Revista spes unica nº 41 marzo 2014

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Año 5 Nº 41

Spes Unica

Escriben y colaboran en este número:

Carlos Mollá; Cristian Kocak; Chabela Ximénez; Eli Serebrenik; Elisa Pérez; Gisela Courtois; Guillem de Rubenhor; Horacio Otheguy Riveira; José Luis García Ortego; Mariano Liébana; Oscar Ramentev; Roberto Langella MARZO 2014


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Sumario Editorial

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Amor a primera vista, por Wislowa Szymborska

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El fulgor de esos ojos, por Eli Serebrenik

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La perla más bella, por Oscar Ramentev

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El encargo, por Carlos Mollá

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La palabra no es un dato, por Gisela Courtois

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Otra vez Gricel (3º parte), por Roberto Langella

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No me pidas eso, por Guillem de Rubenhor

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Humedad interior, por Elisa Pérez

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La mujer en llamas (capítulo 5), por Horacio Otheguy Riveira

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Canelita o el paso de azúcar amarga (14º entrega), por Chabela Ximénez

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Textuales

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Se me cayeron las alas

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Micromachismos: El poder masculino en la pareja “moderna” (2º parte), por Luis Bonino ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana

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El último viaje del ingeniero Flanderk, por José Luis García Ortego

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Prácticas adivinatorias extrañas: La quiromancia (2º parte)

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Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella

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El arte de John William Waterhouse

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Horóscopo

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Sumario de números anteriores

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La falta de templanza

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De qué voy a hablarles en esta oportunidad? Hace un rato apenas, me contaron una hermosa historia. Un hombre vivía con su familia en un rancho con techo de paja. Una noche hubo una plaga de langostas, y en poco tiempo el techo quedó devastado, la familia desguarnecida, casi a la intemperie, lo que provocó mucha angustia en el hijo menor. Entonces, el padre tomó una silla y fue con ella a sentarse a un rincón, llamando al hijo y diciéndole ―vení, hijo, que desde este rincón se ven las estrellas más hermosas‖. La que acabo de contar es una historia verídica, le pasó a alguien. Bueno, con algo de esto tenía que ver la película La vida es bella, con Roberto Benigni, creo. No se puede amar a un hijo sin una cierta entereza. En realidad, no se puede amar a nadie sin ello, no se le puede amar bien, como corresponde amar, al menos; no se puede amar falto de entereza sin ocasionar daño, mucho quizás. No alcanza con el solo amor, ni con las buenas intenciones, los arrepentimientos y juramentos, ni con los buenos deseos; no alcanza siquiera con prestar atención, si en los momentos de adversidad no se mantiene la calma para poder afrontarlos. Es más, las buenas intenciones, la sensibilidad, la inteligencia, el don de gente, el buen humor, son solo aspectos secundarios si en el momento necesario falta la templanza, la entereza. Un hombre puede ser poco inteligente, tosco en su sensibilidad, pero se le considerará con afecto, con amor, si sabe cómo comportarse en cada momento.

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o no he sabido comportarme como correspondía en cada momento de mi vida. No siempre supe hacer lo que era necesario. Quizás por haber tenido que hacer tantas veces apenas lo necesario para mantenerme a flote, que siempre esperé con ansiedad el momento en que se vieran cumplidos mis deseos. Y no es que esas

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oportunidades no hayan aparecido, no aparezcan, solo que debí saber no bajar la guardia, debí darme cuenta que hacer lo necesario en el momento oportuno también sirve para no dilapidar lo que ya se posee, no solo para zanjar dificultades. A los 49 años de edad los últimos errores que se cometen son los peores. Disculpen la melancolía, el pesimismo. No me comió ningún personaje, nunca deseé ser un poeta negro, casi empiezo a desear no haber tenido una naturaleza artística, porque el solo hecho de tenerla implica, para embellecer el mundo, levantar la basura del suelo, y no vale ponerla debajo de la alfombra. No deseen para sus hijos que sean artistas, es una tarea bastante insalubre, a menos que aparezca alguien que te produzca, que te financie. No diré que esta revista es gratis. Muchos de mis consultas astrológicas llegan a través de ella; en ese sentido compensa el esfuerzo. También es cierto que podría seguir haciéndola porque sí, por gusto, porque le tengo el suficiente afecto para continuarla, sin orden de importancia, también porque la existencia de la Spes es importante para alguna gente. Pero lo cierto es que me he defraudado a mí mismo en algunos aspectos de mi vida. Conmigo se aplica el ―dime de qué te jactas…‖, muchos de ustedes saben a qué me refiero, solo que han tenido a bien disimularlo por mucho tiempo. Pienso que éste es un buen lugar para pedir las correspondientes disculpas. He generado expectativas que después no cumplí en algunos, que quizás nunca pueda cumplir, porque, será que tengo ―chamuyo‖, pero tampoco soy tan brillante como parecía. Debí ser más humilde, seguramente, pero tuve miedo de que así nunca arribaría a algunos de mis deseos. Tonto de mí, no advertí que por el otro camino, el de la vanidad, tampoco. Roberto Langella, marzo, 2014.


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Ambos están convencidos de que los ha unido un sentimiento repentino. Es hermosa esa seguridad, pero la inseguridad es más hermosa. Imaginan que como antes no se conocían no había sucedido nada entre ellos. Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos en los que hace tiempo podrían haberse cruzado? Me gustaría preguntarles si no recuerdan -quizá un encuentro frente a frente alguna vez en una puerta giratoria, o algún "lo siento" o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono-, pero conozco su respuesta. No recuerdan. Se sorprenderían de saber que ya hace mucho tiempo que la casualidad juega con ellos, una casualidad no del todo preparada para convertirse en su destino, que los acercaba y alejaba, que se interponía en su camino y que conteniendo la risa se apartaba a un lado. Hubo signos, señales, pero qué hacer si no eran comprensibles. ¿No habrá revoloteado una hoja de un hombro a otro hace tres años o incluso el último martes? Hubo algo perdido y encontrado. Quién sabe si alguna pelota en los matorrales de la infancia. Hubo picaportes y timbres en los que un tacto se sobrepuso a otro tacto. Maletas, una junto a otra, en una consigna. Quizá una cierta noche el mismo sueño desaparecido inmediatamente después de despertar.

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Todo principio no es mas que una continuación, y el libro de los acontecimientos se encuentra siempre abierto a la mitad.


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El fulgor de esos ojos, por Eli Serebrenik

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l fulgor de su rápida mirada me anonadó. Nunca he visto en ojo humano semejante brillo. Parecía el faro de una moto en una nocturna ruta solitaria. Decidí seguirlo a pesar del miedo a que algo horrendo sucediera. Imposible evitar ir tras él. Caminamos por las últimas callecitas del pueblo, las que lindan con los montes arbolados y olorosos que, a esta hora y en esta situación, se me antojaban escalofriantes. Momentos antes del fulgor de aquellos ojos impensados, estaba yo terminando de regar los malvones pensando en acostarme y fumar una pipa en la oscuridad de mi cuarto. Nada más verlo pasar, con genuina y sigilosa elegancia, para disparar un interrogante impostergable. Apoyé la regadera en la mesa pequeña atestada de utensilios de jardín, tomé un abrigo y salí. Sobre su espalda cargaba un bulto grande, estaba oscuro, no logré ver mucho más. Caminaba con pasos elásticos y largos, demasiado largos. Me sentía un tonto correteando tras él, un tonto o un niño pequeño tras un padre displicente. Luego de andar un rato llegamos a un promontorio, las luces de la ciudad se veían lejos como estrellas difuminadas en un cielo negro. Un latido de dolor desplazó mi atención hacia la mano derecha que, lastimada por una corteza saliente, sangraba, grité de miedo y auto conmiseración. De golpe el desconocido detuvo su marcha y casi topé con él, pero logré detenerme sin ser

visto, con el corazón latiéndome fuera del cuerpo. El quedó mirando hacia abajo desde lo alto de la loma. Allí hay una enorme arboleda y un pequeño arroyo donde abrevan los animales del lugar. Sin lograr darme cuenta del tiempo transcurrido, vi de pie a su lado la figura nítida de una mujer. Ella también portaba un bulto en su espalda. No notaban mi presencia o al menos lo disimulaban a la perfección. En medio de la noche ambos caminaron conmigo detrás. El miedo dominaba cada uno de mis movimientos, pero aún así, prefería seguirlos a darme vuelta e ir a mi casa a dormir como si no hubiera visto nada. Ellos transmitían algo inhumano, espantoso y yo no podía soportar la idea de dejarlos ir y no saber dónde estaban o haciendo qué. Los bultos sobre sus espaldas me perturbaban. Tal vez eran muertos lo que llevaban, para ser enterrados en medio de la arboleda sin que nadie pudiera jamás hallarlos. ¿Y si eran bombas listas para ser detonadas en una escuela? ¿Por qué eran tan altos y elegantes? Me resultaban sospechosas las largas siluetas andando como gatos con joroba. Piernas y troncos sumamente elásticos, finos cuellos rematados en cabezas perfectas. Los enormes bultos parecían no pesarles ni dificultar su andar parejo y veloz. Busqué con la mirada temiendo que aparecieran otros rezagados que, al sorprenderme espiando, me asesinaran en medio de la oscuridad.

La noche se cerró más aún. Sólo distinguía las siluetas de aquellos dos, cargando sus bultos y avanzando con inusitada liviandad. Yo tropezaba con ramas y piedras, cuando de pronto sentí en mi costado la dura y tranquilizadora certeza de que aquella tarde, mi arma particular había quedado en el bolsillo del pantalón, precisamente el que llevaba puesto. El paisaje me parecía distinto pese a no ver casi nada. Se escuchaba el rumor de una cascada lejana. Por fin el alba se hizo presente con cauta penumbra. El ruido del agua ahora era intenso y el viento de la madrugada trajo hasta mi nariz el perfume de la menta. Algo más impregnó mi olfato, con suavidad al comienzo, invadiendo arrolladoramente después, un profundo olor a madera húmeda y quemada. Algo esponjoso se inflaba como levadura de cerveza dentro de mi nariz. Sentí ganas de sonreír y dirigir la mirada hacia arriba para oler mejor. Los dos estaban cerca, a unos seis metros. Como telón de fondo tras ellos, varios saltos de agua espumaban el aire. Yo miraba escondido tras un matorral. El hombre que tenía la piel completamente gris, plateada, tomó la mano de ella afectuosamente. La mujer era roja, borravino, todo el cuerpo menos sus radiantes ojos. Ambos tenían alas de la misma textura y color que el resto de sus cuerpos, alas parecidas a las de desaparecidos reptiles volantes pero más pequeñas, daban la impresión de ser muy fuertes y duras.


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La noche me había confundido con temibles bultos, pero ahora el sol me permitía ver de qué se trataba. Ellos no notaron mi presencia, se miraban mutuamente. Yo, aterrado, recordaba el fulgor de sus ojos y trataba de calmarme pensando que el hecho de haberlo contemplado, no tenía por qué significar que ellos me hubiesen visto. El agua estruendosa era surcada por un arco iris de lado a lado. Ellos, quietos ahora, se comunicaban entre sí. Ella se inclinó y alzó una piedra que refulgió entre sus rojas manos, la acercó a los labios y ambos al mismo tiempo respiraron sobre ella, luego la arrojaron al medio de la cascada. Me pareció que la piedra tenía alas y que no cayó en ningún momento. El oscuro cuerpo masculino onduló en el aire y sus alas se abrieron totalmente, con una de ellas golpeó cariñosamente la cabeza de la mujer, ella lo empujó un poco. Jugaban en el amanecer brillante. La intensidad del olor a madera se tornó espléndida, surgía de esos cuerpos hacia el aire que los circundaba. Arrobado, casi sin aliento, olí y miré a la pareja. Se tomaron de las manos y él alzó vuelo llevándola como un peso muerto, atrapada por la fuerza de la gravedad, ella pataleó y queriendo deshacerse de su mano buscó el apoyo de las rocas para sus pies. Lo consiguió cayendo con suavidad sobre la hierba, ambos reían a carcajadas. La mujer optó por abrir también sus alas rojas y comenzó a volar en círculo sobre las aguas. Se elevaron juntos. Fue entonces cuando me vieron agazapado en el monte. El fulgor de esos cuatro ojos, como faros en la noche, el brillo cálido y dulzón de sus miradas, me

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clavó en mi sitio, no pude soportarlo. Saqué el control remoto de mi bolsillo y los apagué de un solo golpe.

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La perla más bella bella, por Oscar Ramentev

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n el archipiélago del Mar de Cortez hay una ciudad costera, cuyo nombre por deformación terminó siendo La Cortesía (y sus gentilicios, ―corteses‖, ―cortesas‖). En todas las ciudades costeras de esas islas la actividad principal –en algunos casos, como en La Cortesía, la única– es la pesca de perlas. En La Cortesía nadie sabe hacer, al menos nadie practica hacer otra cosa más que pescar perlas. Tienen el sustento asegurado porque nunca dejarán de llegar comerciantes de todas partes del mundo a comprarles sus perlas. En otras partes del mundo, también, se considera que los cortesianos son gente embrutecida, empobrecida y expoliada prácticamente por los poderosos intereses mezquinos y extranjeros, incluso hay muchas organizaciones bregando por sus derechos e independencia de este yugo. Pero los mismos cortesianos no lo ven así, ellos son felices en su sistema de vida. Incluso eligen su manera de trabajar, lo que luego les representará una diferenciada calidad de vida, si bien es cierto que en comparación con otras partes del mundo tales opciones son bastante austeras. Pero, por ejemplo, hay cortesianos y cortesianas que prefieren pescar perlas por carradas, para tener mayor cantidad que vender. Otros optan solo por buscar las más bellas, las más grandes, las menos deformadas, la de particular brillo o matiz. Johel y Coralina son de esta última especie de pescadores.

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l clima de primavera permanente y la gran profusión de ostras perleras de la zona hacen que los nativos de La Cortesía vivan la mayor parte de sus vidas más tiempo nadando en el mar, que andando por tierra. Desarrollan su cuerpo y su organismo de manera natural en función de eso, desde niños, desde casi nacidos. Hay bebés en las bajas profundidades buscando ostras, no hay mucho más en qué entretenerse. Los cuerpos de todos se curten al rayo del sol, barnizados por la sal. Son felices, son gente hermosa. Son las personas en el mundo que mayor rendimiento han sabido encontrar a la capacidad pulmonar, para permanecer bajo el agua. Un habitante de La Cortesía se zambulle, y vaya a saberse cuándo volveremos a verlos. Y es tal la interdependencia entre esa forma de vida y el mar, que el país no ha crecido en profundidad de superficie, sino que se trata de una extensa lonja en kilómetros, de una franja costera. Detrás de ellos solo hay selva virgen.

Johel y Coralina no se conocen entre sí, ella vive al norte y él al sur, espaciados por demasiada cantidad de kilómetros.

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ero una noche, mientras cenaban su pescado cocido al calor de la hoguera, a la intemperie, a un costado de la choza, Johel junto con su abuela, Coralina junto con su abuelo, los jóvenes se jactaban de ser siempre, en la ciudad, quienes más hermosas perlas sabían pescar, y de lo afortunados que eran por eso. En realidad, ocurría que a estos jóvenes no les importaba en la vida otra cosa más que pescar sus bellas perlas. Hastiados quizás de siempre tener que oír la misma canción, un día los ancianos respondieron en las antípodas y al unísono: ―La perla más bella del mundo no se halla sino más allá del mar, atrás del horizonte, donde no hay ser que jamás pueda llegar a nado. Una perla que por tal hermosura afamada, los hombres de los barcos consideran mítica.


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Los dioses del mar la han puesto ahí, adonde de ninguna manera nunca llegará el hombre, y sin embargo, apenados por nuestra imposibilidad, nos regalan las otras perlas, esas que pescamos‖. Ni a Johel ni a Coralina les gustó ese cuento. Esa noche se fueron a dormir malhumorados.

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l despuntar el alba, como de costumbre, fueron junto con los demás de la ciudad a empezar la faena. Era tradición allí que la muchedumbre lo hiciera a la carrera, atravesando la playa, dando gritos de júbilo desenfrenado, chapoteando, hasta finalmente verla zambullirse en el mar. Esa mañana a Coralina le molestó un poco el alboroto, al cual sin embargo estaba acostumbrada. Algo desganada –no había dormido bien– se metió en el mar. Lo mismo le ocurría a Johel, a muchos kilómetros al sur de distancia. No lograban concentrarse en distinguir las perlas más bellas entre todas las que iban encontrando, todas les parecían comunes, vulgares; en otras circunstancias se las hubieran dado al pescador más cercano, pero esta vez, intuyeron que de actuar como siempre terminarían la jornada con las manos vacías. Luego del almuerzo y del descanso, cuando volvió a ingresar al mar, Coralina se quedó viendo el horizonte por un instante. Nunca se había preguntado cuán mar adentro podía llegar a nadar, y advertirlo le hizo notar que no sabía nada tampoco acerca de su resistencia física. Se trabajaba en horas de sol, se dormía por la noche, pero ella nada sabía del cansancio físico, jamás lo había sentido. De más está decir que a Johel le sucedía lo mismo.

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Le entusiasmó deducir que la medida de su alcance mar adentro era proporcional a llegar a descubrir esa sensación de cansancio, experimentarla, encontrar su límite. Entonces se sumergió y encaró el nado hacia el horizonte. A muchos kilómetros de distancia, Johel hacía lo mismo.

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adaron hacia el océano, hasta alcanzarlo, durante siete días y siete noches, sin dormir, sin cansarse, pero perdiendo de vista los bancos de ostras en las primeras horas de la travesía, apenas alejándose de la costa. Nadaron a través de mares hervidos por el sol más agobiante, iluminados por la luna, en la noche más cerrada, en la tormenta más inclemente y en las aguas más calmas, y siguieron y siguieron y nunca se cansaron, y no supieron ni siquiera si en algún momento durmieron, perdidas todas las referencias de espacio y de tiempo. Se alimentaron de pescado crudo, de cualquier modo, nunca conocieron el agua dulce. Tampoco nunca encontraron la perla más bella. Y en un momento de la expe-

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riencia, todo perdió sentido, supieron que eran inmortales, dioses, en el todo y en la nada. Ya no había adónde ir, ya no había adónde regresar. Quedaron suspendidos en la superficie del mar, como luces perpetuas, con el abismo debajo, viéndose.

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l menos es lo que relata el mito acerca del origen de las ciudades submarinas.


