La niña bonita

Page 1

ISBN 978-84-614-8269-6

La Niña Bonita

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La Niña Bonita

Poesía Alonso Torres, Ana Flor Redondo, Manuel Checa, Javier Búrdalo, Patxidifuso, María Carvajal, Santiago Tobar, Victoria Mera, Valentín Valle, Miguel Méndez, Rafael Marchena, Nuria Cepeda, Carlos Ortiz.

Cáceres-Manhattan. Trayecto poético. Santiago Tobar.

Breve

Un rato para un relato Pedro Jesús Moriche, María Carvajal, Víctor Manuel Jiménez, Charo Alonso, Francisco De Borja, Beatriz Lluch, Santiago Tobar, Purificación Claver, Rafael Marchena, Ana Flor Redondo, Alonso Torres, Ángela Velasco, José Carlos Macías, Victoria Pelayo, Jorge Galán, María Santos, Miguel Méndez, A. Carlos Ferreira D., Cisco Martínez, Marce Solís.

César Rina Vicente Rodríguez Sergio Martínez Ismael Morales Manuel Cobos Victoriano Granero Rafael Marchena Catalina Rivera Domingo Ceborro Miguel Ángel Latorre Víctor Manuel Jiménez Francisco Bermejo Pedro Vera Carlos Ortiz Conrado Gómez

La Niña Bonita

Trece

Cuentos

El hombre que se llevó la lluvia. Santiago Tobar.

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La Ni単a Bonita


Primera Edición, abril de 2011. Edita: Rumorvisual. Diseño y maquetación: www.rumorvisual.com Impresión: Gráficas Romero. Depósito Legal: CC-000650-2011 I.S.B.N.: 978-84-614-8269-6 Puedes contactar con los autores en www.rumorvisual.com La obra se encuentra protegida por la Ley española de propiedad intelectual y/o cualesquiera otras normas que resulten de aplicación. Queda prohibido cualquier uso de la obra diferente a lo autorizado en las Leyes de propiedad intelectual.




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La niña bonita

Índice uno dos tres cuatro cinco seis siete ocho nueve diez once doce trece catorce quince

César Rina página 13 Vicente Rodríguez página 33 Sergio Martínez página 53 Ismael Morales página 73 Manuel Cobos página 93 Victoriano Granero página 113 Rafael Marchena página 133 Catalina Rivera página 153 Domingo Ceborro página 173 Miguel Ángel Latorre página 193 Víctor Manuel Jiménez página 213 Francisco Bermejo página 233 Pedro Vera página 253 Carlos Ortiz página 273 Conrado Gómez página 293



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La niña bonita

Prólogo Quince voces diferentes pero quince sentires semejantes. Desde la sencillez de un verso que, en todas estas voces, quiere manar como agua fresca e irredenta, se intuyen quince poderosos argumentos para hacer del verso razón de vida. Ante esta “Niña Bonita” que hoy me acompaña, he vuelto a sentir la plenitud de lo hermoso y me he vuelto a sorprender ante la excelsitud de lo discreto. Quince joyas delicadas que nos regalan cada uno de estos quince orfebres y ante las que redescubro la poesía en sus novedosas apuestas. Porque si algo se ofrece en este compendio poético es poesía actual, sin tapujos ni complejos, vibrando en quince plumas que no atienden a más dictado que el de la propia naturaleza lírica de las cosas y que, en la necesidad vital de hacer de esa naturaleza causa suficiente, parecen querer derramarse, recrearse, donarse en tintas. Encuentro ese denominador común en toda la obra, a pesar de que no se enmascare en ello la particularidad de cada autor: fluidez; sencillez; huída del artificio vacuo, para acomodar la palabra a la belleza desnuda que la propia palabra atesora; donaire en miradas limpias que escrutan el horizonte poético en busca del epíteto oportuno, del símil necesario, de la metáfora imprescindible, de la paradoja inequívoca. Me encuentro ante un vademécum poético en estas letras que configuran “La Niña Bonita”; un saber y un oficio que, sin embargo, no hace


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La niña bonita

aspavientos ni se adorna en vanaglorias y artimañas líricas para ganarse al lector, al que se dirige, discretamente, en un rumor de susurros, contándole las excelencias de quienes sólo respiran verso. El poeta busca su propio norte en una brújula confeccionada en abalorios de vida, en pequeños retazos de sueños, en minúsculos fragmentos de esperanza, en el rescoldo de las brasas de un pasado eterno, en los corpúsculos de un futuro inmediato… Y sólo halla el norte en la palabra. Rindo mi aplauso a las que, en esta deliciosa “Niña Bonita”, se nos regalan. José Cercas, poeta.


