El Pupitre Curso 2020/2021

Page 32

—Principito, no podrás huir eternamente. Acepta que es imposible ganarme. Y el príncipe la miró. Tenía razón, siquiera había hecho algo más que huir, ni la espada había desenvainado. Pero de repente, se paró en seco. Pudo ver como con celeridad y euforia, la chica le clavaba la espada. Todo parecía el final, pero justo cuando iba a tocar al chico, la espada salió volando y un rayo la destrozó, dejando únicamente cenizas. —¿Cómo es posible? —Dijo la chica y vio como un golpe la dejaba en el suelo. —Me has subestimado. Ahora no podrás llegar hasta el Rey Delfín y yo le derrotaré por ti. No te preocupes; estoy seguro de que algún día lograrás volver hasta el templo y luchar contra mí… O eso espero.

32

La isla del olvido

SAFA. Alcalá la Real

Finalmente, el príncipe halló al guerrero, o, mejor dicho, la guerrera. Su presentimiento no le había fallado, y seguía pronosticando que iba a llegar al templo, especialmente ahora que estaba tan cerca, a un solo contrincante. —Vaya, así que has superado a Jack. —Dijo con una sonrisa burlona. —Igualmente, no es que fuese un rival muy potente. Me presento soy Ágata, y créeme, no te haré las cosas tan fáciles como tu rival anterior. Llevo esperando años este momento, únicamente para ganar al conocido Rey Delfín y un principito desdeñoso como tú no va a ser gran obstáculo en mi camino. —Estás demasiado segura de ti misma, no deberías subestimarme. —Ay, ¡qué gracioso! Un aristócrata jamás llegará a tener el nivel de una guerrera pura. Nosotros hemos lidiado con las injusticias y delincuentes del pueblo; mientras que ustedes, los príncipes y reyes, han estado todo este tiempo cómodos en un castillo, no expuestos a los peligros locales. —Este combate lo decidirá todo. Confío en mi agilidad para ganarte. —Dijo con seguridad el príncipe y le mostró la anaranjada y obsoleta espada, de estado penoso. La chica sacó su espada. Tampoco era gran cosa en comparación con la del rival anterior, pero brillaba de una forma maliciosa, como si tuviese vida propia y el príncipe advirtió algo hostil en aquella arma. Efectivamente, sí lo había. La espadachina dio un golpe primero y aunque no le ocasionó una herida, lo tiró al suelo con estrépito. Era, sin duda, el primer aviso de la iracunda mujer. Y no fue todo; como su espada era ligera, la dama asestó muchísimos golpes que fueron acorralando poco a poco al príncipe. Tenía razón la chica, no la podría vencer. De nada servía la seguridad y la agilidad si no era más habilidoso. En cambio, en el semblante de la mujer seguía la furia y sus ojos parecían fulminar al chico y regocijarse por la próxima victoria. Sus golpes eran gráciles y con una velocidad vertiginosa, arrasaba con todo.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.