El leve dominio rojo - Rosario Moreno Geselj

el leve dominio rojo rosario geselj

pesada herencia

Rosario Geselj, El leve dominio rojo 1º edición - Ciudad del Rosario : Pesada Herencia Cooperativa Editorial + Turba Ediciones , 2018Contacto: 54 - 3416017252 pesadaherencia.tumblr.com turbaediciones@gmail.com facebook.com/editorialpesadaherencia facebook.com/turbaediciones Diseño y Maquetación: Pesada Herencia Corrección: León Stofenmacher Imagen de tapa:

Se puede copiar y redistribuir el material en cualquier medio o formato. El licenciante no puede revocar estas libertades en tanto usted siga los términos de la licencia bajo los siguientes términos: Atribución — Usted debe darle crédito a esta obra de manera adecuada, proporcionando un enlace a la licencia. Puede hacerlo en cualquier forma razonable, pero no de forma tal que sugiera que usted o su uso tienen el apoyo del licenciante.

No Comercial — Usted no puede hacer uso del material con fines comerciales.

Sin Derivar — Si usted mezcla, transforma o crea nuevo material a partir de esta obra, usted no podrá distribuir el material modificado.

Nunca volveré a ser sangre para este tejido de cuerdas abandonadas.

Nunca más un patrón infiel.

Que colisionen los padres que soy y hagan nacer un mundo.

Que la piel se haga hombre que el hombre se haga guerrero a pesar del hambre y olvide los golpes suaves del anonimato.

Es posible que mañana no queden volcanes ni viento que impulse la corriente y nos proteja de la muerte al hacernos saber que no puede tocar a quien no es hijo de nadie.

Es posible el agua estancada como única verdad, y las algas podridas como fin ineludible también son posibles.

Mientras intento llenar la frescura no recuerdo más de tres nombres que bien podrían ser el mismo albergado en una única imagen que no cae: el límite, el acecho de la madera.

El tren oscila pero no temo a la caída: el líquido pesa demasiado en mis entrañas.

Aún si cayera, el descenso sería tan interminablemente tedioso como el que emprendí al ver la luz como contraste y la niebla como abrigo lejano.

3

Aún si cayera, esa podría ser una manera de acercarme a la detención.

4

El silencio es algo que una vida de gritos libertinos no logra revertir.

La apertura desatada perdura en los tendones como ilusión y como herida al haber hallado al habla finalmente tan otra, sola en una nueva solidez contra la que el vacío rebota y se reencuentra en la lejanía buscando un dios a quien darle la mitad de su cuerpo a cambio de una voz nítida y roja, anhelando robarle para siempre ese espectro impuro que camina entre los hombres esquivando el cemento.

Este fuego vive inmerso en retornos, pero su calor suave y gentil se mete en el pecho como una cuna que se arroja hacia cada ojo electrificado por el pálpito, hacia la ausencia del confort que descubre en el barro o en el centro de alguien que no puede existir.

No hay manera de habitar un idilio.

No hay hogar ni sentido en la catatonia de un fantasma.

No habrá comunión mientras la palabra clave sea la tierra y se resquebraje, en la condena de lo concreto, el vuelo restringido de una ermita vacía de ascenso.

No hay forma posible para un todo 5

que se desintegra sin esfuerzo en el choque hundiendo el respiro del rayo en un corte inmediato, aprisionando en lo lineal el espíritu de un trono baldío para abarcarlo con brazos débiles hasta reducirlo a un atuendo que sume la llama en orfandad.

Este hueco abraza la condena de un dios agonizante que aún busca en el encuentro la belleza divina y desencarna la pobreza de todo lo que muere, pero ama la claridad inmensa que se pincha con las aristas de la diferencia, y ama las mismísimas agujas.

6

Esta costilla sumergida en el caudal indómito de un pantano esta costilla tan sucia renuncia a toda osamenta a toda ajenidad refractaria.

La dureza del diente es totalmente ilusoria.

La vi desvanecerse durante mis primeros años de vida en un sueño recurrente y tenebroso que me advertía sobre el primer escalón, ese ascensor en pausa destinado a albergar a todas las formas criadas en el hambre de una posguerra que no tiene nacionalidad ni sustento en la historia objetiva de las cosas.

No es una cárcel, no: es simplemente una quijada que no discrimina inquilinos basándose en culpas ni en resonancias.

No conoce el concepto de castigo desde que el bien y el mal se deshicieron en la garganta.

Lo único que hace es abducir cuanto esté a su alcance y adormecerlo en una lengua inflamada que ansía presenciar la salida definitiva de cualquier lanza que entre por su raíz.