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1 César Rina Cáceres 1986



CĂŠsar Rina



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César Rina

Definición Empezaste sin nombre, eras para mí una voz aguda y sensible, una morena anónima que comía manzanas y dormía con el traqueteo del tren. Luego fuiste dos iniciales, una dirección de correo, un mensaje semanal, unas palabras esmeradas, un rato por la noche. Después, un número de teléfono, un imán donde culminar mis viajes, unas manos siempre a la espera. Ahora, eres sólo una letra. Pero sigues siendo la misma de antes: mi compañera de viaje.


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CĂŠsar Rina

Miedo Miedo a ser un cobarde, a no volar en los dĂ­as soleados, a permitir que el orgullo acapare mis decisiones, a olvidar las sensaciones en los trasteros de la amnesia, a jugar temiendo la derrota. Miedo a la rutina del sofĂĄ con mampara transparente, miedo de los miedos, miedo a los tientos, las trabas y las desconfianzas, miedo a no gastar toda la fortuna en una Ăşltima mano, a los monstruos de la memoria, a las comparaciones, a los palos recibidos, a las espaldas enfrentadas, a la indiferencia, a las razones. Miedo, siempre, a la transparencia, al rencor y al aplauso.


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César Rina

Cifras 9, fueron las veces que te supliqué bajo la lluvia, 8, los aullidos de aquel asesino, 7, las mañanas de niebla que te contemplaron desnuda, 6, las lágrimas que derramaste en aquella cuneta, 5, las sillas de aquel tanatorio, 4, los besos que nos dimos antes de volar, 3, la forma encarnada de tus labios curvilíneos, sangrantes, 2, las manos entrelazadas en una conversación eterna, 1, la metáfora de lo que fuimos ayer. 0, el recuerdo fatuo de un rostro difuminado en la rueda de la existencia. Cifras que ocultan una imposibilidad ontológica: calibrar el mundo en función de sus asistentes.



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2 Vicente Rodríguez Cáceres 1953



Vicente RodrĂ­guez



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Vicente Rodríguez

Partes humanas Pies para construir el camino. Sangre para vivir intensamente. Cabeza para generar ilusiones. Manos para fabricar progresos. Corazón para esculpir los sentimientos. Ojos para admirar la belleza. Boca para transmitir esperanzas. Oídos para escuchar las plegarias. Vientre para digerir el perdón. Espalda para soportar con paciencia la llegada inexorable de la cita con la muerte. Y alma inmortal para alcanzar el lejano confín del horizonte. Son partes humanas que pueden transformar en dioses bienhechores a quienes las usan para su fin verdadero. Es la tarea de toda una existencia. Es realmente la Vida.


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Vicente Rodríguez

A la guerra desatada Los hijos de la muerte han silenciado ruidosos bulevares de ciudades y mancharon con sórdidas maldades el ánimo de un pueblo sojuzgado. Millares de existencias han truncado dejando sobre el polvo sus verdades que prueban las indómitas ruindades tejidas por el búfalo cegado. La sangre se libera lujuriosa y reviste las ruinas deprimentes con tintes de tragedia bochornosa. Y los cuerpos de miles de inocentes amueblan con su imagen tenebrosa los paseos otrora florecientes.


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Vicente Rodríguez

La esencia Una semilla diminuta acaba transformándose en árbol centenario y nada queda de ella. Un niño indefenso se convierte en hombre poderoso. ¿Es el niño acaso germen del hombre? No. Es la esencia que debe conservar a lo largo de la vida si quiere trascender.



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3 Sergio Martínez Cáceres 1980



Sergio MartĂ­nez



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Sergio MartĂ­nez

Retales Retales, costuras de un lienzo descrito en el tiempo, fragmentos de un sueĂąo pintado de azul. Acuarela, luz aguada, azules de distinto color, luces de un silencio cosido al corazĂłn, trozos empapados de sudor, tijeras y un dedal para coser, para hilvanar un momento y un deseo. Complementos, pedazos de un traje hecho a medida a base de puntadas, de miradas, de palabras no pronunciadas.