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El encargo, por Carlos Mollá

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ntró el sargento en el dormitorio de los muchachos, gritando, gesticulando y encendiendo todas las luces de la sala, como tantas otras veces. — ¡Arriba, hijos de puta! ¿Qué, vais a quedaros ahí todo el día? En cinco minutos os quiero formados en el patio. ¡Ah! ¡Y con el uniforme de campaña! Reaccionábamos como si tuviéramos un resorte en las piernas. Saltábamos de la cama y corríamos al baño para desaguar y lavarnos la cara, que era lo único que nos iba a dar tiempo a hacer. Mientras buscaba en la taquilla los pantalones y la camisa que tenía que usar en las misiones especiales, me invadió el temor de tener que repetir la última acción que realizamos sobre un infeliz. Nos encomendaron ir a la casa de un político indígena y matarlo. ―Está tomando mucha relevancia el negro éste. La gente empieza a seguirlo con bastante devoción. Está jodiendo bastante a los del gobierno, así que hay que cargárselo‖. Nos amenazaron con reventarnos, como es natural, si alguien se enteraba de lo que íbamos a hacer. Esa vez no nos pusimos ningún uniforme, fuimos de civiles en uno de los carros robados que nos iban dejando en el cuartel una vez recogidos por la policía y que los dueños no

querían pagar por recuperarlos. Fue una misión muy sencilla, pero a mí me amargó y me revolvió las entrañas durante muchos años. Llegamos a su casa en el sur del país, como la zorra al gallinero, a la madrugada. Entramos violentamente, rompiendo puertas, ventanas, gritando y disparando a todo lo que se movía. Daba igual si era un perro o un niño. Si estaba vivo había que procurar que dejara de estarlo. Daba igual. Así hasta que no se movió nada ni nadie en esa casa. Tan rápido como entramos, desaparecimos de aquella pequeña granja. Rezaba para que esta vez no fuera lo mismo. No tardamos en estar formados. Nos entregaron a cada uno de nosotros, una bolsa con fruta, pan y algo de queso. Nos mandaron subir a la pick-up y emprendimos la marcha. Me tranquilizaba ver que íbamos en un auto oficial, por lo que no iba a ser una misión clandestina. Conforme desgranábamos kilómetros se iba filtrando algo acerca de lo que pretendían de nosotros. Parecía que nos dirigíamos a un rescate. Alguien había secuestrado a dos mujeres y teníamos que liberarlas. No tendríamos que asesinar a nadie pero podríamos enfrentarnos a pistoleros y vernos en una refriega muy dura. Los nervios estaban a flor de piel. Yo había decidido ingresar en el ejército con 25 años, ya bastante mayor. Toda mi vida me había

quedado con los míos cuidando de la granja familiar. Tenía una vida apacible salpicada, de vez en cuando, con reacciones extremadamente violentas cuando me pasaba con la bebida. El alcohol me metía en peleas cada vez que lo probaba, hasta que un día casi mato a mi hermano en una de ellas. El miedo a hacer algo terrible me hizo escapar de casa y refugiarme en la milicia donde pensaba que la violencia estaba mejor canalizada. Lo que me extrañaba era no entender por qué no resolvía este problema la policía. ¿Sería un secuestro hecho por una banda de narcos? ¿Nos íbamos a enfrentar a otro ejército? No parábamos de mirarnos unos a otros pero nadie decía nada. Llegamos a una casa solitaria, en medio de un bosque. No se veía a nadie aunque se notaba que la vivienda estaba habitada. Había un carro aparcado afuera y ropa colgada en el tendedero. Nos desplegamos silenciosamente, ocupando lugares estratégicos para iniciar el asalto. El sargento, y los compañeros Miguel y Pedro llegaron hasta las ventanas y pudieron observar qué ocurría dentro. Debieron calcular la gente que allí había y lo que estaba ocurriendo. Se giró y empezó a hacernos gestos para que siguiéramos avanzando hasta que nos apostamos pegados a las paredes alrededor de la casa.


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Con la mano marcó el 1 como el número de oponentes a los que habría que abatir. Los que estaban al lado de la puerta la abrieron de una patada y entraron todos a la vez preparados para encontrarse con cualquier cosa. Fue fácil inmovilizarlo, no opuso apenas resistencia. Estaba en el salón con tal cantidad de cerveza en el cuerpo que coordinaba con bastante dificultad. Los demás que no se ocupaban del güey, fuimos distribuyéndonos por las dependencias de la casa para investigar qué estaba ocurriendo. Al poco rato se oyó la voz de Hugo, uno de los muchachos. — ¡Capitán, capitán!- El grito era desgarrador, trágico. Corrimos todos hacia el dormitorio y nos encontramos a una mujer joven tirada en el suelo completamente desnuda, con las piernas abiertas y las manos atadas a la espalda, con sangre por todas partes. El nudo en la garganta se terminó de cerrar al ver sobre la cama a una niña de unos 9 o 10 años con signos claros de haber sido también violada y torturada. — ¡Hijo de la chingada!- Fue lo único que se oyó. Después de maldecir, el capitán se volvió al animal que había sido capaz de hacer algo así.

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— ¡Qué has hecho, hijo de puta! - Le repetía rojo de ira, agarrándolo por el cuello. -¡Te voy a reventar! ¡Animal, hay que ser animal!-. El hombre, de unos 30, 35 años, de tez quemada, bajo y muy panzón, intentaba a duras penas, ya con las esposas en las muñecas no ser asfixiado por oficial, agarrándose a sus brazos para atenuar toda su fuerza y echándose hacia atrás en el sillón donde estaba sentado. Cuando la tensión se calmó algo y el negro supo que no lo iban a matar allí mismo, no se le ocu-

rrió otra cosa que decirle al capitán que él se encontraba al amparo de la ley y que exigía que llamaran al abogado. Insistía en esto. — Llamen al licenciado-. Como intuyendo que sólo esa llamada podría salvarlo de la ira de los militares. Al cabo de un rato, el capitán que caminaba cabizbajo alrededor del salón, se dio la vuelta hacia él y le dijo: — No, pendejo de mierda, tú no vas a ir a la cárcel, no. La

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gentuza como tú no merece ir a la cárcel. No merece un plato de comida tres veces por día. No merece una cama caliente. Tú no vas a pisar la cárcel. Entendiendo el significado de esas palabras, el hombre mudó de color, sus ojos se abrieron y enseguida se dibujó el pánico en su cara. — Usted es un oficial. Usted, capitán, tiene que llevarme ante el juez y llamar a mi licenciado suplicaba el gordo incorporándose un poco en el sofá. — Llevadlo a la cocina, desnudadlo y tumbadlo boca abajo en la mesa, que ahora voy yo.Ordenó con la voz más severa que jamás había escuchado. El capitán entró después con una tubería de hierro, o de plomo en la mano, con la cara rota y desencajada por la rabia y se la dio a Miguel, ordenando que se la metiéramos por el culo. Nos quedamos parados sin saber qué hacer mientras el negro se largó a chillar pidiendo clemencia y gritando como un loco. — ¡Déjame, carajo!- Mandó, quitándole la barra al soldado y poniéndole un extremo en el culo, empezó a empujar como un poseso, haciéndola girar a la vez para obligarla a entrar. Los gritos de aquel desgraciado eran ya totalmente descontrolados,


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mientras intentábamos entre todos sujetarlo con todas nuestras fuerzas para que no se moviera. La sangre que manaba mostraba la avería que se le estaba infiriendo. Al rato, miró al sargento con unos ojos que daban pavor y le dijo: — ¡Continúe usted, sargento! ¡Hasta el final!- Entregándole la barra. Él se fue y los demás nos quedamos terminando la faena. Fueron veinte minutos terribles. El güey no paraba de chillar y la barra no se detenía con nada. Poco a poco las energías se le fueron agotando, bien por la pérdida de sangre o por los daños internos que imaginamos que se estaban produciendo. La imagen que quedó era dantesca. Muerto y despatarrado sobre la mesa, envuelto en sangre y con un trozo de barra asomándole por el culo. Al poco tiempo me licencié. Han pasado cinco años y ahora soy el ayudante de un mecánico de motores de barco en Acapulco. Estamos en un alto del trabajo, tomando una cerveza que trajo el patrón español del velero. Este güero se ha comprado este viejo barco en Ensenada y el muy loco pretende llevárselo a España. ¡Es increíble! En el mundo hay gente para todo.

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Informe de vidas pasadas: Nuevo servicio de Spesunica Los eclipses solares y lunares prenatales nos brindan información acerca del karma de un individuo, las características en conjunto de sus vidas pasadas y el correlato que de ello puede deducirse respecto de su vida actual. Esquemáticamente, podemos decir que por el signo zodiacal de su eclipse solar es que se indica las lecciones que ha venido el individuo a impartir a sus semejantes, mientras que el signo de su eclipse lunar es la guía de lecciones que necesita aprender para una ulterior evolución del karma. Un resumen de esto se agrega en el informe convencional de carta natal que nosotros brindamos desde nuestros inicios. Ahora ofrecemos una versión extendida, con una información realmente profunda, detallada, y lo más importante, de uso práctico, complementaria a la de la carta natal, por lo que, podemos agregar, ni siquiera es necesario para el consultante creer en la reencarnación ni en la teoría del karma. El informe se divide en dos partes: la referida al eclipse solar y la respectiva al eclipse lunar, ambos según el signo en que hubieran ocurrido. Por cada parte se detallan las expresiones consciente, inconscientes y transpersonales de sus influencias, y una valorable información acerca de la integración física, que brinda un pormenorizado detalle de la forma que tenemos de somatizar nuestras cuestiones kármicas, es decir, una valorable información acerca de las causas de nuestros problemas de salud, física y psicológica. Para la adquisición de este servicio no es necesaria la realización de la carta natal, pero insistimos que en absoluto esta información reemplaza a la de la carta astral, sino que la complementa y profundiza. Se trata de un informe de entre 15 y 20 páginas en formato A4, tipo de letra tamaño 11. Para ver un modelo de este informe, hacer click aquí. Para mayor información acerca de este servicio, por favor comunicarse a robertolangella@spesunicastrologia.com.ar.

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La palabra no es un dato Sobre la enfermedad psicosomática y el discurso

por Gisela Courtois (Lic. en Psicología)

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menudo escuchamos a alguien tranquilizarse u ofenderse (según el caso) cuando se le sugiere que sus padecimientos físicos son de origen psicosomático. Psicosomático suena a inexistente, a imaginario o autoprovocado. De allí que muchos se tranquilizan pensando que su dolor físico ―ya se les pasará si piensan en otra cosa‖, o se ofenden sintiéndose acusados de autoprovocarse una enfermedad, incluso de fingirla. Vamos a poner un poco de orden al asunto. Es definitivamente imposible enfermar voluntariamente, como es imposible nacer o morir voluntariamente. Hay negligencias o autoagresiones que delatan la finalidad autodestructiva de una persona, incluso podemos pesquisar deseos de encarnar un rol con tal dramatismo que pueden reflejarse en el destino con el correr del tiempo, pero nada de esto se parece a un acto voluntario como vestirse o llamar por teléfono a un amigo. En este sentido vale recordar: nada de lo psicosomático es voluntario. Precisamente el perfil de personalidad psicosomática es diametralmente distinto del perfil de quien presenta conductas autodestructivas voluntarias, como adicciones, deportes de riesgo, juego patológico, etc. Con esta aclaración estoy adelantando un dato: no existen enfermedades psicosomáticas sino personas cuya personalidad las predisponen a tener estallidos psicosomáticos; lo que no excluye a las demás personas de la posibilidad de padecer enfermedades de origen psicosomático. Por otra parte, lo psicosomático

no es inexistente. Existe. Y mucho. Un brote de lupus puede llevar a la muerte, un pico de hipertensión arterial también. Nada más existente y físico que lo psicosomático. Y en cuanto a si es una enfermedad imaginaria, menos aún. Si hay algo de lo que carece quien padece una enfermedad de origen psicosomático es de imaginación. La imaginación es parte del bagaje de herramientas que necesita un ser humano para la más elemental de sus funciones psíquicas: advertir un sentimiento o emoción, advertir si proviene del entorno o de un conflicto interno, determinar la naturaleza y la intensidad de la tensión interna que produce y, finalmente, lograr una formación discursiva que permita describir y

a la vez elaborar aquello que sucede en nuestra vida anímica y que, de no tomarnos todo este trabajo, ocurrirá de manera sorda. Trabajo complejo, hay que advertirlo. Esto, que debería ser habitual, que debería ocurrir a diario dado que poseemos los elementos mentales como para llevarlo a cabo, en verdad es un proceso complejo para la mayoría de nosotros. Algunos comienzan registrando la mitad del proceso, es decir la tensión interna, y luego pasan racionalmente a interpretar de dónde, de qué conflicto proviene esta tensión y así tratan de advertir su naturaleza. Para otros el sentimiento mismo se registra

al instante (vale decir que esta actitud es la más saludable para el psiquismo) pero luego pueden tener inconvenientes a la hora de relacionar la emoción inicial con la tensión siguiente, con el insomnio que sufren y finalmente con el estallido psicosomático que sobreviene. Porque en el proceso de elaboración de sentimientos y emociones es importante que la relación entre un sentimiento, su registro y la palabra que lo describe sea concientizada. El proceso debe ser creación del sujeto, no prestado desde afuera por parte del consenso o la tradición.

El trabajo del hablante

E

xisten perfiles de personalidad psicosomática que tienen sus propias características y cuyo origen se remonta a los primero tiempos de vida e incluso a la vida intrauterina. Algunas de estas características son la sobreadaptación al entorno, el conservadurismo en sus respuestas (sin originalidad, escasa confrontación con el medio), poca resonancia afectiva, poco registro de lo que siente él mismo, lo que llamamos ―piel paquidérmica‖, en el sentido de que parece tener un registro muy rudimentario de lo que el ambiente puede provocar sobre él. El llanto puede aparecer con frecuencia en el psicosomático, pero el llanto no es palabra, y es aquí a donde nos trae el tema de esta nota. Tanto para un perfil psicosomático como para otros, el trabajo en el que debemos insistir es el mismo: hablar. Porque hablar no tiene por finalidad brindar infor-


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mación desde el emisor al receptor a través de un medio oral o escrito. Hablar es una actividad constructora de mundo interno. Lo que para el niño es jugar, para el adulto es fantasear y hablar. En el discurso, y precisamente delante de otro, es cuando tiene lugar la asociación de ideas, la unión entre representaciones y los afectos que están ligados a ellas y que, por medio de la represión o de la expulsión de la conciencia, los hemos separado. En esas asociaciones se enriquece, se construye y se embellece, por qué no, el mundo interno. Y esto, además de constituir lo más esencial de nuestra actividad psíquica, nos vuelve más resistentes a la tensión. A mayor cantidad y claridad de asociaciones mejor preparados estaremos para soportar la presión de un conflicto, interno o con el ambiente. A la vez, a mayor cantidad de asociaciones estaremos en mejores condiciones para comprender la naturaleza del conflicto, sus implicancias, sus posibles resoluciones, el aprendizaje que podamos sacar del mismo, etc. Para pasarlo a términos físicos, es como decir que si un circuito tiene mayor complejidad en sus conexiones y robustez en sus materiales, mayor cantidad de voltaje resistirá antes de colapsar o ―quemar‖ alguno de sus tramos.

El discurso funciona en el sentido opuesto a la enfermedad

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ablar, entonces, permite elaborar un conflicto. Esto significa reconocerlo, advertir los sentimientos concomitantes a él, reconocer lo mucho o poco que nos afecta. Todo este proceso ocurre en el sentido contrario de la enfermedad. La tensión que no se somete a discurso enferma al

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sujeto. Toda la tensión que no encuentra manera de ser elaborada tiende a descargarse bajo la forma de enfermedad física (dejemos por ahora de lado la particularidad del psicótico que puede descargar a través del delirio, o del psicópata que genera su descarga a través de la acción sobre otros o sobre sí mismo a la manera de objetos). Esta tensión descargada a través de la enfermedad, hay que advertirlo, NO ES RESOLUTIVA. No significa la resolución de un conflicto, sino una mera descarga momentánea y la tensión volverá a reproducirse frente a una situación similar. Por otra parte, si bien en todo sujeto, por normal que sea, existe la represión de un afecto insoportable a la conciencia, en el estallido psicosomático podríamos decir que tal afecto no se encuentra reprimido sino expulsado, rechazado del suceder psíquico. El neurótico normal puede olvidar un suceso que trae aparejado un sentimiento indeseable, pero ese sentimiento retorna en la cadena discursiva, en los sueños, en los síntomas obsesivos, fóbicos o histéricos. El neurótico habla de su síntoma, su discurso es florido, utiliza metáforas, comparaciones, se siente identificado con tal o cual personaje de una novela, entra en contacto emocional (más tarde o más temprano) con las expresiones artísticas y con las situaciones afectivas en general. El discurso psicosomático (y repito, que no es exclusivo de los sujetos con perfil psicosomático) es monocorde, tipificado, plagado de lugares comunes y conclusiones ya escuchadas por tradición. Es común escuchar frases como ―imagínese, doctor, a uno le pasa algo así y uno se siente mal‖. El impersonal ―Uno‖ aparece infinitamente en el discurso psicosomático. Nunca se refiere a sí mismo desde el ―yo‖, desde

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el reconocer un sentimiento como propio, como apropiado, o como protagonista. Los escenarios son descritos como fotografías, el orden es siempre cronológico y no emocional. Y por lo tanto el llanto es simple descarga, en el mejor de los casos inofensiva, pero nunca resolutiva, nunca introspectiva.

Hablar no es informar

E

ntonces, recordemos. Hablar no cumple una simple finalidad informativa. Hablar es lo que nos distingue como seres humanos de otros seres. Y no es tan importante porque debamos estar orgullosos de serlo, sino porque es nuestra mejor, nuestra más genuina herramienta para construirnos a nosotros mismos y para construir el entorno. Dicho en términos kleinianos, para construir mundo interno y mundo externo. La palabra es liberadora, es habilitación para sentir aún aquellos sentimientos de los que no nos podamos sentir orgullosos. Habilita a posicionarnos en el mundo, a protagonizar nuestra historia, a utilizar la memoria individual y colectiva a favor de nuestra realidad presente. La palabra cura al hablante, muchas veces también cura a quien escucha y, en algún que otro caso, hasta cura al hablado, al referenciado. Porque también comprendiendo el papel que juegan los personajes de nuestro mundo interno estamos dejando mayor libertad de acción a los personajes del mundo externo. Y ya sabemos cómo funciona esto de vivir entre personas: libertad y salud quizás sean la misma palabra.


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Otra vez Gricel (tercera entrega), por Roberto Langella Esta novela está inspirada en la historia real de amor que vivieron José María Contursi (1911—1972) y Susana Gricel Viganó (1920—1994). Contursi fue uno de los poetas de la era de oro del tango, quien entre otras canciones, compuso Gricel, el tema central que le dedicara a su musa. Gricel pertenece al repertorio clásico del tango argentino. Esta historia no pretende ser más que un homenaje a esta historia de amor, por lo que no se deberían buscar precisiones históricas demasiado exactas. Del mismo modo, los nombres de los personajes reales fueron cambiados. También, deseo agradecerle a mi amigo Horacio Otheguy Riveira, por el tiempo dedicado a la corrección de este trabajo, y por sus observaciones siempre oportunas. R. L.

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ricel esperaba con ansiedad el ómnibus de la mañana, que venía de la ciudad de Córdoba, trayendo la correspondencia para el pueblo y el semanario Noticias Serranas. El chofer hacía sonar el claxon desde un kilómetro antes de llegar, para que el entusiasmo de la chica estuviera en su máximo esplendor cuando él arribara. O pasaba a la máxima velocidad posible si no había nada que dejar en la estación de servicio, creyendo que así también la desilusión de Gricel pasaría más rápido. Esa mañana, Gricel corrió a la ruta al oír el ronco sonido, seguida de cerca por los ladridos de ―Galli‖. El ómnibus se detuvo, y el chofer arrojó el paquete de correspondencia por la ventanilla, que la chica atajó en el aire. —¡Gracias!—. Exclamó, regalándole al hombre una sonrisa espléndida. —¡Epa, epa, muchachita!, no se apure… ¿Usté no me había hecho un encargo, de la ciudá? —¡El libro!, ¿me lo trajo?—. El hombre se lo dio, otra vez dejándolo caer por la ventanilla. —¡Muchas gracias!—. Volvió a sonreír. —¿Cuánto le debo?—.