Pero el suelo siempre está cerrado.

Alguien suturó el tajo que propiciaba el brote.

El diente puede ser la última cuenta de un rosario que ahorca 7

o la piedra que es arrojada hacia el cielo impermeable y altivo sólo para ser devuelta pero también puede ser rubí, sustancia final, llamado imposible hueso de un ábaco perdido y sepultado.

Al fin y al cabo, puede presionar su dureza sobre sí mismo hasta romperse o puede descoserse de la carne sin ennegrecer.

8

Mi piel finalmente tiene un color.

Mi piel me habla con la voz de un tren dormido y escupe fuego sobre el rostro del día.

Cubro mi cabeza con un manto para no oir el dictamen que el rojo emite sobre la córnea que se inflama entre las voces líquidas.

Mi cuerpo finalmente tiene un rostro, y se quiebra con cada esbozo de una imagen que remita al primer sueño.

Hoy mis manos tienen un centro radiante y el calor de la luz se escapa por sus costados.

9

La raíz del bramido tiene origen en un mar, que a más profundo más infértil para el brote de un nuevo nombre Entra en hervor alrededor de la leña verde para moldear el contorno del hijo de la acasia que se reduce a cristales al tocar la líneas de mi tierra.

La lluvia cae hacia adentro.

Cada gota imprime en el cuerpo la borra de un horizonte.

Esa sangre tiene una voz: es el eco de un precipicio que implora el brillo de la materia y la virtud de un rostro que sea prolífico en la muerte.

La luz blanca alimenta el polvo.

Un paso infame avanza firmemente buscando los pies del traidor: la esfinge decapitada, sus garras adosándose a un torso en blanco en afán de reconocerse.

Todavía los galpones alojan la herrumbre detrás del portón que rechina.

El crucifijo como único viaje.

Su vasta permanencia como amparo y receso en el punto único de retorno, en el perpetuo fagocitarse a sí mismo de cada cuerpo que corra irremediablemente a ser un cuerpo.

10

Sulfurando el carmesĂ­ el socorro y el alivio se fugaron hacia los bordes de la imagen.

En esta tarde oxidada los muros se vuelven escombros.

Ese es el Ăşnico apellido.

11

Hay un techo abierto.

Los ojos de mi amado exhalan rayos se clavan en mi espalda mis ojos se caen con la lluvia Los gritos no provienen de ninguna parte, sólo vaticinan el regreso.

El techo se vuelve guarida y lo único que queda del despojo es el párpado de una lengua muerta una púrpura servidumbre.

12

Mientras las paredes caen el único hogar es el silencio templo que se seca bajo el cuerpo corona de hojas marchitas espigas y cicuta En la condena de la forma vacía una chispa quiebra la intemperie y escupe calaveras como torres que deben escalarse en llamas para poder tener un nombre Detrás de las vestiduras blancas anida la carne recreando el nacimiento de un héroe que sólo implora una palabra que diga "dios".

13

Deslizo el mercurio a través del manto negro.

Las gotas que derramo sobre el vidrio se vuelven diáfanas, en medio del desierto ruegan por una solidez militar.

Al igual que la fiera que protege la entrada al templo, mi boca restringe la sombra de un foco parpadeante sobre una calle cortada, el aire escapa de los dientes, las arañas regresan al mar.

El trueno es un punto de partida para las piedras que nunca quebraron el centro tenue de la guerra y con ánimo de piel invertebrada se desatan, al margen de las garras los pasos que conducen al óxido.

14

Los caballos marchan con decisión haciala puerta principal, ensordecidos por las fanfarrias que la plebe escupe sobre sus lomos el gran rey, con firmeza de padre, reposa en su ajuar intentando recuperar la voz para decir "mi reino no tiene un nombre" Tampoco tiene un nombre el desamparo Los cuerpos se levantan del suelo dictando pasos mezquinos, el abismo como única senda Los íconos derriten sus rostros detrás de una respiración urgente y anunciando la pérdida de la sangre remueven en espasmos los coágulos mudos la presión incierta.

15

ESTE FOLLETÍN TERMINÓ DE IMPRIMIRSE EN LA PRIMAVERA DE 2 MIL 18 EN LOS TALLERES DE FERVIL IMPRESOS DE BARRIO LUIS AGOTE DE LA CIUDAD DEL ROSARIO, PROVINCIA INVENCIBLE DE SANTA FE CONFEDERACIÓN ARGENTINA, NUESTRAMÉRICA.