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Sergio Martínez

La ciudad de las agujas La ciudad de las agujas está construida con cristales y papel que sortean las láminas difusas del alma. Edificios de perfil brillante, aluminio incrustado en el tiempo, doblegado por lágrimas saladas. La ciudad de las agujas cicatriza y clava sus cimientos en las avenidas despobladas de la memoria, y traza en su camino calles de soledad, puentes de nostalgia y un mausoleo de silencios postrado en homenaje del recuerdo. La ciudad de las agujas hiere, muere y se transforma en el interior de tu mirada, iris negro, profundo, ventana de tu vientre.


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Sergio Martínez

180 grados Está claro que existen distintas formas de ver, oír y juzgar las cosas, los hechos, los silencios. Infinitas maneras de construir los caminos, los entornos, los ambientes y así, sin decir nada, entre tú y yo hemos edificado mundos diferentes, espacios irreductibles de odio y distancia, barreras de luz, lugares delimitados por la línea de la vergüenza. 180 grados, minutos y segundos de lejana antipatía sin saber por qué, sin querer saber y el tiempo matará las palabras esperando a que Godot escriba las respuestas.



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4 Ismael Morales Cรกceres 1976



Ismael Morales



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Ismael Morales

Anocheció Anocheció Camino de asfalto En el horizonte la ciudad Automatismos rutinarios de vehículos con sus luces luces hipnóticas románticas Por qué me atrae tanto este escenario Quizás por concentrar la vida en un instante Tal vez por ser consciente de que seguirán resplandeciendo independientes a mi presencia como nadar por un rato en la aparente eternidad Observo las filas de farolas jalonando caminos Desde la distancia ya gritan promesas Heroica visión ofrece la ciudad como una aguerrida Numancia defendiéndose de la oscuridad


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Ismael Morales

Un camino en el siglo XVIII Olivos olivos olivos y olivos y palmas palmas palmas y palmas y casas resguardadas por palmas y palmas palmas y casas y palmas y casas y palmas y Elche escapa


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Ismael Morales

Otros tiempos Estoy aquĂ­ ante lo ignoto donde mis pasos monocordes me trajeron solo Paraje ecoico de mi silencio Chimenea hollĂ­n hornacina cuatro paredes y arriba sol nubes luna y estrellas Fuera... abrojos de pena y una fuente dormida A sus pies la tierra llora



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5 Manuel Cobos Plasencia 1969



Manuel Cobos



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Manuel Cobos

I Allí estás sin mí. Aquí estoy sin ti. Agua sin mar. Mar sin agua. Amar sin amar.


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Manuel Cobos

II Dijiste: - No sueñes con la magia de una noche. - ¿Por qué? –pregunté. - Porque se pierde, se pierde en el horizonte. Dije: - No pienses más en esa noche. - ¿Por qué? –preguntaste. - Porque te pierdes, te pierdes y no encuentro tu nombre. Y desde entonces... miro al horizonte... ... sueño... me pierdo, me pierdo buscando tu nombre.


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Manuel Cobos

III El cielo es un tango de estrellas. Hay voces que suenan, aquí, en la tierra. Una voz me habla, me cuenta de un viejo sueño... ... y es que, a veces, los sueños... a veces los sueños sueñan. El cielo es un tango de estrellas. Una música suena, resuena por las callejas. Un bandoneón me cuenta la historia de un viejo sueño; ... y es que, a veces, los sueños... a veces los sueños sueñan. A veces los sueños sueñan, los sueños sueñan colores, colores que a veces sueñan que sueñan que son canciones, canciones que a veces sueñan que sueñan que son estrellas, estrellas que a veces sueñan y sueñan... ... y es por eso que hoy el cielo es un tango de estrellas.