Preguntó, metiendo la mano en el bolsillo del mameluco engrasado. —Deje… Si le tendría que dar güelto, con tanta sonrisa… —No, cóbreme. Si no, no voy a poder pedirle más favores. —Déjese de macanas—. Respondió el hombre mientras metía el cambio y ya salía de allí. Gricel se abrió el mameluco y echó el libro dentro, contra su barriga. Después corrió hacia la hostería, con el paquete de correspondencia bajo el brazo. Entró allí como una tromba, recibiendo una lluvia de piropos de parte de los parroquianos que ocupaban las diferentes mesas del bar. Fue a sentarse a una mesa del fondo y abrió el paquete. Revisó la correspondencia, pero no encontró nada para ella ni para sus padres. Separó el ejemplar de Noticias Serranas que les correspondía y fue al mostrador a dejarle el paquete a su madre, para cuando viniera a retirarlo el cartero. —¿No recibiste carta de Dolly? —. Le preguntó su madre. —No, pero me trajeron el libro de Alfonsina Storni, el que publicó el año pasado. —A ver, mostrámelo—. Gricel se puso de espaldas a los parroquianos y se abrió el mameluco. Le dio el libro a su madre. —Mundo de Siete Pozos… Es hermoso desde

el título. Después me lo vas a prestar—. Dijo devolviéndoselo. Gricel le respondió con una sonrisa, y volvió corriendo a la estación de servicio. Se sentó sobre el guardabarros de un ómnibus que había allí, esperando ser reparado, y abrió el libro en una página al azar, como era que le gustaba leer los de poemas. Este se titulaba, Llama. Mi queja abre la pulpa del corazón divino y su estremecimiento aterciopela el musgo de la tierra. Un ámbar agridulce destilado de las flores cerúleas cae a mojar mis labios sedientos. Ríos de sangre bajan de mis manos a salpicar el rostro de los hombres. Sobre la cruz del tiempo clavada estoy. El rumor lejano del mundo, ráfaga cálida, evapora el sudor de mi frente. Mis ojos, faros de angustia, trazan señales misteriosas


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los sectores más radicalizados como de los más nacionalistas, se realizaban en distintos puntos del país, sin éxito alguno. Gricel se divertía ahora, dibujándole cicatrices en la cara, puñales clavados en la espalda, a las fotografías del General Justo (un apellido notablemente paradójico), las que publicaba Los Principios, el diario que compraba su padre. en los mares desiertos. Y eterna, la llama de mi corazón sube en espirales a iluminar el horizonte. Cerró el libro y los ojos, estrechando el poemario contra su pecho, que lo sentía pleno, colmado, como un panal de miel. Un toque de claxon la sacó de su encanto. Abrió los ojos y vio el automóvil que había llegado. Se rascó la nariz y saltó del guardabarros en que se hallaba sentada. Fue a atender.

7

H

acía ya casi dos años que Yrigoyen había muerto. Con el triunfo del Dr. Amadeo Sabattini, representante del radicalismo en las elecciones por la gobernación de la provincia, de ese año, Córdoba iba a parecer vivir una realidad política marcadamente distinta, medianamente mejor a la del resto del país, donde se consagraría totalitariamente el conservadurismo, por medio del tan mentado ―fraude patriótico‖ (una manera argentina de querer justificar el delito con supuestas motivaciones nobles). En el transcurso del año, los alzamientos militares, tanto de

8

A

quella mañana encontró una carta de Dolly en el paquete de la correspondencia, la que fue a leer bajo el alero del porche. Se sentó en la mecedora y cruzó los pies sobre la baranda que unía los postes que sostenían al alero. Con una mano sostuvo el papel, mientras con la otra acariciaba distraídamente la cabeza de ―Galli‖, que se hallaba echado a su lado. En la carta Dolly le decía ―sentir estar tocando el cielo con las manos‖. La sorprendente buena nueva era que había conseguido un espacio para cantar en una audición con público de Radio Stentor. Dolly había dado el primer paso en el largo camino del estrellato. Mi felicidad sería completa si pudieras estar ese día entre el público, le decía en la carta. Sé que los problemas económicos de tu familia te hicieron decidir no venir este verano a Buenos Aires, pero, ¡por favor, hacé el esfuerzo! Yo sé que tenés las agallas suficientes hasta como para robar un Banco. Tampoco te pido tanto, era una broma. Te pagaría el pasaje, si mi situación fuera algo mejor que la tuya. Por favor, ¡aunque sea solo una semana! ¡Tres días, uno, solo tres horas! ¡Aunque tuvieras luego que salir corriendo para Retiro, después de

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la audición! Más adelante agregaba: … En los últimos meses me he hecho de un grupo de amigos magníficos; cantantes, poetas y músicos, todos “tangueros de ley”, por supuesto. Muero porque los conozcas... Gricel terminó de leer la carta. La mano que había sostenido el papel, descansaba ahora sobre su regazo. Alzó la vista y vio a su padre trabajando en la estación de servicio. ―Hacer el esfuerzo‖, pensó. Sabía que bastaba con comentárselo al padre para que el hombre buscara el modo de hacer dinero extra para que su hija viajara a Buenos Aires. Pero Gricel era consciente de que hacía años su padre realizaba esfuerzos extras y también ello era algo que le preocupaba. Así que dobló la carta y la guardó en su bolsillo. Tomó el último ejemplar de Noticias Serranas, que había dejado en el suelo y lo abrió, procurando olvidar pronto el asunto de Dolly. Pero en la tercera página de aquella revista encontró un anuncio revelador. Atención, señoritas de 15 a 25 años de edad. El Club Social “Vecinos de Capilla del Monte” se complace en invitarlas a la inscripción para el certamen de belleza “Miss Capilla del Monte 1935”, a realizarse el próximo sábado, 30 de enero. El honorable jurado estará integrado por honorabilísimos representantes del quehacer cultural de nuestra querida provincia, oriundos respectivamente de las ciudades de Córdoba y Cosquín, y de un tercero venido especialmente de Buenos Aires, a designar. No deje de participar, sea la mujer más bella de Capilla del Monte. El certamen será diferenciado en dos categorías, entre las edades de 15 a 19, y de 20 a 25. Hay $ 10. — de premio, para cada una de las Reinas, e importantes premios para las princesas. ¡No falte! La audición de Dolly en la radio sería el primer sábado de febrero; no podía ser más perfecto.


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A la hora del mediodía, la familia se hallaba reunida para almorzar, alrededor de una de las mesas de la hostería. —Mamá, quiero participar en el concurso de belleza del Club Social. El matrimonio se miró entre sí, sorprendido. —¿Concurso de becheza?, ¿e, ma per qué, concurso de becheza? Gricel miró a su padre, ofendida. —Para ganarlo. ¿O no creés que pueda ganarlo? —E… Ma… ¡No, cara ragazzina!, tutti lo contrari… Precisamente, io non necesito que venca ninguno pelandrune a decirme que la mía ragazza e la má bela di tutto Córdoba… E, ma, ¿qué dico Córdoba?, ¡di tutti la Archentina! Dopo di la sua mamma, pero cherto. —Pero ella no va a participar, así que voy a ganar—. Sonrió Gricel. —¿Y cuándo es el concurso?— . Preguntó la madre. —El sábado que viene. —Entonces va a haber que prepararse, queda poco tiempo. Dejalo todo por mi cuenta. Después de almorzar, Isabel fue a ver en el ropero de Gricel. Sacó los tres o cuatro vestidos que la chica tenía, los que usaba en las oportunidades en que iba a Buenos Aires. Isabel sacó uno de estos. Se proveyó luego de botones, restos de tela, y de su costurero, y volvió a la hostería. Por la tarde, Gricel se dirigió al Club Social a inscribirse en el certamen, seguida siempre alegremente por ―Galli‖. Caminaba despreocupadamente con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón gris, silbando un tango y pateando cascotitos del camino. Llevaba puesta una remera negra, de las que dejaban los proveedores de combustibles, con la marca Texaco impresa en la espalda. Tenía la frente descubierta, con

el dorado cabello recogido con hebillas. A la entrada del club, la fila de parloteantes jovencitas que iban a inscribirse, llegaba a la calle. La hija del boticario abrió los ojos, grandes como platos. —¡Mirá quién viene ahí!—. Le dijo a su amiga, que era hija de maestra de escuela. —¡La loca del mameluco! —Qué mamarracho… Ah, pero si ella participa, yo no me inscribo; ya me van a oír. —¿Pero qué tenés miedo, pavota, con semejante adefesio? Debe creer que el premio se lo dan a la que sale última. Se pusieron a reír con sus risitas estridentes y Gricel las escuchó, pero hizo caso omiso de las burlas y fue a ubicarse última en la fila. Luego se les quedó viendo, cuando advirtió que las chicas la miraban de arriba abajo. Gricel se llevó una mano a la oreja, lentamente, mientras les seguía sosteniendo la mirada. Cuando la retiró, tenía un cigarrillo sin filtro entre los dedos. Se lo llevó a los labios y lo encendió con un fósforo que sacó del bolsillo, el que prendió raspándolo contra la suela del zapato. La hija del boticario la veía hacer, con aprensión. —Qué asco, Dios mío—. Murmuró. Cuando llegó el turno de Gricel en la mesa donde se inscribían las concursantes, la mujer que atendía también la miró con desprecio. —¿Qué edad tenés? Gricel la miró fijamente. —Cumplo los quince en abril. La mujer resopló, cansada. —Está bien, total… —. Dijo encogiéndose de hombros, observándola.

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No me pidas eso eso, por Guillem de Rubenhor

F

ue tan fácil que les pareció un milagro. De esos flechazos que en las películas les suenan cursis, pero que en el fondo desean que les suceda a ellos con acompañamiento de orquesta sinfónica y paisajes idílicos. Manuela y Felipe, fieles a su estilo, la energía desinhibida y el rigor estricto hasta para lograr el máximo placer propio y ajeno, pero jamás enamorados. Nunca con verdaderos deseos de continuar viendo a la pareja de turno. Se cansaban con facilidad, se aburrían, y lo que les había parecido muy excitante lo acababan encontrando ridículo.

Felipe siempre ríe, Manuela nunca. En la cima de toda seducción, lo mismo que en la ausencia y el declive, el joven que vive encantado de haberse conocido, seductor facilón de cuantas chicas conoce, camarero que bailotea entre las mesas con su cintura cimbreante y aire altivo, es una especie de galán de otros tiempos cómodamente encajado en el siglo XXI, uno que combina la cortesía con el deseo y la simpatía a partes iguales, un ejemplar masculino que provoca la sensación de que el placer sexual forma parte de la existencia como un torrente de felicidad al alcance de cualquiera.

— Es que somos raros. — Muy raros, sí.

ace dos semanas que Felipe sólo quiere estar con Manuela, la pasajera de un autobús al que subió por error, en dirección contraria a la que iba, y bajó cuando ella lo hizo, y era noche, y llovía como todos los días en los que consagraron su amor y se dejaron caer de rodillas en medio de una avenida con pocos coches, y juntaron sus manos y elevaron los ojos al cielo:

L

a primera vez se dieron por bienvenidos junto a una farola, bajo un fuerte aguacero que les dejó empapados y se sorprendieron a sí mismos besándose cuando el agua dejó de caer, cuando paró de pronto como si fuera un efecto teatral. Se besaron y abrazaron de tal modo que se sentían en la gloria, su olor y su tacto, su respiración, era como si se reencontraran después de una larga separación. Volvió la lluvia de poco a mucho y se largaron de allí andando bajo el agua cogidos de la cintura, dejándose empapar y chapoteando en los charcos.

H

— Demos gracias. Dios se divierte con nosotros.

T

res días andando bajo la lluvia, y amándose a medias en zaguanes, jardines, parques... Se comprometieron a hacerse el amor a lo grande y de-

talladamente en una cita especial para consumar su operístico encuentro a cuerpo abierto, pasión absoluta. Para entonces elegirían una casa rural en la montaña, pero mientras tanto continuarían como estaban: cada uno en un piso compartido. Manuela trabajaba de lunes a viernes de 7 de la mañana a 4 de la tarde en una cafetería y de 6 de la tarde a 10 de la noche en una librería. Las noches eran suyas en un toqueteo incesante que les doblegaba, sin llegar al enlace absoluto. Se prometieron un encuentro completo muy bien gozado, con una primera parte lenta y sinuosa y una segunda parte entre gritos de éxtasis con un hombre dentro de una mujer y una mujer entregada a un hombre que la adora, cada uno con su sexo correspondiente y con el del otro en la poesía de los raros: — También somos extraños para nosotros… — Lindos frikis es lo que somos, mi amor. — Me gusta mucho estar contigo.

C

uando al fin se reunieron para entregarse completamente impúdicos en un largo fin de semana, Manuela le mostró las fotos que sacó cuando sus paseos: la lluvia mansa, la lluvia frenética, un otoño madrileño con la luz de sus pasiones alumbrándolo todo. Llegaron a la casa en la montaña para tres días con sus noches pero se quedaron cinco. Ella le descubrió placeres que él no conocía, aunque se consideraba un experto en los mimos más encendidos.


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Una de esas mañanas Felipe no aguantó más y le pidió que sonriera. Le rogó que por una vez sonriera. Al ver su expresión de disgusto, añadió: — Vale, está bien. Ahora no, otro día.

E

n realidad necesitaba que le sorprendiera con una sonrisa. La amaba y estaba dispuesto a seguirle donde fuera, pero sólo le hacía dudar su falta de risa. Su incapacidad para cualquier tipo de risa. Ella no le dio vueltas al asunto. — No me pidas eso.

É

l la tomó a chacota porque le pareció una broma de zarzuela, y canturreó:

No me pidas eso, Oh, no, Manuela de mi vidaaaaaaa.

Y

ella permaneció como siempre, gozosa ante el chisporroteo de su muchacho endiabladamente gracioso y excitante. Tardó un poco en responder. — No puedo cumplir con tu deseo. Dejémoslo así. Cada uno es como es. — No es posible, cómo vas a decirme eso, es sólo una sonrisa lo que te pido.

Y

revoloteó, hizo el payaso, el bufón de una corte aún inexistente, pero a punto de crearse; se ocupó de un strip tease voluptuoso, se lanzó sobre ella a desnudarle haciéndole cosquillas, pero todo fue inútil. — Por favor, sonríe cuando esté adentro y te corras, por favor sonríe entonces una sola vez y me harás el hombre más feliz del mundo.

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— Vale. OK. Está bien. Pero antes te ataré las muñecas al cabecero y los tobillos al pie de la cama. — Estupendo.

É

l aceptó, feliz de descubrirla en un juego de lo más ingenioso.

—Esta tía es divina, una fuera de serie mayor de lo que fui capaz de imaginar. El dolor. Siempre pensé que podía haber una gran excitación en el dolor. Es de lo más brillante, se las sabe todas, seguro que me sorprende con un plato especial…

L

o volcó sobre la cama, le ató como dijo que iba a hacer y lo montó. Con arte supremo logró una vez más que el miembro semidormido entrara para crecer en su interior, mientras movía su cadera con creciente entusiasmo. Felipe sonreía esperando la sonrisa prometida, pero cuando ésta llegó fue la de otra persona, una cara llena de cicatrices sanguinolentas, con encías verdes, colmillos afilados, pómulos deformados, ojos vidriosos, lengua de serpiente y grito sobrecogedor, que al mismo tiempo que le aterrorizaba le provocaba una sucesión de orgasmos jamás imaginados.

E

l amanecer les sorprendió dormidos. Felipe en la cama, con marcas en sus muñecas y tobillos, mordeduras en los hombros y los muslos, sangrantes arañazos en el pecho. Manuela en un rincón, hecha un ovillo. Él bajó de la cama y la despertó con besos cortos que volvieron a despertarle los sentidos: era la misma

Un ica

muchacha dulce y un poco pudorosa con la sonrisa prohibida. — Prométeme que no me lo volverás a pedir. — Sólo puedo prometerte que te lo volveré a pedir sin previo aviso; sí, por favor, deja que lo deje caer en cualquier momento, como quien no quiere la cosa, como quien está de paso y necesita descender del tren en un pueblo fantasma, oscuro y peligroso.

Y

le abrazó con mucha fuerza, y Manuela lloró libremente por primera

vez. No le dijo lo que pensaba: Que al fin alguien la amaría de verdad y para siempre. Alguien a quien no se veía capaz de matar.


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S pe s

Un ica

La lluvia torrencial no se

y frías, angustiada por el

tante, pero debía curar-

detuvo hasta más allá

paso del tiempo, por la

se. Antes de un mes ten-

del anochecer engullen-

lentitud de las horas que

ía que estar de nuevo

do con fuerza todo a su

antes del accidente se le

preparada para

alrededor.

escurrían entre las manos

dar su vida.

como arena de playa, y

Su hijo y su madre de-

ahora

barriles

pendían de ella, de su

llenos de piedras incapa-

trabajo, de su energía

ces de mover. Era deses-

para continuar.

I

H

oy hacía dos semanas que Inés

perma-

necía en cama. Su pier-

parecían

perante para ella, acostumbrada a no parar en

II

todo el día y, a veces, en toda la noche.

C

na derecha se quebró al caer desde esa ventana que

intentaba

reanu-

limpiar

como todos los últimos

avanzar

uando Tomás consiguió por

la

miércoles de cada mes,

abarrotada calzada

desde hacía tres años.

llena de vehículos,

La oficina se encontraba

casi había amane-

situada en la planta pri-

cido. El sol comen-

mera; por suerte para

zaba a desperezar-

ella, ya que si la caída

se por el lado este

hubiera sido desde más

de

arriba,

tímidos

posiblemente

hoy no podría ni haber tenido

la

quejarse

ocasión de

su

de

mala

suerte.

en

requirió una intervención quirúrgica que consiguió alinear los huesos despla-

Inés consumía su estancia

La rotura fue limpia pero

esa

cama

de

sábanas blancas, rígidas

zados. La convalecencia sería difícil, dura e irri-

tentaban

la

calle. rayos

abrirse

Sus inpaso

entre las nubes oscuras que

hoy

amenazaban

lluvia todo el día. Tomás, medio dormido tras el madrugón, sacaba fuerzas

inhumanas

para


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23

S pe s

mantener los ojos abier-

mitían un sopor insopor-

siempre,

tos. La temprana hora y

table. Esto fue suficiente

razón.

el poco descanso de un

para impedir que viera

fin de semana repleto de

cómo alguien se acerca-

mucha juerga con bebi-

ba. Una anciana harapo-

das de alto voltaje, no le

sa, de ojos legañosos y

daban tregua.

cansados, envuelta con

Comenzaba otra semana

un pañuelo de cuadros

en la que reuniones, do-

grises y un abrigo raído

cumentos y responsabili-

por el paso del tiempo y

dades se mezclaban sin

el mal uso, dio un pe-

descanso en su trabajo

queño golpecito en el

diario.

espejo

Esa mañana la lentitud del tráfico consiguió encresparle. Sin escuchar la canción que la radio

de Tomás, que

le hizo mirar con sobresalto. Negó con desdén la limosna de la anciana, antes de decirle:

ella

Un ica

tenía

III

I

rene era una mujer atractiva, de pelo corto y rubio. Su

dedicación a la medicina le ocupaba por completo toda su energía y casi todo su tiempo.

