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La enfermedad despedaza cualquier impostura

Presentación de La enfermedad del dolor (Pez espiral, 2022) de Alejandra González por Valentina Osses, el 30 de septiembre 2022, en el café junto a la librería Acentto, Viña del Mar.

reo tras la vulgarización de sus experiencias desde nemotecnias teoréticas/epocales/generacionales o incluso identitarias que alguna vez –siendo más jóvenes–, nos parecieron a más de algunxs, una promesa de cobijo. Ella, hace sus propias operaciones estéticas y de capitulación/reconfiguración de mundo con: bastón, sus dedicatorias, tres numeraciones y glosario final.

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Ya argüía que el relieve del nodo confesional de la escritura es tanto o más como vetarse en el propio revés de nuestra densidad del soma, el pulso de volver a existir cual cuerpo singularizado, cuando quitamos las palabras grotescas con las que el saber biomédico te injuria. En “Enfermedad de la tristeza”:

Nada más terrible que el silencio

Déjame gritar hasta arrancarme las partes y no tener que sentir nada nuevo

Tengo la garganta convertida en un ojo que llora todo el día

Para esta reedición o “neo-réplica” de la poeta Alejandra Sofía González Celis, sugerí un roce escritural alejado de la prisión de las entelequias. En veinte años –entre El temple y Pez Espiral–, con “su enfermedad del dolor” me vuelvo a empapar en las poéticas citológicas de Ale González sin disecciones categoriales, porque ya olfateamos ese ma -

Generar hendiduras deseantes para fluorescer como esencia lingüística que sistematice una oralidad de lo constitutivo, a tal punto que requiera su propio catálogo/registro/diccionario/libro(s).

Asimetría: La división en dos partes nos deja una parte tibia, amarilla y redonda, y otra

Recensiones

negra y acerada./ No es posible conseguir más frío. Cojera determinante.

Del lenguaje a la escritura, hay una evolución biológica e histórica. El lenguaje es la expresión más directa y completa de la experiencia social del grupo (memoria humana, en el caso de la Ale, más bien familiar), así tiende comunidad extensiva a nosotrxs. La poesía es entonces su otro elemento procesual de recreación/resignificación de sus onomatopeyas/rasgaduras volviendo la analogía al restablecimiento de su propia homeostasis. Para Malinowski, Genealogía es igual al mito, para la Ale, un hospital no es un lugar “ declarable”

Mesa de disección: Todo es de acero inoxidable. El piso y las paredes del cuarto están cubiertas de baldosas blancas. La mesa es en realidad una camilla sin ninguna cubierta protectora. Solo la estructura gélida y gris que refleja en forma de espejo el rostro del disectador. Sobre ella, la carne abierta se muestra en el umbral crónico de la muerte, mantenido por la baja temperatura de la habitación que impedirá la putrefacción. La sangre vaciada se dirigirá por canales laterales que la recogerán para una próxima examinación (si es que esta fuese necesaria).

La escritura distingue entre pasado y futuro, y tiene efectos sociales, como en sus diferentes manifestaciones, distintos rendimientos: reifican, registran, reparan y sustentan inicios como un antónimo al retrato de la réplica infinita. Un quiebre epistémico a la objetivación, a la aparente distancia del recurso de la neutralidad de la medicina. Para Alejandra, hay un continuum , es la vida, es la cinta de Moebius, hay algo en lo que accedemos que solo le pertenece a ella. Nos desliza esa fugacidad desde el rendimiento performativo de su poesía.

Oídos: Hay dos caracoles pegados a mis sienes. Por ninguno de ellos se puede oír el mar.

De esta manera, la escritura que hoy no acusa nada es un producto manufacturado que destruye la memoria (es un mero objeto). Walter Ong, ya hacía la analogía con las calculadoras como destructoras del pensamiento. Se trata de una escritura pasiva que no recibe respuestas, como de la computadora: tecnologiza la palabra, y una vez tecnologizada no puede criticarse de manera efectiva. Alejandra, en su permanente consistencia, atiende distintas y complejas escenificaciones/panoramas sociales sin apariencias ni neutralidades, para su integración de pulsos posteriores como correspondencias a una disidente a la categoría filosófica de: “homo dolens”, donde la enfermedad despedaza cualquier impostura.