113

6 Victoriano Granero Calzadilla de los Barros (Badajoz) 1963



Victoriano Granero



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Victoriano Granero

PoĂŠtica Contra la blanca perfecta y pura que te defiende bandera negra


118

Victoriano Granero

Apuntes Yo te conozco tienes tus mismos ojos Tu amor mi amor no se dice ni siquiera se sabe Si me duermo me pierdo tu sueĂąo Te comerĂĄ los labios como bellotas se comerĂĄ tus ojos Dime la verdad aunque sea mentira


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Victoriano Granero

Haiku 8 Tal vez olvida la gravedad del mundo si cae la hoja



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7 Rafael Marchena Cรกceres 1980



Rafael Marchena



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Rafael Marchena

Marchitando el Te miro. Vuelvo a mirarte… Y una actitud sin respeto, golpea la puerta de mis yoes, evidenciando el desmesurado ahorro de energía. Te vuelvo a mirar, pensando que sería mejor… … lo de no pensar.


138

Rafael Marchena

Intención prolongada Creí hablar de la vida, mientras tú escuchabas a boca-muda. Caminamos por la luna para encontrar solo cráteres de silencio. Cuando te pronunciaste, en algo, fue para decir “Estoy cansada, no te quiero”. Ahora sincero, sin duda, manejo la opción de seguir queriéndote… … callada.


139

Rafael Marchena

¿¡GELP!?

(o con jota)

Padre, dices que vas a ser. Y uno, como muchas veces, despistado. ¡Pero no te malhumores! Si sólo me froto las manos. Por mi parte, un mundo por maleducar.



153

8 Catalina Rivera TorremejĂ­a (Badajoz) 1957



Catalina Rivera



157

Catalina Rivera

A Jaime Con sigilo llegaste, a oscuras, con golpe certero en su cabeza. Y ahora no puedo pensarle, sentirle, escucharle decir “no”. Te llevaste al que amaba la luz, al que hablaba con los ojos, con las manos, en silencio. Te llevaste al soñador… suspendido a dos metros del suelo, donde el consumo, el metal, las normas y las reglas, ni siquiera le rozaban. Él sabía escuchar. Y ahora, un poco más sola, estoy aprendiendo cuánto tiempo tarda la luz en atravesar la oscuridad del dolor.


158

Catalina Rivera

Aquí estoy... ... sobre la cuerda floja de un otoño inminente en los rincones del patio. ... para inventar poemas, para acariciar el barro, para cuidar las plantas. Y leer, leer todos los libros que aún me faltan.


159

Catalina Rivera

Demasiados consejos… ... de señores listísimos, me convertían en una anciana. De palabras perfectas, perfectamente oscuras para mis sueños tan blancos. Perfectamente exacta, para la deliciosa imperfección de mi cuerpo… Ahora, estoy haciéndome un lavado de escrúpulos en dos lagos verdes que encontré en un parque. Que nadie me proteja, que nadie venga a rescatarme.



173

9 Domingo Ceborro MĂŠrida 1964



Domingo Ceborro



177

Domingo Ceborro

Cierta noche Noche estrellada sin luna. Dos cuerpos abrazados con pasi贸n. Un camino solitario, 煤nico testigo. El silencio de la noche quebrado por gemidos de placer. Ninguna palabra. Solo dos miradas llenas de deseo, que a gritos piden fundirse de nuevo otra vez.


178

Domingo Ceborro

Viento Viento que te llevas mis lamentos, mis gritos, mi furia, mis palabras malsonantes, mi tosco vocabulario cuando me invade la ira. ¡Purifícame! Invádeme con tu brisa y depura mi mente. Llénamela de palabras hermosas para que sólo pueda expresar lo bello que es la vida, lo bello que es amar.


179

Domingo Ceborro

Perdido de ti Me pierdo. Miro el brillo de tus ojos y me pierdo en ellos como en un laberinto. Regreso. Recupero la cordura. Admiro tu cuerpo desnudo, acaricio tu tersa piel, y pienso, deseo, y quiero‌ ‌ volver a perderme otra vez.



193

10 Miguel テ]gel Latorre Don Benito 1980



Miguel テ]gel Latorre



197

Miguel Ángel Latorre

Entre el vacío y la dicha Entre el vacío y la dicha. Entre la nada y un todo inesperado, sorprendente, imaginario, se mece continua la esperanza en tus labios abiertos. Demasiada alta tu luz, para estos pies cansados del salto. Demasiada la oscuridad en este sótano de casa derruida, donde en ocasiones mis ojos se dan de bruces con una pared mohosa. Ya agrietados los cimientos. ¿Cuánta paciencia turbia atesoran mis venas, como ríos sin cauce, que no saben qué rumbo seguir ni a qué mar deben llegar, o si existe mar que albergue tanta corriente?