Entre

las horas de hospital y el tiempo de investigación en su estudio sobre “La morfología de los tejidos adiposos del sistema muscular periféri-

emitía por enésima vez,

-Déjame en paz.

pensaba lo incoherente

Los ojos de la vagabun-

hacían interminables. Su

que resultaba el que mi-

da se quedaron fijos so-

profesión era la medici-

les de coches y las som-

bre él, esperando algo

na, la vivía con una pa-

bras que los conducían,

que no llegó. Se dio me-

sión absoluta que ahora

intentaran transitar a la

dia vuelta para continuar

pretendía

vez por una misma vía,

entre las luces de los fa-

un estudio perfecto.

sin

ros contiguos, su cami-

posibilidades

de

co”,

sus

jornadas

culminar

se

en

Exigente en su trabajo,

avanzar, ungidos por la

nar errante.

monotonía de la costum-

A pesar del susto, el so-

bre. Encendió su tercer

confiada en su vida per-

por de Tomás no se des-

cigarrillo.

sonal. Su

vanecía.

tendía bien su esfuerzo

La incipiente luz le des-

-Debería

haber

lumbraba. No veía bien

caso

mi

lo que ocurría a su alre-

haberme

un

hijos. El tenía también

dedor. El sueño, la au-

analgésico-. Pensó mal-

un trabajo muy absor-

sencia de claridad y el

humorado.

bente que le mantenía

aburrimiento

le

trans-

a

permanecía relajada y

hecho

mujer

tomado Como

y

casi

marido en-

y siempre estuvieron de acuerdo

en

no

tener


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S pe s

Un ica

ocupado con lo que, pa-

esa mujer? ¿Cómo se lla-

un niño de seis años y

ra ella, ambos eran feli-

maba?...

a

una anciana sumida en

ces respetando la ocu-

Vanessa para que exija

una constante depresión,

pación del otro.

su regreso inmediato.

se

Preguntaré

agolpaban

en

su

mente. Sin contar con el IV

T

trabajo, incierto e inse-

V

omás consiguió sortear el tráfico y llegar a la

oficina, pero cuando co-

M

guro. Dos semanas habían sido suficientes para

ientras Tomás

que toda su vida se desmal-

decía su ma-

la suerte, al otro lado de

menzó a instalarse, la

la ciudad Inés escuchaba

lluvia empezaba a gol-

a la doctora su pronóstico

pear con fuerza los cris-

inmediato. La recupera-

tales. Desde el primer

ción debía continuar fuera

piso del edificio las go-

del hospital. El sistema

tas se veían caer y cho-

era así, ahora debía recu-

car

suelo,

perarse en su domicilio:

marcando un estruendo

reposo, descanso, movi-

musical inconfundible, a

mientos

través de grandes gote-

lentos...

contra

el

progresivos

y

ras. ¡Lo que faltaba! Se

ción de la chica morena y solitaria con el historial entre sus manos. Aún le quedaban varias habitaciones que visitar antes de seguir con su momento

de

estudio.

En

sus planes no figuraba entretenerse mucho en

sistencia sobre su recu-

los expedientes se hab-

peración. La explicación

ían cambiado de sitio,

estaba clara. Iba a dele-

que todo estaba movi-

gar en su ayudante que

do. No soportaba que le

Una lágrima se escurrió

tocaran sus cosas.

por su mejilla cuando la

-¡Cómo tengo que decir-

doctora le transmitió las

le a la limpiadora que

novedades con extrema

no manoseé

frialdad. La imagen de un

volverá

Irene entró en la habita-

preguntara con tanta in-

taría cuando notó que

¿Cuándo

hiciera más palpable.

incomodó que la chica

línea interior a la secre-

les!

para que la fragilidad se

ese caso, por lo que le

disponía a llamar por la

mis pape-

montara por completo y

cuarto piso sin ascensor,

debía aprender a tratar a los pacientes. Su tesis la estaba esperando. Ni los ojos llorosos de la chica, ni la inquietud que mostraba, detuvieron un se-


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gundo más a la doctora.

tentaba organizar el día

cama acomodó los innu-

Tampoco tomó el móvil

siguiente: tenia que lla-

merables cojines de co-

que había dejado en el

mar al trabajo, propo-

lores que la poblaban

bolsillo para que no la

nerles algo. Escuchó la

para conseguir una pos-

molestaran. Era su mari-

voz

tura

do; pero ahora no podía

través de los cristales.

agradable la espera de

hablar con él, debía ter-

-¡Llevo esperando más

su marido, a la vez que

minar de leer ese artícu-

de quince minutos...! Es

repasaba una vez más

lo tan interesante.

increíble...

sus apuntes. La lluvia

de

la

doctora

a

llamó a un taxi para volhospital

mientras esperaba bajo el paraguas, con una gabardina beige ajustada a la cintura. En la sala de espera próxima, Inés se mantenía con la cabeza ladeada y la pierna estirada. Observó en la corta

distancia

cómo

la

doctora clavaba sus botas de cuero, en el asfalto mojado, junto a un enorme charco. No paraba de moverse, se mos-

T su

acomodaba

ras otro día duro, Tomás decidió homenajear

esfuerzo

personal

consigo mismo y con alguien más que siempre estaba dispuesta a consolar sus penas. Tomó el vehículo, puso las luces y silenció el móvil. No esperaba ninguna llamada, ni siquiera su mujer le había devuelto la suya.

pera de algo o de al-

enfado de Irene aún le

guien.

duró en el regreso a ca-

tiempo: una amiga

tenía iba

sa,

almo-

reposara tranquila junto a su hijo que la abrazaba fuerte. El esfuerzo de subir

cuatro

pisos

la

habían dejado exhausta. Fuera la lluvia se tornaba suave. Al otro lado de la ciudad, o del mundo, unos brazos

rodeaban

el

cuerpo

desnudo

de

Tomás que se acomodaba entre ellos, sin oír la lluvia que caía fuera, ni

La casa estaba vacía. El

aún

el

hadón de Inés para que

traba impaciente, en esElla

más

En la cama, su amiga

VI

ver a su casa. Salió a la del

hiciera

volvía a arreciar fuerte.

Era tarde cuando Irene

puerta

que

pero al entrar en

a ir a buscarla cuando

esa inmensa y oscura

terminara su jornada y

estancia, decidió olvidar-

para eso quedaba casi

se de la lluvia, del hospi-

una hora. Pensativa in-

tal y de los demás. En la

escuchar la vibración del móvil dentro del bolsillo de su pantalón.


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C

ontinúa tocando sobre la mesa del salón, poseída por su propio aquelarre de mujeres, ahora con un placer añadido: el sonido de sus largas uñas sobre un teclado verdadero en un ambiente cargado de humo, sudores masculinos y fuertes perfumes en los escotes de las mujeres. Y en medio ella, radiante, interpretando el concierto de Tchaikovsky rodeada por marineros bien pertrechados de fulanas. Un público insólito que la admira sin atreverse a moverse de su sitio ni a hablar en voz alta. Desde la mesa junto al ventanal que da al mar un solitario no le quita los ojos de encima. El único que ella siente cercano, como si la acariciara con la mirada, aunque desde su butaca no puede verle la cara. Cuando termina de tocar se pone de pie para agradecer los aplausos y le mira de frente. Le reconoce. Le sobrecoge la cicatriz que le atraviesa la cara y cruza unos labios que alguna vez besó. Todos la agasajan menos él, y no puede dejar de sentirse una extraña, ridícula portadora de música celestial entre bestias. Y se escucha: ―Bestias no. Hermosos. Son seres hermosos, carnales, libres. A lo mejor tú eres la bestia‖. Palabras en un cuerpo que se siente descolocado al que todos aplauden, como si escuchar sus conciertos fuera la única manera de hacerla suya, de desnudarla para una posesión colectiva. Camina lentamente sobre tacones incómodos, y nadie la sigue cuando entra en un camerino sin paredes, expuesto en un acantilado, invadido por el sonido del mar embravecido en

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noche de tormenta. Ve partir al hombre de la cicatriz en la cara; se marcha cojeando a causa de otra cicatriz que no se ve: una que nace en el muslo y muere debajo de la rodilla. Siente una humedad delicada y agradable, siente sobre su piel el agradable calor de sus manos cuarteadas, y en la nuca la boca herida de ese hombre aún sin nombre ni pasado. Una presión en el pecho parece que va a dejarla sin respiración. Busca un cigarrillo mentolado, como el que fumaba en la impactante escena de la taberna, pero aquí, en Casa Legaré, no hay tabaco, en Casa Legaré es imposible fumar, la casa de un médico estricto, riguroso, que te mantiene y te adora y te tortura, aquí en Casa Legaré… Se borra la niebla del recuerdo, ya no se acuerda de sí misma fumando. Ahora concentra su visión y su energía en la lenta aparición de un camión con la foto de un piano de cola en la carrocería.

L

egaré continúa exhibiendo su película, un mediometraje con título y empaque profesional: Construcción de un paraíso. El administrador insiste con su documentación, visiblemente nervioso. Lo que ve le aterra y asquea a partes iguales, pero sobre todo le espanta la actitud de Marcial, manipulando el mando a distancia, alucinado, sonriendo, divirtiéndose, encendiendo un cigarrillo tras otro. Distribuye los documentos sobre la mesa, los saldos bancarios, las tasaciones de las propiedades que podrían vender a un precio menor si quieren conseguir liquidez. Pero no encuentra la menor respuesta. Por el contrario, su

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único cliente aumenta el sonido del aparato hasta aturdirle con una banda sonora de orquesta sinfónica. Desesperado, remueve facturas y descubre la del piano que no sabe que están instalando en el otro extremo de la casa: 150 mil euros en metálico; confirma que su papel como abogado y administrador con ese hombre peligra más que nunca. Intenta pensar en algo que dé la vuelta a la escena a su favor, pero la pantalla es demasiado grande para esa sala, la música cada vez más estridente, y encima le asalta la imagen de su mujer esperándole en el hotel junto al Casino de Torrelodones, en la misma suite 21 donde festejaron su primera noche de suerte. En el bolsillo secreto del portafolio tiene el dinero para jugar esta noche, pero acumula deudas importantes, y se le está escapando la posibilidad de llegar a un acuerdo tranquilizador con el doctor. Habla consigo mismo mientras la película invade el espacio y la intención: Cómo es posible que comprara un piano a ese precio y en metálico; si es que hasta que conoció a esta mujer era un tipo austero tirando a rácano, esto es de locos, tiene un mal fario que corta el hipo, cuanto más vueltas le doy peor me siento; no puedo entender este desastre y me vendría bien entenderlo porque necesito seguir ganando dinero a su lado… Llevo una hora de retraso y no quiero llegar a la suite y que Muñeca empiece a desesperar, quedamos en que la llamaría para que se prepare su baño de espuma…


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Luarca es la más valiosa y el hotelito en Gijón no está nada mal, pero llevarán tiempo. — Lo dejo en tus manos. Ya te llevarás tu buena comisión. — Y otra cosa: tienes que ir al hospital. Los de Recursos Humanos te han enviado cartas que no has respondido. Están a punto de despedirte. — ¿Despedirme a mí, con lo que me adoran? — Te ausentas sin previo aviso, no atiendes la consulta, y hasta abandonaste una operación. — ¿Estás seguro de que hablas de mí?

C

A

ver, Marcial, te recojo mañana a las 11 y firmamos con el notario. Ahora tengo mucha prisa. — ¿Te parece que le comente las dificultades económicas a Eloísa? Quizás deba prevenirla de que se acabaron los gastos extraordinarios. ¡Menuda locura de piano le compré! — Locura de piano, por supuesto. Pero no te recomiendo que le comentes nada, cuanto menos sepa mejor, de cualquier manera todas las propiedades son tuyas, ella no tiene nada ni puede reclamar nada. — Mejor, sí, claro, imagínate, si la pobre conociera la cifra de lo que ha costado su tratamiento lo mismo vuelve a prenderse fuego. — ¿Temes que vuelva a

intentarlo? — Hay que evitarle cualquier estrés. ¿Así que tan mal están las cosas y me recomiendas que venda todo lo heredado de mi madre? Se revolverá en su tumba. Tendré que hacer un ritual para serenarla. Tengo tan olvidadas esas prácticas. Pero, bueno, antes que nada ¿por qué no hipotecamos esta casa? — Porque ya tiene una segunda hipoteca. — Vaya, en fin, ya encontrarás una solución, ahora deja que te ponga la secuencia en que le operaron los párpados y las ojeras, qué genios, verás el resultado… — Sigamos con esto, por favor. Según está el cambio lo de México no resultará interesante. Asturias parece el mejor negocio. La casa del indiano en

uando se asoma el morro del camión envuelto en lazos de colores, lo hace muy despacio, iluminándose como un árbol de navidad. El espectáculo es muy llamativo en el anochecer nevado de la montaña. Eloísa sale corriendo a recibirlo. Está especialmente emocionada, más que nunca en estos días en los que apenas ha dormido, eliminadas todas las pastillas, despedidos los enfermeros del dormitorio, echados a las papeleras todos los medicamentos, exigiendo la desaparición del personal, y sobre todo descubriendo su propio olor en un ferviente enamoramiento de sí misma. Cada 48 horas tomaba las pócimas del doctor Droichter -Leberman, quien logró crearle un olor corporal que ella rechazó en cuanto dejó de tomar las otras medicinas. Liberó su olfato por completo y llevó a un contenedor los 1.250 envases en plena madrugada como una ladrona, temerosa de ser descubierta y de que todo aquel infierno volviera a empezar. Nunca más la doparían y utilizarían de esa manera. ¿Nunca más? No todo estuvo mal, Legaré le gusta, le gusta y le detesta. El equilibrio es débil. A la primera de cambio


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vuelve a trastabillar. En su dormitorio suele encerrarse con llave, se desnuda, se mira en los detalles, se gusta, se horripila, se siente plena, se siente obscena, pero es capaz de producir una armonía placentera al olfatearse y descubrir el verdadero olor de una mujer perdida. Le encanta definirse de ese modo, suena a tango, a bolero, a copla, ¿y qué tiene que ver una concertista de Brahms y Tchaikovsky con una mujer perdida, una mujer del puerto…? La falta de respuestas no le angustia. Disfruta. Son oleadas de un raro cariño sobre la piel, caricias lentas que se hacen frenéticas. En los labios contiene susurros apasionados en varios idiomas, mensajes de amor para conformar una pareja entre ella y la música. Una pareja que se quiere todopoderosa, dispuesta a salir en busca del pasado con uñas y dientes: ve con alegría el descenso del piano, la delicadeza con que lo manipulan, y lo ve todo bajo la nieve con un absurdo vestido de noche y una mantilla sobre los hombros. No tiene frío. Más bien todo lo contrario al sentir el aliento en la nuca del hombre del bar. El cojo atractivo, tan flaco, como de hambre antigua, es ahora una amenaza que flota en el aire. Al entrar en casa y despedir a los transportistas se tranquiliza en vano: el hombre de las cicatrices está allí, esperándole desnudo y sangrante, como si acabara de ser acuchillado y reclamara su ayuda. Pero ella no sólo no le auxilia, sino que disfruta escuchando sus gemidos. Sonríe y se sienta ante el piano con las manos limpias oliendo a sangre y las uñas largas tamborileando en las teclas.

Continuará

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Canelita o el paso de azúcar amarga Entrega XIV.- Para decir adiós

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l frío de las mañanas de agosto ayuda a despejar los pensamientos. Empieza fresco, intermitente luego con los primeros rayos de luz y va tornándose templado en cuanto el sol se da cuenta de que el día no puede, o no quiere, comenzar sin él. Canelita dejó la motocicleta junto a los sombrajos que hacían de aparcamientos en la venta y no pudo evitar la tentación de mirar hacia el hostal. La dueña tendía las sábanas mientras la mujer del sombrero tomaba el sol con los ojos cerrados, como queriendo aspirar la mañana por los párpados. La chica envidió su tiempo para el descanso y suspiró resignada, encaminándose hacia la cocina. No era aún demasiado tarde, sólo se había retrasado una media hora, pero la costumbre de esperar el agrio comentario de María Antonia, la hacía estar nerviosa e intranquila, sin poder pensar en otra cosa que no fuera el rosario de excusas que venía ensayando de camino a la venta. Le sorprendió cruzar la

puerta y no oír el transistor de Bienvenido. Tampoco oía el sonido de las cacerolas al chocar en la cocina, ni las risas de Daniela en los pasillos. Todo estaba invadido por un silencio poco común, que no presagiaba nada bueno. En un principio pensó en el niño y recordó la conversación alterada que estuvieron manteniendo Doña Pilar y Rufino, justo cuando ella se marchaba. Pero lo apartó de su mente por poco probable ya que, por la hora que era, el niño debía estar en el pueblo, dando sus clases particulares de verano. También pensó en Rafael y lo imaginó llegando a través del camino de detrás, cruzando por la cocina y reclamando derechos que jamás contrajo ni ejerció para con el niño. Pero lo descartó por imposible, dado el buen humor que aireaba su esposa junto con las sábanas. Totalmente desarmadas sus teorías, Canelita recorría la cocina desierta, agudizando el oído e imaginando tragedias más imposibles cada vez. Una especie de llanto contenido parecía provenir de algún lugar del salón de celebraciones y ella seguía el pasillo despacio, hasta la zona del bar, más por cerciorarse de que algo fuera de lo normal pasaba, que

por encontrar la verdadera causa de aquel siniestro silencio. No se equivocó, las persianas de metal de la venta caían a media asta y la barra estaba desierta tras el letrero de cerrado que colgaba en la puerta. Algo estaba pasando y tenía que ser lo suficientemente grave como para que María Antonia no hubiera abierto a su hora El Paso de Azúcar. Más curiosa que decidida, se encaminó al salón y ahí los encontró a todos. Lo primero que vio fue la bonita cara de Daniela, que la miraba boquiabierta y sin articular palabra, como esperando de ella una explicación. Rufino abrazaba a María Antonia que, en silencio, lloraba sobre su hombro, con la cabeza hundida en su camisa. Doña Pilar, sentada en una de las sillas, con las manos cruzadas sobre el pecho como una dolorosa en procesión, respiraba con dificultad sin apartar los ojos de su hijo. Bienvenido, sentado en el suelo y apoyando la cabeza sobre las faldas de su madre, parecía humanamente derrotado, abatido por un dolor que iba más allá de lo físico y lo desgarraba, rompiéndole el alma.


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Entonces su cerebro empezó a comprender y a encadenar ideas. Las campanadas repicando en la mañana, los corrillos de las vecinas comentando tan temprano, las puertas de los bares atestadas de hombres del pueblo, con el café en la mano y las caras de preocupación. Eran las fiestas del pueblo, las fiestas patronales de la uva, cuando el viejo veía las luces y revivía aquella madrugada maldita. A los pies de Bienvenido, una botella de Rioja descansaba intacta, esperando una ocasión que jamás llegó. Dos guardias civiles se mantenían de pié junto a la barra, con el semblante serio del que no puede evitar dar una mala noticia en un día festivo. - No sabíamos a quién avisar –se disculpaba el más joven-. En el pueblo nos dijeron que ustedes eran como su familia. - Debió tener un momento de lucidez, Pilar –dijo el más viejo-. Nos lo encontramos colgado en un pino del descampado. Allí donde antiguamente se acampaban los feriantes. Donde pasó lo que pasó.

