, pero sí son resultado de un ejercicio de percepción de las tendencias generales: • La gran mayoría son hombres jóvenes veinteañeros y un hombre de edad mediana que tiene toda la apariencia de dedicarse a cazar adolescentes en las redes sociales.

• A casi todos les encantan los memes y saben cómo hacerlos.

• Sus perfiles son reales. Apenas dos o tres sin foto y sin información que defina su identidad. Eso sí, sus perfiles no son públicos. A diferencia del mío, que es público, los suyos suelen estar blindados para personas que no sean sus contactos en Facebook.

• La mayoría son estudiantes de secundaria o de la universidad, sobre todo de la Universidad Mariano Gálvez y de la USAC. Apenas 2 ó 3 de la Marroquín. Se preparan para ser abogados, ingenieros y hasta psicólogos. Hay bastantes amantes de los carros y mecánicos incluso. También encontré fisioculturistas y hasta un atleta de alta competición.

• A muchos les encantan los videojuegos, el animé y los juegos de rol (a mí también :) Hasta aquí, vamos más o pensar en pueda tratarse

menos bien, en el sentido de que nada me ha hecho de bots (robots que actúan desde perfiles falsos),

• Una octava parte, tal vez, son fanáticos religiosos de iglesias cristianas fundamentalistas.

• En muchos de sus perfiles, los memes anti-feministas y misóginos, en general, se combinan con otros abiertamente racistas y homolesbotransqueerfóbicos.

•Bastantes hacen apología de la violencia contra las mujeres y realizan publicaciones que ridiculizan, denigran y humillan los cuerpos feminizados.

• Algunos se califican a sí mismos como “borrachos”, “groseros” y “amantes del humor negro”. Es probable incluso que alguno ejerza la violencia en términos físicos y que pertenezca a algún grupo delincuencial.

• Muchos de ellos tienen fotografías de perfil o portada junto a sus novias o jóvenes esposas o con sus hijos. En estos perfiles, abundan los comentarios y las publicaciones que hacen referencia al “amor” romántico, posesivo y controlador.

• Una mínima, pero significativa, proporción de esos perfiles corresponden a mujeres en su rol de complacencia hacia el macho, es decir, “machicomplacientes”.

Por último, enfatizar estos aspectos que quedan para el análisis y que ameritan más tiempo para seguir procesando información y dialogándola con otras mujeres: • De los centenares de veces que la publicación fue compartida por estos jóvenes con machismo interiorizado durante sus procesos de socialización, sólo en dos ocasiones una mujer se atrevió a responderles cuestionando su misoginia.

• Todos mostraban ideas infundadas y completamente equivocadas respecto a qué son los feminismos, cómo se comportan, qué intentan lograr y por qué denuncian lo que denuncian (desconocimiento e ignorancia hasta niveles surrealistas).

• Un grupo de ellos se autoconvocaron para llegar al evento de #UnVioladorEnMiCamino con el objetivo de hacer fotos y videos como materia prima para los memes ridiculizadores. Fue muy revelador también que fuéramos grabadas durante la performance por jóvenes hombres. Durante la actividad, yo pensaba que serían hermanos o amigos o novios de alguna de nosotras. Después, me he dado cuenta de que más de alguno podría ser alguno de los hombres que fueron a grabarnos para fabricar memes con los que hacer escarnio de las mujeres que nos dedicamos a denunciar las diversidades de violencias machistas.

• Uno de ellos, me envió un mensaje privado con amenazas. Leyéndolo, me quedó la impresión de que él debió de pensar que yo era una mujer chilena había venido a convencer a las guatemaltecas para que hicieran su performance. Es decir, ni siquiera se le pasaba por la mente la posibilidad de que las guatemaltecas estén tan hartas como las chinas o las turcas o las chilenas o las colombianas de tener que soportar violencias machistas a diario.

Y por todo esto, y aunque no tengo ningunas ganas de seguir observando la mediocridad en la que se desenvuelven los hombres sin masculinidades en proceso de deconstrucción, me pareció que no podía mirar hacia otro lado ni preferir resguardar mi intimidad o mi seguridad. Es muy tentador dejar de hablar o denunciar realidades de violencias machistas. Sólo evitar el agotamiento emocional que produce podría servir como motivo para disuadirse una misma de querer “ponerle más leña al fuego”.

Después, me fue muy claro que la intención detrás de todos estos hombres, incluso aunque no se lo hayan propuesto consciente y fríamente –lo cual dudo mucho-, el objetivo final es acallarnos. Es dejar muy claro que si nos atrevemos a cuestionar sus violencias machistas, podemos ser objeto de burla, de estigmatización, de aislamiento y de ridiculización (quién sabe si de violencia física). Por todo esto, opté por escribir sobre lo sucedido. Porque como dicen mis compañeras de UNAMG #CalladitasNuncaMás.

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