Discurso de graduación 2010

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filamentosa, permanecen con sus laminillas mirando al suelo, es decir el destino final de cientos de esféricas esporas. ¡La esfera otra vez!

Muchos helechos hacen lo mismo; sus esporangios no aceptan vivir de cara a la lluvia torrencial o al granizo, así que, por si acaso, también miran al suelo. Los musgos no perecen tener tanto interés en mirar al suelo, aunque no se atreven mucho a separarse de él y mantienen sus productos informativos en resistentes cápsulas. Sin embargo, cuando llega el momento de la liberación, las cápsulas se inclinan. Un tributo más a la eficacia. Y esa convexidad presente en el sombrerillo de las setas o en la forma de agruparse los gametofitos de los musgos, esa convexidad que nos parece natural de tanto verla, está en los cigotos que, en fases avanzadas del desarrollo, comienzan a formar elipsoides de revolución con un exagerado alargamiento de uno de sus ejes. Es como si la esfera ya no gustara

tanto. Así que el destino, prefijado en la doble hélice tanguera, consistirá ahora en rodear de servidumbre a un tubo esencial, cuyas paredes serán la frontera entre lo digerido y lo asimilado. Lo llamaremos tubo digestivo y tendrá que ser suficientemente largo como para contener zonas especializadas en funciones diferentes. A mayor gloria de la nutrición y a mayor gloria de la estabilidad dinámica para poder llegar al momento de la reproducción. Así que la vida, anteriormente esférica por necesidades de programación en un medio acuático de uniforme presión hidrostática, decide alargarse por dentro y por fuera antes del siguiente triple salto mortal: el movimiento direccional.


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