(CONTINÚA EN EL PRÓXIMO NÚMERO) También pueden leer esta historia en el blog de la autora.

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Textuales ―Yo no sé lo que es el destino, caminando fui lo que fui. Allá Dios qué será divino, yo me muero como viví‖. Silvio Rodríguez. ―Me basta mirarte para saber que con vos me voy a empapar el alma‖. Julio Cortázar. ―El código moral del fin del milenio no condena la injusticia sino el fracaso‖. Eduardo Galeano ―En esta vida lo importante no es lo que te ocurre sino cómo lo afrontas‖. Joan Manuel Serrat. ―Herir al corazón es crearlo‖. Arturo Porchia. ―No te tomes la vida en serio, al fin y al cabo no saldrás vivo de ella‖. Charles Chaplin. ―La principal ocupación de mi vida consiste en pasarla lo mejor posible‖. Michel de Montaigne. ―Si el corazón se aburre de querer para qué sirve‖. Mario Benedetti. ―Para la mayoría de la gente el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado y no en amar, no en la propia capacidad de amar‖. Erich Fromm. ―Es más fácil escribir diez tomos de principios filosóficos que poner en práctica uno solo de esos principios‖. León Tolstoi. ―La alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza‖. Albert Einstein. ―El tiempo es difícil de encontrar y fácil de perder‖. Lao-Tsé. ―La belleza que atrae puede no coincidir con la belleza que enamora‖. Pitágoras. ― A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo‖. Jean de La Fontaine. ―El secreto del éxito en la vida de un hombre está en prepararse para aprovechar la ocasión cuando se presente‖. Benjamín Disraeli. ―Abandonar puede tener justificación, abandonarse no la tiene jamás‖. Ralph W. Emerson. ―El que sabe atar no usa cuerdas ni nudos, y sin embargo nadie puede desatar lo que él ha unido‖. Tao Te King.


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Se me cayeron las alas (parte 26) A la memoria de Eduardo Daniel Melgar

#470 04-dic-2010 2:25 Eduardo Daniel Melgar Me trabé con el ratón de m.... Pero lo contagié. #471 04-dic-2010 2:31 Eduardo Daniel Melgar Estamos descolocados. El capitán en eso terismo (ese tero) y es experto en tarot y poiesis; el druida en para norma y es músico y ese tero ismo; yo en sueños y estoy en astroboy (me gustó la peli) ¿Me quieren decir por qué, por qué? Ah, si estuviera Neves, que es experta en Baudrillard; ah Felipe, ah Chust, ah Guadalupe Posada, quién te lustrara las calaveras. #472 04-dic-2010 2:34 Eduardo Daniel Melgar Cuánta soledá en esta dimensión descosida. Help Veronike. #473 04-dic-2010 2:39 Alma Delia Chávez Rojas Maese, precisamente en eso estaba pensando: astrología, esoterismo, paranormales, cocina temática y yo hobbies y coleccionismo. Me pregunto cómo fue que la vida unió nuestros destinos, ¿¿¿algún duende tiró los caracoles en algún sueño extraño??? Oigan, ¿¿¿y el furioso???, es el único que falta de ser ex-

perto. ¿¿¿Seguirá dándole batalla a las teutonas??? #474 04-dic-2010 2:42 Eduardo Daniel Melgar Creo que el furioso hizo una maqueta de sí mismo y se empaquetó a Hong Kong. #475 04-dic-2010 2:42 Eduardo Daniel Melgar Perdón, jon con. #476 04-dic-2010 2:46 Eduardo Daniel Melgar ¿Y qué tiene que ver el coleccionismo y jobis y la cocina con los exquisitos temas espirituales que la cofradía especialista desarroya concienzuda y tenaz y elocuaz y etc, mente? #477 04-dic-2010 2:57 Eduardo Daniel Melgar Bué, no salió el post. Decía que ya comprendo, usté colecciona huesos de puchero para pintarlos de colorado y don Olmo echa a diestra y siniestra yuyos pal amor en las recetas y si se llamara en vez de Alma, Psiquis o Sesa, habría mayor coincidencia y que don Antonio del Olmo se llamara Juan del Peral, también.

#478 04-dic-2010 2:59 Simón Domínguez Barahona ¡Claro que se relacionan! ¿no ha escuchado, maese sureño, de un tal Bilbo Bolsón?, ¡¡¡ese es un jobi!!!, y según entiendo algo tienen de magia. #479 04-dic-2010 3:23 Eduardo Daniel Melgar Se perdieron en el bosque de los trols. Este jobi borda los manteles de Psiquis y le pone azúcar a las salsas de Peral. #480 04-dic-2010 3:27 Alma Delia Chávez Rojas Me siento ofendida y corrida de este foro de pláticas espirituales y etéreas. ¿¿¿No ve mi querido maese que soy experta en hobbies y coleccionismo y el misterioso Antonio lo es de cocina temática??? Pero bueno, me voy a ver si en algún otro foro soy bien recibida. Bye. #481 04-dic-2010 15:52 Roberto Langella Muy bien, otro experturiado más. Ahora lo tenemos que experteduriar al furioso, "experto en walkirias pampeanas", podría ser.


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#482 04-dic-2010 15:57 Roberto Langella Es así: Nosotros despreciamos a los de la ñueish, los filósofos nos deprecian a nosotros, los historiadores deprecian a los filósofos, los políticos a los historiadores, y los economistas nos desprecian a todos los demás. Es la cadena alimenticia que sostiene al orbe. #483 04-dic-2010 16:05 Roberto Langella No se ofenda, misia Alma, si ustedes son los reconocidos últimos acólitos seguidores de las brujas de la macbet, que ya se sabía desde tiempos de Merlín, que lo que cocinaban en el caldero era un locro criollo; ¡oh, la magia de las especias y yerbas aromáticas, que devuelven astralidades a sus respectivas carnaduras! ¡Si habré aterrizado en mis vuelos astrales por la pizzería de Pillín en San Telmo, donde de parado nomás se degustaba una de muzza con fainá y moscato! #484 04-dic-2010 20:04 Alma Delia Chávez Rojas Mis queridos: Creo que hubo una colisión astral de comentarios infructuosos. Al tiempo que leí que el maese me corría brutalmente de este lar, me ofendí, puse mi post y me jui (apagando furibundamente mi lap). Y ahora que llego en la mañana, me encuentro que el post del sureño no salió y que el mago pone un comen-

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tario hilarantemente jocoso que hizo que se me quitará la niebla ocasionada por el cúmulo de tarea de mi maestría. Bueno, que me quedo a darles lata, me gusto mucho eso de cambiarme el nombre a psiquis y lo de los huesos del puchero... eso fue genial. Lo de Jobi también lo fue. me gustó mucho la pelí del Sr. de los anillos. Sale, que me voy, porque aun no termino la homework y es para hoy hoy hoy. #485 04-dic-2010 20:05 Alma Delia Chávez Rojas Oigan, chicos, por ahí leí que para finales del mes habrá algo relacionado con los decálogos, por qué no vamos haciendo el decálogo de éste sitio o de la humbertología, como dice el mago. #486 04-dic-2010 21:19 Roberto Langella El maese la va a correr furibundamente si le sigue diciendo "sureño", es "sueñero", de "sueño", no de "sur"; o si usted quiere, como acepción le aceptamos un "sueñero sureño", si va siempre precedido del correspondiente "maese". ¿Y cómo va a creer que alguien pueda querer correrla de aquí, si usté cumple con la función de ser nuestra representante diplomática en Smalville?; vea, maese "sueñero" conecta con las mentes superiores de Kriptón. Somos nosotros los que dirigimos el destino del clar quen cuando era chiqui-

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to. Para eso, Simón el mago sirve de antena y yo le cebo mate al Sueñero, mientras se concentra y se pone en trance, así, con los ojos bizcos. #487 04-dic-2010 21:22 Roberto Langella Y sí, va siendo hora de que definamos nuestro decálogo humbertiano. #488 04-dic-2010 21:24 Roberto Langella Decálogo 1: En la medida en que un humbertiano confeso no sea "Sueñero", deberá comer mandarinas en público o ser pelado bigotón (a las mujeres se les eximirá del contenido de este inciso). #489 04-dic-2010 21:24 Roberto Langella Me olvidaba. O ingrávido como el furioso. #490 05-dic-2010 5:51 Simón Domínguez Barahona No te iráaaaaas, Alma, que como dije por ahí, no hay como vivir sin alma.... Además, una conversación solo de hombres como que no queda… es necesaria e indispensable tu presencia para, en muchas veces dejarnos calladitos, o sacarnos de "co" infinitos como en el juego tradicional japonés go. #491 05-dic-2010 5:51 Simón Domínguez Barahona Ya iré pensando en un decálogo importante para los humbertólogos...


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Micromachismos: El poder masculino en la pareja “moderna” (2º parte), por Luis Bonino

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ste artículo está dedicado especialmente a los varones que están intentando revisar, rebelarse y denunciar los códigos machistas en los que fueron entrenados y que se están esforzando para lograr igualdad con las mujeres. Pretende ser un llamado a seguir profundizando en la reflexión y autocrítica sobre los propios comportamientos, aplaudiendo los propios logros en el camino hacia la igualdad, pero sin olvidar que queda aún mucho por recorrer. Es un aporte realizado desde la convicción que los varones no debemos anclarnos en lo ya conseguido ni sobrevalorarlo, que junto a nuestros deseos de cambio también hay resistencias, que la autocomplacencia es mala consejera, que es necesario ver los nocambios que existen dentro del proceso de cambio. Y que la igualdad real solo es posible si los varones detectamos y desactivamos todos los obstáculos y resistencias—grandes y pequeños, propios y sociales, cotidianos o no—que se oponen a ella. Luis Bonino. Psicoterapeuta y Director del Centro de Estudios de la Condición Masculina, de Madrid. www.luisbonino.com luisbonino@luisbonino.com (Tomado de Voces de Hombres por la Igualdad, compilado por José Ángel Lozoya y José María Bedoya. Editado por Chema Espada).

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ourdieu, por otra parte, ha mostrado a través de sus estudios sobre el pueblo bereber cómo el entrenamiento para llegar a ser un ―hombre como se debe‖ (que incluye ser superior a las mujeres) va consolidando un modo masculino de ubicarse en jerarquía con las mujeres y un modo de percibirlas ―desde arriba‖, similar al de otros grupos dominantes. Una ―mirada del dominante‖, decía Bourdieu (como la del señor feudal desde su castillo o como la de quien está en la sala VIP de los aeropuertos), que sigue hoy tan incorporada como hábito masculino, que no se percibe como tal, sino como el modo normal de ver—importante también esto para el tema de este artículo—. Esta mirada naturaliza y oculta la jerarquía de género, favorece no ver las necesidades de las mu-

jeres (ya que a quien está ―por debajo‖ se ve menos), y permite evadirse de la responsabilidad por los efectos que sobre ellas tiene la propia conducta dominante, que ejerce sobre atribuyendo esos efectos a la ―naturaleza‖ o a la ―debilidad‖ de ellas. La posibilidad de transformación de las jerarquías tiene como prerrequisito desnaturalizar lo naturalizado, cuestionar la naturalidad masculina de ponerse por arriba. También Bourdieu se suma a las ideas de Godelier en cuanto a los ritos de iniciación, destacando su carácter de ritos de ―institucionalización‖, de acceso al ―club‖ masculino al que las mujeres no pueden entrar. A pesar que los baruya y los berebere parecen muy alejados de nosotros, los varones actuales progresistas, democráticos, igualitarios, no nos diferenciamos—como concluyen Godelier y Bourdieu— demasiado de ellos

en cuanto a nuestro modo de percibir desde arriba a las mujeres, mantener—en clave actual—los ―secretos del poderoso‖ y monopolizar la utilización del código para la autonomía y el poder. Es cierto que el machismo puro y duro ya no se lleva. Ya no se puede tan fácilmente utilizar abiertamente el ―código del poderoso‖, sus claves y sus trucos secretos para facilitar el estar por arriba, sin ser tachado de machista. Pero eso no implica que los varones renieguen totalmente de estar en esa posición ni que dejen de naturalizar su posición de privilegio social. Los comportamientos masculinos que tienen por objetivo la exclusión de la mujer del terreno del poder y del derecho de la autonomía no han desaparecido, sino que se han modificado para lograr los mismos efectos. Al menos en el Occidente democrático ya no se excluye


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explícitamente a las mujeres del reino de los que tienen derecho a ser persona y no objeto, sino que se lo hace de un modo sutil y oculto (incluso para los varones mismos) a través de diferentes trucos secretos para mantenerse por arriba, aprendidos—como los baruya—en el proceso de ―hacerse hombre‖. Aunque cueste reconocerlo, la mayoría de los varones no hemos abandonado totalmente los códigos de dominación y exclusión de las mujeres transmitidos de generación en generación, ni hemos cambiado totalmente el ―natural‖ modo ―desde arriba‖ con el que se las percibe. ¿O acaso es muy diferente la actitud de los hombres baruya con la música, al truco manipulativo de los directivos varones que utilizan las reuniones informales fuera del trabajo para las grandes decisiones empresariales, para así excluir a las mujeres en puestos de decisión, ya que éstas generalmente no pueden ir a dichas reuniones si tienen cargas familiares? En esas reuniones, opacas para las mujeres, no solo se toman decisiones sino que son parte activa de la creación de redes de intercambio e influencia imprescindibles para ascender en la jerarquía laboral. Ni tampoco son muy diferentes a los bereberes y baruya los varones que tomamos como ejemplos al principio del artículo. En la próxima sección nos ocuparemos de develar lo oculto en sus comportamientos. Códigos, secretos, miradas, trucos masculinos para rete-

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ner poder, maquinarias de la dominación, mecanismos para mantenerse por arriba de las mujeres, machismos sutiles y no solo explícitos… en el pasado pero también en el presente. Los varones que nos sentimos igualitarios deberíamos hacer algo con todo esto, ya todos estos mecanismos son un muro que impide la igualdad, al excluir a las mujeres de los recursos sociales y personales que les debería permitir—como a nosotros— legitimar la individuación y la validez del tiempo propio, afianzarse en ver las pro-

pias percepciones como válidas, las propias ideas como apropiadas, los propios comportamientos como adecuados y los propios recursos como confiables. Y con ello, equivalentes en voz y voto en lo público y en lo doméstico. Godelier y Bourdieu nos han mostrado un camino: revelar los ―secretos del poderoso‖ transparentar lo oculto— para compartir con las mujeres el código de habilidades necesarias para lograr la autonomía, y para contribuir a erradicar esas ocultas maniobras masculinas para mantenerse en posición superior, bloqueando la autonomía femenina. A mí me ha parecido muy enriquecedor y autocuestio-

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nador este camino y por él me muevo hace tiempo, empujado por dos situaciones. La primera, convivir en pareja con una mujer que no me permitió nunca estar por arriba y que ha visibilizado siempre mis maniobras de retención de poder, lo que me obligó a tener que ir reconociendo, no sin contradicciones, mis resistencias no reconocidas a lo igualitario. La otra, trabajar en psicoterapia con mujeres y descubrir los daños a la autonomía femenina que provocan los ―pequeños‖ comportamientos cotidianos de dominio de los modernos baruyas y bereberes que son (somos) muchos de los ―nuevos‖ varones, los progresistas que ya se sienten igualitarios. En mi tarea de psicoterapeuta he podido ir comprobando con el tiempo cómo las mujeres, al reconocer las pequeñas y continuas actitudes masculinas de dominio cotidiano, quedan menos atrapadas en ellas y con más posibilidades de reclamo y acción frente al varón que los realiza, y cómo el desenmascaramiento, deshabituación y erradicación de dichos comportamientos por parte de los varones, junto al distanciamiento de la posición desde la que se ejercen, es un factor clave para el logro de una relación democrática y saludable entre mujeres y varones en lo cotidiano. Quiero aclarar que al hablar del dominio, me refiero al poder de dominio, que es la capacidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de otras personas.


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Es un poder impositivo que se ejerce de modo visible u ocultamente sobre o contra l@s otr@s. En las relaciones de pareja, y desde hace siglos, este poder se adjudica a los varones y no a las mujeres, y su ejercicio determina prácticas abusivas sobre la individualidad femenina y permite además a los varones monopolizar el llamado poder de microdefinición, que consiste en la capacidad y habilidad de una persona en imponer sus propios intereses, creencias y percepciones. El poder de dominio es diferente al poder de actuación y autoafirmativo, que es la capacidad de hacer y transformar, es la fuerza personal de existir, decidir y autoafirmarse, es el poder para ser y hacer. Sirve para disponer de un@ mism@, ejercer la autonomía, evitar ser esclav@s de otr@s, y decir ―yo‖ y ―no‖. Permite la colaboración con otr@s o ejercer la autoridad delegada democráticamente. Quienes lo ejercen deben tener una legitimidad social que los autorice (y esta legitimidad solo la han obtenido hasta hace muy poco los hombres). Existe otro poder, el poder heteroafirmativo—diferente al autoafirmativo—que es la capacidad de cuidado y dedicación a otr@s, necesaria para que las personas cuidadas crezcan, se afirmen y sean autónomas. Está legitimado para las mujeres en nuestra cultura, y no para los hombres, quienes deben rebelarse al modelo de masculinidad tradicional para ejercerlo.

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Retomando el objetivo de este artículo— desenmascarar los ocultos comportamientos de dominio de los hombres a los que ya no se define como machistas—quiero comenzar por poner a estos comportamientos un nombre que los identifique. Divers@s autor@s estudios@s de la vida cotidiana (Miller, Bourdieu, Glick, Castañeda, etc.) han llamado a los ―pequeños‖ comportamientos masculinos para estar por arriba de las mujeres: pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia ―blanda‖, ―suave‖ o de ―muy baja intensidad‖, tretas de la dominación, machismo invisible o sexismo benévolo. Desde 1990 yo los he denominado “Micromachismos” (en adelante mM). Y así lo hice porque si definimos al machismo como la ideología y las prácticas de la superioridad masculina, estamos hablando de él pero en sus formas ―micro‖ - asociado al término micropoderes del sociólogo francés Foucault—por lo casi imperceptibles, especialmente invisibles y ocultos para las mujeres que los padecen y que boicotean su creciente autonomía en el mundo actual. Si bien estos comportamientos se pueden descubrir en diversos ámbitos de la relación entre mujeres y varones, en las siguientes líneas me ocuparé de aquellos que se producen en el espacio de la pareja heterosexual con hij@s. Los mM son “pequeños” y cotidianos ejercicios del poder de dominio, comportamientos “suaves” o de “bajísima intensidad” con las mujeres. Formas y modos, larvados y negados, de abu-

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so e imposición de las propias “razones”, en la vida cotidiana, que permiten hacer lo que se quiere e impiden que ellas puedan hacerlo de igual modo. Son hábiles artes, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente quizás no tanto para sojuzgar sino para oponerse al cambio femenino. Ahora que los ―grandes‖ machismos y dominaciones masculinas se aceptan cada vez menos, probablemente sean las armas, trucos, tretas y trampas más frecuentes que los varones utilizan actualmente para obstaculizar la rebeldía femenina al rol social asignado y encasillarlas en él. Son los ―pequeños‖ machismos que pese a ello, producen poderosos efectos en las mujeres. Todos los mM son comportamientos manipulativos que ocupan una parte importante del repertorio de comportamientos masculinos ―normales‖ hacia las mujeres.

