Hermes 0: Nacionalismo y democracia

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hermes nº:3. de 4. la construcción europea y los nacionalismos, Pere Esteve

AURKIBIDEA/ÍNDICE tantemente. Porque responde a una cultura política -nueva para Europa y conocida para nosotros- que implica un esfuerzo constante generación tras generación. Pero ante Europa, Cataluña ya ha demostrado su capacidad de adaptación y flexibilidad al mundo. Porque Cataluña nunca se ha encallado en la reivindicación radical de algún aspecto concreto, ni ha sido excluyente. El hecho de haber sobrevivido como nación pese a no disponer de Estado cuando esa era la forma de organización política inapelable y dominante; el hecho de haber puesto el énfasis organizativo en la sociedad civil es, en estos momentos de cambio, un potencial favorable. Como lo es el peso de la reivindicación cultural, la lengua y la cultura como factores de integración.

Desde la soberanía compartida se puede respetar la diversidad de Europa y articular su complejidad. Es una propuesta solidaria

Ahora que es la hora de Europa, ahora que es la hora de la interdependencia, Cataluña tiene la ventaja que sabe compartir y que no ha hecho en toda su reciente historia otra cosa que ser interdependiente. Ahora que en el mundo se habla y se reconoce por primera vez del poder de la identidad, resulta que esta cultura política ya ha sido ensayada -y con éxito- en Cataluña. Apostamos pues por la convivencia y apostamos por lo que creemos significa su traducción política: me refiero a la soberanía compartida. Una idea que representa, no tanto un diseño acabado de lo que debería ser la organización política de Europa, sino la materia prima con que se debería llevar a cabo su construcción.

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La soberanía compartida es una propuesta abierta y dinámica. Representa la capacidad de asumir la interdependencia y de llevar el poder político allí donde sea más justo, más eficaz y más democrático. Desde la soberanía compartida se puede respetar la diversidad de Europa y articular su complejidad. Es una propuesta solidaria. Si realmente queremos convivir y pensar conjuntamente el futuro, debemos compartir y, por lo tanto, también, compartir el poder. El reparto del poder político, esta es, ciertamente, una cuestión clave. Lo es en la medida en que se presenta como previa a las demás: ¿cómo debemos organizarnos nosotros, la ciudadanía europea, para la resolución de los grandes retos que tenemos planteados? No es tarea fácil. Se trata de desarrollar un modelo nuevo y diferente de convivencia que haga posible la cohesión. Hay que hacer un esfuerzo de imaginación. Europa busca nuevas soluciones y nuevos puntos de vista. Tampoco nos vale caer en el simplismo de tomar el principio de subsidiariedad como guía. Es una buena idea que hay que aplicar. Pero ni el poder político ni ninguna forma de organización social puede someterse al criterio administrativo de la eficacia. Debe perseguirla, pero no puede ser su guía, puesto que no garantiza y a veces hasta entra en conflicto con la corrección de las desigualdades y los desequilibrios. La eficacia no es necesariamente democrática. Las fórmulas eficaces deben servir a la política y no al revés.

Aposta mos por la c onviven c ia y apostamos por la soberanía compartida

Es claro, pues, que no bastan las soluciones simples, vengan de la derecha o vengan de la izquierda. Una realidad compleja -y la europea lo es- requiere soluciones complejas. Y ahí hay


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