198

Miguel Ángel Latorre

En el espejo Curioso miro al frente y allí, en lo profundo del espejo, al otro lado del lavabo, sigo reconociendo a ese ser sonriente que corresponde mi mirada. Hoy no quiero reventar, ni limpiar, ni iluminar esta oscuridad de mi cuarto. Hoy soy un inmenso astro, hoy soy la única luz de este empedrado camino que mis pies descalzos se atreven y quieren andar, sin miedo a zarzas ni serpientes esquivas. ¿Quién se atreve a detener este rayo salido de las bilis que un día derramé?


199

Miguel Ángel Latorre

En el espejo II Ya no hay freno, soy motor primario, principio de mi causalidad, fruto de mis letras parpadeantes, de mis sueños desquiciados, y más reales que cualquier muralla. Hoy me siento creador, un Dios verdadero y no soy polvo, ni barro y mis costillas son escalones para quien quiera subir a mi cielo encantado de lunas y de fantasmagóricas formas que se carcajean de mi nariz inmensamente roja. No hay derrotas atadas a mis muñecas. No hay victorias pues nunca hubo reto, ni competencia, solo camino, río, fluir, deseo, ansia, pasión...



213

11 Víctor Manuel Jiménez Cáceres 1971



Víctor Manuel Jiménez



217

Víctor Manuel Jiménez

Hogar Habito en la hoja del cuchillo que rasga la tarde. Aquí se diluyen en humo las manzanas verdes y las lágrimas buscan excusas para escapar de unos ojos que anhelan el consuelo de los falsos profetas que moran en los libros. En este lecho estoy tan solo como siempre, pero ahora percibo el hueco de la nada.


218

Víctor Manuel Jiménez

Los sueños de Caín ¿Dónde está Abel, tu hermano? GÉNESIS 4-9

Caín vive en la muerte y alivia el hambre con los despojos. Respira la soledad helada y se intoxica de envidia al paso de las mariposas. En las noches sin luna, persigue con la mirada el vuelo nervioso de las luciérnagas. Corroe sus horas anhelando alas. Pobre Caín.


219

Víctor Manuel Jiménez

Perspectivas Me alejé para contemplar desde la distancia. No medí los pasos y a ciento ochenta grados se evaporó el contorno de las torres. El viento borró las huellas y las nubes escondieron los puntos cardinales. Pasada la hora del crepúsculo una manada de neones salvajes devoró el fulgor de las estrellas. Nunca pude regresar. Desde entonces soy un alma errante que muere de sed en un laberinto de espejos.



233

12 Francisco Bermejo Cรกceres 1983



Francisco Bermejo



237

Francisco Bermejo

Aleteo Aleteo de pensamientos, burbujas cargadas de sue単os que inundan mi mente dormida y a dentelladas apagan mi aliento, lienzo sin musa ni cuerpo, baile de palabras en verso que mueven su pluma perdida en bruscos movimientos de ciego. Fui yo el poeta silencio, poeta que calla, escucha y crea poeta de miedos, aleteo de sentimientos, alas mojadas, palabras de fuego.


238

Francisco Bermejo

Bienvenida No fui capaz de olvidarte. Ni el tiempo ni la distancia borraron de mí esos recuerdos que el alma creó a pinceladas, palabras que te llevó el viento. Lágrimas de ignorar por qué, el océano inmenso separa dos corazones amigos que dormían un sueño entre cartas, no digo tu nombre, te digo, amiga, el destino, con sus caminos empedrados, ha vuelto a unir el pedazo del corazón desprendido del sueño en papel destronado, y ahora el poeta sonríe, y ahora el poeta comenta: Bienvenida, amiga.


239

Francisco Bermejo

Droga, billete del averno Tras los párpados de la noche, duerme el iris abrazado a mi pupila. El orvallo resbala en mi piel, y la oscuridad guía mis pasos hacia tu morada. Mis manos, tiemblan heladas sujetando un cigarrillo. Mis labios, morados, intentan recordar el sabor de un beso. La sangre recorre mi cuerpo, adormeciéndolo, el estado de inconsciencia me lleva hacia ninguna parte, sin rumbo. Duermo refugiado entre cartones: -¡Maldita droga! Billete del averno, compañera de la soledad.