(continúa en el número que viene).


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¿ ACLARANDO, DIJO UN VASCO

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claración: Interrumpo esta simpática disquisición para retomar algo que me dejé colgado. El tema del peso y la masa. No es porque vaya faltando aire el motivo por el cual pesamos menos a medida que ascendemos, sino porque nos vamos alejando del objeto gravitacional que nos atrae: la Tierra. No te voy a hacer otro ―incordio‖ más con esto, que en cualquier libro de Física está. Pero te diré que la masa y el peso QUE TÚ INTUYES (el que los Físicos definen con G: 9,8 m/segundo cuadrado) son directamente proporcionales y

numéricamente iguales sólo en ciertas condiciones. ¿Cuáles?: que, donde vos estés, la aceleración de la Gravedad G valga PRECISAMENTE eso. Sólo en ESA precisa condición 1 kilogramo (masa) PESA un kilogramo (fuerza, o peso). O sea: sólo allí una pesa de un kilo PESA un kilo. Lindo trabalenguas. Todo arranca de ponerle el MISMO nombre a dos cosas DISTINTAS. Tan ridículo como lo de billon y billón. La MASA siempre está, es el sinónimo de CANTIDAD de materia. Por eso es la unidad básica de medida. El PESO depende de la gravedad del lugar, pero es tan útil porque vivimos en la superficie terrestre. Un astronauta no pesa prácticamente nada (para nuestra intuición) en el espacio exterior (porque allí G es bajísima). Y, sin embargo, conserva toda su masa. Análogamente, un kilo de fierro, colocado en el centro mismo de la Tierra, tampoco pesa nada, porque ya está justo donde quería estar. Y sigue teniendo un kilogramo de masa, de MATERIA. La explicación con pesos, en vez de masas, vale solamente en la superficie terrestre. (En la Luna serán OTROS pesos). Y aún en la superficie terrestre hay variaciones locales que, por suerte, no son muy significativas si estamos a nivel

del mar, o cerca. (Y lejos de los polos). Por eso, porque son poco significativas, un paquete de arroz pesa prácticamente lo mismo en la China que acá. Salvo que estés en el Aconcagua, en donde la pérdida de peso es chiquita pero fácilmente medible. Así que estudiá bien eso del peso y la masa si querés hablar con propiedad. ¿Por qué usé el peso y no la masa, directamente? Porque el peso es algo muy intuitivo y la masa no. Cualquiera se da cuenta, mirando nomás, cuánto pesará un paquete de yerba, o uno de azúcar. En cambio es bastante poco intuitivo ver a un astronauta flotando, o al cacho de hierro. Por eso se le reían a Colón cuando decía que no se iba a caer si viajaba a la parte de abajo del mundo. O más estrictamente- a la parte de atrás del mundo. Pero, bueno, una vez entregada la intuición inicial, hay que ir corrigiendo, como las tuercas del auto ese que te decía en las Palabras Iniciales. Porque a veces nuestra intuición nos engaña. Como me pasó con Cobos. ME PERDÍ

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ué macana. Con la aclaración esta me perdí. ¿Viste?: no conviene dejar cabos sueltos en la explicación. Porque si no, el problema salta en cualquier momento. Como cuando te quise decir que el hombre perdía peso al subir una montaña y tuve que salir a marcar porque había quedado en offside con lo de la Gravedad. Es lo que pasa cuando hablás desde el principio de cualquier tema: es como una tabla rasa que no tiene ningún camino. Y entonces, para donde agarres vas


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dejando cabos sueltos por todos lados. Y un montón de cosas atadas con alambre, como diría el gran Ignacio Copani. Por eso no voy a cambiar de tema sin cerrar algo que también venía quedando abierto. Y es que los gases reales se comportan PARECIDO a las Leyes de los gases ideales sólo cuando están muy diluidos. Es decir, no muy apretaditos. Cuando los entrás a juntar, y juntar, se entran a molestar entre ellos. Y se van desviando mucho de las conductas esperadas por las Leyes de los gases IDEALES. Es más. El sueño alcohólico de Lord Kelvin -de que el gas se transformaba en un mísero punto, cuando la temperatura descendía a -273ºC - no es cierto. Fue un bolazo de la Agatha Christie esa, para darle más suspenso a la novela. Porque Kelvin sabía - tanto como cualquier otro- que, en algún momento de la enfriada, el gas se transforma en líquido. Y, si seguís enfriando, en sólido. Y eso no se te achica así nomás. Y, además, la VERDAD que ocultó Agatha , de puro Inglesa, es que ese muchacho era medio rarito. Y no es por decir, pero NUNCA le dieron bola las minas, ni antes ni después, por su baranda a Whisky barato. No como mi amigo lúcido, un auténtico gourmant (aunque áspero para los prólogos, eso sí…). Bueno, ahora sí, me dejo de embromar con los gases. POR AHORA, diría Chávez. En el volumen V vamos a abordarlos de vuelta, un poco más en serio. Y explicarlos con una teoría más general y unificada, llamada por su iniciador, el genial John Dalton, Teoría Cinética de los gases. ¡¡¡Chau, chau , cháááuuuu!!!

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CAPÍTULO DOS: El líquido elemento, el aburrido sólido AGUA QUE HAS DE BEBER.

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unca has visto licuarse al aire, porque pasa a líquido a temperaturas bajísimas. Pero, en cambio, muchas veces has ―visto‖ licuarse (volverse líquido) al agua gaseosa. (Keki con el cambio permanente de género, tipo hermafrodita, del / la(s) agua(s), ¿no?). Y entonces, vamos con el agua-las aguas, que es un material crucial, también. Y que intuitivamente sirve mucho como ejemplo. ¿Por qué sabemos tanto del agua? Porque el agua está en todos lados. Ni siquiera podemos vivir sin ella. Todos los días tenemos que tomar, mínimo, un litro, para seguir viviendo. Por eso, además de vivir en el fondo de un mar de gases, tenemos que vivir cerquita del agua. Y tiene que ser bastante limpia, encima. Así que la hemos estudiado mucho desde siempre. Incidentalmente, el agua es el ÚNICO material que conoces que está en la naturaleza en los tres estados de agregación: sólido, líquido y gaseoso. ¿Te imaginás cómo sería la vida si la Tierra estuviese sólo un poco más fría? ¿O un poco más calentita? Ya ves, debes amar al agua como si fuera tu cónyuge, aunque a veces tenga sus tsunamis, sus inundaciones, sus precipitaciones, sus ocasionales desplantes de gelidez. Porque es el 50 % de tu cuerpo. Hasta que la muerte los separe. Me gusta el agua. Más que la Coca y esas porquerías. (Que, además, mi religión me las prohíbe). Pero lo mejor que tiene es que permite explicar

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algunas cosas, y todo el mundo te entiende. Al agua sólida se la llama ―hielo‖. Un sobrenombre. Y, como sabemos, existe a bajas temperaturas. ¿Cuáles?: Desde -273 ºC hasta 0 ºC. A medida que le vamos encajando la pachanga de la temperatura se va dilatando, como cualquiera. ¿Por qué sigue conservando su forma y, hasta cierto punto, su volumen? Se ve que porque sus moléculas DEBEN estar muy pegoteadas, unidas por alguna fuerza atractiva. Se ve que se quieren. No como esos gases antipáticos que andan cada uno por su lado. Y porque se quieren, permanecen formando filas, como soldaditos serios. A pesar de que el pogo, afuera (y, por lo tanto, adentro) es cada vez más desenfrenado. Bailar, bailan, porque, si los tocamos, sentimos que se están calentando. Y es que no son de fierro los muchachos (salvo el hierro). Pero seguramente bailotearán siempre haciendo un pasito para acá, otro pasito para allá, una vueltita y vuelta al mismo lugar. Como esos que están en un Boliche y no se animan a sacar a nadie, pero muestran que son unos cancheros bárbaros. Como ese personaje de Capusoto que me hace reír tanto. Porque me hace acordar a mí.

PARA COMUNICARSE CON EL AUTOR ESCRIBIR A maria-

noliebanabiog@hotmail.com.


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EL ÚLTIMO VIAJE DEL INGENIERO FLANDERK por José Luis García Ortego

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l silencio de la cabina espacial se vio de golpe interrumpido por una conexión. -Ingeniero Flanderk –dijo una voz medio enérgica medio suplicante que salía de algún lugar misterioso. -Responda. El ingeniero Flanderk sonrió. Era un tipo delgado, apuesto, aparentemente muy joven para un empleo de tanta responsabilidad si hacemos caso a los distintivos tan llamativos de su uniforme. Más que una barba de dos días, una pelusilla en su mentón completaba un aspecto desaliñado. Abrió un ojo para echar un vistazo cansino sobre el panel de mandos que corría a lo largo de todo el frente. Las lucecitas indicaban normalidad. Encima una panorámica por la que se divisaba un cosmos negro que le recordaba a un viejo salvapantallas del ordenador. -Ingeniero Flanderk, le ruego que conteste –insistió la voz masculina-. Si no considera un cambio de actitud tendremos que tomar medidas muy desagradables… que no quisiéramos… -No me haga reír, comandante –habló por fin Flanderk-. ¿Qué medidas va a tomar? Le voy a decir yo las medidas… Seiscientos noventa mil kilómetros de distancia hasta usted y aumentando. Y sin posibilidad de perseguirme. Hágase la idea, comandante, no pienso volver, por nada que haya en este espacio infinito, sobrecogedor y… lo que quiera usted ver en él… en este espacio que nos rodea… no pienso volver al Enterprise. -Pero, muchacho, vamos a

ver… ¿Adónde vas? A esa velocidad dentro de 32 horas patrón habrás perdido contacto con nosotros. Si no continuamos detrás de ti dentro de 188 horas saldrás de nuestra área de reconocimiento y perderemos tu posición… Tienes energía imperecedera pero si algo falla dependes de la Central… Tarde o temprano te quedarás vagando en el cosmos… -Me arriesgaré-. Y dicho esto trató de levantarse del acolchado sillón de mando pero lo pensó mejor y volvió a sumirse en el sopor. Sabía que le quedaba un largo viaje y no tenía ninguna prisa. Lo peor es que ese viaje era muy incierto tal y como le decía el comandante. Todo seguía igual cuando despertó de nuevo. La temperatura era agradable pero sentía frío. En la pantalla un punto luminoso de mayor grosor que el resto destacaba por el área de la constelación Hydra. Nada, una estrella joven sin importancia. Estaría registrada pero le daba igual, no era su objetivo. -Flanderk… -esta vez la voz ambiental era femenina. -Soy Karen. Queda poco para la desconexión. Tienes que reflexionar. Pensarás que el comandante me ha pedido que hable contigo pero no es así. Quiero que sepas que es iniciativa mía… Es la verdad. Quiero volver a verte… No sé cómo decirlo… Te necesito, es algo muy importante para mí que regreses. No quiero perderte por nada del mundo, no quiero perderte bajo ningún pretexto… No hay nada que me haga sentir que podría seguir viviendo sin ti de igual forma. Regresa y si no quieres quedarte, recógeme y me voy contigo, esto es así… créeme. Nos

iremos los dos juntos donde quieras pero no me obligues a seguir en el Enterprise sin ti. -Coge otra nave caza y ven a mi encuentro… -Sabes que no puedo… -Lo sé. Era una broma… Te creo lo que dices además – asintió Flanderk. Quiso añadir algo pero no sabía qué. Miró a ambos lados de su puesto, todo estaba sumido en la oscuridad, excepto en la parte del panel de mando todo era un turbio conglomerado de planchas metálicas y tubos. Pensó en irse al camarote a tumbarse un rato pero finalmente prefirió echar un vistazo a los indicadores de control. -Flanderk, ¿no me dices nada más? -¿Qué quieres que te diga? ¿Qué quiero volver? No puedo. Claro que me gustaría que estuvieras a mi lado pero ya es imposible. Nunca volveremos a estar juntos, nunca volveré a estar junto a ti ni junto a nadie. Estaré a eones de distancia de todo el mundo, estaré a años luz del Enterprise pero averiguaré al final qué señal es esa. Y de paso me dará tiempo a ver algún planeta extraño que nadie ha visto ni verá, de miles de colores, y atravesaré a toda velocidad cadenas de asteroides como si fuera un juego de consola y… bueno, ya sabes… lo que hay por aquí. Siempre es interesante. -No podrás averiguar nada porque sabes que sea lo que sea aquello que persigues se aleja continuamente, es una quimera, un efecto engañoso… No sé ni nadie lo sabe. Es inútil… Y además… ¿Para qué? ¿Qué te solucionará si llegas a ello? -Pues nada –y Flanderk rió-. Y


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tampoco es que sea mucha la curiosidad que tenga pero así están las cosas. -El comandante podría haber dicho ya que te abandonaba, que se rendía ante tu obstinación. Podía haber dado media vuelta y seguir con nuestro viaje pero ni siquiera se lo ha planteado. Deberías de valorar eso, al menos. Nadie quiere perderte… ¿Es que no puedes comprenderlo? ¿Me oyes? Sus últimas preguntas fueron gritando. Karen estaba desesperada pero eso no parecía importarle a Flanderk. El ingeniero Flanderk se ajustó en el asiento y cerró los ojos. Se puso a recordar viejas imágenes de su niñez que surgían espontáneamente. Eran recuerdos inconexos, que empezaban y terminaban rápidamente: un momento tranquilo con su padre, otro con su amigo Miquel riéndose a carcajadas aquella vez que… Recordó a su abuela sentada a su lado en casa de sus padres. Después le vino a la cabeza una canción de Linda Ronstandt que tenía olvidada y su espíritu se llenó de melancolía. A continuación tuvo miedo y pensó en que debía volver pero el dolor era siempre muy intenso y no le apetecía. Luego se durmió otra vez. La doctora salió al pasillo con gesto compungido. Inmediatamente un hombre y una mujer corrieron hacia ella pero como si no quisieran, con miedo. -Lo siento… Ni el hombre ni la doctora estuvieron prestos a coger el cuerpo de la mujer que tras un grito ahogado se derrumbó.

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ñ º ( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a . F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .

EL LENGUAJE DE LOS DEDOS

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lo largo de los tiempos,

los quirománticos más notorios se han preocupado por encontrar en los dedos aquellas características y claves enigmáticas que los antiguos astrólogos asignaban a los planetas. Esto ha llevado a realizar una catalogación de los dedos asociándolos a la Astrología: - Dedo de Júpiter: Cuando una persona tiene muy marcado el relieve de las falanges de su dedo índice, o dedo de Júpiter, es porque se siente cansada de la monotonía de su tarea cotidiana. Si una persona tiene su dedo índice más largo que el resto de los dedos, entonces se está indicando que va a tener éxito en sus negocios, proyectos y empresas. Cuando el dedo índice de una persona es excesivamente corto, es que su rasgo más característico es la debilidad de ánimo y la pobreza de espíritu. Si el dedo índice de una persona es muy gordo, entonces, ésta destacará por su atrevimiento y terquedad. - Dedo de Saturno: Se dice que un dedo corazón, o de Saturno, perfectamente recto y en consonancia proporcional con el resto de los dedos de la mano, dice mucho en favor de la sensibilidad de las personas. Cuando el

dedo de Saturno es demasiado largo, y sobresale muy por encima de los dedos índice y anular, indica la necesidad de apartamiento que tienen las personas y su carácter solitario. Si el dedo de Saturno es excesivamente corto, entonces es una muestra de la preponderancia de la intuición sobre la razón y el análisis. Si el dedo de Saturno tiene la misma longitud que el dedo de Júpiter y el dedo de Apolo, entonces se está advirtiendo sobre las posibilidades con que cuenta una persona para salir bien parada de las peores situaciones que se le presenten en la vida. - Dedo de Apolo: Cuando una persona tiene muy largo el dedo anular, o dedo de Apolo, se puede interpretar que sus esfuerzos, realizados desde lo más profundo de su ánimo, no logran contener la arrogancia y la prepotencia de las que se revisten sus acciones externas. Particularmente se manifiesta esta tendencia, dañina para sí mismas y para sus colaboradores más cercanos, en aquellas personas que ocupan cargos públicos o que son famosas y conocidas por su profesión: artistas, políticos, gobernantes, intelectuales... Si, en cambio, una persona tiene el dedo anular muy corto, entonces es que su característica definitoria es la timidez. Cuando este dedo se halla deformado, o guarda una significativa desproporción con respecto a los demás, se está avi-

sando sobre el advenimiento de ciertos asuntos desagradables, relativos al mundo afectivo y sensual de las personas. - Dedo de Mercurio: Si el dedo meñique, o dedo de Mercurio, es más largo de lo normal, se está mostrando la existencia de una gran capacidad cognoscitiva por parte estas personas. En cambio, cuando una persona tiene muy torcido su dedo meñique es porque, en ocasiones, se verá obligada a realizar acciones poco ortodoxas desde un punto de vista ético. Si, además, este dedo tiene sus falanges excesivamente cortas, entonces es un síntoma claro de que la persona de esta características, tarde o temprano, se encontrará con problemas familiares afectivos bastante graves y, al intentar resolverlos, sólo logrará causar más daño a sus seres queridos. Los quirománticos advierten que no son dignas de confianza aquellas personas que al estirar por completo su dedo meñique, llegan con la punta de éste hasta la misma línea de nacimiento de la uña de su dedo anular. También, catalogan de astutas a las personas que tienen el dedo de Mercurio doblado en dirección al dedo de Apolo. PALMAS Y PULGARES

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lgunos estudiosos de la

Quiromancia estudian de forma


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especial todas las claves adivinatorias que se encierran en el dedo pulgar. Estos, consideran que la complejidad emblemática de este dedo es superior a la de todos los demás y advierten de la importancia de ciertos detalles de la mano a la hora de investigar su valor predictivo. En este sentido, se detallan cada una de las características del dedo pulgar, de la siguiente forma: Pulgar largo y flexible = Indica respeto y tolerancia y, al mismo tiempo, delata una clara capacidad para el liderazgo. Es indicativo, también, de sensatez y entereza de juicio; aunque, en ocasiones, puede simbolizar la extravagancia y los modos afectados. Pulgar corto y rígido = Indica cautela y reserva, especialmente cuando se trata de asuntos familiares y que, al propio tiempo, guardan relación con el dinero como, por ejemplo, puede ser una herencia. También simboliza la fidelidad y la lealtad. Pulgar grande y voluminoso = Indica vigor, fortaleza y vitalismo. También simboliza la predisposición para resolver con contundencia y energía determinados asuntos, especialmente en el campo de los negocios. Pulgar muy pegado a la palma de la mano = Indica un acendrado sentido de la justicia y el orden. Pulgar con las falanges de igual longitud = Indica un carácter sereno y equilibrado. Pulgar con las falanges del mismo grosor = Indica precipita-

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ción y fogosidad.

