Palabras del alcalde (e) de Cartagena de Indias, Sergio Londoño Zurek durante la instalación de las sesiones ordinarias del Honorable Concejo de la Ciudad 1 de octubre de 2017
“Por Cartagena resistimos”
Honorables Concejales: Mucho ha pasado desde hace 4 meses cuando me paré aquí por primera vez. Ese día Cartagena cumplía 483 años de fundada pero también, yo tenía alrededor de una semana de haber sido encargado como Alcalde. La situación política de la ciudad en ese momento era diametralmente distinta hoy. La administración de la ciudad pasaba por un momento álgido donde la ciudad no se acostumbraba aún al golpe que había recibido. Hoy, después de haber sido ya dos veces Alcalde y de completar 60 días en el actual encargo, puedo venir a reiterarles que la ciudad nos necesita a todos. Necesitamos de una Cartagena esperanzada, gobernada bajo principios de austeridad, transparencia, orden y autoridad. Considero que este es el espacio propicio para reflexionar que las instituciones de nuestra urbe, son inferiores al talento, las ganas, y la capacidad de nuestra gente. La crisis institucional del Distrito no es producto azaroso del destino. La crisis institucional es resultado del accionar desordenado y voraz de nuestras elites. Esas elites económicas, políticas, sociales y funcionales que durante años han considerado que lo público puede ser una empresa para el enriquecimiento personal y el de sus allegados. Pero señores, no me estoy refiriendo únicamente a quienes con el erario público viven en lujosos apartamentos o quienes tienen sendos carros o quienes se decoran a si mismos con joyas y relojes sino también a los líderes que durante época electoral hacen su agosto negociando con el hambre de su pueblo. Esos líderes que sacan una o más motos con la plata de campaña o que remodelan sus casas y extorsionan a sus jefes políticos. Esas rémoras perversas de nuestra sociedad, los pillos de cuello blanco enroscados con los ladronzuelos de poca monta, son quienes tienen a nuestra ciudad sumida en la pobreza de mente y espíritu. Ese es el juego señores. El juego de mantenernos subyugados para poder vivir cómodamente del desorden de las masas, porque si los cartageneros nos unimos por