253

13 Pedro Vera Ă guilas (Murcia) 1951



Pedro Vera



257

Pedro Vera

Conversar con el espejo... ... es como lanzar palabras al vacĂ­o en un diĂĄlogo con la ausencia. Es como un bosque talado, sin ĂĄrboles. Es como un folio en blanco, sin poema.


258

Pedro Vera

Te he visto dormida y he sentido celos al acariciarte la brisa. Te he visto moverte y he sentido celos del aire que te envolvĂ­a. Te he visto marchar y he sentido celos del adiĂłs. HabrĂ­a preferido hasta maĂąana. O mejor, hasta luego.


259

Pedro Vera

Solaz Noviembre, corazón de otoño. Mes anodino, de bóreas y frío en la agonía de un trimestre que aboca al turrón y al cava. Noviembre en el Camposanto (rosa, clavel, crisantemo) donde dejamos oculto (para siempre) el amor de otros que fueron.



273

14 Carlos Ortiz Cรกceres 1971



Carlos Ortiz



277

Carlos Ortiz

I Volver a empezar, siempre dando pasos invisibles tras la huella que queremos ser. Regresar de nuevo a las calles, tu sombra, esa bĂşsqueda constante por crecer. Y en el camino, un paisaje lleno de luz para seguir siempre tus pasos.


278

Carlos Ortiz

II Te paraste ante un abismo. Callaste para no llorar y supiste que la vida, sí, tu vida, eran solo atardeceres. Guardaste el aire, un soplo de viento en tus manos, para decirle al mundo que estabas aquí, que merecías quedarte. Y así ha sido: el barco en las olas, el tiempo exacto. Ahora solo te queda esperar.


279

Carlos Ortiz

III HarĂ­an falta mil playas, centenares de olas para detener los besos, un ejĂŠrcito de arena que me separara de ti. Hace tiempo que me falta, ingenuo, un abrigo de versos para quererte. Y tĂş, mientras tanto, subida al carro de los deseos.



293

15 Conrado G贸mez C谩ceres 1980



Conrado G贸mez



297

Conrado Gómez

Uno Aguardas mi silencio partido, como quien calla a través de las llagas del tiempo, como un salmón en busca de su destino fatídico. Detrás de mí no hay pesar, sólo citas a ciegas con el tiempo, sólo amaneceres robados en un suspiro que no llega. ¡No vayas tras de mí o quedarán sombras a tu paso! ¡Es estéril que persigas las huellas de mi caballo! No seré yo a quien encuentres en la puesta de sol. Más allá de Orión, no hay nada.


298

Conrado Gómez

Dos Quizás la lluvia mojada pese demasiado. Tal vez el tiempo no haya cumplido mi encargo. ¿Acaso no temes que las palabras te abandonen en un despertar sin soles? Vístete, vayamos en busca del olvido.


299

Conrado Gómez

Tres El polvo sudoriento allana el camino, querido amigo. Recoge tu poesía para años de vides, esconde tu as para campos más fértiles y semillas más prósperas. Desembarca en otras tierras doradas y tiernas. Deja éstas para el esperma del traidor.



313

Índice César Rina Vicente Rodríguez Sergio Martínez Ismael Morales Manuel Cobos Victoriano Granero Rafael Marchena Catalina Rivera Domingo Ceborro Miguel Ángel Latorre Víctor Manuel Jiménez Francisco Bermejo Pedro Vera Carlos Ortiz Conrado Gómez



315

César Rina Definición Miedo Cifras Madurez La victoria del huevo Coplilla a la ciudad El trabajo Sabores I

17 18 19 20 21 22 23 24

Sabores II El acantilado Una apuesta Se trata de ambición Dos fotografías La ciega Magia

25 26 27 28 29 30 31

Humildad La lucha La separación Sabores contrapuestos La trastienda La voz de la noche Lamentos de salitre

45 46 47 48 49 50 51

Tacones afilados Frecuencias obsoletas Silencio descomunal Hilo de ingenio El viento Sonríes Somos

65 66 67 68 69 70 71

Vicente Rodríguez Partes humanas A la guerra desatada La esencia El tiempo Diálogo La llama de la vida La noche La espera