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ero, sin duda, es la palma

de la mano, el elemento de mayor poder predictivo, la que goza de una mayor atención y de una constante reflexión por parte de los distintos investigadores y estudiosos de la Quiromancia. En este sentido, se han descrito las diversas características externas de la palma de la mano y, al propio tiempo, se ha definido su alcance y se ha llegado a elaborar una lista que establece toda la complejidad adivinatoria de la palma de la mano y su relación con la personalidad y el carácter: - Una palma estrecha y larga, indica que todo en la vida reviste una seriedad exagerada. La responsabilidad se lleva hasta unas cotas que llevan a la ausencia del sentido del humor. La exigencia ética, y el gusto por lo místico y lo trascendente son otras tantas cualidades inherentes al tipo de palma que se está considerando. - Una palma blanda y fofa indica pereza e indolencia. Por lo general, y en ello coinciden todos los estudiosos de la Quiromancia, este tipo de mano revela un carácter apático y una personalidad débil y vulnerable. - Una palma voluminosa y grande es indicio de claridad de juicio y de sencillez en las argumentaciones y los planteamientos. Cuando el espesor de la palma voluminosa es apretado y firme, en vez de blando y suelto, delata una actitud repleta de iniciativa y plena de energía y actividad.

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- Una palma excesivamente blanda y muy dúctil es síntoma de la preponderancia del sentimiento y el afecto sobre cualesquiera otras consideraciones. Es propia de personas que valoran especialmente la ternura y el afecto, y que se muestran muy apegadas a los suyos y poco predispuestas a entablar amistad con desconocidos. MONTES Y LÍNEAS DE LA MANO

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a Quiromancia tiene otros aspectos especialmente destacables, de los cuales puede decirse que son más importantes, universales y populares que los otros. Se trata de los montes y las líneas; éstas últimas se dividen en líneas principales, líneas secundarias y líneas raras. Ambos elementos constituyen la base adivinatoria de la Quiromancia y, sin lugar a dudas, puede afirmarse que la lectura de la mano sólo es posible si se saben analizar con detalle. Los montes de las manos, al igual que los signos astrológicos, reciben la influencia directa de los planetas y se revisten de las cualidades inherentes a aquéllos. En total son ocho los montes reveladores del poder predictivo que subyace en la mano y están constituidos por los abultamientos naturales de las bases de los dedos y de ciertas zonas de la palma. Monte de Venus

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egún los quirománticos más notables, la base del pulgar aporta elementos para la lectura de la mano, relacionados con lo sensible y lo emocional, puesto que toda esta zona recibe la influencia


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Un Monte de Venus irregular, es decir, más abultado en sus contornos que en su centro, revela la existencia de cierta tendencia hacia el campo de lo estético y lo artístico. Monte de Marte

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de Venus y, por lo mismo, queda impregnada de las cualidades propias de este planeta. Representa, también, la relación con el mundo exterior, en el sentido de que en ella radican los afectos, las pasiones, las amistades, las compañías... La significación más profunda del Monte de Venus viene dada por sus peculiaridades externas y, así, cuando una persona tiene el Monte de Venus amplio y redondeado, es señal indicadora de su talante afectuoso y sincero, y de su capacidad para comprender el sufrimiento de quienes conviven con ella. Si el Monte de Venus está poco desarrollado, indica un carácter independiente y, a la vez, es señal de una constitución física delicada. Por su parte, un Monte de Venus grande y abultado es señal de vitalidad física y mental. Si el abultamiento es firme y destaca por su prominencia, indica una personalidad de carácter pasional, preocupada por lo sexual. Si el abultamiento es blando y fofo, entonces indica volubilidad y proclividad a la excitación y a la agresividad.

omo ya se ha dicho, hay dos montes que reciben la influencia de Marte. Estos dos montes se llaman Monte Inferior de Marte y Monte Superior de Marte. El primero de ellos ocupa memos superficie que el segundo, y se encuentra situado en la zona comprendida entre el Monte de Venus y el Monte de Júpiter. Un Monte Inferior de Marte con desarrollo normal indica atrevimiento, resolución y valentía. Si es excesivamente abultado revela cierta predisposición a la violencia y a la imposición de métodos coactivos. Un Monte Inferior de Marte muy poco abultado es señal de temor y pusilanimidad. Por su parte, el Monte Superior de proporciones y formas consideradas normales, es señal de la importancia de los principios y valores éticos y morales. Por el contrario, si está excesivamente abultado: Revela la existencia de una personalidad de mal carácter y ausencia de tacto en el trato con los demás. Monte de Júpiter

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e encuentra situado en la zona de nacimiento del dedo índice y, por regla general, suele ser bastante abultado en proporción al volumen

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de los restantes montes. Cuando el Monte de Júpiter aparece inclinado, o muy cercano, al Monte de Saturno, simboliza la predisposición a trabajar en equipo. Un Monte de Júpiter normalmente desarrollado es señal de buen carácter, de ambición moderada y de altruismo. Si se presenta excesivamente abultado es indicio de un carácter autoritario, presumido y arrogante. Es señal de egoísmo y misantropía. El Monte de Júpiter escasamente abultado revela apatía, pereza y falta de confianza en uno mismo.

Monte de Saturno

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cupa la zona situada en la base del dedo corazón o dedo de Saturno. Cuando aparece más cercano al primero que al segundo, es señal de grandes aspiraciones y, por el contrario, si se sitúa más del lado del Monte de Apolo, entonces es símbolo de sensibilidad artística. Si está normalmente desarrollado, el Monte de Saturno revela seriedad en los juicios, mentalidad discreta, acción prudente y gusto por el estudio. Un Monte de Saturno excesivamente desarrollado indica un carácter taciturno y melancólico y denota, además, la actitud introvertida y depresiva de las personas. Si está escasamente abultado, simboliza lo cotidiano, lo corriente, el futuro ordinario y efímero.


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Monte de Apolo

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l Monte de Apolo se encuentra situado en la zona aledaña a la base del dedo anular, o dedo del Sol, y, por lo general, su abultamiento se detecta a simple vista, sin necesidad de palpación o meticulosas averiguaciones táctiles. Cuando el Monte de Apolo aparece tan cercano al Monte de Mercurio que resulta difícil deslindar las fronteras de cada uno de ellos, refuerza su simbolismo y revela la existencia de tendencias artísticas. Un Monte de Apolo normalmente desarrollado revela una gran capacidad intuitiva, la fuerza del talento, la inteligencia despierta, el saber selectivo y el gusto por lo artístico y lo estético. También es indicio de la necesidad de compasión y expresa la buena suerte y el talante apacible y afable. El Monte de Apolo excesivamente abultado indica la tendencia a vivir la vida de una manera lúdica, como si de un juego se tratara, y, sobre todo, revela la preponderancia del hedonismo y la alegría sobre la austeridad y el sacrificio. Cuando es escasamente abultado hace mención a la existencia de actitudes frívolas, que rozan la estupidez y el desatino. Por lo general, es señal de carencia de alicientes, y de falta de sensibilidad creativa. Monte de Mercurio

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cupa la zona situada en la base del dedo meñique, o dedo de Mercurio, y, por lo general, su abultamiento aparece cruzado por un haz de líneas cortas

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y rectas, al cual le han denominado siempre los quirománticos con el nombre de "estigma del médico". En realidad se trata, también, de las líneas llamadas del matrimonio, las cuales cortan horizontalmente el Monte de Mercurio, y lindan con las líneas de los hijos; éstas, arrancan verticalmente de la base del Monte de Mercurio, y se proyectan a lo largo del nacimiento del dedo meñique. Monte de Mercurio normalmente desarrollado es señal de un carácter dicharachero, extravertido, animado y alegre. Si el Monte de Mercurio está excesivamente desarrollado, representa la fuerza del materialismo, el fluir del enredo y el resurgimiento de las complicaciones en todos los aspectos. Revela, además, la existencia de la mentira y el engaño, así como el desprecio por las opiniones ajenas. Un Monte de Mercurio escasamente abultado indica carencia de estímulos y alicientes para actuar. Representa el fracaso, la tristeza y la apatía generalizada. Monte de la Luna

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e encuentra situado en la parte inferior de la palma, por debajo del Monte de Mercurio, y en línea vertical con éste. El Monte de la Luna es uno de los más voluminosos y abultados, por lo que se puede apreciar a simple vista con relativa facilidad. Por lo general, el Monte de la Luna guarda relación con los planos intuitivo e imaginativo; también se le asocia con la fantasía y con la actividad mística. A veces, el Monte de la Luna es tan extenso que puede llegar a juntarse con el Monte de Venus, en cuyo caso simboliza el exceso de apasionamiento.

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Monte de Luna normalmente desarrollado indica intuición, perspicacia y sensibilidad artística; también representa el resurgimiento del mundo ideal, romántico y estético. El Monte de la Luna excesivamente desarrollado guarda relación con las posturas excéntricas e infrecuentes. Representa, asimismo, la capacidad para la introspección. Si se presenta como escasamente abultado, revela la falta de imaginación y la pobreza mental. Advierte, además, sobre la existencia del engaño y las actitudes plenas de fanatismo y rigidez.


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, Por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella

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Está usted sano y salvo, amigo mío? Preocupado me tiene en su nueva etapa de impetuosa juventud. Si sólo es aislamiento enamorado, feliz he de sentirme, mas si algo turbio le acosa, por mínimo que fuere, le suplico me lo haga saber. Un saludo cordial de quien le desea lo mejor con sincero afecto, Hor de Madrid. Posdata: ayer conversé mucho con usted tras ver Las manos, la película que mi admirado Alejandro Doria realizó sobre el fenómeno del Padre Mario Pantaleo. Creo que usted no tiene en buena estima al célebre director, yo le aprecio mucho por su dedicación plena y rica en matices al melodrama, un género muy despreciado por la intelligentzia nacional. H. O. R. *

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í, que le tengo mucha estima a Doria, que no solo ha hecho grandes películas, como "Esperando la carroza" también ciclos de TV que quedan en la memoria, un capo total. No vi Las manos, sobre un caso muy famoso, el del Padre Mario, que jamás oí a nadie atreverse a poner en duda, y que estaba bastante dejado de la mano de la Iglesia, tengo entendido. R. L.

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lejandro Doria es un fenómeno, un creador de televisión, cine y teatro con una capacidad de trabajo de lo más variopinta. Hizo de todo. Impresionante. A mí lo que más me gusta de Alejandro Doria es su pasión por el melodrama, tanto en el género más popular como la telenovela como en el cine. Una de sus películas que más me ha emocionado (y que vi en un cine de Madrid junto a un crítico de cine, compañero mucho mayor que yo, ya fallecido, que lloraba al final) es Darse cuenta, una de las pocas veces que me gustó Luis Brandoni, con una Dora Baret fenomenal y una de esas colaboraciones magistrales de China Zorrilla. Temas límites: la miseria, el amor no correspondido, y en este caso, sobre todo, un tipo con las piernas destrozadas que está deprimido y no quiere hacer el doloroso esfuerzo de ponerse en movimiento en la rehabilitación, y entonces un médico con su propia vida destrozada y cobrando una mierda en el hospital, se dedica full time al enfermo, le exige, le maltrata, hace lo que sea para empujarle a luchar por la vida y no dejarse vencer por la adversidad. Y claro, cómo no vas a llorar cuando llega la escena final en que el muchacho, después de dar muchos pasos agarrado, se lanza solo a caminar y cuando va a caerse le sostiene el médico en un gran abrazo. Sólo con esa película le doy por consagrado. En esta otra del padre Mario se resiente por el tono de vida de santo sin contradicciones. Pero, claro, la hace con el aval de personajes que todavía viven, y seguramente bajo su propio convenci-

miento del poder sanador del cura, sin duda una gran personalidad. Lo mejor de la película son bastantes escenas y el final en el que en un encuentro con la mujer que le ayuda y le ama platónicamente cuenta su desgraciada vida de niño. También conmueve ver a Duilio Marzio con la cara llena de elegantes arrugas y el porte distinguido de siempre en el papel de un resbaladizo obispo. A los demás actores no los conozco y son muy buenos. A Graciela Borges en los 70 la intelligentzia del cine la adoraba, y a mí me repateaba: tan pija, tan estática, tan guapa como sosa, nunca entendí su éxito. Sin embargo, ahora mayorcita es otra cosa; también me gustó en una comedia con Gasalla. H. O. R. *

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irá, justamente Darse cuenta es una película de Doria que menos me gustó, jajaja. El libro y el guión son muy buenos, pero me pareció pareja y tremendamente sobreactuada; una de esas películas en que los personajes "dicen cosas", además, muy tópico del cine argento. A mí Brandoni me gusta como comediante, no en drama. Del cine de Doria me han gustado más Cien veces no debo (comedia); Sofía (con una exquisita Dora Baret); Esperando la carroza (desde ya), Los pasajeros del jardín, Los miedos (de lo que salió el ciclo de TV); La isla. Como sea, Doria es un genio. Darse cuenta es la que menos me gustó,


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lo que no le resta mérito. La del Padre Mario no la vi; me decís que te molestó lo de la santificación del protagonista, bueno, pero es biográfica, posiblemente no se le haya encontrado mácula ni prontuario, jajaja, tengo entendido que efectivamente este hombre era muy especial, casi un santo, al margen de que, entiendo a lo que vas, pero quizás sencillamente este hombre no haya tenido dobleces. Es verdad lo que decís, Graciela Borges se ha ido volviendo una gran actriz con el tiempo. Sí, vi también esa película que decís, con Antonio Gasalla, la historia de unos hermanos ya maduros, con una relación bastante conflictiva. Me pareció que a la historia le faltó un poco de vuelo, pero las actuaciones, geniales. R. L.

¿Y por qué digo descabezar a la policía?, porque nadie niega el derecho de la policía como laburantes, y en una estructura verticalista y agremiada, tienen que ser ellos quienes velen por sus derechos y hagan sus reclamos por los canales correspondientes. Ojo, que los que están mal de sueldos son los policías rasos, no los comisarios ni jefes de policía, que tienen sus negociados con el narcotráfico y la prostitución, entre otras. Además que a ellos les conviene tener los ánimos caldeados ahí abajo, porque después de todo, nunca dejaron de despreciar a la democracia. Sigue habiendo mucha cosa ideológica en juego, al margen de los derechos y las injusticias. ¿Sabés cuanto cana resentido estaría orgulloso de que se le encomiende ser el que le ponga una bala entre ojo y ojo a Cristina? Además que han visto mucha película de Rambo, ponele.

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sín son las cosas, a veces de acuerdo, a veces no, ¿vio, don Roberto? Los miedos me gustaría verla, tiene un gran reparto y se hizo en los últimos años de la dictadura. Intentaré bajarla. H. O. R. *

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í, bueno, como Cristina dijo en su día, ellos tienen la obligación de ser optimistas. Anoche ella jugó de policía mala, ahora a Capitanich le toca hacer de policía bueno. De la Sota se dejó torcer el brazo en Córdoba, eso es debilitar la democracia. Ahora hay que negociar lo mejor que se pueda y después descabezar a la policía y arrancar de nuevo.

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oy entendiendo la cosa, y me tranquiliza más, porque en este panorama no puede haber una mano poderosa en la economía que aproveche esta circunstancia: a ningún sector puede interesarle la amenaza de la tropa. Antes se la jugaban por la amenaza de los jefazos, pero la tropa policial ni militar nunca se levantó, creo yo. Esto de que han visto mucho Rambo tiene guasa pero es así de dramático. Hace unos meses tuve un encuentro de humor absurdo. Una tallerista bastante pirada insistió en presentarme a una chica que quería consultarme sobre una novela sobre la mafia. Allí fue, suspirando por un currito. La cita se dio en un bar habitual de

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la señora que organizó el encuentro. Estuvo bien de vinos y aperitivos porque la chica tardó en llegar y la mujer pagó todo. OK. Cuando llegó habló como una máquina y yo creí que estaba un poco mal de la olla, pero eso es bastante normal, no me preocupa, pero una hora y pico después ya estaba analizando lo que me contaba y le hacía un plan de trabajo para corregirle el texto, darle sugerencias y editárselo, pero que hasta que no tuviera una copia sobre la mesa no podría hablarle de precio. Y en esas que me dice: No puedo darte nada porque nada está escrito. Ja. Resultaba tener toda la novela en la cabeza y en borradores sueltos, sin orden ni concierto. Trabajaba en no sé qué y a cada rato tomaba nota de las maravillosas ideas que se le ocurrían. Nada. Pero se iba agregando gente del rrioba y así me presentan a un tipo bastante grande y bien formado, sereno, que resultó ser Policía Nacional, la principal en litigio siempre con las policías menores de las Comunidades, etc. Entonces se puso a contar cosas, problemas... y de pronto me quedé de piedra cuando me cuenta lo difícil que es poner en vereda a "los malos" (sic) porque el juez está hasta arriba de expedientes y si no son asuntos graves los deja sueltos pero uno sabe que el tipo es un malo, que vende droga cerca de los colegios, y entonces le pego un susto para que el malo no vuelva por ahí, y es que si no pones de tu parte los malos se multiplican y nuestra misión se esfuma. El tipo hablaba bien, tenía cultura, le gustaba leer, y su cuerpo bien formado era porque iba al gimnasio cuatro días a la semana, gimnasio que, con los recortes, se lo ha de pagar él, etc. Pero ahí tenés, el Vieron Rambo, ponele. H. O. R.


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El arte de John W. Waterhouse


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Consultorio Astrológico Spesunica Curso Práctico de Tarot a distancia Inauguramos nuestro Curso Práctico de Tarot a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica. Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de tiradas y lecturas y sobre todas las nociones relativas a nuestra materia. La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó. Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como tarotista. Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como: Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella. Mazo de cartas de Tarot Marsellés, de Botta (para imprimir). Mazo de cartas Zenner (para imprimir). Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4 Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes Fuentes tipográficas para la computadora Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada, para toda la vida. Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, manual de Tarot. La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina). Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas. www.spesunicastrologia.com.ar


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Horóscopo de marzo marzo, por Roberto Langella

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Aries Mes de cumpleaños para los del primer decanato. A partir del día 19 se hallarán un tanto ensimismados pero es un mes para disfrutar mucho de las amistades, sin embargo podrían tener muchas discusiones con la pareja.

b

Tauro Comienzan el mes con amistades y proyectos, hacia el día 21 se hallarán más ensimismados. Disfrutarán de la profesion. Cuidado con accidentes domésticos y cuidense de los dolores de cabeza

c

Géminis Problemas con todo aquellos que represente autoridad, hasta el día 21, luego, posibles peleas con amigos. Satisfacciones provenientes del extranjero o de actividades artísticas. Se recomienda realizar deportes, para canalizar un exceso de energías

d

Cáncer La atención puesta en asuntos extranjeros, científicos o filosóficos, hasta el día 21, luego, posibles problemas con la autoridad. Disfrutarán mucho de la sexualidad. Cuidado con los accidentes y discusiones domésticas con aquellos con quienes se convive.

e

Leo También un mes de mucha sexualidad, hasta el día 21, en que la atención se vuelca más a lo filosófico y científico. Un mes de

enamoramiento, para disfrutar en pareja. Excelente temporada para escritores y para el aprendizaje técnico.

f

Virgo Un mes para disfrutar mucho de la pareja. Para los empleados, un trabajo fácil y agradable (las mujeres, a cuidar su salud e higiene genital). Posibilidad de gran actividad financiera, ganancias y gastos.

g

Libra Un mes de mucho trabajo, pero también de muchos placeres. Hay una concentración de energías que deberá ser bien canalizada, realicen deportes.

h

Escorpio Un mes de mucha recreación y actividad creativa, mayor necesidad de concentración en el trabajo, a partir del día 21. Embellecimiento del hogar. Hay una represión de energías que debe ser bien canalizada, se recomienda realizar ejercicio físico.

i

Sagitario La atención mayormente puesta en asuntos de hogar. Buena relación con hermanos y parientes, muy buena época para escritores de literatura fantástica. Se recomienda practicar deportes.

j

Capricornio La atención puesta en el entorno inmediato, en los hermanos y

parientes. Después del 21, en el hogar. Cuidado con gastar mucho en diversión y placeres. Cuidado con los accidentes domésticos y las discusiones con aquellos con quienes se convive.

