2 minute read

Selección de poemas de La enfermedad del dolor

Los habitantes de la cuevas de catéter

Nosotros los niños enfermos seguíamos jugando en las esquinas de las salas comunes unos amontonados en sillas de ruedas otros sujetos a una cama donde descansaban nuestras cabezas condenadas a cascos respiradores de astronautas abandonados en atmósferas extrañas o atornillados a balanzas que mantenían nuestras columnas en su lugar

Advertisement

A la mayoría de nosotros le habían nacido alas de aviones que obligaban a nuestros brazos a ser amigos de sueros y calmantes

Cada vez que volvíamos de ser abiertos seguíamos jugando y entre mareos posteriores al sueño anestésico nos contábamos del tiempo anterior a la morfina y a las cicatrices de nuestras casas con sábanas dibujadas de nuestro propio televisor de las peleas con hermanos sanos y ausentes que no dejarían entrar

No llorábamos por las heridas ni por las enfermeras ni por el constante perforar de pieles no acostumbradas a ser cuevas de catéter ni por la comida que ingeríamos sin molestar o la continua carencia de padres

Llorábamos por las noches por el niño nuevo de la cama de al lado que lloraba que se iría en uno o dos días que nos recordaba la obligación del llorar.

Tengo mi mitad en el juego del dolor

Sola estoy sacando mis brazos taladrados fuera de esta cama en una búsqueda ridícula por sabor de sol

Los tubos fluorescentes no han parado de sonar y se mimetizan con los murmullos del resto de las camas rodeadas de familias que han vuelto a quejarse por este infierno de aire falso que derrite los chocolates entibia los lápices de cera y las revistas

Uno a uno los dedos de mis manos juegan a tocarse otra vez rozándose en una baile sin destino

Nadie preguntará por mí a la hora de visita

Mentira: aseo quirúrgico

Gente atrevida bañando sus paredes con pedazos de cuerpito de niño recién asesinado

No se es capaz de comprender ni una gota de pánico Mejor quedarse callada cerrar los ojos de forma tan apretada que se empiece a dudar que todo lo vivido no sea solo un sueño

Recensiones

Que en realidad no hay niños recién asesinados que siempre estuvieron muertos que nunca fueron niños y en vez de paredes eran rejas

No no es cierto No me estoy muriendo

El juego de hoy

Los niños golpean sus espaldas entre ellos hombro con hombro mantienen un equilibrio absurdo

No hay rostros ni manos no sienten el frío de las baldosas en sus pies endurecidos por el roce de las sábanas

Solo el intento automático de encajar sus vértebras por donde se amarran los camisones eternamente abiertos que nos han entregado se lastiman

Estafilococos: la infección

Una vez que las luces han sido apagadas descubro pequeños hijos por mi cuenta

No importa el tono del dolor ni la duración de este juego nada más podría interesarles caen de mi rodilla que se ha abierto en un útero de hueso y titanio unos se quedan a vivir en los apósitos otros se duermen encima de mi piel limpia y terminan estando vivos un tiempo que parece siempre

Es entonces cuando parte este camuflaje y alguna gente comienza a tratarme como madre