37 38 39 40 41 42 43 44

Sergio Martínez Retales La ciudad de las agujas 180 grados Misterios de noviembre Lienzo imperfecto Lápices Escalando nubes Los tiempos

57 58 59 60 61 62 63 64


316

Ismael Morales Anocheció Un camino en el siglo XVIII Otros tiempos Camino del cid La inspiración llega Y continúa... Caminos que provocan miedo Te quiero

77 78 79 80 81 82 83 84

El paso respetuoso de la Virgen Soy de farola Miedo y tristeza Bellos lugares No es camino Baltasar Gracián lo escribió Mensaje de poesía

85 86 87 88 89 90 91

Manuel Cobos I II III IV V VI VII VIII

97 98 99 100 101 102 103 104

IX X Es posible... Otra vez hay noche clara Ni dios Ni patria Ni amo

105 106 107 108 109 110 111

Para... Noir No teme... Ajenjo No sé... Cuando... April

125 126 127 128 129 130 131

Victoriano Granero Poética Apuntes Haiku 8 Haiku 17 Tanka 2 Nishapur Cuando... Qué...

117 118 119 120 121 122 123 124


317

Rafael Marchena Marchitando el I love you Intención prolongada ¿¡GELP!? Desmesura Puntitos e íes Tropezar en la estupidez... ... sin ser descubierto Pza. Desengaño s/n

137 138 139 140 141 142 143 144

No pasa nada As de corazones Burbujinas de cartón ADN - Compatible Raíces Cuadradas Próxima estación... Sin más dilación

145 146 147 148 149 150 151

Quiero tu cuerpo... Si me acerco… Soledades Y escribo anotando fechas... Y mis manos no se cansan... A ella Con el mismo brío…

165 166 167 168 169 170 171

Necesidad de ti Princesas Un simple mortal Locura de amor A palabras necias... Soy… y no soy A la felicidad

185 186 187 188 189 190 191

Catalina Rivera A Jaime Aquí estoy... Demasiados consejos… La mentira... La soledad crea latidos… Laboro… Los sueños… Quédate quieto un instante…

157 158 159 160 161 162 163 164

Domingo Ceborro Cierta noche Viento Perdido de ti Sauce Firme decisión Te extraño Recuerdos Tiempo

177 178 179 180 181 182 183 184


318

Miguel Ángel Latorre Entre el vacío y la dicha En el espejo En el espejo II En el espejo III Mis horas Sin título Reflexiones de un héroe... Reflexiones de un héroe... II

197 198 199 200 201 202 203 204

Reflexiones de un héroe... III Mi sueño Mi sueño II Mi pasión Mi pasión II Reventar Yo y tú

205 206 207 208 209 210 211

Víctor Manuel Jiménez Hogar Los sueños de Caín Perspectivas Contigo Imposibilidades Todo destino La rata Lección de historia

217 218 219 220 221 222 223 224

Barquitos de papel Paisaje interior Manchas La metamorfosis Supe tu nombre Menos es nada El tiempo perfecto

225 226 227 228 229 230 231

Quimeras Vive Volverá Faro Mi vida nunca fue un sueño... Una lágrima... I II

245 246 247 248 249 250 251

Francisco Bermejo Aleteo Bienvenida Droga, billete del averno Extremadura Otoño... Pasear... Fusión Tierra

237 238 239 240 241 242 243 244


319

Pedro Vera Conversar con el espejo... Te he visto dormida Solaz Si me ves oculto entre la noche... Sensaci贸n S茅 que me llevas a juicio Austeridad Si acaso soy algo

257 258 259 260 261 262 263 264

Yo s茅 que algunos amigos... Con-fusiones Muchas veces me pregunto... Como una mirada ciega Amar versus Reflejo Pasos perdidos en la distancia Ausencia de ti

265 266 267 268 269 270 271

277 278 279 280 281 282 283 284

IX X XI XII XIII XIV XV

285 286 287 284 285 286 287

Ocho Nueve Diez Once Doce Trece Catorce

305 306 307 308 309 310 311

Carlos Ortiz I II III IV V VI VII VIII

Conrado G贸mez Uno Dos Tres Cuatro Cinco I Cinco II Seis Siete

297 298 299 300 301 302 303 304



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