Acuario

k

La atención mayormente puesta en el tema de las ganancias. Asimismo, durante todo el mes se hallarán muy románticos y enamoradizos. Mucha actividad relacionada con lo extranjero, viajes en coche, o mucha actividad intelectual superior.

Piscis

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Mes de cumpleaños para la mayoría de este signo. Hasta el día 18 se hallarán un tanto ensimismados, poco comunicativos, igualmente en lo emocional se encontrarán algo distantes, fríos. De cualquier manera, pueden disfrutar de mucha actividad sexual, quizás un tanto desapegada de las emociones.


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Sumario de los números anteriores (La lista completa de números anteriores la hallarán aquí). . Revista Spes Unica nº 18 - Abril 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: 29 de febrero, perdón y después (Roberto Langella); Noticias del mundillo literario; La juventud (Yoselem Divincenzo); El huésped de Drácula (Bram Stoker); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Las acólitas de Carrie Bradshaw (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Los signos del zodiaco en la historia: Cáncer; De la musa al poeta / Pecado / Desterrada / La muerte le sienta bien (María Ester Rinaldi); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Pilar Giménez Bret; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 19 . Mayo 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: De atenuantes y agravantes (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; La madurez (Yoselem Divincenzo); El huésped de Drácula (Bram Stoker); Malvinas en Madrid (Guillem de Rubenhor); Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (Armando Rey); Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas (Mary Paz Reyes Peña); Los poetas malditos (Roberto Langella); El Astrólogo y la Tarotista (Ñapi); Grandes poemas muy breves en español del siglo XX (Jorge David Alonso Curiel); Los signos del zodiaco en la historia: Leo; Compumanía (Mary Paz Reyes Peña); Misceláneas interrumpidas (Otheguy Riveira-Langella); El arte de Eva Besnyö; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 20 - Junio 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Las flechas del tiempo, la aljaba de la edad (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El huésped de Drácula (3º parte), por Bram Stoker; Norman Cousins, la risa es cosa seria, por Guillem de Rubenhor; El suicida, por Enrique Anderson Imbert; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (8º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Acerca de las naturalizaciones, por Roberto Langella; La poesía de Charles Bukowski, por Jorge David Alonso Curiel; Admirable, por Fabiana Villafañe; El Astrólogo y la Tarotista; Los signos del Zodíaco en la Historia (Virgo); Golpes bajos, por María de la Paz Reyes Peña; Garganta de sombras, por María Ester Rinaldi; Tom Traubert’s Blues, por Tom Waits; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Edward Hooper; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 21 - Julio 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Noche de horror (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El huésped de Drácula (última parte), por Bram Stoker; Margarita Landi, señora del crimen, por Guillem de Rubenhor; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (9º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Escuchame, por Horacio Otheguy Riveira; Tres poetas españoles que apuestan por la claridad, por Jorge David Alonso Curiel; El Astrólogo y la Tarotista; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; Princesitas muertas, por Thomas Czarnecki; Los signos del zodiaco en la historia (Libra); Los viejos de mierda, por Roberto Langella; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 22 - Agosto 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Cortinas de humo (Reyes Peña-Langella); Noticias del mundillo literario; El marciano (1º parte), por Ray Bradbury; No está escrito en ninguna parte, por Horacio Otheguy Riveira; La voz de un pueblo dormido, por Fabián Gutiérrez Reyes; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Damas del crimen en primera línea de fuego,


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por Guillem de Rubenhor; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (10º parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; El Astrólogo y la Tarotista; Recordando “Nueve Reinas”, de Fabián Bielinsky, por Jorge Alonso Curiel; Los signos del zodiaco en la historia (Escorpio); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; Pablo Scalise, de Llavallol para el mundo; Lo mejor (y lo peor) de Facebook; Onomancia; Horóscopo. Revista Spes Unica nº 23 - Septiembre 2012 (Comprar versión impresa) Contenido: Vamos por todo, por Mary Paz Reyes Peña; Noticias del mundillo literario; El marciano (2º parte), por Ray Bradbury; Suzanne Leperrier, la trapèziste, por Horacio Otheguy Riveira; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (11º parte), por Armando Rey; La pareja perfecta del siglo XXI (1º parte), por Simón Domínguez Barahona; Se me cayeron las alas; Poesía (El descubrimiento / De Dios / Él (Yo) / Resurgir primario / Miserando), por Daniel Grustán Isabela; Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña; Lesiones del buen escribir, por Roberto Langella; El astrólogo y la tarotista, por Ñapi; Súbitos (El último suspiro de Narciso Ibáñez Menta), por Guillem de Rubenhor; Los signos del zodiaco en la historia (Sagitario); Tumbas de la gloria, por Fito Páez; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; La escultura hiperrealista de Ron Mueck; Lo mejor de Facebook; Lo peor de Facebook ; Onomancia; Horóscopo Revista Spes Unica nº 24 - Octubre 2012 (Comprar versión impresa) Editorial, por María de la Paz Reyes Peña; Dos años, por Roberto Langella; Noticias del mundillo literario; El marciano (última parte), por Ray Bradbury; Súbitos (Cuando ellas se desnudan), por Guillem de Rubenhor; La pareja perfecta del siglo XXI (última parte), por Simón Domínguez Barahona; Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la astrología (última parte), por Armando Rey; Se me cayeron las alas; La Pastora / Florencio: el maquis hermafrodita, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía, por Daniel Grustán Isabela (El ayeante primigenio, En menos de un millón de años, Tú que me lees); Lesiones del buen escribir, por Mary Paz Reyes Peña; Lesiones del buen escribir 2, por Roberto Langella; Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña; Divagaciones pelotudas 2, por Roberto Langella; El Tarot de la Tarotista, por Ñapi; Los signos del zodiaco en la historia (Capricornio); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Scott Davidson; Lo Mejor de Facebook; Lo peor de Facebook; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 25 - Noviembre 2012 (Comprar versión impresa) Editorial, por Roberto Langella; Calaverita para mi flaco, por María de la Paz Reyes Peña; Introducción a Gritos desde el Hades, por María de la Paz Reyes Peña; Semillas, por Jorge Dossi; Aventuras de una tarotista alocada (Los trabajos negros de Gina), por María de la Paz Reyes Peña; María de la Paz en Veracruz, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía (Qué dirías / Vivir / Descubrimiento / Lo gris / Los villanos / Una promesa), por María de la Paz Reyes Peña; Poesía (Canción de amor para Mary Paz / A Mary Paz / Ouroboros consumada / Inventario / Escribir tu nombre con sangre), por Roberto Langella; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; La galería de arte del Astrólogo y la Tarotista, por Ñapi; El Facebook de Mary Paz; Lo efímero y lo perdurable, por Roberto Langella y María de la Paz Reyes Peña; Los signos del zodiaco en la historia (Acuario); Onomancia ; Horóscopo ; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 26 - Diciembre 2012 (Comprar versión impresa) Seguir viviendo sin tu amor, por Roberto Langella; Noticias del mundillo literario; Los amantes, por Julio Cortázar; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (1º parte), por Jorge Luis Borges; El fantasma de la tía Guillermina, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amargo (1º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas (parte 11); Sobre la astrología predictiva, por Eloy R. Dumond; Lesiones del buen escribir, por Roberto Langella; El Elegido, por María de la Paz Reyes Peña (1962-2012), por Guillem de Rubenhor; Esperando a Godot, por Ñapi; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Bruno Torfs; Lo mejor de Facebook; Los signos del zodiaco en la historia (Piscis); Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores.


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Revista Spes Unica nº 27 - Enero 2013 (Comprar versión impresa) Editorial; La soledad, por Bersuit Vergarabat; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (2º parte), por Jorge Luis Borges; Tres cervezas, dos tintos y un vermouth con ginebra, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (2º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; Valientes mujeres con pene, por Guillem de Rubenhor; Los signos del horóscopo chino (Rata); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Winsor McCay; Escritoras; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 28 - Febrero 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Hic et Nunc, por Julio Cortázar; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (3º parte), por Jorge Luis Borges; Deja que te enseñe, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (3º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; El silencio de Lorna, por Guillem de Rubenhor; Los signos del horóscopo chino (Búfalo); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Cristian Kocak; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 29 - Marzo 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Se apaga la vista, por Arseni Tarkovski; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (4º parte), por Jorge Luis Borges; Laureano y Eleonora, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (4º entrega), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Poesía, por Daniel Grustán Isabela; Se me cayeron las alas; Lesiones de astrología, por Roberto Langella; Médicos, enfermos y payasos, por Guillem de Rubenhor; El arte como ansia de lo ideal (1º parte), por Andrei Tarkovski; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Tigre); Batman desencadenado (1º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Erwin Olaf; Esperando a Godot, por Ñapi; Onomancia; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 30 - Abril 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Soneto 126, por Lope de Vega; Tlön, Uqbar, Orbis Tertius (última parte), por Jorge Luis Borges; La visitante, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (5º parte), por Chabela Ximénez; Divagaciones pelotudas, por María de la Paz Reyes Peña; Se me cayeron las alas; Lesiones del buen vivir, por Roberto Langella; Magníficos borrachos con su placentera amargura, por Guillem de Rubenhor; El arte como ansia de lo ideal (2º parte), por Andrei Tarkovski; Las Horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Gato); Batman desencadenado (2º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Sven Fennema; Onomancia; Horóscopo; Sumario de los números anteriores. Revista Spes Unica nº 31 - Mayo 2013 (Comprar versión impresa) Contenido: Editorial; Parad los relojes, por W. H. Auden; Seco estudio de caballos, por Clarice Lispector; No escaparás de ésta, por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (6º entrega), por Chabela Ximénez; Marie Mollins, funámbula, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; El arte como ansia de lo ideal (3º parte), por Andrei Tarkovski; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Dragón); Batman desencadenado (3º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Dan Mountford; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 32 - Junio 2013 Contenido: Editorial; El murciélago rubio, por Spencer Holst; Serafín y sus mujeres, por Horacio Otheguy Riveira; La euforia, por Roberto Langella; Canelita o el paso de azúcar amargo (7º entrega), por Chabela Ximénez; Una historia de amor que viaja en tren, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; El arte como ansia de lo ideal (última parte),


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por Andrei Tarkovski; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Serpiente); Batman desencadenado (4º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Maya Kulenovic; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 33 - Julio 2013 Contenido: Editorial; No es fácil enamorarse de una mujer que tiene freezer, por Juan Sasturain; La noche de los feos, por Mario Benedetti; El hombre del traje gris, por Horacio Otheguy Riveira; ―Tom Waits. Conversaciones, entrevistas y opiniones‖, de Mac Montandon, por Roberto Langella; Canelita o el paso de azúcar amargo (8º entrega), por Chabela Ximénez; Por qué no soy vegetariano (1º parte), por William T. Jarvis; Se me cayeron las alas; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Caballo); El otro lado (1º parte), por José Luis García Ortego; Batman desencadenado (4º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Antonio Berni; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 34 - Agosto 2013 Contenido: Editorial; La mala, por María de la Paz Reyes Peña; Aroma, sabor y sonrisa, por Horacio Otheguy Riveira; Facepopular, la nueva red social latinoamericana, por Roberto Langella; El alacrán, por Elisa Pérez; Por qué no soy vegetariano (2º parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (9º parte), por Chabela Ximénez; Una mujer fatal, por Guillem de Rubenhor; Amaría viajar en tren, por Roberto Langella; Traición inesperada, por Ana Riera; La ceremonia de los peces, por Ana Riera; Se me cayeron las alas; El elegido, de María de la Paz Reyes Peña (19622012), por Horacio Otheguy Riveira; El otro lado (2º parte), por José Luis García Ortego; ¿Quimecontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (Cabra); Batman desencadenado (6º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Paolo Roversi; Horóscopo; Sumario de los números anteriores Revista Spes Unica nº 35 - Septiembre 2013 Editorial; La decadencia de la amistad, por Alejandro Dolina; Una visión extraordinaria, por Horacio Otheguy Riveira; Sobre el feminismo y otras militancias, por Roberto Langella; Por qué no soy vegetariano (3º parte), por William T. Jarvis; Mancha de vino rojo, por Chabela Ximénez; Tom Ripley, el gran amor de Patricia Highsmith, por Guillem de Rubenhor; Se me cayeron las alas; Las horaciones de Horacio, por Horacio Otheguy Riveira; El otro lado (última parte), por José Luis García Ortego; Apareció María Teresa, la protagonista (real) de un corto de ficción, por Roberto Langella; Textuales; Prohibido fumar, por Chabela Ximénez; ¿Quimicontás?, por Mariano Liebana; Los signos del horóscopo chino (mono); Batman desencadenado (6º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Otto Dix; Horóscopo; Sumario de números anteriores Revista Spes Unica nº 36 - Octubre 2013 Editorial; Llorar a lágrima viva, por Oliverio Girondo; El misterio de Guadalupe Cisneros, por Horacio Otheguy Riveira; El duelo, por Roberto Langella; Viscosa realidad, por Elisa Pérez; Por qué no soy vegetariano (4º parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (10º entrega), por Chabela Ximénez; Una Málaga entre velas, por Paula Alfonso; Se me cayeron las alas; Francisco González Ledesma: novela negra en las calles de Barcelona, por Guillem de Rubenhor; El hombre evidente, por José Luis García Ortego; Los libros, por María de la Paz Reyes Peña; Bienvenidos al paisaje de mar con olivos, por Horacio Otheguy Riveira; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Los signos del horóscopo chino (Gallo); Batman desencadenado (7º entrega), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Alexander Bolotov; Horóscopo ; Sumario de números anteriores Revista Spes Unica nº 37 - Noviembre 2013 Editorial; La hormiga, por Marco Denevi; Paciencia limitada, por Guillem de Rubenhor; La cabina número cuatro, por Ana Riera; 3 breves, por Roberto Langella; Viaje en autobús, por Paula Alfonso; Por qué no soy vegetariano (última parte), por William T. Jarvis; Canelita o el paso de azúcar amarga (11º entrega), por Chabela Ximénez; La mujer en llamas, por Horacio Otheguy Riveira; Se me cayeron las alas; La religión, por María de la Paz Reyes Peña; La prueba, por Elisa


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Pérez; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Los signos del horóscopo chino (Perro); Batman desencadenado (8º parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Juha Helminet; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Revista Spes Unica nº 38 - Diciembre 2013 Editorial; ¿Así que quieres ser escritor?, por Charles Bukowski; Doble vida, por Gisela Courtois; Al doblar una esquina, por Roberto Langella; Los novios, por María de la Paz Reyes Peña; Personas sin sentimientos, por José Luis García Ortego; La mujer en llamas (capitulo 2), por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (12º entrega), por Chabela Ximénez; Se me cayeron las alas; Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013, por Guillem de Rubenhor; Textuales; Coquetería fingida, por Elisa Pérez; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Los signos del horóscopo chino (Jabalí); Batman desencadenado (última parte), por Oscar Ramentev; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Kai Fagerström; Horóscopo; Sumario de números anteriores. Spes Unica nº 39 - Enero 2014 Editorial; Cuestión de tiempo, por Gisela Courtois; El asesino, por Oscar Ramentev; La mujer en llamas (capítulo 3), por Horacio Otheguy Riveira; El misterio de la cama de las rosas talladas, por Chabela Ximénez; Se me cayeron las alas; Festín de señorita, por Guillem de Rubenhor; Silencio roto, por Elisa Pérez; Otra vez Gricel (1º entrega), por Roberto Langella; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Prácticas adivinatorias extrañas: La frenología; La astrología, eso en lo que (no) todos creen, por Roberto Langella; Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Alessandro Bavari; Horóscopo; Sumario de números anteriores Spes Unica nº 40 - Febrero 2014 Editorial; Al oído, por Alfonsina Storni; Los sabios, por Oscar Ramentev; Hasta siempre, Juan Gelman, por Horacio Otheguy Riveira; Poesía de Juan Gelman (1930-2014); Funciones yoicas, por Gisela Courtois; Otra vez Gricel (2º parte), por Roberto Langella; El hombre del anorak, por Paula Alfonso; La mujer en llamas (capítulo 4), por Horacio Otheguy Riveira; Canelita o el paso de azúcar amarga (13º entrega), por Chabela Ximénez; Se me cayeron las alas; Micromachismos: El poder masculino en la pareja ―moderna‖ (1º parte), por Luis Bonino; ¿Quimicontás?, por Mariano Liébana; Romance de la mujer bella y el escultor, por Roberto Langella; Prácticas adivinatorias extrañas: La quiromancia (1º parte); Misceláneas interrumpidas, por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella; El arte de Gustav Doré; Horóscopo; Sumario de números anteriores

El Astrólogo y la Tarotista (edición única y definitiva) (Comprar versión impresa)


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Consultorio Astrológico Spesunica Curso Integral de Astrología a distancia Inauguramos nuestro curso de astrología a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica. Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de la confección e interpretación de la carta natal astrológica, Revoluciones Solares, cartas combinadas y sinastrías, y todas las técnicas complementarias que hacen al quehacer del oficio de astrólogo. La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó. Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como astrólogo. Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como: Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella Tablas de Efemérides Planetarias para los siglos XX y XXI Tablas de Casas Otras diferentes tablas Plantilla para la confección de mapas astrales Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4 Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes Fuentes tipográficas de astrología para la computadora Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía email. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada, para toda la vida. Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, tratado de Astrología. La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina). Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.

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A la memoria de María de la Paz Reyes Peña (1962-2012) co-fundadora de esta revista y del consultorio astrológico Spesunica. Por siempre.

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A S T R O L T A R O T , P C U E N T O S C U E N T

O G Í A , O E M A S , Y O T R O S O S . . .

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Un lugar de encuentro.

Spes Unica. Año 5 nº 41. Marzo de 2014 Editada por el Consultorio Astrológico Spesunica Dirección: Roberto Langella Registro de Propiedad Intelectual: En trámite. Impreso por Peecho B. V., Amsterdam, Netherlands Diseño de tapa: Cristian Kocak Colaboran en este número: Horacio Otheguy Riveira; Gisela Courtois; Eli Serebrenik; Mariano Liébana; Chabela Ximénez; Guillem de Rubenhor; Elisa Pérez; José Luis García Ortego; Oscar Ramentev. Las afirmaciones y opiniones vertidas en los artículos y textos son de exclusiva responsabilidad de quienes los escriben. Se prohíbe la reproducción total o parcial por cualquier medio de esta publicación, sin previa autorización de la editorial. Contenidos registrados en www.safecreative.org Los números atrasados pueden ser obtenidos siguiendo este vínculo: http://issuu.com/robertolangella

¡Esperamos sus colaboraciones!


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